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Psicoauditación - Brenda D. |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
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Sesión 24/03/2018 Aldebarán IV, Ciruela Sesión 30/04/2018 Aldebarán IV, Ciruela Sesión 04/09/2018 Aldebarán IV, Ciruela Sesión 24/09/2018 Aldebarán IV, Ciruela Sesión 28/01/2022 Aldebarán IV, Ciruela Sesión 04/12/2023 Sargón, Alférez Ness Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Brenda D. De pequeña mataron a su familia y quedó con los asaltantes, como esclava. Al poco tiempo intentó escapar pero la mataron.
Entidad: La vida es azar, no es cierto que está todo calculado porque dependemos de factores externos que de alguna manera nos condicionan amanecer tras amanecer.
De pequeña me crié con padre y madre. Éramos nosotros tres, vivíamos en un altiplano a tres mil líneas de altura. Era feliz, jugaba con los animales... Madre me decía: -Ciruela ya es hora que vengas a comer. -Hacía distintos preparados con vegetales.
Y sí, fui bastante feliz. Y era como bastante despierta de pequeña. Recuerdo que le pregunté a padre: -¿Y mis abuelos, tus padres y los padres de mamá? -Y no me respondían. Tenía cinco de vuestros años. Ya cuando cumplí ocho insistí con el tema y me dijeron: -Prácticamente nos escapamos aquí al altiplano porque mataron a toda nuestra gente. -¿Cómo? ¿Por qué? -pregunté. -Porque nos veían distintos, porque nos tendrían miedo. -Pero miedo ¿de qué?, ¡somos normales! -La conversación quedaba ahí.
Papá trabajaba en el campo, a pesar de estar a tanta altura del nivel del mar había bastante vegetación y animales. No tenía amigas, mis amigos eran los animales de la comarca. Hasta que una mañana relinchaban los hoyumans en el corral. Recuerdo que padre la miró a madre. -Quédate aquí Ciruela -me pidieron. Me fijé y venían subiendo una docena de jinetes fuertemente armados con espadas, con lanzas. Y al costado los arqueros.
Recuerdo que cargaron sus flechas en el arco, las flechas salieron disparadas atravesando el cuello de padre y de madre. ¿Cómo puedo describir mi sentir, mi pensar? Me quedé como paralizada, no me abalancé a los cuerpos de padre y madre, me quedé petrificada pero no, no, no de miedo sino de estupor porque no entendía nada. Escuchaba que uno de ellos decía: -¿Qué hacemos con la niña? -Llevémosla. -Uno de ellos tenía una onda y me disparó una pequeña piedra que me golpeó en la frente y me desvaneció. Cuando recobré el reconocimiento me toqué y vi que estaba vendada. -¡Se despertó! -Vi que me tomaron de la manos -con mi percepción, obviamente porque tenía una venda-, y me las ataron a la espalda. También tenía las piernas atadas. Uno de ellos me tocó el hombro dos veces. -¿Te vas a quedar tranquila? -Asentí dos veces con la cabeza-. ¿Te podemos desatar? -Asentí dos veces de nuevo. Me desataron. Iba a sacarme la venda y me tomaron de la mano- ¿Qué hacemos, que se saque la venda? Dijo que se iba a portar bien, que se iba a quedar tranquila. Me sacaron la venda. Miré el lugar, una enorme carpa. Estaban los hombres, los doce, comiendo con sus manos una especie de guisado. -¿Tienes hambre? -negué dos veces con la cabeza-. Tienes que comer algo. -¿Por qué mataron a mis padres? -pregunté. -Porque eran peligrosos, ellos eran los sobrevivientes que habían quedado del valle. -¿Ustedes fueron los que mataron a mi familia y al resto? -No -dijo el hombre que aparentemente mandaba-, pero fue nuestra gente, el grupo era peligroso. -¡Pero si padre y madre eran normales! ¡Por qué, si yo no hice nada, sólo soy una niña!
Lloré largamente. Me ofrecieron un vaso con un líquido, lo probé, era como amargo pero a su vez dulce, algún zumo de alguna planta, y me di cuenta de que tenía sed y que tenía hambre. Probé un poco del guisado, me parecía repugnante, acostumbrada a los vegetales que me preparaba madre. Los miré fijo, con odio. El que mandaba habló con el otro: -¡Véndala inmediatamente! -Me volvieron a vendar. -¿Por qué me vendan otra vez, por qué?, no estoy haciendo nada, no hago nada. -El segundo le dijo al que mandaba. -¿Para qué la trajimos? -Nos va a ser útil, va a ayudar con las tareas. -¡Es una niña! -Ya crecerá. -Piensas que el día de mañana puede formar pareja con... -No -dijo el que mandaba, terminantemente-, para nada, la niña no puede tener descendencia, es peligrosa.
Yo era normal, no sé porque me decían que era peligrosa, era normal, era normal. Y pasaron los amaneceres. Llegamos a un poblado, había perdido el sentido de la orientación porque estuvimos dos amaneceres viajando. En el poblado había niños pero tenían prohibido acercarse a mí. Aprendí a hacer tareas, a recolectar hojas, a ordeñar, a plantar árboles pero rara vez me dejaban ir sola, siempre iba con un guerrero armado. Yo miraba a los niños y los niños bajaban la vista.
Y pasó el tiempo, cumplí catorce de vuestros años. Y nunca me acostumbré a vivir con esta gente, nunca les perdoné lo que pasó. Pero urdí una estrategia, no de hacerme la simpática pero sí de hacerme la obediente, la sumisa, la que ni recordaba cómo eran mis padres, como que ellos fueran mi familia, entonces es como que aflojaran la tensión, la tensión que había en el ambiente. Algunos jóvenes que cuando llegué eran niños se acercaban y me conversaban pero después veía que sus padres, su familia los retaban, o sea que no salía de mi entorno.
Me fijé que seis de los doce guerreros originales que mataron a mis padres tenían familia, pero yo estaba en una especie de fortificación cerrada y de noche me ponían como una especie de tranca para que no pudiera salir. ¡Ah! Me había ganado su confianza a medias pero nunca tenían la confianza del todo y no sabía por qué. No sabía porque habían matado a mi gente, mis originales del valle, no sabía por qué habían matado a mis padres. Yo no me veía distinta, no me veía distinta para nada, para nada.
Hasta que una tarde dos de los que eran niños cuando yo fui secuestrada allí, a ese poblado, ya eran muchachos grandes, que tendrían diecisiete o dieciocho de vuestros años -yo casi quince-, se empezaron a burlar de mí. Primero, primero mi intención era romper en llanto y dije "¿Por qué, por qué son tan injustos?". Y sentí como una especie de calor en mi cuerpo, un calor que nunca había sentido, algo que me quemaba mis entrañas. Sentía las manos que me ardían, me ardían y mis ojos me molestaban, como que me quemaban, y mi mente era un torbellino de bronca, de furia, de ira por la burla. Y miré al mayor y pegó un alarido, un grito que se escuchó en todo el poblado y vi que parte de su piel se ampollaba. Y el antiguo jefe gritó de atrás mío: -Les dije que no la dejen sola. -Sentí un golpe en la nuca, seguramente me lanzaron una piedra con una onda y otra vez estuve inconsciente. Me desperté al poco tiempo y escuché que discutían. -Les dije que era peligrosa. -La culpa es tuya, que las has traído. La hubieras matado junto a sus padres. Por algo los exterminamos a todos.
