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Miedos |
Charla de Jorge Olguín 4/4/2012 El miedo, el temor, existen por el hecho de estar encarnados y puede afectarnos, así como las energías negativas. Las dos cosas que protegen al ser humano de las malas vibraciones son el amor y la euforia. Pero la euforia tiene que ser medida, con equilibrio.
En el plano físico, el miedo es una herramienta que hace a la persona vulnerable. Los psicólogos -y hasta los psicólogos sociales- tienen un speach aprendido de memoria donde argumentan que el miedo no existe porque el miedo no es objetivo sino subjetivo, esto es, miedo a algo que va a pasar. Pero como ese algo todavía no pasó el miedo no tiene ningún sustento.
Yo digo que los psicólogos freudianos y los psicólogos sociales lo aprenden de memoria porque aunque el hecho no pase, si yo de repente estoy por dar un examen o voy hacer un viaje a un lugar que no conozco o voy a sufrir una pequeña operación, obviamente que puedo tener cierto miedo aunque el hecho todavía no haya ocurrido. Para los psicólogos el miedo no tiene sustento porque como el hecho no pasó, ¿de qué vamos a tener miedo? Pero no es así. En la vida cotidiana tenemos temor de cosas futuras que nos puedan ocurrir.
¿El pensamiento tiene poder? Yo digo que "la palabra no tiene poder", porque el ejemplo que siempre doy es que si yo tomo un pedazo de cabello, lo pongo a medio metro de mí y le digo "muévete" -haciendo un gesto de magia- el cabello no se va a mover. Entonces, si la palabra no tiene poder ni siquiera para mover un cabello, ¿cómo tiene poder para ofender, para lastimar, etc.? Pues la respuesta es porque el otro es quien nos da el poder, la susceptibilidad del otro, el ego del otro, los prejuicios del otro, etc.
Pero el pensamiento, ¿tampoco tiene poder? El pensamiento es energía, primero porque en nuestro plano físico -dejemos ahora de lado la parte espiritual- el pensamiento es generado por nuestras neuronas que, a través de transmisiones eléctricas, generan los conceptos. Hay una energía que se mueve. Tenemos cierta capacidad. Si no fuera así no existiría ni la buena ni la mala vibración, lo que el común dominador de la gente llama la "mala onda" o la "buena onda".
He visto casos donde una señora trabajando en una oficina -y eso lo he contado- le adelantaban las vacaciones para que, apenas comenzado el verano pudiera disfrutarlas, por lo menos tenía veinte días de vacaciones. Lo comentó con otra compañera en la oficina, esta compañera desparramó la noticia y a las 48 horas viene el supervisor y dice "no, no, hasta tal mes no sale nadie" -por una directiva, una circular que hubo en la empresa-, y la persona recién se tomó vacaciones terminado el verano. Como si ese pensamiento negativo de la otra persona por envidia de que esta se tomara las vacaciones temprano le hubiera pinchado, le hubiera cortado. ¿Eso existe? Sí, está comprobado que sí. Muchas personas comentan un proyecto a otras personas que no son confiables o que verdaderamente no se alegran de que a uno le vaya bien y a veces esos proyectos se pinchan, se cortan, se traban, se obstaculizan. Y hablo solamente del pensamiento.
Hay situaciones donde se comenta que, con determinados rituales, pueden llegar a potenciar ese pensamiento negativo, que sería lo que la gente, el común denominador, llama "daños". ¿Existen las influencias negativas? Sí existen, las influencias negativas existen, no al punto de cambiar la voluntad de la persona -porque, como yo digo siempre, como existe el libre albedrío y nadie tiene poder de cambiar la voluntad del otro- pero sí pueden pinchar un proyecto, que un trabajo no salga, que un examen fracase, que una muestra no sea tenida en cuenta, y así sucesivamente.
