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Psicoauditación - Xavier P.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

Sesión 22/09/2020

Sesión 04/02/2021

Sesión 06/10/2021

Sesión 28/03/2022


Sesión 22/09/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Xavier P.

La entidad relata cómo en Ran II progresaba en sus estudios cuánticos gracias a su profesor y a un consultor genetista, mientras que su familia al principio ni lo apoyaba. Resolvió un tema personal, de pareja, que le podría haber dado problemas en el futuro.

 

 

Sesión en MP3 (3.811 KB)

 

Entidad: Soy cien por ciento responsable de mis actos, de mis fracasos, de mis triunfos, de mis desilusiones, de mis anhelos. Lo que logro es por mi esfuerzo, lo que no logro no responsabilizo a terceros. O sea, me hago cargo de todo, de lo bueno y de lo malo. Pero eso me trajo aparejado, a su vez, una enorme desconfianza por las personas.

Quizá sería injusto de mi parte generalizar porque conocí gente excelente, ¡je!, pero también muchas personas que me defraudaron o directamente que no me apoyaron.

 

Pero esta última frase puede parecer contradictoria con lo que dije antes, de que me responsabilizo de todo. ¿Pero quién no precisa una palabra de aliento, un apoyo o un abrazo? Eso no significa que me deslinde de mis responsabilidades, no hablo de que me hagan las cosas por mí, hablo de un empujón moral, anímico, con empatía.

Y tal vez es un engrama. Seguramente es un engrama, porque conozco una persona y es como que ya me encierro en mí mismo como una ostra, me atajo, me freno, me pongo un escudo o me pongo máscaras en el rostro. Pero claro, las máscaras pueden parecer hipocresía, sonrío cuando no tengo ganas, para quedar bien. Entonces claro, otro pensará "¡Ah!, busca quedar bien con los demás, eso es baja estima". No, no. ¿Porqué siempre tenemos que pensar en blancos y en negros? ¿Porqué no hay cientos o miles de tonos de grises? ¿Porqué todo tiene que ser 'A' o 'B'?

 

Mi nombre era Milen Tarden. Me había recibido de holoinformático y era muy muy bueno en lo que hacía. Y eso sí es mérito, mérito propio. Por supuesto que tuve profesores, pero todos en el curso tuvieron profesores, y algunos estudiaban por obligación o porque sus padres les decían o los amenazaban: "Estudia, porque no te voy a dar un crédito".

Y yo estudié porque me gustaba, me apasionaba la holoinformática.

 

En Ran II casi no había pobreza o diferencia de clases ni la peste, que era la religión. No, no. Sí había control de natalidad. Un matrimonio no podía tener más de dos hijos porque el estado, si por descuido o por lo que fuese, ese matrimonio tenía un tercer hijo, el estado se lo llevaba y lo educaba fuera del alcance de sus padres salvo en el caso de que la mamá tuviera un hijo y después tuviera mellizos o directamente trillizos, eso estaba contemplado. Pero gracias a ese control de natalidad no existía el hambre, como en Sol III. Y estábamos bastante más avanzados que donde hoy encarna mi rol, como Xavier.

 

Tenía como un freno para mezclarme con la sociedad, me gustaba mi trabajo pero lo hacía desde casa para no mezclarme con la gente. Y anhelaba con hacer algo más.

 

Conocí a un señor, Julius Delfor. Era empático, no te atosigaba como otros, te permitía opinar. Pero no fue en la facultad donde lo conocí, lo conocí en una conferencia. Y venciendo mi no digo timidez sino mi desconfianza en conocer a gente nueva, me acerqué a saludarlo. Era un experto, quizás uno de los mejores en informática cuántica. Le comenté que yo era holoinformático, bueno. Y me dijo que me podía dar clases.

Me animé y le dije si las clases no podían ser en mi domicilio, así no me trasladaba. Se encogió de hombros y me dijo:

-No tengo ningún inconveniente. Permíteme traer mi holoordenador y te pasaré algunos programas. ¿Qué memoria tienes en tu holoordenador?

Le digo:

-Cincuenta teraholobites.

-Está bien, tienes una máquina buena.

-¿Y la suya, Delfor?

-Es de quinientas teraholobites, pero guardo muchísima información, conferencias, investigaciones. -Quedé pasmado de que tenía una holocomputadora tan grande. -Y empecé a estudiar con él.

 

Me sentía bien, me sentía pleno, satisfecho. Empecé a adquirir un poco de confianza y..., Es más, hice de algunos amigos con los que compartía reuniones, fiestas. Y allí conocí a Morena Insua, una joven maravillosa que quizá por complejo o por lo que sea pensaba "No puede ser que se haya fijado en mí", pero le caía bien. Y quizá suene mal mi frase, suene como muy mundana pero tampoco voy a ser hipócrita, la frase: "A la ocasión hay que aprovecharla antes de que se diluya". Y la aproveché, me comentó que era hija de Alker Insua, un conocido holoperiodista.

-Sí, publica en distintos holoperiódicos, incluso lo vi en holovisión, ¡vaya!. ¿Y tú qué haces? -le pregunté a Morena.

-Estudio holoperiodismo, como padre. Y soy buena, hago reportes, busco noticias, a veces filmo con la holocámara.

 

Y empezamos a salir. Recuerdo la primera noche que estuvimos juntos, me sentí pleno, mi confianza me generó dentro mío una adrenalina..., depositaba en ella todas mis fichas, si se entiende la expresión.

Y salíamos asiduamente. Un día fuimos al edificio donde trabajaba el padre, Alker Insua, una torre inmensa, y en el piso ochenta y cuatro estaba la oficina, el despacho del padre. Un hombre que pensé que iba a ser serio, vanidoso, ¡no!, simpático, atento. Se levantó, me tendió la mano:

-¿Cómo te llamas?

-Milen Tarden -le respondí-, soy holoinformático.

-Bien, esa es una buena carrera.

-Y aparte -le digo-, estoy estudiando todo lo que está relacionado con la informática cuántica.

-¿¡Ah sí?, ¿quién te enseña?

-Julius Delfor, un profesor...

-Lo ubico, lo ubico, le hice varias notas. De joven se sacrificó mucho, pero vaya, lo ha conseguido. Tienes el profesor indicado. Bravo por ti.

 

Nos despedimos y bajamos con Morena. Y me sentí aliviado, aliviado más que nada porque yo era un joven que recién empezaba. Era muy bueno en lo que hacía, porque tampoco voy a hacer uso de la falsa modestia, porque la falsa modestia es pariente de la hipocresía. El que sabe, sabe. Y punto. La palabra que muchos usan, muchos filósofos, ese "Sólo sé que no sé nada". No, no es para mí. Si yo sé algo y sé muy bien sobre un tema, ¿por qué voy a decir: "No..."? ¿Qué me falta aprender? No tengo dudas. ¿Qué todavía tengo mucho camino que recorrer? Lo sé. Pero que me digan "No, eres un simple aprendiz...". No, aprendiz serás tú, yo de lo mío soy un maestro.

