Sesión del 28/09/2015
Sesión del 21/02/2016
Sesión 28/09/2015
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Andrés H.
Hacia los 1500, las matanzas en masa que los españoles hicieron en lo que hoy es Puerto Rico se llevaron a sus padres y a su amada. Pasó su corta vida escapando de ser muerto o esclavo. Quedó con muchos condicionamientos.
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Entidad: Nací de familia taína. Hasta que cuando llegaron los españoles a nuestra isla la nombraron San Juan Bautista, la que hoy se conoce como Puerto Rico.
Nuestros nativos se rebelaron contra los españoles. Hubo una tremenda matanza, murió mucha de mi gente, muchísima, demasiada. Prácticamente destruyeron nuestras aldeas, nuestro lugar, nuestro mundo. Nos persiguieron, mataron no solamente a los que ellos consideraban rebeldes. Prácticamente quedamos muy pocos.
Sé que muchos están acostumbrados a vivir las guerras, a la muerte pero que maten el cincuenta por ciento de la población, más del cincuenta por ciento... Éramos más de cincuenta y cinco mil taínos y habrán quedado cerca de veinticinco mil y Borikén nuestra isla, llamada luego Puerto Rico, regó su suelo con nuestra sangre.
Prácticamente padre, de madre, murió en una semana de diferencia. Casi a los dieciocho años quedé huérfano, sin familia. Mi nombre era Agüeira porque quien era el cacique era primo segundo de mi padre. El cacique se llamaba Agüeibana.
A muchos de nosotros nos persiguieron. Yo residía en lo que hoy se conoce como Aguadilla y prácticamente me escapé del lugar. Hay municipios como Manatí, que está en la parte norte de la isla, conserva el nombre pero la mayoría han sido renombrados y así los voy a mencionar para que sepáis lo que fue mi huída. De Aguadilla para Isabela, bajé para San Sebastián, Las Marías, Maricao, Yauco. Llegué a las aguas del Mar Caribe y bordeando la costa: Guayanilla, Peñuelas, Ponce, Juana Díaz, Santa Isabel, Salina, Guayama, Arroyo, Patillas hasta llegar a Celba, con C, prácticamente en el lado opuesto de Aguadilla.
Como prácticamente se habían quedado con poca gente para esclavizar, trajeron esclavos de África para trabajar para ellos. Habíamos perdido nuestra independencia, nuestro disfrute. Vosotros decís que "El que gana es el que escribe la historia"... Deberíais escuchar la historia del que pierde. Una historia dolorosa que en mi caso me ha causado infinidad de engramas, como a muchos, el no tener un lugar de pertenencia, el acostumbrarme a un nuevo lugar, el intentar de hacerme amigo de gente desconocida, el tener bajo perfil, el tratar de no hacer enojar a los españoles, el hacer las tareas de campo, el ayudar en los barcos. Por la fuerza me tuve que desempeñar en todas las tareas, tareas de campo, tareas de pesca, tareas de carga. Lo hacía todo sin quejarme por una comida y dormíamos en un granero cerca de diez personas.
Conocí a una joven, Mirina. Nos enamoramos, planificábamos estar juntos. A los pocos meses varios españoles la violaron y luego le quitaron la vida porque sí, porque no valía nada para ellos.
Me quitaron a mis padres, saquearon mi aldea, me hicieron huir... Ahora violaron y mataron a mi amor. A uno de ellos, Juan Gutiérrez, lo degollé.
¿Como thetán? Sí, bajé de nivel, porque no creo justo lo del karma, ni lo de los niveles, ni lo de poner la otra mejilla, no, no lo creo justo y es muy fácil hablar de afuera. Sí, los taínos eran salvajes... ¿Qué es ser salvaje? ¿No saber ni leer ni escribir o llegar, matar, esclavizar, no respetar las costumbres en nombre de la cristiandad? Decidme vosotros qué es ser salvaje.
Por supuesto que me persiguieron, fui por el medio de la isla: Naguabo, Las Piedras, Juncos, Gurabo, Caguas, Aguas Buenas, hasta llegar a Jayuya en el centro de la isla. Me dejé crecer la barba, para no parecer un vagabundo me la recortaba con el filo de una roca.
