Índice

Psicoauditación - Arnold M.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión 04/07/12
Médium: Jorge Raúl Olguín
Interlocutor: Karina
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Arnold M.

Relató una vida en Austria en la que murió casi toda su familia a causa de un conflicto. Luego se trasladaron a Hungría donde conocieron a una pareja que les dio alojamiento y trabajo. Conoció a una chica que le encandiló pero ella no quería ningún compromiso estable. Destacó que es preciso no apegarse a los recuerdos aunque a él en estos momentos le cueste a causa del ego. Hay que seguir adelante por más situaciones lamentables que pasemos porque todo es aprendizaje. Al final comentó que su misión en la encarnación actual es dejar un legado de enseñanzas.

Sesión en MP3 (2.678 KB)

 

Interlocutor: Bienvenido...

 

Entidad: Gracias.

 

Interlocutor: ¿Cómo te encuentras?

 

Entidad: No lo sé.

 

Interlocutor: ¿Qué sientes?

 

Entidad: Indiferencia, no de mi parte sino del entorno. En distintas vidas he sufrido indiferencias, no en la última vida sino en una vida de tres siglos atrás. Encarné en lo que hoy se conoce como Austria y me llamaba Arnold.

 

Interlocutor: ¿Causalidad?

 

Entidad: Arnold Bergeder. Bergeder era mi apellido. Vivíamos en una aldea. Mi familia era no pobre pero sí trabajadora, éramos como una especie de pequeña tribu. Mi padre tenía diez hermanos más: eran 4 varones y siete mujeres. De pequeño teníamos infinidad de primos. Tenía tres primos prácticamente de la misma edad y jugábamos en el bosque y éramos absolutamente felices.

 

Interlocutor: ¿Y qué sucedió en esa encarnación que te marcara tanto?

 

Entidad: Lo de siempre: batallas, ataques. Vinieron de una región vecina y asolaron nuestra aldea. A papá lo mataron, a la mayoría de mi familia. Quedó solamente una tía hermana de papá. Mamá quedó con vida y un primo hermano, hijo de esa tía.

 

Interlocutor: ¿Tenías hermanos en esa encarnación?

 

Entidad: Dos pero también murieron, quedamos solamente cuatro de esa tribu. Cogimos las pequeñas cosas que quedaron -porque los invasores se lo llevaron todo- y nos marchamos de la comarca, nos marchamos.

 

Interlocutor: ¿Qué sentiste es ese momento? ¿Un dolor que deseabas encerraste en ti mismo, odio y deseos de vengarte? ¿Qué sentiste en ese momento?

 

Entidad: No, ni odio ni dolor. Sentí que no entendía, sentí como que mi mente no asimilaba, se negaba a aceptar esa pérdida. Pensaba que era un sueño que estaba viviendo despierto.

 

Interlocutor: Cuando el tiempo pasó, ¿lo pudiste percibir de otra manera?

 

Entidad: Nos alejamos de esa tierra. Quedaron un par de caballos, cogimos una carreta y nos fuimos al territorio que hoy es Hungría y allí empezamos nuevamente de cero. Mi tía tenía un poco de dinero y pudimos instalarnos y nos hicimos amigos de otra gente en Hungría. Había un señor que se llamaba Larios, una joven que era su pareja -no se habían casado-, ella venía de Alemania y se llamaba Ingrid. Nos acogieron muy bien, les contamos lo que había sucedido.

Él tenía una carpintería muy grande pero con mi primo aún éramos pequeños como para poder trabajar y  ayudábamos en lo que podíamos y nos daban unas monedas. Mamá y la tía cosían ropa, hacían costuras. De alguna manera ganábamos, como se dice típicamente, el pan de cada día y logramos salir adelante y así crecimos. Crecimos en Hungría.

De grande trabajé con Larios en la carpintería. Tuve desazón de que el primo enfermó de los pulmones y a los 21, en la flor de la vida, desencarnó. Al poco tiempo Larios quedó viudo, no habían tenido hijos. Él me quería como un hijo y me dejó su carpintería. Cuando cumplí 25 años quedé a cargo de todo. Dos años después Larios fallece y me hice cargo de mamá y de la tía.

 

Interlocutor: En ese momento que tú ya eras mayor y podías comprender mejor las pérdidas, ¿las percibías de otra manera?

 

Entidad: No, siempre fui muy quejoso. Quejoso significa que me quejaba igual de la vida. Mamá no estaba de acuerdo conmigo. Ella me decía:

-Le tienes que agradecer a Dios que nos dio la oportunidad en esta tierra el señor Larios, una persona tan noble. Mira, te ha dejado todo.

