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Psicoauditación - Sargón- Morkan - Ra-El-Dan |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
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Sesión 28/02/2023 La entidad relata una vida en que era militar, destinado a proteger los mundos de la Federación Sargón. Celebró su ascenso yendo de misión a un mundo insurrecto.
Entidad: Estaba en la Gran Academia, donde me había especializado en astrofísica, astrohistoria y en muchísimas materias más.
Recuerdo que el historiador, el profesor Pardini, me dijo: -Morkan, pase al frente. -Señor... -Hábleme sobre la Federación Sargón. -Hay muchísimo que decir, señor Pardini, ¿qué parte? -Elija usted. -Miré a todos mis compañeros y comencé la exposición.
-Nuestra Federación tiene miles de años. Tuvimos muchísimos conflictos, quizá en el que más profundicé es en la guerra contra el imperio Mordon, y por alguna razón admiro la figura de Askardín, un héroe, hijo de Obradín quien fuera primer ministro. Askardín, conocido en centenas de mundos hoy, pero él dejó un legado, un legado de paz, de prosperidad, y actualmente tenemos una Federación conformada por centenas de mundos, de todo tipo de razas sin distinción. Razas que seguramente en algún momento fueron enemigos de los humanos y hoy tenemos vínculos de amistad, de fraternidad, de igualdad. Y lo importante, lo más importante, de libertad. Todos podemos expresarnos con educación y reflexionar sobre distintos temas históricos, entendiendo que toda crítica tiene que ser constructiva para que quienes graben todas las reflexiones, ya sean hechas por profesores o académicos, sirvan para aumentar el conocimiento histórico. El profesor Pardini me interrumpió: -Está bien. Se ha sacado las mejores notas y sé, porque tengo contacto con el Gran Comandante Óberson, que ya no es alférez, en este momento es teniente de primera. Y ahora va a quedar bajo las órdenes en la academia del capitán Alexis. -Me fui a sentar. Cuando terminó la clase se acercaron dos compañeros. -Morkan, ¡vaya!, con el capitán Alexis. Les respondí: -Para mí también es una sorpresa.
El capitán Alexis ha sofocado más de diez rebeliones y es una persona joven con un futuro tremendo, es querido por todos, por los cánidos, por los reptiloides y obviamente por nosotros, los humanos. No lo conocía personalmente.
Recuerdo que fui a la primera clase de gimnasia en la academia principal. En la región donde yo vivía era el mejor en distintas luchas, cuerpo a cuerpo o con espada. Recuerdo que la primera vez le pregunté a mi profesor: -Tenemos armas sónicas, armas desintegradoras, armas de luz sólida, ¿por qué practicar con espada? -El profesor me dijo: -Morkan, se trata de no perder el espíritu que nuestros antecesores tenían hace miles de años, cuando todavía no existían ni siquiera los viajes interplanetarios.
Me impresionó el nuevo gimnasio de la academia principal. Y allí conocí a Alexis, era un poco más alto que yo, cabello castaño oscuro, más oscuro que el mío. Me estrechó la mano fuertemente. -Bienvenido, Morkan, serás mi segundo y además mi ayudante. Vamos a practicar. Le dije con cautela. -¿Livianamente? -¡Ja, ja, ja! -Se rió de manera muy simpática el capitán Alexis, y me dijo: No, averigüé de ti, sé que eres el mejor en la academia de tu región y también en el gimnasio. No te midas. Practiquemos aquí.
Cogí una espada, él cogió la suya y de verdad me sorprendió, era buenísimo. Como si leyera tu pensamiento sabía el golpe que ibas a dar y lo frenaba. Estuvimos practicando casi una hora, estaba con excelente estado físico y no me agoté para nada. El capitán Alexis me dijo: -Veremos en lucha cuerpo a cuerpo. -Capitán... -Dime directamente Alexis. -Me costaba. Era mi superior y yo era muy estricto. Pero insistió-. Aquí entre nosotros dime Alexis, delante de la tripulación no. -¿Qué estilo? -Elije el que quieras. -Yo sabía diecisiete estilos distintos de combate cuerpo a cuerpo. -¿Solamente amarre o también golpes? -Se encogió de hombros. -Tú elijes. -Me sentía inhibido. Ataqué pero midiéndome, me hizo dos lances y caí a la lona una y otra vez, cuatro, seis, ocho. -Morkan... -Alexis... -Te voy a tener que ordenar, como capitán, que no te midas. -Pero señor... -No, nada de señor, estamos solos. -Lo llego a lastimar y voy al calabozo. -Si me llegas a lastimar será tu mérito. Y nada de calabozo.
Combatimos como quince minutos. Reconozco que lo toqué una sola vez en el pómulo derecho. Mi cuerpo dolía, él me había tocado diecisiete veces, pero mi hazaña era que tenía el pómulo morado. -Señor... -Nada de señor: Alexis. -Su pómulo... ¿Tendré un castigo? -Seguramente. Me acompañarás a tomar algo. Vamos a las duchas, a cambiarnos y a tomar algo. -No parecía mi capitán, parecía un amigo íntimo que conocía de años.
Todo eso hasta que nos convocó el Gran Comandante Óberson, el director de la academia: -Capitán Alexis... -Gran Comandante... -Teniente Morkan... -Me puse firme. -Gran comandante... Se dirigió a Alexis: -Tú has acabado con varias insurrecciones, está en tu hoja de servicios el haber acabado con la rebelión más importante en el sistema Núbelo. -Así es, mi Gran Comandante. -Bien. Iréis en un pequeño crucero. El capitán Alexis dijo: -Gran Comandante Óberson, Morkan, digamos, como que recién empieza. -Leí su hoja de servicios. Es un excelente piloto, sabe manejar bien ordenadores y es bueno con las armas a distancia. Y seguramente aprenderá de ti. -Entiendo que el tema es grave. -Yo pienso -dijo el Gran Comandante-, que el tema es más grave que la rebelión en el sistema Núbelo. -¿Dónde es? -En el sistema Lénix, a doce años luz. -Allí solamente hay un planeta habitable -exclamé yo. Pero el Gran Comandante Óberson me dijo: -Así es, teniente. Pero no solamente eso, hay un gigante gaseoso, Lauro, y tiene una luna habitable casi tan grande como el tercer planeta. Allí hay una insurrección. Habló el capitán Alexis: -Allí hay varias razas y se llevan todas bien con fraternidad, hay humanos, felinos, reptiloides y tébanos. -Justamente los tébanos se han levantado en rebelión, están trabajando en la parte de los campos, ganan bastantes créditos, pero se quejan, dicen que los felinos y los reptiloides tienen mejores trabajos. Han tomado rehenes.
