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¿Cómo pensamos?
Grupo Elron

 

Por Daniel José

Es importante diferenciar entre la comprensión de algo, y la abstracción que representa el lenguaje, que no es más que un pálido resumen de esa comprensión. Así mismo el ser conscientes y estar analíticos no requiere de especial gasto energético, al contrario que el desorden y palabrería mental consecuencia del propio ego. Sin duda se puede mejorar mucho en ese sentido, lo que nos llevará a una claridad mental mayor.

 

El lenguaje natural de nuestra mente es el concepto. El lenguaje hablado, con palabras, es una simplificación, un resumen de nuestra conciencia conceptual.

 

El concepto es amplio, las palabras son limitadas; no pueden transmitir más que un pálido extracto de lo que alcanzamos a visualizar interiormente.

 

Solo pensamos cuando conceptuamos. El pensar con palabras siempre es a posteriori puesto que estas son consecuencia, una traducción de nuestra conciencia.

 

De hecho, el pensar con palabras, cuando no es para por ejemplo preparar algo que queremos decir, es un pensar torpe, puesto que se ve obstaculizado por su propia limitación. Es como tener ya armado un puzle, y en vez de ser conscientes del puzle compuesto, nos transmitiéramos a nosotros mismos las piezas sueltas.

 

La verborrea mental es algo muy extendido y limita la conciencia del individuo impidiéndole ver muchos detalles que están plenamente a su alcance. Por ejemplo manteniendo la mente ocupada mientas hacemos otras cosas, y por tanto generando inseguridad de si se ha hecho bien la tarea.

 

Asimismo esto genera un desgaste de energía innecesario. Mucha gente acaba el día agotada mentalmente y, en muchos casos, es más por su propia falta de orden mental que por el trabajo en sí. Es por tanto algo importante para trabajar y mejorar.

 

Si cogemos de ejemplo una tarea que necesite de una capacidad conceptual lo más clara posible, quedará más claro hasta qué punto puede ser innecesario y contraproducente pensar con palabras. Jugar bien al ajedrez requiere de un proceso deductivo, donde si bien el conocimiento forma buena parte de la fuerza del jugador, al estar delante del tablero el pensamiento tiene que ser óptimo para poder jugar con toda nuestra capacidad posible. Si necesitáramos pasar a palabras cada deducción que hiciéramos, perderíamos mucho tiempo y se diluirían muchos detalles importantes. Así mismo sería más difícil conjuntar esas palabras con la siguiente deducción.

Por tanto tenemos que un fuerte jugador de ajedrez tendrá su mente libre de interferencias y se manejará conceptualmente, intuitivamente.

 

Si esto es lo que funciona bien para el ajedrez, ¿no será lo mismo para el resto de tareas? Sin duda en general es así.

 

Dejo para otro artículo o para la investigación del lector la que sería la principal causa de este parloteo mental: el ego y todas las inseguridades y necesidades que nos crea.