Entonces, ¿está bien tener temor? Yo siempre digo que no, no está bien porque si no seríamos esclavos de ese temor, viviríamos sumergidos en el miedo, viviríamos pendientes de errores y fracasos y la vida sería un infierno. Las dos cosas que protegen al ser humano de las malas vibraciones son el amor y la euforia pero, como yo digo siempre -en el plano físico, en este mundo material, en este mundo terrenal- la euforia es más fuerte que el Amor, para protección.
Algunos que me escuchan dirán: -¡Oh! Pero qué dice el profesor. Si el Amor es el sentimiento más fuerte porque es un sentimiento que viene de Eón. Sí, no lo niego, es así, es verdad. No hay un sentimiento tan elevado ni tan luminoso como el Amor pero como nosotros somos seres humanos que tenemos necesidades, a veces los proyectos o los goces nos provocan un estado de excitación que moviliza nuestras propias endorfinas creando un estado de euforia. Ese estado de euforia blinda nuestro aura; es como que nos da un campo de energía tan grande, tan grande, esa euforia, que hace rebotar cualquier "mala onda". Entonces, no digo que sea más importante que el Amor pero nosotros somos seres encarnados y verdaderamente la euforia es más fuerte -no más importante-, más fuerte para eso, para protección.
Si la persona tiene que rendir un examen o presentar una muestra o dar una prueba de trabajo y está eufórica porque conoció a alguien o porque el fin de semana tiene una salida muy importante, aun habiendo estudiado menos o aun no habiendo practicado esa tarea que tiene que revisar como prueba, si está con euforia la va a hacer mejor la prueba, va a dar mejor el examen. Con esto no estoy avalando que estudien menos o que practiquen menos, pero estoy diciendo que la euforia es buena consejera. Obviamente que la euforia aleja los temores, no puede haber cabida al temor mientras haya euforia. La euforia es de aquella persona que se lleva el mundo por delante. ¡Cuidado! Tiene que haber euforia con equilibrio: un corredor de Fórmula 1 con euforia y que no presta atención a su manejo se va a estrellar contra un guardarraíl o contra las gomas contenedoras o puede provocar un accidente mayor contra otros coches. O sea, la euforia blinda contra la mala vibración, aleja los miedos pero si nos alejamos del equilibrio que yo tanto pregono nos estrellamos contra la pared. Aparte, vivimos dentro de la realidad; no significa que con la euforia lo logremos todo. Si yo compito en un juego contra alguien que es superior a mí, por más euforia que tenga voy a perder, porque verdaderamente no sería rival para él, en el juego que fuere.
Los miedos condicionan. Los miedos, muchas veces, logran que la persona no se presente a una reunión donde quizá lo tomaban, donde postergue ese examen para fin de año -"por qué lo voy a dar si no estoy preparado"-, que rechace el que le presenten a esa persona de su vida -"¡qué se va a fijar en mí...!"-. El miedo condiciona muchísimo. Y el ego, al que le encanta ese rol de víctima, se favorece con esos miedos internos nuestros, se favorece enormemente.
Bueno, eso ya lo sabíamos. Ahora vamos a lo que verdaderamente importa: ¿Cómo los vencemos? ¿Cómo los extirpamos a esos miedos? Mi respuesta no va a ser tan agradable: Los miedos no se pueden extirpar. Si yo tengo temor a volar el temor lo voy a seguir teniendo, si yo tengo temor a conocer a alguien del sexo opuesto porque soy tímido, eso lo voy a seguir teniendo. No hay una terapia que venza mis miedos, anulándolos, porque el tema está mal encarado. Se trata, justamente, de enfrentarlos a los miedos, no de vencerlos. De chico aprendí que valiente no es el que no tiene miedo; valiente es el que tiene miedo y, sin embargo, afronta un hecho. Si yo no tengo miedo es porque soy ignorante de lo que me va pasar o porque verdaderamente mi decodificador, mi cerebro, no funciona correctamente. Si tengo un conductor que no es muy bueno a mi lado y vamos por una cornisa de montaña, o manejo yo o le digo "no te distraigas, no me mires, mira adelante", ¡claro que voy a tener miedo! Valiente voy a ser de que me siente al lado de él y que me baje el viaje. Ahora, no confundamos valiente con inconsciente. Si yo sé que la persona hace días que no duerme y estoy en la cornisa y sé que está pegando cabezadas ya no voy a ser valiente, voy a ser inconsciente si voy con esa persona.
