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Recorriendo la historia
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Haré observar aquí una circunstancia curiosa. En 1964 se descubrieron unos extraños frescos en el monasterio Servio de Decani, en Kosovska Metohija, Yugoslavia, en los que aparecen figuras de ángeles volando dentro de dos cápsulas, una situada detrás de la otra. El ángel que va en la cápsula delantera no tiene aureola y la posición de sus manos es la de estar manipulando algún mando. Mira hacia atrás como si estuviera atento al piloto que le sigue. Hay otros seres angélicos que parecen contemplar los objetos esféricos en vuelo y se tapan los oídos con las manos. En el centro se ha representado a Jesús crucificado y bajo éste podemos ver el fresco de la Resurrección. Jesús parece hallarse en un cohete a punto de ser disparado. La supuesta nave lleva incluso, en su parte superior, dos alas.
En la Academia Conciliar de Moscú hay un icono de la Resurrección de Jesucristo en la que la figura de Jesús se encuentra en el interior de algo que parece una nave voladora posada en el suelo. De la parte inferior, sale humo por los dos lados, que oculta los pies de un grupo de ángeles.
¿Qué fue el gran prodigio solar de Fátima, contemplado por casi 70.000 personas? Al despedirse de los pastorcillos la “Señora”, ven éstos cómo la aparición señala con el dedo hacia el sol. Lucía levanta entonces la cabeza hacia el cielo e, imitando instintivamente aquel gesto, grita: “¡Mirad el sol!” Entonces, aquella muchedumbre ve aterrada cómo el astro diurno parece ponerse a girar sobre sí mismo, lanzando haces de luz en todas direcciones, que cambian de color. Finalmente, se vio que el sol se hizo de color rojo-sangre y en varios saltos sucesivos en zigzag pareció acercarse a la Tierra, donde el calor iba en aumento. Tras un último balanceo más lento, se remontó hacia el cielo y quedó inmóvil en la altura, brillando con su resplandor habitual.
Pero no sólo en Fátima se dieron los fenómenos solares. Un día de septiembre de 1702, al mediodía, en Japón, el sol tomó una coloración sanguinolenta y durante varios días estuvieron cayendo del cielo extraños hilos que parecían de algodón.
Veinte años antes de los sucesos de Fátima, danzó igualmente el sol sobre Tilly-sur-Seulles, un pueblecito de Normandía.
Catorce días después de haberse aparecido la Virgen en Tyromestica (Checoslovaquia), el 27 de junio de 1947, a unos pastorcillos, muchas personas asistieron también al “milagro del sol”.
Milagro que se reprodujo el 8 de diciembre de 1949 en Herolsbach (Baviera), presenciado por unas 10.000 personas, y en Acquaviva-Platani (Sicilia) el 15 de abril de 1950, igualmente ante miles de testigos.
En este mismo año, el Papa Pío XII tuvo visiones similares, cuando paseaba por los jardines del Vaticano, estudiando varios documentos.
Pero dispongo además de otros testimonios para añadir a estos casos. Una señora conocida–que no sabía, por cierto, de la descripción del prodigio de Fátima ni de los otros fenómenos similares–, hallándose en Argentina, en una visita al santuario de Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás, en septiembre de 1987, fue testigo, junto a otras muchas personas, del mismo “milagro del sol”.
Se dice que la Virgen se había aparecido allí repetidamente a una señora, quien, en secreto de confesión, lo manifestó a un sacerdote. Parece que éste vio también, finalmente, a la Virgen.
Cuenta mi comunicante que, una vez en el templo, como eran muchos los fieles que en él se agolpaban, fue sugerido por el sacerdote oficiante salir a un campo lindante con la iglesia, al que se sacaría la imagen de la Virgen allí venerada, a pesar de estar lloviendo.
Parece que apenas sacar la imagen al exterior, cesó la lluvia y surgió un sol espléndido (lo mismo que sucedió en Fátima momentos antes del prodigio). Poco después, maravillados y aterrados, todos los allí presentes contemplaban cómo el Sol giraba en un asombroso torbellino de luces, despidiendo destellos de colores... Y más aún: observaron de pronto que sobre los cuerpos de los presentes, sobre las paredes... aparecían imágenes luminosas de pequeños soles, al tiempo que mi allegada notaba un intensísimo olor a rosas que le parecía brotar de ella misma. Como me lo contaron, lo cuento.
