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La leyenda de El Dorado
Grupo Elron

La laguna de Guatavita, centro de la leyenda de El Dorado, se encuentra en el departamento de Condinamarca, Colombia, a 80 kms. de Santa Fe de Bogotá.

Extraterrestres provenientes de “Aler”, un sistema estelar cercano a Betelgeuse, se afincaron en la zona de la laguna Guatavita para hacer investigaciones ecológicas y para distraer la atención de los nativos proyectaron holográficamente una ciudad dorada a la que obviamente nunca podían acceder. Obviamente, cuando se fueron se llevaron consigo el proyector y la ciudad desapareció para siempre. De aquí surgió la leyenda.

Los nativos realizaban en la laguna una ceremonia en la que se arrojaban vasijas y joyas de oro como ofrenda a los “dioses que vivían en el fondo”, que no eran otros que los extraterrestres que con su nave depositada en el lecho hacían investigaciones de su limo.

A pesar de que los investigadores sacaron de la laguna un centenar de kilos de oro, aún quedan debajo de su lecho muchísimo más equivalente a varios millones de dólares.

 

 

http://www.apocatastasis.com/dorado-leyenda-america.php

Historia de la leyenda de El Dorado, lugar fabuloso perseguido por exploradores en el siglo XVI.

Cacique siendo espolvoreado con polvos de oroEl origen del mito de El Dorado, el más famoso de cuantos estimularon la exploración y conquista del continente americano, se remonta al año 1534, en que un indio del territorio que hoy ocupa Colombia reveló a los españoles una de las ceremonias rituales del cacique Guatavita, que había de despertar la codicia de soldados y aventureros.

Cubierto el cuerpo desnudo con polvos de oro que se adhería a su piel mediante una tintura de trementina, el cacique, ante su pueblo, se embarcaba solo en la laguna de Guatavita; al llegar al punto en que se cruzaban dos cuerdas tendidas perpendicularmente de orilla a orilla, se bañaba y arrojaba al agua, en honor de la divinidad, valiosas ofrendas consistentes en piezas de oro y esmeraldas. Igual homenaje rendían sus súbditos.

Basada en un hecho cierto, según se ha podido comprobar al estudiar las costumbres de los chibchas, la leyenda del indio dorado fue divulgada por los conquistadores, se extendió por el norte de América Meridional, descendió al Perú, y de allí pasó, algunos años más tarde, al Río de la Plata; pero no tardó en asimilar nuevos y fabulosos elementos que la desvirtuaron totalmente.

El mito concluyó por no guardar relación alguna con el cacique dorado, y se llamó El Dorado a las regiones auríferas y diamantíferas de distintos lugares de América, absolutamente imaginarios, a los que se creía emporio de riquezas incalculables.

En busca de El Dorado salieron muchas expediciones, tantas que en 1538, y en el plazo de una semana concidieron en las ya desoladas zonas de Guatavita las tres que dirigían Belalcázar, Federmann y Jiménez de Quesada, procedentes del Perú, Venezuela y Santa Marta, respectivamente.

Sir Walter Raleigh sobresale entre los extranjeros a quienes deslumbró la célebre leyenda, y que llegaron a América en pos de una quimera que tuvo también en Europa fervorosos propagandistas.

 

 

LA CIUDAD DE ORO HOLOGRÁFICA

 

Una maniobra extraterrestre para distraer a los nativos.

Estimado profesor: Soy estudiante universitario y en mi país, Perú, a través de los años se ha indagado sobre la verdadera existencia de la famosa ciudad “El Dorado”, supuestamente fundada por los incas, aunque en América Central dicen que fueron los mayas o los aztecas.

Quisiera saber si usted podría despejarnos la mente y aclararnos el enigma que esta leyenda esconde.

Alan R.

 

RESPUESTA

Apreciado Alan: La mítica ciudad llamada El Dorado realmente existió, pero era una proyección holográfica hecha obviamente como maniobra distractiva para desviar la atención de los nativos y así ellos poder realizar sus investigaciones sin ser perturbados.

