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Entropía
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LA VERDAD SOBRE LA ENTROPÍA

Según las enseñanzas de Johnakan Ur-el

  La entropía es el segundo principio de la termodinámica que puede definirse esquemáticamente como el "progreso para la destrucción" o "desorden inherente a un sistema.

La entropía significa, expresado en términos vulgares, que todo va para peor o, lo que es lo mismo, que todo empeora o se arruina irremisiblemente.

La Segunda Ley de la Termodinámica es la más universal de las leyes físicas. En su interpretación más general establece que a cada instante el Universo se hace más desordenado. Hay un deterioro general pero inexorable hacia el caos.

Uno de los patrones fundamentales de comportamiento que encontramos en el mundo físico es la tendencia de las cosas a desgastarse y agotarse. Los edificios se derrumban, la gente envejece, las montañas y las costas se erosionan, los recursos naturales se agotan. Y todo sin retorno.

Originalmente, "entropía" surgió como palabra acuñada del griego, de em (en-en, sobre, cerca de...) y sqopg (tropêe-mudanza, giro, alternativa, cambio, evolución...).

El término fue usado por primera vez en 1850 por el físico alemán Rudolf Julius Emmanuel Clausius (1822-1888).

El físico Enrico Fermi, por su parte, uno de los padres de la bomba atómica, en su Thermodynamics, dice: "La primera ley de la termodinámica es esencialmente la afirmación del principio de conservación de la energía para sistemas termodinámicos. Como tal, puede expresarse del siguiente modo:

 

'La variación de energía en un sistema durante cualquier transformación es igual a la cantidad de energía que el sistema intercambia con el ambiente'. Esta primera ley no pone limitaciones a las posibilidades de transformación de energía de una forma para otra".

 

Esa posibilidad ilimitada de transformación es la base de toda la civilización del progreso.

La segunda ley de la termodinámica ya impone severas limitaciones:

 

"Es imposible una transformación cuyo resultado final sea transformar en trabajo todo el calor extraído de una fuente" (postulado de Kelvin).

 

La entropía del universo, por lo tanto, siempre aumenta y nada puede hacerse para evitarlo. Todo lo que existe pasa gradualmente de un estado ordenado a otro caótico y de este estado caótico no hay regreso.

El aumento de la entropía es, pues, irreversible y el destino del universo ya está trazado.

Se han utilizado muchos ejemplos para explicar la alteración o ruina irreversible de todas las cosas. Uno de ellos señala que si se rompe un frasco de perfume y todo su contenido se evapora, para que espontáneamente se vuelvan a reunir los pedazos e introducirse en el frasco otra vez su contenido, tal como estaba, según la ley de las probabilidades, es de una en uno seguido de un millón de ceros... ¡más que la edad del universo!

Esto significa, lisa y llanamente, que tal acontecimiento es imposible. Tan imposible como que, en el juego del Truco, un cuatro le gane al as de espadas.

Todo el universo conocido, creado por el Absoluto, está regido por esta ley inexorable. Los seres encarnados gastamos energía, y al reponerla mediante la comida siempre gastamos más de lo que damos.

Este principio también sucede con las máquinas, que consumen más de lo que rinden. Este es otro aspecto de la ley de entropía. Vemos, por ejemplo, un motor. El motor necesita de una fuente de energía para poder convertirla en trabajo.

Si pensamos específicamente en un automóvil, la gasolina, junto con el sistema de chispa del motor, proporciona la energía (química) de combustión, capaz de hacer que el vehículo se mueva. ¿Qué tiene que ver la entropía aquí?

La energía que el coche "utilizó" para realizar trabajo y moverse se gastó, es decir, se tornó inservible, porque la energía liberada mediante un proceso químico ya no es utilizable para que un motor produzca trabajo. Esto es la entropía.

Ahora veamos el segundo aspecto de esta cuestión. Cuando el espíritu evoluciona genera energía. Esto es una constante invariable.

Si el espíritu es del Error, es decir, de los planos vibratorios 2º y 3º, la energía que genera es negativa y esa energía que despide llega hasta los confines del universo, aumentando, por lo tanto, la entropía de éste.

Pero a medida que el espíritu evoluciona va generando nuevas energías, ahora positivas, es decir, de Luz, que al "salpicar", para decirlo de alguna manera, a todo el Cosmos compensan la vibración entrópica demorando el Big Crunch.

Si esto no sucediera, es decir, si el universo espiritual no se elevara, aunque sea en un porcentaje mínimo, el universo tendería a colapsarse en un Big Crunch mucho más rápidamente y los espíritus no podrían completar su evolución.

Esto, por lo tanto, es un axioma de la Creación: la elevación del universo espiritual retarda el colapso del universo físico hasta que todos los espíritus completen su evolución y se consustancien con el Absoluto, en cuyo momento el universo físico está preparado para el Big Crunch.

¿Qué sucedería, entonces, si no hubiera evolución espiritual? Pues que la entropía sería tan grande, tan grande, que el Big Crunch se colapsaría con una energía a tal punto inconmensurable que por la ley entrópica no tendría fuerza para hacer detonar otro Big Bang.

El Absoluto, como puede observarse, crea las leyes físicas y luego se somete a ellas, de la misma forma que el inventor de un juego también queda sometido a sus propias reglas.

De lo expuesto surge que están erradas las teorías que hablan de un solo Big Bang, así como también las que sugieren un universo en permanente expansión.

Cada Big Bang dura aproximadamente 40.000 millones de años y el universo se expande hasta los 20.000 millones, momento en el cual comienza la contracción hasta la Singularidad o Big Crunch, sucediéndole de inmediato otro Big Bang, pero de una octava más alta, y así sucesivamente.

Es decir que hubo infinitos Big Bang, seguidos de sus correspondientes Big Crunch, y en el futuro habrá infinitos Big Bang seguidos también de sus correspondientes Big Crunch y consecuente elevación vibratoria. El Absoluto se supera a sí mismo en cada ciclo.

Otra de las preocupaciones de los científicos se centra en la desaparición de los seres humanos junto con el universo físico a causa de la ley de entropía.

Esta preocupación parte del error de considerar al ser humano solamente como materia. El organismo físico es meramente una máquina que le sirve al espíritu, que es inmortal, para desenvolverse en el plano físico, y así aprender y evolucionar.

Esto significa que el espíritu utiliza un determinado organismo mientras le sirva a sus fines evolutivos. Cuando ya no le sirve, simplemente lo desecha y toma otro más sofisticado. Éste es el motivo de la ley universal de la reencarnación.

De más está decir que el nacimiento en el planeta Tierra es solamente una de las alternativas que tiene el espíritu para evolucionar, ya que hay innumerables mundos donde puede hacerlo.

Esto ya lo dijo el Maestro Jesús hace dos mil años para aquellos que estuvieran en tiempo de comprender: "En la casa de mi Padre hay muchas moradas...".

El organismo físico humano, por otra parte, es solamente uno de los miles de millones que existen en los mundos manifestados, de modo que el espíritu tiene una inmensa variedad de cuerpos para elegir de acuerdo a sus necesidades evolutivas.

El colapso del universo, por lo tanto, no afecta en nada al espíritu, porque siendo inmortal no depende en lo más mínimo de la materia para sobrevivir.