Repasé velozmente la historia. Los tébanos eran unos insectos inteligentes con exoesqueleto tipo cascarudo. Habló el capitán Alexis: -¿Hasta dónde podemos llegar Gran Comandante Óberson? -Mi querido Alexis, en la mayoría de las rebeliones que has sofocado has evitado la mayor cantidad posible de muertes. Es más, has sofocado rebeliones sin una sola muerte. Pero debemos sofocarla. Las rebeliones son como virus, si otros sistemas se enteran que en la Federación Sargón triunfó una rebelión, por efecto espejo van a hacer lo mismo. Exclamé: -Mi Gran Comandante, ¿por qué habría de haber rebelión tipo espejo si actualmente la Federación se destaca justamente por la igualdad, la fraternidad y la libertad? -Entiendo que son luchas de ego o porque unas razas compiten contra otra. -Disculpe mi expresión, mi Gran Comandante, pero son energúmenos. El Gran Comandante me miró y sonrió: -Está bien, teniente Morkan, pero no lo repita adelante de la tripulación. Iréis comandando un crucero liviano con trescientos tripulantes, cada uno con su especialidad, pero principalmente soldados. -Hicimos el saludo y nos marchamos. -Capitán Alexis... -Dime, Morkan. -¿Es cierto que has estado en tantas rebeliones y las has sofocado? ¿Cómo lo has logrado sin haber causado muertes? -Convenciéndolos. -No dijimos más nada.
Avisé por holomóvil a mi entorno familiar que me marchaba a la luna gigante del gaseoso Lauro, en el sistema Lénix.
Cuando orbitamos la luna del gigante Lauro nos comunicamos a superficie. El jefe de los rebeldes, Nick, el jefe de los tébanos, dijo: -Me imaginé que vendrían a acabar con nosotros. Tenemos mil rehenes. Habló el capitán Alexis: -¿Tu nombre es Nick?... Mira, no nos interesa bajar y combatiros, nuestro crucero tiene fuerza para arrasar con una región entera. ¿Pero para qué?, ¿con qué objeto? El tébano dijo: -No me interesa hablar a distancia. -Acompáñame -me dijo Alexis. -A la orden -respondí. Nos teletransportaron a la superficie. Nunca había visto un tébano de cerca. Nick, el jefe tébano, era por lo menos una cabeza más alta que Alexis. No, no había visto un tébano de cerca y no sabía si reía, si tenía expresión de odio, de ira, pero habló: -¿Os dais cuenta que os habéis teletransportado al hangar principal nuestro y en este momento sois nuestros prisioneros? Porque tenemos un inhibidor de señales, no os escuchan de vuestro crucero y tampoco pueden ser teletransportados. -Iba a hablar y Alexis me interrumpió. -¿Te llamas Nick? -Así es. -Soy el capitán Alexis, de la raza de los humanos. Di tus demandas.
Dijo lo que querían ganar y que querían tener una porción del campo que trabajaban para ellos y su familia. -¿Y lo habéis planteado? -Sí, pero el gobernador local de nuestra luna se negó. -Doy mi palabra que no voy a teletransportarme. Sacad el inhibidor de señales. -El tébano lo miró capitán Alexis, no preguntó nada, cortó el inhibidor-. Comunícame con el gobernador. -Era un felino.
Se abrió la comunicación y el felino se sorprendió: -¡Vaya, qué honor tener al humano Alexis! -No sé tu nombre. -¿Mi nombre? Mi nombre es Tauro. -Gobernador, las exigencias de Nick, el tébano, dice que no fueron satisfechas. ¿Por qué? -¿Y por qué sí? También nosotros, los felinos, necesitaríamos más campos para trabajar. -Tauro, la luna es bastante grande y mi orden es que le cumplan el pedido a los tébanos. -Pero... -No, no hablo por mí, hablo por el Gran Comandante Óberson. -El felino bajó la vista. -Está bien, está bien, lo haremos. -Los tébanos lanzaron un grito de victoria.
Operador Rimel... -Señor... -De la nave. -¡Ahora! -Y en ese momento nos transportaron a la nave crucero junto con los cincuenta tébanos que se habían insubordinado. Los tébanos habían quedado en un campo de energía. -Nos mintió. -No, Nick, no te he mentido, el gobernador felino, Tauro, va a cumplir con las demandas. Yo jamás miento. Pero tendréis un pequeño juicio porque habéis puesto vidas en peligro. -No pensábamos matar a nadie. -Está bien, tendréis abogados que os defenderán. Pero yo no permito insurrecciones, no permito ningún tipo de rebelión. -¿Nos matarán? -No, pero seguramente tendrán prisión, no menos de un mes y no más de seis meses. Somos benévolos, estoy seguro que en otras federaciones ante una rebelión habría pena de muerte. Cuando vuelvas vas a seguir en tu cargo y espero que no me guardes rencor, he hecho lo mejor que he podido. -El tébano bajó la cabeza y dijo: -Gracias.
Cuando quedé a solas con el capitán Alexis le pregunté: -¿Ya tenías todo acordado? -A veces improviso y a veces sí tengo acordado. Con el jefe de teletransportación lo primero que le dije fue que tenga enlazados cuánticamente a todos los tébanos que había allí, y apenas bajó el inhibidor para que yo me pudiera comunicar con el felino también había cortado el inhibidor para poder teletransportarnos.
Me quedé admirando al capitán Alexis, había sofocado una rebelión sin una sola muerte. Tendría mucho para aprender del capitán Alexis, yo, el teniente Morkan de la Federación Sargón.
