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Psicoauditación - Steve M.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

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Sesión 30/09/2025 Gaela, Alex

Sesión 07/10/2025 Gaela, Alex


Sesión 30/09/2025
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Steve M.

Estaba entre amigos en el Club Náutico y supo que una joven podría ayudarle en ventas, y le ofreció lugar en su empresa. Ella estaba también interesada. Lamentablemente, a distancia tuvieron que escuchar una desagradable discusión de una pareja.

Sesión en MP3 (3.655 KB)

 

Entidad: Mi nombre es Alex Malbrán, nacido en Madinesia. Vine a Plena a vender productos médicos.

 

Hace poco más de cuatro años me encontré con Jorge Clayton, un mecenas que me instaló una empresa donde monté un laboratorio para poder fabricar medicamentos de primera calidad. Hoy tengo una enorme empresa y después de cuatro años volví a encontrarme con Jorge Clayton.

 

Ahora estaba con mi coche llegando al club Náutico para encontrarme con Clayton.

Adelante de todo había varios jóvenes conversando, riéndose, pero fui más atrás, había una mesa más pequeña donde estaba un joven que era veterinario y el mejor amigo de Jorge Clayton, Luís Alberto Démez, acompañado por Mary Jane, su novia, y una joven muy atractiva que se presentó como Marisol Domínguez. Me gustó su manera de ser, le estreché la mano, sonreí, le comenté lo que yo hacía y me dijo:

-Es muy interesante, muy interesante.

Le pregunté:

-¿A ti qué te gusta?

-La artesanía, incluso Mary Jane dijo de instalarme un lugar para poder vender artesanías de primera calidad.

-¿Qué tal eres como vendedora al público?

Me dijo:

-¿Cómo te llamas?

-Alex.

-Bien -respondió Marisol-, me considero muy buena en lo que hago.

La miré y le dije:

-Entiendo lo que dice Mary Jane pero de mi parte te hago otra propuesta que quizá te agrade.

-Dime -exclamó.

-Necesito gente que pueda vender mis productos al público por mayor.

-Explícate por favor -me pidió Marisol.

-Claro, tenemos una gran empresa, ya no vendemos más como hace cuatro años farmacia por farmacia, ahora vienen grandes cadenas de farmacias a requerir de nuestros productos y necesitamos personas que atiendan a ese público.

-Me encantaría -me respondió ella-, pero le di mi palabra a Mary Jane de trabajar en la galería que me quiere poner.

Mary Jane dijo:

-Mira, Marisol, es lo que tú elijas, es lo que tú desees.

-Bueno, a mi me gusta trabajar con artesanías, con manualidades, pero también me gusta atender gente. Y explico por qué. Si bien las artesanías me agradan, cuando estoy mucho tiempo por terminar una gran obra es como que me canso mentalmente, necesito estar activa, y si bien todo tipo de artesanías que fabrico me hacen estar activa a veces el trabajo manual puede agotarme en el sentido de estar horas y horas terminando una buena obra. Por supuesto, la satisfacción es inmensa pero también es el agotamiento.

Me miró y me dijo:

-Alex, ¿y allí cómo es?

-Bueno, tendrías tu propio mostrador, una línea de teléfono, detrás tuyo una máquina de café expreso y tendrías mi línea privada para comunicarte por cualquier urgencia.

-La idea me agrada. Pero debo ser práctica, ¿cuánto sería mi sueldo? -Le pasé una cifra y se asombró-. Vaya. -La miró a Mary Jane-. Es prácticamente cuatro veces más de lo que ganaría en la galería pues en ella dependería de todo lo que yo manufacture. ¿Necesito práctica, Alex?

-No, simplemente un día para conocer nuestros productos y además tendrías una lista de la base de los productos, digamos el genérico de cada medicación para explicarle a quien venga de las grandes cadenas farmacéuticas qué hace cada medicación y qué mejoras tiene con respecto a otros laboratorios, tratamos de dar lo mejor con conciencia. -Me pidió que la deje pensar.

 

En ese momento se escucharon voces muy muy fuertes.

Le pregunté a Luís Alberto Démez:

-¿Quién está ahí? -Luís Alberto me dijo que hable en voz baja.