Estaba confusa pero estaba impresionada. Había visto al joven que tenía todo el brazo ampollado como de quemaduras. Esa noche no me dieron de comer ni al día siguiente tampoco ni al tercer día. Estaba demacrada, débil. Había hecho mis necesidades en mi propia ropa. Entraron los guerreros, me sacaron la venda, me desataron. Les dije: -Por favor, hay un arroyo, déjenme que vaya a higienizarme, por favor.
No me tomaron de la mano, me hicieron andar y cuatro de los guerreros atrás mío armados, listos, prestos. ¿Prestos para qué? Me sumergí en el arroyo con ropa, me higienicé con la ropa puesta y bebí toda el agua que podía, mis labios estaban resecos de la sed. ¡Ah, qué armonía, que lindo el agua, que maravilla! Uno de ellos me tomó de los cabellos. -Ya basta.
¿Cómo es que de repente tuve tanta ira? La ira que había sentido con aquel joven, ahora me venía más rápidamente. Le lancé una mirada al guerrero: se tomó la cara llena de ampollas y sus ojos es como que se derretían. Los otros tres me golpearon, uno de ellos me clavó la espada. ¡Ahhh! Me golpearon, me golpearon, me golpearon. Estaba casi sin sentido y sentía punta pies, golpes en la cabeza, golpes en el cuerpo, seguramente alguna costilla fracturada.
Me desperté, estaba rodeada de unas aves carroñeras de más de media línea de altura y tenía en los brazos como carne arrancada por los picos de esas aves. Presumí que me habían dado por muerta y me dejaron tirada a merced de las aves carroñeras. Escuché unos pasos, afiné el oído: hoyumans, ruedas de una carreta. Y perdí el conocimiento. Cuando volví a despertarme apenas podía moverme, tendría heridas internas, golpes. Me costaba hablar. No sé quién de ellos me preguntó: -¿Cómo te llamas? -Ciruela -le dije. Y perdí el conocimiento de vuelta. Y me sirvió para descansar, para descansar.
Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Brenda D. Tenía visiones que no podía controlar. Eran acerca de peleas internas en castillos. Pero ahora estaba entre amigos.
Entidad: Abrí los ojos y había una... una pequeña luz, una vela casi gastada. Sentía como miedo. Se abrió la puerta y... -¡Ah! Marya. -¿Cómo estás pequeña? -me dijo. -Bien, con hambre ¿Quién es? -El príncipe Gualterio. -Hola. -Me saludó con una inclinación de cabeza, no estaba acostumbrada que fueran todos tan correctos. -¿Quieres comer algo? -Sí, pero me levanto. Bajo con ustedes. -Marya, ¿y el rey? -En sus aposentos -me dijo–. Ven, Ciruela, baja. -Me puse las sandalias y bajé. -¿Quieres comer en el salón? -No, no, no, en la cocina. -Nos sentamos en una mesa el príncipe Gualterio, la dama Marya y yo. -Bueno, tienes dos comidas: ésta que es especial, pescado cortado en trozos, frío, con algunos vegetales... -No, Marya, ¿qué comen los demás? -No, los demás comen de ahí. -Me levanté y me miré, una olla gigantesca con guisado-. ¿Está caliente? -Sí, quema. -Yo quiero eso, me como dos platos... Esto no, esto no... -¿No te gusta, Ciruela? -Sí, pero no, yo quiero eso, quiero guisado. Bebida espumante no. No, bebida espumante no. -Tenemos una especie de zumo de frutas. -Eso sí, de frutas de lo que sea.
Comí con una voracidad tremenda, comí con tanta voracidad dos platos. Me agarró como una especie de sueño. Digo: -¡No puede ser, pero si me levanté hace un rato! -Me pasaban visiones, tenía como visiones. -Cuéntanos, ¿qué te pasa? -¡No me van a creer! -¡Sí te vamos a creer! -me dijo el príncipe. -Bueno, corran las sillas, pónganse enfrente mío. Veo... veo pelea... -¿Batallas? -No, no veo batallas, veo pelea. Hay mucha gente, veo como un patio grande, veo gente grande que toma a los niños del cabello y los tira, y se están peleando por frutos que hay en el piso, como que están pasando hambre, están pasando mucho hambre. -¿Ciruela? -¿Qué, Marya? -¿Puedes ubicar adonde ocurre eso? ¿Es algo que pasó? ¿Es algo que está pasando? ¿Es algo que va a pasar? -No, no, no, es algo que está pasando ahora, y no en un solo lugar, en dos, en tres, en cuatro lugares... -¿Son como patios feudales, Ciruela? -Sí, pero no se ve feria, se ven cosas rotas y gente que anda por las calles buscando de comer. -¿Ciruela? -Sí, Marya. -Puede ser alguno de los castillos que estén en guerra y que al estar en guerra... ¿Sabes que la gente de aquí, la mitad se ha ido porque hay un tal Andahazi que dicen que quiere apoderarse de todo? ¿Puede ser que estén en guerra y por eso no tengan para comer? -Sí, pero no... -Explícate mejor, Ciruela. -No veo batalla, no veo que estén peleando contra otra gente, es algo de adentro de los distintos lugares, de los distintos castillos. No, no veo batalla, veo pelea, pero es entre la gente pobre. -¿Algún soldado que los esté reprimiendo? -No, no veo soldados, Marya. Me hace mal ver eso, me hace mucho mal ver eso. -¿Siempre has tenido esa videncia? -No, no, yo sabía que si me molestaban podía hacer daño con la mirada, pero así, de poder ver algo que no puedo ver con mis ojos sino con la mente no, es la primera vez. -¿Puede ser que porque ahora estés tranquila y no tengas temor de tu entorno, de la gente que te rodea y por eso has desarrollado eso? -Puede ser, Marya. ¿Está bien que le diga Marya y no señora Marya? -Ya te lo he dicho, Ciruela. Dime sólo Marya, y a él no le digas Príncipe, dile Gualterio directamente, estás entre amigos. -No estoy acostumbrada, siempre es como que tuve temor de... siempre cuando me hacían un favor me pedían algo a cambio o buscaban una palabra que no me sale. -¿Manipularte? -Eso, manipularme, pero ustedes no, no buscan nada de mí. -Buscamos que estés bien, igual no hace falta protegerte mucho porque sabemos que si alguien te molesta mucho, lo que sabes hacer. -Pero tampoco quiero hacer eso, yo no quiero lastimar a nadie, aquel que está más allá de las estrellas me ha llevado hasta aquí. El príncipe me dijo: -En realidad hay una relación, yo estuve al bordo de la muerte, me han salvado y en el trayecto de regreso te han encontrado. -Bueno, bueno, Príncipe... Bueno Gualterio. -Ese ser tan luminoso que está más allá de las estrellas hizo que todo se combinara. Pero no me gustan las visiones, no me gustan para nada. Pensé incluso en beber, pero no bebida espumante, esa más fuerte ese licor, pero ¿y si después no puedo controlar las visiones? ¿Y si después no puedo controlar mi vista? ¡No, solamente zumo de frutas! No. Ahora quedo mal porque esto, de verdad que está ocurriendo ahora. Pero no hace falta que me pregunten, sé lo que van a pensar, lo que están pensando y lo que me pueden decir, que trate de visualizar dónde. Pero no, a tanto no llega ese don o poder o lo que fuera, o videncia... Sé que son castillos que están relacionados con esa batalla que me mencionan. -¿Puedes ver algo más, Ciruela? -No... ¡Ay!, me agarró un fuerte dolor de cabeza y se lo estoy pasando al receptáculo que me alberga. Me retiro.
Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Brenda D. Las visiones que tenía eran reales. Fue hacia donde había las batallas por si podía ayudar. Allí moría gente.
Entidad: Me cuesta mucho llegar y yo sé que no son visiones porque sí, no quiero cansar tanto a mi equino porque va a caer reventado en el camino, pero no puedo parar. Por suerte ya terminó de llover, ya no llueve tanto. Pero no siento frío, es como que hay un calor dentro de mi cuerpo. Me pongo mal, como que me emociono demasiado miro mis manos y se ponen rojas, rojo fuego. Esto no me pasaba cuando... cuando esa gente se portaba mal conmigo y se prendían fuego por dentro.
Allí están. No me gusta mucho, ¡tanta arena! El desierto. Algo le pasó a Ezeven. Allí están todos. A mi derecha hay una batalla.
-¿Qué haces aquí? -Aranet, ¿dónde está Ezeven? -Ezeven se fue tras los muros. -¡Está en peligro! -¿Has venido sola hasta aquí? -He venido sola hasta aquí porque van a perder, yo tengo que ayudar para que no pierdan. -No vamos a perder. -Sí, van a perder. Atrás hay dos de esos dracons que ya cayeron, a uno le reventaron el ojo con una flecha, otro cayó. En ese momento se acercó otro dracon. -¡Aranet! -Sí, ¿qué pasa, Alucar? -Estamos mal, siguen avanzando, siguen avanzando. -¿Ve?, ni con los dracons los pueden frenar. -¿Quién es la niña? -Me llamo Ciruela, y tú eres Alucar. Qué bonita eres, ¿cómo te llamas? -Me llamo Xía, niña. -¡Ah! Mira tú, eres una oriental. Estamos en peligro tengo que socorrer a Ezeven. -No puedes ir, niña, no hay cómo trepar esos muros. -Dejadme a mí -dijo Aranet-, iré yo. -No, no, no. -En este momento un dracon tomaba vuelo-. Ven, ven para aquí, ven para aquí, ven para aquí, ven. -El dracon bajó. El hombre se acercó enojado a mí. -¿Qué haces? -Tú eres Ligor. -¿Cómo has atraído a mi dracon? -No tienes que ir porque yo sé lo que quieres hacer y está mal. Déjame a mí, iré yo. -No hay más dracons. -Sí que hay. -Miré en ese momento al dracon del hombre alado Alucar. El dracon pegó como un brinco, hizo una cabriola y el hombre alado cayó a la arena. Corrí y me monté. -¿Qué haces, niña? -dijo Ligor. -Estos seres son hermosos, me entienden. -¿Has montado alguna vez? -No, pero me entienden. Vamos. -Y en ese momento volamos-. Ven, animalito, vamos para allá a donde está la fortaleza.
Miré para abajo, uno, dos, tres, cuatro, cinco proyectiles con hondas daban sobre la cabeza de Ezeven, estaba como atontado, nulo, no podía emplear sus poderes. Lo van a matar, lo van a matar. Vamos a descender, animalito, y luego vuela muy alto, muy alto que no te lleguen las catapultas, ni las flechas, ni nada, a uno por allá lo dejaron ciego. Déjame, déjame. Se acercaron varios soldados. -No vengan, los voy a lastimar. -Abrí mis manos, se pusieron rojas, inmediatamente los soldados ardieron. Se armó una desbandada, todos corrían aterrorizados pero había como diez o doce soldados que estaban golpeando a Ezeven que estaba casi sin sentido, no podía usar sus poderes. -¡Tú! -Ezeven. -Tú, niña, he visto lo que haces. Lanza eso que tienes para aquí... -¡No! -Venían más soldados, no se acercaban a mí, iban a volver a Ezeven, algunos con la espada, otros con hacha, lo iban a terminar de matar. -¡Lanza eso! -Yo no lanzo fuego, directamente es como una onda que hace que ardan por dentro. -¡Lánzalo! -Pero tú estás en el medio vas a arder también. -¡Hazlo, por favor, hazlo! ¡Termina con todos, no me importa, no te preocupes por mí!
Ya eran más de veinticinco soldados, ¡Aaay! Puse mis manos, hubo como una especie de llamarada, ardieron todos los soldados y en el medio Ezeven, en el medio Ezeven. ¿Qué hice? ¿Qué hice, señor que está más allá de las estrellas, qué hice? Quise hacer las cosas bien y me salió mal.
Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Brenda D. La niña resultó gravemente herida en la batalla contra Villarreal y repasaba los últimos sucesos y sus últimos momentos.
Entidad: Muy pocos saben cuál es el dolor que más te afecta. Estoy en un estado de inconsciencia y escucho como a lo lejos las voces: "Me quedo con Ciruela". "Fíjate cómo está Nuria". Siento mi cuerpo y sé que he perdido bastante sangre, pero qué, ¿qué te lastima más el dolor físico o el dolor emocional? Yo me crié como alguien no querido pero no, no, no por mis padres si no por el resto. Alguna vez le dije a mamá: -Nosotros no somos de aquí, yo siento que somos distintos. ¿Puede ser que tus padres hayan venido del lado del mar y nos hemos, nos hayamos asentado aquí y nos hemos adaptado a este lugar?
Presumo que mis padres siempre han tenido un perfil bajo pero no terminaban de ser aceptados. Y ese es el dolor emocional, el sentirme distinta. Aunque eso no sería lo malo, lo malo es sentirte distinta y no querida. Y he cambiado mucho, en este último ciclo he cambiado mucho, mucho, mucho. Desde cuando me recogieron herida, que yo estaba casi entregada a aquel que está más allá de las estrellas, pero no, todavía tenía un capítulo más para hacer.