Sesión 24/07/2023 En la Federación Sargón recibió su primera misión como capitán. Su segundo era una recién teniente. Fueron enviados por el primer ministro de la Federación a un mundo que explotaba recursos de otro sistema planetario. La misión tenía carácter diplomático.
Entidad: Dicen que la vida es una sucesión de acontecimientos. Ahora bien, dichos acontecimientos pueden ser buenos, mediocres, angustiantes o directamente malos. Pero hay otra definición. Hay momentos que pueden ser sorprendentes, como cuando me llamó el gran comandante Oberson, el mismo director de la academia Me dijo: -Espero que esté contento... -¿Señor? -Morkan, ahora que es capitán va a tener su primera misión con ese grado. -Bien. -Y la orden no es mía, viene directamente del gran ministro Will, de la Federación. -Me sorprendió sobremanera que el gran ministro Will supiera de mí y él mismo se encargara de darme una misión. Le dije al gran comandante Oberson: -¿Los datos? -Bueno, usted recuerda Andor IV. -Sí, en algún momento estuvo afiliado a la Federación Sargón, luego quiso independizarse. Y aquí, obviamente, no se retiene a ningún mundo que no quiera pertenecer. Obviamente pierde los derechos de ser protegido. Oberson me miró: -Capitán Morkan, el problema pasa por otro lado. En el tiempo que estuvo en la Federación, obviamente se nutrió con implementos de la Federación, con armamento, con tecnología. Bueno, la federación eso no se lo va a quitar. Y ahora está teniendo un conflicto con un mundo de otro sistema que sí pertenece a la Federación. -¿Cuál sería, gran comandante, nuestra misión? -Bien. Hablar con el ministro andoriano. -¿Y a qué se debe que ataquen a otro mundo? -Aún no han causado bajas, pero aparentemente quieren someterlo. Y la ley de la Federación dice: "Te metes con un mundo de la Federación, te metes con toda la Federación". Evidentemente el ministro de Andor lo sabe, todos los andorianos lo saben y entienden que llevan las de perder. Entonces, ¿qué es lo que está pasando?, ¿qué es lo que escapa a nuestro entendimiento? Irás, capitán, con un crucero de cuatrocientos soldados. Tu misión es de paz, averiguar qué pasa, traernos las novedades. De todas maneras el crucero estará armado con las últimas armas importantes, no llevaréis el arma de vacío total pero sí el escudo doble con ultragrafeno. Y tu segundo será la teniente Andara. -No... no la conozco. -Ascendió hace poco como teniente pero está muy muy entrenada, sacó las mejores notas en la academia. Estuvo muy poco tiempo como alférez y destacó. Y ahora, como teniente, el ministro Will intuye que va a ser la número uno al mando después de ti, Morkan. -Mi comandante, será un honor. -Partiréis mañana a la hora seiscientos. -Le hice el saludo y me marché.
Al día siguiente estaba la tropa ya instalada en la nave, los técnicos de ordenadores cuánticos, los pilotos, los soldados, los que trabajaban con detectores caloríficos, con detectores de invisibilidad. Y conocí a la teniente Andara. Casi de mi misma altura, morena. Me sorprendió la belleza de su rostro. La teniente me miró, se cuadró: -Capitán Morkan, es un honor trabajar con usted. -Teniente, póngase cómoda. Y va a ser mi número uno, va a estar conmigo en la sala de mando y cualquier orientación suya será bienvenida. -Para mí un honor y un placer, mi capitán. -Rompiendo las reglas en lugar de cuadrarse extendió su mano y me la estrechó, una mano cálida y firme.
Le comenté: -Teniente Andara, el gran comandante Oberson, el director de la academia me dijo que era muy entrenada. Explíqueme por favor, ya partimos. -Bueno, mi capitán, entrenada en todo tipo de artes mixtas de combate, entrenada con palos, obviamente con espada, en lo que es la lucha profesional y artes marciales. -Con respecto a armas... -Todo tipo de armas, mi capitán, todo tipo de armas. -Estoy viendo su holocurrículum y nunca fue derrotada por ninguna alférez, incluso ha combatido con alféreces masculinos y los ha vencido. -Sí, mi capitán, vivo permanentemente entrenando. Pero no solamente eso, también trabajo con holoimágenes, con holoordenadores, con coordenadas espaciales no solamente de la Federación sino de nuestro cuadrante de la galaxia. -Vaya.
Finalmente partimos para el sistema de Andor. Estaba cerca, a nada más cuatro años luz. Lo cual me extrañó que en la cercanía con Sargón, el sistema principal de la Federación de los quinientos cincuenta y cinco sistemas estelares, Andor IV haya querido independizarse. Finalmente nos acercamos al sistema, nos comunicamos por radio ultralumínica y nos dieron permiso para descender. Parte de la tropa bajó con armas protónicas, todos con escudos de doble energía con ultragrafeno. Incluso nosotros, obviamente. Hablaban nuestro mismo idioma, no hizo falta traductor. Pedimos hablar con el primer ministro, un hombre bastante joven, atlético, amable. Nos recibió en su ministerio.
En el camino, la teniente Andara me dice: -Mi capitán, si tuviera que agregar u objetar algo, ¿me abstengo de pedirle permiso? -Sí, teniente, puede participar de la conversación libremente. -Nos sentamos. Obviamente el primer ministro tenía una escolta de soldados también con armas protónicas, pero obviamente ellos no tenían la doble armadura de energía con ultragrafeno.