Y me dijo:

-Es el despacho de Jorge Clayton, aparentemente está discutiendo con su novia.

-¡Pero cómo! Tengo entendido, y aparte me lo dijo él, que con la doctora Milena Andrade, su novia, se llevan a las mil maravillas.

-Lo peor es que no cerraron la puerta, y no me animo a golpearle para que la cierren, porque en medio de la discusión reactiva me pueden interpretar como que me estoy entrometiendo. Lamentablemente como estamos en una mesa prácticamente al lado del despacho, a pocos metros, se escucha todo.

 

Clayton le decía:

-¿Y a qué viene todo esto?

Ella le dijo, repitiendo:

-¿A qué viene? A que siempre estás pensando en ti, haciendo cosas para ti.

Le respondió:

-Primero, no hago nada para mí, hago todo para los demás. Segundo, todo el tiempo que invierto es para otros, no es para mí.

-Te olvidas de vivir, eres joven.

-¿Me olvido de vivir -respondió él-, o me olvido de que vivamos?

-No, no seas irónico -respondió ella-, te pido por favor que no seas irónico porque sé a dónde quieres llegar.

-A ver si lo sabes, dímelo.

-Claro, piensas que soy yo la que te está demandando.

-¿Acaso no es así, Milena? Porque cada vez que me dices: "Viajas, haces cosas, no estás nunca" entiendo que lo que menos te preocupa son mis viajes sino mi ausencia. Yo no viajo por placer, muy rara vez, Milena, he viajado por placer. Además, más de una vez has dicho: "Al fin y al cabo puedo tomarme una semana y acompañarte".

-¿Y no lo he hecho?

-Sí, dos veces, el resto ocupada con tu trabajo. Aclaro; lo cual es importantísimo porque has salvado muchas vidas y a veces cuando te invito a cenar me dices: "No puedo surgió una operación de urgencia". ¿Y qué te respondo, Milena? Que tengas el mejor de los éxitos. Jamás te voy a recriminar o decir "Me dejas solo, y ahora qué hago...", jamás. Eres tú la que estás demandando, estás mostrando una nueva faceta que antes no tenías. Ya una vez habíamos discutido y nos habíamos distanciado. ¿Qué es lo que estás buscando, Milena, una separación definitiva?

-No, que me prestes más atención.

-¿Más atención? Cuando no viajo casi siempre estoy contigo, obviamente cuando tú no tienes urgencias médicas, porque los dos estamos ocupados de distinta manera, los dos tenemos distintas formas de ocupar nuestro tiempo, pero no me recrimines que a veces tengo que viajar.

En algún momento dijo ella:

-Te dije que podrías delegar en otros, tienes una empresa que es la más importante de Plena y no delegas.

-Sí, delego, sí delego, tengo muchos gerentes en Amarís, en Gaela, en Plena, obviamente en Plena es donde tengo mi empresa central y también abrí dos empresas grandes en la potencia principal en Beta y hasta en Ámber, pero hay cosas de las que me puedo ocupar solamente yo.

-No vives tú juventud.

-¿Acaso tú la vives?, eres la neuróloga más joven que conozco. Pero a diferencia tuya me siento orgulloso por ti, sanamente orgulloso. En cambio tú no, tú es como que de repente empiezas a demandar, empiezas a tratar de manipularme y a mí eso no me gusta, para nada.

-Evidentemente -dijo ella-, no somos tan compatibles como yo pensaba y es una pena.

-No, sé por dónde vas -dijo él-, vas para el lado del rol de víctima.

-¿Yo víctima? He tenido infinidad de pretendientes y los rechacé.

-Sé por dónde vas, vas por el lado de querer lucirte y de decirme que si nos separamos "mira lo que te pierdes". No, conmigo no va eso.

-No te olvides que estudié filosofía, psicología, psicología transpersonal.

-No no no no, me vengas con ese tipo de roles, no a mí, te olvidas con quién estás hablando.

-Claro -respondió ella-, estoy hablando con el hombre perfecto.

