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La Atlántida
Grupo Elron

 

La Atlántida no era un continente sino una isla de aproximadamente 500 km2, y su hundimiento se debió a un crecimiento desorbitado de energía lumínica causado por una investigación científica mal hecha.

La isla estaba situada cerca del Mar Mediterráneo y no tenía ninguna relación con las Antillas, las Canarias o las Azores, y menos aún con el Triángulo de las Bermudas.

La Atlántida era una ciudad muy avanzada, al punto de haber construido enormes cúpulas energéticas que aislaban a la ciudad de los cambios climáticos externos.

Platón habló por primera vez de la Atlántida en sus diálogos Timeo y Critias, escritos hacia el 350 a.C. Desde entonces, se han realizado infinidad de conjeturas, tanto para demostrar su existencia como para negarla. Aristóteles, el discípulo de Platón, opinaba que la historia de la Atlántida era una ficción, inventada por su maestro: "El hombre que la soñó la hizo desaparecer." Otros autores antiguos como Estrabón, Plinio el Viejo o Plutarco no estaban tan seguros, pero tampoco se atrevieron a apoyar su existencia histórica. Ya en la Edad Media se puso en duda la opinión de Aristóteles, con lo que comenzó la discusión que dura hasta la actualidad.

La Atlántida es uno de los mitos mundiales más antiguos y narra la historia de una civilización floreciente que vive en una isla "más allá de las columnas de Hércules". Platón citaba como fuente al historiador Solón, que 200 años antes había oído hablar en Egipto sobre la destrucción de una isla "al oeste". Platón convirtió el mito de la isla destruida en una parábola sobre una civilización que, cegada por su propio poder y esplendor, desafía a los mismo dioses, por lo que es destruida en un día y una noche, sobre el año 9.500 a.C., aunque ni siquiera en este particular hay acuerdo entre los autores: la fecha de destrucción de la Atlántida varía entre el 10.000 a.C. y el 8.500 a.C.

 

 

¿EXISTIÓ REALMENTE LA ATLÁNTIDA?

 

La verdad sobre la Atlántida.

Estimado profesor: Soy oriunda de Chile y profesora de historia. Ninguna duda cabe de que el tema de la Atlántida es uno de los que más fantasías ha despertado en todas las épocas. Desde que Platón escribiera sus diálogos han habido mil y una opiniones acerca de su verdadera existencia. Quienes no la apoyan, consideran que es un mito inventado por Platón para ilustrar su teoría de la república ideal. Sin embargo, durante cientos de años se pensó que la Troya de la que Homero nos habló en la Ilíada era una ficción poética, hasta que Heinrich Schliemann la desenterró en 1871 siguiendo los textos al pie de la letra. De este modo, Schliemann demostró que los mitos tienen un valor histórico, y que no deben ser tomados como meras fantasías. ¿Cuál es la opinión del Grupo Elron sobre la Atlántica? Esperando su respuesta les mando un saludo a todo el grupo y en especial a usted y al profesor Olguín.

Nunki R.

RESPUESTA

Apreciada Nunki: En primer lugar te informo que la Atlántida no es un mito sino que existió realmente. No obstante, se han emitido tantas teorías, algunas completamente disparatadas, que el tema de la Atlántida ya es sinónimo de confusión. Como nuestra norma es no emitir teorías, que podrían traer aún más confusión de la que hay, hemos preguntado en sesión de contacto telepática, celebrada el 13/6/02, a nuestro Guía espiritual Ruanel. ¿Qué mejor, entonces, que transcribir los diálogos que hemos sostenido con él sobre este tema?

 

Interlocutor: Maestro, nosotros sabemos que la Atlántida existió, pero no tenemos información clara sobre ella. Muchos nos han preguntado y realmente no supimos qué decir. Sin embargo, hay pocos temas sobre los que se ha escrito tanto. La escritora Isabel Ariño brinda en la Red la siguiente información sobre este supuesto mito:

"El filósofo griego Platón escribió unas obras, denominadas «Diálogos», en las que trataba de explicar su concepción del mundo. Dos enigmáticos diálogos fueron los llamados Timeo y Critias. En ellos, en apenas unas líneas, unas veinte páginas de un libro normal, Platón escribió la noticia acerca de un continente gigantesco que había desaparecido en un sólo día y una noche, tragado íntegramente por el océano. Platón citaba como fuente al historiador Solón, quien habría oído en Egipto la historia de la desaparición de una «isla del oeste». Eso ocurrió, según Platón, 9.500 años antes de su época (427-347 a.C.), y la isla tenía una superficie de once mil kilómetros cuadrados, más grande que China. Los atlantes habrían construido una sociedad superdesarrollada pero se alejaron de su dios y sobrevino el castigo divino, haciéndolos desaparecer para siempre. Al parecer Platón iba a escribir las razones de Zeus o su homólogo dios de los atlantes para condenarlos así, pero la muerte no le dejó terminar esa parte de sus Diálogos".

La primera pregunta que le hago, entonces, es sobre qué era en realidad la Atlántida.

Ruanel: La Atlántida era una ciudad levantada en una isla. En aquel entonces, como no había tantos escritos, los ancianos de las distintas regiones transmitían en ruedas de consejos la historia de la Atlántida como supuestas leyendas. Platón captó una de esas leyendas y la plasmó por escrito.

Interlocutor: En concreto, entonces, la Atlántida existió y no es un mito en absoluto.

Ruanel: Así es, y era una isla y no un continente como se dice.

Interlocutor: ¿Dónde estaba situada?

Ruanel: Estaba cerca del Mar Mediterráneo.

