Índice

Psicoauditación - Ana María

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión del 30/03/2023 Sargón, Scarla

Sesión del 03/04/2023 Sargón, Scarla

Sesión del 13/02/2025 Sargón, Scarla

Sesión del 14/02/2025 Sargón, Scarla


Sesión 30/03/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín

Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Ana María.

La entidad suprafísica relata que en Sargón estudiaba y era puntera en notas, pero que fue engañada y robada antes de exámenes por quien amaba. Fue reconocida y restituida, pero desde entonces teme iniciar relaciones. Aunque no pierde la esperanza de encontrar con quien tener un respeto mutuo.

Sesión en MP3 (3.138 KB)

 

Entidad: No es en la primera vida que me han sucedido temas muy delicados. Cuando hablo de delicados hablo de traiciones, de engaños, de ataques verbales.

 

Dicen que la palabra no lastima como una agresión de hecho. ¡Qué equivocados estáis!, una palabra hiere y mucho. Diréis que lastima al ego.

Pero no estoy en condiciones de analizarme a mí misma, yo sólo sé lo que deseo, también sé los temores y la enorme desconfianza que tengo al amor de pareja. A todo eso se junta el no tener una buena estabilidad económica, a todo eso se junta la indiferencia de la gente.

 

Pero esto no viene de ahora, en mi rol actual encarnado como Ana María.

Hace siglos y siglos y siglos encarné en el sistema de Sargón, mi nombre era Scarla. Había humanos que me miraban quizá con desconfianza. Es el colmo, desconfianza a mí porque era felina.

Pero fui una excelente estudiante al punto tal de recibirme con las mejores notas en astronáutica. Y no conforme con eso también me recibí con las mejores notas en antropología, o sea, conocía la mayoría de las razas, su genética, su ADN, sus costumbres, sus maneras. Y en astronáutica, ¿qué puedo decir? Conocía centenares de sistemas estelares en la galaxia, no por haberlos visitado sino por haberlos estudiado.

 

Todavía era joven, pero así y todo en la facultad Central de Sargón tenía un compañero con el que me llevaba muy bien, y estuvimos en pareja un tiempo.

Él se interesaba, igual que yo, en la astronáutica y en la antropología. Pero es como que le costaba más entender determinadas materias. Ejemplo: para saber de astronáutica tienes que saber de astronomía, para saber de antropología tienes que conocer de genotipos, tienes que conocer la conformación de los genomas. Y este compañero aprobaba a duras penas, le costaba.

A veces venía a casa, con el permiso de mis padres, a estudiar, se comportaba bien, educado, cortés. Y me gustaba. Hasta que empezamos a salir como novios, como decís vosotros. Padre y madre lo aprobaron viendo que era un joven felino correcto.

 

Pero todo pasó de golpe. Cuando tuvimos que presentar en los exámenes finales los resúmenes, las pruebas que me llevaron semanas de trabajo, hice una tesis enorme en cada una de las dos materias de más de quinientas holopáginas.

Claro, este joven estudiaba conmigo, a veces usaba mi holo ordenado, y cuando presenté mis dos tesis, la de antropología, la de astronáutica, los profesores me miraron de manera severa.

-Alumna Scarla, sabe que puede ser expulsada de la facultad porque no sólo has cometido el error de copiar las tesis sino que has cometido la torpeza de no modificarlas, las has presentado tal cual.

Absorta, asombrada, extrañada, no estaban solamente los dos profesores había una junta de profesores que evidentemente sabían que algo había pasado, pero que yo ignoraba.

Y les dije:

-Me ha llevado mucho tiempo hacer estas tesis, ¿de qué habláis?

-¿De qué hablo? Hablo de Dominique.

-¿Dominique?, Dominique es compañero de estudios, y bueno, estamos en una relación afectiva.

-¿Y por eso lo has traicionado?

-Perdón, no me ofenda profesor, yo no traicioné a nadie. ¿En qué sentido?

-Le has robado sus tesis. Ayer las presentó. Y tú tienes el coraje, eres tan hipócrita que has presentado exactamente las mismas tesis. No vas a ser expulsada pero no te aprobaremos, haremos una reunión con esta junta, debatiremos y evaluaremos tu expulsión con deshonor de la facultad Central. Y no sólo eso, sino que no podrás ir, en el caso que lo decidamos, a ninguna otra facultad en Sargón o en ningún otro sistema estelar que pertenezca a la Federación.

 

Me fui llorando a casa y hablé con mis padres. Mi padre era un alto ejecutivo, pero no tenía potestad en la parte de la universidad sino en la parte política. Llegó a hablar incluso con el comandante general diciéndole que la cosa había sido al revés.

-Aprovechándose de la inocencia de mi hija Scarla este joven fingiendo enamorarse de mi hijo y viniendo a casa, porque mi hija no conoce la casa de él, le robó sus tesis y las presentó un día antes. Y los profesores, malas personas, apreciado comendador, no le preguntaron, directamente la condenaron. Le dijeron: "Vamos a hacer una junta entre todos a evaluar", pero obviamente ya anticipadamente ya decidieron expulsarla. Lo cual es gravísimo, gravísimo porque no le dieron oportunidad de defenderse.

El comandante le dijo a mi padre:

-Tengo al mejor abogado, pero no va a hacer falta. Vendréis vosotros, con vuestra hija Scarla, y también los padres del joven. Lo que el joven no sabe es que cada holo ordenador en todos los sistemas de la Federación tienen una marca holográfica del ordenador, me extraña la torpeza de los jefes de profesorado, ya sea de astronáutica o de antropología, que no se han fijado que en los papeles impresos de los holo ordenadores queda una marca de agua de la marca holográfica, o sea, que ni siquiera hace falta un abogado.

 

Esa noche hablamos con mis padres y al día siguiente fuimos a la universidad Central, planteamos el tema y los profesores se disculparon una y mil veces conmigo. Pero el comandante general estaba disgustado por la torpeza de ellos de no haberse fijado en la marca de holográfica.

