Índice

Psicoauditación - Divine

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión del 07/08/2025 Gaela, Isabellea Yañez

Sesión del 13/08/2025 Gaela, Isabellea Yañez


Sesión 07/08/2025
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Divine.

La entidad recuerda en Gaela haber sido dejada por quien amaba, sufrió en su interior. Más tarde progresó profesionalmente y tendría posibilidad de incrementar sus amistades.

Sesión en MP3 (1.849 KB)

 

Entidad: Desde mis veintidós años comencé a trabajar en el Hospital del Sur como enfermera de cuidados intensivos.

 

Recuerdo que con el tiempo fui avanzando hasta llegar a ser jefa de planta de todo el personal de enfermería, era un trabajo donde se precisaba muchísima responsabilidad, y eso a mí no me faltaba.

 

Hoy, a los treinta y cinco años, recuerdo que en aquella época me había enamorado de un joven doctor que era muy atento, muy amable conmigo. Recuerdo que salimos tres o cuatro veces.

Ilusa de mí pensando que él me amaba y no me di cuenta que sólo era, para este joven médico, una distracción, un entretenimiento.

No sé si fue demasiado duro o demasiado auténtico cuando me dijo:

-Mira, mi carrera recién está comenzando y no quiero entorpecerla contigo, dejaremos de vernos.

 

Fue auténtico pero sus palabras me hirieron, lo reconozco, me lastimaron mucho. Y sentí como una especie de rencor pero por otro lado también sentí baja estima, si hubiera sido doctora tal vez hubiera seguido con él.

Entonces sentí como una especie de complejo de inferioridad, ¿será que me rechazó luego de haber salido más de cinco veces porque era enfermera? Nunca lo supe y tampoco tuve el coraje de preguntarle.

Tuve la suerte, porque no quería verlo, tuve la suerte de que lo trasladaron al hospital Central de la capital de Ciudad del Plata, para él fue un ascenso, para mí un alivio. Y pasaron los años.

 

Y luego llegó una joven doctora, Milena Andrade, muy hábil, especialista en un montón de trastornos físicos y mentales. Era oncóloga, era neuróloga y neuróloga oncóloga, además de distintos pacientes mayores que sufrían tumores. También trabajaba con personas con Alzheimer avanzado.

Al comienzo pensé que iba a ser una doctorcita, por su edad veinte y dos años, pedante, creída, orgullosa, pero no, me equivoqué, era una niña amable, atenta, simpática.

 

Recuerdo que me decía:

-Estimada Isabella Yáñez, eres una enfermera de primer nivel en cuidados intensivos, me gustaría que fueras, en las horas que yo esté, mi ayudante. Hablaré con el jefe de departamento para que te aumenten el sueldo. -Le agradecí muchísimo.

 

Con el tiempo la conocí mejor y no, no me había equivocado, era una joven no sólo atenta conmigo, amorosa con los pacientes, tolerante con aquellos pacientes que tenían mal humor por sus propios dolores, por su propio sufrimiento, nunca perdía la calma la doctora Milena, nunca. Y me sorprendió porque pensé que yo era la única tolerante en la planta de cuidados intensivos.

Pero sí, me quedó un trauma de cuando tenía la edad de esta joven doctora, el trauma de no encontrar a alguien especial.

A veces en los almuerzos me invitaba a su despacho y almorzaba con ella y conversábamos de mil temas. Ella estaba saliendo con un tal Jorge Clayton.

 

Le pregunté:

-¿Es algún médico?

Me dijo:

-No, es un joven que está del otro lado de la ciudad, en la zona norte, es empresario.

Le dije:

-Vaya, ¿pero es buena persona?

La doctora Andrade me dijo:

-Lo principal, Isabella, es que es una persona humilde, humilde. -Y me dijo-, te haré una proposición.

-Dígame, doctora.

-Trátame de usted adelante de la gente, pero estando nosotras dos a solas dime directamente Milena. -Le agradecí.

