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Psicoauditación - Jaquelin

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

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Sesión del 08/09/2022 Albor V, Noela

Sesión del 02/11/2022 Albor V, Noela

 


Sesión 08/09/2022
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidades que se presentarón a dialogar: Thetán de Jaquelin

Recuerda cómo puede ser el ser humano tan cerrado que ni entiende que hay que conseguir todo con esfuerzo. Consiguió trabajar ayudando en enfermería, aprendió medicina y progresó hasta casi lo mismo que los doctores del norte, pero por ser del sur no podía ser titulada.

Sesión en MP3 (2.019 KB)

 

Entidad: A veces quisiera que alguien, alguien, no importa quién, me ayude a entender al ser humano. Me diréis: "¿De qué hablas, Noela?, tú también eres un ser humano". Quizá sea irónica, ¿no?, pero no termino de entender a mi raza.

 

Repasemos la historia. Mi mundo, Albor, era un mundo de abundancia, prefiero decir abundancia y no prosperidad, son dos cosas distintas, pero era tanta la abundancia que sus habitantes se acostumbraron al lugar de confort, a estirar la mano y coger un fruto, la ley del menor esfuerzo. A ver, entre nosotros, a mí no me molesta la ley del menor esfuerzo mientras yo con ese menor esfuerzo sea eficaz, pero la ley del menor esfuerzo para hundirte en la indolencia, en la vagancia, en no hacer nada, no. No.

 

Hasta que finalmente la parte norte despertó, vieron que ya prácticamente quedaba poco e hicieron algo que no hicieron los del sur, se pusieron a trabajar, se pusieron a producir.

Tuvimos la suerte mi familia, la familia de mi esposo de emigrar al hemisferio norte antes de que levantaran las vallas. ¿Por qué las vallas?, porque los del sur querían venir a comer sin trabajar. Dijeron "No".

Pero los del norte no eran crueles en ese momento, les dijeron:

-Mirad como prosperamos, hagan lo mismo y no tendrá que haber separación entre ambos hemisferios.

Y los del sur:

-Tenemos para generaciones.

 

Pero no era así. No era así y se sumieron en la extrema pobreza. Pero querían pasar.

El norte no solamente produjo trabajo levantando casas, cosechando campos, también fabricó armas, y en poco más de un siglo tenía barcos, submarinos, y si los del sur querían pasar por agua les advertían que no. Si no hacían caso los hundían.

Y la valla la hicieron en todos los continentes; el norte trabajaba, el sur buscaba la manera de conseguir cosas sin trabajar.

¿Qué hizo sur?, se hundió en un tremendo rencor: "El norte es implacable, por eso lo odiamos".

Entonces el sur empezó a salir de su indolencia, empezó a moverse pero de la peor manera: empezó a fabricar armamentos. No pensó en cultivar, sembrar, cosechar. No. Pensó en ir a la guerra con el norte.

 

Hubo algunas escaramuzas. El norte, obviamente mucho más preparado con más de un siglo de adelanto con respecto al sur, cometió una masacre. Nunca voy a justificar una masacre, pero el sur si el norte no se defendía hubiera invadido y tirado abajo las vallas despojando a los que verdaderamente trabajaban de sus frutos, de sus ganancias, sus cosechas.

Lo hablamos con Durian, mi esposo. Me dijo:

-No, no es que nos vamos a desentender de lo que pasa, pero no tengas nervios Noela, no tengas nervios, los nervios te provocan problemas en tu parte psicofísica. No estás bien. Ocúpate de lo tuyo, has tenido la suerte de conseguir un puesto de enfermera.

 

Y sí, muchos trabajadores construyendo las vías del ferrocarril tenían accidentes, algunos graves otros no tanto, y mi trabajo era tratar de salvar a la mayoría.