Y, obviamente, quien fue expulsado fue el que fingió ser mi gran amor, que no sólo me traicionó, porque me enteré por otras amigas que salía con varias felinas no de la universidad sino de los lugares bailables, de los lugares de diversiones, y yo tonta, leal, porque si me distingo es de ser leal, no solamente en la pareja sino en las amistades, con mis superiores, con mis profesores jamás una mentira, y no tolero que otros me sean desleales o infieles.

Pero lo peor del caso es que encima me robó, no solamente el amor, me robó mis tesis, y a él no le hubiera importado si me expulsaban de por vida. Pero eso fue lo que le pasó a él, degradado con deshonor.

 

No terminó ahí la cosa. El aparato legislativo y el aparato judicial citaron a los padres del joven y les sacaron de mentira, verdad. Y admitieron haber estado al tanto del robo y lo único que hicieron es mirar para el otro lado, se hicieron los disimulados. Pero fueron cómplices y expulsados de su trabajo, ambos.

Dentro de todo Sargón, su Federación es benigna, les permitieron mudarse a otro sistema y comenzar allí. Obviamente el hijo, quien fuera mi pareja, tuvo prohibido entrar a cualquier universidad, pero los padres sí pudieron trabajar y él trabajaría con ellos en un empleo menor, jamás estaría en astronáutica, jamás estaría en antropología.

 

Me gradué con honores. A los profesores los expulsaron. No me sentí contenta, honestamente. Sentí pena por ellos por ser tan malas personas, mucha pena muchísima pena.

 

Pero estaba orgullosa, sanamente orgullosa de mí misma de haber aprobado.

Mis amigas me abrazaban: "Te lo merecías, se hizo justicia, bravo Scarla, bravo".

Pero ¿sabéis cuál es el problema? Me dediqué al trabajo, estuve en el instituto y también me recibí de alférez. Mis padres orgullosos de mí, pero yo con una desazón tremenda; si bien en Sargón la medicina estaba avanzadísima, con dos meses de diferencia mis padres enfermaron con un virus que tal vez pescaron en un viaje de placer que hicieron a otro sistema, un virus nuevo, desconocido. Por alguna razón yo era inmune y no me contagié, a mis padres los aislaron. Los tuvieron en observación, incluso más de año hasta dar con la cura provisoria. Les dieron una ayuda económica de créditos, pero no era lo mismo, nuestra economía decayó y si bien yo como alférez ganaba créditos, un alférez es el rango más bajo y lo que ganaba era poco, o sea que mi estabilidad económica tambaleaba. Es más, la Seguridad Social no cubría toda la medicación de mis padres porque fueron a un sistema que no estaba dentro de la Federación Sargón, o sea que fue un viaje por cuenta y riesgo de ellos.

 

Así que no puedo contar nada bueno. No sé si me había enamorado de este felino traidor y ladrón, pero sí sentía una gran empatía y pensé que el día de mañana podía ser mi pareja estable. Odio la traición, odio la hipocresía, la inmoralidad, la infidelidad. Me molesta todo lo que tiene que ver con destruir la confianza.

Y eso me hizo desconfiada hasta con las amistades. El hablar de engaño ya me ponía mal, entonces es como que una amiga nueva que conocía o un joven que me presentaban, quizá por engramas que se me implantaron yo ya dudaba, dudaba y no quería profundizar más en una amistad, menos en una relación mucho menos. Y encima una angustia por la falta de estabilidad económica.

 

Una amiga, Sabina, me dijo:

-Scarla, siempre debes ver el vaso medio lleno, ten fe.

-¡Je, je! -Sonreí irónicamente. ¿Fe? Sé que mis padres no tienen la culpa, pero en el fondo se encapricharon como niños de ir a un sistema que no tenía garantías de la Federación, bastante que les cubre alguna medicación, pero otra la tengo que pagar yo de mi mínimo sueldo como alférez, y no es justo. Pero no les puedo echar la culpa, no hicieron ningún acto hostil, simplemente mi padre quiso, por amor, llevarla a un lugar paradisíaco. Y ahí fue donde se contrajeron ese virus que todavía lo están estudiando.

 

No tengo más nada para decir, solamente la esperanza de que el día de mañana pueda encontrar una persona que verdaderamente me respete. Porque el respeto lo cubre todo, sin respeto no hay lealtad, sin respeto no hay fidelidad y sin respeto te traicionan. Entonces lo que yo quiero es respeto.

Pero tenía que aprender a respetarme a mí misma, a no ser permisiva con el error. Y eso era una contra también porque me hacía más desconfiada.

 

Gracias por permitirme explayarme y contar ese relato de aquella vida en Sargón, como Scarla. Gracias.

 

 


 Sesión 03/04/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Ana María.

Era alférez en la Federación Sargón. Una reconocida capitana la entrenaba en lucha personal y enseñaba también cómo actuar en las misiones, con la menor violencia posible. Participó en resolver que había fugas de información en un mundo.

Sesión en MP3 (3.106 KB)

 

Entidad: A pesar de haberme recibido en astronáutica y antropología seguía estudiando, estudiando, estudiando. Era mi consuelo. Era mi consuelo porque no puedo perdonar las traiciones, los engaños y la falta de lealtad, por sobre todas las cosas.

 

Pero como alférez había empezado mi entrenamiento, un entrenamiento bastante bastante bastante difícil.

Pero también hacía vida social. Conocí a dos felinos, uno extremadamente simpático, alto, Sargán, de familia rica, inteligente, galante. Y el otro como introvertido, se llamaba Morro.

 

Sargán me dijo:

-Pobre Morro, su padre fue acusado de traición.

Y le dije:

-¿Y cómo entonces pudo entrar como alférez?

-Bueno, la Federación Sargón no mezcla las cosas, mientras Morro se porte bien no va a pasar nada. Pero está extremadamente vigilado.

Y le pregunté:

-¿Las pruebas contra el padre de Morro ya fueron comprobadas?

-¡Je, je! ¡Ay!, qué ingenua que eres, Scarla. Por supuesto, y si es traidor el padre, es casi seguro que lo sea el hijo.

 

Pero no todo era vida social, porque nos tocó la más brava, la más terrible instructora: la humana capitana Kirana.