Pero no me quiero desviar del tema. El miedo no se puede vencer porque está incorporado dentro nuestro, como están incorporados los roles del ego. Y no coincido con los psicólogos que dicen que el miedo no existe porque generalmente el miedo se presenta ante un hecho que va a ocurrir y como ese hecho no ocurrió, por lo tanto, no tiene razón de ser. Es un ejemplo demasiado infantil. Es como un viejo teorema que dice: "aunque yo camine más rápido no te puedo alcanzar porque si vamos a dos metros de distancia, mientras yo recorro los dos metros tú has recorrido uno con ochenta; mientras yo recorro los uno con ochenta has recorrido uno con sesenta y dos, y así sucesivamente". Según esa teoría nunca te podría alcanzar porque siempre que yo recorro una distancia hasta tu punto de origen siempre vas a recorrer una distancia, siempre. Pero con esa teoría matemática mal planteada ningún carro podría pasar al otro, ninguna persona podría superar a otra. O sea, que es una teoría mal planteada, como fue mal planteada psicológicamente la teoría del miedo, la teoría del temor: el temor no existe porque es un temor a un hecho futuro, y que como ese hecho futuro no ocurrió y no se sabe si va a ocurrir, el miedo no tiene razón de ser.
Si yo utilizo ese tipo de terapia nunca voy a revertir el miedo de la persona porque la persona me va a responder: "Diga lo que quiera pero para mí ese miedo está porque para mí no importa que ese hecho no ocurrió pero yo sé que va a ocurrir, yo sé que tengo que dar examen, yo sé que tengo que conocer a esa persona, yo sé que me van hacer la operación de garganta, yo sé que me van a sacar la muela, yo sé que voy a volar y yo le tengo miedo hasta a la montaña rusa, imagínese subir a un avión".
Entonces no se trata de eliminar el miedo, se trata de enfrentarlo, y para enfrentarlo tenemos que tener una preparación interna. Muchos le llaman preparación psicológica; yo no, yo le llamo preparación interna. Aprender a entender el porqué tememos a tal cosa.
¿Por qué le tememos al torno del dentista?: Porque nos causa dolor. -Bueno, perfecto, pero en este momento hay inyecciones para no sentir el dolor del torno o no sentir la extracción de la muela. -¡Ah! Perfecto, pero le tengo también temor al dolor del pinchazo. -Bueno, pero hay una pomada o una crema que te ponen en la encía para que tampoco sientas el pinchazo. -¡Ah! Pero tengo temor al hecho de estar en el consultorio; es un temor psicológico. Yo escucho solamente el ruido del torno "ziuuuuu" y ya se me hace la piel de gallina. -Bueno, ahí no hay pomada para el "ziuuu", salvo ponernos unos tapones en los oídos. -¡Ah! Pero estoy viendo el torno con mis ojos y también me da cosa. Me puedo poner tapones en los oídos, tapones en los ojos pero basta que alguien abra mi boca que ya sienta pánico.
