Índice |
Psicoauditación - Teresa V. |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
|
Sesión del 14/04/2025 Gaela, Ady
Sesión 14/04/2025 La entidad comenta una vida en Gaela, que tenía un marido con mucha fortuna y dos hijos, que entre todos no le hacían caso. Necesitaba servir para algo, ser valorada. Estaba descontenta de su vida.
Entidad: ¿La verdad, cómo me sentía yo?, como una sirvienta, como una esclava, porque el señor, mi querido esposo Constantino, tenía la segunda empresa más importante del país, pero era completamente egoísta. Él decía que no me negaba nada, me compraba cosas, pero nunca me preguntaba: "Ady, ¿qué es lo que te gusta?". Él compraba lo que le gustaba a él, no a mí, y yo no le decía nada, no me quejaba, me guardaba todo el rencor dentro mío.
Tuvimos dos hijos, Andrés que yo le decía Andy y Paulino, que a él no le gustaba el nombre y yo le decía Pocho. Andy era muy independiente, de mucho carácter, cuando empezó la escuela se sacaba las mejores notas. Una vez lo provocó un compañero y obviamente Andrés le dejó una marca en rostro. Nos llamaron de dirección y bueno, fue la ventaja de tener un esposo con una empresa tan importante que le quería hacer juicio a la escuela solamente por habernos citado. Ni siquiera tuvo una suspensión, Andy, se demostró con otros testigos que el otro compañero lo había empujado y lo había provocado.
Pero no quise que pasara lo mismo con Pocho. A Pocho lo crié yo, digamos, es como que era más dependiente de mí. A veces lo llevaba a comer a fuera, a veces lo consentía...
Mi esposo se enojaba: "Ady, lo vas a hacer débil, lo vas a hacer pollerudo". Pollerudo significaba como que dependía de la mamita. Qué tontos que son los hombres, no se da cuenta que lo que yo hacía era apoyarlo para darle carácter, para darle temperamento. Pero claro, Constantino era... Me hacía la guerra, era lo opuesto a mí: "Lo vas a hacer débil, lo vas a hacer un joven de baja estima". Pobre, si no entendía de mujeres, si no sabía satisfacerme, ¿cómo iba a entender a su propio hijo?
Andrés no tenía problemas, él se manejaba solo. Es más, en la escuela secundaria le pidió al padre si podía ayudarlo en la empresa. Primero mi esposo se negó y después lo llevó.
Pero yo en casa hacía de todo mientras él en la empresa se fumaba un habano sentado ahí, en el sillón de jefe. Y una noche me agarró mal mal y le dije: -¿Para qué sirvo, para hacerte la comida, para lavarte los trapos sucios? Y él se defendía. Me decía: -¿Pero de qué hablas, tienes dos mucamas, qué más quieres? Te doy el dinero que quieras. -No. ¿Por qué voy a aceptar tu limosna? -¿De qué limosna me hablas?, soy tu esposo. -No. -Entonces ven a trabajar conmigo. -¡Ja, ja, ja, ja! Así que quieres que yo sea tu secretaria. O sea, voy a ser tu esclava en la casa y voy a ser tu esclava en el trabajo. ¿Pero qué te piensas que soy, una estúpida? -Yo no te dije que seas mi secretaria, Ady, te dije que seas mi compañera en el trabajo. -Yo no quiero nada gratis, yo sé hacer de todo, sé dactilografía, sé hacer cuentas... -Y bueno, ¿entonces por qué no vienes? -Porque después te vas a jactar, "Esa que está ahí, de segundo nivel, es mi esposa, a la que yo le mato el hambre". -Jamás te diría eso -dijo Constantino-, jamás. -Pero él no sabe que yo era intuitiva, y yo sabía lo que él pensaba de mí: que yo era una inútil.