-Eso lo dices tú; me equivoco mil veces, no me considero perfecto, pero sí es cierto que las cosas que hago las hago porque disfruto tender manos a los demás, y me da la impresión que tú en este momento eres una especie de lazo que me quiere atar las manos. Y no, no, eso obviamente no lo voy a permitir, cuando mi padre vivía mil veces discutí con él sobre ese tema. Al contrario, él me recriminaba que era muy joven, que no estaba preparado. Pero cuando el abuelo nos dejó la fortuna, mientras yo la duplicaba mi padre seguía con la misma cifra. Aclaro, no lo estoy culpando de nada, simplemente cada uno tiene su manera, además me preparé mucho en economía para hacer lo que hago. Entonces, ¿cómo seguimos?

-No me sirve esta situación -dijo Milena Andrade.

-O sea, ¿quedamos en libertad de acción?

-Nos tomamos un tiempo.

-No -dijo Clayton-, basta de tomarnos tiempo, si cortamos ahora no hay marcha atrás.

-Se ve que tienes experiencia en cortar con gente.

-No seas irónica, no te lo voy a permitir. La primera vez que corté con alguien era muy muy chico, muy muy chico y me sentí hasta burlado. La segunda vez, que justamente un amigo mío estuvo presente, fue en la muerte de mi padre. La tercera vez una joven con la que nos llevábamos muy bien pero no soportaba mis ausencias, no soportaba que yo viajara tanto.

Milena respondió:

-Evidentemente tenía razón, por algo se alejó.

-Uno elije -respondió él-, uno elije.

 

Se abrió la puerta y nosotros mirábamos a nuestras tazas disimuladamente, y miré de reojo que la doctora Milena Andrade se fue con la cara frustrada, un rostro enojado, caminando rápido.

Se asomó Jorge Clayton y vio nuestra mesa, él no disimuló, se acercó a nosotros con una leve sonrisa y dijo:

-Lamento que hayáis escuchado nuestra discusión. -Luís Alberto Démez se paró y le dijo:

-Sabes que estoy contigo.

Clayton sonrió con una sonrisa que era más una mueca, entró otra vez al despacho y antes de cerrar dijo:

-En un rato estaré con vosotros.

 

Nos miramos todos y Mary Jane, la novia de Luís Alberto, le comentó a su amiga:

-Disculpa que hayas tenido que escuchar esto, Clayton es una persona más que excelente. A mi novio lo ha ayudado infinidad de veces, no es alguien de mal carácter ni nada, todo lo contrario, si no se pone celoso mi novio diría que es un dulce. -Sonreí.

-Estoy de acuerdo con mi novia, es una persona querible, es una persona que no duda en ayudarte en todo lo que pueda. Es más, donde está trabajando esta chica con la que se peleó, están construyendo prácticamente el Hospital del Sur a nuevo, todo financiado por él.

Esta joven tan atractiva que yo recién conocía, Marisol Domínguez, preguntó:

-¿Pero no pierde dinero?

Mary Jane le dijo:

-No, no, todo lo contrario, el invierte y muchas veces, tanto en el municipio del sur como en inversiones que hace en la propia capital de Plena, no tiene que pagar ningún tipo de renta, no tiene que pagar ningún tipo de ganancias porque son obras que salen de su bolsillo. No, no lucra con eso. Al contrario, cada año aumenta su fortuna. Las inversiones no son para él, son para todos, y muchas de las tareas que hace son adelantos que si no fuera por los técnicos que tiene, tardaríamos más de diez años en lograrlo. Incluso vamos más adelantados que Plena en el tema de ordenadores personales, y recién estamos en los años setenta del siglo veinte. Muchos pensaban que hasta los noventa no iba a haber ordenadores personales, llevamos casi veinte años de adelanto gracias a las empresas Clayton.

 

Antes de que Jorge viniera a la mesa, Marisol Domínguez me dijo:

-Intercambiemos nuestros teléfonos y te responderé si acepto ir a tu empresa.

-Espero que sí, me agradaría mucho, con disculpas a Mary Jane que quería montar la galería.

-La galería se va a montar igual, Marisol tiene muchas obras para exponer, e incluso puede dejar una señorita que atienda el lugar y cobre una comisión por las ventas mientras ella trabaja contigo en la empresa farmacéutica. -Sonreí.

 

Me agradaba mucho esta joven, no sé si ella sentiría una empatía conmigo pero por lo menos reía felizmente y eso era bueno.

