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Psicoauditación - Angel B. |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
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Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Angel B. En Gaela, la Orden del Rombo seguía retirando gente. Él tenía ideas avanzadas que la religión imperante proscribía. Cuando se fijaron en él tuvo que cambiar de identidad y desaparecer.
Entidad: He encarnado en mundos donde imperaba la lógica y me sentía, como decís vosotros en Sol III, como pez en el agua. Pero también he encarnado en mundos en donde la religión, las creencias eran una fábrica de fanáticos, de fundamentalistas.
Encarné en Gaela en el siglo XIX, en este bello país llamado Saeta, debajo de Amarís. Hacía mil novecientos años que había desencarnado Axxón, al que la gente de Amarís llamaba el Mesías, lo habían matado clavándolo en un madero en forma de rombo. Sus seguidores crearon la Orden del Rombo llamada también Orden de Amarís porque fue allí donde se creó una religión perversa, inquisidora que perseguía a todo aquel que no creyera en ella.
Yo era científico, diseñaba planos con máquinas voladoras, lo cual para los religiosos era una herejía, decían que nada más pesado que el aire podía volar. Yo afirmaba que no era así, y estaba solo. Mi nombre era Fencer Ardin, tenía treinta años y tenía un elevadísimo conocimiento y una muy gran intuición. Creía que en el universo había algo más, una esencia no visible que nos había creado a todos, me sentía espiritualista pero no religioso y esa es la diferencia. Estudié mucho la historia. Durante mil novecientos años la Orden de Amarís ejecutó a todos aquellos y aquellas que no creyeran en esa Orden. Es más, la Orden era más importante que el propio Axxón a quien ellos mismos consideraban un Mesías, hijo de la Esencia Absoluta. Mi manera de pensar era otra, Axxón fue un ser excepcional que trajo mensajes de paz, de amor, pero todos éramos hijos de esa Esencia Divina.
Tuve amigos que no me hablaron más, una pareja que después de cinco años de convivencia -de los veinticuatro años míos hasta los veintinueve- se alejó de mí para no comprometerse. En este caso fue algo bueno no haber tenido hijos porque no valía el sufrir por una mujer que no se jugaba por el hombre amado. Mi propia familia no me tenía en cuenta, eran ultra religiosos, cooperaban económicamente con la Orden de Amarís. Viajaban cada mes hasta Amarís, el tren rápido en ocho horas los dejaba en la capital. ¡Tren rápido! Un tren rápido que viajaba a sesenta y cinco kilómetros por hora. Pero para esa época, siglo XIX, para aclarar un poco el panorama les voy a comentar que Gaela era un mundo gemelo, podríamos decir, de lo que hoy es Sol III, esto que relato pasó hace cien mil años atrás y Gaela está exactamente del otro lado de la galaxia a cien mil años luz, esto significa que si con un supuesto telescopio pudiéramos ver desde la Tierra a Gaela, veríamos las escenas como fueron hace cien mil años. Saeta, donde yo vivía, era similar a lo que hoy es la península Ibérica, y Amarís a lo que hoy es Francia.
Pero había una diferencia, el cristiano de Sol III, si bien en la Europa de la Tierra existió la Inquisición, en Gaela la inquisición del Rombo existía en todo el planeta, y a pesar de que en el siglo XIX ya había ferrocarriles, ya se están fabricando los primeros automóviles la mente fanática fundamentalista de esa gente seguía siendo tan obtusa como hace mil novecientos años atrás. Creo en la teoría de la reencarnación y estoy convencido que si Axxón reencarnara no estaría de acuerdo con la Orden de Amarís, que fue hecha con la excusa de su nombre para someter religiosamente a toda la población.
Tuve que fingir con mi familia ocultando los planos de supuestos inventos pero mi propia familia, mis padres, mis tíos, hasta un hermano cuatro años mayor que yo dijeron que en mi altillo, en mi desván tenía cosas prohibidas, hasta que vino la Orden de Amarís y requisó todo, encontrando pruebas de que yo era un traidor de la Orden. Vieron los planos de supuestas máquinas voladoras y de otros artefactos que para ellos eran obra del error y que yo era un demonio hecho persona y que debían matarme. Pero yo me encontraba en la biblioteca y uno de los pocos amigos que tenía, Ferenc de Magar, me dijo: -Fencer, no vayas a tu casa, está la inquisición. Vi a tu madre y a un tío tuyo -Señalándolos. Y sí, siempre llevaba conmigo unos largavistas, miré a lo lejos y vi un carro tirado por dos caballos y varios hombres de la fuerza de seguridad y varios hombres con mantos blancos con el rombo adelante en color rojo. Ferenc tenía un amigo que falsificaba papeles, me dio otro nombre y me marché en un barco para el nuevo continente.
Me sentí discriminado, traicionado por mis propios seres queridos, pudo más el fanatismo que el amor. Me vendieron, me vendieron. Pero yo tenía un espíritu elevado, no tenía rencor, mi dolor era por ellos, me daban compasión no lástima, compasión porque no iban a cambiar, eran estrechos de mente y no hubieran comprendido a alguien que estaba más avanzado que ellos, pero lo digo sin soberbia. Llegué a una nueva tierra con la personalidad cambiada, conseguí un trabajo en una imprenta y me abstuve de comentar que podía haber máquinas voladoras.
Diez años más tarde -diez años más tarde, a mis cuarenta años-, en el país del norte del nuevo continente, ya llegando el nuevo siglo experimentaron con el primer avión. Me hubiera gustado ver la cara de mi familia, allá en Saeta, restregarles por el rostro, "¿Vieron que no era obra del demonio?, esto se llama ciencia". Pero me quedó el engrama, un muy fuerte engrama de ser siempre perseguido a pesar de que tenía un nombre nuevo, una personalidad nueva y era muy querido y muy aceptado en la imprenta. Me costaba formar pareja porque, a ver, sospechaba de todo y de todos, no sabía quién pertenecía a la Orden. Si de repente me abría demasiado y en una reunión confesaba mis gustos de que no era religioso, de que era científico tenía miedo de que me volvieran a traicionar y a vender. Entonces es como que en el trabajo me sentía cómodo, eran todos muy amables, hasta el jefe era muy amable. Mi nombre nuevo era Saldías. Fencer Ardin había desaparecido en alguna montaña de Saeta. Y este nuevo Saldías era una persona de cuarenta años, amable, simpática pero con tremendos engramas interiores que lo condicionaban.
Pasaron cien mil años de Gaela. Sol III, el que llamáis Tierra también tiene religiones fundamentalistas y también se mata por religión, por falsa creencias en el nombre de Dios. Y en la Tierra tampoco puedes decir nada ni denunciar porque siempre hay algún servil que busca sacar ventaja y te señala. Entonces el secreto es adoptar un perfil bajo, no decir nada, saber que tu espíritu está en la Luz, saber que tratas de hacer lo mejor por ti y por los demás. Quizá no tenga tu voz mucho eco pero sabes que los grandes Maestros te tienen en cuenta. Y eso para mí es un... un premio, no digo un halago porque ser presa del halago es ser presa del ego, lo entiendo perfectamente, pero que un Maestro te tenga en cuenta es señal de que tú estás en el buen camino, aún adoptando un perfil bajo, aunque tu familia, ya sea en Sol III o en Gaela, no estén de acuerdo en tu forma de pensar, pero tú eres tú y te espera la Luz. Pero mientras tanto aquí en el plano físico hay mucho y bueno por hacer. Y eso es lo importante. Con perfil bajo, sin llamar la atención, pero hay mucho por hacer. Gracias por escucharme.
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