-A partir de mañana estaréis conmigo. Tengo muchos más alféreces entrenando, pero no quiero mezclar, mañana os entrenaré a vosotros. A las cero seiscientos en punto quiero que estén en la sala de entrenamiento. -Yo calculaba; ¿a las cero seiscientos?, me tenía que levantar como mínimo una hora antes, ducharme, desayunar algo breve y...

 

Estuve junto con Morro, el hijo del traidor, y Sargán, el hijo de familia rica.

La capitana Kirana nos dijo:

-Pensaréis que los iba a entrenar una capitana felina. No, no, quiero que os mezcléis con todas las razas. Quien está a cargo de próxima misión es el segundo comandante, el reptiloide Sofas. -Me quedé asombrada, un reptiloide segundo comandante.

 

Como si me leyera el pensamiento la capitana Kirana me miró:

-Alférez Scarla, ¿alguna objeción?

-No, mi capitana.

-Bien. Vamos a entrenar práctica de lucha. -No hablé, Morro tampoco.

 

Sargán, más social, quiso quedar bien con la capitana:

-Pero mi capitana, de qué nos sirve la lucha, tenemos un oponente armado y...

-Está bien. Aquí no tenemos armas de rayos ni desintegradoras, pero a ver, alférez Sargán, coge ese palo -Era un va-, de una manera muy fuerte. Atácame.

-Pero mi capitana, la llego a lastimar me van a castigar por treinta días.

-Nadie te va a castigar, alférez. Es una orden que te estoy dando. Si veo que te mides te haré hacer ejercicios todo el día como castigo. No te midas, no te preocupes por mí.

 

Yo temblaba de miedo. Digo Sargán le llega a lastimar a la humana y vamos todos a una celda.

Pero no fue así. Sargán atacó una, dos, tres, a la cuarta vez voló por el aire y cayó de espaldas estruendosamente. Repitió el ataque, volvió a caer de espaldas. A la tercera cometió el más grande de los errores: se enfureció y arremetió con todo. La capitana Kirana apenas se movió, solamente estiró el pie y movió la mano, le hizo dar vueltas en el aire tirándolo de cabeza. Quedó completamente aturdido.

La capitana se montó encima y le hizo una llave de estrangulación:

-¿Sabes cómo rendirte?, tres golpes en el piso.

-¡No me rendiré! -La capitana siguió presionando-. ¡No me rendiré! -Hasta que finalmente, 'toc, toc, toc', tres golpes. La capitana lo soltó.

 

-Esto les voy a enseñar, a atacar y a defender. Pero principalmente a defender, luego lucharemos todos con palos. ¿Qué tendréis golpes? No tengáis dudas. ¿Hematomas? No tengáis dudas. ¿Qué algunos estarán rengueando, cojeando varios días? No tengáis dudas. Pero los voy a sacar buenos. -Sargán agachó la cabeza-. ¿Has aprendido la lección?

-Sí, mi capitana.

-Bien. Ante todo no enojarse y menos cuando es una lucha real con un enemigo. Mente fría, completamente fría porque se juegan la vida. Mañana seguiremos entrenando. La semana que viene iremos en una misión, una misión bastante bastante difícil.

-¿Usted estará a cargo de la misma? -pregunté.

-No, alférez Scarla, el comandante segundo, Sofas. Iremos al sistema Onte, que queda a doce años luz del centro de la Federación Sargón. Aparentemente hay un grupo que está robando tecnología. Y lo que no queremos es nuevas rebeliones, naves nuevas, tecnología nueva, rebeliones nuevas. No queremos, porque la Federación es próspera. Y como siempre enseño, con la menor violencia posible. -Me sentía excitada esperando que llegara el día.

 

Y en las luchas perdía.

La capitana humana hizo un alto:

-Alférez Scarla, te veo distraída, ¿qué sucede?

-Mi capitana, lo que pasa que tengo mi mente en la misión. -Se acercó y me miró.

-Supón que estuvieras en este momento en una batalla luchando por tu vida y sabrías que si ganas la batalla tu próxima misión es avisar a tu líder: ¿estarías pensando en avisar a tu líder?

-No, estaría protegiendo mi vida.

-Eso que piensas trasládalo aquí, a la práctica. Que tu mente no vuele, quédate en el aquí y en el ahora. A ver, atácame. -Había aprendido bastante, por supuesto las catorce veces que practicamos me ganó la humana. Pero me felicitó-: Alférez Scarla, eres muy buena. Ahora tú, Morro. -Morro estaba cabizbajo-. ¿Qué te sucede?

-No quiero, mi capitana, que me prejuzgue por mi padre.

-Alférez Morro, ¿sabes cuánto mide ese lugar de ejercicio?

-Sí, mi capitana, es bastante grande.

-Coge una pesa y póntela al hombro y ahora trota diez vueltas.

-¿Pero por qué el castigo?

-Trota diez vueltas. ¡Ya! -Y Morro trotó las diez vueltas sin quejarse. Llegó, bajó la pesa y tenía mirada de resentimiento-. Mírame a los ojos. -Le ordenó la capitana Kirana. Morro la miró-. ¿Te piensas que te castigué por lo que has contado de tu padre?

-Sí, mi capitana.

-Exactamente eso hice.

-Entonces, ¿usted reconoce que de verdad mi padre fue un traidor?

-No, no sé el caso. El castigo fue porque te pusiste en la mente de los demás.

-No entiendo, mi capitana.

-Claro, Morro. Porque pensabas que yo te iba a prejuzgar por algo que supuestamente hizo tu padre. De ahí el castigo, tú respondes por tu persona. Sea o no culpable tu padre, ese tema no lo conozco, pero tú respondes por tu persona. -Me quedaba asombrada de la sabiduría de la capitana humana Kirana-. A ver, Morro, luchemos.

 

Morro era más pesado que Sargán. Para la capitana era más difícil tumbarlo, entonces utilizaba otra técnica, palancas, llave de piernas, llave de brazos, hasta que lograba hacerlo rendir.

Y luego le dijo:

-¿Te das cuenta lo que he hecho?

-Explíquemelo, mi capitana.

-Tú eres más fuerte que yo, más corpulento, dejando de lado de que tú seas felino y yo humana. Pero hay muchas maneras de vencer a un oponente de mayor peso y de mayor fuerza. -En todos los días de prácticas ninguno de los tres la pudimos vencer ni una sola vez a la capitana Kirana.