Interlocutor: ¿La isla tendría 11.000 km2, es decir, era algo mayor que China?

Ruanel: No, diez veces menos: 400 o 500 km2.

Interlocutor: ¿A qué se debió su desaparición?

Ruanel: Fue destruida a causa de un crecimiento desorbitado de energía causado por una investigación mal hecha.

Interlocutor: ¿Investigación sobre la energía nuclear?

Ruanel: No, investigaciones sobre la energía lumínica.

Interlocutor: ¿Se hundió enseguida?

Ruanel: Así es, después de tremendos cataclismos. El hecho de haber experimentado con energía lumínica provocó temblores en la corteza terrestre, y hubo muchos terremotos que destruyeron la ciudad.

Interlocutor: ¿Cuánto tardó en hundirse, dos meses, tres meses?

Ruanel: No, muchísimo menos. el hundimiento ocurrió en pocos días, porque los cataclismos que se produjeron a causa de las investigaciones fueron verdaderamente gigantescos.

Interlocutor: ¿Estamos siempre hablando de cataclismos provocados por el factor humano y para nada de cataclismos naturales que pudieran haberlos acompañado?

Ruanel: Se trató exclusivamente del factor humano.

Interlocutor: ¿En que fecha desapareció la Atlántida?

Ruanel: Hace aproximadamente 24.000 años.

Interlocutor: ¿En esa época el resto del planeta estaba deshabitado?

Ruanel: No, en absoluto. Había homo sapiens sapiens, aunque en estado primitivo.

Interlocutor: ¿Era una civilización avanzada?

Ruanel: En ciertos aspectos, sí. Llegaron a tener enormes cúpulas energéticas que aislaban a la ciudad de los cambios climáticos externos.

Haz una pregunta más, porque el receptáculo está completamente desestabilizado.

Interlocutor: Está bien. Se dice que algunas islas, como las Antillas, las Canarias o las Azores son restos emergidos del "continente" de la Atlántida o bien las cumbres más altas del mismo.

Ruanel: Descártalo por completo. Están cerca pero no tienen ninguna relación con la Atlántida.

Interlocutor: ¿Y con el Triángulo de la Bermudas?

Ruanel: Menos aún, porque está del otro lado.

 

Bueno, hasta aquí llegan los diálogos relativos a la Atlántida. Espero que con estas explicaciones este tema quede definitivamente aclarado.

Bienvenida al Club. Un fuerte abrazo.

 

 

SESIÓN DEL 20/3/02

Médium: Jorge Olguín.

Entidades que se presentaron a dialogar: Ruanel y Domanisel, espíritu del 5º nivel, conocido por su encarnación de "La buena samaritana del Pozo de Jacob".

Observaciones: Ésta fue, esencialmente, una sesión de Psicoauditación, aunque al principio Ryanel dio algunas explicaciones. La Psicoauditación se aplicó al espíritu llamado Domanisel, mejor dicho al Yo Superior, porque estaba encarnado en una mujer, la cual estuvo presente durante la sesión. Este espíritu tuvo varias encarnaciones en el planeta Tierra, siendo una de ellas en la Atlántida, donde fue la única sobreviviente.

Interlocutor: ¿Quién se va a comunicar?

Ruanel: ¿Hola, cómo estás?

Interlocutor: Hola, Maestro, ¿qué dice usted?

Ruanel: He venido solamente unos minutos de vuestro tiempo porque como siempre estoy muy atareado.

Interlocutor: ¿Puedo hacer una pregunta corta?

Ruanel: Hazla, pero tiene que ser muy breve.

Interlocutor: En realidad son dos preguntas. Una de ellas es si la definición que yo hice sobre el perdón, que la reitero aquí para que quede grabada, es correcta:

 

PERDÓN. Dic. Acad. Acción de perdonar, es decir, de remitir la deuda, ofensa, falta, delito u otra cosa el perjudicado por ello. ║ Remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente.Gr Elron. Acto de soberbia, proveniente del Ego, por el cual el individuo que considera haber sido ofendido, en un gesto ostentosamente magnánimo, absuelve al supuesto ofensor. El perdón implica ofensa, es decir que para que alguien pueda perdonar, primero tiene que haber sido ofendido, pero como nadie tiene el poder para ofender a nadie a menos que uno le haya dado ese poder, resulta que, paradójicamente, el perdón nunca debería recaer sobre la persona que supuestamente nos ofende sino, en todo caso, sobre uno mismo, por haberle dado tan neciamente cabida a la ofensa. Cada uno crea sus propios estados de ánimo, o, expresado de otra manera, "los hombres no se perturban por causa de las cosas, sino por la interpretación que de ellas hacen" (Epícteto). El ofensor, por lo tanto, siempre es uno mismo: te ofenden porque te ofendes. De ahí que cuando alguien perdona una ofensa, lo único que está haciendo, en realidad, es desligarse de la responsabilidad que le cabe por ser su propio ofensor para trasladarla a otro.

 

Ruanel: La definición está correcta porque se perdona desde el ego.

Interlocutor: Es decir que, contrariamente a lo que cree todo el mundo, perdonar es un acto de soberbia.

Ruanel: Perdonar no es un acto de amor sino de soberbia, lo ratifico. Y hay personas que toman el perdón por sobre el amor. Es decir, es como si yo pusiera el ego por sobre el amor.

Interlocutor: Siempre se ha dicho que se perdona con el corazón.

Ruanel: Reitero para que no quede ninguna duda: se perdona con el ego. El corazón no perdona porque para perdonar primero tiene que culpar y el corazón no culpa.

