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Psicoauditación - David G.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

Sesión 12/09/2020 Gaela, Eliseo

Sesión 16/09/2020 Gaela, Eliseo

Sesión 21/09/2020 Gaela, Eliseo

Sesión 20/10/2020 Gaela, Eliseo

Sesión 07/05/2021 Gaela, Pedro

Sesión 11/02/2023 Gaela, Stéfano


Sesión 12/09/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de David G. (Racorel)

La entidad relata una vida en Gaela, donde en aquel tiempo, o uno aceptaba al dios de los libros o se lo ejecutaba. Pero escuchó a Axxón hablar del Dios verdadero y no coincidía con el dios que adoraban en el templo. Aunque sus padres eran súperreligiosos tendría que averiguarlo. Y quedó para ir a sus sermones.

 

 

Sesión en MP3 (2.049 KB)

 

Entidad: Mi nombre, como thetán, es Racorel, del plano 3 subnivel 9. Tengo engramas muy antiguos, tan antiguos que sorprenden, pero voy a comentar el porqué son tan antiguos.

 

Del otro lado de nuestra galaxia, la Vía Láctea, a cien mil años luz de distancia hay una estrella muy muy similar a nuestro Sol, y su tercer planeta se llama Gaela. Es un planeta gemelo a la Tierra, a la que denominamos Sol III por ser el tercer planeta después de Mercurio y Venus. Pero así como Gaela está a cien mil años luz, del otro lado de la Galaxia, los hechos que voy relatar ocurrieron hace cien mil años, esto significa que si tuviéramos un telescopio tan potente como para poder ver los hechos que ocurren en ese mundo serían los hechos que ocurrieron justamente cien mil años, porque es el tiempo que tarda en llegar la luz de Gaela a Sol III.

Pero el relato ocurrió un poco más atrás de cien mil años, dos mil años atrás. Sería cuando comienza a contarse la época, el año cero sería, o un poquito más atrás.

 

Mi nombre era Eliseo, nací en Nebrón, al este del mar interno, en Gaela.

Nebrón ya no era independiente porque Lizia, gobernada por el emperador Marcelus se había apoderado de casi todo el continente, y Nebrón pasó a ser una provincia.

Algares, el rey de Nebrón, tenía autonomía pero obviamente pagaba impuestos a Lizia.

Marcelus, su emperador, había dejado como prefecto a Tulio y a muchos miles de soldados lizianos, porque Nebrón le convenía, porque era una provincia rica, porque trabajaba con telas, porque era uno de los mejores lugares para pescar.

Había muchísima gente rica que tenía varios barcos de pesca, comenzando por mi familia.

 

Mi padre, Bernabé, tenía varios barcos de pesca. Mi madre Elisa no tenía ni voz ni voto, como todas las mujeres de Nebrón. Las costumbres de Nebrón eran unas costumbres donde el hombre era el jefe del hogar y la mujer era la acompañante, no más que eso. Eso sí, todos los fines de semanas iban al templo. ¡Aaah!, fanáticos del templo.

 

Yo respetaba la figura de Dios pero no me terminaba de cerrar del todo, un dios vengativo. Había libros de la ley, escritos donde hablaban de la venganza, del castigo, de muertes. Yo pensaba "¿Pero qué es eso, qué es eso, cómo puede ser?". No me imaginaba a Hashem, el vengativo Hashem, como un dios de amor.

 

Tenía varios amigos: Joaquín, Josías, Naúm y el joven Josué. Josué era jovencito, un mozuelo, y sin embargo tenía mi mismo pensamiento.

Él me decía:

-Mira, mira, Eliseo, yo pienso que Hashem es un dios tribal, pero creo que hay  "alguien" más alto que abarca todo.

Lo miraba, me sorprendía el joven. Y le preguntaba:

-¿Y tú cómo sabes tanto?

-Porque escuché a un hombre.

-¿A un hombre?

-Sí, un tal Axxón.

-¿Axxón? No conozco nada de Axxón. ¿Quién es?

-Fui a alguno de sus sermones y luego nos juntamos.

-Pero en qué momento, si trabajas para mi padre...

-Los fines de semana.

 

Porque padre Bernabé sabía que a mí no me gustaba la pesca y me despreciaba: "Aprende de mí, he comprado dos nuevas barcazas y tengo varios empleados. Por supuesto que pago impuestos pero me queda bastante dinero. Eso sí, colaboro en el templo y los escribas me quieren".

Yo pensaba, padre está enceguecido, no quieren a su persona, quieren a su dinero, a su aporte. Y él, como todos los que iban al templo, se rasgaban las vestiduras mostrando como sufrían si Hashem los despreciaba porque no lo adoraban como era debido.

No tenía otra solución que trabajar con padre, pero quizá era torpe con las manos, quizá me incomodaba pescar.

Padre me decía:

-¡Ja, ja! Ni para eso sirves, ni para pescar. En invierno sientes frío, en verano te agotas de calor. ¿Qué vas a hacer de tu vida?

-Estudio con los escribas... -Ahí padre me miró de otra manera.

-Bueno, acomódate con ellos, que te den un puesto, por lo menos vas a ser respetado, porque yo en este momento no te respeto.

-¿Y madre? -Me miró.

-Elisa no opina. Y era cierto, madre no abría la boca, la palabra de padre era sagrada en casa.

 

Finalmente padre prácticamente no trabajaba tenía bastantes empleados, él manejaba el dinero, él llevaba las cuentas y le rendía al templo; y obviamente al prefecto Tulio. Tulio contento con padre. Que alguien de Nebrón no sólo no cause problemas sino que coopere para llenar las arcas de Marcelus, el emperador de Lizia...

 

Me sentía despreciado, disminuido, con baja estima. Lo conversaba con mis amigos Naúm, Joaquín y Josías. Ellos reían.

-¿Por qué te complicas la vida?, porque eres tú tan complicado, Eliseo. ¿Porqué no te dejas fluir, porqué no estudias los libros de la ley? Claro, te gusta sufrir, quieres que Hashem te castigue. Pero Hashem  no te va a castigar a ti, Hashem  va a mandar la peste a todo Nebrón por culpa tuya.

Los miraba a Joaquín, a Josías y a Naúm.

-¿Estáis hablando en serio?

-¡Por supuesto. Déjate de blasfemar!

 

Y entonces tuve que planificar otra estrategia, no hablar mal de ese supuesto dios tribal, no decir nada. Tratar de portarme bien, ir al templo los fines de semana, aparentar sufrimiento... ¡Ah! ¿Pero eso no era ser hipócrita?, ¿eso no era peor?, ¿eso no era ser igual que todos?

A veces lo envidiaba a Josué. Siendo tan joven, tendría quince, dieciséis años, y tenía una facilidad para pescar con las redes... Y encima, como era menor, padre le pagaba menos, pero a él no le importaba.

Un día hablé con Josué, y le dije:

-¿Tú no tienes familia?, ¿por qué trabajas para papá Bernabé?

Josué me decía:

-Mis padres son muy religiosos. Tú hablas de los tuyos..., no quisieras conocer a los míos. Viven hablando de Hashem, de la prosperidad que les da, de que Nebrón es el centro del mundo y de que si bien el poder lo tiene Lizia con su emperador Marcelus... ¿Que van a conseguir, el poder terrenal? Hay algo más allá.

-¿De qué hablas, dónde has escuchado eso?

-Te lo dije. Hay un hombre que se llama Axxón, y a veces nos quedamos conversando varios con él. Y participo mucho de la conversación y pregunto. Es un hombre serio pero más de una vez lo he hecho reír. Y a veces, cuando no voy, al día siguiente me dice: "Te esperaba y no has venido". Y le respondía: "Tuve que trabajar para ganar dinero extra, así mis padres están tranquilos si ven que yo trabajo. Y me obligan también a ir al templo"

Y le preguntaba a Josué:

-Y Axxón, ¿qué te responde?

-Que no los contradiga. Que pueden dominarme como ser humano, pero lo que no pueden dominar es mi pensamiento y mi ser interno.

-¿Cómo, tu ser interno? -le pregunté.

-Claro, la esencia interna mía.

Le dije:

-Me gustaría que...

-Dilo, dilo, Eliseo.

-Me gustaría, Josué, que pudiera acompañarte a conocer a ese tal Axxón.

-¡Pero por supuesto! Las reuniones en el templo son de mañana y los sermones que da Axxón en las afueras son por la tarde.

-Bien. Este fin de semana entonces iré contigo. ¿Le comento a Joaquín, a Josías y a Naúm?

-No -dijo el joven-. Yo sutilmente he hablado con ellos y son muy religiosos. Y uno de ellos, Josías, habla con los lizianos. Los lizianos, si bien no creen en Hashem, lo que no quieren es que haya disturbios en Nebrón, quieren que obedezcan, que paguen los tributos, que vayan al templo, que trabajen, que estén con su familias, pero que no alboroten. El propio Tulio, el prefecto, dice "Si ven alborotos los arrestan, y si el alboroto es demasiado los ejecutan".

 

Se me hizo la piel con los vellos parados. Quizá de la impresión de imaginarme cuando cogían un madero los soldados y a los muy rebeldes los clavaban y se desangraban hasta morir.

-¿Pero entonces, Josué, no es riesgoso acercarnos a escuchar a Axxón?

