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Psicoauditación Johnakan Ur-El

Grupo Elron

Sesión del 17/09/08 Juan de la Cruz.

Sesión del 17/03/10-J Obradín.


Sesión del 17/9/2008

Médium: Esperanza Ruiz

Entidad que se presentó: Johnakan Ur-El

 

Contó situaciones de su encarnación como Juan de la Cruz. Cómo era aquel tiempo donde todo el conocimiento estaba en manos del poder y cómo resultó apresado por causa de ser molesto.
No quedaron engramas después de comentar esta vida con el Maestro Jesús.

 

 

 

Johnakan Ur-El: Hola, soy Johnakan. ¿Cómo estás? Veo que ha habido varias cosas que han cambiado en tu interior, varias cosas para reflexionar. Siento que también vas haciendo camino y las cosas te van pesando.

 

Mi 10% está todavía un poco molesto. No acaba de estar bien del todo en cuanto que le supone ciertos retos cambiar algunas maneras de pensar, de formular ciertas hipótesis o maneras de ver las cosas. Y eso es cansado para todos. No sólo para ti o para mí.

 

Cuando yo hablo sobre mí mismo parece que fuera egoico o egocéntrico. Eso simplemente ocurre porque es una ilusión que pasa cuando cualquiera habla de sí mismo. ¡Como si uno no pudiera hablar de sí mismo! Es como si eso estuviera prohibido porque parecería que uno fuera así como egoico, ya que sólo se centraría en sí. Pero, ¿sabes? Lo importante es que a veces sí que hay que hablar de uno mismo, bien para auto-chequearse, para ver lo que le ocurre a uno, bien para poder expresar desde el centro de uno sus preocupaciones, sus pesares y este tipo de cosas. Tú esto lo sabes bien, como Orbelian, porque tu 90% muchas veces ha estado relatando en el papel de auditado las vivencias que le pesaban y a veces lo ha hecho a través de mi 10% encarnado. Me gustaría que ahora tú me dejaras que cambiemos los papeles y poder comentar ciertas cosas que me mantienen inquieto aquí en mi 5º plano.

 

Sí, aquí estoy. No quiero que pierdas la conexión conmigo y que puedas ser lo más fiel posible al relato. Sí, quiero relatar sobre San Juan de la Cruz para comentarte. No fue agradable… No es agradable de recordar. Muchas veces retomo esa idea. Me acuerdo de una estancia oscura con una especie de tragaluz a través del cual a veces caía un haz de luz. Una estancia cuadrangular de paredes frías, de suelo de piedra… Una estancia húmeda. Oscuridad y silencio. Y me acuerdo también del castigo, los castigos a modo de latigazos por haber hecho o dicho cosas que ciertamente no era lo que mis superiores querían que yo dijera.

 

Yo encarné en esa vida con el firme propósito de servir. Encarné también buscando a quien fue mi mentora, quien fue Santa Teresa de Ávila. Luego verdaderamente pudimos estar juntos, nos conocimos y hubo una relación completamente formal y amistosa siendo yo un fraile y ella era una religiosa, ambos de la Orden del Carmelo. No sé muy bien cómo empezar a contar por aquí. (Risueño). El Maestro Jesús dice que simplemente relate aquello que desee sin demasiado miramiento. Simplemente que deje fluir mi concepto sin poner ninguna traba. Lo que más me inquieta, la imagen que te mando tiene que ver con ese periodo de torturas y de castigos. Mmm. La Iglesia no estaba de acuerdo. Hubo un tiempo en que yo fui molesto. Yo no representaba a los poderes eclesiásticos clásicos, poderosos, de esa época sino que era alguien un poco rebelde que decía algunas cosas un poco extrañas. Yo no estaba a favor de la riqueza de la Iglesia, yo no estaba a favor de las grandes jerarquías. Yo era alguien que caminaba por los caminos y trataba de atender a las gentes, a los pobres, siempre tenía una palabra para todos. Yo no me creía que era alguien tocado por la mano de Dios, no más que todos los demás. Y tampoco creía que tenía que ser adorado o que me tuvieran que nombrar con un alto cargo eclesiástico como si fuera muy importante o algo así (riéndose). ¡Pero para la época en que yo estaba eso era así! Ellos lo buscaban. ¡Todos buscaban eso! ¿Crees que alguno de ellos creía realmente en Dios o que estaba buscando seguir los pasos del Maestro Jesús? Los menos, ¿eh?, porque principalmente en aquella época, aquellos que se decidían a dedicarse a esto, cuando eran de cierta posición simplemente lo hacían por dos motivos: 1) para obtener fama y 2) para obtener dinero. Fama, dinero, poder, diócesis, mandar, ser poderoso, poder dictar, poder decir: tú vas al infierno, tú vas al cielo… y este tipo de cosas. Pero ¿vocación auténtica?, no, no había tanto. Además que había mucha, mucha ignorancia. Yo mismo, como San Juan, era ignorante. No sabía todo lo que sé ahora. Mi 10% era un hombre de su época. ¡No tenía ni idea de un montón de cosas que, por ejemplo, ahora mi 10% sí sabe! Ten en cuanta que el conocimiento estaba aparcado para ciertos sectores de la población… ¡Para los más poderosos! Sí, es verdad que quizás en el sector de Iglesia había más conocimiento, que los frailes podían aprender a leer y a escribir, pero ten en cuenta que había mucha censura y que solamente se veía aquello que a los grandes les interesaba. No te creas que cualquiera podía acceder a cualquier tipo de manuscrito. Eso es falso, era imposible… En los grandes templos del saber, en las bibliotecas, había censura y no podías encontrar todo lo que quisieras sino que otros te decían lo que tú tenías que leer, y eso a mí me ha pasado. Yo he querido seguir un sendero mucho más interno, mucho más cercano a lo que yo sentía que era la figura del Maestro Jesús y no lo he podido encontrar porque todos esos textos hermosos que en algún momento hablaban de algo más cercano a lo que fue en realidad el Maestro en su día fueron censurados, quemados, encerrados… ¡Como si ver esos textos hubiera sido causa de muerte para esas jerarquías! Una muerte hipotética, supongo, ya que perderían poder, quizás, si la palabra del Maestro fuera dicha en aquel momento como verdaderamente fue dicha por él mismo cuando estuvo encarnado. Es como que toda esa estructura perdería poder. No tendría sentido para nada. Ellos lo sabían y muchas veces se auto engañaban. No es que todos fueran negativos en sí mismos sino que muchas veces se auto engañaban y pensaban que era lo bueno ocultar ciertas cosas, pensaban que era bueno decir que tal cosa era herejía, etc. Sí, ellos estaban así. Y, claro, todas estas personas poderosas eran las que dictaban lo que tenían que creer aquellos otros religiosos mucho más humildes de clase baja, personas que empezaban desde abajo siendo simplemente frailes o monjas, que nunca iban a llegar a vestir capas de armiño o grandes joyas de oro, que nunca iban a llegar a ser obispos, cardenales, ni ningún puesto de la alta curia. ¿Por qué? No interesaba. Era como que incluso entre los destinatarios de Dios o aquellos que tenían que ser los portavoces de Dios había este tipo de jerarquías, este tipo de intereses… No era algo que todo el mundo pudiera alcanzar. Fíjate qué cerrazón mental. ¡Fue terrible! A mí eso me fastidiaba muchísimo porque yo sentía en mi interior que las cosas eran diferentes o que se podían hacer las cosas de una manera diferente, y no podía encontrar las fuentes. Yo lo intuía pero no podía encontrar textos antiguos, no podía encontrar cosas que no estuvieran autorizadas por el Papa de Roma o por el obispo de turno. Entonces muchos textos preciosos que fueron considerados de herejes o considerados no aptos para la educación de la población no se podían acceder a ellos. ¡Incluso muchos textos fueron destruidos! Y no están hoy en día, no se han mantenido, no han llegado debido a esta especie de control censor sobre qué pensar, cómo pensar, sobre la misma Iglesia y sobre lo que ellos llamaban misterios y los dogmas.