 

Era aprendiz en holoinformática cuántica, por supuesto, pero en lo que yo hacía aparte me servía como base para todo lo que es cuántico, que era muy muy complejo. Es más, el profesor Julius Delfor me decía:

-El día de mañana te contaré hasta dónde se puede llegar con esto. ¿Conoces la teoría de los universos alternos?

-Sí, pero es una hipótesis.

-No, no es una hipótesis, es una teoría. -La diferencia es que teoría implicaba que ya había una demostración, la hipótesis era apenas algo más que un sueño. Pero no me dio más información sobre el tema-. Tienes que estudiar, Milen, tienes que estudiar bastante. Lo bueno que eres joven, eres sano, no tienes ninguna enfermedad que te aqueje. Aparte, la medicina en este siglo está bastante bastante avanzada.

 

Me confié pero para bien, ¿eh? Me confié con mi profesor Julius Delfor y le dije:

-En realidad sufro de azoospermia -Me miró y me dijo:

-¡Vaya! ¿No hubo manera de que a nivel hormonal...?

-No, no tiene que ver con lo hormonal, es una ausencia de espermatozoides en el líquido seminal, o sea, no puedo tener hijos. Conmigo el estado no se va a preocupar, con esos matrimonios que dicen que no pueden tener más de dos hijos porque el estado les saca el tercero o a todos los que pudiera tener más de dos.

El profesor me dijo:

-Yo estoy aquí para enseñarte holoinformática cuántica, no para meterme en tu vida personal. Pero ya que tú me has contado esto, que entiendo no se los habrás contado a nadie fuera de tus padres, me veo en la obligación moral de preguntarte si se lo has contado a tu pareja...

Le respondí:

-Salimos hace poco.

-...porque no te puedes comprometer y luego casarte si ella ignora que no puedes tener hijos, porque sería un acto hostil de tu parte, estaría muy mal.

-Se lo voy a decir. Me había comentado que tendría que rendir un examen ahora sobre el primer nivel de informática cuántica.

-Sí, pero obviamente no te lo tomaré yo, hay un grupo de profesores especializados. Con uno de ellos incluso estudié yo, es un hombre bastante bastante grande. Tenemos que ir a otra ciudad, nos instalaremos allí. Te prepararé y darás el primer nivel. -Me entusiasmaba la idea. Se lo dije a mis padres y me apoyaron.

Y le dije a mi profesor Delfor:

-Cuando regrese le contaré a Morena, a mi pareja, mi problema. Si quiere seguir conmigo bien, y si no, no me enojaré, está en su derecho ella de si quiere tener hijos y su pareja no se los puede dar. Ya me hago cargo de mi deficiencia, de mi discapacidad.

-Te felicito, no sólo eres un adulto sino que te comportas como tal.

-Siempre -le respondí-, siempre fui responsable de mis actos, tengo la conciencia tranquila. Nunca mentí. Ahora estoy omitiendo algo, pero es provisorio. Llegado el momento, cuando regresemos le diré.

 

Y fuimos. Contento. En el camino, en el viaje, en los quince días que estuvimos allí hablé lo que no hablé en un año con otra persona. Le conté de mis motivaciones, de que me gustaba servir, de que y si bien ahora mi familia me apoyaba porque estaba orgullosa de mis títulos, al comienzo no, al comienzo me desalentaban, "Estudia algo que te rinda más. Holoinformática... todo el mundo estudia eso, vas a ser uno más del montón, no te sirve nada. Estudia medicina", y no les hice caso. Ahora me apoyan, pero me quedó como un engrama de desprecio de parte de ambos, de padre y de madre, en ese momento.

Les decía: "Yo quiero servir, quiero ser útil a la sociedad".

Padre se reía, pero burlonamente me decía: "Claro, vas a ser muy útil con la informática". Lo decía irónicamente, como diciendo "¡Je! Con esto no vas a llegar ni a la otra calle, ni a la esquina de tu propia calle".

Y me daba bronca y me sentía mal porque como yo dije muchas veces, a mí mismo, ¿eh?, una palabra de aliento a veces vale más que mil créditos.

-Tienes razón -me dijo Delfor.

 

Fui confiado a rendir. Delfor estaba pero sentado atrás, yo estaba frente a los tres profesores. Les hice una tesis de informática cuántica y me aprobaron con las mejores notas. De los tres, una era profesora, me dijo:

-Tarden, estás el primer nivel, los dos niveles que siguen son mucho más difíciles, no te quedes.

-Profesora, le prometo que no me voy a quedar.

-No, no me lo prometas a mí, prométetelo a ti.

-Lo tengo muy claro, profesora. De todas maneras le agradezco la empatía que tiene hacia mí. -Y me fui contento, exaltado.

 

Volvimos con el profesor Julius Delfor y me dijo:

-No esperaba menos de ti.

-Es gracias a usted.

-No, tuve muchos alumnos, el mérito es tuyo. El mérito es tuyo, Milen Tarden.

 

Regresamos a la ciudad. Modifiqué mi holoordenador, le agregué cien teraholobites más, el profesor me pasó varios de sus programas informáticos cuánticos.

-Tienes para estudiar, tienes para entretenerte. Descasaremos un tiempo y luego haremos el segundo nivel. -Esa noche me invitó a una fiesta, conocí al afamado genetista Raúl Iruti. Hablamos bastante, me cayó muy muy bien.

Julius Delfor me dijo:

-Muchas de las cosas que logré, las logré con el apoyo de Raúl Iruti.

-Por qué -le pregunté-, el es genetista...

-Sí, pero es un sanador de almas.

-No entiendo.

-Es un sanador espiritual, es alguien que te ayuda cuando tienes un problema personal, familiar, afectivo, de lo que fuera.

-¿Un consultor espiritual?

-Sí.

-¡Vaya! Que disímil, ¿no?, genetista por un lado y consultor espiritual por el otro. Lo tendré en cuenta.

 

Al día siguiente me encontré con Morena Insua. Me preguntó:

-¿Cómo saliste? No me mandaste ni una holollamada.

-Estuve todos esos días estudiando, practicando, practicando y practicando más y más y más. No quería desconcentrarme porque si hablaba contigo hubiera pensado en ti todo el tiempo.

-¡Vaya! O sea, que no pensaste.

-No, es muy difícil expresarse con palabras, Morena, quiero decir que trataba de concentrarme en mi estudio más que nada. No te pongas mal.

-Y yo quiero darte una buena noticia -me dijo ella.

-Te escucho.

-Aquí en privado.

-Te escucho.

-Estoy embarazada. Me hice un test y me salió positivo. Hablaremos con padre. -La miré-. ¿Por qué has puesto esa cara seria, no quieres hablar con padre?, prepararemos el compromiso y la boda.

-Justamente venía a decirte algo antes de que la cosa pase a mayores: sufro de azoospermia.

-¿Y qué es eso?

