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Psicoauditación - Gaela - Romeu Duran - Ra-El-Dan

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

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Sesión del 20/05/2024

Sesión del 24/06/2024

Sesión del 01/07/2024

Sesión del 04/07/2024

 


Sesión 20/05/2024
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Raeldan

La entidad relata que en Gaela practicaba las artes marciales, era varias veces campeón. Su técnica funcionaba bien, seguía venciendo en combates hasta que compitió con una campeona de otro país, la cual le detectó fallas en la defensa. Como era un combate de exhibición aprovecharon para conocerse, pero descubrió que conocer a una persona no es fácil.

Sesión en MP3 (5.213 KB)

 

Entidad: En toda Saeta conocían mi nombre: Romeu Durand. Había venido con mi familia, de pequeño, de Amarís y nos habíamos mudado al norte de Saeta. Romeo Durand, campeón de artes marciales orientales. Cuatro veces, en Saeta, había defendido mi título, tenía catorce peleas invicto.

Hasta que llegó a Saeta un veterano, que ya tenía cerca de veintinueve años, campeón de Mágar. Maravilla Puscas le decían. Treinta y un combates, todos ganados. Una cara fiera, tremenda.

 

Llegaba el invierno y faltaba una semana para defender el título de campeón del viejo continente, era la pelea más dura de toda mi carrera.

El dinero que se recaudó era tremendo, en el estadio cubierto había más o menos unas dieciocho mil personas, todas pagaron su buen dinero para ver a dos invictos.

El relator dijo:

-Con vosotros nuestro crédito: Romeu Durand, y por el otro lado el campeón invicto de Mágar: Maravilla Puscas. -Más alto que yo, corpulento. Vi algunas películas de sus prácticas, me parecía fuerte, quizá más fuerte que yo, pero no tan veloz.

 

Mi entrenador me decía:

-No vayas al cambio de golpes, no por lo menos en el primer asalto. -Eran tres asaltos de cinco minutos.

 

El primer asalto fue una tromba de parte de Puscas: defensa y golpeaba, defensa y golpeaba. Una sola vez me golpeó en la parte hepática y me arrodillé. Aprovechó y me tocó con un rodillazo en el mentón y rodé sobre la lona; quedé un poco atontado pero me levanté inmediatamente. Me apabulló contra las cuerdas pero lo esquivé. Estaba aturdido. Si me hubiera cogido y me hubiera hecho una palanca o alguna llave de estrangulación hubiera tenido que abandonar. El primer asalto lo terminé mal, lo reconozco, el golpe hepático, el rodillazo al mentón me habían aturdido mucho, todavía la cabeza me daba vueltas.

Mi entrenador me empujaba los hombros hacia atrás y me decía:

-¡Respira! ¡Respira primero con los pulmones! ¡Ahora con el estómago! ¡Doble respiración! ¡Ffffff! Suelta. ¿Cómo te sientes?

-Bien -le respondí-, bien.

-¿Cansado?

-No, para nada.

-¿Mareado?

-No, ya se me pasó.

-Bueno. Fíjate Puscas, está con la boca entreabierta, él prácticamente le has dado dos o tres golpes livianos, sin embargo se cansó.

-¡Je, je, je! -le dije a mi mánager-, se habrá cansado de perseguirme.

-No te rías, tómatelo en serio. Es muy fuerte pero está un poco cansado. Esquívalo pero ya ataca un poco más al estómago, al cuerpo. Tu parte frágil es el rostro y la parte hepática, cuídate, tiene unos puños muy fuertes, solamente si te toca de pleno en el rostro te tira. Y si te tira caes al piso, y ahí te gana por sumisión.

 

Empezó el segundo asalto. No lo esquivé tanto como en el primer asalto. Bloqueaba sus golpes y lo tocaba, di una media vuelta y le di un puntapié al mentón y trastabilló, aproveché y me fui de lleno. Mi mánager me decía: "¡No!", esperando una contra de Puscas, pero le llegué a alcanzar en el mentón y se arrodilló. Aproveché a darle una tanda de golpes y cayó. En el piso le di uno, dos tres, cuatro, cinco, seis golpes hasta que finalmente el árbitro nos separó.

Y le dijo: -No va más -a Puscas. Lo había vencido por KO.

-No me has hecho caso.

-¡Tú no entiendes! -le dije a mi mánager-, porque tú te fijabas en los puños de Puscas, pero yo gané casi todos mis combates por KO. Yo también tengo buenos puños. Míralo, lo tienen que llevar a su rincón, tiene las piernas flojas.

-Bueno, el primer asalto lo has pasado mal.

-Sí, está bien, ¿pero quién ganó?

-¿Qué has aprendido, Romeu?

-Aprendí a no despreciar a ningún rival. Pero ya eso lo sabía. Es la primera vez que me enfrento a alguien tan bueno. Y me sirvió. Tengo que bajar el codo y proteger más la parte hepática y dejar la otra mano levantada para proteger mi mentón. Lo aprendí, no me gusta que me repitan las cosas. Soy el mejor y estoy invitado a ir al nuevo continente a hacer una exhibición en el club Náutico, en la capital de Plena, Ciudad del Plata. Me pagarán un buen dinero por la exhibición contra Hernández, el campeón de Plena. No es tan bueno como Puscas. Además es una exhibición, tiene dieciséis combates invicto, quince ganados y uno empatado, pero no es tan bueno. De todos modos va a ser un combate liviano, como si fuera un combate real. Cinco minutos, tres asaltos.

 

Pasó el tiempo y llegábamos con mi mánager, mis preparadores físicos, y nos alojamos en un hotel céntrico donde había gimnasio para que pudiera seguir entrenando.

Vino uno de los accionistas del Náutico, un joven de traje impecable, se llamaba Jorge Clayton.

-Un gusto, Romeu. Te vi en algunas películas, y me pasaron la película donde vences a Puscas, el capeón de Mágar.

-¿Qué te pareció? -le pregunté.

-Eres bueno, eres muy muy bueno. ¿Has estado en Akari?

-Por supuesto. Mi profesor es un maestro que tiene sesenta años, me ha entrenado desde mis quince años, me considero el mejor en artes marciales.

-Bueno, el club Náutico en la parte de atrás ha armado y ya queda definitivamente armado un lugar para diez mil personas.

-¡Vaya! ¿En cuánto tiempo lo han hecho?

-En tres meses.