Yo tengo un oído muy fino. Lo escuchaba balbucear a Aranet: "La pequeña está creciendo de golpe, ella tendría que estar jugando, divirtiéndose con otras niñas y está en medio de una guerra". Pero voy a decir la verdad, estaba más afectado él que yo porque era lo que tenía que hacer, porque aparte aquel que está más allá de las estrellas me hizo varios regalos, eso que la gente llama dones o poderes, yo le llamo regalos. ¡Ay! ¿Son buenos? No sé si son buenos, no me gustan las visiones, porque no tengo visiones lindas, siempre tengo visiones feas, aterradoras. Cuando percibía que en algunas ferias feudales, en los patios feudales de esos castillos que estaban aliados con Villarreal maltrataban a los feriantes, se quejaban porque tenían hambruna y les daban con latigazos y si no los mataban. Y no es cierto eso de que los soldados tenían que obedecer no, no es cierto, estaban poseídos por esa misma maldad que tenían sus amos.
¿Es bueno o es malo que ya no sienta dolor? Tengo dos heridas y ya no siento dolor. Es como que ahora sí me voy con aquel que está más allá de las estrellas. Siento que me acarician el rostro y me dicen "Ciruela, Ciruela abre los ojos". Capaz que tengo una mueca de sonrisa y dejaré de sufrir. Tengo visiones raras como cuando veía a Ezeven que estaba en peligro. Yo no sabía que Ezeven tenía tantos dones porque me dijo "Haz eso que tú sabes hacer". A ver, yo no envío cosas con mi mente, es como que me pongo muy mal, como que me pongo furiosa y enfoco mi vista y es como que la persona se va como quemando por dentro. Pero son gente mala. Y después aprendí a ayudarme con las manos para enfocar mejor. Y Ezeven me dice: -Haz lo que tengas que hacer. -¡Pero te quemaré a ti también!
Y lo hice. Y mi tristeza, mi dolor se transformó en alegría cuando vi que Ezeven se protegía con su propia mente y es como que mi fuego interno no le afectaba. Antes de cerrar los ojos había dicho "Vamos a ganar". Veía muchos draco raptors caídos, muchos cuerpos de lumarios inertes, pero me dolían más los animales porque se quejaban, un poco más grandes que los hoyumans pero se quejaban con voz finita, se quejaban como... como si fueran cachorritos "Hiiji, hiiji, hiiji, hiiji". ¡Ay! Me dolía todo adentro de sentir ese quejido. Apiádense y mátenlos directamente, apiádense, apiádense... ¡Por favor!
Me acordaba del castillo donde estaba la señora Marya, qué dulce. Este joven, Gualterio, muy voluntarioso pero muy caprichoso, aunque decían que yo era la caprichosa. Pero bueno, aún siendo la pequeña me pude defender hasta donde llegué, pero no sabía que era tan terrible. Ya no escucho tantos choques de hierro de espadas, ya no escucho tanto griterío, es como que la batalla se está terminando, se está terminando junto con mi vida.
Pero que contradictorio, ¿no? Por un lado siento la paz, voy a estar con aquel que está más allá de las estrellas en un lugar dorado, envuelta en Luz, sin enfermedades, sin dolor, y por otro lado no quiero, por otro lado no quiero. Quiero estar acá, quiero hacer cosas normales, tomar un zumo de frutas, comer unas hortalizas, quiero hacer cosas normales y no puedo porque no puedo más con mi físico.
Hice un esfuerzo, me impresioné porque había dos jinetes con draco raptors que habían esquivado a la resistencia y seguían disparando flechas hacia abajo. Uno me apuntaba a mí. Yo no sentí dolor, yo sentí que todo se oscureció. Y yo quiero seguir estando, tengo más cosas por hacer, tengo muchas más cosas por hacer. Y se me puso todo oscuro, ya no sentía dolor, ya no sentía nada. ¿Y no sería hora de dejarme llevar? ¿No sería momento de dejarme estar? ¿No sería momento?
Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Brenda D. Por el camino encontró dos combatiendo a espada. Él era un maestro que había enseñado a muchos y ahora enseñaba a una joven. Conversando con ellos resultó que la joven era del mismo origen que ella, con los mismos dones y más. Fue tal la alegría que decidió que los acompañaría.
Entidad: -Ezeven, Ezeven... -Estaba hablando con mi madre, Ciruela. -¿Me acompañas? -¿Adónde? -Me ahogo, quiero salir un poco de palacio. -Tienes la feria feudal, tienes un pequeño jardín... -Ezeven, tú te sientes bien porque tienes a tu madre, yo me estaba acordando de mis padres. Acordándome, en realidad no tengo recuerdos y me siento mal por no acordarme. Tú eres un privilegiado. -Estás equivocada, Ciruela -Lo miré desafiante. -¿En qué estoy equivocada? -¿Sabes cómo fue mi infancia? -Lo has contado alguna vez. -Entonces te refrescaré la memoria. Mis padres se separaron, mi madre se fue con otro hombre, mi padre con otra mujer. Esa mujer tuvo un bebé que tuvo un problema y estaba por morir, y yo de alguna manera es como que con mis manos lo reviví, y la madre enloquecida pensando que yo lo estaba matando. No tienes idea, Ciruelita, los recuerdos que tengo. Y la pareja de mi madre tenía una hija pero no quería que yo me acercara, porque yo era un monstruo para él. Y me fui. En la casa de papá no era bien recibido porque la mujer me tenía miedo, "Este monstruo va a matar a mi bebé". En la casa de mamá tampoco era bien recibido, "Va querer forzar a mi hija". Lo miré y le dije: -Pero tu madre se terminó separando y te buscó por todos lados. Y ahora la tienes y se redimió, ha pasado por mucho. -¿Y te piensas que yo no? Trabajé en ferias, trabajé en circos para poder subsistir. Y como podía levitar yo era el mayor espectáculo y ganaba muchísimos metales y les hacía ganar metales a todos mis compañeros, pero en vez de agradecérmelo me odiaban por envidia. Así que, Ciruela, no hagamos una competencia de quien está peor. Lo miré molesta. -Discúlpame, yo no estoy haciendo ninguna competencia, te dije que extraño a mis padre y que tú por lo menos tienes a tu madre. Lo demás lo has contado tú. ¿Me quieres acompañar?, quiero salir, ya tengo preparados dos hoyumans con alforjas, con víveres. -¡Vaya! ¿Y cómo sabías que iba a aceptar? -¿Y acaso me vas a dejar sola, indefensa en el camino?, quién sabe qué asaltante habrá. -No te burles, sé que puedes quemar a una persona por dentro. No me hagas esos chistes. -Bueno, necesito compañía. -Ezeven hablaba con la madre, se abrazó-. Qué, ¿ahora les vas a avisar a todos que nos vamos? -No hace falta, los vigías de la torre nos van a ver, el rey se va a enterar enseguida. -Que se entere. -Salimos por un portón pequeño y los dos soldados cerraron atrás.