-Tengo ausencia de espermatozoides en el líquido seminal. -Morena palideció-. O sea -le dije-, que en estos días que me fui de viaje con mi profesor a rendir el primer nivel de informática cuántica has estado con otra persona, y quien sabe sino antes también. Si tienes dudas tengo todos holopapeles médicos.

-Le diré a padre que me dejas, que me has embarazado. Padre lo publicará en todos los medios y te hundirá.

-No me has entendido, tengo todos los certificados médicos y tengo amigos que hablarán por mí. Es más, mi profesor me presentó a Raúl Iruti, muy conocido en todo Ran II, él me apoyará. Veremos quién gana. -Se dio media vuelta y se marchó.

 

Me sentí tan molesto, pero tan molesto porque encima se hacía la ofendida, como que yo la dejaba, como que yo la abandonaba, como que no me hacía cargo de la futura criatura. Entonces tenía razón en lo que comentaba al comienzo, que hago bien en no confiar en todos, que uno tiene que conocer bien a la persona porque si no te defraudan. A veces es como que esos deseos de servir, de ser útil, ¿de verdad me da recompensa?

 

Lo fui a ver a Raúl Iruti, al genetista espiritual. No voy a comentar ahora cómo fue la consulta, sólo voy a comentar lo que me dijo:

-Tú anhelo de servicio está en ti, en tu persona, no es porque alguien te defraude y tú dejes de ser útil a los demás porque entonces no nacería de ti, sería un reflejo de lo que el otro te da o no te da.

 

Y lo entendí. Obviamente en una consulta con el profesor Iruti no me iba a hacer sentir 'tac' de un día para el otro mejor. Y estaría atento hacia el padre de Morena, Alker Insua, si publicaba algo en el holoperiodismo, porque de verdad que lo desacreditaría por completo a él y a su hija, cosa que no quería. Porque nunca se debe menospreciar a una dama, pero si la dama infunde falsas noticias de tu persona, lamentablemente no queda más que decir la verdad. Y por suerte tenía en resguardo en varios backups todos mis holodocumentos y holocertificados de mi azoospermia.

 

Gracias por escucharme.

 


Sesión 04/02/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Xavier P.

 

Gracias a un gran genetista se aclaró a favor suyo la imputación de paternidad del hijo de su novia. Y más tarde conocería a una joven que le haría olvidar aquella angustia. El iluminador de almas también le descubrió cuál es el rol de Dios.

 

 

Sesión en MP3 (3.776 KB)

 

Entidad: Había venido de un viaje con mi profesor, Julius Delfor, y me encontré con una ingrata sorpresa: mi novia, hasta ese momento, Morena Insua, estaba embarazada. La sorpresa fue que yo sufría de azoospermia, o sea ausencia de espermatozoides en el líquido seminal.

Me amenazó con hablar con su padre, Almer Insua, un conocido holoperiodista, difamándome, diciéndome que no me hacía cargo de mi responsabilidad. Obviamente mi profesor, Delfor, tenía contactos, uno de ellos era el afamado genetista Raúl Iruti que a su vez tenía muchos más contactos.

 

Y afortunadamente mi buen nombre quedó intacto, no así el de ella. Pero no lo lamentaba porque su nombre quedara arrastrado por el piso, ni siquiera por su traición sino por su pobreza espiritual, por su enorme pobreza espiritual, porque quien traiciona de esa manera es una persona digna de compasión, y no digo de lástima, porque recuerdo haber hablado con el profesor Raúl Iruti y me dijo: "La lástima viene del ego, del rencor o de la supuesta superioridad. La compasión tiene que ver con el amor impersonal".

Recuerdo que le respondí:

-En este momento siento desprecio, no amor.

Iruti me dijo:

-Mira, Milen, no dejes que el rencor te contamine tu alma, tenle compasión, y que busque al verdadero padre del bebé que está gestando.

 

Recuerdo que respiré hondo y me marché. En ese momento tranquilo, pero dolido, dolido porque no me esperaba una traición así. Pero era no solamente la traición, era la ironía, el sarcasmo de querer culparme cuando yo tenía pruebas de análisis médicos, y si bien en Ran II la ciencia estaba muy avanzada, todavía había síntomas que tardaban bastante en tratarse y no todos podían curarse.

De todos modos recibí una holocarta del profesor Raúl Iruti, y me dijo: "Podemos tratar genéticamente ese tema". Y me hizo sentir bien.

 

Pasaron como dos meses y mi profesor, Julius Delfor, me dijo:

-Tengo una buena noticia, Milen Tarden.

-Dime, por favor. -Nos tratábamos de tú.

-En la región norte hay un congreso informático sobre genética.

-¡Vaya! -Me interesaba mucho la informática, pero también la genética, obviamente.

 

Y viajamos con el profesor a la región norte. Nos encontramos con las máximas autoridades de genética, el profesor Alexis Anasio y el profesor Raúl Iruti, que venía con su novia, Trinidad Cabello. La joven me saludó efusivamente. Me sentí cómodo entre todos ellos.

Recuerdo que la señorita Cabello había hecho una amiga, Claudia Fontán, una joven delgada de aspecto bonito, algo tímida. Y me la presentó, era completamente distinta a Morena Insua, y de alguna manera es como que me sentí cómodo con ella, me sentí bastante bastante cómodo. El tema es que aún me sentía, ¿cómo decirlo?, ¡je, je! desconfiado de la vida, desconfiado de la gente en el sentido afectivo, pero no podía prejuzgar a todas de la misma manera.

Le pregunté a Claudia:

-¿Tú qué estudias?

Me dijo:

-Informática.

-¡Vaya, entiendo que todo es causal! Yo soy un holoinformático y me encanta mucho el tema. Supongo que estás por lo mismo que yo aquí, para ver la genética desde el lado informático.

-Así es. -Y bueno, tuve una nueva amistad.

 

Nos quedamos bastante tiempo en la región norte. Disfrutamos de un segundo congreso que ya trataba de la informática abarcando la parte astronómica, y estaba nada más que el afamado, nada más ni nada menos, ¡je, je!, que el afamado Nambo Flagan, para mí uno de los mejores astrónomos de todo Ran II. Y disfruté mucho de todas las explicaciones, de las diapositivas, de las filmaciones.

Recuerdo que el profesor Nambo Flagan dijo que habían montado un supertelescopio en la órbita del satélite y podía divisar por lo menos tres planetas rocosos en el sistema estelar más próximo. El tema era que no teníamos todavía la tecnología como para viajar a otro sistema estelar, nos llevaría miles de años llegar allí.

 

Recuerdo que Nambo Flagan dijo:

-No es tan así, estamos desarrollando nuevas técnicas sublumínicas y seguramente dentro de los diez años podríamos llegar con una nave al próximo sistema estelar, por lo menos hay tres planetas dentro de la zona habitable, el segundo, el tercero y el cuarto.