Pero si estos fenómenos no son bastante sobrecogedores, ¿qué decir de apariciones de ejércitos en los cielos? Y los antiguos estarían, por supuesto, mucho más atrasados que nosotros, pero no tenían porqué ser todos unos estúpidos ni unos visionarios. Algo vieron los que contaron los casos que siguen. ¿Cuál fue la causa de los que sus ojos contemplaron?
Dice Andreas Faber-Kaiser en “El Muñeco Humano”, donde relaciona muchos de estos fenómenos.
“¿Es que una gran parte de nuestros historiadores se han vuelto locos, o mienten? Porque si eso aceptamos, hay que convenir en que su locura tiene cohesión, al repetirse los fenómenos que describen en diferentes épocas y en lugares distantes entre sí, en culturas que aparentemente nada tienen en común. Y además, si esa locura o engaño aceptamos, ya nos podemos poner todos a revisar la Historia de arriba abajo, ya que son esos mismos historiadores en los que confiamos para edificar sobre sus testimoniosel bagaje de cultura que alimenta nuestros conocimientos”.
En el segundo libro de Macabeos (5, 1-3) se lee la narración de este fenómeno en el cielo de Jerusalén:
"Por este tiempo preparó Antíoco su segunda expedición contra Egipto; y por espacio de casi cuarenta días, por toda la ciudad aparecieron en el aire carreras de jinetes vestidos con túnicas doradas, armados de lanzas, a semejanza de cohortes, y escuadrones de caballos en orden de batalla..."
El historiador Flavio Josefo cuenta algo similar sucedido en el mismo lugar durante el siglo I de nuestra era.
Y Mateo de París refiere algo parecido ocurrido en 1236, en su historia Anglorum:
“También hacia esta época aparecieron en el cielo, a lo largo de las fronteras de Inglaterra y Gales, portentos de soldados armados con aspecto hostil.”
En textos de Tito Livio y Plutarco puede leerse que en el tiempo en que fueron cónsules Lucius Scipio y Norbanus, se oyó en Capua y Volturno “un gran ruido en el aire” y un espantoso ruido de armas, que duró por espacio de varios días, viéndose además cómo dos ejércitos luchaban entre sí”.
Según Tito Livio, en el año 214 a. JC fue visto en Adria un altar en el cielo y alrededor de él, formas de hombres con blancas vestiduras... Hubo quienes aseguraron haber visto legiones armadas sobre el Janículo, “lo que movió a la ciudad a correr hacia las armas”.
Refiriéndose al año 213, dice que “en el río, en Terracina, se vieron formas de naves de guerra que no tenían existencia. En el templo de Júpiter Vicilino, en el territorio de Compsa hubo un ruido como de armas, y el río, el Amiterno, era de sangre”.
Dice Julio Obsequens que en año 140 a. JC, en Prenesta y Cefalonia “parecieron haber caído imágenes del cielo” y que en 106 a. JC “se escuchó un alboroto en el cielo y parecieron caer jabalinas de él”.
Plutarco, en su obra “César” dice que, según el filósofo Estrabón, en el año 44 a. JC fueron vistas multitudes de “hombres incandescentes precipitándose de las alturas”.
Cuenta Plinio que, durante el consulado de Mario, aparecieron “ejércitos” en el cielo, unos procedentes de Oriente y otros de Occidente, que combatieron mucho tiempo entre sí, rechazando los orientales a los occidentales.
Al parecer, el hecho se repitió en 1535 en Lusalie o Lausitz, cerca de una aldea llamada Juben, hacia las dos de la tarde.
El 19 de julio de 1550, en Sajonia, cerca de Wittemberg, apareció en el cielo una figura semejante a un ciervo, rodeada de dos grandes y ruidosos “ejércitos” que combatían entre sí, cayendo sobre la tierra una lluvia de sangre. El Sol “se partió en dos pedazos », precipitándose a tierra uno de ellos.