-No. No. Te enriquecerás. Confírmame entonces, que iremos juntos. -Lo miré al joven y pensé "Si es tan chico y sabe tanto, evidentemente Axxón debe enseñar bien". Y quería conocer lo nuevo, porque Axxón hablaba de otro Dios, de un Dios supremo, de amor, dejaba fuera la venganza, los sacrificios; solamente la Luz. Bueno, esa era mi forma de pensar.

 

Estaba impaciente que pasaran los días para que llegara el fin de semana. Mientras tanto, obediente, trataba de no incomodar a papá Bernabé y a seguir la rutina, una rutina que no me llenaba por dentro.

 

Gracias por escucharme.

 

 


Sesión 16/09/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de David G. (Racorel)

Y asistió a los sermones de Axxón. Era todo nuevo, distinto a lo que le habían inculcado. Ahora podía distinguir un dios falso del verdadero Dios. Pero quería seguir, tenía mucho que aprender.

 

Sesión en MP3 (3.319 KB)

 

Entidad: Mi nombre es Racorel, plano 3 subnivel 9. Recordando una vivencia de cien mil de vuestros años atrás, una vivencia en Nebrón, donde tuve amigos, donde mi propio padre Bernabé me despreciaba porque tenía otro tipo de ambiciones y no quería de alguna manera cooperar con su empresa de pesca.

Cuando me hablaron de Axxón, hijo de Ruth, me sentí como que me podía aferrar a una luz. Y averigüé todo lo que podía.

 

Uno de los más cercanos a él era un joven, Josué, que trabajaba con mi padre. Josué buscaba ser más independiente, y entonces al trabajar con mi padre lo alejaba del control religioso de su familia. Al igual que yo, no creía que el vengativo Hashem era el verdadero Dios.

Recuerdo que el joven me dijo:

-Mira, ven conmigo, Eliseo. -Yo ya estaba mentalizado de ir a la reunión donde daba sermones Axxón, pero me dijo-: Antes de ello te presentaré a Tadeo.

-¿Quién es Tadeo? -pregunté.

Me dijo:

-Es el discípulo amado del Maestro, tiene mi edad. -Primero estaba como reticente.

-Tiene tu edad, es muy joven. ¿Qué podría contarme?

Josué me miró sonriendo, y me dijo:

-Eliseo, puede contarte la historia de Axxón, en las conversaciones que tuvo con él.

-Pero -objeté-, ¿no son temas personales?

-No, Axxón no tiene nada que ocultar, él lo que hace es transmitir la Palabra de su Padre, del verdadero Dios.

 

Y lo conocí. Era un joven que tenía una tremenda admiración por su Maestro, abnegado, sufrido, a veces pidiéndole prudencia a su Maestro para no agitar a los soldados de Lizia que obedecían a Marcelus, el emperador.

Eran épocas donde Tulio, el prefecto que obedecía a Marcelus, estaba bastante molesto porque había muchos disturbios en Nebrón, y eso que era la provincia más rica del medio oriente. La hubieran barrido del mapa si no fuera por los grandes impuestos que obtenía Lizia de los comerciantes,. Y lo que menos hacía falta era un agitador, ya habían clavado a varios en maderos con sufrimientos espantosos. Pero Axxón, por el momento, se mantenía en perfil bajo.

Recuerdo que nos sentamos con los dos jóvenes, con Josué y con Tadeo.

-Cuéntame de tu Maestro.

Tadeo me dijo:

-Qué puedo decirte, es un ser especial. Su mamá se llama Ruth.

-¿Y su padre?

-Nunca se supo, nunca se supo. La misma madre dice: "Entiendo que no tengo la memoria...".

Cometí una irreverencia, una torpeza. Hablé con los muchachos, tanto con Tadeo como con Josué, y le digo:

-Pero qué, ¿la señora Ruth tuvo muchas..., como decirlo, muchas experiencias que no sabe quién es?

-No, no sigas, no sigas por ese lado, Eliseo. -Cortó firmemente el joven Tadeo-.  Ruth es una mujer maravillosa, respetuosa de todo, de la ley. Y estamos muy agradecidos a Jeremías.

-¿Jeremías?

-Jeremías ya no está más con nosotros, la esposó a Ruth para evitar ser expulsada de Nebrón, porque imaginaos una mujer religiosa soltera, embarazada, podía ser hasta lapidada.

-Entiendo. Disculpad mi pregunta, entonces.

 

Y llegó el día, y estuvimos en una especie de recinto grande en las afueras de Nebrón. La ciudad era pequeña, se llamaba Néxer.

Axxón comentó:

-Escuchadme, he venido a dar Luz, a dar conocimiento. He venido a traer paz, a sofocar todo tipo de rebeliones. Existe algo más allá de lo visible, que es donde habita mi Padre.

Uno de los presentes le preguntó:

-¿Y quién es Hashem, ese dios tribal, vengativo que adoran en el templo?

-Es una esencia de Luz creada por mi Padre para cumplir con el trabajo de crear vuestra esencia que os anima.

-¿Nuestra alma?

-Vuestra alma, sí.

-Al igual que la tuya.

-No -negó Axxón-, mi esencia fue creada por mi Padre. Soy una especie de prolongación de mi padre para poder transmitir en todo Nebrón su Palabra. Muchos de vosotros seguirán vuestra vida, seguramente entenderán e interpretarán mi mensaje pero se dispersarán, no lo llevarán a cabo. Incluso muchos de los que hoy festejan lo que os digo, el día de mañana me darán la espalda para no quedar mal ante los lizianos, que son los que verdaderamente mandan en todo Nebrón. ¿Qué os puedo decir?, aun sabiendo todo eso mi misión es transmitir la Palabra de mi Padre y explicaros que hay otra vida más allá de la vida.

Uno dijo:

-Eso no lo entiendo. En los libros de la ley dice que si no amamos, si no adoramos a Hashem seremos castigados con el fuego.

Axxón lo miró al hombre y le dijo:

-¿Y a ti te parece amor eso? ¿A ti te parece que un dios de amor puede exigir que lo amen? ¿Acaso el amor no es espontáneo? ¿Acaso la gratitud no es espontánea? ¿Acaso la misericordia no es espontánea? ¿Acaso la compasión no es espontánea?... ¿Desde cuándo todo eso se ordena? ¿Si tú amas a tu hijo, te tienen que empujar para que lo ames o te nace de adentro de tu corazón o te nace de adentro de tu alma? Si tú amas a tu madre o a tu padre, ¿quien te empuja para ello, o sale de ti? No. No hay dioses vengadores, hay dioses de Luz. Hashem no es el único dios menor creado por mi Padre, hay otras tribus a lo largo de este mundo que también profesan religiones de premios y recompensas, religiones de castigos, religiones de miedo. ¿Desde cuándo el amor es miedo? ¿Desde cuándo la misericordia es miedo? ¿Desde cuándo el tender una mano al otro es obligatorio? ¿Desde cuándo el abrazarte con un hermano tiene que ser un acto que lo haces para que te miren? "¡Oh! Qué maravilla, qué maravilla, Salomón, mira cómo quiere a sus hermanos, cómo quiere a sus hijos".

Uno preguntó:

-¿Y qué pasa con las mujeres?

Axxón a su vez repreguntó:

-¿Cómo qué pasa con las mujeres? Nos anima la misma esencia que a las mujeres. Lo puedo decir de mi madre, Ruth. Entiendo a donde vais, porque comen aparte de los varones. ¿Por qué esa costumbre tan absurda? ¿Por qué el padre tiene que pagar una dote para sacarse a su hija de encima porque ya le molesta, porque la trata como un ser inferior? Esas son las enseñanzas de Hashem, despreciar a un ser igual a vosotros, a un ser abnegado como es la mujer, a un ser sacrificado y no reconocido. ¿De verdad queréis eso?, ¿no es mejor la igualdad, la fraternidad?

Levanté la mano y Axxón me miró con dulzura:

-Pregunta.

-Mi nombre es Eliseo. ¿Qué significa fraternidad?

-Hermandad.

-Pero no somos hermanos, nacimos de distinta madre.

-No se trata de lazos de sangre. He visto hermanos que se alejan, que se pelean por la herencia cuando muere el padre, a ver quién se queda con ese terreno, con los animales, con el dinero. No. Estoy hablando de otro tipo de fraternidad, esa fraternidad que va de corazón a corazón, esa fraternidad que va de interior a interior, de una persona a la otra. Esa fraternidad que enseña mi Padre. No se trata de tender una mano para que todos miren y digan "¡Qué bien!". No. No necesitas mostrarte, no necesitas darte a conocer de que haces buenas obras, porque eso es conveniencia, eso es apariencia y puede a llegar a ser hipocresía.

-Lo entiendo, lo entiendo, querido Maestro -exclamé-, me presentaron a vuestro discípulo, a Tadeo, y él me explicó algunas cosas.

Axxón lo miró al discípulo, sonriendo. Le acarició la cabeza y le dijo:

-Todavía es joven, todavía tiene mucho por aprender, pero me ha dado la satisfacción de que no encarné aquí de forma estéril. Incluso vosotros, los que estáis aquí escuchándome, me hacen sentir bien. A muchos les quedará plantada esa semilla en vuestro corazón, y eso para mí es suficiente. Otros seguirán con sus vidas, con sus rutinas. Pero quiero sembrar esa semilla, que es amor.