-¿A qué debo el honor de vuestra visita? Fui directo: -Ministro, quiero ser claro. Me extrañó, como les extrañó a nuestras autoridades, que estando tan cerca, tan sólo a cuatro años luz, se hayan querido independizar. Se encogió de hombros y me dijo: -Capitán, no hay obligación. -No, por supuesto, pero sabemos que al no estar en la Federación no tenemos derecho a defenderlos de cualquier otro ataque. -Lo sabemos. -Claro. Pero ministro, de la misma manera nosotros sí tenemos el derecho de defender a los planetas aliados que son atacados, y ustedes atacaron a un mundo de la Federación. No venimos a nivel bélico, solamente para entender. -Bueno. En el sistema de ellos hay asteroides, un cinturón de asteroides después de su cuarto planeta que no ha sido explotado por ellos, y lo que hicimos nosotros fue llegar a su sistema y explotar los minerales de esos asteroides. En ningún momento atacamos al cuarto planeta, en ningún momento. -Permiso para hablar -pidió la teniente Andara-. Ministro, cuando el mundo de un sistema estelar se une a la Federación se da por entendido que todo el sistema estelar de ese mundo está protegido por la Federación. -Claro. Pero teniente -dijo el ministro-, fueron ellos quienes nos atacaron, nosotros sólo respondimos el fuego. -Ministro, no está entendiendo. -Espera, espera -le dije a la teniente-, déjame explicarle. Ellos ven a los andorianos como intrusos en su sistema. Aunque no los hayan atacado, el hecho de que exploren los asteroides que perteneces a su sistema... -Capitán, está mal informado. Vosotros tenéis quinientos cincuenta y cinco sistemas estelares pertenecientes a la Federación. -Correcto. -Bien. Sé que hay mundos donde en el mismo sistema hay otros planetas también habitables dentro de la zona habitable que no se unieron a la Federación dentro del mismo sistema. Entonces es discutible que cuando un mundo de un sistema pertenece a la Federación todo el sistema pertenece a la Federación. Pero en el caso de Erón IV, Erón V no pertenece; entonces no todo el sistema pertenece a la Federación. -Insisto ministro -dijo la teniente Andara-, no digo que esté mal informado, digo que esté parcialmente mal informado. Cuando un mundo pertenece a la Federación y no hay otro mundo que se abstenga de pertenecer, todo el sistema pertenece a la Federación. Cuando un mundo pertenece a la Federación y otro se abstiene de pertenecer solamente contamos con ese mundo, no con todo el sistema. Pero este mundo que defendió a los asteroides es el único mundo habitable. Que después ese mundo tenga colonias en la Federación son colonias de ese mundo, no hay otro mundo que se haya abstenido. En ese caso todo el sistema es protegido por la Federación. Por lo tanto si el mundo objeta que extraigan minerales de los asteroides ustedes no pueden, ministro, entrar a ese sistema. -Eso es injusto. -Sí -dijo la teniente-, pero es así. Salvo que lleguéis a un acuerdo que sean reconocidos vuestros derechos de explotación y ellos queden con una parte de las ganancias de esa explotación. -¿Y por qué?, ¿sin haber hecho nada, sin haber trabajado? -Ministro -agregó la teniente-, no lo está entendiendo. Todo el sistema es de la Federación y ustedes no tienen parte. Es más, si ustedes estuvieran aliados a la Federación y fueran a otros sistemas de la Federación a explotar asteroides y sacar beneficios, también tendrían que hacer arreglos con ese sistema, es obvio. Por lo tanto en este momento el único acuerdo posible es que arregléis los derechos de explotación o bien os vengáis de vuelta como aliados de la Federación. Pero aún viniendo como aliados, los derechos de explotación los tienen que conceder ellos. Así que, estimado ministro andoriano, no tiene por qué darnos la respuesta ahora, pero mientras tanto, mientras no haya un arreglo de derechos de explotación, la Federación va a impedir que entren al sistema. -Abusan de vuestro poder. -No ministro -dijo la teniente-, no. Para nada. Todo lo contrario. Nuestro poder está protegiendo los derechos de explotación del sistema de ese mundo. -Lo pensaré y os mandaré un mensaje ultralumínico Hablé yo: -Ministro, mientras tanto les pido, no les estoy ordenando, les pido de corazón que se abstengan hasta llegar a un acuerdo. -Les daremos la respuesta lo más rápidamente posible. -Nos estrechamos la mano. Se paró e ignoró estrechar la mano de la teniente. Nos marchamos.
En el viaje de regreso a Sargón le dije a la teniente: -Espero no se haya ofendido de que el ministro le haya dado la espalda. -Mi capitán, Morkan, entiendo que es una persona de pocas luces. Lo digo con respeto. Es una opinión sincera nada más. Espero que tú, mi capitán, no lo tomes como que lo estoy ofendiendo. -Para nada. Acuerdo contigo, apreciada Andara. -Me tomó de la mano cálidamente y me dijo: -Eres un buen capitán. -Y sorprendentemente quedé duro porque se acercó (obviamente ya no teníamos el casco) y me dio un beso en la mejilla, un beso que me causó como una especie de electricidad en todo el cuerpo.
Cuando volvimos a Sargón hablé con el comandante Oberson. Habíamos grabado toda la conversación. Y me dijo: -Los felicito a ambos, a ti capitán y a la teniente. Aparentemente la teniente Andara fue una excelente ayudante, fue brillante la participación de ambos. El ministro Will se va a poner contento. -Bueno, mi gran comandante, veremos que responde el ministro andoriano.
Me marché a mi domicilio particular y esa noche casi no pude dormir, me quedé pensando en la bella, en la morena teniente Andara, una morena de ojos negrísimos con un rostro casi perfecto.
Sesión 22/08/2023 Sorprendentemente recibió la visita de una teniente que deseaba hacerle unas preguntas existenciales, no exactamente relacionadas con la misión que estaban llevando a cabo. Intentó eludir la situación, pero la situación era difícil de soslayar.
Entidad: Me encontraba recostado en mi camastro pensando en todo lo que podía suceder, en si saldríamos con vida.
De todos modos nunca fui una persona cuyo miedo me hubiera dominado, todo lo contrario, eso no significa que no tuviera conciencia de lo que sucedía o pudiera suceder. Siempre me enseñaron que aquellas personas que no tienen miedo son inconscientes o no tienen uso de razón. He tenido miedo algunas veces por no querer sufrir pérdidas de seres queridos, miedo a no lograr mis proyectos, pero el riesgo es algo que uno tiene que asumir cuando se inscribe en la academia militar.