 

Hasta que llegó el día de la misión. Subimos a una nave que nos trasladó al sistema Onte, a doce años luz.

Llegamos. Miramos toda la base, entramos a un pequeño depósito. En el depósito había dos hombres con holoordenadores copiando información. Muy despacio la capitana Kirana sacó su arma, le apuntó a los dos hombres que estaban robando información holográfica. Pero de repente se dio vuelta y nos apuntó a Morro y a mí:

-Retroceded. -Abrió una puerta enrejada y nos encerró adentro.

Le dije:

-¿Qué pasa, capitana, está de parte de los traidores?

-Así es.

-Muy bien, muy bien, capitana, no esperaba menos de ti -dijo el comandante segundo, el reptiloide Sofas-. Ven, Sargán, tú también eres de los nuestros.

 

La capitana nos hizo un gesto de burla:

-¿Qué les dije, qué les enseñé? A ti Scarla, a ti Morro, que no deben confiar en nadie, no importa que tenga mayor grado como el comandante, como yo, la capitana, o como vuestro compañero, el alférez Sargán.

 

Le dije a Sargán:

-¿Y tú por qué lo haces? Eres de familia rica.

Me miró con sarcasmo y me dijo:

-¡Je, je! ¿Y qué?, nunca vienen mal más créditos.

-Bien, mi comandante -dijo la capitana-, ¿quiénes están conmigo en la traición, aparte de estos dos?

-Yo, por supuesto. Y estoy orgulloso de ti, capitana, y Sargán.

-¿No hay nadie más?

-Estos dos inútiles que han robado datos. Pero como no queremos testigos nos desharemos de ellos. ¡Je, je, je!, ¿qué te parece, Kirana? -Kirana miró al reptiloide, que era segundo comandante.

-Me parece excelente. ¡Proceded! -Y en ese momento se encendieron más luces y detrás había como cincuenta oficiales, todos apuntando al segundo comandante, el reptiloide Sofas, al alférez Sargán y a los dos humanos que estaban robando datos.

 

La capitana dijo: Prendedlos, irán a juicio. -Abrió nuestra reja y nos dijo a Morro y a mí-: Morro, Scarla, ¿os dais cuenta lo que he hecho? -La miré y me cayeron las lágrimas.

-Por un momento pensé que nos había traicionado.

-No, fue una estrategia, alférez Scarla. Hace rato que sospechaba del segundo comandante Sofas, no del alférez Sargán, pero mi intuición no me falló. Van a ser juzgados. Con una pena mayor, por supuesto el segundo comandante, por su grado, y los dos humanos también, que robaron información. Llévenselos. Y vosotros dos Scarla, Morro seguidme.

-¿A dónde iremos?

-Salgamos al exterior, este planeta del sistema Onte es hermoso. Hay un jardín hermoso y venden zumos de frutos silvestres. Descansemos, ya tendremos tiempo de volver a Sargón.

 

Nos miramos con Morro y los dos pensamos lo mismo: admirable la estrategia de la capitana Kirana. Yo me imaginaba que los traidores que robaban información eran un mínimo de cuarenta, cincuenta personas.

 

La capitana leyendo mi pensamiento dijo:

-No es necesario, pones dos o tres personas en un holoordenador y sacas miles y miles de datos. Pero ya pasó el peligro. Oficiales importantes, leales a Sargón, se van a hacer cargo de este centro de información en el sistema Onte.

Disfrutad, disfrutad de vuestro jugo, descansaremos el resto de la tarde y luego volveremos. Descansad. Pero preparaos, porque cuando volvamos, tanto tú, Scarla, como tú, Morro, seguiremos con el entrenamiento. Y no tendré piedad con vosotros. ¡Ja, ja, ja! -Sonreímos los tres.

 

La capitana era una excelente humana, leal, fiel. Y eso no tiene precio, eso no tiene precio.

 

 


 Sesión 13/02/2025
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Ana María.

La entidad comenta cómo era el tipo de entrenamiento físico que daba un capitán. Era félido y pocos podían seguirle. Parecía como que le temían, aunque después era muy tratable y bien mirado.

Sesión en MP3 (4.217 KB)

 

Entidad: Tengo recuerdos encontrados en Sargón, no por ser de raza félida sino porque cuando estudiaba tanto antropología como astronáutica en uno de los principales exámenes, un félido con el que yo salía y al que le tenía una tremenda confianza había venido a casa a estudiar conmigo y presentó su tesis antes que la mía. Cuando los profesores descubrieron que ambas tesis eran iguales, lo primero que dijo éste félido fue:

-Es lamentable que mi pareja y compañera Scarla se haya copiado descaradamente de mí. -Los profesores amenazaron con expulsarme.

 

Por supuesto le dije a mis padres, que tenían contacto con autoridades políticas, pero el decano hizo algo más sencillo, todas las copias holográficas que luego se trasladen al papel para presentar, tienen una marca indeleble al costado con cada código de estudiante. Ahí fue cuando descubrieron que quien falsificó había sido mi amigo y expareja, el cual fue expulsado, amén de que sus padres lo sabían y ni dijeron nada, por los cuales fueron expulsados también de sus trabajos relacionas con la universidad. Obviamente pudieron conseguir otros trabajaos y le dieron un trabajo menor a su hijo, pero jamás, jamás pudo entrar a otra universidad. No me dio pena, me dio compasión, pero yo seguí con mi carrera.

 

Y luego pasó lo peor. Mis padres en su aniversario fueron a un mundo independiente de la Federación Sargón y ambos cogieron un virus desconocido.

La Federación con los adelantos médicos que había pensaba positivamente, pero no fue así, no fue así. Mis padres finalmente no pudieron sobrevivir al virus que habían cogido en ese mundo. La Federación, por bondad, se hizo cargo de parte del tratamiento pero no de todo el tratamiento porque no eran responsables de un mundo ajeno a la misma. Y con mi sueldo de alférez, que era poco lo que podía cooperar, era mínimo, lamentablemente fallecieron.

