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Varias Mentes

Grupo Elron
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Jorge Olguín, 14 07 2016

 

Comentaba sobre la fuerza interior que cada uno de nosotros llevamos dentro. En la sesión que hice ayer, justamente el rol tuvo que recurrir a su fuerza interna porque le fallaban sus fuerzas externas. Esa fuerza interior le dio más fuerza externa a su ser.

Pregunto y me respondo a mí mismo: ¿Es efecto placebo?, porque la fuerza interior puede ser una la fuerza inconsciente, pero no deja de ser una fuerza mental, espiritual, pero no es una fuerza física. Sin embargo, de la misma manera que a ese rol que canalicé, esa fuerza interior le permitió superar ese obstáculo que con su fuerza externa no lo podía lograr, conozco muchos casos cotidianos, a diario, en diferentes personas que con una fuerza interior logran sortear dificultades que no lo lograrían de otra manera.

Y cuando hablo de fuerza, en el caso del rol se trataba de una fuerza de destreza física, pero la fuerza interior también ayuda a las personas a desenvolverse en distintos ítem, en resolver situaciones, en solucionar supuestos problemas, en evaluar qué es más importante solucionar primero, porque generalmente, cuando tenemos dos o tres problemas a la vez, los seres humanos nos tildamos. Tildar significa "Nos paralizamos". Porque no solamente nos paralizamos de miedo, sino que nos paralizamos de inseguridad o de no saber cómo desenvolvernos en ese momento, porque en lugar de tener la mente fría, que sería la mente lúcida, la mente analítica, actúa la mente reactiva. ¡Qué paradoja!

Y esto es muy importante. La mente reactiva, que normalmente -lo vengo afirmando desde 1997, hace 19 años, que la mente reactiva se maneja por impulsos-, en casos extremos, esa mente reactiva paraliza a la persona. Y la mente analítica, que es la que frena los impulsos maliciosos, esos impulsos que malogran una conversación en un segundo por falta de diplomacia, esa mente analítica es la que impulsa a la persona a intentar ver en décimas de segundo -porque no hay tiempo de pensar- qué situación solventar primero.

Bien. ¿Por qué sucede esto? Esto es una cosa que yo no lo sé, esto es una cosa que lo voy hablando mientras lo pienso. Porque la mente reactiva es impulsiva, cero análisis.
Conté una vez el caso de una paciente que me vino a consulta para ver cómo podía conquistar a un joven que le gustaba.
No existe una fórmula, pero le dije una generalidad. Generalidad significa "Tratar de ser agradable, trata de no estarle encima, trata de no hablar solamente de tu persona, pon el oído, escúchalo".
Y me escribió contenta, que había resuelto el problema. Esto que comento ocurrió hace aproximadamente 15 años atrás como mínimo.

Me llama el día siguiente desolada -esto lo que comentado incluso en conferencias-, diciendo que habían discutido por nimiedades. Ella tenía un vaso de tónica, se lo lanzó a la cara y se fue para la acera. Y cuando llega a la calle dijo: -Pero qué... (Y dijo una palabrota) que soy.
-¿Cómo resuelvo esto ahora? -Me dijo.
-¡Ah, no! Yo te allano el camino. Ahora, si una vez que yo te allano el camino, que te lo aliso, y tú, atrás, siembras minas terrestres y vuela todo, no sé si esto se puede arreglar de vuelta. Pide disculpas, trágate tu ego...

Bueno. Esa es la mente reactiva impulsiva, la que no piensa. Pero cuando se trata de resolver dos o tres problemas a la vez, la mente reactiva se paraliza: ¿Por dónde empiezo? ¿Qué hago? Al contrario, se pone a hablar: ¿Qué hago? No sé... blu, blu, blu, bla, bla, bla... Así, se entorpece. Quizá porque varios impulsos a la vez se chocan entre ellos y es como que los pies se le entrecruzan.

La mente analítica, la mente lúcida, la mente que no es impulsiva -juego con palabras- impulsa a la persona suavemente, metódicamente, analíticamente a decir:
-Primero hago esto... -Y en el momento que pronuncia la frase la lo está resolviendo.
-Luego resuelvo esto.
-Por último resuelvo aquello.

¿Acertó en las prioridades? No lo sé. Somos seres humanos, podemos equivocarnos. Pero por lo menos, uno o dos de los tres problemas los solucionó. Y eso lo hizo la mente analítica, la mente que no es impulsiva, pero en ese momento impulsó a la parte pensante, porque justamente para solucionar el problema tiene que estar analítico. Una persona reactiva trata de salir de un coche que se está incendiando. Tiene el cinturón de seguridad puesto. Toca la palanca de freno, queda agarrado a la puerta, toca el volante, aprieta el freno y lo que menos hace, desabrocharse el cinturón, porque la mente reactiva no piensa.
Si esa persona no se calma, si esta persona no permite que prime el análisis, no sobrevivirá porque obviamente no tendrá mucho tiempo para pensar, porque en veinte segundos volará todo. La persona tiene que obrar inmediatamente
Me calmo. Desabrocho el cinturón, abro la puerta, voy saliendo despacito. Cuando lo logro, salgo corriendo a los santos cohetes. Cuando estoy a un metro, el coche voló. Pero salí. Si me atoro en mi impulso, mi impulso no me lleva a ningún lado, valga la paradoja.