-¿En tres meses? Con butacas...

-Así es. -Sonreí.

-Evidentemente, Clayton, donde hay dinero todo se puede.

-Te cuento, Romeu, que han trabajado muchas personas. El árbitro que trajimos también es de Saeta, un árbitro internacional.

-¿Cómo se llama?

-Xavi Torrens.

-¡Ah, sí!, me ha dirigido tres veces. ¡Ay!, el querido Xavi Torrens, ¡ja, ja, ja!, sí.

 

Y llegó la noche de la exhibición. El nativo de Plena era muy bueno; obviamente yo era superior, lo podía haber vencido en el primer round pero era sólo una exhibición, golpes livianos, alguna que otra llave. Tres veces besó la lona. Podía haberlo sometido pero respetaba la exhibición, es como que él fuera muy prudente y evitaba tocarme para evitar mis réplicas.

En el segundo asalto le dije:

-Tócame, no hay problema, es exhibición.

-Bueno.

 

En mitad del segundo asalto me tocó muy fuerte y mi réplica fue más fuerte todavía y cayó sentado a la lona. Ahí también me frené, esperé a que se levantara y seguimos combatiendo. El último asalto fue prácticamente un dominio total de mi parte: golpes hepáticos, al mentón, patadas... Una de las patadas tocó su sien y vi que estaba mareado, entonces disimuladamente lo llevé a un rincón y le dije: "Defiéndete, voy a hacer que te castigo". Y lo castigaba con golpes apenas, apenas fuertes porque lo estaba sosteniendo, porque mi patada en la sien lo había dejado muy mareado y hubiera caído KO. Mi ataque fue de mentira para sostenerlo.

-¿Te sientes más repuesto?

-Sí, gracias por evitarme el papelón. -Tocó la campana y mi mano izquierda tomó su mano derecha y ambos levantamos la mano, nos aplaudieron.

Me abrazó y me dijo:

-Romeu, no eres el mejor de Saeta, eres el mejor del planeta, eres bueno. Ven un día a Saeta, te enseñaré algunas técnicas.

-Podido haberte vencido en el primer round.

-Lo sé. Y en el último, la verdad, estaba KO. Tú me has sostenido con tu cuerpo fingiendo que me golpeabas de pie contra las cuerdas mientras me sostenías con tu cuerpo. Eres un genio, Romeu.

 

Fui al vestuario me di una ducha, me cambié, me quedé con ropa deportiva. Y después vino lo mejor, la cena. Se acercó una joven, Andrea, muy muy bonita.

-Vaya, pensé que las chicas más bonitas estaban en Saeta, no en Plena.

Se presentó:

-Andrea Caballero. Eres muy bueno.

-Bueno, te agradezco, Andrea, el campeón de Plena dijo que yo era el mejor del planeta.

-Sí...

-¿Un sí dubitativo, Andrea? -le pregunté

-Tienes algunas fallas, se te puede vencer.

-No conozco a ningún hombre en el planeta que pueda vencerme.

-No, en una práctica yo podría vencerte. -La miré.

-No bromees, Andrea.

-No bromeo. Hace poco tiempo llegué de Akari, con el profesor Hugiro.

-¿Hugiro?, ¡es una leyenda, Hugiro! ¿Cuánto tiempo has estado?

-Hasta prácticamente ahora, casi cinco años.

-Vaya. ¿Y cómo te ha ido?

-Bueno, he ganado en los dos últimos dos años todos los torneos.

-O sea, en el paso a maestra los primeros tres años has practicado...

-Y me han dado palizas otras jóvenes orientales, pero el profesor Hugiro me ha explicado cómo defenderme y cómo atacar.

-Bueno -le expliqué-, mi profesor me enseñó que la mejor defensa es un ataque.

-Bueno, no es lo que dice mi profesor Hugiro; defensa y ataque tienen que tener un equilibrio, no sirve tampoco un ataque a ciegas porque te topas con una muralla y la muralla es más dura que tu rostro.

-Sé a qué te refieres.

-He visto tu combate con Puscas, y tú en el primer round estabas para vencerte por sumisión o bien ganarte por KO. Si hubiera estado yo en lugar de Puscas perdías en el primer round.

-Eres creída.

-No -dijo Andrea-, no soy creída, es lo que veo.

-Es la primera persona, y encima una mujer, que ve fallas en mí.

-¿Qué significa "encima una mujer"?, ¿eres machista?

-No, para nada, para nada, pero obviamente el varón es más fuerte en combate.

-Sí, seguramente en un combate real no te vencería, tus golpes son más potentes, eres varón y musculoso, pero las artes marciales orientales no se trata solamente de golpes. Hagamos una cosa, ¿cuánto tiempo te quedas?

-Cerca de veinte días.

-Bien. Déjame hablar con Clayton, organicemos una exhibición para la semana que viene.

-Eeeh, no, no, me sentiría cohibido, tendría temor de lastimarte.

-¿Por qué te ríes? Eso es machismo, eso es machismo.

-Está bien, acepto.

 

Clayton primero se negó, dice:

-Andrea, ¿estás segura?

-Segurísima.

-Romeu, es una exhibición, yo vi lo que pasó con el luchador local, estaba KO y en el tercer raund tú lo has sostenido para evitar que caiga.

-¿Te has dado cuenta?, ¿sabes artes marciales?

Clayton me dijo:

-Sí, sé un poco, como para darme cuenta de cómo está la persona. Está bien, anunciaré la exhibición, pero vayan despacio ambos.

-¿Ambos? ¡A mí me tienes que decir, a mí, a Romeu, que vaya despacio, no a la niña! -Clayton sonrió.

-Bueno, conoces a la niña conversando, la próxima semana vas a conocer a la niña combatiendo.

 

Hasta que llegó el día del combate. Estaba tan o más lleno que la semana anterior.

Cuando la niña subió a la lona le dije:

-Cuando te conocí te dije: "Eres la joven más hermosa que conozco".

-Tú también eres guapo.

-Bueno, yo ya lo sé.

-Guapo y creído.

-¿Y tú no?, ¿no eres creída?

-No, te lo voy a demostrar.

-Vi que es una exhibición, si no esa bonita cara no quedaría tan bonita al final del combate.

 

Comenzó el primer asalto. Era tan escurridiza y sus golpes llegaban de donde menos lo esperaba.