Y salimos, por fin. Mi idea era salir, me sentía ahogada, pero no de no poder respirar sino... No me gustó lo que pasó con el príncipe, no me gustó. Para nada. El príncipe muerto. ¿Y por qué? Por nada, por una tontería. Y caminamos tomando los hoyumans de las riendas, luego montamos otra vez.
-Está casi anocheciendo, ¿no sería prudente que volviésemos? -¿Tienes miedo de dormir en el bosque, Ezeven? -¡Ay, Ciruela, Ciruela! Nunca vi una niña tan caprichosa. -Ya no soy niña, no soy aquella que encontraron. Y aparte, hay muchos libros en palacio puedo leer, puedo escribir, puedo hacer cuentas. He leído muchísimo. Incluso no sé si fue Edmundo o quién que trajo una copia de un mapa de los lomantes, que son los mejores en geografía, y en mi habitación de palacio tengo bien guardado el mapa. -Comimos, dormimos, los hoyumans pastaban.
Y al día siguiente seguimos viaje. -¿A dónde me quieres llevar? -No hay un rumbo determinado, Ezeven, vamos para el noreste, a esas montañas. -Y subimos. -Busquemos un camino mejor -dijo Ezeven. -Ensillé dos hoyumans de tiro, no se van a resbalar. Sigamos. -¡Espera! -¿Qué pasa? -Mira, Ciruela. -A lo lejos se veía un hombre corpulento, canoso, pelo casi blanco y una joven de cabello rubio, alta, espadeando. -Apurémonos, están peleando, Ezeven. -No no no, me parece que están practicando. -Miré bien. -Sí. Igual acerquémonos al paso. -Nos vieron llegar-. Mira quién es, ¡Geralt! -Hola, pequeña, ¿cómo estás? -Me acuerdo de ti, ganaste el torneo a primera sangre en el palacio. -La miré a la joven, sentí dentro como... como una vibración, como si los ojos de la joven me hubieran atravesado el cuerpo y estudiaran mi cuerpo. Lo miré a Ezeven y vi que también sentía algo parecido, le vi sus ojos.
-¿Quién eres? -pregunté. La joven me miraba asombrada: -No puedo creerlo, Geralt, no me dijiste nada que había otra. -¿Otra, de qué habla? -Ciruela, te presento a Cirina. -Le di la mano y sentí como un cosquilleo en todo el brazo. Ezeven le dio la mano y es como que pegó un respingo. -¿Qué significa otra? Cirina dijo: -¿Le explicas tú o le explico yo? -Sentémonos. -Dejamos los amarrados los hoyumans, nos sentamos en las rocas.
Habló Geralt: -Ezeven, Ciruela, esta joven que veis aquí prácticamente la adopté desde que era una bebé, mataron a sus padres en la zona de fuego. -Sigue -pedí. -Los mataron por temor, eran de la misma raza que tus padres. -¿Cómo? -Es más, sé que son parientes de tus padres. Ella es mayor que tú. -Pero espera, espera, ¿tiene mis dones? -No sólo eso -dijo Geralt-, su mamá era una menta, una menta muy fuerte, y su papá tenía un tremendo poder que en un segundo podía hacer arder una persona por dentro, o árboles o hasta calentar una roca hasta derretirla. Y Cirina heredó ambos dones. -La miré. -Pero si tiene esos dones tan poderosos, ¿por qué práctica con la espada? -Porque es importante que sepa defenderse con armas, como los seres comunes, ¡je, je! No sé, Ezeven, pero conozco al maestro Fondalar y con su mente puede intuir en décimas de segundo el golpe que va a dar la persona, pararlo y vencerlo. -¿Entonces, Cirina hace trampa? -No. Yo le enseñé con la espada desde que era muy pequeña y le pedí por favor que no use sus dones para saber qué golpe voy a dar yo. -No entiendo por qué... -Es muy sencillo, Ciruela -explicó Geralt-, porque de esa manera no iba a aprender nunca. -Entiendo. ¿Y entonces? -Al no usar su mente, la rapidez mental, la manera de sujetar la espada, la manera sabia de parar los golpes son aprendidos, no usa su mente para vencerme. -¡Je!, ¿me estás diciendo que te vence, Geralt? -Sí. -Pero hay una cosa que yo sé. Cuando tú ganaste el torneo el joven se dejó ganar. -Lo sé. Yo fui su maestro hace mucho tiempo atrás. Pero Ciruela, no es lo mismo un combate a primera sangre que un combate de verdad. Por mi estatura, por mi peso en un combate de verdad aquel joven no podría conmigo, y eso que yo le enseñé todo. -¿Entonces, Cirina tampoco? -Es distinto -lo miré a Ezeven. -¡Je, je! -De vuelta lo miré a Geralt-. ¿Me estás diciendo que Cirina en un combate de verdad también te ganaría? -Sí. -No puede ser. ¿Cuántos años le enseñaste al joven? -Muchos. Pero a ella no es que se crió conmigo, se crió conmigo y con su espada, y fui adaptando los tamaños de espadas a medida que va creciendo. La espada que tiene ahora ya es una espada normal para su tamaño. Fíjate que es bastante alta. -¡Vaya! O sea, que tiene el poder del fuego y encima tiene el poder de un mento. -La joven sonrió y se acercó a mí y me abrazó. Primero sentí como una especie de sorpresa. No rechazo, ¿eh?, sorpresa. Y en realidad me di cuenta que estaba necesitando un abrazo, y la abracé apretándola-. Disculpa no quería... -Exprésate -me dijo Cirina. -¿Cómo que me exprese, que hable? -No, que te expreses con tus emociones, que te expreses con tus sentimientos ¿Me quieres abrazar?, estrújame. -Y la abracé con todas mis fuerzas. -¿Entonces es como que de alguna manera somos parientes? -Sí, Ciruela, hasta tenemos nombres parecidos Ciruela, Cirina. -¿Te dicen Cirina? -Geralt, que es como mi padre, me dice Ciri. Pero sí, Cirina. -¡Vaya!
Comimos algo y después, por la tarde: -Me gustaría ver un poquito más de vuestro ensayo. Geralt me dijo: -¿Quieres aprender con la espada? -No no no; no, pero me gustaría verlos.