El otro joven, Josué, dijo:

-Amado Maestro, pero sabemos lo que es el amor, te venimos escuchando hace tiempo.

-Sí, Josué, lo sé, lo sé. Pero sabemos cómo pesa este entorno. Tú mismo, Josué, no te has distanciado de tu familia pero buscas otro trabajo para que no te presione. Y tú... -Me miró a mí-. Cuéntame de ti.

-Qué puedo decirte... Mi padre me desprecia. Yo tengo otras inquietudes, no... no quiero trabajar en su empresa de barcos de pesca.

-Entonces ven conmigo, te enseñare lo mismo que le enseñé a Josué y a mi discípulo Tadeo, a pescar.

-Pero Maestro, te he dicho que no...

-Espera, espera, te enseñaré a ser pescador de almas, a que con el tiempo tú puedas conversar, no digo hacer reuniones como hago yo, pero de boca a oído transmitir la Palabra de mi Padre explicándoles que el amor deja frutos. El amor contagia pero no para mal; ¡la peste contagia para mal!, el amor te ilumina por dentro, el amor te saca adelante.

-Lo que pasa, querido Maestro, que a veces me siento con muy baja estima, como que no estoy preparado; incluso en el amor personal es como que soy un poco timorato.

-No, no, Eliseo, cada uno tiene su tiempo para todo. Muchos pensarán "Mirad Eliseo, hablando de amor personal, hablando de trascendencia física cuando el Maestro está hablando de la Luz". No os confundáis, las dos cosas son compatibles. ¿Acaso no somos aquí de carne y hueso? ¿Acaso aquí no tenemos apetencias? ¿Acaso no os gusta saborear un fruto? ¿O cuando pescáis y luego coméis un pescado con legumbres, no os gusta? ¿Y eso va a disminuir vuestra Luz? Por supuesto que no.

Volví a preguntar:

-¿Y qué pasa con los sacrificios de animales que ofrecen en el templo?

-¡Ah! Has puesto el dedo en la llaga, Eliseo. Lo he hablado mil veces con mi discípulo amado Tadeo y con el querido Josué, que son los dos más jóvenes: Mi Padre no exige sacrificios.

-¿Y qué pide?

-No pide nada. Por eso os transmito la Palabra. Pero depende de vosotros.

-¿Y él qué querría?

-Servicio. Brindarte. Hacer favores. Tender una mano. Ayudar sin esperar recompensa a cambio. Esa es vuestra tarea. Pero no es una tarea agobiante, pesada, no, es una tarea que os aliviana.

-No entiendo -exclamé-, ¿cómo aliviana?

-Claro, te vuelve más sutil.

-Sigo sin entender.

-Cuando tú tienes una carga emocional, cuando tú sientes que eres demasiado poco para pretender algo más, eso es una carga, eso es un lastre sobre tus hombros. Y a medida que te brindas, a medida que no esperas nada de los favores que hagas, sentirás que ese peso de los hombros desaparece y te sientes más liviano, como si flotaras. Todo esto lo digo metafóricamente. Por favor, quiero que se entienda.

 

Estaba pleno, pleno de las palabras del Maestro. Cuando terminó la reunión se acercó a mí y me dio un abrazo. Sentí como un escalofrío pero hermoso, como una estática, como si el Maestro estuviera cargado de esa electricidad de los rayos que caen del cielo, pero... pero que no te fulminan sino que te encienden por dentro.

 

Me despedí de Tadeo, y le dije:

-Nos veremos pronto.

 

Y me alejé con Josué.

-Quiero más, quiero beber más de la fuente.

-Y lo harás -dijo el joven.

 

Y me fui tranquilo, esperanzado. Pero tenía mucho camino por recorrer, mucho camino por recorrer.

 

Gracias.

 

 


Sesión 21/09/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de David G. (Racorel)

Conoció a Raquel, se entendían, pero era hija de un escriba. Esto le cambiaría la vida, debía elegir en qué lado estaba, aunque él ya estaba a un lado. Sus amigos le ayudarían en lo sucesivo.

 

Sesión en MP3 (3.508 KB)

 

Entidad: Me sentía extasiado por las palabras que había escuchado del maestro Axxón, era distinto a todo lo aprendido. El libro de la ley me parecía algo prefabricado y en el templo es como que lo tenías que estudiar de memoria con palabras elaboradas. Y cuando escuché el discurso del maestro Axxón, por primera vez escuché un lenguaje natural salido del corazón, era todo lo opuesto a lo que me habían enseñado mis padres con la religión cretona, una religión donde se amaba o se temía al dios Hashem.

 

Mi vida dio un vuelco. En menos de una semana. conocí a una joven, Raquel, con la que empezamos a conversar, hasta que finalmente comenzamos a salir oficialmente.

Le comenté a papá Bernabé, y me dijo:

-Cuéntame un poco de esa joven. -Frunciendo el ceño, como oponiéndose, sin saber quién era la joven.

Le comenté:

-Hablamos muy poco de su familia, es hija de Samuel y Esther. -Padre se me quedó mirando.

-¿Samuel? ¿Samuel Estein?

-Sí, ¿por qué, padre?

-¡Es un escriba del templo! ¡Es uno de los principales representantes de la religión cretona! ¡Hijo! -Me abrazó pero muy muy fuerte. Me quedé sorprendido.

-No entiendo.

-Hijo, imagínate que te comprometes y luego contraes enlace con Raquel, no me importa la dote que pida, sería pariente de Samuel, el escriba, estaríamos acomodados para toda la vida.

-Padre, pero a mí me interesa la persona.

-Sí, sí, sí, está bien. Que te interese. Mejor. Hagamos una cosa, invítala a almorzar con sus padres, vamos a preparar un buen almuerzo, bien religioso. -Se me erizaba la piel cuando escuchaba la palabra religioso, pero evitaba contradecirlo.

 

Me sorprendió cuando padre me dijo que Samuel era un escriba del templo porque su hija Raquel rara vez me hablaba de religión o de ir los fines de semana al templo. Ella hablaba de lo lindo que es el paisaje, el respirar el aire fresco, disfrutar el vernos a orillos del río o del pequeño mar que había más al norte, pero me sentía cómodo con ella porque no hablaba de religión.

 

Pero le hice caso a padre, y le comenté que mi familia quiere invitar a la suya. Raquel lo tomó como algo natural.

-Le comentaré a papá.

 

Cuatro días después vinieron. Samuel era obeso, alto, imponente. Su mujer, Esther, delgadita, atrás de él pasando desapercibida. ¡Je, je, je! Me hacía acordar a mamá Elisa, siempre atrás de padre Bernabé.

Eso no era lo que predicaba el maestro Axxón, ¿pero quién podía ir contra las costumbres de la religión cretona?

Prácticamente fue un agasajo, no un almuerzo. Me daba vergüenza cómo padre se desvivía sirviendo a Samuel, como rebajándose, como si fuera un lacayo.

 

Y Samuel habló:

-¿Iréis este fin de semana al templo?

-Pero querido Samuel, somos fervientes creyentes, ¡las veces que me desesperé por agradar a Hashem rasgándome la ropa!

-Bien, bien, Bernabé, así es como debe ser un creyente. Os esperaremos en el templo, parece que los jóvenes se llevan bien.

-Apreciado Samuel -dijo mi padre-, quizá no sólo se lleven bien, quizá podamos nosotros como padres proyectar una unión.

Samuel se envaró y lo miró a padre.

-¿Qué haces?

-No entiendo.

-Claro. ¿A qué te dedicas?

-Bueno, tengo varios barcos de pesca, me va muy bien y brindo parte de mis ganancias al templo, como debe ser.

-¡Ah! Me caes bien, me caes bien. Podríamos programar un compromiso y hacer una fiesta, que obviamente tú te encargarás de armarla. Y esperemos para más adelante una boda. Obviamente Raquel es hija única, espero que tengamos una buena dote.

-Pero querido Samuel -exclamó mi padre-, por supuesto que sí. Déjame pensarlo.

-No, tú no pensarás nada -interrumpió Samuel-, yo diré qué dote querremos para nuestra familia. Acordaros que somos escribas, mi padre también lo fue, mi abuelo también. Somos los representantes principales, los representantes cretones más importantes de Nebrón.

-Claro, es un honor teneros aquí en casa.

-Bueno -se limpió la boca con una servilleta. Se paró con una falta total de cortesía y le dijo a su mujer, Esther-: A ver, prepara a tu hija y vámonos. -Saludó a padre, a madre ni la miró. A mí me tocó la cabeza-: Bien, bien, bien, Eliseo. -Lo miró de vuelta a padre e hizo un gesto con la cabeza y se marcharon.

 

Me pareció totalmente vanidoso, creyéndose omnipotente, pero me daba más repulsión padre, que se frotaba las manos como si hubiera encontrado diamantes en bruto.

Se marcharon y padre estaba excitado:

-Y pensar que yo te despreciaba... ¡Ahhh! ¡Ay, ay! Qué sorpresa me has dado, Eliseo, qué buena sorpresa, vamos a ser parientes de escribas, en todo Nebrón nos van a mirar.

-Pero padre...

-Basta, basta. Hoy tómate descanso. Si quieres ve a ver a tu amiga, novia o como la quieras llamar. Déjame pensar, déjame pensar.

