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El enigma de Fulcanelli II
Grupo Elron

 

EUGÈNE CANSELIET II (Jean-Pierre Léonard) Se hizo pasar por el verdadero discípulo de Fulcanelli, y junto con Patrick Kirpatrick, que se hizo pasar, a su vez, por el célebre alquimista, editaron sus obras para cobrar los derechos autorales.

PATRICK RIVIÈRE Su verdadero nombre era Patrick Kirpatrick. Se hizo pasar por Fulcanelli y fue quien en realidad entrevistó a Jacquies Bergier, coautor del libro El retorno de los brujos.

En el libro “El retorno de los brujos”, de Louis Pauwels y Jacques Bergier, se describe la entrevista que este último tuviera en 1937 con Fulcanelli, pero todo fue un engaño, pues en realidad era Patrick Kirpatrick. Bergier siempre dudó de que fuera Fulcanelli quien se entrevistara con él.

JOSEPH GOEBBELS Ministro de Propaganda del Tercer Reich Sostenía que si se decía una mentira lo suficientemente grande y se la seguía repitiendo, la gente llegaría a creérsela. Esto es lo que ocurrió con los falsos Fulcanelli y Canseliet. ¿Los alquimistas que los avalaron tendrán la suficiente valentía para admitir que fueron timados?

 

 

 

LOS FALSOS FULCANELLI Y CANSELIET

 

¿Quiénes se hicieron pasar por el alquimista y su discípulo en el siglo xx?

Estimado profesor: En su respuesta anterior, usted me comentaba que la información obtenida sobre la supuesta fecha de fallecimiento de Fulcanelli era en el año 1610 (si no recuerdo mal).

Asimismo, me afirmaba que la fecha impresa en Internet (1925) se debía a un error tipográfico.

Pues debo informarle que en mi edición de "El misterio de las catedrales", de la editorial española Plaza y Janés, con fecha de impresión de 1969, está marcada la misma fecha que mencionaba anteriormente, es decir, 1925.

Esta fecha está al final del exiguo prólogo de la primera edición, y lleva la rúbrica de E. Canseliet, y a continuación hay unas iniciales: F.C.H. y seguidamente la fecha, es decir, Octubre de 1925.

Y al pasar la página del -desgraciadamente-- maltrecho libro, se detalla el prólogo de la segunda edición, que comienza de esta manera (que copio literalmente): "Cuando escribió El misterio de las catedrales, en 1922, Fulcanelli no había recibido el Don de Dios,...".

Por lo tanto, de esta información yo infiero que realmente fue escrito según la fecha que marca el libro. En consecuencia, Fulcanelli nunca podría ser el seudónimo de Enrique IV.

En cuanto disponga de los medios técnicos necesarios, sería un placer por mi parte escanear la página de mi libro y remitírsela para que usted lo pueda comprobar. Sin otra, me despido de usted, y espero y deseo que me responda a éstas y otras dudas que vayan surgiendo. Un abrazo.

Raúl M. T.

 

RESPUESTA

Apreciado Raúl: En el día de la fecha he consultado a mi Guía personal, que es un Maestro de Luz, con el cual me comunico permanentemente en forma telepática (aunque probablemente le resulte difícil creerlo).

Cuando mi Guía me dio, hace alrededor de un mes, los datos para ubicar quién fue Fulcanelli, no dudé ni siquiera un instante que era él cuando encontré al rey Enrique IV de Francia.

¿Quién mejor que esta brillante personalidad histórica para ser Fulcanelli y qué mejor que ser rey para verse necesitado a ocultarse tras un seudónimo?

Yo no soy alquimista ni me interesa la Alquimia. Mi profesión es escritor y mi misión es erradicar los datos falsos en todos los campos del conocimiento ayudado por mis Maestros de Luz, ya que éstos son varios, e incluso tengo amplia autorización para invocar a cualquiera (aclaro que los Maestros de Luz no están a nuestro servicio, sino que son Servidores de la Humanidad, que es algo muy distinto).