Terminó el primer asalto y mi mánager me dice:

-La niña te golpeó por lo menos doce veces, tú no has acertado un solo golpe. -Me sentí molesto.

-¿Y qué quieres?, es una exhibición.

-Está bien. Pero tócala, aunque sea livianamente.

-Tengo miedo de lastimarla.

-Bueno, pero te ha tocado doce veces, tampoco pases papelón aquí en Ciudad del Plata. -Me puse molesto y ya directamente me decidí a atacar, pase lo que pase.

 

Empecé a lanzar golpes y ninguno llegó a destino. Es más, me golpeó fuerte al hígado y caí de rodillas. Me amagó con su pierna, tenía mi mentón a su disposición; si me hubiera golpeado capaz me noqueaba pero se corrió a un rincón.

Terminó el asalto y mi preparador me dijo:

-¿Te das cuenta? Este round lo ganó más claramente que el primero. ¿Y sabes por qué?, porque entraste furioso y la ira te nubla la comprensión. En un combate tienes que estar sereno.

-Esto es una exhibición. -Me defendí.

-Sí, pero todo el público se da cuenta que es más completa que tú. Si en lugar de una mujer ella fuera un varón, con la técnica que tiene ella sería la mejor del planeta, no tú.

 

El último asalto fue directamente tratar de someterla: zafaba. Trataba de someterla: zafaba. En un momento dado no sé qué movimiento hace que me tira, se pone encima mío y me hace una llave de estrangulación; era imposible zafar. De repente me suelta y me permite levantarme. Intercambiamos algunos golpes. Me tomó la mano cuando terminó el último asalto y ambos levantamos la mano.

Se sacó la protección dental y me dijo:

-Si fuera de verdad te podía haber noqueado.

Le dije, enojado:

-Si fuera de verdad no hubieras soportado mis golpes.

-¿Qué golpes? No hubieras podido vencerme.

 

Finalmente, después de ducharnos fuimos a cenar. Me presentó a su hermano, Caballero, un muchacho simpático.

Y a mi lado estaba Clayton. Me dijo al oído:

-Romeu, yo me preocupaba por ella, me tenía que haber preocupado por ti. -Lo miré.

-Basta, Clayton, basta, o si no te invitaré a hacer una exhibición contigo la semana próxima.

-No -dijo Clayton-, no no no no no, no te desquites conmigo, yo simplemente soy un filósofo. No no no no no no, no soy tan tonto como para subir a un ring contigo, ¡ja, ja! -Nos abrazamos-. Y ahora te dejo con la niña. -Nos estrechamos la mano con Clayton y me quedé conversando con Andrea.

-Eres muy buena, pero además eres muy interesante. ¿Si me quedara más tiempo aquí en Plena aceptarías una invitación a cenar?

-Pero es lo que estamos haciendo.

-Tú me entiendes, tú y yo, los dos solos.

-Discúlpame, apreciado Romeu Durand, ¿acaso me quieres conquistar?

-¿Por qué no?, salvo que yo no sea tu tipo de varón.

-No no no, me gustas -me dijo Andrea-, la única pena que eres un poco creído, pero me gustas.

-Y tú no eres creída.

-No, soy lo que soy.

-Cuéntame, ¿qué eres?

-Una mujer.

-¿Has tenido pareja?

-No, mi pareja fueron las artes marciales orientales.

-O sea, que no has tenido novio.

-No. ¿Y tú?

-No he tenido novia.

-Pues no te creo -dijo Andrea.

-A ver, he tenido algunas parejas, pero sin compromiso.

-¿Y qué buscas en mí? -La miré.

-Eres tan bonita que sí, contigo asumiría un compromiso.

-No me conoces.

-No, por supuesto. Tú tampoco a mí, pero para eso te invito a cenar, para que nos conozcamos.

-No basta una cena. Quédate, quédate unos meses, hazte habitué del club Náutico, podemos salir de día también a pasear, hablar de nuestras cosas, podría viajar yo a Saeta, conocer a tu familia y allí veríamos.

-¡Vaya!

-No entiendo el "vaya" -dijo Andrea.

-O sea, que tú tardarías como seis meses para conocer a una persona. -Andrea se encogió de hombros.

-Romeu, entiendo que has tenido relaciones sin compromiso, pero no conoces a los seres humanos; no solamente a las mujeres, a los seres humanos en general. Tú te ríes diciendo que si es por mí tardas seis meses en conocer a una persona, yo digo que a veces en toda una vida no conoces a una persona.

-Vaya, así que también eres sabia. Acepto tus condiciones y prometo, de alguna manera, abrirme y hacer que me conozcas. ¿Qué otros requisitos pides?

-No sé, dime tú los requisitos de una mujer.

-Bueno, que sea cariñosa -dije-, que sea buena pareja, que congeniemos, que tengamos una buena relación más íntima.

-¿Qué más?

-Bueno ya he dicho todo.

-No.

-¿No?, ¿qué me faltaría pedir?

-Lo que pediría yo, que fueras honesto conmigo. Pero primero contigo. Y que fueras leal, no soporto el engaño ni la traición.

-Bueno, pero si salimos unos meses y somos sólo amigos es como que me inclinaría a buscar una relación sin compromisos.

-¿Es para tanto?

-Claro, tú porque eres mujer.

-O sea, tú como varón sabes mucho de las mujeres.

-Sí, algo sé.

-¿Y piensas que la mujer no tiene necesidades? Y sin embargo yo no digo "me voy a buscar un novio esporádico".

-Vaya, aparte de linda eres sabia.

-No sé si sabia, pero le escuché a Clayton muchas veces decir "uso el sentido común, el menos común de los sentidos". De él aprendí.

La miré y le dije:

-Quizás haya encontrado a la mujer de mi vida.

Ella me respondió:

-No lo sé, tengo que conocerte para después decir "he encontrado al hombre de mi vida" o no. Nunca me apresuro.

-Vaya, me sorprendes. En mi vida me han sorprendido como me sorprendes tú.

 

Y seguimos comiendo.

Y mientras yo pensaba en silencio y la miraba. Ella me miraba y sonreía. Yo no sonreía, es como que dentro mío algo se movilizaba, ¿habría encontrado a la chica ideal? El tiempo lo diría.

 


Sesión 24/06/2024
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Raeldan

Llegó a sincerarse con ella contándole cómo la vida se le había portado hasta el momento. Lejos de entenderle, recibió acoso verbal, malentendidos, equívocos e insultos. Estaba dolido, no esperaba ese comportamiento.

