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Conflicto

Grupo Elron

De Daniel José 
 
con la colaboración de (no implica su aprobación del texto): Steel_JCD, Allowed, Hernán Toro y Jorge Olguín 

Un conflicto siempre se delimita al propio ser. El ser A observa que aquello que recibe no es acorde con lo que considera correcto (dentro de su capacidad actual para evaluar lo que considera correcto). La externalización que haga, resultado de las decisiones que tome frente al conflicto, dependen de sus consideraciones sobre la afectación generada por el hecho que considera equivocado, puesto que si no observase afectación su posible acción en principio sería de carácter neutro.

Un primer parámetro que afectará a la decisión tomada será la evaluación de los hechos. Aquí hay que concretar que la evaluación de la acción del ser A por parte de un sujeto B no va a ser correcta sin contener completamente el concepto y la circunstancia del primero, cosa obviamente imposible. Por tanto cualquier evaluación que haga el ser B dependerá de su propio concepto y circunstancia. De aquí la imposibilidad de un juicio justo de nada que sea externo a nosotros mismos, restricción que habríamos de tener en cuenta.

A su vez, dicha imposibilidad de un juicio justo debería ser tenida en cuenta por el sujeto A en el momento de decidir su acción.

Por lo tanto la consideración de conflicto y su intensidad es exclusiva de uno mismo, en todo caso. ¡Cuántas veces hemos hecho algo porque creíamos que un hecho ajeno era por una motivación, y en realidad no era así!

Discutiendo ahora la acción a tomar, podemos distinguirla dependiendo de su origen: de la voluntad condicionada o de la voluntad no condicionada. Es cierto que siempre existe un condicionamiento, el generado por el propio concepto como marco que necesariamente nos delimitará, el cual sin embargo es distinguible del condicionamiento reactivo o engrámico, en cuanto a que el primero no implica disminución del libre albedrío, y por tanto genera una respuesta óptima en cuanto a nuestra capacidad.

Ejemplos de condicionamientos serían: gritarle a una mujer porque las mujeres son débiles; la única solución para los terroristas es matarlos a todos; si tengo un problema en casa me voy porque el problema se va a arreglar solo o es imposible arreglarlo; tengo que hablar rápido para que sepan que soy muy listo; etc.

Entonces el condicionamiento es la evaluación por lo que uno cree que es, sin evaluar u observar racionalmente lo que es en realidad. Por tanto nos aleja de una respuesta óptima, dentro de nuestras posibilidades.

Además del juicio y del condicionamiento, existe una tercera variable: la motivación. Aquí distinguimos entre motivación acorde con nuestra esencia última, o servicio, y motivación no acorde con dicha esencia, o ego. Evidentemente aquí hace falta definir “esencia última”.

Consideremos situaciones que evaluemos como “malas” o “negativas” o “menos que lo óptimo”, seguido de su solución para poder conocernos. De ese conocimiento intentaremos derivar nuestra esencia.

“Tengo hambre, estoy mal”. Solución: “Como y estoy bien”. Esencia: estaba mal al necesitar, estoy bien al no necesitar.

“Me duele, estoy mal”. Solución: “Una vez curado estoy bien”. Esencia: Estaba mal al tener dolor, estoy bien al no tener dolor.

“Estoy aburrido, quiero hacer algo distraído”. Solución: “He encontrado algo que me atrae, ya no tengo la necesidad”. Esencia: Estaba mal al necesitar, estoy bien al no necesitar.

En cambio “Estoy mal, esa persona me molesta”; Solución “Le he pegado y ya no me molesta” no es una solución óptima, porque el antagonismo sigue presente y en el futuro puede repetirse. Alguien diría “en el futuro también volveré a tener hambre, y por tanto comer no es la solución óptima”. La diferencia entre los dos casos es que el comer no fomenta la falta posterior de comida, en cambio el pegar a quien te molesta sí que fomenta la continuidad de las molestias.

Entonces “Estoy mal, esa persona me molesta”; Solución “Le he convencido que estaba equivocado” o “Le he advertido que su posición era incorrecta” o “Lo he dejado por imposible y me he ido”, como mínimo no fomentan la continuidad del mal, aunque quizás no lo eviten. Aquí cabe la posibilidad de tener que defenderse, porque en definitiva se trata de evitar un mal mayor. Esencia: alcanzamos la paz al no existir en nosotros la conciencia de ser o poder ser agredidos.

¿Qué tienen en común las esencias deseables de estos ejemplos? La innecesidad. En todos los ejemplos citados, la necesidad, el mal, lo negativo, eran la causa de la existencia de algo que al obtener la respuesta adecuada tendía a desaparecer. Dicho de otra forma, la pregunta al obtener respuesta desaparece. La pregunta junto con la respuesta lleva a la innecesidad, a la inexistencia, a la nada. ¿Por qué a la nada? Porque incluso cuando se hace algo que no se cree necesario, que no está motivado por ninguna necesidad, se está haciendo por un nivel mínimo de necesidad.

En los problemas más complejos, sin duda será mucho más difícil llegar a conclusiones como la de los ejemplos. Una opción sería el buscar objetivos parciales dentro de un objetivo global deseable, quizás sería necesaria la delegación, quizás no sería razonable buscar una solución completa, etc. En cualquier caso, considero que la guía ofrecida mantiene su validez.