-¿Por qué tengo que ser agradecido madre? Hemos perdido en Austria toda la familia: hermano, primos, tíos, tías. Éramos 26 de familia y quedábamos cuatro. Ahora somos tres, ni siquiera estaba el primo. O sea, ¿por qué agradecido? ¿Porque quedamos nosotros con vida? ¿Y nuestros recuerdos?

 

Interlocutor: Y tú, como thetán, ¿cómo lo ves?

 

Entidad: Como thetán es como que soy desprendido de los apegos pero hay que estar en el plano físico, en el plano físico tienes apego por todo. Tú en el plano físico no conoces nada, no sabes de otras vidas, te crías en una religión determinada que te enseña...

 

Interlocutor: Te dogmatiza.

 

Entidad: Te enseñan incluso de castigos, de premios, que si te portas bien ganarás el cielo, o sea, no te portas bien por convicción sino por temor. Me parecía todo tan hipócrita, tan falso. Pero aun así era quejoso, me quejaba de mi vida, no era agradecido por lo que tenía. Y encima a los 18 años tuve una experiencia, una experiencia quizás insignificante, una experiencia que no tiene importancia.

 

Interlocutor: Dime cuál era, si la nombras es porque la recuerdas.

 

Entidad: Conocí a una joven que se llamaba Elisabeth. Empezamos a salir y,  bueno, no digo que me enamoré, quizás es lo que vosotros llamáis enamoramiento, deslumbre o lo que fuera. Ella tenía un carácter que vivía riéndose y contenta de la vida. Vivía con sus tíos. Sus padres habían fallecido siendo ella pequeña pero igual era alegre. Sí es verdad, la veía demasiado independiente pero yo estaba tan encandilado de sus ojos, de su risa que no me daba cuenta.

Tenía un amigo, Ferek -que después dejé de tratarlo- que me decía: -Elisabeth no es lo que tú crees.

Y me peleé con Ferek porque le digo: -Tú eres poco hombre de hablar así de una mujer.

Hasta que me enteré de que ella era independiente en los amores, no tenía un compromiso conmigo, no tenía un compromiso con nadie. Podía estar con uno, con otro y así era su vida. Pero la culpa era mía porque yo no me daba cuenta. Entonces es como que rompimos.

Otro amigo que se llamaba también Larios -igual que el señor de la fábrica de maderas- me dijo, quizá en una postura, como se diría hoy en pleno siglo XXI, machista:

-¿Y por qué no disfrutas del mientras tanto?

Le respondí: -Porque me hace daño. Porque cada vez que estoy con ella me deslumbro aún más y yo no la considero un objeto de deseo, yo la considero un alma para amar.

Y él me respondía: -Pero si ella no se considera te libra de responsabilidad, te deslinda.

Pero no acepté, preferí cortar. Entonces entré en ostracismo, me encerré y me quejaba de la vida. Fui quejoso de la pérdida de Elisabeth, fui quejoso de mi familia.

Un año y medio después fallece la tía y quedo con mamá. Mamá prácticamente a veces me confundía con papá, me miraba y me di cuenta como que había perdido la razón, como que tenía una enfermedad que le afectaba a la mente. Cuando cumplí 30 mamá también desencarnó.

 

Interlocutor: ¿Crees que, de alguna manera, sigues siendo quejoso en esta encarnación o ya esto no te sucede?

 

Entidad: Mi rol como Arnold actual no es conforme del todo con las circunstancias y a veces no puedo ser impersonal porque yo me identifico con cada rol quizá porque yo, como thetán, también tengo ego, no estoy del todo desprendido de ego, entonces me identifico. Pero si tuviera que despersonalizarme y decirle cómo tendría que actuar él le diría: "No puedes modificar lo que ya está hecho, puedes modificar lo que está por venir porque lo que ya está hecho te puede traer alegrías o lastres de acuerdo a lo que hayas vivido".

Los recuerdos son importantes si sabes entender que son recuerdos nada más. Es como que tú ves una hermosa película -capaz que incluso si es dramática puedes hasta llorar- y una vez terminada la misma vuelves a tu vida real porque sabes que es una película, que te va a quedar grabada en tu recuerdo pero sabes que es una película. En nuestra vida real también podemos darnos cuenta de que es una película. Esto pasó, perfecto. ¿Lo vamos a olvidar? No porque la memoria queda para siempre pero terminó ese capítulo. Vamos al nuevo capítulo. ¿Que ese capítulo viejo nos dejó secuelas? Sí, obviamente.

 

Interlocutor: Quizá la palabra no sea quejoso, quizá es propio de tu manera de ser como thetán el no resignarse, a veces sentirse impotente ante situaciones injustas. Y esa misma impotencia es la que a ti quizás te dé bronca y digas "No, no acepto esto, esto no lo quiero, no puede ser y por qué a mí”. El quejoso es: "Qué fea la comida, que feo es el día, que feo es esto...", es el que se queja de todo. Pero por lo que tú me dices tú te quejas por situaciones que han sido dolorosas, injustas.