Si bien el norte estaba avanzado, aún no existía la medicina como tal pero sí había muchos investigadores, muchísimos investigadores y yo tenía la suerte de practicar con ellos. No existían títulos pero aprendí algunas nociones de medicina. Tiempo después se podría decir que ya era doctora en algunas especialidades, estamos hablando de algo sencillo, simple, básico.

Pero había gente que todavía moría. Había gente que todavía moría y el problema venía del sur. En el sur se habían dedicado a fabricar armas para combatir al norte en lugar de labrar la tierra. Pero no hacían otra cosa. Y no tenían conocimientos de medicina, enfermería, de nada.

 

Hasta que en el sur vino una peste. Y una valla puede contener invasores pero no va a contener una peste, y en la parte norte cercana a la frontera muchos cayeron con una altísima fiebre. Nos enseñaron a ponernos mascarillas porque seguramente habría partículas en el aire que transmitían esa peste, y muchos con mascarillas y todo caían.

Y pasó tiempo y le dije a mi esposo, Durian:

-Con un profesor investigador llamado Elías estuvimos abriendo cuerpos de personas fallecidas. -Mi esposo se puso pálido.

-¿De qué hablas, Noela? ¡Por favor, eso es algo que puede enojar a ese dios!

Fui muy dura en la respuesta a mi esposo:

-Ese dios del que tú hablas es el mismo para el sur que para el norte. El norte no prosperó por dios, el norte prosperó por un trabajo y el sur se ha empobrecido por no trabajar. Y son tan necios que en lugar de querer prosperar, en lugar de fabricar herramientas fabricaron armas, y encima ahora ellos trajeron la peste.

 

Hay un refrán vuestro que dice: "No hay mal que por bien no venga". Yo honestamente no creo en eso, pero ha servido. Gracias al profesor Elías pudimos investigar cómo es el cuerpo humano por dentro. Nos dimos cuenta que las vías más afectadas eran las vías respiratorias, lo que estaba más deteriorado eran los pulmones en las personas que habían cogido esa peste. Hablamos con el profesor Elías y otros investigadores y dijeron:

-Tienen que haber plantas u hongos de los que se puede extraer algo para combatir esa peste.

 

Y tuve la fortuna de cooperar con Elías y otros investigadores y hemos logrado un pequeño polvillo, el cual se podía beber con agua, y por lo menos calmaba la fiebre y morían menos personas. ¿Qué murieron muchas? Miles. Nunca supimos cuántas murieron en el sur, pero calculo diez veces más porque por mucho tiempo no supimos nada de ellos.

Y recuerdo que le dije a mi esposo, Durian:

-Desde siempre he tenido problemas físicos, tú me dices que mi cuerpo me pasó factura.

 

Al ir a trabajar con él por eso perdí el embarazo. Obviamente no me voy a investigar a mi misma pero podría ver la constitución del cuerpo femenino, que es lo que más afecta. Y fui descubriendo cosas.

 

Como era del sur, en el norte nunca me dijeron profesora, siempre me decían enfermera Noela, pero yo podría decir que sabía casi tanto como el profesor Elías. Y seguiría investigando.

 

Muchas gracias por escucharme.

 

 


Sesión 02/11/2022
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidades que se presentarón a dialogar: Thetán de Jaquelin

Decidió no verse con su marido, tenía fuertes dolores y pensó que era de la epidemia. Podría contagiarlo y perderían el salario si no trabajaba. Y no podrían comer. Y podrían morir. Sus dolores remitieron algo. No podía permitirse que se supiera.

Sesión en MP3 (2.224 KB)

 

Entidad: En Albor mi nombre era Noela. Estaba casada con Durian.

Habíamos venido del sur donde prácticamente se habían acostumbrado a vivir en un lugar de confort porque sobraba la comida y el planeta entero no sabía lo que era ganarse el sustento diario.

Pero todo no dura para siempre y el norte empezó a trabajar, a crecer mientras el sur seguía sumergido en un sueño imposible.