Y lo que vi fue como un ballet, un ballet. Geralt ya era grande pero su habilidad, su destreza, su rapidez era tanto tanto tanto, y sin embargo Cirina sin agitarse le paraba los golpes. En un momento Geralt le dice: "Mira que voy a fondo, esto es de verdad". Lanzaba con su espada unos golpes que podían partir un leño en dos y Cirina paraba y contragolpeaba. Y en varias ocasiones pudo tocarlo con la espada y se frenó. Y luego pararon y descansaron. Le digo a Ezeven, y ellos obviamente escuchaban: -Esto... esto es lo máximo. Yo lo veo a este hombre, al que respeto, al que le tengo un tremendo afecto y que es un maestro de maestros, con esa velocidad, con esa rapidez y Cirina lo puede vencer con facilidad. Espera, Geralt, una pregunta, pero respóndeme con el corazón: ¿En un combate a primera sangre, no de verdad, a primera sangre, Rebel, tu alumno y Cirina, si combatieran, qué pasaría? -¡Je, je! -Geralt sonrió-, le ganaría Cirina diez de diez veces. -¡Vaya! Pero Rebel es la espada más... -Hizo un gesto Geralt. -No, no lo es. -Las veces que has venido a palacio, ¿dónde estaba Cirina? -En la altura, en las montañas. Hay un nido de águilas enormes y nos respetan. Nunca cazamos águilas, jamás, no nos molestan y no las molestamos. De todas maneras, que ella quede sola entre la defensa con la espada... Te voy a demostrar algo. -Caminó Geralt, había un arco y flechas-. Párate a treinta pasos, Cirina. -¿Qué vas a hacer? -Quiero que mires. -¡Pero... Pero Geralt, no! -Y en ese momento salió disparada la flecha. Cuando estaba a una línea de Cirina la flecha cayó al piso-. ¡Ah! No quiero pasar otra vez por esos sustos.
-Os quiero contar algo. ¿Se enteraron en la gran batalla contra Andahazi? -Sí. -En un momento determinado, éste joven, Ezeven, lo tenían varios soldados enemigos y me dijo que yo lance fuego, porque puedo lanzar fuego interno y fuego externo, y le dije que no porque él también iba a morir quemado. "No", me dijo Ezeven. Y con todo mi temor lancé una ráfaga mental de fuego. Los soldados murieron, el fuego no le llegó a Ezeven. O sea, que tiene un poder notable como mento. Ezeven me dijo: -Pero lo que hizo Cirina no sé si lo podría hacer. ¿Tienes idea, Ciruela, a la velocidad que salió la flecha de Geralt? Apenas tienes tiempo para pensar y ya la flecha está en tu pecho. Sin embargo ella la frenó. -Bueno, estaba preparada, atenta. Geralt cargó de vuelta el arco. -Ya lo has probado, ya está. -No, no, Cirina, mira que... -Cirina estaba comiendo una fruta, de costado. -¡Geralt, pero...! -Y salió la flecha disparada. -Ella seguía comiendo y la flecha cayó de costado-. ¡Pero si no estaba atenta! -Se anticipa en una milésima de segundo. Y aquí sí obviamente usa sus poderes de menta. O sea, aún sin estar atenta la flecha no le llega. Y puede haber una lluvia de flechas de una torre y le van a caer alrededor, no le van a pegar a ella. Lo miré a Ezeven y el joven me dijo: -Ciruela, yo eso no lo puedo hacer, debe ser tan fuerte como Fondalar, mentalmente, o no sé si más. Vamos a probar algo -dijo Ezeven-. Querida Cirina, yo puedo levitar. ¿Tú puedes impedirme que yo levite? -Prueba -dijo Cirina. Lo miré. La miré a Cirina: -¡Levita! -Lo estoy intentando. -¡Pero levita! -Ciruela, lo estoy intentando, no puedo. -Así que eres más fuerte, mentalmente, que Ezeven. He visto muy pocos mentos más fuertes que Ezeven, ¡vaya! ¿Pero por qué aquí en las montañas encerrada? -Cirina sonrió. -¿Encerrada? No estoy encerrada, esta es mi vida. ¿Pero te piensas que estuve todo el tiempo aquí? Conozco por lo menos más pueblos que los dedos de mi mano, he ido sola, con Geralt y te aseguro que nadie se mete conmigo. -Nos quedamos a dormir.
Y al día siguiente Ezeven me dijo: -Es hora de volver. -No, no voy a volver. Geralt, me quiero quedar con vosotros. -El maestro guerrero la miró a su hija adoptiva y ella asintió con la cabeza. Corrí a abrazarla nuevamente-. Nunca tuve una hermana. Y yo sé que no eres mi hermana, eres como una especie de prima lejana, pero me gustaría como que fueras una hermana para mí. Tiempo atrás le decía a Ezeven que me sentía sola porque había perdido a mis padres... Y bueno, tú te encontraste con este hermoso maestro. Ezeven dijo: -Pero tú también tienes un montón de gente en palacio que te adora. -Sí, sí, tampoco voy a ser desagradecida, pero ver una joven que tiene mis poderes y encima los tuyos y más..., y seguramente tienes más poderes que yo a nivel ignífugo. -asintió. -Sí, por eso es como que miré por dentro tu cuerpo, para ver cuál era tu poder. -¿Puedes hacer eso, me lo puedes enseñar? -Con tiempo te lo puedo enseñar. -O sea, ¿tú viéndome por dentro sabes si tienes más poder que yo? -Sí. -¿Eres de verdad? -¡Ja, ja, ja! Disculpa que me sonría, mi amor. Sí, soy de verdad. Y créeme, Ciruela, hace un amanecer que te conozco y sin embargo es como que tengo un afecto enorme por ti. -Y yo también por ti. ¿Vuelves Ezeven? -No, me quedaré aquí. Total, los guardias de palacio vieron que salimos juntos y nadie se iba a meter con Ezeven y con Ciruela. -Bien, ahora me siento feliz. ¡Cirina! ¡Encontré una hermana, Ezeven! Parecidas no somos, yo tengo el pelo castaño claro, casi pelirrojo y tú tienes el pelo rubio como los campos de trigo. ¡Vaya! ¡Y cuántas cosas más me podrás enseñar, estoy ansiosa! -Cálmate -dijo Geralt-, cálmate, todo a su tiempo. -Quiero ir al pasto, allá abajo, a recostarme en el pasto. Quiero ir abajo a descansar y a pensar. Vamos, vamos.
Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Brenda D. La entidad relata que no se llevaba bien con su familia, se alistó en la flota de la Federación de Sargón. Aprendía de prisa, su capitana le puso al corriente de lo que es la autoestima.
Entidad: Nací en el sistema de Herídano, uno de los últimos sistemas en adherirse a la Federación Sargón. Todo el sistema lo festejó. Es más, toda nuestra familia lo festejó, pero más mi hermano mayor, Brass. Inmediatamente se alistó en la flota estelar como cadete.
Yo es como que no es que no me gustara, directamente no quería saber nada con Sargón, con la flota estelar, con la vida misma.