Voy a ser conciso y claro en este asunto, como tú ya sabes que siempre soy: el corazón no culpa; entonces, si no hay culpa no hay perdón. Por lo tanto, el corazón no va a perdonar aquello que no ha culpado. Decir que se perdona con el corazón es una falacia total.

Interlocutor: El concepto está perfectamente claro. Pasando a otro tema, me llama mucho la atención que algunos consultantes nos cuestionen, o les cuestionen, algunas cosas que son a mi entender obvias. Pongo como ejemplo la definición del perdón, que no la han llegado a entender.

Ruanel: Esas personas tienen una información equivocada y por eso cuestionan. Mi hermano Rah, de Antares IV, siempre pone como ejemplo el de los vasos comunicantes. En física, si tú tienes un litro de agua en un envase y quieres ponerlo en otro que tenga menos capacidad, va a desbordar. Entonces, si tienes tu cuerpo causal lleno de conceptos, para ponerle otros conceptos primero tienes que vaciarlo, en todo o en parte.

Las personas que cuestionan la definición del perdón parten de una falacia que tiene origen en una información errónea.

Desde el cuerpo causal no se culpa. Es como si tú me dijeras que un espíritu Maestro juzgara o condenara. No juzga. Entonces, si yo no condeno no puedo absolver.

Lo estoy hablando desde el punto de vista jurídico, que tú conoces bien. Si yo condeno tampoco absuelvo. Si yo no acuso tampoco absuelvo. La absolución es perdón. Entonces, ¿cómo voy a absolver a quien no he acusado?

Interlocutor: Está clarísimo.

Ruanel: Bien. ¿Y desde qué campo puedes, por lo tanto, acusar?

Interlocutor: Como usted lo dijo, solamente desde el campo del ego.

Ruanel: Correcto, ¡solamente desde el campo del ego! Uno más uno es dos. No hay uno más uno cuatro.

Interlocutor: Lo que me deja perplejo es que muchos consultantes no esperan a conocer en profundidad nuestro material, que son las enseñanzas de ustedes, sino que directamente opinan desde los pocos datos que tienen. Y obviamente opinan en forma errada.

Ruanel: Es muy difícil introducir en las personas nuevos conceptos. Recuerda el ejemplo de los vasos comunicantes. Primero tienes que vaciarlos antes de poder incorporar un nuevo contenido. Ten en cuenta que siempre los nuevos paradigmas fueron combatidos. Siempre. Pasó con Da Vinci, pasó con Galileo, pasó con Giordano Bruno. Y va a seguir pasando.

Acuérdate del sabio Newcomb, que siempre lo pones como ejemplo, que sostenía que ninguna máquina más pesada que el aire podría volar.

Imagínate a ese supuesto sabio viendo ahora aviones, cohetes y satélites. ¿qué pensaría?

Interlocutor: ¡Seguramente que son obras herejes! . ¿Puedo hacer la otra pregunta?

Ruanel: Hazla porque ya me retiro.

Interlocutor: Está bien. Hace unos días incorporé al Diccionario Técnico de Psicointegración la palabra "enojo", que extraje de su Diccionario Técnico de la anterior técnica. Aquí usted dice que enojo es "querer dejar todo como está". No lo llego a entender.

Ruanel: La persona que está enojada no permite que nadie modifique nada de lo que ella tiene. Hay distintos tipos de enojo. Está el enojo a la vista y está el enojo sutil, donde la persona no permite que otra persona modifique un concepto o una idea por capricho.

La palabra "capricho", que se utiliza en el plano físico, es otra raíz del ego. Entonces, el enojo forma parte del ego: "No me toques esto, déjalo como está". Es un capricho hasta infantil.

Interlocutor: ¿Y el antagonismo?

Ruanel: El enojo no tiene nada que ver con el antagonismo. La gente confunde enojo con antagonismo, pero son dos cosas distintas. El antagonismo es cuando increpas al otro. El enojo, en cambio, te encierra, y no permite que nada cambie.

Interlocutor: Está perfectamente claro.

Ruanel: "Deja mi idea como está". Esto es el enojo. El antagonismo es cuando te vuelcas al otro negativamente, es decir, enfrentando. No te aíslas como en el enojo. La mayoría confunde ambas cosas, tomando al antagonismo como enojo. La descarga de la ira es antagonismo, no enojo.

Me retiro y dejo paso a otra entidad. Hasta todo momento.

Interlocutor: Hasta luego, Maestro, y gracias. ¿Quién se va a presentar ahora?

Domanisel: Soy Domanisel.

Interlocutor: Hola, ¿cómo estás después de la Psicoauditación de la sesión pasada?

Domanisel: Bien. Esta semana estuvimos con otros espíritus de Luz en misión tratando de disolver algunas manifestaciones en ciertas regiones de este planeta tan maltratado.

Interlocutor: ¿Tuvieron éxito?

Domanisel: Lamentablemente hemos fracasado. No hemos podido hacer nada. Una vez los seres del plano 3 me preguntaron −me he comunicado telepáticamente, con el permiso, siempre pedimos permiso− si nosotros podíamos captarlos a ellos. Y mi respuesta fue: ¡Siempre! Ustedes no nos pueden captar a nosotros, ni tampoco los del plano 2 ni los del plano físico 1. La razón es que tienen su cuerpo causal tan cerrado por situaciones que viven que no captan casi nunca nuestras comunicaciones.

Continúo relatando la misión. De pronto viene una manifestación donde se estaban matando−obviamente me estoy refiriendo al plano físico− y dos espíritus de Luz y yo −éramos tres en total− estuvimos mandando armonía en sus cuerpos causales. Algunos que otros han titubeado brevemente pero igual hubo alrededor de 60 ó 70 muertes.