Hay crónicas que cuentan que el 5 de diciembre de 1577 se vio en el cielo una nube de la que salió mucha gente “todos vestidos de negro, unos a pie y otros a caballo...”
Según los códices del historiador catalán Jeroni Pujades, el 30 de septiembre de 1604, “en la madrugada ya clara, en la villa de Pons o cerca de ella, hacia las Belianas, todo el obispado de Urgell, se vieron en el aire, pero muy bajos, cerca de la tierra, grandes escuadrones de gentes de armas que batallaban con gran furor y ruido de armas.”
Andreas Faber Kaiser, en “El Muñeco Humano” recopila como digo, estos y otros casos de extrañas visiones similares, en épocas y lugares muy diversos. Y reproduce también una historia tomada del libro “Historias prodigiosas y maravillosas”, escrito en francés por Pierre Bouisteau, Claude tesserant y François Beileforest, y traducido al castellano por Andea Pescione. Se trata “de un prodigio que el año de 1579 se vio en Vizcaya, cerca de la villa de Bilbao”.
Ya no estamos en los cielos, sino al nivel del suelo.
“Y este caso es tan infalible verdad –se dice en el texto-, que humanamente ninguna cosa lo puede ser más, y el ilustre y docto varón, el licenciado Diego Álvarez de Solórzano, corregidor que era entonces de Vizcaya, en Bilbao, hizo del caso bastante información, con gran número de testigos, todos gente fidedigna, y de ello envío relación a la Majestad del Rey don Felipe, nuestro señor, de esta manera.”
Dice el relato que el 16 de septiembre de aquel año, un vecino de la villa, rico e hijodalgo, llamado San Juan de Yssasi, estaba asomado a la ventana de su casa, mirando a unos hombres que estaban vendimiando y observó que parecían alterados, mirando atentamente hacia la otra banda de la hondonada.
“Y él fue a donde estaban los vendimiadores. Y vio que en lo más hondo de un valle entre dos cerros (...) había una caverna o cueva.
Y vio que de ella salían muchos cuerpos o bultos, como borregos o medianos carneros, unos con cuernos y otros sin ellos; unos eran de color blanco y otros tenían el color más oscuro, tirando a amarillo (...) y conforme iban saliendo de aquella cueva, se levantaban en el aire a la altura de cuanto con la mano se puede tirar una piedra y, allí se desvanecían y no aparecían más. E iban saliendo otros que, conforme se iban levantando por el aire, chocaban con los que ya descendían.
“Y duró aquel combate como un cuarto de hora y, mostrando siempre la misma grandeza, al cabo de aquel tiempo todos juntos se bajaron a la boca de la cueva. Y en un instante pareció que allí uno de ellos se había convertido en un buey, así en la forma como en la grandeza. Y era de color hosco, oscuro tostado. Y sin detenerse, se metió por la espesura de un robledal que allí había. E iba con tal ímpetu, que mucho ganado que había por allí de vacas, yeguas y mulas, se espantaron y corrieron en diferentes direcciones. Y el buey nunca más apareció.
“El cuerpo de aquel buey no parecía ser vano ni fantástico como eran los de los carneros, de los cuales fueron palpados algunos y resultaron “vacíos”, “no sólidos”, como así mismo lo mostraba la ligereza con que subían y descendían por el aire.
“Pero el buey cuando corrió parecía que iba rompiendo el suelo y en el momento en que él hizo de sí aquella conversión, salieron de aquella cueva otros dos animales semejantes, pero de mucha menor estatura. Y también ellos se emboscaron por el monte, aunque por diversos caminos.
“Después de aquello se vio que de la cueva salió gran cantidad de langostas, las cuales subieron por el aire a la misma altura que habían subido los carneros, y allí combatieron un poco entre sí, y después todas juntas fueron a caer en una vaguada que está frente a casa de San Juan de Issasi, consumiéndose de tal forma que no se vieron más”.
¿Qué pensar de todo esto? ¿Y qué pensar de las apariciones divinas? Aunque acepto la posibilidad de que sean auténticas y me gusta tratar el tema con mucho respeto, pienso también en la posibilidad de que seres de otra humanidad, intenten regular nuestros actos valiéndose de proyecciones holográficas. ¿No pueden ser las rosas de oro que aparecen en los pies desnudos de la Virgen, algo como unos electrodos que proyecten la imagen en el aire?