 

Bueno… Y así estamos y ahí nos plantamos esta compañera de viaje que fue Santa Teresa y yo. No éramos más especiales que los demás pero quizás si éramos más intuitivos, y como 10% encarnados, de alguna manera, éramos capaces de percibir a nuestro Yo Superior, aun a pesar de todo nuestro condicionamiento, de la manera en que nos habían educado. Nosotros también estábamos chapados a la manera de esa época y aun así nos llegaban ciertas ideas de nuestro Yo Superior que nos decía, cuando lo percibíamos, que tal cosa no era tan así. Y es por eso que había tanta discordancia entre lo que yo sentía y lo que mis "jefes" -mis "jefes" en la jerarquía eclesiástica- querían imponerme. Por eso salí trasquilado… Porque lo que yo quería decir era diferente, era avanzado para esa época. Yo quería pregonar un amor mucho más cercano, una cercanía al pueblo, quería decir que el Maestro Jesús estaba dentro de todos y estaba con todos, que era alguien conciliador y que este tipo de separaciones en la sociedad de ricos y de pobres y toda esta jerarquía eclesiástica era una auténtica tontería, algo completamente inventado solamente para el control de la población. Yo siempre lo sentí así. Y así fue como me fue, porque no siempre callé sino que muchas veces yo hacía lo que es una poquita resistencia pasiva. Muchas veces, a la chita callando, hacía cosas o decía cosas o decía muletillas como para expresar mi disconformidad pero había gente que me tenía en el punto de mira. No les gustaba que yo fuera pregonando este tipo de cosas que yo sentía así, porque yo creo que tenían miedo a que quizás lo que yo decía se pegara en la gente y esa gente empezara a pensar de una manera diferente y ya no creyeran en que había que pagarle dinero al cura de la iglesia o a tal obispo para ser salvados y todo este tipo de cosas tan absurdas, sino que quizás pudieran seguir esta manera que yo tenía de pensar. Y es como que eso causó conflicto. Me causó conflicto. Por eso a veces tengo como ese miedo a decir las cosas. Es complicado cuando tienes que enfrentarte a unos estamentos establecidos que son poderosos y que no te van a dejar opinar así como así, porque tu opinión puede hacer que ellos caigan de su trono. Es sencillo. No es demasiado difícil de comprender esto. Yo lo entiendo. Si me pongo desde su punto de vista lo entiendo. A mí no me gustaría que se me acabara mi manera de hacer las cosas porque un tipo que es un bocazas va diciendo tal o cual. Verdaderamente si salgo de mí y lo compruebo así, yo también querría callar a ese tipo para continuar con mi vida apacible, tranquila y forrado de oro y no tener ningún cargo de conciencia. ¡Claro que sí! (Ironía). Pero ese no es el punto, porque lo que hacían es dormir las conciencias, no dejaban expresarse, iban en contra de todo tipo de libre albedrío y eso a mí me quemaba muchísimo. Mucho, mucho. Yo siempre quise hablar, siempre quise decir. Podía hacerlo a veces con las gentes, a veces lo comentaba con otros compañeros, no siempre me fue fácil. Muchos me miraban con malos ojos. También escribía. Podía expresar gran parte de mi sentir escribiendo. Escribía a la manera antigua, cuando era todo tan costoso de hacer (ensoñador). Muchas veces a la luz de un candil, con algo de pergamino que había conseguido en algún lugar. A pluma y tinta. Cada letra, cada grafía… (Risas). No era para nada como ahora que tenéis esos programas de ordenador donde todo se hace mucho más fácil, ¿no? Que escribes una letra y luego le das hacia atrás y se borra y todo está bien. No, entonces era todo mucho más complicado. Esfuerzo, dinero para obtener los materiales y pensar bien que es lo que uno quería escribir allí y dedicarle el tiempo para hacerlo.