 

Salí de casa. Me sentía tan incómodo, tan incómodo... Raquel me gustaba mucho, pero su padre... Su padre era la representación de Hashem en el mundo terrenal, figurativamente hablando; egoico, vanidoso, pedante, creído... Y me extrañaba que Raquel fuera tan modesta.

Me encontré con los dos jóvenes, con Josué.

Le digo:

-Qué raro que no estás trabajando.

-Tu padre me dio permiso. Está raro. -Le conté lo que pasó.

Me miró Josué y me dijo:

-¿Yerno de un escriba?... Lo lamento por ti.

-No me llenes más la cabeza, por favor, por favor. ¡Ahhh!

 

Nos encontramos con Tadeo. Tadeo, cuando se enteró, me dijo:

-No te precipites.

-¿Tú no te molestas?

-Por qué me habría de molestar, creo en el libre albedrío del verdadero Dios, el Dios del que nos habla mi Maestro. Hoy a la tarde nos encontramos con el maestro Axxón, vienes?

-Sí, padre está distraído, no le importa la hora que regrese.

 

Y fuimos. Estábamos adelante, con Tadeo su discípulo amado, con el joven Josué. También estaban mis amigos Naúm, Josías, Joaquín.

Y Axxón habló:

-Cuando comento de mi Padre hablo del amor, pero también de que debemos ser justos. Justos primero con nosotros mismos, justos con nuestra conciencia, justos con nuestro prójimo. Es necesario que entendáis que la justicia no es calculadora, la justicia no es oportunista, ser justos es medirnos primero a nosotros mismos, medir nuestro corazón, medir nuestra conciencia. Y la justicia no está reñida con el amor porque mi Padre es cien por ciento amor en su naturaleza, en su esencia, en su hacer, y nosotros debemos imitarlo: amar, brindar, consolar. El abrazo nunca debe ser reprimido, el abrazo debe salir de nosotros mismos. Abrazad a vuestro prójimo, socorred al caído, consolad a aquel que lo necesita. Pero cuidado, cuidado, cuidado con los hipócritas, esos hipócritas que hacen tanto daño y luego para agradar a su supuesto dios fingen que lloran, fingen que se arrepienten. No hermanos míos, la hipocresía es un veneno.

Levanté la mano y dije:

-¿Y si cometen un hecho negativo, tu Padre no lo perdona?

-Mi padre es amor, mi padre es amor para todos, pero sabe como separar al hipócrita del sincero.

-¿Es que no somos todos iguales para el Padre -le pregunté al maestro Axxón-, pobres, ricos, seamos cretones o no creamos en Hashem?

-Claro -respondió Axxón-, claro que somos todos iguales. La condición económica no te hace mejor persona, tu corazón, tu interior te hace mejor persona. Pero cuidado, cuidado, el hipócrita te puede clavar un puñal por la espalda.

-¿Te puede clavar un puñal? -Me asusté.

-No necesariamente un puñal de verdad, pero la lengua, el hablar a tus espaldas, el traicionarte, eso también es clavar un puñal, y quizá por delante te abrace y quizá por delante te mire a los ojos con lágrimas diciéndote que su afecto es tan grande como el sol que nos ilumina, y cuando te vas sus ojos te miran pérfidos. Cuidado con el hipócrita. Padre sabe separar el uno del otro, y en ese caso prevalece la justicia por sobre la bondad. Me sentí pleno. Habló muchísimo más.

 

No fui directamente a casa, nos quedamos conversando en el camino con Tadeo, con Josué, con Joaquín, Naúm, Josías. Llegué bastante tarde y me sorprendió que estaban las velas encendidas y padre levantado, madre atemorizada detrás de él.

-¡Has venido!

-¿Qué pasa, padre?

-Vino un tal Felipe.

-Sí, lo ubico. -Y después empalidecí. Felipe era un joven delgado que había estado en la reunión. Seguramente era un espía de los escribas. Me callé y lo miré a padre.

Padre repitió:

-Vino un tal Felipe y dijo que estuviste en una reunión pagana, en una reunión demoníaca. Mañana, cuando vayamos al templo vas a hablar, te rasgarás las vestiduras delante de todos pidiendo perdón por haberte juntado con esa gente.

-No, padre.

-¿Me estás desafiando?

-No te desafío padre, pero no pienso hacer eso, no tengo que pedir disculpas a nadie por escuchar palabras de luz y no de omnipotencia, como las que escucho en el templo. Ni siquiera pienso ir.

-Entonces coge algunas prendas que tengas y márchate de esta casa. Dejas de ser mi hijo en este instante. -Madre se puso a lagrimear. Padre se dio vuelta y le dijo-: Cállate. Ve a tu pieza, lárgate de aquí. No lo miré con odio, lo miré con compasión.

Le digo:

-Eres muy rico con tus barcas de pesca, pero eres tan pobre de corazón... -¡Plaf!

En ese momento me dio una tremenda bofetada, y me dijo:

-¡Eres un bastardo. Vete de aquí!

 

Y me marché. Me encontré con mis amigos, de vuelta, que todavía no habían entrado en la casa. Y me puse a llorar.

Como nada es casualidad, como todo es causalidad, me encontré con Tadeo, el discípulo amado.

-Ven, ven con nosotros, tenemos una casa donde nos albergan y hablarás con nuestro Maestro. -Hablamos horas y horas, casi no dormí.

 

Y al día siguiente me crucé con Raquel, pasaba de largo y me atreví a tomarla del brazo.

-Raquel... -Me miró con un desprecio tremendo.

-¡Falso!

-Perdón.

-Falso. Ibas al templo fingiendo que querías a dios. Tú no te quieres a ti mismo. No quieres a tu padre, no quieres a tu madre, no quieres a nadie.

Me molesté y le dije:

-Es todo lo opuesto, yo justamente amo a la gente. ¿Pero tú vienes a sermonearme a mí teniendo un padre como el que tienes que se cree omnipotente?. Vanidoso, pedante, creído... -Me quiso dar una bofetada-. No. -Le tomé el brazo-. No. Al fin y al cabo eres una mujer, y en tu religión cretona la mujer no es nada. Así que si tú crees en Hashem, para lo único que servirías es para darme de comer, para darme hijos y para nada más.

Me contestó:

-Por suerte abrimos los ojos, igual habéis tenido suerte -dijo vanidosa, Raquel, que ahora mostraba su verdadera manera de ser, su verdadero interior. Se había sacado esa máscara, era igual a su padre.

-¿Por qué hemos tenido suerte?

-Porque papá Samuel lo perdonó a tu padre, lo perdonó porque te echó. O sea, que no fue tu cómplice.

-Y tú te alegras que me haya echado.

-Me alegra de que merezcas el castigo que te han dado. Y falta. Te van a caer rayos por la venganza de Hashem, que vendrá para ti, por no creer  en él. -Pobre mujer, pobre infeliz. Me di vuelta y me marché. Pobre gente.

 

Qué ironía, me había quedado sin casa, sin familia, sin novia, sin nada. Llevaba lo puesto y una bolsa con ropa, y sin embargo a ella que era la hija de un escriba tan rico, mucho más rico que padre, le decía pobre mujer. Y lo decía de verdad, era lo que sentía dentro de mi corazón.

 

Gracias.

 

 


Sesión 20/10/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de David G. (Racorel)

Era difícil aceptar una vida de carencias comparada con la que podía tener con la religión cretona. Aunque estaba de acuerdo con lo que predicaba Axxón prefirió el confort de Hashem. El confort que proporciona lo conocido.

 

Sesión en MP3 (3.716 KB)

 

Entidad: Dentro mío el pecho me quemaba, y a su vez me molestaba que eso me sucediera. Obviamente que no creía en el vengativo Hashem, ¿pero por qué me pasaba todo esto?

 

Raquel me despreciaba, ¡je, je, je!, desde que padre Bernabé me dijo que me fuera, "Por seguir a esos que hacen tumulto, rebeldes que los van a terminar matando. Y me privas a mí, a tu padre, de ser pariente del escriba Samuel. ¿Pero quién te crees que eres?".

-Soy Eliseo -le respondí a padre-, una persona con decisiones.

-¡Ja, ja, ja! ¿Decisiones? ¡Yo decido! ¡Yo decido con quien te casas, con quién no! ¿Y qué ganas? Mi desprecio, el desprecio de tu madre Esther.

-Madre no me desprecia, madre hace todo lo que tú le ordenas. No estoy de acuerdo con vuestras costumbres. -Levantó la mano para darme una bofetada-. No, no; no te lo permito.

-Aquí ya no tienes más nada que hacer. No te reconozco como hijo.

 

Y me marché con lo poco que tenía. Pero por un lado no me sabía descifrar a mí mismo; me sentía pleno, gozaba de la libertad... Pero mi inconsciente me traicionaba: no tenía temor, ¡tenía pánico! ¿Qué había hecho?

Josué me preguntó:

-¿Qué pasó, Eliseo?

-Pasó lo que yo temía.

-¿Pero tu padre no te comprendió?, ¿no respeta tus ideas?

-Estamos hablando de padre, estamos hablando de una persona cerrada, como todos los que siguen a Hashem.

 

-¿Has comido algo?

-No. Aparte, no tengo hambre.

-Pero ven, toma algo caliente.