Tenía varias amigas. Zulma, que era la que más apreciaba, me dice: -¿Y por qué no vienes a trabajar a nuestra empresa? -¿Y qué haría? -Hay un montón de cosas para hacer, puedes trabajar como obrera en la parte de máquinas... -Ni loca, Zulma, ni loca. ¿Obrera?, ya bastante soy obrera en casa. -Entonces ven a trabajar como empleada en las oficinas. -Eso sí... -Bueno. -¿Dónde es? -En el centro, la empresa se llama Company Factor, y tengo confianza directamente con el director, el señor De Maro. ¿Te lo presento? -No quiero que sepa que yo soy la esposa de Constantino Olazábal, quiero ganarme el dinero como la señora Ady. -Zulma se encogió de hombros. -Bueno, ven mañana preséntate a primera hora. Y aquí tienes la dirección.
Me encontré con Zulma, subimos al último piso, golpeó el despacho. -Adelante. -Buenos días, señor De Maro, recuerdo que la vez pasada había comentado que precisaba una señora para el departamento donde se preparaban los materiales y llevar cuentas de los mismos. -Correcto. -Bueno, esta es la señora Ady, termina el nombre con 'y griega', Ady. -El hombre era bajo, algo gordito, con poco cabello, pero simpático, me extendió la mano. -Si quiere puede empezar hoy mismo. -¿Hoy? -Digo... -¡Pero yo encantada! -Me escribió una cifra. -Esto es lo que le pagaríamos por mes. Si vemos que rinde le pagaríamos más. -Miré la cifra, no era gran cosa pero me servía. Zulma me presentó a las compañeras Josefa, Lidia y Marcia, todas buena gente, me recibieron sonrientes: -¡Qué bueno, tenemos una compañera más en el piso!
Obviamente averigüé lo que ganaban Zulma, Marcia, Lidia y Josefa, y obviamente ganaban bastante más que yo, pero bueno, hace años que trabajaban, yo era nuevita.
Se terminaron enterando de que yo era la esposa de Olazábal y todas me preguntaron lo mismo, menos Zulma, que ya me conocía de antes. -¿Por qué no trabajas con tu esposo?, ganarías diez veces más que aquí. -Porque no quiero limosnas de él, es un tipo reengreído, reengreído. -¿Te mezquina dinero? -No, no es que me mezquina, me da lo que yo quiero, pero cuando me mira, me mira con cara de superioridad. ¿Quién se cree que es? Miren, chicas, prefiero trabajar aquí en Company Factor porque aparte el director, De Maro, me parece muy, muy agradable. -Aclaro -dijo Josefa-, que así como es de agradable también te exige. -No hay problema, yo no le tengo miedo al trabajo. Y de paso salgo de casa. -¿Tienes chicos? -me preguntó Lidia. Digo: -Sí, dos, el mayor ya va a segundo grado, y bueno, el menor está en jardín de infantes, pero en casa tengo dos mucamas. -Bueno, que no se entere De Maro porque va a decir: "¡Cómo!, viene aquí de empleada ganando un sueldo mínimo y tiene dos mucamas, ¿cómo es eso?". Le dije a Lidia y a Marcia: -Queda entre nosotras... Josefa dijo: -Mi boca será una tumba. -Bueno, y con Zulma no tengo problemas porque Zulma la conocía del barrio y éramos como amigas íntimas.
Yo le tenía afecto a mi esposo, a Constantino, pero como que últimamente sentía como rechazo por él, sé por lo menos, salvo que sea una estúpida, una ciega, sé que no me engañaba, sé que no me engañaba.
Estuve muchos años en la empresa Company Factor y cuando ya Andrés era más grande, que fue a trabajar con él mientras seguía estudiando en la escuela secundaria, yo le preguntaba: -¿Tu padre tiene confianza con las secretarias? -Para nada, mamá. No, no, para nada, él no les da confianza. Es cierto que es agradable, que sonríe, pero no les da cabida a que ellas tomen confianza. -¿No lo dirás para cubrirlo? -Andrés tenía un carácter muy fuerte, más fuerte que el padre. Y me decía: -Mira mamá, di cualquier cosa, pero a mí no me vas a tratar de mentiroso, yo no tengo porqué ocultar las tropelías que puede hacer mi padre. -¿Pero las hace? -No madre, no las hace. Y no me vuelvas a preguntar eso. -Yo lo quería mucho a Andrés pero no me gustaba que me contestara. De todos modos él era muy prolijo tenía su habitación en perfecto estado, incluso era respetuoso con las mucamas.
