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El grupo Elron y la doctrina del dato estable

Grupo Elron

 

 

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JORGE OLGUÍN

Muchos consultantes nos piden pruebas sobre la verdad de lo que nos enseñan los Maestros de Luz, sin darse cuenta de que en muchos casos la prueba es imposible porque quien las requiere no está capacitado para comprenderlas. El material del Grupo Elron difundiendo esas enseñanzas está diseminada en más de 1500 páginas web, y no existe otra alternativa que estudiarlas si se quiere entender de qué se trata. A pesar de ello muchos consultantes leen una sola de esas páginas y como lo que se enseña no está de acuerdo con lo que ellos creen que saben, cuestionan sin tomarse el trabajo de investigar el resto del material. Las enseñanzas de los Maestros de Luz son como las piezas de un rompecabezas, que solo se comprende cuando está totalmente armado.

 

 

 

ACLARACIONES SOBRE EL GRUPO ELRON

Y LAS ENSEÑANZAS DE LOS MAESTROS DE LUZ

 

LA DOCTRINA DEL DATO ESTABLE

Los datos estables del Grupo Elron son, fundamentalmente: 1) que las enseñanzas recibidas son auténticas de los Maestros de Luz;  2) que los Maestros de Luz nunca se equivocan; y 3) que el profesor Jorge Olguín traduce los conceptos espirituales con una precisión de casi el 100 %.

 

 

 

Existen muchos malos entendidos con respecto al Grupo Elron y a las enseñanzas de los Maestros de Luz, en particular sobre su autenticidad.

Algunas personas, no muchas en realidad, de inmediato intuyen que dichas enseñanzas son verdaderas, pero en cambio otros dudan y piden pruebas, pruebas que en realidad no son necesarias. 

¿Cómo que no son necesarias las pruebas?, se preguntarán algunos. Y la respuesta simple y lógica es que basta con que dichas enseñanzas representen un dato estable para que puedan ser aceptadas.

La importancia de los datos estables es que no necesitan ser verdaderos, sino útiles. 

El ejemplo clásico es el de la telefonista que de pronto recibe 10 llamadas, a la que le basta para detener la confusión tomar una de ellas, sin importar que sea equivocada, pues ya le quedan menos para atender.

El mundo se mueve en base a datos estables, independientes de que sean verdaderos o no, sin que nadie los cuestione, pues muchos de ellos son imposibles de comprobar, o su prueba resultaría muy dificultosa, o por su costo inalcanzable.

Nadie, por lo menos en su sano juicio, le hace un análisis de ADN a sus padres simplemente por el hecho de saber con certeza que lo son.

Tampoco le pide pruebas al médico que lo atiende sobre su título o sus conocimientos, y ni siquiera le pide al panadero que le pruebe qué ingredientes le pone al pan.

Si a alguien le duele la cabeza simplemente va a la farmacia, compra aspirinas y las toma sin hacer ninguna averiguación.

También aceptamos sin cuestionar las noticias que publican los diarios, a pesar de que sabemos que muchas veces mienten, o los informes científicos, a pesar de que conocemos que en este rubro existe una “industria del fraude”. 

Muchas veces la imposibilidad de la prueba se debe a las características personales de quien las requiere.

Recuerdo que una vez leí en una revista el caso de un padre a quien su hijo pequeño le preguntó cómo hacía la orquesta para estar dentro del disco (eran aquellos viejos discos de vinilo, ¿los recuerdan?), y que había dicho que no pudo encontrar la forma de responderle de modo que lo entendiera.

Cuando leí esto consideré bastante básico a ese padre,  porque ¿cómo no iba a poder explicarle al hijo algo tan simple?

La respuesta la tuve cuando mi propia hija de cinco años me hizo la misma pregunta y yo mismo me vi en un brete porque no supe cómo respondérsela. Y entonces me di cuenta de que representa ese tipo de preguntas que se responden solas cuando quien las hace adquiere el suficiente grado de comprensión.    

En realidad, son poquísimas las cosas de la existencia acerca de las cuales uno tiene la certeza absoluta, porque nuestra vida se basa en la creencia en que son ciertas y no en que realmente lo son.

Simplemente no existe otra alternativa que creer en que lo son si no queremos volvernos paranoicos.

No obstante, la cuestión no es tan trágica, porque a pesar de la falta de certeza o de la falsedad de los datos, sobrevivimos.

La Psiquiatría, por ejemplo, y lo mismo el Psicoanálisis, funcionan perfectamente aunque no tengan un solo dato verdadero.

Cuando decimos que “funcionan perfectamente” no estamos diciendo que tengan éxito, sino solo que “funcionan perfectamente”, significando esto que cuando alguien tiene un problema mental considera casi con naturalidad que debe acudir a alguno de estos profesionales y pagarle la correspondiente consulta o eventual tratamiento.

Funciona para el psiquiatra, funciona para el paciente y funciona para la sociedad. El éxito de la terapia es otra historia.

Y lo mismo sucede con la Justicia, a pesar de que sabemos que en muchos casos es venal o llega tarde o no llega nunca.

Muchas personas que tienen como dato estable la fe en Dios, cuando van a la iglesia a rezar luego se sienten mejor. No importa que este dato estable sea falso –quizás lo que obró en ellas fue el “efecto placebo”−, ya que lo que importa en definitiva es si resultó útil o no.