-Vamos a alguna posada.

-No, no, no hay que llamar la atención.

Empecé a objetar:

-¿Por qué siempre afuera, por qué en el monte, por qué entre las rocas? Al fin y al cabo estáis haciendo una vida de vagabundos.

-Eliseo, te veía pleno, disfrutabas con las conversaciones de Axxón, ¿qué pasó?

-¿Qué pasó? Que me quedé sin familia, pasó.

-Ésta es tu familia.

-¿Ah, sí? ¿Y me mantendréis?

-¿Tu padre te mantenía? Tienes edad de trabajar.

-Lo sé. He estudiado, y he estudiado mucho, pero ahora ya saben que soy Eliseo, el expulsado, y el escriba Samuel en todo Nebrón va a decir lo que pasó: "Mirad a Eliseo, iba a esposar a mi hija y se juntó con unos vagabundos".

Se acercó Tadeo, el discípulo de Axxón.

-¿Por qué vagabundos? Tenemos un fin.

-¿Qué fin? El fin de que los terminen matando a todos por revoltosos. -Tadeo me miró.

-Ayer pensabas distinto, disfrutabas. Entendías que la verdad no es una religión, la verdad está dentro nuestro. ¿Qué pasó?

-Pasó que no se puede vivir de parábolas. Pasó que tenemos que tener un oficio, una familia de verdad, una casa. Pasó que por seguiros a vosotros me quedé sin nada.

Tadeo dijo:

-Estabas contento que te sentías libre por fin.

-Sí. ¿A costa de qué, a costa de estar despojado de todo lo que tenía?

-¿Qué tenías? Un padre dictador -dicho por ti, ¿eh?-, una madre que no tenía ni voz ni voto. ¿Qué tenías?, un techo para guarecerte de la lluvia, del frío del invierno. ¿Qué más?

-¿Y qué tenéis vosotros, una persona que dice ser representante del Padre? ¿Y qué, el Padre le da un techo para guarecerse, el Padre le da alimentos? ¿Qué le da?

-Mucha gente nos provee de alimento, mucha gente nos provee de ropa.

-Vivís de limosnas.

-Como muchos. ¿Y qué hay de malo?

-No trabajáis.

 

Seguimos caminando y vi la figura de Axxón.

Tadeo le dijo:

-Maestro, quiero comentarte que...

Axxón levantó la mano.

-No me comentes, entiendo todo lo que pasa. -Y me miró-. Querido Eliseo, la vida es una serie de circunstancias que pueden ser catalogadas como buenas, malas, favorables, desfavorables. La elección está en uno. Pero tienes la ventaja de que eres joven, de que puedes elegir.

-Sí, he elegido, y luego me he arrepentido.

-O sea, que estás teniendo miedo, miedo al desamparo. Mi Padre nos ampara.

-¿Nos ampara cómo, dónde, cuándo? ¿Qué tenéis? Transmites tu Palabra, ¿y qué más, qué otra cosa haces? A veces miro de reojo a los soldados que nos observan con desconfianza. Los soldados no creen en la religión cretona pero les importa el que se pueda pagar los impuestos. ¿Qué impuestos pagáis vosotros, qué impuestos?

Axxón me miró sonriendo y me dijo:

-Eliseo, mi Padre no pide impuestos, tampoco sacrificios, solamente que puedas servir.

-¿Y cómo voy a servir si no tengo nada que dar?

-¿Cómo que no tienes nada que dar?, tienes todo por dar, tienes una vida por delante.

-¿De qué vida me hablas, de qué vida?, ¿una vida estando harapiento, pidiendo limosna, escondiéndome de los soldados? No me parece justo. Y todo porque me convencieron de ir a las reuniones. O sea, que ahora estoy despojado de todos mis bienes, sin familia porque me habéis convencido de participar de algo que no me termina de llenar.

El joven Tadeo, el discípulo, dijo:

-Tú te quejabas, decías que Hashem era un dios vengativo que no te representaba. Despreciabas esa religión, despreciabas la costumbre de tu padre, te molestaba que pongan a la mujer en un plano menor... ¿Qué pasó?

-Sigo pensando igual, pero necesito tener un futuro.

Tadeo dijo:

-Tú comentabas que te sentías esclavo, acá eres libre.

-¿Libre para qué, libre para hacer qué? ¿Qué futuro tengo asegurado? Sí, el Padre me va a proveer...

-Sí, como provee a los pájaros.

-Somos seres humanos, no vivimos comiendo insectos, necesitamos comida de verdad. No me interesa la religión cretona pero soy capaz de aceptarla con tal de tener un techo y seguridad, y un futuro. Quizá si me arrepienta mi padre me perdone.

Josué, molesto, me dijo:

-Ellos son los equivocados, y encima tú quieres que te perdonen de algo que no has hecho.

-¿No?, los he traicionado.

Tadeo dijo:

-Los has traicionado, y para compensar vuelves a traicionarte a ti mismo, a tus ideas, a tus creencias, a tu manera con tal de estar bien con gente con la que no congenias.

-Pero es mi familia.

-Aquí nadie te detiene -agregó Josué.

Lo miré a Axxón:

-¿Y tú qué dices?

-Querido Eliseo, mi misión es mostrar el Camino, mi misión es explicar que hay semillas que tardan en dar frutos. Se trata de ser perseverante. ¿Qué más quieres que te diga?

-¡Je, je! Perseverante. ¿Y mientras tanto de qué cómo, y mientras tanto vivo de limosnas? Perseverante. Perseverante..., si no tengo para comer ni para comprarme abrigos en invierno ni un techo que me cobije ni una cama donde dormir. Perseverante. Creo que estáis equivocados. Es más, he escuchado murmullos entre los soldados, estáis todos señalados, si no sois más prudentes os van a matar a todos por revoltosos, por estar en contra de los escribas. Porque hay que proveer a Lizia. Lizia soporta a Nebrón porque Nebrón aporta dinero gracias a la religión cretona. A Lizia no le conviene gente como vosotros.

Tadeo me miró con una sonrisa carismática y me dijo:

-Ayer decías nosotros, ahora dices vosotros. ¿Has dado un paso hacia atrás?

-No, simplemente soy práctico. Las palabras no me dan de comer, las palabras no me abrigan, las palabras no me dan un techo. Y si tengo que fingir y rasgarme las vestiduras en el templo, lo haré. Raquel, la hija de Samuel, me desprecia, pero yo soy muy astuto, soy más astuto que vosotros. Lo lamento si os he defraudado.

-No -dijo Axxón con dulzura-, tú no puedes defraudarme, lo que puede pasar es que te defraudes a ti mismo y luego sea tarde.

-No. Yo creo que uno tiene que ser práctico. Mi padre una vez me dijo: "Eliseo, no sirve ser idealista". Y me dijo un refrán de mi abuelo: "De esta vida llevarás panza llena y nada más". Y ahora disculpadme. -Me di media vuelta y me marché.

 

Tenía temor, pero cogí coraje y golpeé la puerta de casa.

Abrió padre Bernabé:

-Qué te has olvidado.

-Necesito que me escuches cinco minutos.

-Es todo lo que te daré. Habla.

-Tenías toda la razón. Acabo de decirles de todo a esa gente que vive de limosna, que son unos atrevidos, que los soldados van a acabar con ellos, que las palabras que dicen son subversivas. Y me arrepiento de todo.

Padre me tomó el rostro.

-¿Lo dices de corazón o lo dices porque te sientes desamparado?

-No, lo digo de corazón. Y estoy tan arrepentido por ti.

-¿Por mí?

-Sí, porque por culpa mía, y la asumo y me desgarro las vestiduras y que Hashem me perdone, te he hecho distanciarte de Samuel, el escriba.

-No, tú te has distanciado.

-¡Padre, padre, cómo lo puedo remediar!

-Ven, pasa, tienes agua caliente. ¡Aséate, mira cómo estás!, esa ropa la quemaremos, tengo ropa nueva. Iremos a la casa de Samuel y tú, tú te arrodillarás ante él y ante su hija Raquel, y pedirás perdón por todo.

-Lo haré padre, lo haré. -Me aseé. Madre... madre Esther me perfumó. Y ya bien arreglado fui con padre a lo del escriba Samuel.

Nos recibió un sirviente.

-Pasad.

Se acercó Samuel y su esposa, atrás su hija.

-Bernabé, veo que traes a tu hijo.

-Sí, tiene mucho que hablar. -Adelantó todo lo que yo le había dicho.

Samuel le dijo a mi padre:

-¡Calla! Quiero que el propio Eliseo lo diga.

-Sí, sí. Quería arrancarme la carne de mi cuerpo, de haber estado tan errado. Quería flagelarme con un látigo la espalda por haber traicionado a Hashem y haber escuchado a esos revoltosos. -Samuel me miró con una mirada durísima, luego sonrió, pero con una sonrisa ficticia.

-¿Y te piensas que con eso vas a solucionar todo? Tendrás que ir al templo -Levántate, no hace falta que te arrodilles, te arrodillarás ante Hashem en el templo-, y harás una nueva promesa.

-Lo haré, lo haré, señor.

Samuel se dio vuelta.

-Mi querida Raquel, ¿qué opinas? -Me miró con desprecio.