Con Pocho era distinto, Pocho no tenía carácter, Constantino decía que era por mi culpa porque cuando era chico yo lo consentía. Cada uno es como es, que no me vengan a decir que todo es culpa mía. Porque la gente es así. Pocho me preguntaba de todo: "Má, ¿puedo hacer esto?, mamá, ¿puedo hacer aquello?". A lo último me terminaba cansando, pero no le gritaba porque era mi hijo preferido, él nunca me iba a contestar mal, como sí me hace Andrés, nunca me iba a contestar mal Pocho, Pocho era como mi muñeco. Y yo le decía: "Muñequito" y él se reía. A Andy no le podía decir muñequito. Una vez sola le dije: -Muñequito, ¿qué quieres comer? -Yo no soy un muñequito. Tampoco soy Andy, me llamo Andrés. No me gusta que me llamen por el diminutivo. -¿Y cómo yo no tengo problema que me digan Ady? -Es tú problema, no el mío, yo soy Andrés. -Y se iba a su cuarto a estudiar. Entonces le hablaba a Pocho: -¿Te parece a ti cómo me trata tu hermano?, ¿no le dices nada? -¿Y qué le voy a decir? Una vez discutí con él y me agarró del cuello, me dijo: -Conmigo no te metas, yo hago mi vida, haz tú la tuya. Y además yo tengo mi cuarto puedo escuchar discos, hacer lo que quiera. -Pero no me voy a pelear con mi hermano mayor, a ver si me pega. -Si te pega me dices a mí. -¿Y qué vas a hacer?
Una vez le gritó a Pocho y le dije: -¡Esta es mi casa! Se me enfrentó, el vago, me dijo: -¿Es tu casa?, bueno, no te voy a molestar más. Tú le haces la vida imposible a papá, a mí no te voy a permitir que me la hagas. Me voy directamente y me quedo en la empresa todo el día. Cuando salgo de estudiar me voy a la empresa y llego a la hora que llega padre y me voy a mi habitación. Le diré a alguna de las mucamas que me traiga la comida. Pero yo no tengo porque aguantarte, no soy tu esposo, soy tu hijo. -Me dejó helada. -¡Mal educado!, vaya manera de contestarme.
Claro, era cómplice del padre. El padre y él estaban confabulados en contra mía: me querían de esclava. Yo no era esclava, yo trabajaba en Company Factor, ¿quién se pensaban que era yo, quién se pensaban que era? Y por culpa de ellos dos, no de Pocho, ¿eh?, no de Pocho, Pocho era mi muñequito, mi hijo querido.
Mi hijo mayor salió como el padre, una basura. Y eso me causó traumas, traumas de baja estima, como que no servía para nada, complejos de culpa, porque tanto Andrés como el padre me decían: "Pocho es débil por tu culpa, Pocho es débil porque lo malcriaste". ¿Lo malcrié? ¡Qué mal agradecidos! Le di de todo a Pocho, de todo le di. ¿Cuando era chiquitito quería juguetes?, le compraba. ¿Quería figuritas de fútbol?, le compraba. Lo llevaba a comer afuera, a los mejores restaurantes, y decían que yo lo malcriaba. Pero claro, ¡hombres!, ¡qué me van a entender!
Pero lo que más me molestaba era que había veces que Constantino, mi esposo, venía cariñoso y a la noche me buscaba. Yo, honestamente, nunca lo traicionaba y a veces necesitaba el cariño de él, pero es como que me causaba tanto rechazo que cuando teníamos intimidad yo me ponía dura. Al comienzo es como que él se quejaba: -Siento como que estoy con una persona inerte, siento como que estoy con una persona que le cogió un desmayo, no participas de la relación. -¿Y qué quieres que haga, que haga gemidos, gritos? ¿Ay qué placer que me das? Si no es cierto, si no me das placer. -A partir de esa noche, cada vez que teníamos una intimidad Constantino hacía la suya. Una vez saciado su instinto se higienizaba y luego se dormía.