Lamento tremendamente haber podido ser tan poco útil en el momento.

Interlocutor: Volviendo a la Psicoauditación, ¿de los incidentes recorridos en la sesión pasada quedó alguna carga o estás totalmente liberado?

Domanisel: Hubo una gran mejoría.

Interlocutor: ¿Sigues de alguna manera enganchado con esos incidentes?

Domanisel: Todavía hay cuestiones para resolver.

Interlocutor: ¿Estamos hablando del incidente en tu encarnación de hace dos mil años?

Domanisel: Sí, hay incidentes sin recorrer, cosas no resueltas. Aparte tengo confusiones en la encarnación actual. Teóricamente, cuando uno encarna tendría que hacerlo con más evolución que en las vidas anteriores, pero en la realidad de los hechos no es tan así. Hay personas que encarnan, y por las vicisitudes del plano físico se crean karmas y después en lugar de evolucionar involucionan o se mantienen estáticos en el mismo nivel espiritual.

Conozco seres del 4º plano de Maestría que tuvieron hasta seis ó siete encarnaciones y al desencarnar siguieron en el mismo plano sin elevarse un ápice.

De todas maneras, esto nunca lo han preguntado y lo quiero decir ahora, no sé si es tan importante que se suba del plano 4º al 5º, porque hay muchos que pueden cuestionar: ¿Y por qué no suben de plano si en esas seis o siete encarnaciones han ayudado? Y en el mismo plano 4º han ayudado.

A veces no se sube porque en el plano 5º no solamente se ayuda en misión, sino que también se crean cosas. Y aparte ¿por qué en cada plano hay nueve subplanos?

La respuesta es porque en los planos bajos están los que solamente misionan y en los subplanos altos están aquellos que además de misionar crean.

Interlocutor: ¿Cuándo hablas de crear a qué te refieres concretamente?

Domanisel: El espíritu crea conceptos, ideas. Así como en el siglo XX hubo quien ha creado nuevas terapias, hubo quien ha creado cosas nuevas en física. Bueno, ésas son cosas que también ayudan a la evolución.

Interlocutor: A ver si entiendo. Los espíritus crean determinadas conceptos que luego cuando encarnan materializan en el plano físico. ¿Es así?

Domanisel: Correcto.

Interlocutor: ¿En el plano espiritual "materializan" de alguna manera los conceptos?

Domanisel: No, no hay ningún tipo de materialización porque los conceptos tienen vibración de conceptos. Las ideas sólo pueden materializarse en el plano físico. El nivel espiritual es un nivel abstracto. Y cuando digo "abtracto" me refiero a su sentido más puro.

Interlocutor: Ahora lo entendí perfectamente. Tenía esa duda.

Domanisel: Una vez creado el concepto le envío al cuerpo causal de mi Yo Inferior, por así llamar a la parte encarnada. No me gusta hablar de "Yo Inferior", porque este término puede confundir, ya que cuando el espíritu encarna no hay inferior ni superior, ya que se trata del mismo espíritu. Hablar de "inferior" puede sonar degradante o despectivo. Prefiero llamarle "Yo Terrenal".

Bien, ese Yo Terrenal mío, después que le envío la creación que he hecho, "descubre" un concepto y lo materializa llevándolo a cabo.

Interlocutor: ¿Ese concepto creado tiene alguna utilidad en el plano espiritual o solamente cuando se materializa en el plano físico?

Domanisel: La utilidad siempre la va tener cuando se materialice en el plano físico. Sí, se han creado conceptos, por ejemplo, sobre cómo misionar mejor.

Interlocutor: Entiendo.

Domanisel: Muchísimos milenios atrás los espíritus de Luz misionaban en unidad, pero hoy lo hacemos en equipo.

Interlocutor: ¿Actualmente estás creando algún concepto?

Domanisel: De parte mía no, de parte de Johnakan sí. Ha creado tres cosas nuevas, aparte de Psicointegración. Mi hermano Johnakan ha encarnado como Juan de la Cruz siglos atrás en España, y él ha creado Psicointegración.

Interlocutor: ¿No es de ahora Psicointegración?

Domanisel: No, ya lo había creado en esa época, pero no fue entendido. Si ustedes repasan "La noche oscura del alma" verán que hay muchos conceptos de Psicointegración.

Por crear se sube de vibración. Los espíritus del 4º nivel casi no crean. En el 5º nivel se crean más conceptos. Es por eso que los del 4º nivel no suben de plano tan fácilmente.

Interlocutor: ¿No se crea por alguna incapacidad?

Domanisel: No, no es una cuestión de falta de capacidad. Inhabilidad implicaría cortar el libre albedrío. No, la cuestión no pasa por aquí. Directamente es como que no terminan de crear.

En el 4º nivel se misiona igual que en el 5º. También van dos o tres espíritus en equipo.

Interlocutor: ¿La elevación del plano 4º al 5º es solamente por creación de conceptos?

Domanisel: No necesariamente, pues se sube también por altruismo.

Interlocutor: ¿La elevación de plano es automática o de alguna manera influye la voluntad del espíritu por querer simplemente elevarse?

Domanisel: Nunca es un acto de voluntad. La elevación de plano es la suma de los hechos altruistas. Lo que ocurre es que llegar a un plano 5º, que es un nivel de mucha Luz, no pasa solamente por misionar, pasa también por crear conceptos o ideas que luego se materializarán en el plano físico. Haber hecho misiones muy importantes.

Interlocutor: Entiendo perfectamente.

