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Psicoauditación - Ana S. |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
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Sesión del 06/04/2024 Sargón, Saurana Dor Sesión 06/04/2024 Era comandante de la flota del imperio donde vivía, de cientos de sistemas estelares, y era la consejera de la reina. Su misión era defender al imperio de atacantes y conquistar otros mundos para aprovecharse de la riqueza y del trabajo de sus moradores. Conocía otros dos imperios en guerra, miraría cómo podría aprovecharlo.
Entidad: Puedo decir que nunca he tenido inconvenientes, dicen que las personas se adaptan. Pues yo no tuve que adaptarme.
Mi nombre era Saurana Dor comandante estrella que sólo recibía órdenes de la noble reina Meurana, la de mayor linaje en la corte. Mis padres eran de excelente linaje, pero yo había nacido con algo que ellos no tenían: ambición. Y la ambición hizo que me aplicara en los estudios en todo el sistema galáctico dentro de veinte años luz a la redonda.
Estudié historia, me recordaba de cuando nuestro imperio tenía solamente treinta sistemas estelares. La historia dice que éramos expansionistas. Yo no estoy de acuerdo con quienes han escrito esta historia, somos lo que somos, somos un imperio y renacimos de las cenizas.
Aprendí tanto que luego me alisté en la flota. Mandaba a los Kurana o regentes de cada mundo dentro de los trescientos sistemas estelares que teníamos en nuestro imperio. Aprendí muchísimas cosas, pero era inteligente, más inteligente que su majestad Meurana, nunca iba a cometer el error de adularla en demasía pues sabía que la reina era enemiga de los halagos y las críticas, simplemente señalaba sus aciertos y omitía sus errores. ¿Pero cómo? Muy sencillo, esos errores que yo encontraba en su estrategia de nueva expansión, los modificaba haciéndolos ver como tácticas mías: -Mi apreciada reina Meurana, ¿qué os parece si fortificamos los navíos en la parte de armamento, que es la parte más débil cuando asoman y pueden ser perfectamente detectados por supuestas naves enemigas?
Recuerdo que la última vez la reina Meurana se puso de pie, me tomó de los hombros mirándome a los ojos, y me dijo: -Saurana Dor, por algo te nombré mi comandante estrella, tienes total y absoluta autonomía para conquistar mundos que nos sean útiles, mundos agrícolas, mundos mineros, pero por sobretodo preservar a nuestro imperio. Así que escucho tus opiniones. -Las cuales obviamente ya tenía en mente. Y le dije a la reina: -Si bien es cierto que debemos conquistar mundos evitando eliminar a sus habitantes para que sean esclavos en las minas o trabajen en la parte agrícola para nuestro beneficio, que es el beneficio del imperio, mi idea también es eliminar posibles riesgos La reina frunció el ceño y me dijo: -Explícate, por favor, Saurana. -Por supuesto, mi reina. Hay mundos que deben ser destruidos directamente, por la sencilla razón de que pueden ser futuros riesgos para nuestros trescientos sistemas estelares que en este momento conforman nuestro imperio. Tenemos diez veces la cantidad de sistemas estelares que teníamos milenios atrás. Me siento agradecida a esa esencia creadora del universo por haberme hecho nacer en esta época tan gloriosa. -La reina me abrazó. -Tu forma de pensar es mi forma de pensar y si bien yo nací veinte años antes que tú, de este mundo, considero que nadie acuerda conmigo como acuerdas tú. Además he visto que muchos de la corte real miran con ambición mi reinado. Tú, mi querida Saurana, no lo haces, pero sí tienes ambición, pero ambición que a mí también me conviene, que se llama conquista. -Mi reina -le respondí-, a mí no me interesa un cargo que es el más elevado del imperio, me interesa este tipo de aventura donde, como tú me has dicho, tengo libertad total de elección, y mi idea me dice acabar con los riesgos. En este momento tenemos mundos en guerra que directamente desconocen nuestro imperio o bien se han olvidado del mismo. Mi idea es salir con seiscientos navíos de última generación y con el mejor armamento. Mi idea es atacar al imperio que tenemos más cercano. No atacaré su sistema principal, pero voy a atacar un mundo clave, un mundo de la periferia donde tienen los mejores observatorios para evitar que nos perciban, si bien, mi reina, tenemos capas de invisibilidad y también invisibilidad infrarroja y ultravioleta e incluso los técnicos de los holoordenadores designados por mí han creado un método para que ni siquiera nuestras armas sean detectadas cuando se desplieguen. -Me siento orgullosa -dijo la reina-, de tener a alguien tan brillante bajo mis órdenes. Y lo digo abiertamente porque sé que tú no eres presa de los halagos, sabes muy bien quién eres. Por eso, Saurana, mañana mismo al amanecer ya puedes partir. -He dado las órdenes, mi reina, que de los seis sistemas estelares salgan cien cruceros de cada uno, así que saldrán seiscientos cruceros. El mío será el crucero insignia y el que iniciará el ataque contra ese mundo.
Al día siguiente partimos, yo en el crucero principal con los máximos adelantos. Y me podía comunicar por ultravisor lumínico con todos los demás cruceros, incluso con la base donde estaba la noble reina. Fue una travesía en absoluto silencio hasta que por fin mi nave y otras más llegamos al sistema periférico de ese imperio. El mundo estaba protegido por capa energética, los rodeamos con veinte naves en los trescientos sesenta grados y apuntamos rayos indetectables de una gama azul de multivibración perforando con microagujeros la capa protectora en por lo menos doscientos lugares. Y milimétricamente, con los ordenadores, se lanzaron misiles nucleares pequeños, pero uno para cada brecha. No me remordió la conciencia destruir ese mundo con todos sus habitantes, morirían casi instantáneamente con toda la fauna y flora de dicho mundo. Cada misil entró milimétricamente por cada brecha que dejaba el ultrarayo de distintas vibraciones azules. Hubo explosiones nucleares en todas las partes del planeta. Y nos alejamos, no por nada, porque nuestra capa triple protectora era inmune a la mayor explosión nuclear, simplemente para ver el panorama a distancia. El mundo no colapsó y tampoco estalló debido a su gravedad, pero emitió una luz que seguramente se podía percibir hasta a semanas luz de distancia. Mi ingenio había logrado eliminar el mundo periférico donde estaban los mayores observatorios de ese imperio que no podría competir con el nuestro. Hay comandantes que se ceban como se pueden cebar con una comida, que quieren más y más; no, yo era prudente.
Nos alejamos a un par de meses luz de dicho mundo evitando atacar otros mundos. Crearíamos interrogantes. Acordaros que ese imperio estaba en guerra con otras dos razas. Y no tengo ninguna duda que ese imperio haría responsable a los mundos con los que estaba en guerra. Y eso nos daba la ventaja de seguir exterminando mundos, ya no solamente de ese imperio sino de los otros sistemas enemigos, seríamos el imperio más poderoso de este cuadrante de la galaxia. Y mi nombre Saurana Dor, pasaría a la historia como la más grande estratega de todo nuestro imperio.
Obviamente, jamás me atrevería a eclipsar a la reina. Transmití a todos nuestros sistemas que la estrategia de la reina había dado resultado, ella se llevaba la gloria y yo me llevaba mi parte, pero evitaba todo tipo de conflictos y celos. No solamente era inteligente, la inteligencia para que sea útil tiene que ser aplicada. Y ese era mi caso. Y así seguiría, y así seguiría la conquista.
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