Sesión en MP3 (3.511 KB)

 

Entidad: Me encontraba conversando con Andrea, por un momento me quedé en silencio con la vista perdida. Ella me preguntó:

-¿En qué piensas, Romeu?

-Quizá tú, como tantas otras personas, tienen una imagen de mí equivocada.

Apoyó los codos sobre la mesa y apoyó su mentón sobre las manos. Mirándome a los ojos me dijo:

-Generalmente la imagen que das es la imagen que tenemos de ti, salvo que hayas omitido de contar cosas o te guardes episodios de tu vida.

La miré, frunciendo el ceño:

-Es cierto que a veces suelo ser vanidoso, lo que nadie sabe todo lo que me costó conseguir lo que tengo.

-¿Qué es lo que tienes? -me preguntó ella.

-¿Lo que tengo? Un campeonato continental. ¿Lo qué tengo? Fama.

-Eso es para los demás. Tú, ¿qué tienes?

-Recuerdos tengo. Malos tratos de pequeño, no tenía dinero para estudiar. Tuve que trabajar, pero quien iba a contratar a un adolescente únicamente para hacer recados en oficinas de correo. A su vez por las tardes iba al gimnasio, nunca dejé de cultivar mi cuerpo. Pero de la misma manera crecía adentro mío como un rencor pensando qué fácil que lo tienen los demás.

Ella me interrumpió preguntándome:

-¿De creído ahora pasas a hacer rol de víctima?

-Espera, espera, ahora te estás burlando, yo estoy hablando en serio.

-Está bien, continúa. Pero no, no se puede solucionar lo que ya pasó. ¿Todo te costó mucho? Perfecto. ¿Lo lograste? Mejor. ¿Luchaste contra la impotencia de la vida? Te felicito. Pero rencor, ¿por qué?, ¿por los que te han puesto pies en la rueda para que te tropieces y te caigas? Eso no es tú problema, tú problema hubiera sido no ver los palos en la rueda, pero si lo lograste, ¿de qué te quejas?

-No pasa por ahí Andrea, pasa porque, claro, me ven con la franja de campeón, me ven con el cinturón, "¡Ah! es un ídolo, sale en la primera página en los diarios en Saeta", pero todo me ha costado mucho. Mis padres se separaron, mi madre no me entendía. Me mudé con un amigo, un amigo que se fatigaba para estudiar, se fatigaba para trabajar, el dinero que aportaba en pagar la renta era prácticamente nada.

-¿Y por qué lo permitías?

-Porque no quería sentirme solo.

-O sea, que en lugar de compañero estabas pagando una compañía.

-No, Andrea, te estás burlando, no es así.

-¿Por qué no?, prácticamente pagabas tú el porcentaje total de la renta con tal de no estar solo. ¿Y tu amigo qué hacía?

-Lo que podía, trabajaba en lo que conseguía, lo que le pagaban era casi nada.

-¿Era torpe?, ¿tenía pocas luces?

-No, no tenía voluntad.

-¿No tenía voluntad o se aprovechaba de ti?

-Bravo. O sea, Andrea, que ahora me tomas por tonto.

-No, estoy respondiendo a lo que tú me estás contando, me estás diciendo de que tú pagabas casi todas la renta porque no te gustaba estar solo, y mantenías a otra persona.

-Bueno, mantenerlo no, a veces aportaba para la comida.

-¿Por qué a veces?

-Porque a veces no llegaba.

-No era la renta solamente, Romeu.

-Eres muy incisiva.

-Para nada. Replico a lo que me contestas.

-Da la impresión que me censuras.

-Estoy dando una opinión. Me da la impresión que yo doy opinión, como que de alguna manera estoy debatiendo, como para que entiendas, que si de alguna manera se aprovechó de ti. Y tú lo interpretas como que yo te discuto y desvalorizo tu opinión.

-¿Y no es así?

-No. Quien te desvalorizó fue ese que dijo ser tu amigo. Evidentemente no eras tan inteligente como pensabas.

-¿Y qué pasa Andrea si no fuera así?, ¿y qué pasa si la soledad me pesaba por los malos tratos que había tenido de pequeño y aun casi casi de adolescente?

-Una cosa no explica la otra. Entiendo que hay personas que justamente por los malos tratos se templan. ¿Cuál eres tú, de los que se templan o los que se quiebran?

-¿Te parece que soy de los que me quiebro habiendo ganado un torneo continental?

-Pero te venció la soledad.

-A mí no me venció la soledad, yo directamente me sentía mal estando solo.

-¿No te venció la soledad?

-No.

-Pero permitiste que la otra persona viviera a costa tuya.

-No, no, yo acepté, nadie me impuso nada.

-Yo lo veo de otro punto de vista, Romeu. Pero bueno, es algo que ya pasó, el pasado no se puede modificar ni revertir porque pasó. -Hice silencio-. ¿Estás enojado?

-Quizá.

-¿Por qué?, ¿porque no te digo: "Sí, tienes razón, es como tú dices"?

-Recuerdo que semanas atrás me decías: "Salgamos, quiero que me conozcas".

-¿Y qué estoy conociendo, un despojo, una víctima de las circunstancias?

-¿Victima? En todo Saeta me conocen, me piden autógrafos, ¿qué victima?

-Romeu, esta conversación fue más una queja.

-No, eres tú la que no tiene memoria, la conversación empezó explicándote que todos piensan que soy una persona creída, superficial, poco profunda, una persona que se lleva el mundo por delante.

-Pero eso es lo que demuestras, Romeu.

-Eso es para prensa, eso es para la televisión, es un juego que hago.

-Cuando te conocí, ¿había televisión? Bueno, sí, en el Náutico había televisión, pero luego cuando conversamos a solas...

-No, ahí no había televisión.

-Y te seguías comportando como si yo fuera una cazadora de autógrafos. Y te molestó horrores que en esa práctica te haya vencido, ¡Oh, al señor lo venció una mujer!

-¿Ahora me estás peleando, Andrea?

-¿Por qué a todo le llamas pelea?, ¿por qué a todo lo que no está de acuerdo contigo lo tomas como una discusión?