Domanisel: El concepto que quería formular desde el comienzo es el siguiente: el espíritu, en su parte encarnada, no ha involucionado pero tampoco ha evolucionado. Y si yo tuviera que emitir un juicio diría que hay mucho desinterés por el Servicio, por brindarse al otro. Un juicio en el buen sentido me refiero, porque la autoestima no va en desmedro de la espiritualidad, y yo me tengo una autoestima tremenda. Yo creo que todos los espíritus del 4º y 5º nivel nos tenemos una autoestima tremenda, porque sabemos que servimos, sabemos que somos útiles.

Interlocutor: ¿No hay es ello aunque sea una pizca de ego?

Domanisel: No, para nada. Aquí no interviene el ego. Tenemos autoestima en el sentido de que podemos brindar. Yo, a mi parte encarnada, le tengo una estima muy grande. Pero las dos vidas que he relatado en sesiones anteriores tenían muchas más cosas. Entonces, hubo una involución en cuanto a clarificación de emoción.

Las emociones en mi parte encarnada −me refiero a esta encarnación− son menos claras y menos valientes que las que tuvo en vidas anteriores.

¡Cuidado! Porque mi parte encarnada puede decirme ¿qué me estás diciendo? ¡Si en una vida anterior renuncié y en otra vida anterior también renuncié!. ¿Dónde está la valentía en esas vidas?

La valentía pasa por otro lado. Mi 10 % encarnado no tiene idea de lo que es la valentía, de lo que es el coraje. Por eso digo ¡qué de conceptos distintos hay sobre lo que se llama valentía! Uno de ellos la identifica como "haberse jugado".

Valentía es renuncia. El hecho de que en vidas anteriores haya renunciado en Samaria, a una entidad tan excelsa como el Maestro Jesús, y haberme quedado en una mediocridad a la que yo aceptaba y trataba de sacar adelante. Nunca hay una muestra de valentía tan grande. Es muestra de valentía que impidió que me desestabilizara de plano.

Lo mismo pasó en la India. En ese momento, porque ahora lo estoy viendo desde mi plano espiritual, no desde la personificación de la vida, porque en la personificación de la vida Li podría decir: "En realidad fui cobarde por mi familia, porque eran todos de formación brahmánica, y yo de repente renunciar a mi formación brahmánica para ir a esa nueva formación que era budista".

En realidad, fue una valentía tremenda esa renuncia, el no comprometerlos a ellos, porque hubiera interrumpido una campaña tan grande, tan grande, nada menos que de los precursores del budismo.

Interlocutor: Comprendo.

Domanisel: Lo conocí personalmente a Siddharta. Era un ser tan amable, tan lúcido. He conversado con él por lo menos en tres oportunidades, sentado alrededor del fuego, y le he planteado preguntas cuya respuesta en ese momento quería saber.

Interlocutor: ¿Por ejemplo?

Domanisel: Por ejemplo qué significaba el "Samsára" del que ellos hablaban. Y Siddharta me dijo: "Hermana, Samsára es todo lo que tienes".

− ¡Pero todo lo que tengo es lo que me da vida! −le digo.

− ¡No, porque lo que tu tienes es justamente lo que no te da vida! −me responde.

¿Se entiende el concepto de lo que me quiso decir Siddharta?

Interlocutor: Tengo una somera idea, pero por favor acláralo mejor.

Domanisel: Todo lo que yo tenía, es decir, la familia, las amistades, la ropa, el gozar del agua en el arroyo en pleno junio, con 35º de temperatura, el gozar del frío en pleno enero, abrigada con pieles, esto es el samsára, esto es el lastre.

Interlocutor: ¿El samsára entonces es el apego?

Domanisel: Correcto, el samsára es el apego. Entonces le pregunto a Siddharta: ¿Y qué otras cosas importantes hay?

− ¿Qué ves alrededor?

− Veo a toda la gente que está aquí, alrededor del fuego.

− ¿Y qué quisieras hacer con ellos?

− No sé, contarles cosas.

− ¿Y qué más? Mira a él, por ejemplo, ¿qué ves?

− Lo veo como que es una persona que sufre mucho, porque hace poco murió su hermano. Se llamaba Nasdo.

− ¿Y qué le dirías para consolarlo? −sigue insistiendo.

− Le diría que la vida es así.

− ¡No! Le tienes que decir para consolarlo que ese sufrimiento es un sufrimiento ficticio, porque en esta vida estamos de paso, somos pasajeros.

Interlocutor: Obvio.

Domanisel: En ese momento no lo entendí, porque yo lo cuestionaba mucho al Maestro. Le decía que sí, que era cierto que estábamos de paso, pero cuando tengo hambre me duele el estómago, cuando me pica un bicho en el brazo se me infecta y si tropiezo con una piedra el pie me va a doler y quizás sangrará, y aunque estemos de paso yo las cosas las siento.

− Pero con equilibrio, Li, siempre con equilibrio.

− ¿Y qué tendría que decirle, entonces?

− Le tendrías que decir, por ejemplo, que aquí no está su hermano, pero sí está en otro sitio.

−¿Entonces lo va a ver cuando él muera?

− Posiblemente sí, como posiblemente no, de acuerdo a qué lugar vaya, de acuerdo al comportamiento que tenga. Pero lo que hay que explicarle a Nasdo es que sus lágrimas no van a ayudar a que su hermano vuelva y no van a ayudar a su otro hermano que está esperando por él ni a su otro hermano y a su amigo y a su amigo y al otro amigo.

−¿Pero qué quieres decir?