En buen romance, en lugar de dirigir su atención a lo que estaban haciendo los extraterrestres, los nativos la dirigían a esa ciudad misteriosa a la que nunca podían acceder a pesar de que la veían, pues cuando se acercaban a ella desaparecía.

En realidad la ciudad, o mejor dicho la holografía de ella, no desaparecía, sino que sólo podía percibirse desde lejos.

Para más datos te trascribo la sesión donde se trató este asunto.

Un abrazo.

 

 

SESIÓN DEL 9/3/06

 

Médium: Jorge Olguín.

Entidades que se presentaron  a dialogar: Ruanel y Albert Michelson, físico químico (1842-1928).

 

 

Interlocutor: Aquí tengo agendado para consultar acerca de la llamada “Leyenda de El Dorado”. Le voy a leer el resumen que hice para que quede grabado:

 

Existe una leyenda de una mítica ciudad de oro, al parecer originada en una ceremonia de los indios muiscas en la que un cacique se sumergía en las aguas de la laguna Guatavita, luego salía y era espolvoreado con oro en polvo. A continuación penetraba otra vez en la laguna para desprenderse del oro y depositarlo en el lecho.

Al mismo tiempo los sacerdotes lanzaban a la laguna vasijas y joyas de oro como ofrenda. Este ritual desapareció pero dio origen a la leyenda de una mítica ciudad de oro que nunca fue hallada.

Varios países de Suramérica reivindican ser la fuente original de El Dorado, pero muchos historiadores coinciden en afirmar que la Laguna Guatavida, a unas dos horas al norte de Bogotá, es el centro de la leyenda.

Se han rescatado de esta laguna unos 100 kilos de oro. Pero el gobierno cerró la laguna y hoy descansa tranquila guardando su secreto, si lo hay.

 

Ruanel: Obviamente la leyenda tiene que ver con una raza extraterrestre. Lo de las ofrendas era directamente para los extraterrestres, que los nativos consideraban dioses.

Interlocutor: ¿Pero entonces cómo era en realidad todo este asunto?

Ruanel: En esa época había en la zona extraterrestres similares al homo sapiens. Eran de constitución parecida a los denominados Friendship…

Interlocutor: Para los nativos debían parecer casi como dioses… ¿Convivían con ellos?

Ruanel: Así es, pero su piel era completamente dorada, pero no como el oro puro sino más bien el tono era oscuro.

Interlocutor: ¿Algo así como un bronceado?

Ruanel: Un bronceado que era casi tan oscuro como la raza negra del planeta Tierra.

Interlocutor: ¿Podríamos decir que era un color cobrizo?

Ruanel: Sí, porque esa idea es la que más se acerca al color de su piel.

Interlocutor: ¿Cómo surgió la leyenda de una mítica ciudad de oro o dorada?

Ruanel: Durante más de doscientos años estuvo una nave extraterrestre en el fondo de la laguna estudiando la ecología del lugar…

Hay dos maneras de alejar a los curiosos, una es asustándolos y la otra es atrayéndolos. Sí tú eres curioso por algo mío, yo, estando encarnado, te lo muestro directamente, aunque disfrazándolo. Y tú, una vez que satisfaces tu curiosidad, te conformas con lo que te digo y me dejas en paz.

Interlocutor: O sea que estos extraterrestres, en lugar de asustarlos con un monstruo holográfico como el de la laguna Ness…

Ruanel: Proyectaron holográficamente una ciudad.

Interlocutor: ¡Pero entonces se trataba de una ciudad a la que los nativos nunca pudieron ir!

Ruanel: Por supuesto.

Interlocutor: ¿No estamos hablando para nada de una abertura dimensional ni nada parecido?

Ruanel: En absoluto.

Interlocutor: En concreto, entonces, era una ciudad en el aire…

Ruanel: Así es.

