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Debate sobre el ego

Grupo Elron
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Jorge Olguín: Tus palabras eran: “el pecado más grande del ser humano es el ego”.
Karina: Sí, que en realidad todos los pecados del ser humano giran alrededor del ego.
Jorge Olguín: Vamos a detallar.
Karina: No sé si estás de acuerdo con eso.
Jorge Olguín: Sí, sí, sí, pero, puntualiza, o da ejemplos.
Karina: A veces simplemente se pone a ver la televisión y recién había un médico que decía “Es nuestro tratamiento”, como a veces cuando los asesinos matan por ego... Todo es por ego. Todo es porque nos olvidamos de los demás y nuestras cosas -entre comillas- son más importantes que las de los demás.
Jorge Olguín: ¿Cómo definirías al ego?
Karina: Defínelo tú.
Jorge Olguín: El ego es protagonismo. Lo que pasa, que dije muchas veces, la gente confunde protagonismo con pedantería, con narcisismo, con una pose.
Karina: El ego es egocentrismo. Porque a veces el protagonista no está mal, protagonista con medida.
Jorge Olguín: Bueno, hay una variante. Hablamos de que si el orgullo es una de las raíces del ego o no, o una de las ramificaciones. Y hay orgullos que son orgullos sanos, como por ejemplo si tu hijo se saca una muy buena nota en la escuela o es abanderado, sentir eso es un orgullo sano, pero no es un orgullo de pedantería. Simplemente que te sientes orgullosa porque el chico estudió...
Karina: Y porque es tu hijo.
Jorge Olguín: No, me puedo sentir orgulloso también de un amigo, de que un amigo prosperó en su trabajo o de repente logró un proyecto, porque le tengo afecto y me siento orgulloso de él. Y eso no es un orgullo negativo. O sea, que...
Karina: Quiere decir que el ego hasta cierto punto es sano. Entonces, tenemos que definir cuál es el límite entre lo sano y lo insano.
Jorge Olguín: Veamos, veamos. El ego nunca es sano, porque el ego reclama, el ego no da. Y es sano cuando se brinda, no cuando se reclama. Pero, sin olvidar el orgullo, vamos a partir de la base de cuando la persona nace es un infante. El infante reclama, porque su mente reactiva lo hace reclamador. Reclama cariño, reclama calor, reclama alimento, reclama atención. Ese pequeño ser que se está formando reclama. Entonces en ese caso el ego es necesario, como es necesaria la mente reactiva. Salvando la distancia, es como el ejemplo que doy siempre de los antiguos trogloditas que no tenían armas para vencer a mamíferos superiores, necesitaban la mente reactiva para escapar sin pensar. No pensaban, directamente escapaban, o atrapaban al animal si era pequeño. Bien.
Karina: Pero el chico reclama porque es una mente reactiva, no porque tenga ego.
Jorge Olguín: El ego es fruto de la mente reactiva. El ego es fruto de la mente reactiva. El ego pide. El ego es un fruto directo de la mente reactiva. Lo que pasa que hay distintos roles de ego. Lo que pasa que ese pequeño reclama. Después cuando va creciendo ve que ese reclamo dio frutos, prosperó, sigue reclamando. Lo que pasa que ya no es necesario que reclame. Porque ya ese ser se va bastando por sus propios medios. Ya puede generar comida, ya puede generar trabajo. Sin embargo se mal acostumbró a reclamar y sigue reclamando. Y sigue tratando de obtener del otro, de sacar ventaja. Cuando es un niño, un infante, es hasta diría necesario que quiera sacar ventaja, porque no tiene los medios para lograr el alimento por su propia cuenta, ni siquiera sabe hablar cuando es un bebé. Entonces la única manera de reclamar es llorando.
Karina: Bueno, pero ahora dejando el tema de la niñez, en condiciones normales para un ser adulto, tratemos de redefinir el límite entre cuando es bueno y a partir de qué momento es malo el ego.
Jorge Olguín: El ego en ningún momento es bueno. Cuando nosotros hablamos de egocentrismo, a diferencia del egoísmo, porque la gente a veces confunde las dos palabras... Egocentrismo significa que todo gira en torno de la propia persona. Ego centrismo, gira en torno de la propia persona. Digamos que la persona considera a los demás como satélites y él es el planeta. Egoísmo es aquel que se quiere, y eso está bien, porque no podemos pretender el afecto del otro si no sentimos afecto por nosotros mismos. No podemos lograr el amor del otro si no sentimos amor por nosotros mismos. Eso está bien. Eso se llama autoestima.
Karina: Ok. La autoestima tiene que estar con medida, porque está bien que nos queramos, pero me sigue sonando mal la palabra egoísmo.
Jorge Olguín: La palabra autoestima se define por sí misma. Entonces no es necesario decir autoestima con equilibrio.