A pesar de la expectativa de vida, que era poca, fue poco lo que viví. A mis veintinueve años me cogió una tremenda fiebre que en seis días acabó conmigo y desencarné. Cogí muchos engramas en lo que hoy se conoce como Puerto Rico, engramas de desamparo, de soledad, de injusticia y claro que me condicionó. No tolero la injusticia, la hipocresía, la mentira, me afecta en mi desenvolvimiento. A veces es como que dudo e inconscientemente, muy inconscientemente, busco la aprobación de los demás y a veces hay engramas que por fuera no quiero reconocer, como quien oculta la basura debajo de la alfombra fingiendo que abajo no hay nada, que está todo limpio y los engramas van comiéndote por dentro, minando tus fuerzas, tus energías, tu credibilidad, todo.
Aún no me siento más aliviado de haber repasado esa vivencia a pesar de que los Maestros de Luz dicen que uno descarga. Como dice esa palabra nueva "catarsis", uno hace catarsis. En cada vida tenemos aprendizajes. Estos Maestros de Luz, dicen los Maestros que uno aprende más con el dolor que con la felicidad, seguramente es cierto. Cuando uno es feliz se deja estar, no registra el momento. El dolor te deja marcado a fuego en tu espíritu, en tu memoria, la memoria que en la parte espiritual no se borra nunca. Y esos engramas que en cada encarnación se marcan en tu ADN, algo que los científicos algún día aceptaran, entenderán e interpretarán el por qué a veces dos hermanos gemelos, misma crianza, mismas oportunidades, uno cuando crece es bondadoso, se da; el otro es mezquino, huidizo, traidor. Que lo explique aquel que no cree que los engramas marcan, condicionan.
Como thetán soy fuerte, fuerte en el sentido de que tengo voluntad y mi condicionamiento no va alterar mi bondad, mis ganas de crecer parar poder brindarme. Pero como dijo el gran Maestro Johnakan, para esto uno necesita estar de pie, si no, no podemos tender una mano a nadie.
Me siento bastante... más "liviano", si se entiende el concepto. Me siento calmo de cuando empecé a relatar la vivencia. Y esto le va a afectar favorablemente a mí parte encarnada, a mi 10%, Andrés.
Gracias.
Sesión 21/02/2016
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Andrés H.
La entidad relata una anécdota en Umbro en la que se encontró sin saber quién era pero también encontró que pudo ayudar a un pueblo librándolo de un reguero de muertes...
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Entidad: Normalmente tú te despiertas cada día, puedes recordar un sueño o puedes recordar vivencias de tu día anterior o de varios amaneceres atrás. Lo único que recuerdo es que amanecí en un establo abandonado, en una casona vieja deshabitada. Lo primero que sentí fue hambre y sed. Había un arroyo cercano y sacié mi sed pero no recordaba nada, sé que sabía leer y escribir, sé que mi nombre era Major. Miré mis ropas, no vestía harapos, tenía unas botas de cuero, una espada pesada bien templada, ropa casi nueva. Mi barba no era muy espesa y estaba bien recortada. Sería un guerrero pero algo había pasado que no tenía memoria, mis recuerdos estaban borrados.
Revisé la casona, el corral para ver si había rastros de mi identidad, nada. ¿Cómo había ido a parar ahí? Tampoco lo sabía. Y a veces sucede que aún acordándote de todas las vivencias de tu vida presente sientes como que algo escapa a tu memoria, como que hay anhelos que han quedado pendientes y ignoras de qué se trata, y eso te causa angustia.
Me sorprendió que en la parte de atrás de la casona había un hoyuman de color marrón oscuro, al costado contra un madero estaba el recado, las monturas. Lo ensillé, no se resistió, quizás era mi cabalgadura. Monté al hoyuman y fui hacía un camino. Revisé mi alforja, mis bolsillos, tenía metales plateados, dorados, cobreados. Sabía el valor de cada uno, sabía un metal dorado valía como diez piezas plateadas y que un metal plateado como diez piezas cobreadas. Pero en mis alforjas, aparte de cierta ropa de recambio no había más nada.