Estuve saliendo con un joven cerca de seis meses, Edar era su nombre. Edar era una persona que decía saberlo todo en cuanto a filosofía. Mi nombre era Ness. Me decía: -Mira, Ness, tú no sabes lo que es pasar por problemas. Estudié holoinformática, me empleé en un negocio..., el dueño un bruto, apenas un poco más inteligente que una bestia. Y él se atrevía a decirme "No sabes manejar un holoordenador". -No me despidió, lo soporté veinte días. Me dijo-: "¿Quieres seguir trabajando? De bondad, si no quieres te pago lo poco que has hecho". Acepté los créditos y le dije-: Honestamente, me siento más libre de irme de aquí, es como una cueva de ratas. -El hombre amagó con golpearme. Me marché.
La gente, en sí, Ness, no sirve para nada, son personas que lo único que buscan es usarte. No te dejes usar. ¿Cómo es tu familia, Ness? -Bueno -le respondí-, tengo mi padre, mi madre y mi hermano mayor, Brass, que está contento porque se anotó en la flota estelar. -¡Je, je, je! ¿Ves?, es lo que yo digo, tu hermano te ignora. -Espera, espera, no lo conoces. -Yo no tengo que conocer a nadie -me dijo mi amigo-, yo conozco a la gente. La gente te usa, la familia te usa, todos te usan. ¿Sabes cuántos trabajos tuve en los últimos seis meses? Cuatro. Y yo era superior en inteligencia a todos los que me empleaban, pero me decían "No, aquí no vengas con filosofía, aquí tienes que marcar los precios de las mercaderías". ¿Te imaginas, Ness, un hombre como yo marcando precios?, ¡pero qué se piensan!
Y después me puse a pensar, en casa, a solas, "Y si no le gusta marcar precios y si se queja de que no valoran que él sabe de holoinformática, ¿para qué va a esos empleos? Y me puse a meditar, ¿y si el problema es él?
Él me preguntó quién conforma mi familia. Al día siguiente lo vi y le dije: -Háblame un poco de tu familia. -¡Ja, ja, ja! ¡Ay, Ness, Ness! Te doy un poco de confianza y ya me tratas de invadir. O sea, con los problemas que tengo en casa, con los problemas que tengo con los trabajos y tú encima me quieres invadir. -Me molestó. -Espera, espera, cuando tú me preguntaste por los míos yo no te dije que me invadías, te conté de mi familia, de mi hermano; ahora yo quiero saber qué pasa con tu familia, ¿y yo te estoy invadiendo? -¿Y de qué te asombras?, todo el mundo busca invadirte, busca meterse en las cosas que no lo llaman. -¿Perdón? -le dije-, ¿y yo qué soy, no soy algo más que amiga? -¡Ja, ja, ja! Eso lo dices tú. -Me molestó muchísimo. -Bien que cuando recién empezamos a salir yo era tu pasión, tu alegría. Honestamente eres un amargado. -Lo borre de mi holomóvil, lo bloqueé y no quise saber más nada.
En casa me molestaban: -¿Qué piensas hacer?, ¿qué va a ser de tu vida? Mira tu hermano, qué buen ejemplo.
Entonces tenía dos opciones, o explotar o anotarme en la flota para ser libre. Y me anoté. Obvio que me sacrifiqué, al poco tiempo me recibí de alférez. Pero claro, mi hermano Brass era teniente. A veces nos encontrábamos en el salón comedor del espacio-puerto: -Hermanita, tú allá, con la mesa de los subalternos. Vamos, vamos, vamos. -Déjate de molestarme, Brass. -¿Brass? En casa seré Brass, aquí me dices 'mi teniente' o hablo con la capitana y le digo que me estás faltando al respeto. -Eres un... -A ver, un qué, dime, dime, así doy parte. -Di media vuelta y me fui con las otras alféreces.
En ese momento nos llamó la capitana. Las demás estaban pálidas. Digo: -¿Qué pasa, es mala esta capitana? -No, no, al contrario, te escucha, es muy buena. Pero tú no la conoces. -No entiendo, ¿qué tengo que conocer, qué le pasa? -Es la mejor capitana de la flota. -Me encogí de hombros. -¡Pero eso es bueno! -Claro, porque no sabes cómo te exige.
-A ver, ustedes dos. -Me miró a mí y a mi compañera-. ¿Cómo te llamas? -Alférez Ness, mi capitana. -¿Y tú? -Alférez Arraz, mi capitana. -Ve, siéntate. Tú ven conmigo. ¿Ness me dijiste? -Sí, mi capitana. -Bien. Soy la capitana Kirana, investigué tus datos. Eres la hermana menor del teniente Brass. -Sí, mi capitana. -Son de Herídano. -Sí, mi capitana. -Me gusta saber de las personas a las que voy a instruir. Eres humana, ¿qué edad tienes? -Voy a cumplir diecinueve, mi capitana. -Te veo como un poco desganada, ¿qué sucede? -¿Puedo ser honesta? -Se dice "¿puedo ser honesta, mi capitana?". -¿Puedo ser honesta, mi capitana? -Adelante. -Me inscribí en la flota para salir de casa, yo no estaba tan entusiasmada como mi hermano. -O sea, que eres una irresponsable. -Perdón, mi capitana, no soy irresponsable, cuando hago algo lo hago bien. -El hecho de que te hayas anotado en la flota estelar simplemente para huir de algo o de alguien ya es una irresponsabilidad. -No entiendo, mi capitana. -Claro. Cuando tú tomas una decisión no la tomas para escapar de algo, la tomas porque eso te atrae. -¿Puedo seguir siendo honesta, mi capitana? -Adelante. -Yo estoy convencida de que muchísimos y muchísimas personas anotadas en la flota estelar han huido de algo. Pero mi capitana, una vez que acepto un puesto lo tomo con mucha responsabilidad. -¿Ah sí? Bien, entonces te entrenaré personalmente. -¿Me enseñará a manejar una nave? -¿Sabes holoinformática? -Un poco. -¿Sabes holoinformática de navegación? -No, casi nada, mi capitana. -¿Y quieres que te enseñe a manejar una nave? Mira, me caes bien, yo no te voy a caer bien, todo este mes vamos a practicar orden cerrado. -Perdón, ¿qué es eso, mi capitana? -Ejercicios militares de combate mano a mano. Y no te voy a tener piedad, vas a terminar el día destruida físicamente. Pero eso no es lo grave, alférez Ness, vas a terminar el día destruida psicológicamente, al tercer día vas a querer abandonar e irte. Pero has firmado un contrato por seis meses, o sea, que no te puedes ir, y si te escapas eres una desertora y tendrás una pena gravísima. ¿Piensas que te lo digo para asustarte? No, te lo digo para que estés preparada. -¿Cuándo empezamos, mi capitana? -Ahora. -Y me llevó a un lugar lleno de aparatos. -¡Ah! Me encantan los aparatos para gimnasia. -No, vas a practicar conmigo combate. Obviamente te voy a poner cabezal protector, un pectoral, protegerte codos, rodillas, no quiero que el primer día te quiebres algún hueso. -Me ayudó a colocarme todos los protectores, hasta el cabezal. Dije: -Pero mi capitana, ¿no se coloca nada? -No. Y te voy a decir lo mismo, alférez Ness, que les dije a otros alféreces y otros tenientes: Si te mides, si te frenas, si no me quieres golpear harás el doble de ejercicios. Y te castigaré. No te frenes. -Mi capitana, ¿pero si la llego a lastimar...? -Olvídate, no me tocarás. Ni hoy ni mañana ni pasado ni dentro de un mes.
