Índice

Psicoauditación - Miriam C.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión del 12/03/2024 Sargón, Almeida


Sesión 12/03/2024
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Miriam C.

Con otra teniente de la flota de Sargón se confesaban cómo confundir a cadetes, alféreces y capitanes y manejarlos a gusto sin que dudaran de sus intenciones, de su proceder. Disfrutaban contándoselo.

Sesión en MP3 (2.478 KB)

 

Entidad: Me encontraba distraída pensando en qué cosas podía hacer para mi provecho. Me sobresalté cuando mi amiga me dice:

-Teniente Almeida -me di vuelta.

-¡Ja, ja, ja! ¡Ay teniente Circe!, ¿cómo están tus cosas?

-Bien, bastante bastante bien.

-Me dijeron que dejaste a Pocholo para salir con el capitán Paredes.

-¡Ja, ja, ja! ¿Y qué te parece? Salgo de la mediocridad y voy con alguien un poquito mejor.

-Perdón -exclamé-, ¿un poquito?, es el capitán Paredes.

-¡Ay ay ay ay ay! ¿Quién te crees que es?, es un mediocre, la mayoría de los hombres son mediocres, ¿o no?

Le respondí:

-Mi querida Circe, la verdad, tienes toda la razón del mundo.

Circe me miró fijo y me dijo:

-Almeida, ¿es verdad que estás saliendo con el cadete Alpersán?

-Sí.

-Es un chico, es un joven. Tenías todo, ¿estabas saliendo con el capitán Anual Lacorte, lo dejas y empiezas a salir con el cadete Alpersán? ¿Qué te pasa?

-Primero y principal, mi querida Circe, ya está nominado esta semana para ascenderlo a alférez. Acuérdate que si viene una guerra...

-Deja de lado la guerra, Almeida -me dijo Circe-, ¿pero por qué un chico?

-Yo pensé que eras lista, Circe. Eres cruel, como yo, pero pensé que eras más lista.

-A ver, ¿tú que sabes tanto, Almeida, me explicas?

-Es tan sencillo..., a este chico lo manejo como quiero, él está embobado.

-¿Pero ya...?

-Sí, Circe. Obvio, ya hemos intimado. Lo tengo loco, lo tengo amaestrado como esos animalitos del campo que le das un pequeño fruto y se quedan contigo ahí mansitos. Bueno, así lo tengo yo. Amén de que por mi grado me respeta.

-¿Pero te da placer?

-¡Ay, Circe! A veces parece que no hablara contigo, parece que hablara con una copia. ¿Sabes cuál es el verdadero placer?: Tener un varón domado. Ahora, hay algo que no entiendo y quiero que me lo expliques, Circe; ¿dejaste a este empleado, Dam Pocholo, para salir con el capitán Paredes?

-Sí. ¿Y?

-¿Y? Paredes es tan predecible, tan... tan evidente que también lo veo embobado por ti. ¿De qué te sirvió el cambio?

-Bueno, Almeida, ahora la... la despistada pareces tú. Es un poquito más listo que Pocholo, pero además es un capitán, me puedo dar corte, y seguramente cuando vayamos a la guerra me va a elegir como la número uno, como la primer teniente del crucero que le pongan al mando.

La miré:

-Tenía entendido que no calificaba Paredes para que le den un crucero. -Me miró con una cara de odio.

-Almeida, a veces te detesto. No seamos falsas, nos llevamos bien. Dame un abrazo. Sos maldita, maldita, Almeida.

-¡Quien habla!, Circe, eres humana, pero pareces reptiloide.

-Ahora no caigo, ¿por qué reptiloide?

-Porque eres una serpiente, te enroscas en un varón hasta exprimirlo y cuando le sacas todo el jugo lo dejas.

-¡Ja, ja, ja! ¿Y tú no haces lo mismo, Almeida?

-No, yo no los exprimo, yo les dejo jugo porque por ahí un día me arrepiento, suelto un poco de lágrimas y vuelvo.

-Yo pensé que era la peor. Pero Almeida, eres..., eres de lo que no hay. Tener un cadete. Además es menor.

-No, ha cumplido dieciocho años de Sargón.

-Ya tendría que ser alférez hace tiempo, ¿o es un poco lerdo?

-La verdad, me importa tan poco mientras sea manejable. ¿Qué problema me hago? Además...

-Habla, te escucho, Almeida, habla, ¿sabes cómo me molestan esos silencios tuyos? ¿Además... qué?

-Bueno, además el capitán Anual Lacorte me propuso que yo sea su número uno en el crucero que le den.

-¿Pero cómo? -me dijo Circe-, si lo has dejado, ¿o el no sabe que sales con el cadete?

-No, no lo sabe. Al cadete le dije que lo ahorcaba con mis manos si hablara con alguien. ¡Ay el primer día que estuve con él intimando, tan estúpido este chico!

-¿Por qué, Almeida, qué te decía?