-Porque evidentemente no debemos ser compatibles. Porque creo que me equivoqué contigo, porque creo que tú eres la creída porque te estoy contando cosas de mi vida dolorosas y tú dices que hago rol de víctima. Eres tú la intolerante, no toleras cuando una persona te dice la verdad. ¿Y yo qué sé de ti? ¿Qué sé de los años que pasaste en oriente?, ¿qué sé si no te defraudaron afectivamente y ahora te haces la superadora, la que juzga a los demás?

-Espera, espera, espera, baja el tono. ¿Piensas que yo te estoy juzgando? Yo sólo estoy opinando sobre lo que tú me comentas, yo no te conocía cuando tu amigo te usó.

-¿Ves?, ¿ves que agredes? A mí no me usó nadie, te dije que me sentía mal estando solo, ¿qué me importaba pagar algo demás con tal de estar con una compañía?

-Bueno, hubieras conocido una chica, salvo que ese amigo te hiciera favores.

-Ahora me estás insultando, ¿piensas que mi amigo me gustaba en el sentido que tu cabecita sucia piensa?

-No lo sé, no lo sé.

-Creo que me equivoqué contigo, Andrea, creo que eres una tonta, creo que eres una estúpida. -Ella se levantó.

-¿Y sabes lo que creo yo?, que eres un cretino. -Cogió el vaso de agua y me lo lanzó a la cara. Cerré los puños-. ¿Qué, piensas pelearme aquí en la cafetería? De mi parte no tengo problema, el que vas a quedar mal vas a ser tú por dos razones: primero porque vas a pelear con una mujer y te van a acusar a ti, y segundo porque esa mujer, que soy yo, te va a vencer.

-Y después dices que yo soy el creído.

-Mira, ¿lo podemos dejar así?

-¿Cómo qué, como amigos?, honestamente no. Yo pensaba otra cosa de ti, honestamente eres una necia.

-¿Y sabes lo que eres tú?, un cerrado, una persona cuadrada. -Se levantó y se marchó.

 

La gente me miraba, a pesar de estar en Plena mucha gente me reconocía. Había dos personas que me sacaron fotos, ¿y qué les iba a decir, "¡No me saquen fotos!"? Seguramente las van a vender a algún diario: "El campeón de Saeta y campeón intercontinental bañado por una joven". Dejé dinero sobre la mesa con propina para el camarero y me marché. Estaba con un humor de perros, no soportaba nada.

 

Cogí un teléfono público y lo llamé por teléfono a Clayton.

-¿Cómo estás, Romeu?

-Te llamaba para pedirte un favor.

-Dime.

-Quisiera que me consigas un combate con alguien importante.

-Bueno, hay un campeón en Beta que tiene dieciséis combates, todos ganados por KO menos uno, que fue el primero cuando debutó, que perdió por sumisión. Es muy bueno, muy muy bueno. ¿Quieres que te prepare un combate?

-Lo más pronto posible.

-¿Y cuánto te parece que cobraremos la entrada?

-Lo que tú digas Jorge. Yo no quiero el dinero quiero que se lo des a una entidad de personas desamparadas o a algún hogar infantil.

-Me agrada, me gusta. ¿Pero por qué de repente quieres combatir si no es por dinero?

-Me peleé con Andrea.

-Mira, me gustaría hablarlo personalmente.

-No, dime si me lo puedes hacer el favor.

-Sí, Romeu, te lo hago. Supón que lo vences al campeón de Beta, supón que él te vence, ¿eso va a subsanar tu enojo por haber discutido con Andrea?

-Seguramente que no, Clayton, pero es una manera de sacarme de encima este enojo.

-¿Y la única manera que tienes de sacarlo es peleando?

-Quizá no, pero es la manera más fácil.

-¿Quieres que conversemos personalmente?

-No, sé que les has hecho de psicólogo a otros... No, no va conmigo eso. Yo ya le conté parte de mi vida a Andrea y no me comprendió, no quiero que me pase lo mismo contigo.

-¿Por qué te apresuras a sacar conclusiones?

-¿Entonces me haces favor?

-El favor va a ser para mí también, se va a llenar el club. Hago un par de llamadas porque sé que este joven de Beta en este momento tiene la agenda desocupada, iba a defender su título del norte y se lesionó uno de los primeros renqueados. ¿Por qué no tú como reemplazante? No habrá título en juego, Romeu, pero qué importa, a ti te sirve, a mí me sirve.

-Hagámoslo. ¿Este sábado?

-No, es muy pronto, el otro.

-Bien. Gracias. -Colgué el teléfono.

 

Se había largado a llover. No quise coger un taxi, caminé mojándome, cerrando y abriendo los puños.

Y me pasó una cosa rarísima que yo mismo no me entendía; tenía una furia tan grande tan grande con Andrea que tenía ganas de tomarla del cuello, desgarrarle la ropa y poseerla, la deseaba horrores. Y me sacaba de quicio y le había llamado necia y la había insultado y terminó ganando ella: me vació el vaso en el rostro y en parte del cuerpo delante de todos en la cafetería.

La deseaba más que nunca pero no estaba arrepentido de haberme peleado, la odiaba y la quería poseer salvajemente. Y me di cuenta de que ella me podía, me di cuenta que me podía. Ella decía que yo había sido usado por quien decía ser mi amigo, un pobre muchacho, pero de verdad yo me sentía un títere con ella y ahora por orgullo no le iba a dirigir la palabra porque si lo hiciera le pediría perdón y le diría bruscamente que tengo necesidad de estar con ella y se burlaría de mí. Me diría: "Machista, es en lo único que piensas, no has avanzado nada". Y tendría razón. Y eso es lo que me da más bronca, que Andrea tenga razón, porque no soporto que ella me mire con aires de superioridad.

He pasado por mucho, ella ha tenido una vida fácil. ¿Qué se piensa?, si le hago el amor le puedo dar vuelta diez veces.

 

Y después me puse en lugar de lo que me contestaría ella.

Se reiría y me diría:

-Primero me tendrías que conquistar. Segundo, si me tomas por la fuerza yo te dejaría hecho un trapo.

-¿Un trapo a mí?, ¡soy campeón intercontinental!

 

Y reparé en que la gente me miraba y me di cuenta que estaba hablando solo caminando bajo de la lluvia. ¿Tanto poder tenía esta chica sobre mí?, ¿tanto poder? ¿Pero tanto?, ¿tanto?

El pasado era inmodificable, había dicho Andrea. Y yo, ¿cómo podía modificar esta pelea que habíamos tenido? Imposible. La había perdido y la deseaba más que nunca.