 

A mi lado estuvo mi gran amiga, Sabina, una félida bicolor, muy buena persona muy buena persona. Y tenía dos amigos: uno, que era un presumido, que después se descubrió que era corrupto y fue expulsado y llevado a prisión. Y mi otro amigo, tímido, con baja estima, con cuerpo no estilizado y eso que hacía bastantes ejercicios, hacía que su baja estima creciera. Su nombre era Morro.

Y era un amigo leal, me quería mucho, quizá me miraba con ojos como que yo le atraía, pero para mí era un gran amigo, le tenía un enorme enorme afecto, pero no más que eso.

 

Recuerdo que nos entrenaba en lucha, en combate cuerpo a cuerpo con el Bō, una capitana terrible, Kirana. No queríamos saber nada con las prácticas con Kirana, la capitana, hasta que finalmente nos dimos cuenta de que era la mejor capitana de todo Sargón. Finalmente la ascendieron por mérito, por haber triunfado en muchísimas misiones.

Y en algunas misiones en las que yo participé tuve un excelente desempeño, por lo cual de alférez me ascendieron a teniente, junto con Sabina, mi mejor amiga, y con Morro. O sea, tres félidos ascendidos a teniente.

Pero nuestro capitán era un capitán quizás actualmente el mejor de todo Sargón y no era un humano, era un félido, un félido conocido por sus logros en sus misiones. Muy respetado, muy querido también, pero severo severo. Otros capitanes pensaban que era una persona creída, con mucho ego, él no le daba importancia a las opiniones, él hacía su trabajo.

 

Recuerdo la primera vez que llegó al gimnasio de tropa. Y dijo:

-Sé que muchos de ustedes, félidos, humanos, cánidos, reptiloides han estado bajo el mando de la capitana Kirana. Pensaréis "Yo voy a ser más benigno". O equivocáis, todo lo contrario.

Primero me voy a presentar ante vosotros, mi nombre es Karacal. Para los que no me conocen y para los que me conocen saben que soy severo y que exijo hasta el último aliento, y no lo hago para maltratarlos sino que para cuando haya combates reales sepan defenderse. No les voy a dar un minuto de respiro, un minuto, y voy a ir evaluando, voy a usar el sentido común, al que más rinda más le voy a exigir, al que rinda un promedio le voy a exigir un promedio y al que menos rinda no es que le vaya a exigir menos, pero van a tener otro tipo de ejercicios, ejercicios básicos como trote, como entrenamiento de músculos, estiramiento y por sobretodo dieta. -Y lo miró a Morro-. Tú, teniente, ven.

-A la orden, mi capitán.

-Coge un Bō. -Morro cogió un Bō.

 

El capitán Karacal, alto, le llevaba casi una cabeza a Morro, musculoso, a través de su pelaje se veía su músculo-. Atácame. -Morro se quedó quieto-. ¿Qué esperas? ¡Ah!, tienes miedo de golpearme. Si me golpeas, si logras golpearme una vez tendrás una semana de ejercicio liviano. Ahora, si no logras golpearme mi exigencia va a ser terrible. Así que pon tu cien por ciento. Y te aclaro, Morro, si yo te golpeo a ti, apenas veo que te enojas o que te molestas, va a ser peor para ti. Tu mente tiene que estar neutra.

 

Y comenzaron. Morro atacó con todo, golpeando a diestra y siniestra una y otra vez, una y otra vez. El capitán Karacal paraba los golpes prácticamente sin esforzarse. Debajo del pelaje de Morro se veía como transpiraba y como jadeaba.

-¡Alto! -dijo el capitán Karacal-, ¿qué pasa que jadeas? ¿Cuánto hace que no haces ejercicio?

-Dos días, mi capitán.

-¿Y antes?

-Generalmente día por medio, mi capitán.

-¿Y por qué jadeas tanto? Deja el Bō, ahí tienes una escalera de sogas de treinta metros de altura. Vas a subir hasta el techo y vas a bajar otra vez al piso.

-¿Cuántas veces, mi capitán?

-No las voy a contar, nosotros vamos a estar una hora practicando y por supuesto que te veré. Mientras nosotros practicamos una hora tú vas a estar una hora subiendo y bajando. No te voy a permitir que descantes ni que subas o bajes más lentamente regulando el ritmo no. Lo haré primero yo. Este el ritmo. En instantes subió los treinta metros el capitán Karacal y los bajó a la misma velocidad-. Ahora sigues tú, teniente Morro.

-Con todo respeto, mi capitán, no tengo su estado físico.

-Lo sé, haz lo que puedas. Pero te voy a observar, apenas aflojes o hagas un ritmo más lento de mantenimiento, me quedaré contigo una hora más, yo sentado en una silla bebiendo un zumo de frutas y tú seguirás así, no tomarás agua. Para evitar eso mantén tu ritmo y terminada la hora podrás tomar agua, ir a bañarte, asearte y cambiarte de ropa. Empieza ya. ¡Atención los demás!

Me miró a mí:

-Tu nombre.

-Teniente Scarla, mi capitán.

-Bien. A ver cómo te desempeñas tú.

 

A diferencia de Morro no lo ataqué discriminadamente, daba golpes calculados que obviamente Karacal paraba. Pude detener algunos golpes, no me golpeaba fuerte evitaba golpearme en el cuerpo, me golpeaba en las piernas y varias veces caía de rodillas y me tocaba suavemente en la cabeza.

-Dime qué estuve haciendo.

Le respondí:

-Me golpeó en las piernas para debilitarme, para debilitar mi sostén. Y los pequeños golpes en la cabeza fueron una muestra de que en un combate real podía haberme partido el cráneo.

-Muy bien, Scarla, bien. Eso fue exactamente lo que hice. ¿Habéis escuchado todos? -Silencio-, pregunté, ¿habéis escuchado todos?

-Sí mi capitán. -Todos a la vez.