 

Era raro ver un sistema estelar con tres planetas con posibilidad de vida y es como que mi tema, mi expectativa, mis proyectos modificaron mi carácter. No es que yo fuera una persona cambiante no no no, nunca lo fui, no a ese nivel, pero sí es como que el factor externo a veces modifica nuestro carácter, nuestra personalidad, nuestra manera de ver las cosas, nuestro optimismo. Y sabía que visitar un nuevo sistema estelar todavía llevaría su tiempo, que quizá no lo alcanzaría a ver en esta vida. Pero no dejaba de ser algo interesante.

Y reitero, no soy cambiante en mi forma de ser, pero de repente cuando empecé a estudiar holoinformática me sentía como que había descubierto lo más importante de mi vida.

 

Cuando en un análisis de rutina me encuentro a la azoospermia me cogió una, en ese momento, una angustia tremenda pero con la esperanza de poder revertir el síntoma. Luego conocía Julius Delfor quien me especializó en informática cuántica, profundizando la informática. Trabajaba con aparatos especiales, me sentía como, ¿por qué no decirlo?, como un niño donde abre una habitación y se encuentra con juguetes que no hubiera esperado, en este caso con aparatos que directamente no conocía, y que me fue explicando el profesor Delfor la función de cada uno.

Y le dije entre risas, pero humildemente:

-La verdad, profesor Delfor, yo pensaba que conocía de holoinformática pero esto es superlativo.

-No te olvides, Milen Tarden, que estamos hablando de informática cuántica, va más allá de la informática común.

 

Y me sentía exultante. Encima, cuando conocí a Morena Insua, una joven tan hermosa, nos hablábamos al oído, nos prometíamos cosas, teníamos proyectos.

Hasta que viajé con mi profesor a rendir un examen y cuando regreso me entero de que Morena está embarazada. Pero no quiero... no quiero volver al mismo tema no, no, no quiero volver al mismo tema.

 

Cuando la señorita Cabello me presenta a Claudia Fontán es como que volví otra vez a renacer. Y digo: "No tengo por qué medir a todas las personas con la misma vara". Por injusto, y aparte, por irracional. Porque siempre tenemos que tener esperanzas, es el motor que nos empuja hacia adelante para recorrer el camino de la vida.

Claudia era lo opuesto a Morena; Morena era más abierta, más comunicativa. Claudia era como más tímida.

 

Recuerdo que una vez la invité a salir los dos solos, a tomar una copa, o si quería comer un bocadillo de algo y aceptó.

Me dijo que vivía con los padres, que era hija única, que había tenido un novio pero por muy poco tiempo, y tuvo la suerte que la vida le mostró cómo era esta persona sin haber llegado más lejos que un par de besos.

Le respondí:

-Eso es bueno, eso es bueno. No siempre te muestran a las personas antes de llegar a un punto de no retorno. -Le conté el tema de Morena y le conté el síntoma que sufría. Miré su rostro tratando de percibir su pensamiento pero no hizo falta, me miró a los ojos y me dijo:

-Mira, Milen, la ciencia está muy avanzada. Conocimos al profesor Iruti, y si él no puede ayudarte nadie podrá, es un genetista de primerísima línea. -Le respondí que ya me hizo nuevos análisis, mucho más avanzados y modernos que los que me habían hecho tiempo atrás y que había un tratamiento especial para la azoospermia. Claudia me dijo-: Pero ponte contento entonces.

-Sí. Lo que pasa que a veces tengo, ¿cómo decirlo?, como miedo de estar contento.

Me miró y me dijo:

-Ahora no te entiendo, nadie tiene miedo a estar contento.

-Discúlpame -le pedí-, me expresé mal. No es que tenga miedo a estar contento... ¿qué es mejor que el estar contento si la risa, el buen ánimo es salud? Lo que quise decir es que tengo miedo a las falsas expectativas.

-Debes tener fe.

-Lo que pasa que el mismo Raúl Iruti me dijo que hay algo por encima de la fe, que es la certeza, y todavía no tenemos la certeza de que mi síntoma pueda modificarse y revertirse del todo.

Pero Claudia era optimista:

-Tampoco tienes la certeza de lo opuesto, así que confía.

 

No me suelo dejar guiar por impulsos, soy más bien medido porque no soy una persona atrevida. No atrevida en el mal sentido rozando la mala educación sino atrevida de impulsiva. Pero lo fui. Le tomé la mano y le dije:

-Me siento muy cómodo contigo.

Claudia me dijo:

-Yo también, Milen.

-Pero me siento muy cómodo porque eres muy bonita y tienes un carácter agradable.

-Gracias. -Pensé que me iba a dar una devolución pero se quedó solamente con el gracias. Y me sentí incómodo, como que había hecho hincapié en algo, como que había hecho algo indebido, porque después es como que se quedó callada.

 

Terminamos de tomar algo, comimos un bocadillo y con mi holomóvil le pasé holocréditos en el local y nos marchamos. Caminamos hasta la casa de Claudia y me despidió con un beso en la mejilla. Y me quedé tranquilo porque primero pensé que la había incomodado con algo, porque ella se quedó callada durante varios minutos, pero de haber sido así no me hubiera dado un beso en la mejilla. No era lo que yo quería, no era lo que yo ansiaba, no era lo que yo anhelaba, quería más, pero se trataba de no apurar las cosas.

 

No quiero ser reiterativo ni hacer comparaciones, basta de eso, pero el carácter de Claudia era absolutamente opuesto al de Morena, y me llegué a preguntar a mí mismo: "¿Qué vi en Morena, qué vi, su entusiasmos, sus ganas, las palabras que me decía al oído que me entusiasmaban tanto, lo efusiva en el amor?". Pero a veces no pasa por una actuación, una persona efusiva en el amor no traiciona. En cambio, mirándola a Claudia, la veía como una joven más bien tímida pero segura, no tímida-insegura, tímida en el sentido de que medía las palabras, medía los actos- Tal vez, quizá por ese fracaso afectivo que si bien no pasó de unos besos se sintió traicionada en su corazón. Bueno, éramos dos, con la diferencia que en mi caso hasta sufrí una difamación, una difamación que por suerte fue aclarada gracias a los contactos, a Julius Delfor, a Raúl Iruti que apoyó a Julius Delfor.

 

Y como dije al comienzo, mi buen nombre no tuvo mella. Y ahora tenía la esperanza de un nuevo afecto y entender de que la vida siempre da oportunidades. A veces la vida es injusta, hay gente que se merece más de lo que obtiene y uno a veces se pregunta "¿No será que la vida es azar?". Y después me arrepentía y decía: "No, hay un Dios que guía tus pasos".

 

Recuerdo que en una conversación con Raúl Iruti, el afamado genetista, que también era una especie de iluminador del alma, me dijo:

-Confía en Dios, pero el camino lo debes recorrer tú, los pasos los debes caminar tú, los proyectos los debes planificar tú, lo que estudias lo debes asimilar tú.

-Pero entonces, ¿cuál es el rol de Dios?

-Velo de esta manera: el holoordenador tiene una fuente.

-Entiendo. Sí. ¿Pero?