El hecho de ser capitán me permitía tener mi propio camarote. En ese momento sonó el pulsador, hablé por el intercomunicador: -Sí... -Permiso, mi capitán. -Apreté un botón, permití que la puerta se abriera. Era la teniente Andara-. Me tomé la libertad de traerle un café. -Gracias -le dije desconcertado-, pero eso déjalo para los alférez. -Quería conversar... -Bien. -Apreté un botón y la puerta se cerró-. Vamos a la mesa. -Era una mesa pequeña, acorde con las dimensiones del camarote. Cogimos cada uno una silla y nos sentamos-. ¿Tú no tomas nada, Andara? -Ya he tomado, señor.
Me sentía raro teniendo una teniente a mi cargo. -La vez pasada le pregunté qué tal manejas las armas. Del uno al diez. -Diez, mi capitán. -¿En una lucha cuerpo a cuerpo? -Diez, mi capitán. -¿Con el palo de bo? -Igual, mi capitán. -¿Sabes de holoordenadores? -Claro, mi capitán. -Hay un técnico llamado Roberson, en la base Sargón, que está considerado uno de los mejores. ¿Si te compararas con él, cuánto te faltaría para alcanzarlo? Se encogió de hombros, pero no con gesto de vanidad sino como no dándole importancia: -Creo que estoy a la par, mi capitán.
No era mi criterio darle confianza a una teniente, pero me distendí. Y le dije: -Pero vaya, eres la mujer perfecta. -Sonrió. -Si fuera así no tendría tantas preguntas. -¿Hablamos de preguntas que yo pueda responderte, teniente Andara? -No lo sé, mi capitán. -Bueno, veamos, dime alguna de tus preguntas. -¿Por qué estamos aquí? -Bueno, pensé que sabías de todo. Estamos aquí porque vamos a tratar de convencer al líder de los Lacerta y evitar un conflicto bélico. ¿Satisfecha con mi respuesta? -Mi capitán -dijo Andara-, voy más allá. -Ahora no te entiendo. -¿Por qué estamos aquí, en el universo? -¡Je! Puedo decirte que hay miles y miles de mundos con vida. Ahora, si me preguntas por qué, para disfrutar de esa vida. -Mi capitán, si fuera como usted dice, ¿por qué los conflictos bélicos?, ¿qué función han tenido los Langar en esta galaxia más que eliminar vidas?, ¿qué función tienen algunos virus que también eliminan vida?, ¿qué función tiene el ser humano al acumular créditos en muchos mundos sabiendo que su expectativa de vida es limitada? -A veces no te entiendo. De verdad no te entiendo, Andara, te haces preguntas filosóficas y posiblemente en un momento entremos en un conflicto bélico donde no sabemos si saldremos con vida o no. Háblame de cosas cotidianas. Soy optimista, tendremos tiempo de hablar de esto. -No, no tengo más preguntas. -Sí que las tienes. -Pero no le gustan las preguntas filosóficas, mi capitán. -No, no, hablar sobre la vida, no. -¿Y sobre el amor? -Bueno, ¿has venido para desconcertarme? El amor es el afecto a tus seres queridos. -Sí, hablamos de la familia, ¿y cuando no tienes familia a quién amas? -Entiendo a qué te refieres. Me fijé en mi holotablet tu foja de servicios y eres excelente en todo, pero entiendo que te han criado en la base, es un tema incómodo para ti seguramente, pero tus padres te habrán abandonado y no hay ningún registro de ellos porque eso es un acto que se castiga con prisión, ¿nunca has tenido curiosidad de averiguar sobre ellos? -No, mi capitán. -Saber quién eres. -Sé quién soy y eso no me lo definen mis padres. -Volvamos al tema, hablábamos del amor. Lo voy a preguntar yo: ¿Qué es para ti el amor? -Es pensar como que la vida del otro es tan o más valiosa que la tuya. -Me sorprendió su respuesta. -¿Y tú amas a alguien, teniente Andara? -Se encogió de hombros-. ¿Eso es sí o no?, porque encogerse de hombros, en algunos mundos, se puede entender como que lo que se habla no importa. -Se me quedó mirando. -Mi capitán, ¿entonces qué es el aprecio? -Bueno, ¡je, je!, quizá sea una forma más liviana del amor profundo, pero no es lo mismo. En la base tenía una mascota, un gato... -¿Hablamos de un félido? -No, no, estamos hablando de un gato sin mente conceptual, no hablamos de un félido. Y le tenía aprecio. Y bueno, murió cuando yo era adolescente y me dio una pena tremenda. -Pero también se puede tener amor por las mascotas. -Claro. A lo mejor hay otro amor que se alimenta de pasión, de deseo, el amor de pareja por ejemplo. ¿Tú sientes eso? -Yo siento mucho aprecio por usted, mi capitán. -Me descolocó. -Pero Andara, hace poco que nos conocemos. -Siempre miro su foja de servicios, y lo admiro. -No he hecho cosas importantes como por ejemplo, la capitana Kirana o el capitán Alexis. -Pero mi capitán, usted es una muy buena persona. -De repente se acercó y me dio un beso en la mejilla, luego se ruborizó y me dijo-: Pido disculpas por mi impulso, por favor, no me levante un sumario. -No, no, no lo hare, ¿pero a qué vino eso? -Una forma de demostrar mi aprecio. -Vaya. Soy tu superior y si respondiera a ese beso y en lugar de la mejilla te lo diera en la boca podría ser tomado como abuso de autoridad. Entonces me abstengo. -No necesariamente, mi capitán, si fuera consentido. -¿Estoy escuchando bien?, ¿tú consentirías que te bese? -Asintió con la cabeza-. No, dilo con palabras. -Sí, mi capitán, consentiría. -¿Por qué? -Por ese afecto que le tengo. -Bueno, no soy de quedarme sin palabras, al contrario soy muy elocuente, pero nadie