 

Me siento bien recordando estas partes porque es una vida que a mí sí me gustó y que aunque mis alas fueron cercenadas en algunas ocasiones sí que pude hacer algo y sí que pude comentar y sí que ha quedado parte de lo que yo pensaba. Creo que lo que yo hacía también ha influido en las siguientes generaciones de religiosos como para ver más allá o comprender más allá. Yo lo que también quería es un poco fomentar conciencias, dar otro tipo de visión a las gentes y creo que al menos eso en algo sí que se consiguió.

 

Por mi parte no sé qué más puedo decir. Siento que me siento más libre quizás, más contento al recordar las cosas buenas de esta vida, lo que a mí me resulta grato. Si quieres puedo pasar a relatar de nuevo o intentar volver sobre aquellas partes que no fueron tan gratas, que se supone que es un poco lo que es necesario hacer para acabar de colocar una vivencia. Pero lo dejo a tu elección.

 

Está bien. Sí así lo deseas, entraré. Veamos a ver cómo lo hacemos.

 

Había una especie de prisión. Yo pasé varios meses en una celda. Una celda enrejada como la que te describí antes. Apenas me daban de comer y sentía una inseguridad tremenda porque no sabía lo que iba a ser de mí. Además que tenía una inquietud, porque yo quería saber qué había sido de otros compañeros que estaban fuera y que compartían mi manera de pensar. Yo no sabía si ellos también estaban en ese percance, si los habían atrapado o qué. Muchas veces, durante ese cautiverio, he llorado desesperadamente en la celda, agazapado en el suelo. Recuerdo que apenas tenía una especie de hábito marrón oscuro muy tosco… Para nada era como la seda sino que era muy áspero, y recuerdo el frío del pavimento que era de cantos rodados. Muy incómodo. Y la humedad. Y la soledad en esos instantes y mi deseo de querer salir y no poder. Y yo le explicaba a Dios que quería salir, le pedía por favor que me elevara, ¿no? Que como los rayos de luz que a veces entraban yo también pudiera flotar para salir de allí. Poder salir… Y pasaban los días y yo era sometido a diferentes maltratos de palabra y físicos. Me llamaban algo así… Me decían que era apóstata, como rebelde, en contra de no sé qué… No, no era grato. No sé de qué se me acusaba exactamente, porque más bien yo había sido apresado sin ton ni son y me habían llevado hasta allá sin poder hablar con nadie. Me habían vendado los ojos y atado las manos a la espalda y me llevaron varios soldados. Recuerdo el paso marcial, el sonido característico de las corazas y las espadas cuando una compañía de soldados anda. Yo era un preso. En un momento determinado llegué a pensar que iban a matarme o que quizás… no sé… ¿iban a ahorcarme?, o cualquier otro tipo de cosa. Pero me llevaron a esa celda. Esa celda tan oscura, tan fría… Más o menos lo soporté bien. No estaba mal de salud. Lo pude soportar. A veces pasaba hambre, no me daban comida en abundancia, claro, pero a veces me daban algo. No se ocupaban de mí, tampoco me explicaron nada. Yo no sabía por qué había sido apresado, ni sabía si iba a vivir o morir. Solo me quedaba esperar las largas horas allí en la oscuridad. Hora tras hora tras hora… Hasta que en un momento determinado se dio una circunstancia por la que pude salir. Creo que fue algo azaroso o no lo sé bien, una especie de "intercesión divina", quizás. Fue como que se dieron un cúmulo de circunstancias mediante las cuales salí. No entiendo si hicieron la vista gorda en un momento determinado o directamente ya no les importó siquiera si estaba o no estaba allí. Es como si aquel que había mandado que yo fuera apresado hubiera dicho: Ya no me importa. Me da igual. O hubiera dejado de pagar para que yo estuviera preso. No lo entiendo.

 

Después de eso quedé bastante tocado porque había estado tiempo en esa situación y me sentía débil. Me sentía enfermo. Fue muy duro. La celda no era grande, era muy húmeda, no podía casi andar, no había mucha luz… Y así estamos. Y eso es lo que me pesa, el que uno sea así de maltratado simplemente por expresar una idea, y cómo las ideas y el poder de la palabra dan tanto miedo a los poderosos. Y eso es lo que mi parte encarnada tiene como una manera inconsciente también. A veces él ha fantaseado con que le pasaría si ahora alguien lo detuviera y de qué manera, cómo sería en este siglo XXI esa detención… Sí, seguramente no sería algo como lo que me pasó en esa encarnación ni le tirarían piedras pero evidentemente él tiene una especie de temor oculto y es porque sabe y esto le resuena inconscientemente que a veces tocar las narices a los poderosos no sale rentable para uno. Y es eso un poco lo que quería comentar.

 

Sí, ya me encuentro bien. Al haber relatado un poquito la visión de esta celda ya no me produce congoja, no me producía tampoco gran emoción pero sí que al principio, cuando lo describí la primera vez, sí que lo sentí negativo en cierta parte y después ya no porque, como has visto, la vida tampoco me pesa. Ha sido una experiencia enriquecedora poder relatar simplemente para comentar y ver que todo está bien.