A Mahoma se le aparece en el cielo una figura gigantesca, que va agrandándose hasta cubrir todo el horizonte.
Las apariciones de Llanthony ocurrieron en una comunidad religiosa anglocatólica, en los terrenos del monasterio de Llanthony Abbey (Capel-y-Fin, Gales), entre el 30 de agosto y el 15 de septiembre de 1880. En la mañana del 30 de agosto de 1880 se apareció a una tal hermana Janet una sagrada forma fantasmal; en el crepúsculo del mismo día, cuatro niños de la comunidad cuyas edades oscilan entre los 9 y los 15 años afirmaron haber sido testigos de una aparición de la Virgen.
El sábado 4 de septiembre, como respuesta a un Ave María cantada, una luz que surgía de un arbusto se transformó en “una forma femenina rodeada de luz... con la cabeza y el rostro cubiertos por un velo”. Después, “apareció en la luz la forma de un hombre, desnudo, salvo lo que cubría un taparrabos... Cuando las dos formas se reunieron, desaparecieron”.
El acontecimiento culminante de la serie de apariciones ocurrió el 15 de septiembre: cuatro personas vivieron una breve, pero extraordinaria experiencia:
“Apenas habíamos comenzado a cantar el Ave María cuando los cielos y las montañas se abrieron en enormes círculos de luz, círculos que surgían de otros círculos. La luz se derramaba sobre nuestros rostros y sobre los edificios donde estábamos, y en el círculo central se encontraba una Majestuosa forma Celestial vestida con ropas flotantes. La forma era gigantesca, pero pareció reducirse a un tamaño humano a medida que se acercaba. La figura quedó de perfil, mirando al Santo Arbusto (el arbusto donde se apareciera la Virgen). La visión fue muy clara y los detalles también, pero todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos.”
¿Tiene estos fenómenos alguna vinculación con la aparición que tuvo lugar en la Bahía de La Habana en abril de 1982? Todo el mundo pudo contemplar cómo surgía en el firmamento una imagen blanca de la Virgen, sonriente, con los brazos tendidos hacia abajo, que desapareció rápidamente. Era obviamente un holograma proyectado.
En 1905, en España, apareció una extraña joven, sin ninguna clase de alas, evolucionando sobre algunas poblaciones. Ocurrió durante todo el mes de junio. Parece que fueron más de 240 las personas que contemplaron a la muchacha voladora flotando en el cielo y desplazándose incluso contra el viento. Una testigo dijo haber escuchado “una canción angelical” procedente de la aparición. Dos británicos fueron también testigos del hecho y llegaron a organizar una infructuosa expedición al lugar donde creyeron haber visto descender a la joven voladora...
Muchos son los misterios entre el cielo y la Tierra que esperan explicación. Sólo he entreabierto aquí algunos dosieres...
No hace falta mirar el cielo para hallar arcanos con los que nada ha podido hacer la Ciencia hasta hoy. Los ruidos misteriosos escuchados en algunas cavernas y otros lugares del mundo... El misterio de la construcción de las obras megalíticas y de su razón de ser... El enigma de las gigantescas figuras de la llanura de Nazca... El permanente misterio OVNI... y dos grandes secretos: el del Triángulo de las Bermudas y el de los círculos en los campos de trigo de Inglaterra, las famosas señales...
Los límites de este trabajo no me permiten ahondar en ninguno de estos temas.
Sí diré que la evidencia del misterio de las Bermudas es manifiesta. En ese Triángulo, llamado también de la Muerte o Tumba del Atlántico, desaparecen personas, buques –incluidos grandes navíos de guerra– y aviones. Se trata de algo muy real, pese a todos los detractores que este tema ha tenido.
Además de haberse avistado muchos OVNIs en el cielo, sobre esta misteriosa zona, se les ha visto también entrando y saliendo del océano.
