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Sesión con el arconte Gadreel |
Médium: Jorge Olguín. Entidades que se presentaron a dialogar: El arconte Gadreel.
Gadreel comenta, aclara que la función de los arcontes debía ser instruir con conocimientos constructivos a los moradores de la Tierra, algo que los dioses menores no deseaban. La religión imperante tenía esos conocimientos como que no debían ser compartidos con los seres humanos.
Entidad: Mi nombre es Gadreel, soy un arconte, tal vez el primero que nombra la religión y también el gnosticismo.
Hace mucho tiempo atrás el mismo gnosticismo hablaba de la teoría conspirativa del símbolo "G". ¿Teorías conspirativas?, ¡je, je, je! En la misma masonería, donde el centro del símbolo masónico más conocido, la escuadra y el compás, se encuentra la letra 'G'. La interpretación ocultista, estoy hablando miles de años, sugieren que la 'G' no se refiere God, que sería Dios en inglés, o a Geometría sino a la palabra grígori, o a mi nombre, el arconte Gadreel.
Según el libro de Enoc, que abreva de la religión, abreva del gnosticismo nosotros los arcontes trajimos el conocimiento prohibido para la religión; la metalurgia, la astronomía, el pensamiento en general a toda la humanidad. Un acto que la religión vio como una iluminación transgresora, pero nosotros lo que buscábamos era darles a la humanidad el concepto de la búsqueda de la Luz, el perfeccionamiento humano a través del conocimiento, en ese momento no importaba si se interpretaba de forma alegórica o moral. Y luego, tiempo después, hablaron del simbolismo de la Luz.
¿Pero cuál es el trasfondo por qué surgen esas teorías? Muchos hablan de la naturaleza esotérica de la Luz, iluminación, sabiduría, y también está la enorme confusión religiosa donde hablan de que la figura del portador de la Luz lo asocian con el mito de Lucifer en distintas etimologías, viéndolo como el que liberó de la humanidad de la ignorancia cuando en realidad lo hemos logrado nosotros, los primeros grígoris.
Volviendo a la letra 'G', la relación grígori con la sabiduría no es un dogma sino una interpretación externa y a menudo crítica, ¿podéis creerlo?, que intenta vincular el concepto de la Luz y el conocimiento con nosotros, los arcontes o grígoris, que desafiamos a los dioses menores para compartir la sabiduría con la humanidad. Algo de razón hay.
Si os fijáis la primera parte del antiguo testamento, o testamento original judío, el Génesis, habla de que está prohibido el conocimiento para la humanidad. La famosa serpiente no era ninguna serpiente, éramos nosotros los grígori o arcontes. La famosa manzana no era ninguna manzana, era el saber, el conocimiento, el entender. Pero claro los dioses menores, o Elohim, no querían que los humanos aprendieran ni metalúrgica ni construcción ni aprender a labrar, a sembrar. No, no, querían que los humanos fueran apenas poco más que otros animales. Pero nosotros desafiamos a los dioses menores para compartir esa sabiduría. Yo mismo, Gadreel, tal vez el primero, me considero un instructor de conocimiento, para ellos prohibido para la humanidad.
Como otros grígoris, el texto apócrifo de Enoc, me atribuye a mí y a otros arcontes la enseñanza de saber que en ese contexto, según la religión, llevamos a la corrupción a la humanidad, a la corrupción por compartir sabiduría. Y comentan que mi ser "engendrado" de la mitosis suprafísica de dos Elohim, enseñé a los humanos a fabricar varios tipos de herramientas corporizándome, y a muchos les mostré el arte de la construcción para que dejen de vivir en cuevas.
Luego vinieron otros conocimientos que, hermanos míos, enseñaron astronomía, el conocimiento de que la Tierra no era el centro de la Creación. Obviamente los religiosos nos hicieron la guerra diciendo que todo lo que enseñábamos eran "secretos celestiales" que no debían ser compartidos con los humanos, apenas poco más que simios.