Entonces, el tema no pasa por ahí, porque cerrar los ojos o ponerme tapones en los oídos es no querer enfrentar la realidad, y la realidad está, entonces el miedo va a seguir estando. Entonces el miedo, lo que voy a hacer es enfrentarlo, darme cuenta de que aun con ese miedo, mi voluntad, mi convencimiento de que yo estoy por encima de ese miedo, me va a permitir presentar un buen trabajo en el examen, me va a permitir hacerme esa pequeña operación, me va a permitir volar en avión, me va a permitir conocer a esa persona que me gusta. ¿Esto significa que todo lo voy hacer con éxito?: No necesariamente. Esa persona que me gusta puede no gustar de mí y fue una frustración. Voy a vencer mi miedo, voy a presentarme a la prueba del examen y me va salir, quizá, mal también. O el viaje en avión va a llegar a destino pero voy a sentirme mareado. Pero lo intenté, por lo menos lo intenté. Y si lo intento una vez, ¿por qué no lo voy a intentar por segunda vez o por tercera?, si al fin y al cabo no me fue tan mal, no era tan difícil el torno del dentista ni sacarme la muela o conocer a esa persona o presentar ese trabajo. Si ese trabajo no fue muy bueno, pues trataré de esmerarme. Al fin y al cabo yo puedo, yo sé que puedo, no tengo por qué tener miedo, no tengo porqué tener pánico ante tal cosa.
Es tan fácil... Porque yo tengo amigos míos que son absolutamente tímidos o timoratos a enfrentar tal cosa. Tampoco existe la varita mágica de tocar una persona y cambiarla, de volverla audaz -la audacia tampoco es falta de miedo, la audacia es enfrentar el miedo- pero es una persona arrojada. No se transforma a una persona timorata a audaz con dos o tres palabras; el cambio, el proceso, lo tiene que hacer la propia persona y, aparte, no es que de un día para el otro se logre. Eso es un trabajo interno.
Pero el miedo no es una cosa invencible, es algo que se puede enfrentar perfectamente. Y el miedo puede, encima, jugar en contra nuestra porque, como le pasa a muchos, nos hacemos la cabeza: "Seguramente que este trabajo que presento es malo, me van a bochar" o "seguro que la persona que voy a conocer, apenas me vea, se va a decepcionar de mí" o "seguro que ese trabajo que voy va haber 10 más calificados que yo". Pero, al hacer esto, ¿qué estoy haciendo?, me estoy auto anulando antes de que la otra persona lo haga y estoy manejando una energía negativa que atraigo para que las cosas me salgan mal. Y capaz que con la persona que voy a conocer me muestro de una manera tan cerrada que le causo una impresión negativa. O la persona va de insegura y ese trabajo que yo presento capaz que contaminé a la persona y la persona dice: -No, no me gustó. O en la tarea que me voy a presentar, el miedo me produce nervios y esos nervios no me dejan desempeñar bien y causo una mala impresión.
Entonces, yo no tengo que ayudar a los miedos. Si bien, todavía, no estoy en condición de enfrentarlos porque no me siento fuerte, tampoco les voy a dar de comer. Ese es el secreto. Quizá, de entrada, no estamos preparados a enfrentar los miedos pero tampoco los engordemos. No nos descalifiquemos antes de tiempo: -Esto no puedo, este trabajo no sé para qué lo presento porque no sirve, para qué me voy a poner en la línea si hay un montón de gente más cualificada, o esta persona no me va a dar ni cinco de importancia si me la presentan, etc.
No nos adelantemos a intentar leer el pensamiento del otro porque no existe la telepatía en el plano físico. Entonces, no nos apresuremos; pensemos en positivo. El pensar en positivo va hacer que vibremos de manera positiva. No vamos a dejar los miedos pero vamos a tener, seguramente, el coraje de enfrentarlos. Habrá cosas que el día de mañana -a las que les tuvimos miedo- las vamos hacer de manera natural y habrá cosas que les vamos a seguir teniendo miedo toda la vida pero cada vez las vamos a poder enfrentar con más fuerza, con más garra.