 

Nos fuimos al hemisferio norte, antes de que levantaran las vallas y no dejaran pasar a los sureños, pero con un salario básico. En aquel entonces trabajaba de mucama y mi esposo de jardinero.

 

Cuando el norte comenzó a construir vías de ferrocarril, Durian se empleó pues le pagarían más, y yo cometí el error de dejar mi trabajo e ir con mi esposo.

Mi cuerpo me pasó factura. ¡Vaya si me pasó factura!, por momentos no podía más, sentía como mis órganos del cuerpo no me respondían. Pero por suerte, o tal vez dios me ayudó, conseguí un puesto de enfermera. A todo esto había perdido dos embarazos.

 

Pero la cosa no terminaba ahí. El sur, viendo que había vallas, en lugar de trabajar para su propio beneficio, miles y miles de personas querían ir al norte, y obviamente el norte reforzó las vallas.

¿Qué hizo el sur? En lugar de trabajar se puso a fabricar armas, y encima los que por lugares poco vigilados podían pasar, trajeron la peste en la frontera del norte. No había vacunas, apenas había algunas plantas cuyo zumo podía mantener estabilizada la fiebre de las personas que se contagiaban.

Pero en la frontera empezaron a morir tanto los que vinieron del sur como los norteños de la frontera, empezaron a morir de a cientos. Ya se estaba transformando en una plaga la peste, y no sabíamos cómo pararla.

 

Los del norte estaban resentidos, incluso a Durian y a mí muchas veces nos reclamaron "Todo esto es por culpa de ustedes".

Mi esposo con perfil bajo, con la cabeza baja les decía: "No es así, no compartimos la forma de ser de la gente del sur, queremos trabajar, queremos crecer, obviamente que nos interesa el confort, pero ganarlo con el sudor de nuestra frente. No nos asusta trabajar, no nos asusta tener más de un empleo".

 

La gente del norte lo entendió puesto que trabajar en las vías del ferrocarril era un trabajo terrible donde la persona quedaba desecha al ponerse el sol. Y yo con mi trabajo de enfermería no daba abasto. Más por la epidemia. Me ponía una especie de barbijo o mascarilla, pero así y todo en determinado momento tuve fiebre. Durian se asustó.

Le digo:

-Lo mejor que puedes hacer es no venir por la enfermería, quédate allá en las barracas que han armado donde terminan las vías, no vengas para aquí.

-Estaremos sin vernos.

-No importa. Seguramente voy a salir adelante, pero si tú te contagias no vas a poder trabajar, nos vamos a morir de hambre. En el norte son más comprensivos pero tampoco son piadosos. El que muere muere. El que no trabaja no come y el que no come también muere.

 

Durian quiso abrazarme.

-No no no no no, esto es contagioso, no. Me muero de ganas de abrazarte y estar contigo, pero no.

-Pero Noela, ¿cuánto tiempo pasará?

-Sólo Dios lo sabe. Muere mucha gente.

-¿Y la entierran?

-No, Durian, no.

-No me digas que la tiran al río.

-Jamás haríamos eso, Durian, encima contaminar las aguas no. Se creman. A un kilómetro de aquí hay un lugar que se llama el pozo, es una hondonada con maderos y allí van los cadáveres.

-¿Cómo te sientes con ello? -Lo miré a mi esposo.

-Si te digo que estoy acostumbrada a ver esto, no. Nadie se acostumbra a la muerte, nadie se acostumbra al quejido de la gente yacente en los camastros. Nadie, nadie. -Y mi esposo se fue a las barracas a donde seguía la construcción de las vías. Y no nos veríamos por un tiempo.

 

Yo seguía trabajando, y por la noche en una pequeña habitación al lado de la enfermería me retorcía de dolor. Y a veces cuando hacía micción veía que había gotas de sangre. Tomaba zumo de plantas para ver si de alguna manera podía sanar mi cuerpo y la pérdida de sangre paró. Por un momento pensé estaría en fecha, pero no, ya no había una fecha, a veces esas pérdidas eran aleatorias, me duraban un par de días como me podían durar una semana, y unos dolores en el bajo vientre impresionantes.