-Es un arrepentido, tendrá que demostrar que verdaderamente es un gran cretón y que lleva la religión en el corazón y que ha aprendido las escrituras. -Raquel me miró y me dijo-: Dime algo que me convenza.

-¡Venganza, Hashem!, venganza a los descreídos, que le salga pústulas a todo aquel que no crea en Hashem. ¡Venganza, Hashem, venganza!

-Bien, bien. ¿Y qué ha pasado con esa gentuza?

-¡Ah! Les he dicho de todo, que tienen palabras falsas.

 

Esa noche comimos un puerco bien adobado con especies. ¡Aaah!

Mi madre vino a mi habitación y me arropó.

-Ahora estás alimentado y calentito, pero continúa así. No lo pongas furioso a padre, mañana ve a trabajar con él, cumple con todos los mandatos. ¡Ay!, Hashem mío, Hashem mío, que el escriba Samuel y su hija te disculpen.

-Lo harán, madre, lo harán.

 

Y esa noche dormí tranquilo. Por fin dormí tranquilo, abrigado, protegido del frío y de la lluvia, como buen practicante de la religión cretona.

 

Gracias por escucharme.

 

 


Sesión 07/05/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de David G. (Racorel)

La entidad relata una vida en Gaela, en que era director de un periódico que pasaba por crisis. Cuando se encuentra sin trabajo emigra al sur del continente para seguir ejerciendo. Pero era todo muy distinto.

 

Sesión en MP3 (4.235 KB)

 

Entidad: -¡Pedro Espósito!... -Qué raro que me llame la Junta de Dueños.

Hablé por el interfono y digo:

-Ya voy estoy en dos minutos. -Fui a la última planta, golpeé la puerta y pasé directamente.

-Tome asiento. ¿Cómo está, Espósito?

-Bien, bien.

-El último parte no nos agradó.

-Bueno, como director de Noticias Gráficas, es el diario más vendido de Monte Hermoso, vende incluso más que La Prensa, el periódico de Agua Brava, del país vecino

-Hay un problema, Espósito, -Los miré-, los activos bajaron un treinta por ciento.

-Como director del diario les voy a comentar de que no es un problema nuestro, ni de redacción, ni de los periodistas, es un problema general de Monte Hermoso, la economía está bastante tambaleante.

Habló la señora, que era la mayor, una mujer de setenta y ocho años:

-Pedro Espósito, usted tiene una enorme antigüedad... ¿Qué pasó que los hermanos Orozco se fueron?

-Bueno, Salvador es un señor de mi edad, era periodista político, y la joven hermana, Chiara, de veinte y cuatro años, era la que hacía noticias de la sociedad y de alguna manera como que vendía más que él al punto tal de que él perdió la página tres. Ahora, ambos se quejaron, creo que la iniciativa fue de la joven, de que el sueldo era poco, de que en Plena pagaban más.

-¿Plena? -Los miré.

-Sí, el país grande que está al sur del continente.

-Ajá, y por eso se fueron.

-El problema que los nuevos que los reemplazaron...

-¿Has salvado a Orozco?

-Sí, lo reemplazó un tal Josefo que rinde bastante. Pero a Chiara es más difícil, una joven atrevida, en el buen sentido, sabía cómo encarar.

-Fue una pérdida bastante grande para el periódico.

-Lo entiendo, señores, pero Noticias Gráficas, bajo mi dirección, es el diario que más funciona en Monte Hermoso.

-Está bien, Espósito, pero los activos bajaron un treinta por ciento, no digo de que le bajemos ese porcentaje de sueldo a todos redactores, periodistas, pero por lo menos un diez por ciento habrá que bajarles.

-Desde ya les digo, señores, que va a haber muchas quejas -exclamé.

-También va haber un descuento de un veinte por ciento para usted, como director. No puede quejarse, gana mucho más que el plantel.

-Claro, lo que pasa que tengo un estatus de vida mucho más acomodado.

-¡Espósito, está solo! Hace dos años tuvo un divorcio contradictorio y ni siquiera ve a su familia. ¿A qué le llama acomodado?, vive en un apartamento. -Me sentí muy indagado pero no podía molestarme con la Junta.

De todas maneras les dije:

-Bueno, esa es mi vida particular, o sea, ya saben de mi vida, yo no tengo nada que ocultar. No volví a formar pareja, no tengo relaciones esporádicas, doy alma y vida a este trabajo como director. ¿Qué más puedo pedir? ¿Qué más pueden pedir ustedes?

-Nada, pero de la misma manera que los activos bajaron un treinta su sueldo va a bajar un veinte porque no podemos afrontar todo, subió el costo del papel, subió el costo de la tinta, los repuestos de las imprentas. Se comenta que el país vecino, Agua Brava, tiene una imprenta nueva para su diario La Prensa con costos más baratos. Nosotros no podemos cambiar equipo, hace diez años que tenemos la misma serie de imprentas.

-Con todo respeto, señores, pero yo soy director, pero no soy inversionista, pero interpreto que hubo épocas de bonanza donde los activos superaban la marca y nunca se invirtió en nuevas imprentas ni nada.

-¿Nos estás juzgando?

-No, no, señores no, no, me acaban de decir de que el periódico de Agua Brava, el país vecino, renovó sus imprentas y me dieron pie a que haga ese comentario.

-Comentario fuera de lugar, Espósito. No nos sobra el dinero. -Me callé. Yo pensaba lo contrario, yo pensaba que tenían, guardaban, invertían pero no en el periódico, en acciones de otras empresas. Yo era el director pero no podía hacer nada, estaba con las manos atadas. No tuve más remedio que aceptar la rebaja de mi sueldo y me marché.

 

Le comenté a los empleados que a partir del próximo mes cobrarían un diez por ciento menos: cuatro de ellos entregaron la renuncia. Sumados a los hermanos Orozco eran seis personas que se marchaban del plantel. De todas maneras no abundaba el trabajo en Monte Hermoso, así que era fácil reemplazarlos, pero con personal nuevo, sin experiencia, no era tan sencillo.

 

Mi trabajo me agotaba muchísimo, mi estrés era extremo. Muchos pensarían "¿De qué se queja Pedro Espósito? Vive solo, afrontó un divorcio, perdió dinero, se mudó a una casa más chica". Usted solo puede mantenerse". Pero no es así, no es así.

 

Era cierto que en Monte Hermoso se ganaba menos que en otros países. Pensaba en el país del norte, una de las economías más prósperas, Beta, pero ahí no había trabajo para personas de Monte Hermoso.

Después me puse a pensar "Los hermanos Orozco se marcharon para el sur, para Plena". Plena, un país enorme, una capital gigantesca, tienen unos diarios de buena tirada. El Pregón es el diario más vendido de Plena y no sólo eso sino también de toda la parte del sur del continente, una tirada gigantesca.

 

Estábamos en los años setenta y la situación era difícil en todo el mundo. Me quedé un mes más, por la noche me agarraban arcadas y vomitaba agua del estómago, me di cuenta que era un vómito nervioso. Y me dolía el cuerpo, tenía contracturas cervicales, dorsales, lumbares, dolor de pecho, dolor de estómago, taquicardia.

Lo fui a ver a un médico y me dijo:

-Espósito, es todo psicosomático. -Me dio un ansiolítico-. Tome un sólo comprimido por día, porque esto lo duerme.

 

Sería de otro mundo porque a mí no me dormía, es como si no tomara nada, pero tampoco me animaba a tomar una dosis mayor de la recetada. Me dolía enormemente el estómago, mal, mal. Me sentía desanimado, desmoralizado.

 

A mí no me fue fácil, me costó horrores llegar a la dirección de Noticias Gráficas, me costó horrores porque cuando yo entré no era el diario más vendido de Monte Hermoso, el país del centro del continente, vendía mucho más La Prensa, el diario de Agua Brava el país vecino.

Nunca me lo reconocieron, nunca me dijeron "Espósito, gracias a usted las ventas aumentaron". Honestamente, hice crecer al periódico. El hecho de que los activos ahora bajaran un treinta por ciento no era mí responsabilidad, era la economía general del país.

Pero claro siempre se busca un responsable y la cabeza era yo, se trataba de agacharla o que te la corten. Pero había una tercera posibilidad: emigrar, marcharme.

 

Al mes siguiente fui otra vez a la junta. Hablé con los dueños, les dije:

-No voy a renunciar, pero estoy pensando en marcharme. Yo no acepté firmar por el veinte por ciento de descuento, puedo enviar un telegrama como que me considero despedido al descontarme unilateralmente el sueldo, o bien llegar a un arreglo.

-¡Vaya que se puso firme, Espósito!

-No, señores. De verdad amo este diario, los respeto mucho a todos, hace años que nos conocemos, pero de verdad no puedo. -Me ofrecieron una cifra. Les digo-: Esto no sirve. -Me aumentaron la cifra, me pareció aceptable. Me extendieron un cheque y entonces sí firmé la renuncia. Lo que me daban era bastante, no era como una indemnización, pero era bastante. Aparte, tenía dinero ahorrado.

 

Y emigré para Plena, al sur del continente. Cuando vi la ciudad me pareció brutal, era tan grande como la capital de Beta, enorme. Obviamente no tenía la economía de Beta pero tenía tres veces la economía de Monte Hermoso.

Recuerdo que llegué y alquilé un apartamento, estuve averiguando en el diario más importante, El Pregón, pero tenía un buen director, y a mí no me servía trabajar como un periodista novato, ya tenía cuarenta años, más de veinte en la profesión.