 

De todas maneras todos los componentes de la mesa estábamos un poco apesadumbrados por la separación entre la doctora Milena Andrade y Jorge Clayton, algo impensable poco tiempo atrás, pensábamos que era la pareja más unida. Y obviamente a veces la mente reactiva, el ego nos juega esas malas pasadas.

 


Sesión 07/10/2025
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Steve M.

Amigos y conocidos tertuliaban en el Náutico acerca de las relaciones que tenían y con quién, y al final parecían estar de acuerdo en que nadie engañaba a nadie sino que todo era aceptado.

Sesión en MP3 (3.925 KB)

 

Entidad: El ambiente que había en el club Náutico no era bueno, mi intuición no es privilegiada pero se notaba, se sentía en el aire como un filo cortante.

 

Clayton no estaba, me encontré con Andrés, el hijo de Constantino. Nos sentamos en una mesa y luego se juntaron más personas, vino Isabella Yáñez que era amiga íntima de la doctora Milena Andrade.

No tenía mucha confianza, pero le pregunté:

-Estimada Isabella, ¿y la doctora Milena no la acompañó?

-No -me respondió-, es la tercera vez que vengo pero esta vez vine sola, la doctora tuvo una muy fuerte discusión con el señor Clayton.

-Sí, lo sé, yo estaba esa tarde -exclamé-.

 

Se acercó también Marisol Domínguez, que era amiga de Mary Jane.

-¿Cómo estás, Marisol? -le pregunté.

-Bien. Estaba pensando, estimado Alex, que puedo hacer las dos cosas, trabajar en el laboratorio atendiendo gente y los fines de semana con mi trabajo artesanal.

-Bravo -le dije. La miré a Mary Jane-: ¿Y tú, cómo estás?

Me dijo:

-No estoy muy bien.

-¿Qué sucedió? -Levantó la vista y venía nuestro amigo, el gran amigo de Jorge Clayton, Luís Alberto Démez.

-Hola querida gente, siempre con esa buena onda. -Andrés lo miró con rostro serio. Se acercó a Mary Jane para darle un beso y ella tomó distancia poniéndole una mano en el pecho.

 ¿Qué pasa?

-No me tomes por tonta, Luís Alberto.

-No entiendo.

-El Náutico es como cualquier otro club, los rumores corren como reguera de pólvora.

-Sigo sin entender. ¿Qué pasó?

-Me estás tomando por tonta, te han visto tres veces distintas personas saliendo con esta chica nueva, Sydney Madison.

-No no no no no...

-¿Acaso no has salido?, ¿acaso no me has engañado?

-No, Mary Jane, no no no no, esta chica, Sydney, tiene una veterinaria cerca del Náutico y de casualidad conversamos sobre el tema, le conté que yo hace años que tengo una veterinaria y hablamos de ese tema.

-Muy bien.

-¿Entonces me crees?

-Por supuesto que te creo, lo que pasa que Jean Lebreté, que es amigo de todos pero a su vez no es amigo de nadie, de la misma manera que te puede tirar lodo en la cabeza de la misma manera te puede sacar de una ciénaga, pero él no lo niega, él es así, él no respeta a otros novios y sale con cualquier chica, no es leal a los amigos, no es leal a nadie, sólo a sí mismo. Yo no le caigo bien porque dos o tres veces muy disimuladamente me dijo de salir y le dije que tenía novio. Pero es una persona que no se molesta por nada, si le dicen sí sale, si le dicen no está bien, no se molesta ni se ofende.

 

Lo miré a Luís Alberto, que le dijo:

-¿Qué tiene que ver Jean Lebreté con esto que te estoy contando de mi colega Sydney Madison?

-¡Je, je!, me sigues tomando por tonta. Ayer Jean Lebreté me dice "Si te prometo que no voy a hablar de salir contigo, ¿te puedo mostrar algo?". "Si no te pasas de listo sí". Y subí a su coche, a su nuevo deportivo y fuimos hasta el centro. "Quería mostrarte algo, mira la confitería Alabama". "Sí". -Estacionamos frente a la acera opuesta, pero se veía en la ventana tomando algo a Sydney contigo.

-Hablamos de mil cosas, de las razas de perros...

-Claro, claro. Pero no nos fuimos.