-Pero Milen, es sencillo: Dios es la fuente que llevas dentro. -Era tan... tan sencilla la explicación, tan evidente, tan a la vista la explicación que hasta me reí, de mí mismo, ¿eh?, diciendo:

-¿Cómo lo qué tenemos a la vista nos cuesta tanto trabajo verlo, percibirlo, entenderlo? ¡Je, je, je!

 

Y así somos los seres humanos, ¡je, je, je!, así somos.

 


Sesión 06/10/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Xavier P.

 

Su relación afectiva seguía adelante habiendo sentado unos principios básicos de entender la convivencia. Aparte, su complejo de inferioridad dejaba de estar presente gracias a Claudia, que tenía muy claro qué es tener autoestima.

 

 

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Entidad: Es verdad, ¡je, je, je!, es verdad que soy desconfiado, pero la vida, la vida me ha enseñado que yo tenía razón.

-¿Por qué te encierras tanto, Milen Tarden? -Lo miraba a mi interlocutor, Dionisio Frido.

Le digo:

-Mira, Dionisio, es como que siempre tuve una sensación de desconfianza de tratar con la gente.

Dionisio me respondió:

-Siempre fuimos compañeros, incluso desde que comenzamos los estudios.

-Lo sé, eres una de las pocas personas con las que trato. -Después Dionisio se casó y es como que lo vi muy poco, por no decir poco y nada.

 

Tanto le tengo que agradecer al maestro Julius Delfor, él fue quien me especializó en informática cuántica. Es como que me aferré a su enseñanza y a su persona, una persona leal, una persona amable, atenta, paciente incluso para enseñarme. Y no es que me costara, ¿eh?, no es que me costara.

 

Recuerdo que me consoló cuando le conté lo de Morena Insua. Su padre era un conocido holoperiodista.

Recuerdo que viajé con mi maestro a rendir un examen y a los quince días me entero de que mi novia, Morena, estaba embarazada: ella no sabía que yo sufría de azoospermia.

Fue muy traumático. No traumática la mentira, porque yo no podía dejar embarazada a nadie, traumática la manera. El propio padre me demandó, me difamó. Pero bueno, tanto mi profesor como en la región norte donde conocí a Alexis Anasio y a Raúl Iruti, ellos de alguna manera me sostuvieron para que no me caiga por la humillación de tener que dar a conocer, de alguna manera, mi estado, mi estado físico, para defenderme de las acusaciones de mi ex, de Morena Insua.

Tener que hacerme un test, tener que hacerme análisis para mostrarles a todos de que yo no era responsable del hijo de otro. Y no confundáis, no confundáis a aquellos varones que se desentienden de una responsabilidad porque no es mi caso, no es mi caso. Me molesta mucho, muchísimo que me acusen sin tener pruebas, pero me molesta aún mucho más el tener que exhibirme como si  estuviera en un circo mostrándole a todos los holopapers: "Mirad, mirad, sufro de azoospermia, yo no puedo ser el padre". ¿Y por qué?, ¿por qué tengo que contar mi privacidad a la gente? ¿Quiénes son, quienes son para meterse en mi vida como intrusos, como invasores de mi privacidad? ¿Y justo a mí, justo a mí? ¡Je, je, je!, me rio de ironía, no me rio de felicidad.

 

Pero las cosas cambiaron. Y las cosas no cambian por destino o quizá sí, porque se trata de la gente. Mi estimado maestro, Julius Delfor, una persona tan atenta, tan tolerante, tan paciente conmigo, a veces me decía: "¡Ánimo, ánimo Milen, vamos!, ¿qué te importa la opinión de la gente?, tu opinión te tiene que importar".

 

Pero Raúl Iruti fue el que me tomó de la mano y me jaló hacia arriba sacándome de ese pantano, ese pantano mental, diciéndome:

-¡Mira, mira, mira el horizonte, mira todo lo que tienes por delante!

-¿Qué tengo por delante? ¿En qué va a cambiar mi vida?

-Mira, Milen, yo soy uno de los mayores genetistas, aparte de ser un asesor espiritual.

Lo miré al profesor Iruti. Le digo:

-Lo sé. ¿Entonces?

-Entonces vamos a revertir tu problema.

-Con todo respeto, profesor, pero si bien la ciencia en Ran II ha avanzado tanto hay dolencias que se tratan, no se curan. Yo soy informático cuántico pero tengo nociones básicas de medicina y sé que hay problemas auditivos que se tratan pero aún no han sido resueltos.

-¿Cómo no? -me dijo el profesor Iruti-, sí que han sido resueltos, Milen, con una operación.

 

Y es cierto, tenía razón. En el tema auditivo han logrado, de alguna manera, y eso es lo que más admiro de la ciencia, ¿no?, a nivel humanidad, poner cóclea, laberinto, todo artificial, por llamarlo de alguna manera, que se vaya adaptando al oído humano, nada que ver con esos viejos implantes de hace un siglo atrás. No, ahora directamente es como si tuvieras un oído nuevo.

-Pero no es lo mismo que modificar el líquido seminal.

-Todo se puede, querido Milen Tarden, todo. Por lo menos casi todo. Fíjate que incluso hay personas muy ancianas con déficit cognitivo y con determinada medicación no es que revierten su problema, pero retardan muchísimo más el deterioro cognitivo, muchísimo más.

-De todas maneras, profesor -le comenté-, no es tan sencillo.

 

Pero eso no fue todo. Mi vida se modificó cuando la pareja de el profesor Iruti, la joven Trinidad, me presentó a Claudia.

-Milen Tarden, Claudia Fontán.

 

Una joven simpática, siempre miraba de frente. Al comienzo sentí emociones encontradas, por un lado me pareció como muy directa. Yo digo "No me gustan las personas que creen ser avasallantes porque me da la impresión como que no te respetan". Pero, ¡oh, oh, oh, mis prejuicios, oh mis prejuicios!, ¿por qué la prejuzgo si no la conozco? No era para nada avasallante, y que sea directa no era algo negativo. Una persona que es directa no te traiciona, una persona que es frontal no te va a ocultar cosas. Obviamente, tiene que ser frontal pero a su vez asertiva, ¿no?, porque hay personas que son frontales pero a aquellos que tienen ego les ofenden: "No me gusta esa ropa", "Qué peinado te has hecho, te queda mal", "Pero mira esos zapatos, no te hacen juego con el resto de la ropa". A ver, ser frontal no significa ser rudo, bruto, y Claudia Fontán era frontal pero era asertiva, delicada.

 

Y de entrada le comenté mis síntomas y me dijo lo mismo que me dijo el profesor Raúl Iruti.

-Tengo entendido, querido Milen, que la medicina ha progresado muchísimo y hay cosas que pueden modificarse. De todas maneras, esto lo digo por ti, ¿eh?, o sea, recién nos conocemos y no quiero inmiscuirme en tu... en tu decisión, pero hay parejas que son felices y no necesariamente tienen hijos. -La miré.

-Mira, Claudia -Soplaba un viento fuerte. (Tose).

-Has venido desabrigado, Milen.