 

Pero no soy un perdedor, el que va a pagar por todo ello va a ser el campeón de Beta, ya voy a tener con quien desquitarme. Sólo tengo que esperar este sábado no, el otro, y descargaré toda mi furia. ¡Ay! ¡Ay de aquellos que se enfrenten conmigo en un cuadrilátero! Lo van a llevar en camilla al campeón de Beta, en camilla. Nadie se mete con Romeu.

 


Sesión 01/07/2024
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Raeldan

Quedó sorprendido al ver que Andrea no llegaba ni a tocar a Clayton cuando les encontró practicando una técnica que desconocía. Su autoconfianza creció de tal manera que le ofreció a Clayton probar con él, cosa que rechazó. En unos días combatiría con el campeón de Beta y no se encontraba tranquilo.

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Entidad: Estaba muy ansioso, quizá con algo de ira, y ambas emociones tenían distintos orígenes. La ira me invadía porque no quería reconocer que tenía un enorme sentimiento por Andrea, pero a su vez intuía que no nos llevábamos bien, que éramos cien por ciento distintos, y a su vez eso me traía ansiedad, incertidumbre.

 

Además estuve mirando unas películas de Lewis Flit, veintiún años, campeón de Beta. Debutó perdiendo quizá por mala presentación de su entrenador o por bien por mala suerte, se resbaló y le hicieron unas llaves de estrangulamiento y abandonó. Figura que perdió por sumisión. Estuvo seis meses sin combatir entrenándose una y otra vez hasta que su segundo combate lo ganó por KO en el primer round, y de allí quince combates más ganados por KO. Más delgado que yo, menos potente.

No tenía por qué tener dudas, al contrario, la ira que tenía por no llevarme bien con la caprichosa Andrea hacía que se transformara en furia hacia el nativo de Beta, Lewis Flit. Lo iba a masacrar, lo iba a partir en dos, no iba a tener piedad.

Muchos pensaban "Claro, Romeu Durán, con su experiencia va a jugar con el joven". No. Pensaba destruirlo en el primer round.

 

Recuerdo que me encontré con Jorge Clayton, tenía una habitación con un gimnasio privado y estaba con un traje completamente blanco haciendo unos movimientos exóticos, como de artes marciales orientales, pero lentos, muy lentos. Y en una esquina, en un sillón sentada, extasiada, Andrea. La miré con desprecio, ella me miró tres segundos y desvió la vista y siguió mirando a Clayton.

Entré despacio y me quedé mirando, y Clayton paró sus movimientos y sonrió con esa sonrisa empática, la cual no correspondí.

No le pregunté de mala manera, pero sí de forma seca:

-¿Qué haces?, ¿qué son esos movimientos?

--Se llaman 'formas'.

-¿Formas?, qué función cumplen, no los veo como ejercicios de gimnasio...

-No, en realidad sí lo son, pero no, son más bien ejercicios de defensa.

-¡Je, je, je! Disculpa, Clayton, que me ría, pero yo no veo que ahí haya defensa, son movimientos tan lentos que cualquier luchador de artes marciales puede vencerte en segundos.

-Supuestamente sí -respondió Clayton.

-¿Cómo supuestamente?

-Claro, esto se lo estoy enseñando a Andrea.

-Disculpa, no lo tomes como una falta de respeto, Clayton -exclamé-, pero creo que Andrea no tiene que aprender nada de ti. No creo que ninguna mujer le gane, y tampoco algunos varones.

-De verdad es muy buena, quizá la mejor, pero no aprendió esta técnica.

-¿La has creado tú?

-No, no, para nada, lo que pasa que hay partes de mi vida privada que no cuento. A mis doce años conocí a un maestro, Xavier, con 'X' y la 'V', Xavier, venía de más allá del viejo continente, de unas montañas de más de seis mil metros de altura donde había una comunidad que todos practicaban esta técnica.

-¿Y Andrea está haciendo eso también?, ¿no es retroceder? -Clayton me miró con empatía sonriendo.

-No, no. De todos modos tú tendrías que estar entrenando, faltan dos días para el combate con este chico, Flit.

-No preciso más entrenamiento. Además, me has despertado la curiosidad, ¿cómo alguien de artes marciales orientales no puede vencer esta técnica de las montañas?

-Bueno, puedo cambiar la velocidad, Andrea hace quince días que está practicando conmigo.

-Vaya, sorpresas que da la vida. -La miré con una especie de sonrisa despectiva-. ¿Cómo podrías demostrar que ella no podría vencerte?

-Bueno... ¿Te molestaría, Andrea, hacer una demostración adelante de Romeu? -Se paró, estaba descalza.

-No, para nada.

-¿Los dos vais a hacer ese baile lento?

-¡Je, je! No, no es un baile, se llaman formas. Pero no, la estimada Andrea va a hacer un ataque a mi persona como si estuviera combatiendo en artes orientales.

-Con todo respeto, sé que tú eres varón, pero te puede lastimar -exclamé.

-Puede, pero no lo va a lograr. ¿Estás dispuesta?

-Sí, estoy dispuesta, Jorge.

 

Clayton se puso en posición firme con las manos levantadas.

Andrea atacó, Clayton se corrió quince centímetros y desvió el ataque con una mano.

Andrea atacó con un pie, volvió a desviar el ataque.

Clayton dijo:

-Andrea, ponle velocidad, como si estuvieras en un combate de verdad.

Dudó y le dijo:

-Así lo haré. -Atacó con todo. Me sorprendí enormemente al ver que Clayton o bien lo frenaba o bien esquivaba todos los golpes. Así durante cinco minutos. Y pararon.

-¿Qué te pareció, Romeu? -Me encogí de hombros.

-La verdad, fue sorprendente, no te ha podido tocar.

-Entiendo que hay un pero -dijo Clayton.

-Sí, hay un pero: tú no la has golpeado ni una sola vez.

-Es que no se trataba de que yo la golpee, se trataba de que ella tratara de golpearme a mí, y ya ves que con esta técnica no lo logró.

-Pero tú la hubieras podido tocar.

-Todas las veces -respondió Clayton.

-A ver si lo entiendo. O sea, que si hubieran combatido de verdad ella no te hubiera podido entrar ni una sola vez y tú le hubieras podido entrar todas las veces.

-Correcto, querido Durán.

-No es por pretender nada, ni lo pienso hacer, ¿pero podrías vencerme a mí? -Clayton se encogió de hombros.