Practicamos. Y tenía toda la razón, era intocable su velocidad, su manejo, y sus golpes dolían. Y eso que yo tenía puesto un cabezal y un pectoral que me protegía enormemente de los golpes, pero los golpes me llegaban igual. Si no hubiera tenido el pectoral y todo el costado cubierto hubiera terminado con costillas rotas. Al día siguiente me dijo: -Ahora te voy a enseñas patadas. Le dije: -¿Hablamos de puntapiés? -No, hablamos de distintos tipos de golpes con los pies. Por ejemplo este. -Me golpeó con el pie lateral inclinando la cintura y el cuerpo en mi estómago. Caí a tres metros de distancia. El estómago me dolía horrores, y eso que tenía un protector que de no tenerlo su pié me hubiera atravesado el cuerpo y roto la columna.
-No haremos más esto por ahora. Ahora te toca a ti y yo me quedaré sentada mirando. -¿Qué haré? -Levantarás el pie y golpearás cien veces. Luego cambiarás de postura así como está en el holovisor. Mira, mira esas fotos.
Y así me estuvo entrenando un mes. Al mes estaba bastante bastante más ágil, pero no me sentía motivada.
-Hoy no haremos nada -me dijo la capitana Kirana. Hoy nos sentaremos y tomaremos un líquido energizante. Mientras tanto, me contarás. -Le conté parte de mi vida, le conté que había salido con un joven que en lugar de motivarme me desmotivaba, se creía que sabía todo y sin embargo era un fracasado que no conseguía trabajos porque él mismo se saboteaba, que se llevaba mal con su familia porque él mismo se saboteaba con la familia. Y conmigo se hacía el superior y por momentos me quería manipular haciendo rol de víctima. -¿Y qué hiciste? -Mi capitana, tomé distancias. -O sea, ¿que te alistaste en la flota para alejarte de esa persona? Como te dije al primer día, esto no es lo correcto. -No, no, yo ya me había alejado. -Hay algo que te quiero comentar, alférez Ness: En mi vida... -Mi capitana, no precisa contarme sus cosas. -Quédate tranquila, solamente te daré un pantallazo. En mi vida he conocido mucha gente tóxica, gente que era puro veneno. He conocido gente que te traiciona y he conocido gente magnicida. -¿Perdón? -Sí, gente de otros sistemas que no le importaba matar a miles de personas. Eso es conocer gente tóxica, no un estúpido que de repente se cree mejor que los demás y lo echan de todos lados. Eso no es una persona tóxica, eso es una persona manipuladora e imbécil, personas que no te suman nada, personas que solamente te restan. Persona tóxica es un lacerta, que lo eliminamos con otro capitán. -Me contaron del tema, mi capitana. Me contaron. -Bueno, compara este lacerta criminal de guerra con este cachorro de persona que salía contigo. Y ahora que te he comentado lo qué es verdaderamente una persona tóxica, ¿qué opinas de ese cachorro que salía contigo? -Que era un niño con apariencia de hombre. -¿Ves?, y eso no te lo he enseñado yo, y eso no te lo ha enseñado nadie. El hecho de que en este lapso hayas aprendido un poco a defenderte y por las tardes casi noches te haya enseñado cómo es la holoinformática para pilotear una nave pequeña te ha levantado la autoestima. -Pero no entiendo muy bien, mi capitana. -Claro. El tema es así, quiero que te grabes esto por favor alférez Ness, quiero que te grabes esto: Cuanto más baja es tu estima más te aferras a la gente inútil. Por el contrario, cuanto más te das cuanto de lo que vales, lo útil que eres para contigo misma, no importa con los demás, para contigo misma, y eso que recién estás aprendiendo a defenderte, y eso que recién estás aprendiendo holoinformática de navegación. Pero ya ha crecido tu estima y cuanto más alta está tu estima, más imbéciles te das cuenta que son aquellos que se creen importantes y no sirven ni para ellos mismos. O sea, cuanto más creces por dentro y por fuera, lo que antes te parecía que era un resplandor luminoso, ahora te das cuenta de que ni siquiera es una fogata, son solamente cenizas que las pisas y te ensucian las botas y te sacan tu brillo. -Me cuesta entenderte, capitana. -No te preocupes, tendremos más charlas como estas. -¿Puedo preguntar algo, mi capitana? -Sí. -¿Por qué pierde tiempo conmigo? He leído tanto sobre usted en este mes, de las rebeliones que ha sofocado, de las hazañas que ha logrado y está con una simple alférez. -¿Quién dijo que pierdo tiempo, Ness? Disfruto haciendo que una persona se convierta en una persona. -Mi capitana, me dice frases que no..., ¡je!, que no capto. -Claro. Porque cuando te conocí eras una persona y ahora eres otra persona, una persona que tiene más aprecio por sí misma. Y como dije antes, lo que en un momento te parecía valioso y que tenías que sacrificarte por esa persona, hoy no moverías un dedo porque sabes que no sirve, porque sabes que por más ayuda que le des menos agradecida va a estar esa persona, porque no le interesa crecer, le interesa vivir de los demás y dar lástima. Y tú, que con el tiempo vas a ser teniente, y no va a pasar mucho, ¡eh!, no estás para perder tiempo con inútiles. ¿Qué opinas de ti misma? -Me encogí de hombros. -Es como usted dice, mi capitana, me siento más útil, me siento más contenta de haber estado en la flota, y es gracias a usted. -No, no, porque he conocido a muchas chicas como tú, cadetas, que luego se reciben de alférez y sin embargo no les he sacado ningún jugo. A ti te he exprimido, eres una buena fruta, si se entiende el concepto. De ti se puede sacar mucho, puedo sacar una piedra preciosa de ese carbón oscuro. Pero si por dentro eres una piedra preciosa no te juntes con carbones oscuros porque te van a ensuciar y no te van a hacer brillar. -Trato de entenderlo. -Espero lo entiendas bien, alférez Ness, porque si no entiendes eso no vas a salir adelante. Júntate con los que brillan, no con los que opacan. Mañana seguiremos, hoy tomamos descanso. Mañana va a ser un día bastante bastante bravo para ti, así que a la noche aliméntate bien, toma una bebida energizante y duerme. No hace falta que nos encontremos tan temprano, a las cero ochocientos ya quiero verte aquí desayunada y vestida con ropa de combate. Nos estamos viendo. -Gracias, mi capitana.
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