Un dato estable es útil cuando detiene la confusión. La existencia de Dios, por ejemplo, es un dato estable. La creencia en el mundo espiritual es un dato estable. La creencia en la multiplicidad de los mundos habitados es un dato estable. La creencia en que los extraterrestres nos visitan es un dato estable.

Son datos que sirven, no porque necesariamente sean verdaderos, sino porque son útiles y resuelven muchas incógnitas que de otra manera no podrían ser explicadas.

Claro que hay datos estables y datos estables. Para los escépticos, por ejemplo, sus datos estables son que no existen los extraterrestres ni los espíritus, atribuyendo cualquier fenómeno a alucinaciones, trucos, burlas y engaños.

¿Pero quiénes somos nosotros para cuestionar por ridículos sus datos estables si para ellos funcionan?

¡Cuántos niños toman la sopa gracias a la amenaza del “hombre de la bolsa o hombre del saco”! Quizás no haya dato estable más falso que éste, pero que funciona, funciona. También el dato estable le funcionó a la zorra de la fábula cuando al no poder alcanzar las uvas dijo: “No importa, total están verdes”.

Las explicaciones que preceden sirven perfectamente para aclarar la posición del Grupo Elron respecto de las enseñanzas de los Maestros de Luz, pues nosotros también nos basamos en la Doctrina del Dato Estable.

Los datos estables del Grupo Elron son, fundamentalmente: 1) que las enseñanzas recibidas son auténticas de los Maestros de Luz; 2) que los Maestros de Luz nunca se equivocan, y 3) que el profesor Olguín traduce los conceptos espirituales con una precisión de casi el 100 %.

Sin importar cuál sea nuestra creencia al respecto, nosotros aceptamos las enseñanzas de los Maestros de Luz como datos estables, dejando de lado su verdad, simplemente porque son datos útiles, más útiles que ningún otro dato que ande rondando por allí, para resolver aquellos enigmas que hasta ahora no habían podido ser explicados.

Naturalmente que, en lo personal, yo tengo otras comprobaciones que refuerzan la autenticidad de los datos estables mencionados.

Si alguien duda de que esto sea posible le bastará con hacer la siguiente comprobación: tome la guía telefónica y llame por teléfono a cualquier técnico en computación y hágale preguntas para comprobar si quien lo está atendiendo es realmente el técnico. ¿Cuánto tardaría en comprobar que se trata de otra persona la que se está haciendo pasar por él?

Alguien podría decir que puede no ser el técnico sino su alumno más aventajado el que lo atendió. Bueno, es posible, pero lo que hay que tener en cuenta en esta remota hipótesis es que lo que importa es el mensaje y no el mensajero. Si la respuesta es útil, ¿qué importancia tiene quién la haya dado?

Hay otra cuestión también muy importante que se les pasa a aquellos que dudan de nosotros y de las enseñanzas de los Maestros de Luz y nos piden pruebas.

Si uno llama a un técnico para que le repare la computadora, y éste le dice que hay que cambiar el disco duro porque no tiene arreglo, ¿cómo sabemos que nos está diciendo la verdad o nos está mintiendo?

La respuesta es obvia: para saberlo tendríamos que conocer del tema tanto como el técnico, porque de lo contrario no podríamos saber si nos miente o no al darnos las explicaciones. 

Con las respuestas de los Maestros de Luz ocurre lo mismo: para saber si son ciertas hay que conocer del tema casi tanto como ellos. ¿Cómo podríamos saber si la respuesta es correcta si no conocemos el tema o lo conocemos superficialmente?

Es por esta razón que antes de consultar a los Maestros de Luz sobre determinado tema yo lo estudio a fondo, incluso las cuestiones relacionadas, a fin de tener la certeza de que las respuestas arman perfectamente el rompecabezas y también para repreguntar, si es necesario, hasta que todo quede bien aclarado.

Quienes dudan de las respuestas de los Maestros de Luz es porque simplemente no conocen el tema a fondo, ya que si lo conocieran no dudarían, porque esas respuestas representan la pieza del rompecabezas que justo falta para armarlo cabalmente.   

Las clave, en definitiva, es preguntarse: ¿Cuáles de todos los datos que se han brindado sobre determinada cuestión, sea de los Maestros  de Luz o de cualquier otra fuente, se acercan más a la verdad?

Y la respuesta que uno se dé es la que realmente vale, porque nadie puede vivir con la verdad ajena.

No estará de más hacer también la acotación, para desvirtuar a quienes sostienen que es el propio médium el que da las respuestas y no las entidades espirituales, que el tema de los mensajes brindados la mayoría de las veces no forma parte del conocimiento del canalizador. ¿De dónde los saca, entonces?

Algunos escépticos sostienen que los mensajes provienen del subconsciente del médium, pero esto no es más que una artimaña surgida del ego para no reconocer lo que es obvio.

Para concluir, es importante aclarar que la misión del Grupo Elron no es convencer a nadie de las enseñanzas de los Maestros de Luz, sino tan solo exponerlas. Después, cada uno es libre de aceptarlas o no. 

Y ésta es toda la historia.