Jean me dijo:

-Mary Jane, espera. -Y esperamos por lo menos media hora hasta que ustedes salieron y a media calle de distancia entraron a un albergue transitorio para parejas, a esos hoteles de paso donde van parejas sin compromiso a tener intimidad.

Lo miré a Luís Alberto y se puso pálido. Y dijo:

-Jean Lebreté es un hijo de mala madre.

-No, no, Jean Lebreté -dijo Mary Jane-, es una persona que es amigo de todos y de nadie.

-Te preguntarás qué gana con ponerte en evidencia.

-Hacerme un favor a mí y no para conquistarme ni para llevarme a su departamento, lo hizo porque directamente no le agradan los engaños. -Luís Alberto Démez sonrió.

-¡Je, je! ¿Justo él habla de engaños que sale con todas las mujeres del Náutico?

-Sí, pero todas con las que sale saben que él no se compromete, por lo tanto jamás ha engañado a nadie y tú sí. Claro, ahora me vas a decir que fueron al hotel a hablar de razas de perros. ¿Te acuerdas cuando nos conocimos que fingiste ser gay para conquistarme? Y cuando yo me enteré me enojé mucho, sufriste un montón para que vuelva a confiar en ti y ahora me haces esto? ¿Qué tiene Sydney que no tenga yo?

-Nada, fue... no sé, no me sentía bien.

-¿Esto qué significa -dijo Mary Jane- que cada vez que yo no me sienta bien lo voy a buscar aquí a Andrés o voy a acostarme, disculpa que te diga esto, ¿eh?, con Alex? -Yo sonreí-. O me voy a buscar a Lebreté o por ahí como me gustan los mayores me acuesto con Constantino porque no me siento bien. Esas son excusas y así como esta mesa sabe lo tuyo y lo de Sydney, lo sabe todo el club. Clayton fue dos días para hacer un negocio a Saeta pero ya está enterado y no le va a gustar. Y sé que tú eres su mejor amigo. Tú estuviste presente cuando falleció su padre, es como un hermano para ti y no le va a caer bien lo de Sydney.

 

Yo soy una persona que trato de no meterme en la conversación de los demás, pero le dije a Mary Jane:

-Y a todo esto, y discúlpame, Luís Alberto, ¿pero a todo esto qué dice Sydney?

-Sydney es una chica de dinero que vendría a ser como... como Lebreté, le da lo mismo salir con uno o con otro. -Lo miró a Luís Alberto-. Esto lo aclaro porque por ahí mi ex piensa que Sydney está metida con él.

Le pregunté:

-No entiendo mucho el lenguaje coloquial de Plena, ¿qué significa metida?

-Enganchada, ilusionada, enamorada, como quieras llamarlo, y no es así, a Sydney le viene bien uno u otro. Pero mi exnovio que se pensaba el gran conquistador antes de conocerme a mí, se encontró con la horma de su zapato, se encontró con una chica que es mucho más lista que él y perdió su gran amor, a mí. -Lo miré a Luís Alberto y nunca nunca lo vi tan callado

 

En ese momento Mary Jane le dijo a Marisol:

-¿No te incomoda si me retiro?

-No, por favor. -Mary Jane se levantó y se marchó. Luís Alberto fue atrás de ella para tratar de convencerla, pero yo sabía que era imposible.

 

En ese momento le pregunté a Andrés:

-¿Y tú como estas?

-Mal, he tenido una discusión con mi padre.

-¿Con Constantino?, ¿por qué?

-Sabes por qué. Esta chica que vino de fuera tuvo una aventura con él y salió tres o cuatro veces.

Y le dije a mi padre:

            -Te va a engañar.

            Y mi padre me discutió:

            -Andy, ¿por qué no me dejas ser feliz?

            -¿Feliz? Yo estoy enterado que ella salió con Lebreté y yo estoy enterado de que salió con otras personas también.

-¿Y qué dijo Constantino? -Andrés me miró.

Primero se enojó:

            -Qué fácil que es difamar.

            -¿Por qué no le preguntas directamente? -Y me fui.

-¿Y qué sucedió? -Le pregunté.

-Bueno, al día siguiente padre me pidió disculpas, la confrontó a esta chica y le dijo que sí, que había salido también con Lebreté por curiosidad.