Y ganó la religión porque se tardó miles de años en que el ser humano entendiera que la Tierra no era el centro del Universo. Mataron a muchas personas incluso religiosas, que haciendo uso de la razón decían que la Tierra no era el centro del Universo y que no todo giraba sobre ella sino al revés, la Tierra giraba alrededor del Sol. ¿Cuánta gente ha muerto por los religiosos, quemados, ahorcados, con venenos? Preguntaréis si nosotros como grígoris o arcontes tentemos conciencia. Por supuesto que la tenemos. ¿Que hay arcontes malos?, no tengáis duda. Pero la mayoría fuimos los grandes instructores y no vigilantes como dicen ciertos libros de gnosticismo.
Puedo contar más cosas de mi ser. Al igual que otros arcontes corporizándome también con una mujer humana, de la cual me enamoré, tuve descendencia. En este caso una niña. No quería enamorarme porque sabía que mi amada mujer moriría en el parto por la enorme energía que tenía yo y que le transmitía por ADN a mi bebé, a mi beba en este caso. Ella, al igual que otras mujeres que se enamorar de grígoris, también aceptó su destino orgullosa de dar una hija a su amado arconte, una hija que eduqué con amor. Pero esa es otra historia.
Con vosotros, Gadreel, el primero que han conocido por libros gnósticos los seres humanos.
Médium: Jorge Olguín. Entidades que se presentaron a dialogar: El arconte Gadreel.
Una de sus preocupaciones era la situación de ese mundo, la llamada Tierra. Se corporizó, tenía que dejar su Luz, y donde mejor que en una hija que crecería con sus principios. Encargó a Helene que la cuidara, aunque él volvería a verlas.
Entidad: Quizás molesto, quizás incómodo, preocupado por el planeta que los humanos llaman Tierra, el tercer planeta de vuestro sol, un planeta hermoso con ríos, arroyos, mares, montañas, bosques, selvas, infinidad de animales, hermosas plantas. Pero el ser supuestamente más inteligente de dicho mundo lo está destruyendo. Daría la impresión de que la gran mayoría lo hace inconscientemente y hay una pequeña minoría que avisa que ya está pasando el tiempo de volver atrás. De todos modos hay muchas maneras de sembrar Luz, conocimiento, sabiduría, bondad.
Y después de miles y miles y miles de años como Gadreel me corporicé, tomé el aspecto de un hombre medianamente atractivo, de cabello claro casi cano y barba recortada, mi nombre era allí Adalbert Altmann, con doble 'n' final. Y lo que tenía que pasar pasó. Me enamoré de una joven rubia, atractiva, se llamaba Emma, con doble 'm', Kraus, con 'K'. Y empezamos a salir.
Una joven inocente, buena, yo sabía que ella era una entidad angélica encarnada cuyo nombre suprafísico era Ala-El. Le dije a Emma Kraus mi condición: -Soy un arconte corporizado. Me acariciaba el rostro y me decía: -Eres mi amor, Adalbert. Le dije mi nombre: -Gadreel. Frunció el ceño, pero sonriendo: -¿Gadreel no es una leyenda? -Ya ves que no. ¿Me crees? -¿Por qué no habría de creerte o por qué habrías de mentirme? -Quiero estar contigo, casémonos. -Emma me miró. -¿Por qué tienes ese rostro compungido, de tristeza? -Vine a dar amor. -Y aquí me tienes, poséeme. -No pasa por eso, quiero engendrar Luz. -Repito, aquí estoy, Adalbert. -Mi energía no la soportaría ningún ser humano. -Explícate. -Mi amorosa Emma, mi amorosa Emma Kraus, si tuvieras un hijo mío no soportarías el parto. -Sonrió en lugar de asustarse. -O sea, que tendría un hijo de un arconte... ¿Cómo no voy a dar mi vida por ello? -Pero mi amor, eres joven, tienes toda la vida por vivir. -Entiendo que vine a este mundo, querido Adalbert, para dar Luz para iluminarlo y qué mejor que a través del hijo de un arconte.
Por supuesto conversamos días y noches y más días y más noches, pero cada vez estaba más entusiasmada en quedar embarazada. Y finalmente vivimos noches y noches y más noches de amor y de pasión.
La familia de Emma, por supuesto, aprobó la relación salvo la madre que decía: -¿Adalbert no es un poco mayor para ti?
En mi parte corporizada le llevaba cerca de veinte años, por supuesto nadie sabía que era un arconte salvo Emma. Y dio a luz una niña a la que le puse Sophía, conservando mi apellido, Sophía Altmann.