 

Sí, la otra vida, la de Juan Zebedeo, no tiene mucha complicación. No me afecta para nada porque no tiene carga para mí. Está comprendida en su totalidad. Es verdad que en edad avanzada hubo maltrato, hubo tortura, es verdad que hubo momentos de mucha tensión debido a las persecuciones y que en varios momentos temí por mi vida porque ahí nos estábamos metiendo contra otra gran institución de la época, que era el poder formulado por el César y el Imperio Romano. Fíjate qué curioso, cómo cambian las tornas, que luego, en la otra vida, precisamente el poder dominante es esa Iglesia Católica que aquí, en los inicios, es perseguida precisamente por otro poder mayor. En fin, cosas de la historia, ¿no? Sí, bueno, esta vida ya te he dicho que estaba bien. No siento que haya ninguna molestia.

 

Hay muchas anécdotas por relatar, anécdotas de todo tipo, tanto antes de conocer al Maestro como durante y como después, en los años posteriores. Es como que podría ser divertido contar alguna, yo como relator de historias en este momento, ¿no? Me divierto sanamente porque no me vi antes en este tipo de rol sino que siempre, cuando he venido a comentar, era para traer mensajes de luz, de paz, contestar dudas de consultantes y nunca hablé tanto ni tan seguido de mí pero, bueno, aquí me dice el Maestro Jesús que eso tampoco es egoico. Sobre todo no lo es porque yo no lo tomo como tal sino que simplemente estoy dando datos y a mí me sirve para repasar cosas que he contemplado, cosas que he aprendido a lo largo del tiempo. Yo creo que es muy positivo. Yo le tenía al Maestro Jesús una admiración tremenda. ¡Es que el Maestro Jesús era grande a nivel espiritual! Pero también lo era en altura y yo me acuerdo que era como que siempre lo miraba levantando así la cabeza porque yo aún no había crecido todo lo que iba a crecer posteriormente. Yo era chico, me faltaba de crecer y era como que él era como un hermano mayor o casi un padre para mí, y me sentía bastante protegido por él. Y, bueno, supongo que para él sería una especie de hermano pequeño. Sí, nos llevábamos bien. Había muy buena relación, muy buena afinidad. Eso a veces era motivo de crítica o de celos por parte de otros. ¡Porque siempre ha habido ego, siempre ha habido susceptibilidades! Ten en cuenta que en un grupo grande de personas puede haber todo tipo de gente y el Maestro Jesús era muy carismático, atraía a mucha gente, todos querían tocarlo, todos querían verlo, todos querían hablar con él, todos querían que él les dedicaran algunas palabras y entonces a veces me pasaba que como yo estaba bastante cerca de él, pues como que a alguno ya le hubiera gustado meterme un codazo para coger el sitio, por aquello de estar con el Maestro. Pero, bueno, es este tipo de susceptibilidades. Y entre los mismos discípulos a veces también me tenían un poco de celos porque ellos pensaban: ¿Cómo este mocoso se gana tanto la confianza del Maestro y nosotros, que somos hombres hechos y derechos, es como que no acabamos de encajar bien con él o como que no nos hace tanto caso? A ellos les daba un poquito de envidia, un poco de celos todo eso. Pero, bueno, tampoco era una cosa grave, ¿no? Yo diría que cosas de la convivencia. Historias interesantes.

 

No, el Maestro Jesús nunca tuvo problemas de acercarse a las mujeres, en el sentido de que hablaba para todo tipo de población. Sus charlas eran abiertas. Había hombres y había mujeres. Había ricos y había pobres. Había nobles y había gente humilde del campo. Había romanos, había gentiles, había judíos, había comerciantes de lejanas tierra que pasaban por Jerusalén… Digamos que mucha gente y de muy diversa índole podría haber escuchado alguna vez alguno de los sermones del Maestro, y entre ellos estaban las mujeres. ¡Claro! ¿Cómo no? ¡Es la mitad de la población! Aunque reconozco que en aquella época era una sociedad muy machista. Donde estábamos, ellas estaban relegadas a ser buenas esposas y madres, buenas hijas, a hacer las compras, a cocinar, a estar en casa y poco más. Pero el Maestro Jesús nunca las tomó como personas débiles o personas de segunda categoría sino que siempre las puso en el lugar que les correspondía, valorándolas por lo que ellas mismas podían aportar, y tuvo muy buena amistad con diferentes mujeres verdaderamente inteligentes que comprendieron los mensajes del Maestro. Y, bueno, a veces había algún sector "duro-conservador" por ahí, que nos criticaban, ¿no? Porque decían: Oye, el tema de la religiosidad es para los hombres; las mujeres no. Y él se zafaba un poco de este asunto. Se zafaba un poco de esto como para no causar mucha polémica pero él seguía en sus ideas, ¿no?, como que hacía un poquito de humor con esto y no les hacía mucho caso y estaba encantado que también pudieran acercarse y arrimarse mujeres a preguntarle. Él no tenía ningún problema con esto. Él intuía, sabía, que éramos todos espíritus. Somos espíritus en realidad. Él intuía esa igualdad y no le ponía ningún tipo de valla ni de reparo. Tan grande él, el Maestro Jesús. Y sí, sí hubo gente. Algunos nombres aún resuenan. Algunas mujeres que fueron destacadas en ese momento, bien porque jugaron algún papel fundamental o que simplemente han quedado registradas en eso que vosotros llamáis los evangelios.

 

Y tú también andabas por allá pero eras alguien muy jovencito entonces. Eras de sexo femenino y eras un bebé. Tus padres al menos acudieron alguna vez a algunos de los sermones del Maestro y luego, sí, fueron de los primeros cristianos porque siguieron las enseñanzas, una vez que el Maestro hubo desencarnado.