− Quiero decir, Li, que el samsára no te permite pensar en el otro, que es lo más importante de todo. Reitero: el otro es lo más importante de todo. Cuando comprendas eso, vas a despertar y darte cuenta cuál es el verdadero camino, es decir, el camino del desapego. Esta vida es sufrimiento.

− ¿Y por qué tengo que aceptar el sufrimiento?

− No tienes que aceptar el sufrimiento. Lo que sucede es que a veces mis palabras se malinterpretan. Yo digo que esta vida es sufrimiento y que la única forma de evitarlo es haciéndolo a un lado, pensando que hay alguien más importante que tu persona, aquel que tengas frente a tus ojos. Y cuando veas el sufrimiento del otro, tu sufrimiento no te va a importar. Lamentablemente, con el correr de los siglos muchas palabras mías, muchos sutras míos van a ser manipulados, porque siempre sucede así.

Interlocutor: Está muy claro lo que quiso decir Siddharta.

Domanisel: Esas palabras me quedaron grabadas a fuego hasta el día de hoy, y tengo un amor impersonal tan grande, tan grande por ese Maestro de Luz, a quien conocí estando encarnado, que no se puede expresar con palabras.

Interlocutor: Obviamente Siddharta está contigo en el 5º plano de Luz...

Domanisel: Sí, pero no nos tratamos porque yo tengo mi círculo de vibración que es distinto al de Siddharta. Pero eso no significa que no pueda estar con él en cualquier momento, pues me basta intencionarlo, y en este momento percibo con toda claridad que él está leyendo mi mente.

Interlocutor: Obviamente porque tú estás abierto a que la lea.

Domanisel: Por supuesto.

Interlocutor: Ya que ésta es una sesión de Psicoauditación, te pido que te fijes si hay algún incidente anterior al de "Coleta". Ya sabes que si hay algún incidente similar anterior, el incidente posterior no se descarga del todo porque queda "enganchado" y puede volver a restimularse.

Domanisel: Sí, hay otro.

Interlocutor: Por favor, retorna a él y relata el incidente tal como sucedió para que se borre la carga que tiene y quedes liberado de ella.

Domanisel: De acuerdo. Hace cerca de 20.000 años. Estoy percibiendo grandes ciudades que están edificadas con un material muy similar al cristal.

Interlocutor: ¿Estamos hablando de la Tierra o de otro planeta?

Domanisel: Estoy hablando de la Tierra, pero ese material fue traído por una civilización extraterrestre.

Interlocutor: ¿Te estás refiriendo acaso a la Atlántida?

Domanisel: Así es, pero en esa época se llamaba Bracantis. Esta civilización, en la que yo estaba encarnada como mujer, era muy avanzada y por eso no se comunicaba con otras razas del planeta porque sus integrantes estaban muy atrasados. Teníamos grandes telescopios.

Interlocutor: Perdón por interrumpirte, pero quisiera saber en qué lugar del planeta se encontraba esa civilización.

Domanisel: Bracantis estaba cerca de lo que hoy es la entrada del Mar Mediterráneo.

Interlocutor: ¿Había alguna civilización más conocida? Te lo pregunto para ubicarla mejor.

Domanisel: No, en esa época no.

Interlocutor: Está bien, adelante. ¿Qué sucedió allí?

Domanisel: Como ya dije, estaba encarnada como mujer. Me llamaba Lorelei.

Interlocutor: ¿Cuál era tu oficio o profesión?

Domanisel: Era física astrónoma. Estudiábamos los distintos soles. Teníamos un conocimiento tremendo.

Interlocutor: ¿Era más avanzada tecnológicamente que la civilización actual? Me refiero más bien como punto de referencia a Estados Unidos.

Domanisel: Yo no diría más avanzada sino distinta. Los conceptos eran diferentes. Había vehículos que no contaminaban el aire, se manejaban con energía solar, tanto terrestres como voladores.

Interlocutor: ¿Y naves espaciales?

Domanisel: No, no había naves espaciales.

Interlocutor: ¿No se trasladaban a otros mundos, entonces?

Domanisel: No, a otros mundos no.

Interlocutor: ¿Cuáles eran, en concreto, sus conocimientos?

Domanisel: Conocíamos todos los elementos. Teníamos microscopios electrónicos muy sofisticados, mucho más sofisticados que los actuales. Manejábamos con mucha solvencia la electrónica, manejábamos la electricidad.

Interlocutor: ¿Habían llegado a la computación?

Domanisel: Era otro sistema, porque almacenábamos en cristales. Tampoco teníamos lo que ahora ustedes llaman libros.

Interlocutor: ¿Y qué reemplazaba al libro?

Domanisel: Como dije, todo se almacenaba en cristales. Esos cristales tenían toda la información y hasta podíamos grabarla con voz parlante y luego la podíamos escuchar.

Interlocutor: No puedo menos que recordar que en muchas películas de ciencia ficción aparecen esos cristales parlantes e incluso con proyección de imágenes cuando el personaje lo insertaba en el lugar previsto.

Domanisel: Los cristales eran hexagonales, como una especie de espejos, y tenían siete botoneras para adelantar o retroceder o grabar, muy similares a los máquinas grabadoras actuales. Teníamos toda la historia grabada en esos cristales de la civilización de Bracantis, que en ese momento tenía alrededor de siete u ocho mil años de existencia.

Interlocutor: ¿Qué sucedió con esa civilización?

Domanisel: Estábamos en una zona completamente volcánica y no hubo manera de evitar su desaparición. La mayoría de los habitantes es como que tenían una doble creencia, la creencia científica y la creencia religiosa. Siempre la religión atrasa. Creían mucho en al karma, creían en los karmas planetarios, en los karmas individuales, en los karmas familiares, regionales.