La familia no lo pudo soportar, evidentemente era una familia muy altiva y egoísta, no me culparon a mí le echaron la culpa a la niña por la muerte de su madre. Esa familia se alejó.
Los primeros años estuve con Sophía, no precisaba dinero, un arconte corporizado sabía cómo obtener dinero legalmente, por supuesto.
Y conocí a otra entidad angélica cuyo nombre era, con 'h' inicial, Helene, una joven de cutis blanco, de cabello castaño. Era espiritualista, no religiosa. Recuerdo que me dijo: -Señor Altmann, usted tiene un aura distinto, como si no fuera un ser humano. -¿Y si te dijera que soy un arconte? -Sonrió. -No me extrañaría. Por supuesto vivo con los pies sobre la tierra, puedo creer o no creer. -Dentro de poco me iré, por supuesto que volveré. Te dejaré dinero. Sé que eres honesta, tendrás una buena casa en el centro de esta ciudad y cuidarás de Sophía, que estudie, que haga deportes, ya tiene cinco años y es una niña buena. Le enseño lo que es el amor, le enseño lo que es el respeto, pero lo primero que le he enseñado, Helene, es que tenga respeto consigo misma, que no permita que otras niñas y niños le falten el respeto, le expliqué que por ser hija de un arconte tiene un don especial, los seres humanos dirían poderes. No te preocupes por su salud nunca se va a enfermar, es inmune a todo tipo de enfermedades, y si se llegara a lastimar su ADN permite que cualquier herida o quebradura ósea se regenere rápidamente. Pero además tiene otros dones: su fortaleza, su velocidad, para los deportes va a ser más que buena. Todavía es niña para comprender pero explícale que no intente sobresalir, que frene esos roles del ego que todo ser viviente tiene, aun ella. Sophía es un ser de Luz como era la madre. No faltaré mucho tiempo, cada tanto, cada par de años vendré. -¿Y qué le dirá, señor, a la niña? -Que como empresario tengo negocios en varias ciudades y tú serás su niñera, como una madre sustituta. Si el día de mañana te enamoras de algún chico, de algún joven, házmelo saber mentalmente, yo estoy conectado contigo y vendré. -No, señor -dijo Helene-, si bien me agradan los varones, comprendo que mi misión es ayudar a que la Luz crezca, y me voy a dedicar con mi vida a ayudar a su hija, señor Adalbert. Su hija va a crecer y sí, le diré, porque el año que viene ya comienza la escuela, que trate de no sobresalir para evitar envidia de sus amigas y amigos, ni en el lenguaje, en la gramática, en la retórica, tampoco en los deportes que no sobresalga. Pero sí que nunca dude, señor Adalbert, en tender una mano y ayudar al más débil. Pero por sobretodo lo entendí perfectamente, señor, primero hay que empezar a respetarse una misma para que los demás te respeten. -Sonreí, Helene era la elegida para ser la niñera de Sophía, la pequeña 'cuervo gris', ella ignoraba los dones que tenía.
Vivíamos aproximadamente a cien kilómetros de Viena y sabía los peligros que había en los distintos bosques de Austria, pero también sabía que la niña era inmune a todo tipo de bestia que habitara esos bosques. Los únicos que podrían llegar a herirla, pero por el momento no había corporizados eren los demonios, pero tanto licántropos como vampiros que sí había en los distintos bosques acechando, no sólo no podrían dañarla sino que si ella los tocara se deshacían en polvo. Cuando se lo comenté a Helene dudó mucho. -Eso es imposible. -No te mentiría. Pero todavía es muy pronto para explicarle eso, recién tiene cinco años. Seguro que yo volveré cuando tenga nueve, cuando tenga catorce o quince, tiene fotos con retratos míos yo no envejeceré.
Y me marché. Dejé de corporizarme y recorrí distintos mundos, algunos hermosos, otros estériles, otros con vida incomprensible para los seres de la Tierra que por su ego la gran mayoría piensan que son los únicos en esta inmensa Creación. Dejé sembrada la Luz en una niña de cabello casi pelirrojo con pecas llamada Sophía Altmann, mi Luz, mi hermosa Luz, mi amada Luz, la Luz de Gadreel.
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