-Bien, no quiero repetir las cosas dos veces, si mañana en otra prueba pregunto ¿habéis escuchado? y lo único que escucho es el silencio, todos van a estar una hora corriendo a toda velocidad por todo el gimnasio, que tiene doscientos metros por cien metros, toda la hora y a toda velocidad. Pero para que no vean que yo los hago trabajar y yo me quedo quieto, yo voy a encabezar la marcha. Pensaréis "¡Qué bueno!, el capitán va a imponer el ritmo". No, esto no va a ser bueno para vosotros porque se van a rezagar, no van a sostener mi ritmo. Y, obviamente, no los voy a obligar, no ahora, pero de aquí a un mes quienes no aprueben mi ritmo les daré tareas peores. -Lo miró a Morro-. ¿Qué pasa ahí?, no bajes la velocidad, no te distraigas mirándonos a nosotros, tú a lo tuyo. ¡Vosotros, sigamos corriendo!, ¡vamos, vamos!

 

Y así una hora estuve segunda atrás de Karacal, a diez metros de distancia.

-Terminado. -Morro también paró-. A ti no te dije nada, tú sigue, te faltan diez minutos. A vosotros, los que habéis corrido conmigo: Bien Scarla, bien Sabina, tercera. ¿No les da vergüenza que dos félidas les ganen a los félidos en carrera? Aclaro una cosa, yo no separo el género, pero sé que por ADN el félido macho es más corpulento y más fuerte que la félida, no puede ser que dos félidas les ganen en carrera, y estoy seguro que Scarla a muchos de vosotros, félidos machos, Scarla los vence con el Bō. Vuelvo a insistir, a mí me es indiferente si gana un félido o una félida. Mirad, ¿quién salió quinta?, una reptiloide. Ningún reptiloide macho le ha podido ganar, y no es porque la félida sea mejor; la félida hizo algo, puso empeño. Ni hablar de los humanos, están dando vergüenza, tremenda vergüenza. Por último, vosotros los cánidos, los quiero ver más enérgicos, conmigo van a tener mucho trabajo, mucho mucho trabajo de entrenamiento, muchísimo. Terminado, a cambiarse. -Lo miró a Morro-. Te quedan cinco minutos, estaré contigo, vamos, vamos. -Cuando Morro terminó lo palmeó-. Mañana descanso, pasado lo harás mejor y al día siguiente mejor. Quiero que mejores tu estado físico, conmigo vas a mejorar también tu autoestima. A bañarse. Vamos, carrera, ¡mar! -Morro corrió y se tropezó-. ¡Alto! -Morro se dio vuelta-. No te has tropezado de torpe, te has tropezado porque no me respetas.

-Mi capitán, por supuesto que lo respeto.

-No, me tienes miedo. Yo, lo que hago, no lo hago para que me tengas miedo, yo soy una persona amigable, te has tropezado por miedo. No tienes que tenerme miedo, lo que tú tomas como mal trato yo lo tomo como entrenamiento severo, para que seas mejor persona. ¿Lo entiendes?

-Sí, mi capitán.

-Perdón no sé si estoy sordo...

-¡Sí, mi capitán! -El capitán Karacal sonrió:

-Vete. No corras, ve caminando.

 

Luego Morro me contó lo que había pasado.

-Karacal me dijo: "Habla más fuerte, que no te escucho".

-Eso lo hizo como broma, el oído de Karacal es el mejor de todo Sargón. Generalmente la raza félida tiene tan buen oído como la raza reptiloide. Los cánidos también tienen muy buen oído, los humanos no tanto.

 

Fuimos a tomar algo, bebimos mucho mucho líquido.

Sabina se sentó al lado mío y me dijo:

-Scarla, este capitán está buenísimo.

-¿Qué dices?

-Es el félido más bello que vi en mi vida.

-Nosotros estamos fuera de su radar.

-¿Por qué? -preguntó Sabina-, ¿no le interesan las félidas?

-Él está pendiente de su entrenamiento y de sus misiones. Seguramente no debe tener problemas en tener amigas félidas, es el félido más bello de todo Sargón.

-¡Aaah! -dijo Sabina, burlándose-, a ti también te gusta, Scarla.

-No voy a ser hipócrita, no lo voy a negar, Karacal es un félido no solamente hermoso, tiene un carácter que nadie se lo va a llevar por delante, los demás félidos lo respetan. Es más, hay félidos de más grados, comandantes... Me contaron un caso de un comandante félido en otro sistema estelar también perteneciente a Sargón que adelante de la tropa quiso jactarse y amonestó al capitán Karacal porque su nave había llegado cuarenta segundos tarde, cuarenta segundos tarde.

Karacal no se amilanó:

-Comandante, primero baje el tono de voz.

El comandante le dijo:

-No me hable así porque lo hago arrestar.

-Cállese la boca -le respondió Karacal-. Si usted supiera de astronáutica sabría que una nave cuando desciende tiene que ver también cómo está la alta atmósfera del planeta y como van manejando la nave los timoneles. Evidentemente usted de astronáutica sabe nada. -La tropa me respetaba muchos más a mí -le había comentado Karacal a un amigo- que al comandante. Por eso dio media vuelta y se marchó.

Sabina me miró:

-Esto que me has comentado de Karacal, ¿es verídico?

-Absolutamente. Luego averigüé por otras fuentes y supe que era cierto. Hasta los comandantes lo respetan, es un félido bravo.

Con doble sentido Sabina me codeó y me dijo al oído:

-Debe ser bravo en todo sentido.

 

Sonreí y no le respondí, no le quise seguir el juego, pero para mis adentros, y esto no lo conté, varias noches he soñado con él.

 

Pero la historia continúa, tuvimos más vivencias con Karacal.

 


 Sesión 14/02/2025
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Ana María.

Había una rebelión en un mundo de la Federación Sargón y fue como segunda del mejor capitán. Este fue retado por el usurpador a combatir cuerpo a cuerpo. Si su capitán perdía quedarían todos como prisioneros. Tenía más dudas por ella que por él.

Sesión en MP3 (4.360 KB)

 

Entidad: Me extrañaba que hacía tres días que no tenía novedades del capitán Karacal, de todos modos aprovechaba los días que no tenía orden cerrado, como se le llamaba a las prácticas de combate y ejercicio para profundizar en mis estudios de astronáutica y antropología.

 

Mi compañera, Sabina, me dice:

-Es importante profundizar el mapa de este sector galáctico, hay un rumor de que en uno de los mundos hay un conflicto.