Esto significa que estoy tocando el tema de Fulcanelli entre los cientos de temas de todo tipo que abordo para clarificar lo que puedan tener de erróneo.

Como no soy versado en la historia de la Alquimia, cuando usted me hizo notar la fecha 1925 del prólogo a El Misterio de las Catedrales, de Fulcanelli, realmente pensé de buena fe que se trataba de un error tipográfico y por eso se lo hice notar.

Luego estuve estudiando todo el material que hay en Internet sobre Fulcanelli y Canseliet, y como todos los textos los ubican como viviendo en el siglo XX, caí en la cuenta de que había un fraude.

Los Maestros de Luz nunca se equivocan, y cuando dicen negro es negro, cuando dicen blanco es blanco y cuando dicen gris o rojo o amarillo o verde, son estos colores en forma irrefutable.

La mayor parte de las veces, con los datos que me brindan los Maestros de Luz es fácil resolver el problema. En otros es engorroso o muy difícil, y en otros es directamente imposible.

Ignoro si habrá dificultad en resolver el problema de los falsos Fulcanelli y Canseliet con los datos brindados por mi Guía. Lamentablemente yo no tengo tiempo para una búsqueda exhaustiva, por lo que apreciaría cualquier ayuda.

La revelación que me hizo mi Guía personal es la siguiente: El verdadero Fulcanelli fue el rey de Francia Enrique IV, nacido en 1553 y fallecido (asesinado) en 1610.

El verdadero Eugène Canseliet nació en 1567 y falleció en 1624. Fulcanelli-Enrique IV, le entregó los manuscritos a Canseliet en 1596, cuando éste contaba 29 años.

Ésta es la verdadera historia.

El falso Fulcanelli se llamaba en verdad Patrick Kirpatrick, y fue a éste a quien entrevistó Jacques Bergier, quien, como usted sabe, dudó de que en verdad fuera Fulcanelli.

Bergier fue embaucado por esta persona, es decir que él actuó de buena fe, creyendo en la posibilidad de haberse entrevistado con Fulcanelli.

El falso Eugène Canseliet se llamaba en realidad Jean-Pierre Leonard. Cuando se presentó como Eugéne Canseliet a los editores que hicieron la primera edición francesa, ellos le creyeron (no se olvide que los editores no se preocupan en averiguar quiénes son en realidad los verdaderos autores, porque cualquiera puede escribir con seudónimo y nadie obliga a ningún autor a revelar su verdadero nombre).

Y el falso Canseliet, obviamente, le puso al prólogo una fecha falsa: 1925.

Le aclaro que el prólogo, según me lo informó mi Guía, fue hecho por el verdadero Canseliet.

Como los Maestros de Luz no juzgan, mi Guía me explicó que Patrick Kirkpatrick y Jean-Pierre Léonard simplemente vieron la oportunidad de ganar dinero haciéndose pasar por Fulcanelli y Canseliet.

Pero como yo sí juzgo, digo con todas las letras que su conducta ha sido ignominiosa, porque han inducido a error a mucha gente y desde el punto de vista ético han impedido que se conozca quién fue el verdadero Fulcanelli y la razón de que debiera ocultarse tras un seudónimo.

Durante la sesión, mi Guía personal me dio valiosísimos datos sobre la Alquimia, pero dichos datos recién se los podré enviar cuando pase la grabación de la sesión al papel, algo que haré en cuanto tenga un poco de tiempo.

Lo saludo y espero sinceramente que usted pueda encontrar más datos para probar el fraude del falso Fulcanelli y el falso Canseliet.

No tenga ninguna duda que el verdadero Fulcanelli y el verdadero Canseliet pertenecen al siglo XVI.

¡Y por favor no crea nada de esas tonterías de que alguien puede vivir cientos de años, como los profetas bíblicos, que no es más que una fantasía delirada por algunos autores!