-Entiendo que con mi técnica sí.

Exclamé:

-Soy campeón del viejo continente, nunca te he visto practicar ningún tipo de combate y ahora veo que Andrea no puede llegarte con un solo golpe, ¿y piensas que yo tampoco? Ten en cuenta que yo soy más fuerte.

-Romeu, no tiene nada que ver la fuerza, al revés, cuanto más fuerte sea tu golpe más fácil va a ser esquivarte.

-¿Y por qué no haces ninguna exhibición?

-Porque lo hago para mí, Romeu, lo hago para mí, para estar en forma. Ayudo a hospitales, a sanatorios, tengo nuevos proyectos con computadoras personales; no tengo tiempo de hacer exhibiciones. Además, no es mi deseo, detesto la violencia. Por eso practico este arte de montaña donde se esquiva pero no se responde. La podría haber golpeado veinte veces a Andrea, y sin embargo ves...

-¿Nunca has combatido con nadie?

-No me interesa -respondió Clayton-. Pero te veo bastante agitado, bastante ansioso ¿estuviste practicando?

-Toda la mañana, pero es como que... estoy como con mal genio. -Clayton se acercó, me puso la mano en el hombro de forma afectiva.

-Romeu, tienes que aclarar tu mente. El chico que viene del norte no es un sparring, no es una bolsa de arena, no es un punching ball, es una persona que puede lastimarte.

-¡Ja, ja, ja! Clayton, he visto películas de ese chico, yo estoy seguro que le golpeo en el estómago o en el plexo solar y lo parto en dos. -De repente me cogió un ataque de tos.

-Clama, calma, Romeu, te recomiendo que tomes una leche caliente, alguna masa, descanses, pongas un poco de música.

-Tomaré un ansiolítico.

-No no no, no tomes nada, ten en cuenta que este va a ser un combate profesional y van a hacer análisis de tu orina.

-Hablo de un ansiolítico liviano.

-No, nada. Además, ¿ansiolítico?, ¿quieres subir al cuadrilátero dormido? Romeu, ¿qué pasa?

 

Honestamente, ni yo sabía. Honestamente, ni yo sabía.

 


Sesión 04/07/2024
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Raeldan

Tuvo lugar el combate, duró casi nada, tres minutos. Fue llevado al Sanatorio, tenía partes a reparar. Lo visitó la campeona de otro país con quien había combatido antes. Lo consoló efusivamente, orgullosa de que entendiera que no siempre se gana. Hicieron las paces.

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Entidad: Me estaba cambiando. Le dije a mi entrenador:

-Está bien, no quiero más masajes, estoy ansioso por subir al cuadrilátero. -Por la mañana nos habíamos pesado, le llevaba ocho kilos de ventaja. Estaba convencido de que a este chico lo iba a partir en dos en el primer round.

 

Finalmente marchamos con una música al salón principal de combate, Clayton lo había modernizado más todavía poniendo más butacas.

Le dije a mi entrenador:

-Vaya, mira esto, debe ser el tercer estadio más grande de Plena.

 

Las luces, todo, era fantástico, la verdad que estaba todo muy bien montado. Pero había un detalle, la estrella era yo.

Me presentó el maestro de ceremonias:

-Con vosotros el multicampeón, la pesadilla del viejo continente, oriundo de Amarís viviendo en Saeta y ahora visitando Plena... ¡Romeu Durán!

 

Subí levantando los brazos, sonriendo y tocándome -en las cuatro esquinas del cuadrilátero- mi pecho diciendo "¡Yo!, ¡yo! -y levantando la mano-, ¡yo!".

 

-Y en la otra esquina, oriundo de Beta, del país del norte, el joven Maravilla. Dieciséis combates, quince ganados por KO... ¡Lewis Flit!

 

El joven moreno sonriendo. La verdad que tenía un físico de ébano, el estómago completamente marcado, más delgado. Pero lo veía rápido.

Iba a terminar en menos de un minuto el combate, lo iba a destrozar, le iba a mostrar al mundo, porque esto iba a ser televisado, ya teníamos televisión color.

 

Sonó la campana:

Me abalancé como toro enfurecido: no encontré el objetivo porque mi puño apuntaba a su rostro y recibí una patada en el estómago, caí de rodillas.

El joven Flit podía haber aprovechado porque esto no era boxeo donde se contaban ocho segundos hasta que el que caía se levantaba, esto eran artes marciales mixtas, orientales, donde te pueden golpear en el piso estando acostado, agachado, arrodillado. No, dejó que me repusiera. ¡Je!, ¿me tomaba por viejo? Peor para él.

Y de repente sentí un golpe al mentón que no esperaba, parecía que combatiera a la velocidad de la luz. Quedé mareado. Me tocó el estómago, otra vez el mentón, el hígado, y caí otra vez de rodillas. Ahí sí, un rodillazo en el mentón y caí completamente mareado. Pero el joven no me remató, o era demasiado caballero o se estaba burlando de mí. Reconozco que podía haber acabado conmigo, dejó que me repusiera.

Y fui más prudente, intercambiamos algunos golpes, pero mientras yo lo toqué tres veces él me tocó por lo menos doce veces; mentón, hombro, brazos, piernas, estómago, pecho. Y de repente saltó y me dio un puntapié al estómago, otro puntapié en las costillas, que sentí como un fuerte dolor. ¡Ah!, lo que faltaba, una o dos costillas fisuradas. Inmediatamente un golpe a la mandíbula que seguramente me aflojó un diente y caí.

El árbitro directamente lo abrazó a Lewis Flit y con la mano decía "No va más".

Me enojé, ¿cómo no vas más? Pero habían pasado diez segundos y yo no podía levantarme del dolor. A los dos minutos cuarenta segundos del primer round me había vencido por KO. Me ayudaron a levantarme.

 

Una vez que se me pasó el mareo me acerqué al joven, le dije:

-Te felicito, no pensé que eras tan bueno. -Me respondió:

-Es un honor haber combatido contigo, te sigo de cuando era más chico. -Lo que parecía una galantería me hizo sentir como un viejo.

 

Nos pusimos hombro con hombro y el árbitro le levantó la mano. Nos abrazamos. Mi entrenador me ayudó a llegar a mi vestuario. Vino el médico.