Entonces, la mente impulsiva le servía al mismo homo sapiens hace diez mil, quince mil o veinte mil años -y esto lo he dicho también en las conferencias-. Si venía un mamífero de un tamaño importante, ¿lo comeré? ¿Me comerá? No había tiempo de pensar. Por eso era la mente reactiva. Si era un pequeño zorro le tiraba una lanza o si era un homo más antiguo le lanzaba una roca. La podía esquivar el zorro o le daba en la cabeza y así, después, se lo comía.
Ahora, si era un smilodonte no podía pensar: -Minino, minino, minino ven, ven, ven, porque el minino lo comió antes que su mente piense. Entonces tenía que salir a los santos cohetes, porque su mente reactiva impulsiva no le daba tiempo a pensar. Aparte, en aquella época prácticamente los córtex cerebrales, que es donde está alojada la mente analítica, eran menos desarrollados que en el homo sapiens actual. Dominaba la mente emocional, cuyo núcleo es la amígdala, que es donde se aloja la mente reactiva. Esto también lo he dicho en las conferencias.

En nuestros genes llevamos trescientos mil años como homo sapiens de mente reactiva, pero solo diez o quince mil años de mente analítica.

Cuento una anécdota. Estaba en la parada de un bus y observé a un papá con un nene. El nene jugaba...
-Quédate quieto, quédate quieto, quédate quieto.
Un nene de cuatro años es raro que se quede quieto.
El padre lo cogió de la muñeca, lo levantó hasta su rostro y lo pateó en las extremidades. Luego lo soltó y el nene cayó de cola al piso, lastimándose. Uno, dos, tres segundos. El padre se tomó la cabeza, pensando: "¿Qué hice?".
Lo levantó y lo cubrió de besos… pero eso no le calmó el dolor al nene.

Esa es la mente reactiva que todos los seres humanos llevamos en nuestros genes. Sucede que, como estamos "supuestamente" más civilizados, tratamos de obrar analíticamente… y no siempre podemos. Muchas veces nos sacamos de control. Es lógico- pensamos -somos seres humanos.
Pero tampoco es una excusa: "¡Ah! Soy un ser humano, lo tengo en mis genes, así que puedo sacarme de control cuando quiera". No, no, no. Ahí ya estoy haciéndola fácil.

Nuestra fuerza interior, ¿es reactiva o es analítica? Nuestra fuerza interior, abreva de las dos. En realidad es inconsciente… es analítica, pero chupa esa fuerza también de la parte reactiva porque necesita de la parte reactiva para resolver cosas, pero la que lleva el timón es la mente analítica siempre, porque si estás reactivo, no sólo no resuelves nada sino que, como digo siempre, la embarras más.
¿Cuál es el fruto principal de la mente reactiva?: El ego. ¿Qué es el ego?: Un niño infantil. ¿Un niño puede resolver cosas?: No. ¿Un niño puede solucionar problemas?: No, generalmente los causa, no los resuelve.
Es el adulto quien resuelve cosas… y el ego es un niño eterno.
El ego dice: -Tú me metiste en este problema, tú me tienes que sacar.
El ego no es responsable porque un niño no es responsable… y va a decir: -Yo no fui.
Y si el ego reconoce su falta, va a argumentar: -Sí, fui yo porque él/ella me obligó. Ahí entendemos que el ego jamás va aceptar su responsabilidad. Jamás, jamás, jamás.

Tengo otra anécdota. Era bebé y todavía no sabía hablar. Solo me expresaba en 'idioma bebé'. Entonces, voy a la casa de un tío con mis viejos y tenía mi prima que tendría cuatro años, dos más que yo. Estábamos en la terraza, no sé cómo hice con dos años para tener tanta fuerza, cogí un triciclo ¿ubicas el triciclo de los niños? Lo cogí, lo levanté y lo tiré por la baranda de tres pisos a la calle. A un hombre le pasó raspando, le podía haber partido la cabeza. No sé si bajó mi tío a pedir disculpas, diciendo que había obreros trabajando, vaya a saber el embuste que le dijo. Entonces viene enojado, pero enojado impostando, porque venía matándose de risa y me reató: -¡Tú has tirado el triciclo! ¿Por qué has hecho eso?
Y yo la señalo a mi prima Alicia y le respondo: -Aliza também, Aliza também.
Entonces yo, niño, asumo que tengo la culpa, pero mi prima también.
Así actúa el ego, nunca va a resolver nada… jamás.
Si estamos en un apuro el ego hace que la persona se tilde, se paralice.
O bien, nos va a hacer pensar que las cosas difíciles no las sabremos solucionar.
-Esto no lo vas a resolver, déjalo de lado, te va a caer encima, no puedes con ello. Y si la persona se deja envolver por su propio ego se va a resignar, hundiéndose en su propia impotencia: -Soy una persona inservible… ¿para qué voy a hacer tal cosa si igual no lograré llevarla a cabo? El ego asume el rol de baja estima. Y de esa manera precisa de la aprobación de los demás.
Si la persona tiene autoestima no precisa de la aprobación de nadie.

Un chiste. Una vez me dice mi primo, hablo en argentino:
-Que ego que tenés, ché, vos te creés superior a los demás.
-No, la verdad es que pude integrar mi ego, ahora me doy cuenta de que de verdad soy superior a los demás. ¡Je, je!

Otro chiste, lo voy a hacer con el acento y todo. Hay una pelea entre dos provincias, Tucumán y Santiago del Estero. Entonces, van diez santiagueños de visita a Tucumán y en Tucumán en ese momento hay un terremoto Y los santiagueños gritan por el camino: -¡Eh, no tiemblen tucumanos, po, que venimos en son de paz! ¡Je, je!
O sea, ese tipo de chistes supongo que hay en todas las regiones.

En Argentina, la mayoría del común denominador se burla de los gallegos, porque dicen que el gallego es más cerrado, de menos luces. En Estados Unidos se burlan de los polacos... ¿Por qué?, no lo sé. Yo conozco y tengo amigos de Galicia que son una lumbrera. ¿Polacos?, no les encuentro ningún defecto. O sea, que pienso que es más el rumor urbano que otra cosa.