 

Entidad: Pero no es solamente eso. A veces no sabes cómo seguir porque a veces no te atreves, porque si recibes bofetadas ya no quieres asomar más el rostro por la ventana. Lo digo de manera figurada.

 

Interlocutor: Pero sabes que hay que hacerlo.

 

Entidad: Sí, hay que hacerlo.

 

Interlocutor: ¿Cuál sería tu misión en esta encarnación?

 

Entidad: Mira, eso es lo que la mayoría de los seres encarnados quieren saber, cuál es la misión, como si cada uno de los seres encarnados fuéramos salvadores de la humanidad.

 

Interlocutor: ¿Podríamos empezar, entonces, por cuál es tu lección a aprender en esta encarnación?

 

Entidad: Quizá la lección aprendida y la misión vayan de la mano: el poder dejar un legado. Pero cuando hablo de legado no hablo de obras maestras como grandes obras escritas o grandes monumentos. Dejar esas enseñanzas a gente de tu entorno aunque sea. Pero, claro, para dejar esas enseñanzas primero las tienes que incorporar a tu persona. ¿Cómo puedes legar lo que aún no posees?

 

Interlocutor: Exacto.

 

Entidad: Tienes que poseer para dejar legado y hablo de poseer cosas...

 

Interlocutor: Tienes que tener algo primero para poder darlo.

 

Entidad: Sí, algo que el resultado valga, que el resultado sirva, que el resultado sea útil. Un excelso Maestro dice que no puedes tender una mano al otro si no estás tú de pie primero.

 

Interlocutor: ¿Cuál sería la sugerencia para que se ponga de pie? ¿Por dónde empezar?

 

Entidad: Pero a veces nos ponemos de pie y luego resbalamos o nos tumban. ¿Y cómo podemos hacer? Yo creo, y esto no es una suposición...

 

Interlocutor: Con fuerza de voluntad, es lo único que nos queda.

 

Entidad: No, yo creo que hay algo más y esto que cualquier Maestro me lo debata si no es así. Yo creo que hasta el último día de nuestra encarnación yo, tú misma, este receptáculo que me alberga tan gentilmente, vamos a tener toda la vida obstáculos y no es ser pesimista es ser realista. El tema es tener la suficiente voluntad, perseverancia como para incorporarnos y poder sanar esas cicatrices. Pero aquel que me diga que si yo de repente no tengo engramas que me condicionen o puedo superar mis roles del ego mi camino va a ser liviano y liso, honestamente no se lo creo. Si se trata de tener una fortaleza interna como para poder saltar esos obstáculos o bien si te caes -tómalo como un pequeño resbalón, más no puedo decir porque no existe la adivinación- quizá no haya un resbalón, quizá venga un tremendo tornado y te lance contra una pared y te haga trizas. No importa, vuelves a levantarte.

La única contra es que a veces el cuerpo y el alma -cuando digo alma no me refiero a mí como thetán, como espíritu, sino que me refiero a algo interno de cada ser encarnado- a veces el alma te va doliendo más, a veces las cosas te van doliendo más, a veces las cicatrices no son externas, son internas. Entonces, no es lo mismo hablarlo que llevarlo a la práctica.

Alguna vez conceptué que un thetán -incluso lo dijo también un Maestro de Luz- las espadas de Toledo las ponen en agua helada y luego en hierro candente para templarlas. Y eso es lo que hay que hacer con el alma, templarla, que pase por alegrías y sufrimientos. Pero supongamos que no la sabes templar y esa espada se parte. ¿A veces no tenemos miedo de que nuestra alma se parta? Lo digo de una manera figurativa.

 

Interlocutor: Bueno, en el plano físico lo que decimos es: "Hasta que mi cuerpo aguante".

 

Entidad: Exacto, querida interlocutora, a eso me refiero. Entonces está bien que avancemos pero está bien también que seamos previsores y miremos.

 

Interlocutor: ¿Cuál sería una sugerencia para templar, como dices tú?

 

Entidad: Primero, voy a utilizar una palabra del plano físico del siglo XX: no ser psicóticos. Tampoco sospechar de todo y de todos ni pasar al otro extremo de confiar en todo el mundo. Estar alerta y tener un equilibrio justo, un centro medio porque tampoco puedes vivir ocultándote o encerrándote en un cascarón, como tampoco puedes poner el pecho libremente a las lanzas. Entonces, ve el equilibrio justo. Ese sería el consejo que yo le diera a Arnold. Ese es el secreto.

Y te agradezco mucho el haber permitido explayarme. Gracias.

 

Interlocutor: Gracias a ti por estar aquí. Mucha Luz para ti y para tu 10%. Hasta todo momento.