 

 

NOTA: Sería sumamente importante si usted asistiera a una sesión de contacto telepático para preguntar sobre Fulcanelli y la Alquimia, ya que los datos con que yo me manejo, por desconocimiento del tema, son pocos, y su presencia enriquecería sin ninguna duda los diálogos.

 

 

SESIÓN DEL 13/12/02

Médium: Jorge Olguín.

Entidades que se presentaron a dialogar: Ruanel; Johnakan Ur-el, Thetán o Yo Superior de Jorge Olguín.

 

Interlocutor: ¿Quién está presente?

Ruanel: Soy Ron...

Interlocutor: Lo estaba esperando con bastante ansiedad, porque el tema sobre el cual tengo que preguntarle es muy importante. Confieso que a pesar de todo mi empeño no lo pude resolver... Seguramente usted ya me ha leído la mente y sabe de qué se trata... Todos los textos que encontré en Internet sitúan a Fulcanelli y a su discípulo Canseliet en el Siglo XX. Incluso la primera edición francesa de El misterio de las catedrales, cuyo prólogo es de Eugène Canseliet, tiene fecha de 1925.

Ruanel: Muchas veces, las cosas más sencillas se camuflan haciéndolas complicadas. Y el ser humano encarnado, por ese bendito decodificador que tiene, trastoca las cosas haciendo que no se vea lo obvio.

Interlocutor: ¿Está refiriéndose al caso Fulcanelli, no es cierto?

Ruanel: Así es. Y te confirmo, aunque tú ya lo sabes, que la fecha que se dio sobre Fulcanelli es la correcta.

Interlocutor: Con esa fecha precisamente ubiqué al que fuera rey de Francia, Enrique IV, hasta que fuera asesinado por un extremista católico el 14 de mayo de 1610.

Ruanel: Los seres encarnados tienen una barrera biológica que les impide vivir más de determinada edad. No creamos, por lo tanto, en las mitologías cretinas de la Biblia, donde se afirma que se podía vivir 900 años. Lamentablemente aún la gente sigue tomando los textos bíblicos al pie de la letra.

Interlocutor: ¿Pero qué fue, en realidad, lo que sucedió?

Ruanel: Sucedió una cosa muy obvia. Hay una persona encarnada ─ustedes tendrán el trabajo de buscarla, si es que aparece─, llamada Patrick Kirpatrick, quien adoptó, porque lo admiraba, el seudónimo de Fulcanelli. Entonces, el Fulcanelli del siglo XIX-XX y que supuestamente conoció el escritor Jacques Bergier, era esta persona y no el verdadero Fulcanelli.

Interlocutor: ¿Pero se hizo pasar realmente por Fulcanelli?

Ruanel: Así es.

Interlocutor: ¿Y Eugène Canseliet, cuya biografía lo ubica como nacido en 1899?

Ruanel: Es otro fraude similar. Una persona, llamada Jean-Pierre Léonard, de origen francés, no del continente sino de una isla, adoptó el seudónimo de Canseliet y ayudó en muchas investigaciones al Fulcanelli II, Patrick Kirpatrick.

Interlocutor: ¿Es decir que hay un Fulcanelli II y un Canseliet II?

Ruanel: Así es. Se unieron para lucrar a costa de Fulcanelli. Yo no hablaría directamente de fraude porque investigaron seriamente el tema de las catedrales, aunque también tuvieron miras comerciales.

Interlocutor: En este momento, con lo que usted me está diciendo, me surge la duda de si le pertenece al verdadero Canseliet el prólogo que aparece en El misterio de las catedrales. Lo pregunto porque su texto está perfectamente acorde con lo que le sucedió a Fulcanelli. Me refiero, entre otras cosas, a su sorpresivo asesinato. ¿Es del verdadero Canseliet ese prólogo?

Ruanel: Sí, es del verdadero Canseliet. Pero después, a comienzos del siglo XX, cuando se editan los libros en papel, el que firma es Jean-Pierre Léonard, es decir, Canseliet II.