Le pregunté a mi amiga, a mi compañera:

-¿Estamos hablando de un mundo de la Federación Sargón?

-Aparentemente sí. Son rumores. -En ese momento tanto mi compañera Sabina como yo recibimos un holollamado. Cogimos el móvil, era el capitán Karacal.

-Debéis presentaros en el astropuerto de inmediato.

-A la orden, mi capitán.

 

Cada una en su receptáculo se dio una ducha de vapor, se puso traje de combate y con el armamento adecuado salimos al astropuerto. Había quinientos tripulantes, la mayoría alféreces.

 

-Tenientes -estaba también nuestro amigo Morro-, una misión del alto mando. Tenemos que viajar a Fedelar IV, un mundo félido a treinta y seis años luz de Sargón, donde hay una rebelión.

-Le pregunté:

-Mi capitán, ¿en todo el planeta?

Me respondió:

-Teniente Scarla, es poco lo que sabemos, pero aparentemente la rebelión se transformó en un golpe de estado. El mundo es félido y hay un jefe de comandancia que se apoderó de la casa de gobierno y proclama la independencia de Sargón. Como sabéis, nosotros somos una Federación abierta respetando el libre albedrío y la determinación de los pueblos, pero sabemos de buena fuente, porque tenemos muchos infiltrados, que el pueblo no quiere independizarse de la Federación. Así que iremos en un nuestro tercer mejor navío de Sargón con todo el armamento y con toda la protección, no sólo con ultracarbino sino energética. Bajaremos pocos en una nave pequeña solamente con veinte tripulantes fuertemente armados y protegidos con escudo energético, las armas que tiene Fedelar IV no es tan potente como para perforar escudos energéticos, los escudos personales no son tan poderosos como los de las naves, que pueden resistir hasta cien impactos termonucleares, las llamadas viejas bombas atómicas, pero sí podemos recibir sin que nos haga mella disparos de protones, disparos láser, disparos láser azules, que son cien veces más potentes, y disparos de proyectiles de explosión. A su vez esta protección está tan avanzada que no nos impide respirar la atmósfera de Fedelar IV que es exactamente igual a la de la mayoría de los planetas de la Federación Sargón.

-¿Cuándo marchamos, mi capitán?

-Ahora. Ahora. Teniente Scarla, serás la número uno, mi teniente ayudante al mando.

 

Me sentí, por un lado, sanamente orgullosa de ser la segunda al mando. Nada menos que del félido más famoso de la Federación, el capitán Karacal, héroe de por lo menos doce misiones, todas llevadas a cargo con éxito, esta seguramente era la más difícil.

 

La recomendación del capitán era:

-Estad atentos porque si bien Fedelar IV está a treinta y seis años luz puede haber en su sistema solar distintas naves espías que puedan atacarnos. Obviamente, como dije antes, en los protectores personales no van a hacer mella tampoco en la nave, pero tenemos capa de invisibilidad, no quiero que estén advertidos hasta que lleguemos a entrar en órbita al planeta.

 

Me sentía extraña, tenía dos aspectos distintos en mi personalidad, por un lado esa baja estima que me hacía sentir menos, tal vez por todas las pérdidas que tuve: mis padres, amigos, compañeros. Y por otro lado ese sano orgullo, quizá desmedido.

 

Recuerdo las palabras del capitán Karacal:

-Entiendo que la mayoría de vosotros, tenientes y alféreces, sois reacios a recibir una crítica, lo sé por experiencia, porque en distintos entrenamientos os he criticado luego de haber entrenado, muchos pusieron mala cara y a muchos he llamado a hablar personalmente:

            -Contadme que os pasa.

            -Mi capitán -había dicho en aquel entonces un alférez-, entrené con todo ¿por qué el sermón?

            -Le respondí:

            -Porque puedes dar más. Y debes corregir tu carácter, porque estás hablando con un superior. No quiero ver caras largas ante las amonestaciones, no quiero ver caras reactivas ante los retos porque todo lo que estoy haciendo por vosotros es para vosotros, no para que seáis mejores soldados, no para que seáis mejores rindiendo en las tropas sino principalmente para que seáis mejores personas, mejores félidos. Tened en cuenta que en los entrenamientos también hay humanos, reptiloides y cánidos y no tengo predilección por ninguno, no penséis que por ser félido voy a tener preferencia por mi raza. Al contrario, es a los que más voy a exigir. Esto no significa que las demás razas aflojen. Yo veo todo, yo escucho todo, no se me escapa nada.

 

Hoy, en el tercer navío más importante de la flota recordaba las palabras del capitán Karacal, pero a su vez sentía cierta ansiedad, y muchas veces me había dicho el capitán: "Generalmente la ansiedad se produce por dos razones: Una, por incertidumbre. Dos, por baja estima. Porque si tú, Scarla, estás segura de ti misma no tienes por qué tener ansiedad, lo que va a pasar pasará, dependerá de ti cómo lo confrontes". Recordando esas palabras me sentí bastante mejor.

 

Finalmente llegamos a Fedelar IV con capa de invisibilidad y quedamos en órbita. No nos detectaron porque también teníamos una capa para que no puedan detectar el calor tanto de los cuerpos como de los motores del navío.

Finalmente bajamos veinte tripulantes a la superficie, dentro del palacio gubernamental, que no tuvieron la astucia de cubrirlo con una capa que evite la teletransportación. La nave la dejamos a doscientos metros del palacio y de allí nos teletransportamos.

 

Adentro, en el trono, había un félido enorme, musculoso:

-Sé quiénes sois vosotros. Inclinad, inclinaros todos ante mí, que soy el nuevo jefe de gobierno.

El capitán Karacal respondió:

-Déjate de tonterías y dime tu nombre.

-Mi nombre es, empieza con 'H', Hercat, y no sólo soy el jefe de gobierno sino que antes como comandante e instructor de tropa, y era invencible. Tengo miles de soldados que me apoyan, muchos más de los que seguramente vosotros tenéis en vuestro navío. ¿Cómo pensáis derrocarme?

-Muy sencillo -dijo el capitán Karacal-, primero tenemos armas superiores.

-Estoy blindado.

-No sirve tu blindaje para nuestras armas. ¿Cómo pensáis retener vuestro fraudulento puesto?