Pero cuando iba a trabajar mi gesto era neutro, lo único que faltaba era que se enteraran de que estaba enferma. La fiebre remitió por suerte, pero sentía muchos dolores, muchos retortijones y no me sentía bien. Y lo peor de todo es que me cogió miedo. No, miedo no, pánico. Pero no por morir, ¿eh?, sino porque no soportaba los dolores, amén de que no sabía si volvería a ver a mi esposo Durian.

 

He conocido parte de la historia. Albor V era un paraíso donde extendías la mano y tenías un fruto, donde la gente no se tenía que esforzar para comer, donde tirabas semillas y crecían árboles. Pero también crecía la población, y la población decía: "¿Para qué vamos a sembrar?, con sólo tirar semillas todo crece". Y el que no siembra no cosecha. Era más lo que se comía que lo que crecía.

En el norte no pasaba eso, pero en el sur cuando vieron que los frutos eran pocos empezaron a mirar a los pequeños animales, algo repugnante. Cazaban pequeños animales y los comían. Recuerdo que yo era chiquita y le decía a mi familia "Estos pequeños animales de orejas largas se multiplican, pero si vas a una madriguera y los matas a todos va llegar un momento en que no haya más animales para comer.

Y eso es lo que pasó en el sur, los frutos eran escasos, los animales eran escasos y no se daban maña para pescar en el océano o para pescar en los ríos. Muchos en el sur le tenían miedo incluso al agua, la mayoría ni siquiera sabía nadar, mientras que en el norte la gente desde pequeña se criaba en el agua y podían pescar todo tipo de vida marina respetando las especies, no depredándolas.

 

Y a veces pensaba, ¿cuál es la diferencia la gente del norte y la gente del sur?, ¿por qué unos se sacrifican trabajando desde que sale el sol hasta que se pone y otros aman la comodidad? No voy a ser hipócrita, ¿a quién no le gusta la comodidad?, pero hay que ganársela, y eso el sur no lo entendía.

 

Y como en el sur vino la hambruna dejaron de higienizarse, y así es como llegó la peste. Por suerte fue contenida en la frontera del norte, no avanzó la peste para el norte, pero yo estaba en el puesto de avanzada cerca de la frontera y veía día tras día, noche tras noche gente que el día anterior me pedía por favor "Déme agua de su cantimplora", y al día siguiente tenía los ojos abiertos, pero sin vida. Y eso me daba también pánico. Habrán sufrido, habrán estado bien.

 

Tengo mucho más para contar sobre mis miedos, sobre mis temores, sobre mis dolores físicos, sobre esas pérdidas que las ocultaba porque si sabían que yo tenía algún problema, aunque no fuera la peste, aunque fuera un problema físico me hubieran expulsado del lugar y hubiera sido una paria. Entonces ocultaba mi miedo, callaba mis temores y trabajaba sin decir nada. Y cuando tenía algún retortijón en el bajo vientre, ¡Ay!, trataba por todos los medios de que nadie se dé cuenta.

 

Una compañera, Raquel, me dijo:

-Noela, ¿te pasa algo?

-No, lo que pasa que ayer comimos legumbres y tengo unos gases.

-¡Ah, ja, ja, ja! ¿Ves?, hay que comer más verduras.

-Tienes razón, Raquel.

-¡Ay! Noela, Noela, eres enfermera pero no sabes mezclar las comidas.

-Tienes razón, Raquel -repetía.

 

¿Qué le iba a decir?, ¿le iba a hablar de mis miedos, de mis temores, de que extrañaba a Durian? No, lo guardaba todo dentro mío. Y me pesaba tanto tanto tanto que a veces no sabía si lo iba a soportar.