Interlocutor: ¿Pero cómo pudo suceder una cosa así?

Ruanel: Los dueños de las editoriales, que ni siquiera conocen a los integrantes de su propia familia biológica terrenal, menos van a investigar a los autores. Además, no se trataba de personalidades públicas muy conocidas, como podría serlo un Pasteur, en cuyo caso sí se asegurarían de su verdadera identidad.

Interlocutor: Comprendo perfectamente lo que usted me dice... Ahora bien, ¿la que aparece firmada por Fulcanelli II y prologada por Canseliet II fue la primera edición de la obra de Fulcanelli?

Ruanel: Fue la primera edición en imprenta masiva. Obviamente hubo copias rudimentarias del libro que datan de la época de los verdaderos Fulcanelli y Canseliet. Esos escritos se han guardado. Hubo muy poca circulación, como sucedía en aquella época. Pero era una cosa lógica. Estamos hablando de muchos siglos antes de la invención de la imprenta.

Interlocutor: ¿Usted tiene presente la fecha en que nació Canseliet?

Ruanel: Unos catorce años después del nacimiento de Fulcanelli, y por una cuestión paradójica, que no tiene nada que ver con las causalidades, falleció catorce años después que fue asesinado su maestro.

Interlocutor: ¿Es decir que tanto Fulcanelli como su discípulo vivieron la misma cantidad de años?

Ruanel: Así es.

Interlocutor: Aquí tengo una lámina y un texto, que saqué de Internet, del sitio http://orbita.starmedia.com/rubellus_petrinus/Mercurius-s.htm, que dice MERCVRIVS de MERCVRIO, y abajo una fecha: 1695... No está muy claro para mí lo que se quiere significar...

Ruanel: El dibujo es falso y también la fecha. Lo falsificó Jean-Pierre Léonard.

Interlocutor: Apenas se puede creer... ¿Cuándo le entregó el verdadero Fulcanelli a su discípulo Canseliet los manuscritos?

Ruanel: Se lo entregó 14 años antes del fallecimiento de su Maestro... siempre aparece el número 14...

Interlocutor: ¿Es decir en 1596?

Ruanel: Así es.

Interlocutor: Los cálculos que estoy haciendo en este momento me dan la edad que tenía Canseliet cuando Fulcanelli le entregó los manuscritos: 29 años... ¿Es correcto?

Ruanel: Sí, es correcto.

Interlocutor: ¿Voy a poder probar fehacientemente todos estos datos o quedará, para los demás obviamente, como otra teoría?

Ruanel: Lamentablemente hay muy poca información.

Interlocutor: Me pregunto si habrá alguna biografía del verdadero Canseliet... Porque si se pudiera encontrar algo así quedaría entonces patente el fraude.

Ruanel: Es muy difícil que se pueda encontrar algo.

Interlocutor: Veré qué puedo encontrar... ¿El famoso coautor de El retorno de los brujos, Jackes Bergier, fue realmente embaucado por el falso Fulcanelli, es decir, por Patrick Kirpatrick?

Ruanel: Sí, fue embaucado.

Interlocutor: Los falsos Fulcanelli y Canseliet, ¿eran alquimistas?

Ruanel: Yo no les llamaría alquimistas. Cuando en los siglos XIV, XV, se hablaba de alquimistas, se pensaba ingenuamente en la transmutación de elementos. Grandes espiritualistas, no confundir con espiritistas, de la época, como Fulcanelli, sabían que la verdadera transmutación estaba en el alma, pero, y esto es muy importante hacerlo constar, trabajaron sobre elementos porque, reitero, ingenuamente pensaban que a través de la mezcla de determinados elementos, trabajando con pequeñas porciones de mercurio, con plantas, pero en muy pequeñas cantidades para evitar el envenenamiento, quizás una gota en un litro...

Interlocutor: ¿Pero eso al ingerirlo no operaba acumulativamente y a la larga el organismo podría resentirse?