Karina: Autoestima. Egoísmo me suena mal. porque una cosa es tener autoestima: Yo puedo tener autoestima por mi persona, y que los que tengo alrededor me importen. En ese caso yo no soy egoísta. ¿Por qué tengo que decir que ese respeto que siento por mí es egoísmo? Me suena muy mal la palabra egoísmo.
Jorge Olguín: Dejando de lado el diccionario, que es muy encasillador de las palabras, egoísta es la persona que se acepta, es la persona que se quiere. Sucede que por un mal uso de la palabra se la confunde con mezquina, la persona que dice no te presto esto porque es mío. O no me toques esto. La persona que mezquina sus cosas. La persona que no da de sí. La persona que ni siquiera da su amor, ni siquiera da su afecto, ni siquiera da lo que tenga. Es la persona que acapara. Esa es la persona mezquina. Pero bueno, la gente lo confunde con egoísta. Pero está bien, está bien.
Karina: Como dijiste hace un rato, hay veces que, por ejemplo, sentirse orgulloso de que su hijo sacó una buena nota o porque un amigo sacó una buena nota. Digamos es una actitud del ego que no es mala. O sea que te da una alegría, pero tampoco causa daño a nadie.
Jorge Olguín: Si vamos a buscar el punto...
Karina: Por eso tratemos de definir a partir de qué momento el ego...
Jorge Olguín: Si vamos a buscar el punto, pero el punto más pequeño, del tamaño de un quark, sí, yo creo que todo acto está relacionado con el ego. Porque si Siddharta hace 2500 años iba en pos del desapego total, el desapego total indicaría que ni siquiera tenemos que estar orgullosos de respirar...
Karina: Desapego total tampoco tiene que ser por estar desapegado de todas las cosas, significa estar desinteresado de todas las cosas.
Jorge Olguín: Ese es el error de muchas personas que me consultan. Confunden el desapego con desinterés. Yo puedo estar desapegado de lo tonto, puedo estar desapegado de lo vano, puedo estar desapegado de aquello que verdaderamente puede causarme daño. Una persona que se desapega de lo vano no se ofende ante una chanza, no se molesta por una palabra fuera de lugar del otro porque directamente sabe que la palabra del otro no tiene poder. porque el poder se lo da uno. Pero una persona desapegada no se desinteresa del sufrimiento, no se desinteresa del hambre del otro, no se desinteresa de aquel que está caído. Una persona puede estar desapegada de las cosas vanas, pero no desinteresada de lo verdaderamente importante.
Karina: Por eso, que el desapego de lo material, hasta cierto punto es correcto. El desapego total es indiferencia.
Jorge Olguín: Siddharta seguramente hablaba del desapego de las cosas materiales, porque sabía que cuando desencarnara, ninguna cosa material, por más valiosa que fuera no se iba a llevar consigo.
Karina: Porque a mí de nada me sirve estar en un monte orando o meditando, y mientras tanto viendo que a un chico le está pasando algo malo y no me importe. Eso es totalmente equivocado.
Jorge Olguín: Por eso valoro tanto a Nagarjuna, porque varios siglos después de que desencarnara Siddharta, le dio énfasis a bodhisattva. Bodhisattva era aquel que renunciaba a la santidad para seguir mezclado con el pueblo. O sea, hoy desde mis valores, buenos o no, eso lo evaluará un tercero, le doy más importancia al bodhisattva que al Buda. O sea le doy más importancia al 9 que al 10. Siddharta no podía ser otra cosa que Buda porque era el que generó esa filosofía llamada Budismo. A partir de él, siglos después cuando había tantos seguidores de ese movimiento filosófico, Nagarjuna le dio énfasis justamente al bodhisattva, que es aquel que renuncia a la budeidad para trabajar junto con la gente. Trabajar en pos, junto con la gente. Y yo le doy más importancia a ese. Le doy más importancia a ese justamente porque entiendo que al refugiarse a orar en una montaña, uno no le es útil a nadie. El primero que fundó el movimiento lo tenía que hacer, porque no tenía otra que mostrar cómo era. Pero hoy creo que es más importante quedarse en el camino y arremangarse y luchar por el otro.
Karina: La mejor forma de enseñar es el ejemplo.
Jorge Olguín: Eso creo que es el desapego, el desapego por lo material. El desapego por lo material, y el apego por el servicio, que seguramente no es un apego. Simplemente es un gozo. Entonces, volviendo a lo que decíamos al comienzo. ¿Qué es el ego? El ego son roles, el ego son roles protagónicos. Son roles protagónicos que inducen al ser humano a equivocarse en forma casi permanente. Lo que decía a continuación, al comienzo, era que la gente confunde ego únicamente con pedantería, con posturas, con narcisistas, etc. Y ego también es la otra vertiente. Es la falta de autoestima, la persona que se siente incapaz de lograr cosas, la persona tímida, la persona incapaz de jugarse, la persona que vive en temor porque se desprecia a sí misma. Y uno dice, ¿Y eso es ego también? Si, por supuesto, porque también es otra forma de protagonismo.