Llegué a una posada y pedí un guisado y una bebida espumante, sabía expresarme correctamente. Unos lugareños estaban hablando del gran asesinato del matrimonio de granjeros y sus tres hijos, de hace dos noches. Algunos me miraron intrigados preguntándose quién sería yo. El tabernero me preguntó si andaba de paso.
-Sí -le inventé-, vengo de otro poblado donde tenía parientes pero ahora marcho rumbo al norte.
No iba a confesar que no tenía memoria. Los lugareños seguían mirando mis ropas, mi espada, supongo que no me asociarían con la muerte de esta pobre gente a los que les habían robado bastantes metales. No quise marchar, alquilé un cuarto en la posada y me quedé allí dormido. Tuve una pesadilla, como que luchaba contra alguien. Me sentía mareado, sentía como un malestar en todo el cuerpo, mis ojos veían luces. Un sueño muy extraño. Dormí parte de la tarde y casi toda la noche.
Al día siguiente me levante y estaba bañado en sudor. Por primera vez me fijo en mis botas y había barro en ellas. Cuando bajo de mi habitación se había corrido el rumor de que habían asaltado a un comerciante robándole metales dorados. El hombre, agonizando, dijo que un guerrero con una descripción similar a la mía lo había atacado. Revisé mi espada y estaba limpia, aunque eso no significara nada.
La gente del poblado miró mis botas, vieron que tenía barro en ellas. Mi descripción era similar a la que había dado el muerto. Para no meterme en problemas pensé en marcharme del poblado pero por otro lado no quería irme hasta no saber la verdad, qué había pasado conmigo, por qué no recordaba nada y qué había pasado ahora, si yo esta vez, otra vez, había salido por la noche y había asaltado al comerciante y había vuelto a acostarme. No, no me parecía coherente.
Había dejado el hoyuman en la cuadra dándole unas monedas de cobre al encargado. Fui caminando adentrándome en un bosque para pensar, para sacarme de encima esa presión que tenía en la cabeza, esa tremenda presión.
Sentí un ruido detrás mío, un hombre un poco más alto que yo, de cabello negro con una gran espada. Está detrás mío, me doy vuelta, por reflejo automático saco mi espada, freno su ataque. Me doy cuenta de que se luchar muy bien pero no sé por qué no recuerdo nada.
Mientras el hombre pelea conmigo masculla:
-Te mataré y te llevaré al poblado, diré que tú eres el asesino, así nadie sospechará de mí.
No tuvo tiempo de decir más nada, mi espada se clavó en su pecho. Varias líneas atrás tenía su hoyuman, cargué el cadáver y volví al poblado. La gente se reunió para ver que venía con mi hoyuman. No, no era mi hoyuman, mi hoyuman estaba en el corral.
-Tiene el hoyuman del muerto.
La gente ya murmuraba. Bajé de la cabalgadura y les expliqué a todos:
-Tenéis razón, no es mi hoyuman. -Quería pensar qué había pasado, jamás iba a comentar mi pérdida de memoria.
-Quizá como no me conocéis, algunos habréis sospechado de mí sobre la muerte de los granjeros y del comerciante. Este hombre que está aquí muerto me atacó por el camino, dijo que me iba a matar y les iba a decir a ustedes que yo era el asesino, cubriéndose él de sospechas. No revisé sus ropas.
Tiraron de cualquier manera su cadáver en el suelo en medio de la calle. Entre tres o cuatro revisaron sus ropas.
-¡Mirad! -gritaron.
En ellas había un montón de monedas doradas, en la alforja el hombre llevaba ropa que no le pertenecía, que la relacionaron con los granjeros muertos.
Me agradecieron el haber atrapado al asesino. Los granjeros no habían dejado familia, el comerciante sí. Como compensación le dejaron a la familia del comerciante las tierras de los granjeros y el hoyuman.
Yo me sentí tranquilo de saber que no era el asesino. Era simplemente Major, el errante que perdió la memoria y debería encontrar el por qué, porque todo tiene una razón. Todo tiene una razón.
Gracias por escucharme.
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