Me sorprendí que en la avenida Grande, al norte de la ciudad, había un club hípico mucho más lujoso, mucho más grande que el club hípico de Monte Hermoso. Me fui al departamento, me vestí con mis mejores prendas y me marché en un taxi al club hípico.

El portero me frenó:

-Su carnet...

-Pertenezco al club hípico de Monte Hermoso.

-Claro, pero tiene que hacer un trámite y no es horario ahora, son las diecinueve horas.

 

Atrás mío aparcó un coche, me di vuelta: un coche deportivo de primera marca.

Bajó un joven con un cigarro en la boca:

-¿Qué pasa, Peter?

-El señor es de Monte Hermoso, es socio del club hípico de allí, pero aquí mientras no sea socio no puede entrar.

-Es invitado mío. -El encargado Peter cerró la boca y abrió la puerta.

-Adelante, señor.

-La verdad que te agradezco, no sabía que pedían tantos trámites.

-¡Je, je, je! Ciudad del Plata es así. ¿Cuándo llegó?

-¿Cómo sabe?...

-Se le nota por el acento, tiene un acento del centro del continente.

-Soy de Monte Hermoso. Era director de Noticias Gráficas.

-Ajá.

Le tendí la mano:

-Mi nombre es Pedro Espósito.

-Un gusto -dijo el joven-, Jorge Clayton.

-Disculpa que te pregunte, ¿pero tu padre te prestó el coche deportivo?

-¡Je! No, señor, no, Espósito, es mío.

-¡Vaya! Así que me topé con un joven millonario. -El joven se encogió de hombros. Me invitó a una mesa.

-¿Quiere tomar un combinado o quiere comer algo? -La verdad que estaba con el estómago revuelto, había comido al mediodía y la comida me había caído mal.

-Prefiero tomar alguna soda, alguna gaseosa, alguna bebida cola, porque un combinado con alcohol me va a caer mal.

Llamó al camarero:

-Una bebida cola para el señor y un combinado para mí, un highball.

Lo miré al joven, muy seguro.

-¿Qué edad tienes?

-Veinte y cuatro.

-¡Jo! ¡Uf! Me siento viejo al lado tuyo, yo tengo cuarenta. -El joven me miró.

-Señor, no diga eso, cuarenta años... está en la flor de la edad. ¡Je, je, je! Y cuénteme, si no es indiscreción de mi parte.

-No, no, no. -Le conté la odisea de Noticias Gráficas, de que los activos habían bajado, de que me propusieron unilateralmente bajar el sueldo. Finalmente hice un arreglo. Dos empleados ya habían venido a Plena y aparentemente están trabajando en El Pregón. Pero claro, yo era director, no me gustaría un puesto menor.

-Mire, Espósito, parece que mi tarea es siempre tender una mano a la gente.

-¡Je! No te entiendo.

-Claro. Hay un diario nuevo que se llama El Cronista...

-Ajá.

-Un diario que va a competir, no digo contra El Pregón, que ya tiene tantos años en Plena, pero un diario nuevo con empuje, con notas juveniles para atraer a gente joven. No hay que despreciar a lectores jóvenes.

-Es cierto -asentí-. Contadme. ¿Qué más?

-Bueno, El Cronista precisa un director.

-¿Y los dueños cuánto pagan?

-Si no es indiscreción, ¿cuánto ganaba, Espósito, allí? -Le di la cifra-. ¡Vaya, qué poco! Aquí en El Cronista podría ganar el doble.

-¿Y los dueños me aceptarán?

-No tenga duda. Yo soy uno de los accionistas.

-¡Tú, tan joven, je, je!

-Si supiera, señor Espósito, la cantidad de empresas a las que solvento con mi dinero, y no lo hago con fines de lucro, lo hago para dar trabajo. Ya hay un plantel, es gente ambiciosa, en el buen sentido, ¿no?, pero no muy experta, y usted viene de perillas. Por ahí el ritmo de Plena es mucho más rápido que el de Monte Hermoso, se va a tener que adaptar. Pero mi propuesta es esta. -Me dio una cifra en un papel, y sí, era el doble de lo que ganaba allá.

-Desde ya digo que sí. ¿Pero el resto de la junta qué dirá?

-Soy el accionista mayoritario, no sólo el accionista mayoritario sino también tengo poder absoluto de decisión.

-Recuérdame tu nombre.

-Jorge Clayton.

-¡Uf! Me ha enviado Dios, me ha enviado Dios aquí. La verdad que te agradezco, Clayton. Pero no quiero ser mal educado, disculpa que te tutee...

-Está bien, soy joven, ¿cómo no me vas a tutear? -Nos estrechamos la mano, me pasó la dirección-. Nos encontramos mañana a las ocho y firmamos el contrato.

-¿Y cuándo empiezo?

-¡Je! Mañana mismo, Espósito, mañana mismo.

-¿Puedo confesar algo? -pregunté.

-Claro.

-Primero, puedes decirme Pedro.

-A mí puedes decirme Jorge.

-Bien. Cuando salí de Monte Hermoso no sabía con qué me iba a encontrar, y me encontré en Plena. Y cuando llego a Ciudad del Plata veo una urbe gigantesca, me sentí apabullado al comienzo y arrepentido, molesto conmigo mismo por haber dejado Noticias Gráficas, me sentía seguro en mi lugar de confort.

-¿Sabes lo que pasa, Pedro?, estar en un lugar de confort seguramente te mantiene seguro pero no creces, te quedas ahí y te estancas, te oxidas, no vives. Te has atrevido a salir del lugar de confort, te has atrevido a crecer.

-¡Je, je! No, Jorge, a crecer no; yo no sabía con quien me iba a encontrar y el encuentro contigo fue... no sé, un regalo de Dios.

-Yo digo lo mismo.

-¿Porque tú, qué ganas?

-El brindar ayuda. No es la primera vez, no va a ser la última.

-A veces me parece como que esto es un sueño y que mañana al despertar llegaré a esta dirección que me has dado y veré un lugar baldío.

-No, no estás soñando, Pedro. Nunca hay que bajar los brazos, aún en los peores momentos siempre hay obstáculos en el camino, si no sería todo demasiado fácil. Pero lo fácil no te templa. -Lo miré y me rasqué la nuca.

Y le digo:

-Has hablado de una manera muy madura, muy adulta para la edad que tienes.

-¡Je, je! He tratado a mucha gente, he pasado por mucho a pesar de mi corta edad. Así como el acero pasa del hierro candente al agua fría, ese acero tiene dos posibilidades: se quiebra o se templa. ¿Tú, Pedro, de qué material estás hecho, quebradizo?

-No, te digo de que tengo veinte años de antigüedad en lo que hago. Quebradizo nunca.

-Entonces no nervios, sí expectativa, pero no nervios.

-Es más, te digo que me habían recetado un ansiolítico.

-No no no, déjate de ansiolíticos, toda esa fuerza que tienes de más, esa ansiedad, ese ímpetu lo pones en el trabajo. El Cronista es un diario nuevo, yo no digo que vaya a competir contra El Pregón, pero te aseguro que va a ser una pasada.

-¿Qué significa "una pasada"?

-Bueno, en Plena decimos una pegada, un golpe, un boom.

-Ahora entiendo. -Me tomé mi bebida cola y le dije-: No estoy bien del estómago, me acostaré temprano y a las ocho de mañana nos estamos viendo.

-¿Te acerco?

-No no no, estoy cerca, voy caminando.

-¿Cerca? Estamos en la avenida Norte. ¿Dónde estás instalado?

-En la Segunda avenida.

-No no no. -Clayton llamó al camarero le pagó y me llevó en su deportivo-. Si quieres te paso a buscar.

-No, no, ya sería demasiado abuso. Mañana nos vemos directamente en la dirección de El Cronista. -Nos estrechamos la mano, ¡Ahhh!, y me sentí más relajado.

 

Gracias por escucharme.

 


Sesión 11/02/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de David G. (Racorel)

En Gaela corrían los tiempos en que la Orden del Rombo decidía quien vivía y quien no solamente con saber quien le era fiel. La entidad relata el pánico que sentía al verse perseguidos por los soldados de la Orden.

 

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Jorge Olguín: Vamos a canalizar a Racorel, quien en esta vida es David.

 

Entidad: Cogía a mi hija de la mano por las calles, mirando como los desconocidos nos miraban preguntándose "¿Quiénes son, de dónde vienen, serán de la Orden? No, seguro que son de la resistencia".

 

Estábamos vestidos humildemente. Mi nombre era Stéfano, de Bicano, un pueblo de la isla de Corano al sur de Liziana.

Mi hija Caltana me preguntaba:

-Papá, ¿mamá... mamá está viva? -En mi mente estaba el rostro de Simoneta.

 

Teníamos un hogar feliz, ella era más apasionada que yo y no soportábamos que no solamente en la isla de Corano sino en el pequeño pueblo de Bicano, la inquisición de la Orden del Rombo fuera tan malvada, fusilaban a gente y los pobladores aplaudían.