besa en la boca a otra persona porque le tenga un afecto. -¿Mi capitán, usted consentiría que yo lo bese? -Bueno, no considero que el beso fuera un ataque... Sí consentiría, pero... -No me dejó terminar la frase, se levantó, se sentó sobre mis rodillas y me dio un beso apasionado, correspondido por mí obviamente, que duró más de un minuto. Luego se fue soltando lentamente, despegando sutilmente sus labios de los míos, y ocupó su sitio en su silla-. Andara, ¿puedo preguntarte por qué lo has hecho? -Porque usted me ha consentido. -Tratémonos de tú. -Porque tú, Morkan, me has consentido. -Está bien, pero no me has besado porque yo te haya dado el consentimiento. Tú me preguntaste. Entonces no demos vueltas: ¿Por qué?, un aprecio, un afecto no corresponden a besarse de la manera que lo has hecho. -Morkan, sentí que tú me correspondías. -Pero por supuesto, eres la mujer más bella que he conocido, ojos profundos, rostro moreno, una boca perfecta, una nariz perfecta. Eres... eres como una obra creada por un orfebre. -Le pediría algo más. -Trátame de tú. -Morkan, te pediría algo más, pero tal vez estaría mal visto por quienes comandan el crucero. -A ver, coméntame. -Me siento sola en mi camarote. -¿No estás acompañada por otra teniente? -Sí, pero no..., no es de conversar y yo tampoco. Mi anhelo sería compartir camarote contigo. -Espera, espera, eso es una posición muy delicada en la que me pones, ¿porque sabes cuál sería el paso siguiente? -Por supuesto, Morkan, lo sé. Dormir juntos. -¡Uf! -Dices que soy bonita pero no te atraigo. -Andara, cuando comenzaste hablando del amor, ¿a qué te referías? -A que te amo. Sé que tú no. -¡Uf! Hay una frase que decían nuestros antiguos, que era "No amas de un día para el otro, hay que conocerse". Ahora, si tú me preguntas, no es solamente tu rostro, me gusta todo tu ser, tu cuerpo me lo imagino sin el traje, me imagino estando contigo íntimamente, me imagino mil cosas. -¿Y eso no es amor? -Bueno, sí, la pasión forma parte del amor, el deseo también, pero no nos conocemos y sería como aprovecharme de ti. -Morkan, ya lo dije antes, nadie se aprovecha de nadie habiendo consentimiento. -¿Cómo te lo podría explicar? Supón que, obviamente no nos van a permitir, pero supón que en los momentos libres que tenemos pudiéramos intimar, no sé si sería bien visto vernos en los pasillos de la nave tomados de la mano. -Morkan, he visto en la base Sargón capitanes saliendo con tenientes. -Es distinto, estamos en una misión. Supón que sale todo bien y nos dan distintos destinos. -Eso lo podemos hablar. Entiendo que tú eres amigo del capitán Alexis. -¡Je! Digamos que soy un buen conocido. No diría que soy amigo, no..., no sé si él me daría tanta confianza como para comentarle esto que pasó. Además, no sé si sería el momento. -¿Entonces tú no me amas? -Mira, no sé que responderte. Como dije antes, nunca he visto una humana tan bella como tú, tan hermosa, tan atrayente, me imagino abrazándote piel con piel y me siento como excitado. Pero aunque tú consientas quizá tengamos que ir de a poco. -Entiendo, Morkan. Será porque tú no me deseas tanto como yo a ti. -Andara, en este momento te deseo tanto tanto tanto que quisiera que el tiempo se parara y poder estar contigo hasta saciar mi deseo. -¿Y lo saciarías? -No, no, porque me atraes tanto que aún satisfaciendo ese momento estoy convencido que te desearía más todavía y más y más. Pero el amor es tratarnos, por eso no entiendo como tienes algo tan súbito, ese sentimiento tan súbito por mí. -Quizá porque no conocí a nadie como tú. Miré el holoreloj de la pared del camarote y le dije: -Tengo que ir al puente de mando. Nos paramos, se acercó a mí, me dijo: -Siento tu excitación. -Vaya, vaya, me estás haciendo sentir pudor. -Me besó, le correspondí al beso. Cogí un vaso, apreté un botón y la máquina soltó el líquido, me tomé el agua casi fría-. ¡Uf! Deja bajar mis decibelios. -¿Cómo decibelios? -Es una manera de decir. Al estar excitado me siento como acelerado. -Ahora entiendo lo que quieres decir con bajar decibelios. -Otra cosa. -Dime. -Andara, cuando salgamos de mi camarote evitemos la confianza hasta que yo pueda hablar con el capitán Alexis, nos seguimos tratando de capitán y teniente. -Así lo haré, mi capitán. -Presioné el botón para abrir la puerta. Ella la sostuvo y me dijo al oído-: Lo amo, mi capitán. -Y se marchó por el pasillo.
Me quedé duro como si fuera una estatua y me puse a pensar, ¿esto pasó de verdad? Me toqué los labios, ya estaba más sosegado. Tengo que despejar mi mente porque hay que hablar de los posibles planes con los Lacerta. Y ¡uf! Me va costar horrores no pensar en Andara. En mi poca vida, porque soy joven, jamás en ningún mundo he conocido una humana más bella, más perfecta que Andara. Y me ama. No sé si estar halagado, desconcertado, contento, sorprendido. Tengo tantas emociones encontradas, todas lindas, pero debo despejar mi mente.
Sesión 30/08/2023 Recibió la misión de defender a los habitantes de un mundo de la Federación, pero sus moradores no daban señales de vida. Descendieron, encontraron langars, nadie más. Se sabía cómo eran los langar, pero no hasta el detalle que pudieron comprobar.