Ruanel: ¡Claro, al final podía hacer el mismo efecto de envenenamiento del arsénico!

Interlocutor: ¿Fulcanelli también llegó a ingerir esas sustancias?

Ruanel: Sí, totalmente.

Interlocutor: Obviamente ninguno logró nada... ¿Es así?

Ruanel: Por supuesto... Pero lo hacían creyendo de buena fe que podía dar algún resultado. En el siglo XIX y XX, cuando se habla de Alquimia, todavía se sigue creyendo que se trata de la transformación de los metales en oro, o en la búsqueda de la Piedra Filosofal, que no existe. Pero Fulcanelli II y Canseliet II, es decir, los falsos Fulcanelli y Canseliet, sabían la verdad. Y ahí está el fraude de ellos, porque seguían escribiendo libros de este tenor nada más que por intereses comerciales. Había una total mala voluntad en ellos.

Interlocutor: Concretamente, entonces, los antiguos alquimistas eran sinceros en la búsqueda porque creían de buena fe en la posibilidad de la transmutación de los metales en oro, y los falsos, como Fulcanelli II y Canseliet II, no actuaban de buena fe porque sabiendo la verdad, lo único que buscaban era el rédito comercial mediante el engaño.

Ruanel: Así es. Pero los antiguos alquimistas lo hacían con todas las ganas, pensando que ingiriendo cierto tipo de metales, en pequeñas proporciones, claro está, podían obtener resultados. En realidad, tan errados no estaban, porque hay hierbas con las que se pueden obtener algunos resultados y ya las usaban los chamanes de Perú, por ejemplo, por la misma época, a cien años de la colonización e incluso antes. También trabajaban con hierbas los aztecas, los mayas...

Incluso en la actualidad, pero esto ya es otra cosa, hay escuelas donde se trabaja con sales y metales para ingerir. Los preparados, que consisten en colocar los metales en agua destilada durante 24 horas, después los venden, como venden las llamadas Flores de Bach, en la creencia de que después esos metales van a transmutar. A veces se ponen piedras de amatistas o de cuarzo citrino en agua, en un vaso, y la gente luego se lo toma.

Interlocutor: ¿No es un disparate?

Ruanel: ¡Claro! Pero todo esto lo promovió la mala fe con que actuaron Fulcanelli II y Canseliet II. Todas estas escuelas actuales fueron programadas a comienzos del siglo XX. Es decir que en estos momentos hay una gran herencia, negativa por supuesto, de esos falsos alquimistas.

Interlocutor: Mas allá de los efectos que buscaban obtener los alquimistas ingiriendo metales, hay otra cosa que usted dijo en la sesión pasada que me quedó grabado: lo que buscaban verdaderamente los alquimistas antiguos, como Fulcanelli, era la elevación del espíritu desde los planos del Error a los planos de Luz. Nosotros actualmente sabemos cómo, es decir, a través de la integración del ego, el Servicio, etc. Pero la pregunta es ¿cómo buscaban ellos esa elevación?

Ruanel: La buscaban erróneamente por los métodos ya señalados, con los cuales era imposible una elevación espiritual. La única forma de elevarse espiritualmente en esas épocas era siendo místico, como lo fue mi hermano Johnakan, que encarnó como Juan de la Cruz, que llegó a descubrir la Nada, el Vacío Total, y se llegó a contactar con el Absoluto.

Interlocutor: En definitiva, Fulcanelli, que como espíritu estaba en el 5º nivel, subdivisión 7º, cuando desencarnó no se elevó ni un ápice... ¿Es así?

Ruanel: El error de Fulcanelli, por llamarlo de alguna manera, fue pensar que ingiriendo metales, en pequeñas proporciones, podría elevar el organismo físico y como consecuencia también lo espiritual.

Interlocutor: Bueno, Maestro, creo que por ahora podemos dar este tema por concluido, sin perjuicio, naturalmente, de volver sobre él más adelante

Ruanel: De acuerdo.