No me toméis por una persona que discrimina, pero el sur, el extremo sur de Liziana estaba lleno de gente ignorante en todos los aspectos, ignorante en cuanto a cultura, ignorante en cuanto a instrucción, ignorante en cuanto a creencias. Eran fundamentalistas. Pero no por alguna razón, no por algún argumento; para ellos la Orden del Rombo era más que el propio Axxón. Y no estoy diciendo una barbaridad. Y a los que ellos veían como sospechosos...

 

Teníamos pequeñas discusiones con Simoneta. Le decía:

-Vamos los fines de semana al templo.

-No quiero ser hipócrita, no me interesa, Stéfano.

-A mí tampoco. Y ya le enseñamos a la nena de que la verdadera palabra de Dios no la representa la Orden del Rombo, pero nos van a terminar persiguiendo.

-Esto se va a acabar -decía mi esposa-, esto se va a acabar. Hay unos galpones en el extremos sur de Bicano, donde nos reunimos, somos la resistencia y estamos armados.

-¡Mi amor, mi amor, mi amor!, ¿cómo sabes que dentro de esa reunión no hay gente de la Orden del Rombo?

-Los conocemos.

-No conoces a nadie. En el pueblo, en la isla, incluso en todo el sur de Liziana la gente fanática te venden por unas monedas o simplemente para quedar bien con la Orden.

 

Recuerdo que una tarde en el centro del poblado hubo un tiroteo, Caltana se abrazó a mí.

-Tranquila, hija, tranquila.

 

Había habido una revuelta armada entre las autoridades del Rombo y la resistencia, cuerpos de ambos lados sangrando en el piso, muchos agonizando. Me caían las lágrimas. -Quédate aquí, hija.

 

Me crucé con autoridades de la Orden del Rombo:

-Bien hecho, hay que acabar con toda esta gente. -Me miró el hombre, sonrió.

-Así se habla, basta de esta peste. Sin embargo... ¿tú eres Stéfano, no?

-Así es.

-Hace dos fines de semana que no te vemos en el templo.

-¡Ah! La nena estaba con fiebre, Dios entiende.

-Sí, Stéfano, Dios entiende, pero tienes que ir. Que se quede con la madre.

-Claro es cierto, ¡torpe de mí!

 

Miré entre los cuerpos de aquellos de la resistencia y Simoneta no estaba.

Aparentemente había huido porque esta lacra no dejaba prisioneros, la lacra de la Oren del Rombo, directamente a aquel que se resistía lo mataba. Y más porque tenían armas.

Una mañana encontré una pintura con una 'X' de color rojo. Salí gritando:

-¿Quién ha pintado esto? Nosotros somos de la Orden del Rombo. -Era una marca de la resistencia.

 

Hablé con el mayor, con el que me había encontrado la vez pasada:

-Mire, mayor, nosotros somos devotos de la Orden, ¿cómo nos pintan esto?

-Se corre el rumor de que tu señora está en la resistencia.

-Mi señora está en el continente, está en Liziana, fue a visitar a su familia.

-Envíale una carta. Envíale una carta y que venga entonces, que aparezca. A propósito, ¿adónde tiene su familia?

-En Palmiro. En Palmiro, cruzando el estrecho, unos kilómetros más arriba. La puedo ir a buscar, no tengo problemas. Ella es más devota que yo de la Orden. -El mayor me miró:

-Esta semana no, espero que la otra semana estén los tres, tu señora, tu hija y tú en el templo.

-Claro que sí, por supuesto que sí.

 

Cogí una pequeña maleta, puse la ropa más necesaria, llevé todo el dinero que tenía de la tienda y nos marchamos con mi hija. Cuando subíamos al vapor, un hombre, Arradio, me dice:

-Sabemos que tu mujer está con la resistencia.

-Es mentira. La vamos a buscar, está con unos parientes. Le dijimos al mayor que esta semana no, la otra íbamos al templo. Acusan sin fundamento, nunca nos metimos en problemas. -El hombre se dio media vuelta y no dijo nada.

 

Subimos al vapor hacia el continente. Obviamente no fuimos a Palmiro, era un invento mío, fuimos al sur pero para la costa este, a Sicarno.

En Sicarno nos miraban de forma extraña, entramos a un almacén y pedimos dos pequeños metales en forma de rombo, le prendí uno en la ropa a mi querida Caldana y otro yo en el pecho. Por lo menos teníamos el distintivo de la Orden del Rombo, pero los pobladores igual nos miraban.

Uno de ellos se acercó:

-¿Te conocemos?

-No, no creo, venimos de la isla de Corano.

-¡Ja, ja! Allí está todo el fuego de la resistencia.

-Seguramente. Mala gente, ninguno de ellos lleva lo que llevo aquí y lo que lleva mi hija. -Y le mostré el metal de la Orden del Rombo. Me miró con ojos como de inquisidor y se marchó. Odiaba a la gente que se metía en la vida de uno. Por suerte tenía bastante bastante dinero.

 

Hubo una revuelta en un bar, mataron a dos personas de la resistencia.

Uno de los soldados de la Orden del Rombo nos paró:

-¿Y ustedes?

-Vinimos de Corano, nos fuimos justamente porque no quería que le envenenaran la mente a mi hija.

-¿Y la madre?

Le apreté la mano despacito a la nena y dije:

-A la madre la mató la resistencia. Esa tremenda resistencia, tendrían que exterminarlos a todos.

-Lo lamentamos. ¿Se da cuenta, se da cuenta, amigo, que la Orden del Rombo es la única que nos protege a todos?

-Obviamente. Lo primero que hice en llegar aquí es comprar los metales en la ropa para distinguirnos de la basura.

-Muy bien, muy bien.

 

Luego se armó otra revuelta y nos marchamos más al norte. A veces íbamos en un carro, a veces íbamos a pie de poblado en poblado.

 

Pasamos el golfo, había una enorme ciudad, Cretano. Cretano era enorme, enorme. Era cien veces, cien veces el poblado de Bicano. Nos quedamos en Cretano, pudimos alquilar una pequeña pensión.

-¿Y mamá?

-Mamá seguramente también estará escapando para el norte. En el norte la gente es distinta.

-¿Cómo distinta, papá?

-Es más... más abierta de criterio.

-No, no entiendo.

-La gente ya no te persigue, no es tan religiosa.

-¡Pero mamá es buena!

-Mi amor, ¿cómo me preguntas eso?

-¿Y porque está en la resistencia?, cuando estaba con nosotros discutieron varias veces. ¿Si vamos al templo no estamos con Dios, papá? -Cómo le podría explicar a una niña tan pequeña que la Orden del Rombo era corrupta y que nos les interesaba Dios y que no les interesaba Axxón.

 

Obviamente yo tenía sentimientos encontrados, la amaba a mi esposa, pero estaba furioso con ella por poner en riesgo la vida de la nena.

¿Qué podía hacer la resistencia? Todo Liziana y al norte, todo Amarís era gobernado por la Orden del Rombo. El gobierno era una figura nada más, la Orden religiosa era la que mandaba. No iban a vencer.

A veces hay ideales que no tiene sentido sacarlos a relucir. Una vez se lo dije a Simoneta.

Me dijo:

-Cuando me enamoré de ti, Stéfano, no me imaginé que serías cobarde. -Me lastimaron mucho sus palabras.

Le dije:

-No, no soy cobarde, soy prudente. No soy yo sólo para ponerle el pecho a las balas.

 

Corría el siglo XVIII. Había algunos adelantos, pero todo lo que era el sur de Liziana era...

Conseguí trabajo en un bar, lavando copas, lavando platos, incluso cocinaba algunas cosas y ganaba algo de dinero. No la quería dejar a la nena sola en la pensión, y el dueño, bonachón, me permitió que la trajera.

Le digo:

-No hagas nada, quédate sentada al lado mío. No hables de religión, no hables de nada. Si te preguntan en quién crees...

-Papá, ya sé, en Dios.

-Sí, pero no; di que crees en la Orden del Rombo, no digas otra cosa. No hables de mamá, no hables de la resistencia, no hables de nada.

 

Nos quedamos en la gran ciudad como cuatro meses. Hubo muchas revueltas. Incluso la resistencia atacó el local donde estábamos trabajando.

El dueño nos dijo:

-Disculpa, Stéfano, pero tenemos que hacer reparaciones y no tenemos dinero ahora para pagarte, te liquidamos lo que trabajaste y luego veremos.

 

Económicamente estaba bastante bien porque la pensión era barata y me habían pagado bastante bastante bien. Guardaba en bolsillos internos todo lo que había ganado. Y en los caminos por suerte no había asaltantes, dentro de todo la Orden del Rombo protegía a los viajeros.

Es más, cuando íbamos al norte nos pararon:

-¿Qué sucedió? -No tuve que mentirle, conté la verdad, que trabajaba en un lugar, que cocinaba, que lavaba copas, que mi niña estaba conmigo. En lo único que mentí, al decir que a mi esposa la mató la resistencia, y que como no había más trabajo emigramos para el norte.

-Que tengáis suerte.

 

Y seguimos, seguimos viaje. Seguimos viaje bastante bastante bastante al norte hasta que finalmente los brazos de Liziana se unieron en un tronco central.

Finalmente llegamos a Caratento. Caratento era otra ciudad grande.

 

Me sentía desfallecer. Lo importante era que la pequeña Caltana pudiera comer y pudiera dormir bien. Caratento parecía un lugar seguro, pero nada era seguro con la Orden del Rombo. Nada.