Interlocutor: ¿Le ponían algún obstáculo electrónico como para que no se acercaran y descubrieran el truco?

Ruanel: No, porque caminaban hacia ella y nunca llegaban.

Interlocutor: ¿Ése era entonces el truco, es decir, la ciudad se alejaba de ellos?

Ruanel: No, no era así, lo que ocurría era que cuando caminaban hacia ella la ciudad desaparecía.

Interlocutor: Ahora entiendo, la ciudad solamente se podía ver desde lejos…

Ruanel: Exacto.

Interlocutor: Todo entonces era una especie de engañifa para mantener de alguna manera entretenidos con otra cosa a los nativos mientras ellos hacían tranquilamente sus investigaciones ecológicas...

Ruanel: Correcto… Aparte, el color de esos extraterrestres les hacía creer que eran seres dorados y que la ciudad era toda de oro. Esto motivó a los nativos a hacerles ofrendas propiciatorias y por eso celebran ceremonias rituales donde arrojaban a las aguas de la laguna objetos de oro, copas, joyas, etc.

Interlocutor: ¿Hay aún oro en la laguna o ya lo sacaron todo?

Ruanel: No, no lo sacaron todo.

Interlocutor: ¿El tesoro está sobre el lecho de la laguna o debajo, en el barro?

Ruanel: Está debajo del lecho, enterrado en el barro.

Interlocutor: ¿Es muy valioso el oro que hay? Me refiero a la cantidad de dinero que supone.

Ruanel: Debe haber  varios millones de dólares.

Interlocutor: ¡Vaya, que dato interesante! ¿De dónde provenían esos extraterrestres?

Ruanel: De una estrella que es gemela a Betelgeuse y gira cercana a ella.

Interlocutor: ¿Cuál es el nombre de esa estrella?

Ruanel: No tiene nombre, pero sus habitantes la llaman “Aler”.

Interlocutor: ¿Aler 4?

Ruanel: No, Aler 5.

Interlocutor: ¿A cuántos años luz está de la Tierra?

Ruanel: Está relativamente cerca, a 420 años luz.

Interlocutor: ¿En qué año vinieron aquí?

Ruanel: Vinieron aproximadamente para el año 1350.

Interlocutor: ¿Y cuándo se fueron?

Ruanel: Se fueron para el 1600 más o menos. Se habrán quedado algo así como dos siglos y medio…

Interlocutor: ¿Se llevaron algunos nativos?

Ruanel: No, no se llevaron a ninguno.

Interlocutor: ¿Esa ciudad mítica estaba proyectada holográficamente sobre la laguna?

Ruanel: No, sobre la laguna no, sino sobre una de las laderas de la montaña.

Interlocutor: ¿Era muy grande esa proyección?

Ruanel: Si, era grande. Además, como los nativos la podían ver solamente desde lejos porque cuando se acercaban desaparecía, les daba la impresión de ser más grande todavía de lo que en realidad era.

Interlocutor: La laguna donde los nativos ofrendaban el oro es la llamada Guatavita?

Ruanel: Correcto.

Interlocutor: ¿El sacerdote que oficiaba la ceremonia era acaso extraterrestre?

Ruanel: No, era directamente un nativo muy creyente y muy imaginativo, pues deliraba más de lo que veía. Aparte, su decodificador mental se había alterado por la presencia de esos seres cobrizos y alucinaba.

Interlocutor: ¿El oro les interesaba a los extraterrestres?

Ruanel: No, en absoluto, y la prueba está en que cuando se fueron no se llevaron nada. El interés de ellos era el estudio del limo de la laguna y la fauna de los alrededores. Como eran pacíficos armaron toda una “mise en scéne” para desviar la atención de los nativos.

Interlocutor: Bueno, esto está aclarado y creo que esto no da para más… ¿Quedaría algo por decir sobre esto?

Ruanel: No, lo más importante ya se dijo.