Esa creencia estaba muy acendrada en todos y era prácticamente imposible erradicarla. Entonces todo lo justificaban a través del karma.

Interlocutor: Tú también tenías esa creencia.

Domanisel: No, yo me alejaba de ella precisamente porque estaba en contra. Estando encarnada yo separaba el karma de la fatalidad. Yo no creo en la fatalidad, yo creo en el libre albedrío. Estoy hablando obviamente como Lorelei. ¿Se entiende esto, no?

Interlocutor: Sí, por supuesto.

Domanisel: Bien, ellos creían en el fatalismo. Teníamos aparatos voladores y nos hubiéramos podido trasladar todos hasta tierra firme, hasta la parte continental donde no había riesgos de erupciones volcánicas, salvar lo que se pudiera.

Interlocutor: Descuento que tendrían algún tipo de aparato para detectar los temblores.

Domanisel: Sí, los teníamos. Eran aparatos muy similares a los sismógrafos actuales, pero más sofisticados porque no tenían un cuadrante con agujas, sino que directamente se plantaba el cristal en la tierra y se podía saber con exactitud cuando iba a hacer erupción un volcán o cuando iba a producirse un sismo porque el mismo cristal lo indicaba.

Interlocutor: Muy interesante. ¿Y qué te sucedió en esa encarnación?

Domanisel: Ese fatalismo que ellos tenían los impulsaba a decir que si alguien los había puesto allí, allí tendrían que morir. Por otro lado, como yo tenía una intuición tan, pero tan grande, sabía que también existíamos como espíritus y no veía el motivo lógico por el cual una raza entera se tenía que sacrificar desapareciendo si después el espíritu volvería a encarnar otra vez.

Interlocutor: Absolutamente obvio.

Domanisel: Es decir, una muerte general de treinta o cuarenta mil individuos no le veía el sentido. ¿Por qué se iban a inmolar en masa, si el espíritu no muere? Yo les cuestionaba eso del karma fatalista, ya que si estamos aquí por algo será. Estamos aquí porque el Supremo nos puso aquí.

Interlocutor: En definitiva tú considerabas una tontería esa interpretación extrema del karma.

Domanisel: ¡Por supuesto!

Interlocutor: Concretamente, y para ir directo al incidente y borrarle la carga, ¿qué te sucedió en esa encarnación que es tan doloroso?

Domanisel: Mi dolor era que mi pareja creía en ese karma fatalista. Era una persona imposible de cambiar. Al contrario, era uno de los más fanáticos. Promulgaba el movimiento de inmolación de raza, del quedarse porque estaba la valentía de espíritu, y ellos adoraban al Supremo y la ofrenda máxima era la vida.

Interlocutor: ¿Cómo se llamaba tu pareja en esa encarnación?

Domanisel: Nokodar.

Interlocutor: ¿Qué edad tenían ambos?

Domanisel: Yo tenía cerca de 32 ó 33 años y él 46 más o menos.

Interlocutor: ¿Estaban casados o simplemente en pareja?

Domanisel: Éramos pareja desde hacía por lo menos diez años.

Interlocutor: ¿Y qué sucedió?

Domanisel: Él se quedó y yo no me quise quedar. Lo considero una tontería. Estaba amando a una persona que era completamente caprichosa.

Interlocutor: ¿La separación te produjo algún dolor emocional severo o la tomaste con filosofía, para decirlo de alguna manera?

Domanisel: Me produjo un tremendo desamparo.

Interlocutor: ¿Puedes transmitirme lo que estás sintiendo en este momento al revivir la escena?

Domanisel: Siento una gran soledad, una gran incompatibilidad, pero fue mi elección.

Interlocutor: ¿Qué dijo él al ver tu decisión?

Domanisel: Dijo que lo traicioné, y yo le respondí con toda mis fuerzas que no era así, que era él el que se traicionaba solo. Yo le decía a Kodar −lo llamaba sacándole la primera sílaba− que eso era una tontería y que como espíritu iba a retroceder de nivel.

Yo sabía que Nokodar era un espíritu muy elevado porque había hecho grandes descubrimientos, y los grandes descubrimientos solamente los hacen los espíritus más elevados.

Nokodar fue uno de los que había mejorado los cristales, los había perfeccionado a un grado sumo.

Interlocutor: ¿Habían tenido hijos?

Domanisel: No, hijos no había. En este caso fue decisión de ambos, porque queríamos dedicar toda nuestra atención a la investigación de él, pues Nokodar era uno de los científicos moduladores más relevantes de esa época. Era un tremendo innovador.

Interlocutor: ¿Dijiste "modulador"? ¿Habría algún sinónimo en nuestro lenguaje para que podamos entender de qué se trata?

Domanisel: La palabra más aproximada sería "programador".

Interlocutor: Está claro.

Domanisel: Nokodar era el más grande modulador de cristales de Bracantis, muy lejos de los demás. Y a su vez yo era una de las más importantes física astrónoma, porque he descubierto infinidad de constelaciones, sabía las diversas distancias a que se encontraban los astros más cércanos.

Interlocutor: ¿Y qué sucedió en definitiva con él?

Domanisel: Cuando vinieron los primeros temblores yo ya los había detectado porque había aprendido a manejar los cristales. Faltaban dos días para que la isla fuera a desaparecer, y ni siquiera los cristales iban a subsistir porque estaban hechos de tal manera que con la salinidad del agua iban a disolverse. No iba a quedar ningún vestigio de esa civilización, absolutamente nada.