Entidad: Se escuchó la voz del capitán Alexis por el holovisor: -Capitán Morkan, teniente Andara, venid al puente de inmediato. -Fuimos al elevador, subimos tres plataformas y llegamos al puente. Estaba la capitana Kirana y el capitán Alexis, quien nos dijo-: Estáis enterados, por la comunicación a todas las plataformas, de que la capitana Kirana decidió llevar a juicio al representante lacerta Kramber por todo lo hecho, la muerte de civiles, etcétera, etcétera. Obviamente el lacerta, con una mezcla de orgullo, soberbia y necedad amenazó con destruir a cientos de mundos pertenecientes a la Federación si lo llevábamos a juicio. -Capitán Alexis -le comenté-, entiendo que todos los mundos de la Federación, en los quinientos cincuenta y cinco sistemas estelares tienen armamento para repeler cualquier agresión. -Sí, capitán Morkan -me respondió el capitán Alexis-, pero hay mundos que no tienen la última categoría especial de triple escudo, por lo cual el ministro Brinch ya está dando órdenes de que varias naves del sistema estelar de Sargón vayan a todos los sistemas de la Federación a fortalecer los refuerzos. Puede ser un bluf, traducido significa una habladuría, como para sembrar desconcierto o puede ser cierto debido a la locura egoica que tiene este necio lacerta, amén de que coincido con la capitana Kirana de que es un criminal de guerra. Justo ahora, yendo para la Federación a velocidad ultralumínica, estamos pasando por el sistema Fedor. Escaneamos el cuarto planeta, nos contactamos y no responden. Le pregunté: -Capitán, ¿puede ser que haya lacertas que se hayan apoderado de ese mundo? -Escaneamos los dos planetas habitados. El cuarto, que es el que no responde a la radio ultralumínica no se escanea ningún tipo de armamento. El tercer planeta responden y está todo en orden. Pero no queremos que vayan al cuarto planeta, prefiero que fortifiquen sus defensas. -Entonces, capitán... -pregunté. -En uno de los hangares tenemos un pequeño crucero. Primero pensábamos en un biplaza para que vayáis con la teniente Andara pero lo pensamos mejor, iréis en un crucero chico. Tú, capitán Morkan, la teniente Andara y llevaréis, obviamente armados con triple traje de protección, cien alféreces. O sea, que iréis ciento dos tripulantes. Tú, capitán Morkan, estarás al mando, y tu segunda, tu número uno será la teniente Andara. -¿Nos esperareis? -No, seguiremos a velocidad ultra lumínica hacia Sargón. Vuestro crucero tiene la triple defensa energética con el ultragrafeno, vuestros trajes también. Vuestro armamento es de última generación. Saldremos de velocidad ultralumínica para que podáis salir del hangar e ir al cuarto planeta del sistema Fedor para ver qué es lo que está pasando, no me imagino que sean lacertas, no se detecta ningún tipo de armamento. Id ya.
-Control de mando, que la piloto principal salga de velocidad ultralumínica y el pequeño crucero se despegue de nosotros. -Solucionado el tema venid a Sargón. -Así se hará, capitán Alexis.
Rápidamente ya teníamos cien alféreces armados con sus trajes. En menos de media hora salimos de la plataforma principal, se abrió la esclusa del hangar y salimos al vacío. A una distancia prudencial hablé con el piloto principal: -Poned velocidad ultralumínica, así en minutos estamos en el cuarto planeta del sistema Fedor, a ver qué es lo que está sucediendo.
-Mi capitán... -Sí, teniente Andara. -Le agradezco al capitán Alexis el haberme permitido acompañarte. -Acuérdate, Andara, de no tratarnos de tú adelante de los alféreces. -Lo entiendo. -No vamos a teletransportarnos, directamente bajamos con el crucero. Ponemos los retrocohetes verticales y descendemos despacio verticalmente. -Era un crucero pequeñito, apenas tenía quinientos metros de longitud por cien metros de ancho. Comparado con el crucero principal de la flota era una nave minúscula.
-Bajad todos y estad atentos. La atmósfera es respirable perfectamente para humanos, cánidos, félidos y reptiloides, pero recomiendo no sacarnos los cascos, obviamente menos el traje protector. Si bien no se han escaneado armas no significa que no tengan otro tipo de armas, quizá más antiguas, que no se puedan escanear.
Se veían muchos poblados en ruinas, destruidos, campos enteros con cosechas desperdiciadas. Apenas se veían algunas aves, pero no se veía ningún animal, ni marino ni terrestre ni pequeñas lagartijas. Obviamente menos mamíferos, lo cual nos extrañaba.
A lo lejos divisamos varias figuras: -Sacad vuestras armas. -Mi radio estaba conectada con la teniente Andara y con los cien alféreces-. Todos con los fusiles protónicos. -Me asombré enormemente cuando las figuras se fueron acercando, teníamos obviamente los ordenadores traductores de idioma en el casco: eran langars. La teniente Andara me dijo: -Capitán Morkan, tenía entendido que habían estado todos eliminados de la galaxia. -Veremos qué dicen.
Se acercó uno. -¿De dónde sois? -De la Federación Sargón. ¿Qué hacéis vosotros? -Hemos perdido la cuenta de cuánto tiempo llevamos aquí. Cayó una nave averiada y murieron la mayoría de los técnicos, era una nave muy grande. Está aquí a poca distancia, si quieren seguirnos... -Los seguimos, estaban totalmente desarmados. Caminamos casi media hora y vimos un crucero gigantesco, enorme, oxidado, destartalado, prácticamente con piezas arrancadas, destruidas. -¿Qué ha pasado? -Lo usamos como vivienda. -¿Qué pasó con los habitantes? -Hemos exterminado la población. -¡Tenían que ser langars! -¿Dónde están los animales? -Teníamos que alimentarnos. -Es un planeta riquísimo, un planeta que da infinidad de posibilidades, incluso la atmósfera debe ser respirable para vosotros también. No habéis sembrado, habéis desperdiciado las cosechas. -No entiendo. -¿Qué es lo que no entiendes? -Cómo cosechar, cómo sembrar. Nosotros nos alimentamos de lo que vemos, cuando el mundo ya no tiene más nada que darnos, nos vamos. -¿Y qué ha pasado? -Bueno, no quedaron técnicos. -¿No había nadie que pudiera hacer tecnología reversa como para reconstruir vuestro navío? -No, no, éramos simples soldados. -Es un mundo inmenso, tiene mares, océanos grandes, varios continentes. Lo medimos desde el espacio, tiene más de sesenta y seis mil kilómetros de circunferencia, un planeta hermoso. -Hermoso, pero ya hace tres generaciones que estamos aquí. -¿Cuántos sois? -Éramos más de cinco mil soldados. -¿Eran? ¿Fueron muriendo? -Sí. -Pero no se fueron multiplicando, entiendo que tenéis ambos géneros. -Sí. -Puedes explicarte mejor, porque no entiendo. -Bueno, comimos primero todos los animales marinos, por lo menos los que podíamos atrapar, no tenemos equipo para ir en profundidad en los océanos. Entonces atrapamos aves, pequeñas lagartijas, hemos comido insectos y obviamente los mamíferos. -¿Me estás diciendo que se han comido todos los mamíferos del planeta? -Hace generaciones que estamos aquí, por supuesto. -Pero a su vez los mamíferos tienen crías. -Las comimos también. -¿Cuántos quedan de vosotros? -Cincuenta. -No entendí bien -exclamé-, ¿cómo cincuenta, qué pasó con el resto? -Teníamos hambre y se había acabado la comida y atacamos a los más débiles. -Atacaron a los más débiles, ¿y? -Y bueno, teníamos que alimentarnos. -¿Se han comido a vuestra propia especie habiendo tanto por cosechar?, ¿no comen hortalizas, verduras, frutos? -Mirad los árboles. -Miramos, estaban todos pelados, sin frutos. -¿No habéis sembrado más árboles? -¿Cómo sembrar?