A la única que le podía contar eso, y le decía: "Por favor no le cuentes a Josefa, a Marcia, ni a Lidia", era a Zulma. Y Zulma me decía: -¿Y por qué no te separas?, te quedarías con la mitad del dinero de la empresa. ¿O tiene algo en contra tuyo o te pescó engañándolo? -No, para nada. -¿Y tú a él? -No, que yo sepa tampoco. -A veces no te entiendo, Ady -me decía Zulma-, ¿por qué te quejas tanto de él? Yo salgo con un amigo, estoy divorciada, y ese amigo lo conoce a Constantino, dice que es una persona muy buena. -¡Ja, ja, ja!, como se ve que tu amigo no lo conoce. Tengo un esposo que no me quiere, tengo el hijo mayor que no me respeta... Claro, estoy llena de traumas, me siento que soy una basura, que soy poca cosa, que no sirvo como esposa, que no sirvo para madre excepto para Pocho, Pocho me ama... Pero es como que mi hijo mayor me mira con desprecio. -¿Y tu esposo? -No, él no me mira con desprecio él me mira con indiferencia. Y no sé qué es peor, la indiferencia o el desprecio. Y le digo a Pocho, ya es grande Pocho, "Tu hermano y tu padre, la verdad, uno peor que el otro".
Pocho ya había crecido y me decía: -Mira, madre, yo no sé qué decirte, yo no quiero enojarme con ninguno de los dos, ni con papá, ni con mi hermano... Pero no, no me metas en el medio, me hace mal.
Me encerré en mi habitación y dije, "Lo único que me faltaba, que ahora Pocho se me pone en contra". Y se lo dije: -¿Tú tampoco me quieres? -Madre, yo te amo, lo que quiero decir es que no me metas en el medio, yo ahora estoy yendo a un club, el club Hípico. -Claro, con la fortuna de tu padre vas a donde quieres. -Madre, ¿qué quieres que haga?, en casa me aburro. Además, tú estás en el trabajo y a veces te vas con tus amigas a la... Cuando sales de trabajo con tu amiga Zulma y las otras vas a tomar el té afuera, a la Confitería... ¿Qué voy a hacer yo en casa? Por eso me voy al Hípico. Excusas. Pocho también se me había vuelto en contra, no quería estar conmigo, él ponía la excusa de que yo me iba con mis amigas.
Nadie me quería, Zulma únicamente. Pero los traumas de baja estima, de que nadie me quería, de que mi esposo me miraba con indiferencia, ¿eso quien me lo iba a sacar? ¡Qué vida la mía!, era una mártir, una mártir rodeada de varones que no sé que tienen en contra mía. Honestamente, no sé que tienen en contra mía. Hasta Pocho, que lo crié con todo el amor, es como que ya se iba a independizar a ese club Hípico, que debería haber un montos de locas.
¿Y para qué?, lo que me enteré después. El que tenía mayor participación en el club Hípico tuvo un problema y vendió su parte, y como tenía una fortuna tremenda, en la provincia se puso un club superior al Hípico, un club Náutico. ¿Y de qué me enteré? De que Constantino, mi esposo, mi amado esposo, salía del trabajo y se iba al club Náutico, seguramente había un montón de bellas chicas que él conquistaría. Ahí me di cuenta de que yo no valía nada, ahí me di cuenta de que mi hijo mayor lo cubría, lo tapaba.
Pero eso no fue todo. Después me termino enterando de que Pocho también iba al club Náutico. Todos contra mí, todos contra mí.
Esa es mi vida. Mi vida es un fracaso. No quiero hablar más porque me va hacer peor.
|