 

Sí, luego las apariciones del Maestro, una vez que hubo "desencarnado", nos las tomábamos de una manera muy sorprendente. Ten en cuenta que para la corriente judía los muertos, una vez que se morían no volvían, o sea, simplemente se iban a otro lado y ya está. Teníamos toda una serie de ritos funerarios como para dejar al muerto a gusto allá donde fuera, pero que no tenía porqué volver. Entonces, había un cierto temor a cómo era eso, ¿no? De repente esas visitas inesperadas. Bueno, y eso que era el Maestro, ¿eh? Pero incluso daba un poco de impresión porque no entendíamos por qué estaba ahí si le habíamos visto muerto. Una vez que uno traspasa esa barrera no debería de volver, ¿cierto? Sí, sorpresa, algunos incluso indignación, podría decir, porque decían como que era una especie de cosa, como ir en contra del orden natural de los dioses o algo así. Y, bueno, todos muy ignorantes del tema porque verdaderamente nosotros pensábamos que él se había ido adonde él decía y se había vuelto otra vez y no podíamos entender cómo era eso de que se iba y se venía. Eso fue fruto de mucha polémica posterior y de un tema muy gordo de debate entre los que quedamos y de las generaciones siguientes sobre cómo era eso de haberse resucitado con carne y todo, ¿no? ¿Qué era eso que había pasado exactamente? Y no, no lo sabíamos; nunca lo supimos. Yo solo sabía que él venía y estaba y me resultaba extraño pero era el Maestro. Así que, ¿por qué no disfrutarlo entonces, no? Yo no era tan aprehensivo. Yo lo amaba verdaderamente. ¡Y lo hubiera enganchado otra vez, lo hubiera atado a la pata de la mesa para que no se fuera! No me gustó que se fuera… No hubiera deseado que se fuera tan pronto. Yo era muy joven y luego tuve que vivir mucha vida más sin él aunque siempre su Mensaje estuvo dentro de mí. Por eso digo que en una de "esas apariciones después de muerto" -o supuestamente muerto- yo le hubiera atado para que no se fuera. Fue muy duro volverme a despedir otra vez. Fue como que hubo dos despedidas, o varias despedidas. Porque tuvo una despedida cuando él estuvo en la cruz pero luego me tuve que volver a despedir cuando se aparecía, ¿no? Y yo… bueno, me dolía porque lo amaba, y yo quería que estuviera conmigo y no entendía, si ya había venido, por qué se iba a ir otra vez, ¿no? ¡Qué tontería! ¿No? ¡Que se quedara con nosotros ya! Él, por supuesto que a mí no me dijo nada de todo este tema de Fulgor 5 y su nueva misión, él insistía mucho en que no le tocáramos y en que tenía que irse a hacer una Misión o a cumplir con la voluntad del Padre o algo así, pero no teníamos ni la más remota idea de lo que se estaba refiriendo en realidad, sino que más bien pensábamos que era algo así que tenía que ver con Dios, pero no lo entendíamos exactamente. Y luego vino el largo caminar en soledad y muchos conflictos, porque siempre hay cosas dispares.

 

También otra cosa que a mí me impactó mucho, me resultó muy complicada de no saber colocar, fue cuando Judas se suicidó. Lo supimos, nos informaron, alguien se enteró y nos lo dijeron. Yo me quedé como en blanco porque no había sido un hombre con el que hubiera tenido mucha relación, simplemente estaba en el grupo, y yo fue como que no entendía eso de quitarse la vida o no sé… Me quedé en blanco, sin comprender. Y tardé mucho tiempo en poder colocar eso, ¿no? Estaba un poco como en estado de shock. Fueron tantas cosas juntas, de golpe. Tantas noticias tan intensas. A mí lo que más me impactó, evidentemente, fue ver a aquel a quien más amaba siendo maltratado sistemáticamente y luego torturado allá en la cruz. Eso a mi me marcó mucho y muy profundamente. Claro que hubiera deseado… hubiera deseado… uff… no sé, saltar por encima de las líneas romanas y bajarlo pero de alguna manera yo estaba destrozado por dentro y no tenía la fuerza y además estaba también su madre y yo era como que estaba para ayudar a su madre también y no me veía yo con fuerzas ni con ánimos de montar un número ni nada. Y, ¿para qué y cómo, además? ¡Porque los romanos eran completamente indiferentes! ¡A ellos les daba igual! ¡Cumplían órdenes! Eran hombres normales, legionarios… A ellos les dijeron: Colgad a estos presos. Y ellos eso es lo que hicieron. No sabían, no tenían ni idea. Ellos no estaban implicados emocionalmente y lo único que tuvieron que hacer es montar algo más de guardia, porque se les avisó que ese hombre era conflictivo, que podía haber repercusiones, pero nosotros simplemente lloramos nuestra pena. Yo me sentía muy desesperado, pero no… nunca fui violento, así como Pedro u otros que sí que intentaron, cuando le fueron a apresar al Maestro a Getsemaní, forcejear con los legionarios y defenderlo y yo no… A mi no me salía… Lo pensé: quiero bajarte pero no puedo. No sé. Me tenía un poco paralizado la emoción y el dolor igualmente. Y sobre todo la idea de que yo no me podía apartar de su madre. Era como que mi misión en ese momento estaba con su madre. No me podía ir a socorrerlo a él, aparte de inviable, porque también iba a dejar a su madre y estaba muy mal, ¿eh? Estaba muy mal ella. Por aquello de no sé… siempre dicen que es difícil para una madre perder un hijo, y había mucha emoción. Es mentira eso de los rollos de la Virgen o no la Virgen. ¡No! Aquí nadie era santo. Todos éramos muy humanos y sentíamos, y María amaba a su hijo y fue un palo tremendo verlo así. ¡No sólo perderlo, es verlo así, ver delante de sus ojos la tortura a la que fue sometido! Y había algunas otras mujeres, y yo también estaba allá, al pie de la cruz, esperando. Luego ya expiró. No sé, se quedó inconsciente y ya pudimos bajarlo cuando nos dieron permiso para acercarnos. Para nosotros era muy importante poder recoger su cuerpo, poder despedirnos, poder tratarlo con dignidad porque es muy doloroso ver cómo otras personas tratan sin respeto a una persona que tú amas e incluso al propio cuerpo de esa persona que tú amas. Aunque tú sepas que ya no está viva esa persona es como que aún sigues teniendo lazos con ella y no nos hubiera gustado que se hubiera quedado allá simplemente secándose al sol o cualquier cosa sino que creíamos que teníamos que honrarlo como una muestra de nuestro amor y para devolverle la dignidad y poder darle una despedida adecuada. Y, bueno, nos dejaron, nos dejaron, afortunadamente. No sé… nos debieron de ver y pensarían: Una panda de lloronas y un chiquillo, ¿qué problemas van a dar? ¿Y éstos eran los que iban a dar tanta guerra? Y, bueno, nos dejaron y así lo hicimos. Luego ya hubo los funerales y se dejó en la cripta donde ya pasó luego todo aquello.