No a todo le perdemos el miedo por más que lo hagamos periódicamente. Cada ser humano, en lo suyo, sabe a qué le tiene temores. A veces no es temor, a veces es aprensión. Más mujeres que varones le tienen miedo a los pequeños roedores y yo puedo estar diez horas explicándole de vencer el miedo y aparece un roedor en el piso y se suben a la silla, a la mesa, se cuelgan de la lámpara del techo porque es un miedo irracional y el miedo irracional abreva de la mente reactiva y la mente reactiva, como ya lo dije varias veces, es impulsiva. O puede ser automática, pero la mente reactiva no es analítica, y como no es analítica no razona.
Entonces, ese miedo irracional -la palabra lo dice "no racional"- va hacer que actuemos así aunque sepamos que ese roedor por ahí no es una laucha, por ahí es un conejito de la india, un cerdito de guiña -que la mayoría de las personas capaz que ignoran que ni siquiera es carnívoro sino es herbívoro, porque se alimenta de hojas y ni siquiera tiene cola- y, sin embargo, le tienen temor, porque es un temor irracional.
Bueno, el temor irracional, seguramente, aunque parezca contradictorio, es fácil de vencer si la persona lo entiende. Un niño le tenía temor a los reptiles y, en mi presencia, en plaza Francia de Buenos Aires, le colgaron del cuello una pitón de ocho metros, una víbora pitón de ocho metros, obviamente bien comida, ¿no? Hay muchas personas, por miedo irracional a las películas que ve de serpientes, no es que no se la deje colgar del cuello, es que ni siquiera se le acerca. Si le tiene miedo hasta una cucaracha de dos centímetros, de una pulgada.
Los miedos racionales también son miedos pero son más tontos, porque uno le puede tener temor a un examen, a una nueva tarea, a conocer a una persona. Son temores 'racionales' pero en realidad tampoco son racionales porque, ¿por qué le tenemos temor a conocer a alguien o a un examen o a un viaje? Racional es entre comillas, porque de alguna manera es como que pensamos. El miedo irracional es instintivo -seguramente también es genético- porque, si nuestros ancestros, hace un millón de años, fueron comidos por un reptil gigantesco o por un mamífero gigantesco, capaz que nuestros genes, a pesar de que pasaron miles de años, todavía tenemos aprensión a tocar un león, aunque sea domesticado. Pero no hablemos de casos extremos de serpientes o de leones, hablemos de los miedos cotidianos que cada uno de nosotros tenemos. Esos los podemos enfrentar, tenemos que tener voluntad para vencerlos. Pero el primer paso es no dejar llenarnos la cabeza por esos miedos internos, porque si nosotros mismos nos auto anulamos, como dije antes, no solamente no los vamos a enfrentar nunca sino que los vamos hacer crecer y van a ser ellos los que nos van a anular a nosotros porque después no vamos a poder dar un paso fuera de casa porque ya vamos a tener miedo a todo.
Entonces pasa por nosotros mismos. Antes de enfrentarlos debemos debilitarlos y la única manera de debilitar nuestros miedos es no hacernos la cabeza con ellos, no crearnos fantasías negativas, eso es, no hacernos la cabeza. No invalidarnos, no pensar en negativo. A partir de ahí, esos miedos se van a ir debilitando y los podemos enfrentar. No somos todopoderosos que de una vamos a enfrentar nuestros terrores más ocultos, pues hay gente que le tiene miedo a la noche, hay gente que le tiene miedo a la obscuridad, hay gente que le tiene miedo al encierro, y no está mal, quiero decir, sí, está mal que los tengan; digo no está mal que sufran esos temores porque somos seres humanos. El tema es poderlos enfrentar, no estar en la obscuridad y estar pensando que hay algo que no conocemos y que quizá esté. No alimentemos nuestras tontas fantasías, al contrario; al no tener fantasías tontas, el miedo es como la llama sin oxígeno: tiende a extinguirse porque se alimenta del oxígeno. El miedo se alimenta de nuestras fantasías, negativas obviamente, y si queda algún resto de miedo, lo enfrentamos.
Yo sé que una cosa es decirlo y otra cosa es hacerlo pero, bueno, ¡ese es el comienzo!
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