Volviendo a la motivación como parámetro evaluativo de la acción, la acorde con nuestra esencia o servicio sería la que lleva a la desaparición de la necesidad, y la no acorde con nuestra esencia o ego la que nos llevaría a mantener e incluso incrementar la necesidad.

Existen otras definiciones más amplias de la palabra ego, que incluyen nuestra misma existencia separada de los demás y cualquier evaluación y acción posible como parte del ego. En este texto no se usa esta definición, si no la del párrafo anterior.

¿Significa eso que la falta total de ego lleva a la inacción? Sí, si solo se tiene en cuenta ese parámetro ¿Dónde quedaría, entonces, la misericordia? Aquí retomamos el concepto de servicio. ¿Qué es el servicio y qué lo justifica? El servicio es la distribución empática de armonía, el ofrecimiento de lo que se considera correcto, el intento en pos del acuerdo, el cubrir una necesidad... En resumen, el intento de disminución del peso del ego (manteniéndonos en la definición anterior).

¿Es el servicio, entonces, la única respuesta válida a un conflicto? Sí, en cuanto a que disminuye la cantidad de conflicto posible en el futuro.

Nótese que aquí se separa la causa de la acción que decidimos tomar, que puede ser ego o servicio, de su consecuencia en los demás. Es decir, la voluntad con la que actúa el ser no permite deducir la evaluación que harán los seres afectados, los cuales pueden interpretar libremente. Una vez más vemos la exclusividad de cada ser, que tanto para la evaluación como para la acción depende completamente de sí mismo. Es consecuencia de la separación real, separación provocada por el hecho mismo de la existencia individual. El solo hecho de estar definidos, de estar contenidos en un concepto, crea la separación.

En todos los casos es necesario el amor propio, puesto que quien no se ama a sí mismo, no puede amar a los demás; quien no se ayuda a sí mismo, no puede ayudar correctamente a los demás. Merecemos ser respetados y tratados bien por nuestros congéneres. El amor propio es servicio, orientado a nosotros mismos. Somos nuestra herramienta, y debemos intentar estar en las mejores condiciones.

Resumiendo, lo óptimo sería la evaluación y la acción no condicionadas, dentro de un marco de servicio tendente a disminuir la necesidad, sabiendo que no conocemos completamente al otro.

En ello se incluyen las acciones individuales y las interacciones de cualquier duración, que vistas en conjunto son nuevos datos para el futuro.

La previsión del alcance de las repercusiones de una acción puede hacernos valorar como no asumibles las consecuencias de la misma, pese a considerar que puedan ser las más correctas. Es algo natural; el autoconocimiento y la evolución tenderá a disminuir la distancia que se de entre nuestras consideraciones y nuestras acciones.

Por supuesto no se pretende que estos conceptos sean inmutables ni exactos, sino más bien dar una guía que se considera que lleva a progresos.

Intentando tener la mente abierta, la experiencia nos redefine continuamente y nos lleva a evolucionar, más aun si evaluamos conscientemente los resultados de nuestras vivencias.


Palabras justas... Quisiera agregar a las mismas una frase que dije cuando alguien me preguntó años atrás como debería ejercer esa desidentificación que yo le proponía para erradicar los roles nefastos del ego:
-Haz como si tú fueras un espectador que estuvieras mirando una película... no formes parte de la misma.
-Sé más claro, por favor- me dijo.
Le respondí: -Si tienes un conflicto, haz de cuenta que tú no eres ninguna de las partes y opina al respecto de manera impersonal, sin invalidar a ninguno. Observa "desde afuera".
Inquirió: -¿Y cómo sé si soy yo el que en verdad tiene razón? ¿Y si mi ego me ciega y no me deja ver la verdad?
-Puede pasar, no somos infalibles... pero te doy una fórmula que suele funcionar: Ponte en el lugar del otro... ve desde sus ojos, siente desde su consciencia... percibe desde su alma.
-Es muy difícil "salir de nosotros" y ver desde el otro... y más en medio de un conflicto.
-¿Difícil? Yo diría casi imposible... pero allí debe entrar en juego el Amor impersonal, donde el NOSOTROS es más importante que el YO...
-Pero... ¿Y si de verdad mi antagonista está equivocado?
-Entonces trata de mostrarle su error de una manera dulce... si así y todo no ceja en su criterio, trata de terminar el debate amablemente.
-Tú no ignoras que en toda discusión siempre tratamos de invalidar el argumento de nuestro interlocutor...
- Ese es el gran error, pues así nos trasformamos en arrogantes, queriendo ser los dueños de la verdad... porque si todos invalidáramos a quien alguna vez se equivoca, no habría persona en el planeta con validación... ¡Jajajá!

Entonces, volviendo al comienzo: Tú comentas que cualquier evaluación que hagamos dependerá de nuestro propio concepto y circunstancia... y es así... salvo que nos desidentifiquemos y veamos el conflicto de manera impersonal...
No es obligatorio ponerse de acuerdo... pero si uno muestra una imagen conciliadora puede obrar el milagro de que contagie al otro y aunque no acuerden, tampoco se invalidarán... ¡pues se tendrán en cuenta! ¡Y eso es lo valioso!
Todo mi Amor impersonal: prof. Jorge Olguín.