Clayton estaba al lado del médico:

-Hay que llevarlo a un sanatorio, creo que tiene un par de costillas fisuradas, quizá tenga un poco descolocada la mandíbula y un par de dientes inferiores. -Uno de los ojos prácticamente lo tenía tan inflamado, el izquierdo, que casi no podía ver.

-Tenemos a diez calles de aquí, del club Náutico, el Sanatorio Náutico, que obviamente fue fundado poco tiempo después del club y tengo la mayoría de las acciones allí también. Tenemos todas las máquinas de primer nivel y los mejores médicos. Hablaré por teléfono. Descansa. -Me quedé solo en el vestuario.

 

Y se abrió una puerta.

-Andrea, vienes a burlarte. -La miré y me sorprendí, estaba con los ojos llorosos.

-Romeu, me duele mucho verte así.

-¿Por qué, no era lo que esperabas?, ¿que me dieran una lección a mi ego?

-Estás muy lastimado, me hace mal verte así. -Se recostó al lado mío.

-Falta que me tires de la camilla, ¡ja, ja, ja!

-No pierdes el humor, Romeu. -Puso su brazo debajo de mi cabeza y me besó muy suavemente en la boca, porque vio que tenía el labio partido.

-¿Me tienes lástima?

-Nunca te tendría lástima, te respeto demasiado, Romeu, para tenerte lástima.

-¿Respetas al que era invencible?

-Romeu, hablemos serio por única vez, por favor.

-¿Qué quieres?

-Te quiero a ti.

-No te burles, por favor, Andrea.

-No me burlo, Romeu, te amo.

-Me has peleado, estuve con una angustia tremenda y ahora me dices eso. Claro, porque me ves así derrotado, lastimado, seguramente tengo dos costillas rotas.

-Eso te lo van a solucionar, ya viene la ambulancia.

-Me da vergüenza salir en ambulancia.

-Por qué te va a dar vergüenza, ¿a quién has robado?, ¿a quien has maltratado?

-Bueno, en el cuadrilátero he maltratado a varios.

-Bueno, hoy te han maltratado a ti.

-¿Ves?, te burlas.

-No, no, no, de verdad, no, hoy no quiero hacer bromas, no me siento bien. Te veo mal a ti y me pongo mal yo. Te amo, Romeu.

-Lo dices para consolarme.

-Yo te amo desde la primero vez.

-¿En serio?, ¿de verdad? Si de verdad me amas te digo que se me va todo el dolor.

-De verdad te amo, pero no hago magia, el dolor no se te va a ir.

 

Andrea fue conmigo en la ambulancia, me revisaron los médicos. Tuve que tener durante veinte días un yeso para que no mueva la parte del plexo solar, obviamente un yeso que me permitía respirar.

Le digo:

-No voy a poder asearme.

-Si me permites -dijo Andrea-, te voy a ayudar yo en todo lo que pueda.

-Y una vez esté curado qué, ¿volveremos a ser amigos?

-Yo quiero que seamos pareja.

-Por favor, no me tortures.

-Mírame a los ojos, Romeu. -La miré, otra vez tenía los ojos bañados en lágrimas-. Te amo, quiero estar contigo toda nuestra vida.

-¿Y qué voy a hacer ahora que perdí?

-¿Estás hablando en serio, Romeu? Has perdido un combate. ¿Quieres retirarte?,

retírate.

-Claro. ¿Y qué va a ser de mi vida?

-Primero aclaremos una cosa: ¿seremos novios?

-No tengas ninguna duda. Te amo con toda mi alma, Andrea.

-Quédate aquí en Plena, pongamos un gimnasio, enseñemos a los novatos, enseñemos también a las chicas el arte de la defensa. Si quieres y si no te parece mal te puedo enseñar lo que aprendí de Clayton.

-¿Ese baile de las montañas?

-Ese baile de las montañas. Con ese baile de las montañas, como tú lo llamas, este Lewis Flit no te hubiera vencido. Pero los monjes de las montañas no le enseñaron a Clayton eso para derrotar a nadie, sino para vencerse a sí mismo.

-A vencerse, ¿en qué sentido? -le pregunté.

-A vencer sus impulsos negativos. ¿Cómo lo ves a Clayton? -Me encogí de hombros.

-Siempre simpático, siempre dado, siempre tratando de colaborar, de ser útil, de servir.

-Bueno. ¿Y cómo piensas que pulió su carácter?, porque de chico quizá era rebelde. -La miré y sonreí como pude.

-No me duele la mandíbula, ¿qué me hicieron?

-Hay muy buenos médicos.

-¿Los dientes?

-Te los han implantado los mismos.

-¿Pero cómo tienen esa técnica?

-Bueno, por eso Clayton tiene los mejores médicos en el sanatorio Náutico.

 

Pasó el tiempo y ya estaba a pleno.

Empezamos a salir y me porté como un caballero, nunca más decía groserías, mi manera de ser había cambiado, no miraba despectivamente a nadie.

Viajamos ambos como una especie de vacaciones a Beta. Lo primero que hicimos fue ir a ver un combate de Lewis, que para variar ganó por KO en el primer round. Cuando bajó del cuadrilátero nos vio y nos abrazó a los dos.

-¡Qué gusto verlos! ¿Te has retirado, Romeu?

-Sí, ahora tenemos en Plena un gimnasio donde enseñamos a los más chicos.

-Los felicito. -Nos abrazó con absoluta sinceridad.

 

Pero mi felicidad era otra, tenía asegurado mi futuro con el gran amor de mi vida, Andrea Caballero, a la que ya le había propuesto casamiento. Por supuesto que aceptó.

Me abrazó su hermano Raúl Caballero, me dijo:

-¿Qué tal la pasaron en Beta?

-Excelente, incluso vimos un combate de quien me venció, al que ahora le tengo un enorme aprecio.

 

Andrea me miraba con sano orgullo. De verdad había cambiado, había vencido a mi ego, lo había vencido o lo había reemplazado por una virtud, el amor.

Clayton se juntó con nosotros y nos dijo:

-¿Puedo pedir un favor?

-Sí, por supuesto.

-¿Puedo ser su padrino de boda?

-De mil amores. -Y me di un abrazo fortísimo con Clayton.

-Espera, Romeu, espera, ¿o quieres romperme a mí también las costillas?

-¡Ja, ja! -Me reí.

 

Y fuimos al bar a tomar una bebida caliente con unas masas, con mi gran amigo Jorge Clayton y el amor de mi vida, Andrea Caballero.