 

¡Hay muchas más cosas para contar! Y también durante la vida del Maestro y posterior. Quizás no todas las cosas sean completamente interesantes y desde luego no tienen carga para mí porque yo todo esto ya lo comprendí mucho tiempo atrás. Fue como que luego lo comenté con el Maestro. Fue como que recorrimos los incidentes juntos, de alguna manera, como espíritus, y no nos quedó carga alguna. No nos quedó impresión, lo pudimos colocar bien, digerir bien. Pero, bueno, siempre quedan cosas que se puedan contar como anécdota o bien para documentaros y eso sí lo encuentro positivo. Y es todo por el momento. Me despido.

 

Fui Johnakan Ur-El… (Risas) y no tanto de la Jerarquía Planetaria, o sí, sí puedo serlo, sí que lo soy, pero yo prefiero decir que soy hermano vuestro o hermano tuyo. No, no me gustan lasjJerarquías. Me gusta Obrar para servir a los demás, y creo que eso es lo importante.

 

Hasta todo momento.

 

 


Sesión del 17/3/10
Médium: Jorge Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Johnakan Ur-El

 

Explicó su visión como primer ministro de Sargón, cómo actuó y como terminó la rebelión.

 

 

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            Entidad: Queridos hermanos, toda mi Luz para vosotros. Mi nombre es Johnakan Ur-El y deseo relatar una experiencia que, de alguna manera, completa lo que mis hermanos han relatado sobre la Federación Sargón.

 

En el año 6.200 de la Era Galáctica, hace 3.800 años terrestres, conocí a Arduana. Era una joven muy inteligente y capaz. Apenas nos conocimos nos dimos cuenta que éramos compatibles tanto en lo espiritual como en lo físico, también en lo intelectual, y nos apoyábamos el uno al otro.

 

Estudié mucho la Historia de mi mundo -Sargón 4-, donde vencimos al Imperio Mordon, la raza reptiloide que dominaba treinta sistemas.

 

Crecí en la política. Arduana fue concejala mientras yo seguía evolucionando políticamente.

 

Tuvimos un hijo -al que llamamos Ascardín- y finalmente, antes de los 50 años, alcancé el cargo de Primer Ministro -una especie de Presidente Mundial, por así llamarlo.

 

Amaba la paz y la prosperidad. Creía en una panacea universal -como decís vosotros hoy-, pero… ¿con respecto a qué? Los miles y miles de mundos habitados podían tener esa prosperidad. Sabíamos que había razas mucho más peligrosas que los Mordon, razas de insectos inteligentes que sometían mundos solamente para saquear su comida, como si esos mundos fueran inmensos graneros.

 

En el año 6.050 hubo una tremenda rebelión, con la consiguiente escisión de 35 planetas de la periferia del brazo galáctico. Nos declararon la guerra –conflicto que duraba todavía en el momento de este relato-. El Jefe rebelde -por así llamarlo- era Airan. Entiendo que Airan tenía un idealismo que quizá desequilibraba su raciocinio porque lo que quiso hacer obviamente fue para peor.

 

Estábamos avanzados tecnológicamente y también en la parte médica. Casi no sufríamos enfermedades pero, de todas maneras, a determinadas edades hay distintos tipos de cansancios. A veces uno quiere dedicarse a crear o a componer música... Y no se trata de deslindar responsabilidades, en el sentido malicioso de la palabra.

 

Al poco de cumplir 64 años le dije a mi hijo Ascardín -que comandaba la flota principal de Sargón 4 contra de los rebeldes-: -Verdaderamente quiero dejar el cargo de Ministro. Lo hablé con Arduana, tu madre, y está totalmente de acuerdo.

 

Aparte, no me sentía bien con una guerra tan sangrienta -como todas las guerras, porque no existe una guerra buena-. Donde hay una víctima ya no hay una guerra buena…

 

Hay un refrán vuestro que dice: “El fin justifica los medios”. Pero, a veces, los medios son muy crueles y duros. Finalmente renuncié a mi cargo y le dije a mi hijo Ascardín: -Dejemos que la Junta decida, pero yo propongo a dos íntimos amigos muy nobles como reemplazantes míos. Tú tienes 33 años -no eres un niño- y eres bastante maduro como para dentro de poco tiempo comandar tú la Federación, pero no ser un comandante, sino un ministro.