-Mi capitán... -Sí, teniente Andara, ¿qué pasa? -Perdón por..., sé que está en un estado emocional, pero ellos no saben trabajar. Tú conoces la historia langar, ellos depredan, consumen, dejan los mundos casi desérticos y van a otros mundos. No saben trabajar la tierra, no saben cultivar.
-¿Habéis construido viviendas? -No -dijo el langar que estaba al frente. -¿Por qué? -No sabemos, no tenemos herramientas. -En vuestra nave debéis tener infinidad de herramientas. -Hizo un gesto como encogiéndose de hombros.
Uno de los alféreces dijo: -Mi capitán, son horribles. -¡Silencio, alférez! Ellos nos ven así a nosotros también, el aspecto es lo que menos me preocupa.
-Entiendo que vinieron a ayudarnos, ¿nos traerán alimentos de vuestro crucero? -Se han comido entre ustedes. Tenemos alimento, ¿pero cuánto les va a durar? Nada. -Llévennos con vosotros, hay mundos donde nos acogerán.
-Permiso, mi capitán -dijo la teniente. Abrí la radio privada para nosotros dos-. Morkan, estás invadido por la emoción. -¿Acaso tú no eres emotiva? -No, yo soy cien por ciento analítica. -Está bien, ¿cuál es tu idea? -Irnos y avisar al tercer planeta que no vengan, en poco tiempo morirán de hambre. -Eso no es, me duele el pecho de pensarlo, eso no es lo que hace la Federación, dejar seres abandonados. -Morkan, estás pensando reactivamente, tú emoción te obnubila. -Yo sentía un afecto tremendo por Andara, pero estaba enojadísimo. -Estás al borde de la insubordinación. -No, no, capitán, tú estás al borde de la necedad. -Acuérdate que nuestra radio graba todo. Esto se lo pasaré al capitán Alexis y a la capitana Kirana. Estás al borde de la insubordinación. -No, no tiene sentido lo que quieres hacer, ni siquiera se respetan entre ellos. Déjalos.
Abrí la radio y hablé con el que estaba al mando: -¿No les dio pena haber comido incluso hasta vuestras propias crías? -No entiendo, explícate, humano. -¿Qué es lo que no entiendes, no entiendes qué es pena, no entiendes qué es la compasión? -No entiendo lo que quieres decir. Tenemos que alimentarnos, y una vez que nos alimentamos vamos a otro mundo a seguirnos alimentando. -Nunca habéis tenido piedad de otros seres, eso yo ya lo sabía, pero que entre vosotros tampoco tengáis piedad..., han devorado vuestras propias crías. -No entiendo. Y si no, ¿cómo nos alimentamos? -¿Y qué va a pasar cuando quede el más fuerte, seas tú u otro? -Moriremos de inanición. -¿Moriréis de inanición habiendo tanto por hacer? hay campos fértiles, cosecha destruida, podrida, árboles pelados, ni siquiera habéis tenido la sabiduría de haber dejado mamíferos para que procreen y haber podido seguir alimentándose. -Teníamos hambre.
La teniente Andara puso de nuevo la radio privada: -Morkan, eres necio, no razonan y tú te pones a la altura de ellos, los quieres hacer razonar. No saben lo que es piedad, no saben lo que es compasión, no saben lo que es amor, procrean por instinto, pero seres que se comen a sus propias crías, ¿cómo van a entenderte? Pero el problema no es de ellos, el problema es tuyo, mi capitán. -¿Cómo te atreves a hablarme así, Andara? -Te quiero hacer entrar en razón. No puedes ser emotivo con esta gente, no debes, y está bien que grabes lo que hablamos, luego se lo puedes presentar al mismísimo primer ministro Will. No tengo ningún problema. La miré. -Vamos. -Volvimos para nuestro crucero.
El langar gritó: -No nos dejen aquí... -No me di vuelta-. Los vamos a seguir.
-Alféreces, apunten. Si alguno de los langars da un paso más le disparan con el fusil de protones. -Tres o cuatro langar avanzaron y cayeron abatidos, el resto se escondió entre las rocas.
Subimos a nuestro crucero, di orden de despegar. Avisé, por supuesto, por radio ultralumínica al tercer planeta y expliqué todo. Luego me comuniqué con los capitanes Kirana y Alexis explicándoles a grandes rasgos lo que sucedió.
Me sentía mal. Estaba molesto, pero muy muy molesto con la teniente Andara, pero estaba molesto por ego, porque ella tenía el cien por ciento de razón pero mi ego no quería admitir que yo me estaba equivocando, manipulado por mis propias emociones. No lo quería admitir. Obviamente los langar que quedaban en poco tiempo morirían.
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