-Está bien, está bien, pero quería comentarte. Mira, yo sé que hay parejas que son felices sin descendencia, pero he conocido mujeres... discúlpame cuando digo conocido significa que he salido, he tratado pero no me he involucrado afectivamente, he tratado a mujeres que solamente son felices con determinada familia, con hijos, y es como que me quedó ese complejo... llamémosle de inferioridad.

Claudia Fontán me miró y me dice:

-Milen Tarden -Me reía interiormente porque cuando me decía el nombre completo es porque estaba contrariada, contrariada pero no enojada-, mira, Milen Tarden, estás generalizando, hay muchas cosas que hacen feliz a una mujer como a un hombre, el llevarse bien con su pareja, el disfrutar cosas juntos, algún viaje, algún seminario, alguna conferencia, ¿o por qué no?, compartir una diversión, una cena, una reunión con un grupo de amigos o conocidos. O que puedas hablar de tu trabajo, de holoinformática, porque te voy a entender.

 

Y empezamos a vernos muy seguido, hasta que nos dimos el primer beso, hasta que empezamos a salir en serio.

Claudia me comentó:

-A mí me gusta que en una relación de pareja todo lo que decidamos lo hagamos de común acuerdo. -Fruncí el ceño.

-¿A qué te refieres ahora?

-Te quería preguntar si le puedo comentar nuestra relación a Trinidad Cabello, que fue quien nos presentó.

-¡Je! Pero sí, sí, por supuesto que sí.

-¿Pero por qué estabas tenso?

-¡Ah!, porque pensé, Claudia, que me ibas a hablar sobre otro tema.

-Te voy a explicar la diferencia, Milen -me comentó Claudia-. Cuando tengo que comentarte, cuando tengo una cosa que decirte te la digo y punto. Cuando te consulto es porque es una decisión que tenemos que tomar ambos. De repente hay una conferencia importante en las afueras de Ciudad Grande y me gusta ir, y te lo diré "¿Qué te parece si vayamos juntos?". Y tú de repente tienes un seminario de informática y me dices: "Mira, justo en esa fecha no puedo". Entonces caben dos posibilidades: que te acompañe al seminario o que vaya directamente a ver lo que me interesa y que tú no te pongas celoso.

-No entiendo, ¿por qué habría de ponerme celoso?

-Porque hay varones que tienen tanta baja estima que piensan que si su pareja va a otra región puede conocer a alguien y encandilarse. Desde ya aclaro que no es mi forma de ser.

-¿Porque eres fiel a mi persona? -pregunté.

-Lo voy a explicar de una manera mejor -dijo Claudia-: porque soy leal a mí misma, porque si te miento a ti me estoy mintiendo a mí.

-¡Vaya! -exclamé asombrado-, nunca lo había pensado de esa manera.

-Es que esa es la manera, Milen, esa es la manera. Si uno es leal consigo mismo es leal con el otro. Porque yo tengo una manera de ser que si yo te mintiera en algo grave no podría mirarme al espejo porque me sentiría mal. En realidad no me sentiría mal, no lo haría directamente, no podría sentirme mal porque no haría algo así.

-¿Y mentiras pequeñas?

-No existen mentiras pequeñas, no existen mentiras grandes, existen mentiras. Si te miento en una tontería de que compré algo a escondidas tuya, aunque sea una estupidez, ¿qué me impide mentirte en una cosa más grave? Además, que necia sería si te mintiera en una cosa pequeña. No, no me considero necia, tampoco la persona más sabia, me considero una persona normal y leal a mí misma. Por ende leal a mi pareja, leal a mis amigos. Me cuentas algo que es muy tuyo y queda entre nosotros absolutamente, como me has contado lo de tu azoospermia.

-¿Y no te incomoda? -pregunté.

-No.

-¿Por qué?

-Porque uno, cuando se compromete, acepta a la persona como es o no la acepta y no se compromete. Y yo te acepto.

-¿Porque tienes la esperanza de que la medicina modifique mi líquido seminal?

-No voy a ser hipócrita -me dijo Claudia-, por supuesto que tengo esa esperanza, pero yo no estoy contigo en base a una esperanza, yo estoy contigo en base a la realidad que tengo ahora a mano. Más no puedo explicarme.

-No, no, te entiendo -le dije-, te entiendo perfectamente. Voy a ser directo. O sea, ¿tú eres feliz? Supón que el día de mañana formemos un matrimonio, ¿tú serías feliz aun sin hijos?

-Soy feliz por mí y por ti.

-Pero un hijo completaría...

-A ver, la palabra completaría está mal. -La miré.

-Explícate, por favor.

-Claro. ¿Tú te consideras incompleto?

-¡Je, je! Bueno -dudé-, tampoco voy a ser hipócrita, yo sí me considero incompleto.

-Tú estás hablando de la parte física. En la parte afectiva, te digo.

-No, me considero completo desde que te conocí.

-Yo también me considero completa. Entonces no es que un hijo te complete, puede complementarte, que es otra cosa. Pero no es absolutamente necesario, no es absolutamente necesario. O sea... -La miraba porque digo "Por favor, de donde sacó esta sabiduría esta joven", es un regalo... es un regalo del Creador. Y la seguí escuchando-. Mira, la autoestima, la baja estima, el sentirnos bien, el sentirnos mal es todo mental y emocional.

-Tú dices que una persona analítica no tiene baja estima. -Me miró.

-Sí, Milen. He conocido personas analíticas, sin ego, que igual tienen baja estima por un montón de factores. Pero fíjate, Milen, que la importancia del ser está en uno, o en una en mi caso. Yo pasé por muchas cosas. De mi familia no me puedo quejar, de mi familia directa, pero he tenido, porque no los trato más por eso hablo en pasado, tíos, tías, primos, primas que es como que hablaban en otro idioma.

-¿En qué sentido? -pregunté.

-Me juntaba con ellas, con mis primas y no sabía de qué hablarles, eran muy sencillas.

-¿Y eso está mal? ¿Ahí no estás siendo prejuiciosa?

-No no no no, prejuicioso es cuando las criticas. Yo no las estoy criticando, simplemente digo de que hablaban otro idioma. No es que me disguste la moda, o las últimas holopelículas pero no estoy tan pendiente de eso. Y me acuerdo que me encontraba con ellas y me hablaban del último vestido que lo hizo la casa Suagre, una de las más famosas de Ciudad Grande, "¡Ah, cuántos créditos cuesta ese vestido!". ¡Qué me importa! Yo estaba pensando en un hololibro en ese momento, algo que a ellas no les interesaba. Entonces reunirme con ellas era gastar el tiempo. Pero no me malentiendas, Milen, no estoy diciendo "¡Oh!, son vulgares". No. Tienen su manera de ser, y pueden ser tan queribles como cualquier otra persona, simplemente que no son compatibles con mi manera de ser. Y seguramente te habrá pasado a ti con algunos conocidos o amigos o familia.