Ivan T. Sanderson descubrió que en realidad son seis de estos triángulos o áreas los que existen en el mundo, donde se producen desapariciones inexplicables, pero comprobadas como ciertas. Tales triángulos se distribuyen en dos grupos de tres y están en la misma latitud. El primer conjunto está constituido por el Triángulo de las Bermudas (el más conocido y nombrado), una zona centrada en torno al Mediterráneo meridional y una tercera situada frente a las costas del Japón (llamada “Mar del Demonio”), las tres zonas entre los 30 y los 40 grados de latitud Norte. El segundo grupo está formado por zonas situadas frente a las costas de Australia, África e Hispanoamérica, entre los 30 y los 40 grados de latitud Sur.
El capitán Don Henry fue un testigo que sobrevivió a un suceso en el que su barco estuvo a punto de ser tragado por una fuerza invisible. Parece que se observó una sombra negra que oscurecía la porción del cielo, situada sobre el lugar del hecho, como si algún objeto desconocido sobrevolara ese lugar.
Se ha supuesto la existencia de bases submarinas de OVNIs. Yo voy más allá: pienso en la existencia de pasos submarinos y subacuáticos a bases estables sobre el lecho del mar.
Del misterioso caso de los círculos en los campos de trigo de Inglaterra: Han ido apareciendo últimamente unas misteriosas formas geométricas sobre los campos de trigo, que nadie sabe interpretar. Unas veces son círculos concéntricos perfectos sobre el núcleo central; otras, se trata de un extraño dibujo en el que se alternan círculos con trazos rectilíneos. Y siempre, las matas de trigo aparecen aplastadas con increíble precisión para marcar perfectamente esas figuras, alguna hasta de 300 metros de longitud... lo extraño es que las matas aparecen dobladas, pero no cortadas. Y en la actualidad esas señales se han reproducido en distintos puntos del planeta. Pregunta para los escépticos: ¿Se han confabulado los granjeros de distintos países para tramar un fraude a escala planetaria?
Todos los fenómenos apuntados, ya sea en el cielo, en el mar o en la tierra, han de tener una relación y una sola explicación. Alguien, por supuesto, nos trata de manipular.
Según la hipótesis de Andreas Faber-Kaiser, “una civilización desconocida decidió fabricarnos en un remoto pasado. Luego, en determinado momento alguien –ya sea esta misma civilización u otra-, operó en nuestros antepasados una mutación que definitivamente determinó nuestras características actuales. Desde entonces hasta hoy, han estado controlando nuestra evolución. Pero no solamente se han dedicado a controlarnos, sino que en determinados momentos históricos decisivos para la marcha de la humanidad, han intervenido directamente para encauzarla en uno u otro sentido.” Dentro de este contexto, actuarían para impresionarnos, analizar nuestras reacciones, imponernos unas normas de vida... No comparto del todo esa teoría.
Según las teorías de Erich von Däniken, hay puntos en el espacio y en el tiempo preparados por nuestros “superiores” para la generación de visiones. Ciertos impulsos “extraterrestres” harían que estas visiones se produzcan en los cerebros. Esto explicaría el misterio concreto de las apariciones religiosas. “La propia visión o aparición –nos dice-, no es extraterrestre: al vidente se le “presenta” la imagen según él desea verla. El vidente árabe “ve” a Mahoma o a Fátima, la hija más joven de éste; el hindú “ve” a Brama, a Visnú o a Siva, el indio americano a su Manitú, y el vidente católico, a Jesús, a la Virgen María, a los ángeles, a los santos. Cada uno de los destinatarios de las apariciones, proyecta las imágenes que fueron religiosamente fomentadas en su mundo de imaginaciones.” Esta es otra teoría para debatir.
“Creo –dijo por su parte Bernard Lovell, director del observatorio de Jodrell Bank, en 1969-, que debemos aceptar el principio de que existen seres superiores en algún lugar del universo, que tienen una inteligencia, una civilización y un nivel científico prodigioso. Frente a ellos, seríamos simios o cualquier especie aún menos desarrollada... Mi criterio es que dentro de pocos años tendremos una confirmación definitiva...”
Para concluir (por ahora) con este tema, diré lo que dije al comienzo de la exposición: Hay miles de millones de sistemas solares con posibilidad de mundos habitados en cada uno de ellos. No estamos solos...