-¿Y qué le respondió tu padre?

-Le dijo:

            -¿Y qué buscabas conmigo?

            Ella le dijo:

            -Me gustabas, pero no sirvo para estar atada a una persona.

 

En ese momento llegó justo, justo, justo, al club Constantino, más grande que yo en edad, pero muy bien parecido, con un traje de corte de primera calidad.

Y miré el rostro de Isabella, lo vio a Constantino como si fuera un galán de película.

Se acercó a la mesa, nos saludó a todos y la miró a Isabella:

-¿Y tú?, no te había visto...

Ella le tendió la mano y le dijo:

-Me llamo Isabella.

-Un gusto. Constantino.

-¿Qué haces?

Le digo:

-Bueno, Isabella es amiga de la doctora Milena.

Constantino dijo:

-¡Ajá! ¡Vaya! Pero la doctora Andrade tengo entendido que se separó de Clayton, me alegro que hayas venido sola. -Evidentemente lo miré disimuladamente a Andrés y Andrés sonrió, parece que entre Isabella y Constantino hubo como una especie de conexión. Pero obviamente estábamos todos juntos y hablamos de temas en general.

 

Yo hablé con Marisol y le digo:

-Entonces trabajarás conmigo y a su vez seguirás con lo artesanal.

-Así es.

-¿Te molestaría ver una obra buena de teatro?

-No, para nada.

-Bien. En la zona céntrica, en el teatro Metro, dan una comedia, yo conseguí tercera fila, tengo dos entradas, ¿querrías venir conmigo?

-Encantada -me dijo Marisol.

Constantino nos miró y dijo:

-¡Vaya!

Lo miré sonriendo y le dije:

-¿Puedes traducirme el 'Vaya'?

-Claro, da la impresión que vosotros os habéis caído bien.

-¡Je je je! Al igual que tú con Isabella.

-La verdad -dijo Constantino-, es muy linda, no sé qué pensará ella de mí.

Isabella dijo:

-Bueno, eres el hombre más elegante que conozco.

-¿Nada más?

-Bueno y también atractivo. Pero escuché en la mesa... porque bueno, hablamos entre todos, de que antes de que llegaras tu hijo hablaba con Alex Malbrán sobre que una joven jugó contigo.

-Nos pasa a todos -dijo Constantino-, no hay que darle más importancia de la que tiene. Todo sucede por algo.

-¿Pero te habías deslumbrado?

-No de la manera que capaz vosotros pensáis, tal vez me atrajo la juventud de la chica, yo estoy más cerca de los cincuenta que de los cuarenta, y sí, no lo voy a negar, pero a ti Isabella, no eres una niña, tampoco eres una persona grande, eres de mediana edad y te miro de una manera distinta, de todos modos aclaro, no me confundáis con Jean Lebreté ni con otro conquistador, yo soy una persona cauta, seria y que si tiene una relación la toma como lo que es, una relación, no me interesan las aventuras ocasionales. Y Andy, mi hijo, sabe que no miento, que a veces puedo caer en una celada y que me terminen engañando. ¿A quién no le ha pasado? Decidme, ¿a quién no le ha pasado?

Le dije:

-Hay algo que no sabes. -Me miró Constantino.

-¿Qué pasó, Alex?

-Mary Jane se enteró de que Luís Alberto tuvo una aventura con Sydney Madison y cortó la relación con él.

-Lo lamento. Al igual que Andy yo también hablé con Luís Alberto y le dije:

            -No juegues con el amor porque el amor es un arma de doble filo, ¿Tú la sigues amando a Mary Jane?

            -Sí.

            -¿Y por qué sales con Sydney? Se encogió de hombros y dijo:

            -No, fue una sola, vez es una historia.

            Y siguió Constantino diciéndome:

            -Y tú sabes bien, Alex, que una sola vez o diez veces o veinte veces es un engaño igual, aunque sea una es un engaño. -Y seguimos conversando de mil cosas.

 

Y el viernes en la segunda función fui al teatro con Marisol Domínguez. Como todo es causalidad, dos butacas atrás en el mismo teatro, estaba Constantino Olazábal con Isabella Yañéz. Cuando terminó la función los cuatro fuimos a cenar al Gran Palace, un restaurant del centro.