-¡Je, je!, has dado en el clavo, me ha pasado. He conocido gente que no me ha comprendido y he conocido gente que no se ha interesado por los temas que a mí me interesan. Pero bueno, el profesor Raúl Iruti dice que a veces tenemos que aprender a querer lo que le gusta al otro.

-Eso es distinto -me dijo Claudia-, eso es distinto. Puedes aceptar lo que le gusta al otro pero no significa que de repente las cosas superficiales las aprendas a querer, son dos cosas distintas.

-Sí, eso me lo hizo notar el profesor Iruti también. Pero lo que más me recuerdo que me dijo es: "El respeto empieza por ti mismo".

-Y tiene razón. El respeto empieza por uno, el amor empieza por uno, la aceptación empieza por uno.

 

La tomé de la mano y seguimos caminando. La verdad, tenía frío.

Le digo:

-Vamos a tomar algo caliente. -Y entramos a tomar algo caliente, tomados de la mano.

 


Sesión 28/03/2022
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Xavier P.

 

Tenía temas no resueltos relacionados con la ley de retribución. Recurrió a su asesor espiritual y genetista. Hablaron extensamente de las relaciones entre causa y efecto, y por qué no siempre se cumplen.

 

 

Sesión en MP3 (3.523 KB)

 

Entidad: Mi nombre es Milen Tarden, soy holoinformático en Ran II.

 

Pasé por experiencias bastante bastante negativas. Tuve la suerte de conocer a mi maestro, Julius Delfor, quien me especializó en informática cuántica.

La mala experiencia fue con Morena Insua, quien me acusaba de haberla dejado embarazada siendo que yo sufro de azoospermia. Por suerte mis amigos, mi gente conocida, el propio Julius Delfor pusieron a buen recaudo mi buen nombre. Y eso es lo importante.

 

Tuve la suerte de conocer a Raúl Iruti, que aparte de ser junto con Alexis Anasio un excelente genetista, sino que también es un asesor espiritual.

Y tenía tantas dudas, tantas dudas que le pedí una consulta para plantearle un tema, un tema generalizado que no lo tenía resulto conmigo mismo y me perforaba todo mi ser, como si fuera un taladro físico, y el dolor que me provocaba era un dolor moral, espiritual. ¿Egoico?, seguramente.

No voy a ser hipócrita, tengo roles del ego que todavía no he integrado. Pero necesitaba hacer preguntas.

 

Me recibió Raúl Iruti, un asesor espiritual con una empatía que contagiaba, una persona que te hacía sentir cómodo.

-Apreciado Milen Tarden, un gusto poder conversar contigo otra vez.

-Profesor, quizás esta no sea una consulta normal, quizá sea una conversación, un ida y vuelta, un..., yo lo que necesito es un rapport, pregunta-respuesta, pregunta-respuesta. No importa si no es rápido, no importa si profundiza en el tema. Pero quiero hablar de la ley de retribución. Primero, nosotros sabemos que en Ran II está prácticamente erradicada lo que es la religión, pero yo creo en una esencia, en un ser supremo y que formamos parte de él.

-Acuerdo cien por cien contigo -respondió Raúl Iruti-. Pero continúa.

-Bien. Primero que nada el agradecer el limpiar mi nombre de la acusación de esta persona y agradecerle también a Trinidad Cabello por presentarme a Claudia Fontán, que es distinta, accesible, amable, inteligente, comprensiva. Pero mi tema pasa por otro lado, en mi caso la azoospermia. Que me había comentado que en Ran II, como hay una genética avanzada eso puede modificarse. Pero a pesar de los grandes adelantos técnicos, informáticos, médicos y otros, todavía hay enfermedades, todavía hay personas que nacen y por algún mal congénito, cardíaco, cerebral, etcétera, mueren a los pocos días, a las semanas. O de repente un atleta de veinte años tiene un paro cardíaco fulminante y no hay reanimación que lo reviva. ¿Y por qué? Yo sé que hay grandes matemáticos que han analizado incluso la esencia en la que creemos, que no tiene que ver con ninguna religión. -Me sentía cómodo porque Raúl Iruti me dejaba hablar y yo quería descargar todo eso.

En un momento dado me pregunta:

-¿Y a qué conclusión llegas?

-Que no creo en la ley de retribución, o sea, no creo en la ley de causa y efecto. No creo que alguien hizo algo malo y haya una ley de retribución que... que te castiga. O bien, como usted profesor lo ha dicho muchas veces, no se trata de castigo sino de aprendizajes. Pero ese bebé que nació con un mal congénito y muere, ¿cuándo hizo el mal? Y no hablemos de una vida pasada; el bebé no sabe de una vida pasada y si tuviera tres años tampoco sabe de una vida pasada. ¿Y qué pruebas hay de que en esa vida pasada hizo algo negativo por lo cual esa ley de retribución en esta vida lo sufre? Porque si hablamos de aprendizaje, como usted dice Iruti, ¿qué aprendizaje tiene el bebé? Me dirá: El aprendizaje es para los padres. Bien, se lo acepto. ¿Y entonces el bebé qué es, un conejillo de indias? ¿Nació para ser la herramienta que sus padres paguen esa ley de retribución? ¿Hasta dónde es justo eso, hasta dónde? Y el atleta de veinte años que muere en la pista de atletismo, ¿acaso no le hicieron un examen cardiológico completo en cinta de correr hacía veinticuatro horas antes y le salió más que bien?, por qué al día siguiente corre y en medio de la pista cae muerto. ¿Falló la tecnología? Estamos en un mundo moderno, hay ecografías holográficas que te traspasan el cuerpo de punta a punta y no ven en el corazón ninguna anomalía, ni en sus arterias pero el joven muere. ¿Ley de retribución? No, no me lo creo. ¿Mi azoospermia es una consecuencia de un acto anterior de un error mío? ¿Y quién lo dice y por qué?

-¿Y entonces qué piensas? -me preguntó Raúl Iruti-, ¿en qué piensas, Milen?

-Pienso que todo es azar. Pienso que esa esencia... quizá sí seamos parte de Él pero... pero quizá no seamos tan importantes para esa esencia. Ya sé, disculpa que te interrumpa; me dirás esa esencia no sólo nosotros formamos parte, hay millones de mundos y millones y millones, no sólo nuestra galaxia, en todo el universo. Pero esa esencia no es un ser que nos mira con una lupa, somos esa esencia, somos parte de él. ¿Por qué yo la azoospermia? ¿Por qué el atleta de veinte años 'muerte súbita' si en día anterior el holoordenador lo escaneó de punta a punta y estaba perfecto para vivir más de cien años? No me diga que es una causalidad o que el chico de veinte murió porque los padres de cuarenta y cinco tenían que aprender su ley de retribución. ¡Vamos! ¡Vamos! No lo creo. Creo que somos azar. ¿Por qué unos enferman? A ver, yo me especialicé en holoinformática. Mi profesor me especializó en informática cuántica pero también he estudiado historia. Hubo plagas en el pasado donde murieron millones de personas en una peste y otras millones de personas no; ¿la esencia esa a la que muchos llaman Dios, decidió quiénes son los millones que van a morir y quiénes son los millones que van a sobrevivir? ¡Vamos, Iruti, ni usted se lo cree! ¿O sí? Ahora lo escucho.