Se miraron Karacal con el gigantesco félido, y este dijo:

-Tú eres conocido en la Federación Sargón, pero tus triunfos son menores, si tienes el coraje de sacar tu blindaje, yo sacaré el mío y lucharemos tú contra mí. -Entré en pánico porque si bien Karacal era alto y fornido, éste félido era muchísimo más robusto, sus garras asomaban y de un manotazo podían abrir el cuello de cualquier ser vivo sea félido, reptiloide, humano o cánido-. ¿Qué decís? -Karacal sonrió.

-Le dije:

-Mi capitán, si pierde seremos todos prisioneros. -El capitán me miró serio.

-Scarla, no te estás preocupando ni por mí ni por el triunfo de la Federación, te estás preocupando por ti, y eso no es digno de una teniente de la Federación. ¿Acaso eres cobarde?

-No, simplemente estoy usando el sentido común. Si pierde, mi capitán, todos seremos prisioneros. -Volvió a mirarme sonriendo.

-Entiendo. Y entiendo que muchos pensarán igual que tú pero no lo dicen por miedo a mi persona, a que si yo gano los castigaré, pero tú te has atrevido a comentármelo. Primero, ante todo está la Federación. Segundo, luego está toda la tripulación. Recién tercero: estoy yo. Pero a ese imbécil lo venceré. ¿Tienes dudas?

-Debo ser sincera -exclamé-. Sí, tengo dudas.

-Está bien que las tengas mirando ese enorme físico y esas enormes garras.

-¿Usaréis protectores?

-No.

-Vuestras garras capitán son más pequeñas, debe pesar mucho más el tirano.

-Basta de hablar.

 

Levantó la voz el capitán:

-Aquí estoy, a tu disposición. -El tirano se levantó, apretó un botón, se despojó de su capa protectora, mostró sus garras-. Sin armas y a muerte. Lamentaré matarte, no me gusta quitar vidas.

-¡Ja, ja, ja! ¡Ay, capitán!, de verdad que eres un creído.

-Lo seré. No perdamos más tiempo hablando.

 

El tirano se lanzó con todo atropellando al capitán Karacal, rodando, y con su garra rasgó parte del pecho del capitán, que hizo un gesto de dolor, no lo pudo disimular. Se repuso de inmediato y golpeó con su puño con todas sus fuerzas en el pecho del tirano: El tirano cayó de rodillas dolorido, pero a su vez asombrado.

-Te he golpeado en tu corazón. A partir de este momento tu corazón está muy débil, no preciso mis garras para matarte. -Lanzó un golpe, escondiendo las garras, en la garganta del tirano, desgarrándola, y el tirano cayó sin vida.

El combate no llegó a cinco minutos. Todos sorprendidos vieron la muerte del que había usurpado el trono.

 

Mi capitán se dirigió a la tropa que seguía al tirano:

-¿Qué pensáis hacer, os vais a resistir? De hacerlo seréis todos prisioneros y juzgados por rebelión. Ahora, si admitís que no teníais alternativa más que seguir al tirano seréis todos perdonados. -Todos sacaron su capa de protección y se pusieron de rodillas.

Un capitán dijo:

-Capitán Karacal, quedamos a vuestras órdenes.

-Bien. La primera orden es reponer al jefe de gobierno, sé que el pueblo quiere seguir en la Federación Sargón.

-Nosotros también, capitán.

-Bien. De todos modos, cien de mis tripulantes quedarán totalmente armados con nuestras armas más poderosas y con traje de protección por si quedaran traidores entre vuestras tropas. Denunciar a los verdaderos traidores no es ser delator, es ser leal a la Federación. Quienes sepan que hay traidores entre vuestro ejército y no digáis nada seréis condenados con el mismo rigor que los traidores.

 

En menos de media hora, treinta y cinco traidores que apoyaban al tirano fueron apresados. Cien de la tropa de Sargón quedó como salvaguardia hasta que todo el planeta Fedelar IV esté normalizado.

 

Nos quedamos dos días y regresamos a Sargón. Me sentí con complejos de culpa por haber dudado de Karacal, obviamente en el hospital principal de la ciudad fue atendido de las heridas de su pecho, que con un ungüento especial traído de Sargón en horas, sólo en horas, ya había sanado. Como no hubo golpes internos no hubo ningún órgano comprometido.

 

Karacal estaba como nuevo cuando regresamos a Sargón.

Habló por radio a toda la nave y dijo:

-Sé que muchos habéis dudado, no me voy a enojar por eso. Pero como le dije a la teniente Scarla, ante todo, primero, está la Federación Sargón. Segundo, vosotros, la tropa. Y tercero, yo, el capitán. En estos casos donde debo jugarme la vida. En misiones normales, yo como capitán, soy el más importante del navío y vuestra misión es protegerme a mí para llevar a cabo la misión, sea cual fuere. ¡Scarla, conmigo!

 

Fuimos al salón-comedor, pedimos una bebida caliente y me dijo:

-Mira, eres muy buena, una excelente soldado de tropa. Noto que a veces tienes baja estima, pero has tenido la valentía y el coraje de decirme que dudabas de mí y qué pasaría con vosotros, lo cual es lógico. Si yo no fuera capitán y estuviera a las órdenes de otro capitán que hubiera hecho lo que hice yo, también hubiera dudado, por lo tanto nadie será amonestado, el triunfo de esta misión no es solo mía, es de todos.

-Permítame contradecirlo, capitán -exclamé-. El mérito es únicamente suyo. Es el mejor capitán que he tenido, junto con la capitana Kirana, la humana. Y me siento orgullosa de que sea mi capitán.

-Bueno, basta de hablar, voy a pedir algo de comer. Tómate tu bebida antes que se enfríe, en poco tiempo estaremos en Sargón.

 

Luego fui a mi dormitorio y me quedé pensando. "Mi lucha es conmigo misma, vencer mi bajo estima, comprender más a la gente que me rodea y entender que a veces no hay buenos ni malos, a veces hay gente que es indiferente, y a veces la indiferencia es el peor de los males. Todo eso me lo enseñó el capitán Karacal, y todo eso es lo que tengo que entender.