Karina: El ego en su medida es sano. Si no hubiera una porción de ego, yo no podría tener autoestima por mí persona. El ego en su medida es sano. Cuando se pasa el límite, allí ya es dañino. Y, ¿cuál es el límite? El límite es, mientras ese ego, mientras esas actitudes que yo tenga, a mí, digamos, como ser humano, no me hacen hacerle daño a otra persona, el ego es sano. Que yo esté orgullosa de mi hijo porque sacó buena nota es sano. No le hago mal a nadie. Ahora, cuando mi ego lleva a que otra persona sufra, entonces allí es donde está el límite, en donde el ego pasa a ser pernicioso.
Jorge Olguín: Estuve muchos años estudiando si verdaderamente hay un ego sano, o donde están los límites...
Karina: El ego es como la libertad.
Jorge Olguín: Y entonces digo, ¿Qué es el ego? Y me dije a mí mismo, el ego como sí mismo no es nada, el ego son roles. Yo no puedo nombrar al ego si no nombro los roles del ego. El ego se divide en roles. Entonces, ¿los roles son sanos? No, porque los roles son protagonismo. Entonces, ¿hay ego sano? No, si se divide en roles. Vaya, entonces nos hemos puesto en una encrucijada. Porque habíamos dicho que sí hay un ego sano. Bueno, lo habías dicho vos. Entonces, ¿qué fue lo que yo me planteé años atrás?, porque yo llegué a una conclusión similar. Entonces dije, bueno, ¿cómo hago para transformar ese ego pernicioso en un ego sano, en un ego controlado? Tomando, como si los roles fueran pedacitos de algo, juntándolos, acomodándolos y controlándolos, controlándolos por sobre todas las cosas.
Karina: Ahora es lo que digo, ¿no? En realidad yo no creo que haya nada malo en cuanto al protagonismo, porque si en este mundo no tuviéramos protagonismo, hablo de protagonismo sano, no habría gente capaz de modificar cosas. O sea, tenemos un mundo donde muchas cosas, por ahí nosotros vemos y decimos, esto me gusta y hay un montón de cosas que no nos gustan. Si no hubiera gente que fuera protagonista, nadie sería capaz de cambiar las cosas que no están del todo bien. Entonces el protagonismo creo que es excelente, mientras se haga con humildad. Yo creo en el protagonismo con humildad.
Jorge Olguín: Entonces ¿Cómo se logra un protagonismo con humildad, si generalmente el protagonismo se dispara en función de reclamo? Siempre el protagonismo reclama.
Karina: No, no creo en eso. Yo creo en un protagonismo desde el amor. Desde decir bueno, yo tengo amor por mis hijos, por mi familia, por mis amigos, por la gente que me rodea, lleva a modificar cosas.
Jorge Olguín: Pero todo el mundo dice eso. Todo el mundo dice lo que estás diciendo. Pero fíjate que todo el mundo, y cuando digo todo el mundo siempre hay excepciones, siempre hay excepciones, eso lo aclaro para que no se atajen, siempre hay excepciones. Entonces, ¿cómo logro que esas palabras sean llevadas a cabo? Porque la gente dice, yo tengo un protagonismo sano. Pero después cuando llegan al ruedo, cuando salen a la arena, o cuando salen al césped, se arma el gran zafarrancho, porque los roles del ego hacen que la persona caiga de cabeza. Entonces vuelvo a las palabras que dije antes. Voy tomando los pedacitos de roles, los pedacitos de protagonismo, y los pongo en un yo central. Cuando yo fui armando en mi mente eso, dije, ¿Cómo lo denomino a esto? Integración de los roles. Entonces, al integrar los roles, el ego ya deja de protagonizar, de dispersarse, y el comando, por llamarlo de alguna manera, lo toma la conciencia interior, lo toma el espíritu interior. Ese espíritu de amor, ese espíritu que no reclama, ese espíritu que brinda, que todo ser encarnado lleva dentro.
Karina: Es decir, que los dos elementos para poder manejar los roles del ego serían la mente analítica y el amor. Ambas cosas conjugadas, serían los dos elementos que nos llevan a regular el ego.
Jorge Olguín: Claro, para que la mente analítica y el amor, de alguna, manera sean los que manejen el timón. Es necesario integrar los roles. Al integrar los roles el ego no desaparece, la mente reactiva no desaparece, porque la mente reactiva forma parte del ser humano, forma parte del espíritu. Sucede que al estar los roles acomodados, el ego está integrado. Al estar el ego integrado y en cauce, es como aquel río que está encauzado y no se desborda y no inunda. Ese es el gran problema. Entonces para concluir esta pequeña charla, lo importante es integrar los roles del ego.
Agradezco que mi parte espiritual me haya dictado esa técnica que hemos llamado psicointegración.

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