-Querido Milen Tarden, comparto plenamente contigo tu punto de vista. Si fuera una ley de retribución perfecta, en siglos anteriores cuando todavía la civilización estaba en ciernes no habría robos a gente desvalida, a ancianos. O reyes en el pasado que se casaban con una mujer la cual si no le daba hijos la mandaban a decapitar. Pero no estoy hablando de ese rey, estoy hablando de la mujer que no le podía dar hijos. Porque su cuerpo tenía un problema fue decapitada. Imagínate tú siglos atrás, te salvabas porque eras varón, pero y la mujer, ¿qué? Entonces estoy ciento por ciento de acuerdo contigo en que vivimos en azar y que no todo es causalidad.

-Pero usted en alguna conferencia -interrumpí-, dijo que generalmente vivimos en la causalidad.

-Sí, generalmente. Pero generalmente no significa totalmente, es una generalidad no una totalidad. Y en medio de esa generalidad se mete la casualidad. Porque lo tuyo, ¿por qué tendría que ser causal? ¿Qué lección aprenderías? ¿Qué lección aprendió la mujer siglos atrás que porque no le dio hijos al rey, murió decapitada? ¿Qué lección aprendió la familia de esa mujer que encima fue expulsada del reino por haber tenido una hija estéril?

-¿Y entonces? -pregunté.

-Y entonces, ley de retribución, causa y efecto, actos y consecuencias. Se trata de convivir con ellos.

-¡Ah, claro! Dígales entonces a los padres del atleta de veinte años.

-No. Estoy hablando de los que sobrevivimos, sobrevivir con nuestras discapacidades. ¿Acaso te piensas, Milen Tarden, que la discapacidades son solamente físicas?

-Seguro.

-No, no, Milen, no, hay un montón de discapacidades; discapacidades morales, discapacidades del ego. La vanidad es una discapacidad, el egocentrismo es una discapacidad, la maldad es una discapacidad, el que en siglos anteriores atacaba a un anciano para robarle unas monedas que había conseguido vendiendo un fardo de avena. La mayoría de la gente no aprende de sus discapacidades. Milen Tarden, tú tienes una discapacidad que gracias a esta ciencia de la nueva genética puede ser vencida, pero hay otras que no, y no somos infalibles ni nosotros, ni las máquinas más poderosas. Ese joven atleta fue escaneado por un holo ordenador, si le tenía dar perfección le daba diez sobre diez y a las veinticuatro horas muere en la pista. ¿A quién le reclamas, al holoordenador?

-Al médico.

-El médico también lo ve bien, no es un mal especialista. No hubo mala praxis. ¿Y entonces qué pasó?

-Eso es lo que le estoy preguntando profesor. ¿Y entonces qué?

-Y entonces, querido Milen Tarden, es entender que en la vida hay otras gratificaciones. Por ejemplo tú has conocido a la señorita Fontán, es una gratificación. Y seguramente tú puedes ser una gratificación para ella.

-¡Gratificación, si no le puedo dar hijos, qué gratificación!

-Milen, si piensas que solamente por dar hijos la vida te gratifica, creo que no has entendido nada.

No me sentía bien y le dije bruscamente:

-Quiero que sea más específico.

-Sí, no tengo problemas en serlo. ¿Cómo te sientes con tu profesor, con Julius Delfor?

-Una maravilla, es un ser extraordinario.

-¿Con tu trabajo?

-Más que bien. Y más ahora, le sumé a la holoinformática, la informática cuántica y he hecho muchos descubrimientos. Usted ha participado de ellos, usted ha visto. Hemos logrado visitar universos alternos, eso para mí es la cumbre de la satisfacción y hay mucho más por descubrir.

Iruti me miró y me dijo:

-¿Entiendes ahora que en la vida tienes mil cosas que te pueden satisfacer? Y tú te fijas en la que no te puede satisfacer.

-Eso lo entiendo. ¿Y lo del bebé de días o semanas que muere por un mal congénito? ¿Y lo del chico de veinte años que muere de un paro cardiorespiratorio en segundos, qué disfruta, a dónde está la contraparte? Porque en mi caso está bien, la vida me compensa de mil maneras más. ¿Y al bebé, y al niño, y a la mujer decapitada hace siglos atrás porque no le puede dar hijos al rey, cómo los compensa la vida?

-Mira, préstame atención en esto: La vida no los compensa, y eso no es causalidad, eso es casualidad.

-Entonces hay que tomarse en serio lo del libre albedrío, no es que esa esencia divina está pendiente de nosotros permanentemente.

-Y no -dijo Iruti-, no, no lo está. Por eso yo enseño a disfrutar el hoy porque no sé si mañana estaré en este plano.

-¡Ja, ja! ¿Eso no es pesimismo?

-No, no es pesimismo, eso se llama realismo. Hay que disfrutar cada día, la vida no va a poder compensar al chico de veinte años, al bebé de días o de semanas, a la reina que no le pudo dar hijos al rey y la decapitó. No, no los va a compensar. Pero nosotros, tú, yo que todos tenemos discapacidades sean físicas o morales...

-¿Usted, Raúl Iruti, qué discapacidad tiene? Es un genio de la genética, es una maravilla como asesor espiritual.

-Pero tú no sabes una cosa, me apoyo con aparatos holográficos.

-¿Por qué?

-Son audífonos que no están a la vista pero me ayudan a ir reponiendo mis células ciliares, porque sufro de hipoacusia.

-Sin embargo estamos hablando perfectamente.

-Sí, gracias a los aparatos holográficos hechos con informática avanzada. ¿Y tú me preguntarás qué hice de malo? Pienso que nada. Tengo dos manos, pero las he tendido miles de veces a la gente y he ayudado a los que se han dejado ayudar. Y estoy contento por eso. Y no me quejo por mi discapacidad porque disfruto la vida en muchísimas más cosas que compensan eso. La vida no va a compensar al bebé que nació con mal formación, ni al chico que murió y la medicina no sabe por qué. Tampoco esa esencia divina nos va a explicar por qué la reina estéril murió decapitada. Otro diría bueno, eligió casarse con un rey paranoico. La chica no era adivina, lo amaba pero no sabía que él era una persona tan obsesiva en tener descendencia. Hay cosas que no tienen explicación. Entonces, querido Milen Tarden, mi orientación, porque no me gusta decir la palabra consejo, mi orientación es que disfrutes lo que tienes a mano como yo disfruto lo que tengo a mano. -Le agradecí.

 

Y tenía las cosas mucho más claras en mi mente. Esa daga moral que atravesaba mi pecho había desaparecido, el dolor todavía no. Pero lo tenía que trabajar, tenía que trabajar mi persona internamente para comprender mejor todo lo que habíamos conversado.

 

Gracias. Gracias. Gracias.