 

Había una joven -que era más que amiga de mi hijo- que yo apreciaba mucho, más que nada por todo lo que había hecho por él cuando lo encontró en el sector G del planeta Angustor… Hablo de Martial, una joven de un carácter muy fuerte. Mi hijo muchas veces chocaba con ella, hasta que finalmente rompieron y dejaron de verse porque él se había deslumbrado de una tal Trina -aparentemente defensora de Sargón- y que vivía dando conferencias. Pero aprendí desde joven a no creer en las casualidades sino en las causalidades. Y en cada conferencia que esta joven –Trina- participaba, luego había un atentado… Y es sumar uno más uno: dos.

 

Se lo hice saber a Ascardín. Le dije: -Trina no es quien tú crees que es.

Y averigüé sobre ella. Supe que su nombre no era Trina sino Lina, y era novia de un joven llamado Ovidio, soldado de la resistencia. En realidad, tampoco era Lina, sino que se llamaba Lorna Salvius, y había nacido en el planeta Dromo, a siete años Luz de Ferro. Había averiguado todo. Supe también que salvó la vida de mi hijo cuando Airan envió lo que hoy llamaríais un kamikaze, mandándolo a ejecutar salvando no solamente a mi hijo sino la vida de muchos habitantes de la Federación.

 

            Dicen que las cosas cuando no salen mal pueden salir peor… Los integrantes de la Junta de Sargón tenían poco carácter y, al poco de yo renunciar al cargo, un hombre llamado Rosend -y con sed de poder- toma el mando. Llamémosle intuición o porque yo, Obradín -al igual que hoy, este receptáculo que me alberga- tenía un tremendo contacto con mi Yo Superior.

 

            Se fue con su esposa a un paradero desconocido. Mi 10%, Obradín, se fue. ¿Qué hizo Rosend? Instaló en Sargón -y en muchos planetas de la Federación- unas torres especiales que emitían una energía que abotargaba la mente de los habitantes de los mundos y los inducía a fanatizarse por la causa, como lo llamaba Rosend. Así como yo derramaba lágrimas por cada soldado muerto –y por cada civil-, Rosend los mandaba a la guerra como si fueran números. No importaba si la Federación perdía 2.000 hombres mientras la resistencia perdiera 4.000. Pero no era así la cosa…

 

            Airan se jactaba de tener espías en todo Sargón, pero creo que hasta mi propio hijo Ascardín me subestimaba, y mucho. Yo tenía espías en todos los planetas alineados con Ferro. Supe dónde estaba –entre comillas- el escondite de Airan, y que éste escapó a otro mundo más lejano aún de la periferia. Podía prescindir de Airan.

 

            Había un planeta llamado Tironze, a 30 años luz de Sargón, donde tenía un segundo cuartel principal -por así llamarlo-, y si bien en Sargón teníamos la última tecnología, los más grandes investigadores los tenía conmigo y me los llevé a ese mundo fuera del alcance de las torres perniciosas contra la mente de todos los seres.

 

            Hice construir en órbita una nave con un campo energético capaz de resistir los impactos más grandes, y con armas destructivas, armas disuasivas, holoordenadores, holovisores con comunicación subespacial… Tenía –para que se entienda, porque no se lo puedo transmitir a mi propio 10% debido a su complejidad- como una especie de radar identificador de grietas espaciales para saber cuál es el atajo que debía tomar la nave para llegar a tal sistema más rápidamente. Y llegué con mi nave al sistema donde estaba Airan. Sabía que se sentía derrotado. También sabía que estaba desolado, arrepentido y absolutamente abatido por la guerra que él había comenzado. Mandó naves para que atacasen a mi nave, y obviamente, no le hicieron mella. Ordené que dispararan rayos leves para disuadirlos, y dejaron fuera de funcionamiento su armamento, pero dejando a las naves el soporte vital para que pudieran regresar y no pasase nada con la tripulación.

 

            Finalmente, con un pequeño espacioplano de solamente cuatro plazas -pero con un campo energético muy importante- descendí. Era tal la impresión de los colaboradores de Airan que, sin decirme nada, me dejaron pasar. Me encontré con una escena difícil: Airan estaba exánime, casi sin vida. Conmigo traía uno de los mejores médicos. Había tomado dos comprimidos letales pero mis médicos habían sacado adelante casos tan o más graves. Y no dejé que muriera.

 

            Cuando al día siguiente Airan abre los ojos ve mi rostro, rostro que él ya conocía. Intenta hablar y le hago un gesto de silencio.

 

Solamente le digo: -¿Estás lúcido?

 

            Asiente.

 

            -¿Entiendes lo que te digo?

 

            Asiente.

 

            -Mira, podríamos ejecutarte, ponerte como ejemplo, pero en este momento tú no eres el enemigo. (Veo su rostro de intriga). Tenemos un enemigo en común: Rosend. Evidentemente hice una mala jugada. Tenía que haber designado a mi sucesor y no dejar que la Junta lo decidiera. Rosend estaba agazapado esperando que diera un paso al costado para tomar mi puesto.

 

Intentó hablar otra vez y lo paré.