Era algo verdaderamente tonto quedarse en la isla a merced de los temblores volcánicos porque equivalía a un suicidio en masa.

Interlocutor: Concretamente, ¿qué hiciste tú?

Domanisel: Tomé una de las máquinas voladoras y me fui al continente.

Interlocutor: ¿Tu pareja te dijo algo al verte partir irremisiblemente?

Domanisel: Sí, y lo recuerdo con toda claridad. Me dijo: "No puedes hacerme esto". ¡Hacer-me!

Interlocutor: Entiendo lo que quieres decir. No dijo "hacer-te" sino "hacer-me".

Domanisel: ¡Claro, estaba pensando exclusivamente en él! Estaba retrocediendo, estaba bajando de nivel.

Interlocutor: ¿Cómo estabas al dejarlo? Lo pregunto porque si bien por un lado había una separación por el otro lado te salvabas.

Domanisel: En ese momento no pensaba en mi salvación sino en que él moriría. Estaba completamente acongojada. Además, sentía una tremenda soledad porque no iba a poder volver a comunicarme con alguien de mi raza porque los que había en el continente estaban en un estado prácticamente de salvajismo.

Interlocutor: ¿Te dirigiste a lo que hoy es África?

Domanisel: No, fui hacía lo que actualmente es Portugal.

Interlocutor: ¿Cómo te enteraste de que Nokodar murió?

Domanisel: ¡No quedó nada, absolutamente nada!

Interlocutor: ¿Es decir, en definitiva, que esa civilización llamada Bracantis, y que hoy se la llama Atlántida, desapareció de la faz de la Tierra, como se dice vulgarmente?

Domanisel: Así es, no quedó de la isla ningún vestigio de su existencia.

Interlocutor: ¿Y dónde te quedaste definitivamente?

Domanisel: Me quedé en esa zona de Portugal.

Interlocutor: ¿Y qué había allí?

Domanisel: Nada, salvo pequeños bosques, frutos.

Interlocutor: ¿Había algunas otras personas?

Domanisel: No, había algo así como antropoides.

Interlocutor: ¿Te quedaste sola con antropoides?

Domanisel: Sí, así es. De todas maneras no sobreviví mucho porque no traje nada de la isla, me contaminé con un virus y no llegué a durar un año después que huí de la catástrofe.

Interlocutor: ¿Cuándo te referís a antropoides estás hablando de monos como los que tenemos ahora o de seres humanos muy primitivos?

Domanisel: No, no eran animales, pero casi. Eran seres humanos del tipo que ahora ustedes llaman Neandertal.

Interlocutor: Ahora entiendo. ¡Vaya qué situación! ¿Nunca trataste de comunicarte con ellos de alguna manera?

Domanisel: No había forma. Se qué en otros lugares hacían inscripciones de tipo litográfica, pero no, nunca lo intenté porque si me veían hasta podían intentar atacarme. Me mantuve siempre aislada.

Interlocutor: De todo los incidentes que me relataste, ¿cuál fue el que te provocó mayor ansiedad, mayor angustia?

Domanisel: Lo peor de todo fue saber que mi pareja creía que yo lo abandonaba. Yo no lo dejaba. Yo directamente quería que viniera, que se salvara conmigo. Porque el abandonar no pasa por quien deja tal o cual lugar, sino por quien sigue al otro o no lo sigue. Esto también es un abandono.

Si yo de pronto estoy en un hábitat con una relación y cambio de hábitat porque me parece que ese otro es más confortable y la otra relación no me sigue, ¿quién está abandonando a quién?

Vamos a razonarlo. Ellos creían en el karma trágico, fatalista, y yo lo viví en una vida posterior. En la India también aprendí un karma fatalista, porque la civilización brahmánica cree en un karma fatalista.

O sea, cuando yo me encontré con esa gente tan hermosa, donde estaba ese amor que dejé, ellos estaban mucho más avanzados en cuanto al criterio de lo que es el karma.

Incluso creo que hoy, en este siglo XXI, aquellos que creen en el karma −me refiero obviamente a los que razonan− lo hacen a partir de Siddharta, no a partir de los brahmanes.

El karma de los brahmanes justifica violaciones, asesinatos, guerras masivas, justifica todo. En cambio el karma budista no. El karma budista es un karma de amor, son lecciones a aprender. En el otro, en cambio, son culpas a pagar a nivel fatalista y se tienen que cumplir a rajatabla.

Entonces, fíjate cómo se conectan esas dos encarnaciones que tienen tanto miles de años de diferencia.

Interlocutor: Esta bien, pero no hablaste nada de tu familia ni de la familia de él. ¿Estaban acaso solos, aislados?

Domanisel: No, teníamos un grupo de estudio muy importante. Nos reuníamos el atrio de trabajo.

Interlocutor: ¿Atrio de trabajo?

Domanisel: Sí, es lo que ahora se denomina "universidad". Era un atrio de trabajo tan importante que tenía varias plantas. Si alguien de esa época vendría a esta época ¡vería tan rudimentarios a los edificios! A diferencia de ahora, eran edificios transparentes.

Si nosotros queríamos tener intimidad pulsábamos un botón del cristal y automáticamente la pared se opacaba con un color azul índigo, un azul añil.

Bueno, hasta aquí llego porque el receptáculo está muy agotado y le cuesta mucho traducir mis conceptos y corremos el riesgo de que se tergiversen. Me retiro con un fuerte abrazo.

Interlocutor: Está bien, en la próxima sesión seguiremos con la Psicoauditación. Te saludo y te agradezco porque nos has dado explicaciones de inmenso valor.


Se habló sobre la Atlántida en varias de estas sesiones