            -¡Ay!, mañana cuando le cuente a mis compañeros que me acosté con la teniente...

            -¿Perdón? -le dije. Se arrugó todo y se puso contra la pared del dormitorio.

            -¿Está mal lo que dije, teniente?

            -Teniente no, 'mi' teniente.

            -Perdón, mi teniente, pensé que podíamos tutearnos porque...

            -No, no, no confundamos las cosas, esto fue solamente un acto físico.

            -Pero yo la quiero, mi teniente.

            -¡Déjate de tonterías!, sentimientos, amor..., ¿siempre dices estupideces?

Circe me preguntó:

-¿Y qué hizo este cadete?

-Se puso a llorar en silencio.

-Lo echaste de la habitación.

-Nooo, ¿para qué, para que lo vean en el pasillo? No, no no no no, le di una bofetada.

            -¿Qué clase de cadete eres? Mira que hablo con los superiores y suspendo el ascenso a alférez.

            -No  no no no no, mi teniente no no no no no.

            -Y ahora ven.

-¿Y qué le hiciste?

-Que me bese. Estaba cansada, entonces me recosté tranquilamente y lo dejé que me bese de la cabeza a los pies, y él servil me complació tal cual yo le pedí.

-¿Y?

-Estuvo como una hora complaciéndome hasta que al final le dije:

            -Ya está, ya está, ya está. -Y lo saqué. Y me preguntó:

            -¿Estuve bien? -Lo miré y me senté.

            -¿Si has estado bien?, ¿qué te piensas que estás en un torneo de holocomputación?, ¿cómo es eso de que 'estuve bien'?

            -Pero algo estuve, ¿no?

            -Sí, hiciste acto de presencia. Ahora, si quieres que te califique del uno al diez te iba a dar un tres. Pero me caes simpático, te voy a dar un cinco.

            -¡Ay!, gracias mi teniente.

            -¿Ahora me puedes hacer un favor?

            -Lo que tú quieras.

            -No, no me trates de tú.

            -Pero hemos intim...

            -No importa, no me trates de tú. Hazme un favor, vístete y vete a tu dormitorio. Quiero dormir, que a las cero setecientos ya tengo que estar levantada y faltan tres horas. Voy a dormir por lo menos tres horas sin que nadie me moleste.

            -Mi teniente, ¿puedo quedarme a tu lado sin mol...?

            -¡No, no, no, no!

-¿Y se fue?

-¡Más vale que se fue! ¿Ahora entiendes, querida Circe, tan lista que eres, por qué elegí un chico? ¿O tú le puedes hacer eso al capitán Paredes?

-No, pero tengo otras maneras de manipularlo, con caricias, con abrazos, y obtengo lo que quiero también. Ahora, tú eres una... una...

-Dilo, dilo, dilo, ya que eres mi amiga, dilo.

-Eres una perversa con ese chico.

-¡Ay, soy una perversa! ¡Ay, me voy a poner a llorar, soy una perversa! ¿Pero quién hablaba de perversa? Circe habla de perversa.

Circe me miró y me dijo:

-No sé quién es más serpiente de las dos.

-Pero yo soy más lista que tú, Circe, porque con otras tenientes que no saben de mi vida yo hago rol de víctima.

-¿Cómo?

-Claro. Con Anual Lacorte, yo les decía:

            -El capitán es una persona fría, me mira con desprecio, no me lo merezco.

            -Pobre Almeida, ¿por qué no lo dejas?

            -Porque lo amo con todo mi ser.

            -Qué buena que eres, te mereces algo mejor.

-Qué desgraciada que eres -me dijo Circe-, yo pensé que era la mejor actriz de la flota, pero tú me ganas.

-¿Yo? -dije asombrada-, ¿yo ganarle a Circe? ¡Je, je, je! Yo creo que eres la peor de todo Sargón, eres una áspid venenosa.

-Claro, y tú eres una entidad que brilla en la oscuridad.

-¿Estamos peleando?

-Para nada -dijo Circe-, ¿o tomas como un insulto lo que te digo?

-¿Yo? -dije-, yo lo tomo como un halago.

-¡Ah! Bueno, ahora me quedo más tranquila.

-¿Y tú?

Circe me respondió:

-Que me digas que soy la peor de la flota para mí es un halago también. -Nos abrazamos.

-No sé quien de las dos es más perversa. A propósito, ¿qué vas a hacer ahora?

Circe se encogió de hombros:

-No sé, todavía tengo una hora y después voy a hacer entrenamiento, porque ya sabes que la guerra es inminente.

-¿Y si nos relajamos un rato? -le pedí.

-Sí, nos recostamos y miramos holovisión. -La miré.

-Circe, mírame a los ojos, ¿te parece que yo me voy a relajar mirando holovisión?

-Ahora caigo -dijo Circe-, tienes razón.

 

Y empezó a quitarse el uniforme mientras yo me quitaba el mío.