 

            -Te explico: así como tú tienes espías en la Federación, esos son los espías que tengo en Ferro, pero multiplicado por diez. Y multiplica de nuevo por diez y éstos son los espías que tengo en mi propia Federación. Tengo aparatos que anulan el efecto de las torres y, en pocas horas, la gente recuperará su raciocinio. No sé si soy un hombre de bien o no -siempre deseé la prosperidad- pero así como en vuestro pasado -en nuestro pasado- la gente tenía tumores y había que abrirle la carne para extirparlos. Y a veces es necesario extirpar esos tumores. Tengo gente que es ejecutora. No me mires asombrado, Airan: cien veces te podía haber ejecutado pero hubieras quedado como un mártir. Y hubiera habido diez para reemplazarte y fortificar la resistencia, y eso no me interesaba… Me interesaba que te fueras poco a poco destruyendo. Pero no lo malinterpretes: no por maldad, ya que no tengo ninguna animosidad en contra de ti. Te doy las explicaciones pertinentes porque quiero que estés bien, sano, fuerte y con alta estima para que le digas a todo Ferro y a todos los planetas alineados que derrocamos a Rosend y que la guerra termina. Si queréis seguir con la Federación, me parece bien. Si queréis ser independientes, también. Pero basta de batallas y atentados. Haced lo que queráis. En este momento en que yo estoy hablando contigo están cayendo las torres, y seguramente ya han ejecutado a Rosend. Envié un correo subespacial. Ascardín está enterado de todo lo que estoy hablando contigo. Le pedí que dejase por lo menos durante cinco años de Sargón que alguien gobernase, aunque mi aspiración es que luego el mismo Ascardín sea Ministro. Y a ti te dejaré seguir con tu vida y con tus culpas. Sé que muchos –incluso mi propio hijo- pensaban que yo era una decoración, pero no teníais ninguno de vosotros idea de la telaraña que iba tejiendo. Soy un ser humano -como todos vosotros- y tengo mis errores… Mi mayor error fue haber permitido esta escalada de Rosend. Quería decirte eso. Sé que entre vosotros, que os apodáis los rebeldes, y nosotros, la Federación, han quedado muchas heridas, y el tiempo las cicatrizará. Así que, por ahora, aunque quisiérais uniros a nosotros de nuevo, no os lo aconsejo. Pero tal vez ni tú ni yo estemos cuando se produzca la unión nuevamente. Es importante dejar el mensaje a los que nos sucederán. Entiendo que Ascardín –aunque a ti no te interese te lo cuento- está de nuevo con Martial; y lo que pase con esta joven llamada Lina, también arrastrará sus culpas. No me interesa la venganza, pues me parece necia. También creo que el perdón viene desde la vanidad. No se trata de perdonar ni de olvidar, porque está bien tener memoria. Se trata de hacer una cuenta nueva -no borrón y cuenta nueva-, pero no empezar de cero. Empezar. Lo que es yermo volverá fertilizando, y las almas volverán fertilizadas. Yo me dedicaré a pintar -me encanta pintar cuadros- y a la música -es algo que muy pocos saben-. Estás invitado a visitarme cuando quieras. Mi ayudante te va a dejar un pase de holoplástic. Solamente quería decirte que todo ideal es bueno en tanto y en cuanto esté acompañado por cordura porque ningún ideal justifica tantas pérdidas de vidas, salvo en los casos en donde no hay otra posibilidad, como cuando mi planeta guerreó contra los reptiles. Pero vosotros... ¡Ponte a pensar!

 

          Si te miras al espejo rasúrate, date un baño de vapor y cámbiate de ropa. Soy más mayor que tú pero todavía puedo zurrarte. A pesar de que dices que sabes artes de combate no tienes la menor idea de cuántos puntos débiles tiene el ser humano... ¡Hay tantos Maestros de combate que malenseñan! Pero ésa es la clave: cuanto más sabes lo frágil y lo débil que es el cuerpo humano, más lo respetas. Cuanto más frágil es el espíritu del otro, más lo respetas. Si todos lo entendieran así...

 

            Nuevamente Airan quería hablar y le digo: -No hace falta que digas nada. No eres tonto y me has comprendido perfectamente. Estoy en todo: te traje un alimento congelado, que ahora calentamos. Y luego de darte el baño de vapor te alimentas y hablas a nivel subespacial con los otros mundos.

 

            Airan asintió y nos dimos la mano. Solamente dijo una frase: -Espero conocer a su hijo.

 

            -Lo conocerás –le respondí- pero será para estrecharos la mano. Entiendo que nunca seréis los mejores amigos porque, como dije antes, hay muchas heridas de ambos lados y la memoria está, y está bien que esté. Hay cosas que no deben olvidarse para no volver a cometer los mismos errores.

 

            Y así es como puse fin a la guerra entre la Federación Sargón y los rebeldes de Ferro y me dediqué a la música y a la pintura. Seis años después Ascardín fue Primer Ministro de Sargón, ya casado con Martial.

 

            Nunca supe más nada de Lina -o Lorna-. Podía saberlo, por supuesto, porque seguía teniendo gente que investigaba… Pero no me interesaba.

 

            Mientras estuve encarnado las heridas no cicatrizaron. Tuvieron que pasar 200 años más para que volviera a haber una gran Federación y un Primer Ministro, descendiente mío, estuviera al frente de ella en paz y en armonía. Obviamente no todo es para siempre: cambian los gobernantes, cambia la política… Hay seres con ansias de poder porque no se dan cuenta de lo efímeros que son en el plano físico, como si se pudieran llevar al plano suprafísico lo que cosecharon en el plano material. En el plano suprafísico te llevas tus karmas, tus engramas y tus roles de ego, pero no te llevas otra cosa.

 

            Queridos hermanos, como Johnakan Ur-El -quien fuera el Ministro Obradín- les mando toda la Luz y ese Rayo Violeta que transmuta lo negativo en positivo pero que, al fin y al cabo, esa transmutación depende de vuestra aceptación. Porque sois vosotros los que tenéis el libre albedrío de elegir qué queréis. La mano está tendida: recogedla.

 

          Gracias.