-¿Cuál es la propuesta? -le pregunté luego.

-¿Querrías venir conmigo al club Náutico? -Me asombré y luego dije:

-No, no, lo conozco de nombre, sé que es carísimo.

-Mi novio es dueño del club Náutico y tú eres una persona agradable, tienes buena presencia. Ven conmigo.

 

Yo le había contado de mi juventud, de mi fracaso afectivo y esta joven doctora muy amablemente me dijo:

-Si no lo tomas como una intromisión de mi parte, allí podrás conocer personas agradables.

Sonreí con una mueca de tristeza y le dije:

-Milena, tengo entendido que al Náutico van millonarios, ¿quién se va a fijar en mí?

-¿Qué edad tienes?

Le respondí:

-Treinta y cinco. Entiendo que soy trece años mayor que tú.

Me dijo:

-Eres bonita, a veces el dinero no tiene nada que ver. Mi novio, Clayton, se fijó en mí y yo no soy rica.

-Pero ganas muy bien -le dije-, como médica neuróloga oncóloga, como médica de pacientes extremos.

-Sí, pero no soy una persona de dinero, todo depende de a quién conozcas. La gente está mal informada, piensa que la gente de mucho dinero es creída, es odiosa, es pedante. Es verdad que hay gente así, pero como decimos en el idioma coloquial de Plena, no midamos a todas las personas con la misma vara. -¿Y entonces qué hice?, le respondí que sí.

-Perfecto -me dijo la joven doctora-. Si te parece bien pásame tu dirección y te paso a buscar a las dieciséis horas este fin de semana. -Por momentos me sentí atemorizada, por momentos me sentí ansiosa.

Y finalmente le dije:

-Está bien. -Y me quedé pensando en el fin de semana.

 

Terminamos de almorzar y volví a atender a los pacientes pensando en qué pasaría el fin de semana en el Náutico.

 

Gracias y toda la Luz.

 

 

 


 

Sesión 13/08/2025
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Divine.

Debía elevar su autoestima, había quedado tocada por una relación que no funcionó. Una amiga la presentó a sus amistades en al club Náutico de Plena.

Sesión en MP3 (2.622 KB)

 

Entidad: Tal como me había prometido la doctora Milena Andrade me pasó a buscar, me puse mi mejor ropa y fuimos al club Náutico.

 

En el trayecto le decía:

-Milena, ¿estás segura de que no hay problema de que me lleves como invitada? La joven doctora sonrió:

-Isabella, soy la novia de Jorge Clayton, el dueño del club Náutico, puedo llevar a quien desee. Además, si bien en el Hospital del Sur tú eres la enfermera a cargo que se ocupa de mis pacientes, fuera del trabajo te considero una amiga de total confianza.

Sonreí, y le dije:

-Te lo agradezco, últimamente he estado muy... muy sola, quisiera que todo lo que sueño, no dormida, ¿eh?, suelo soñar despierta, quisiera que todo esto se hiciera realidad,

La joven doctora me miró y me dijo:

-Mira, no sabemos qué pasa en el futuro, ni siquiera sabemos qué va a pasar al segundo siguiente. Yo tengo dos formas de pensar: la original mía era decir "me dejo llevar por la corriente y que sea lo que Dios quiera".

-¿Y cuál sería la otra vertiente? -pregunté.

-Bueno, esto me lo enseñó mi novio. Me dijo: "No soy de dejarme llevar por la corriente, prefiero tener en mis manos el timón de mi vida".

-¿Y da resultado?

-No necesariamente, querida Isabella, pero nosotros somos dueños de nuestros actos y obviamente también de las consecuencias que causan esos actos, por eso todo lo que hagamos tiene que ser en beneficio de los demás y por supuesto de nosotros mismos. Ahora, no siempre da resultado porque también depende de nuestro entorno.

-Lo entiendo, a veces nuestro entorno nos ayuda, estimada Milena, y a veces ese mismo entorno nos pone obstáculos. Y no porque nosotros lo busquemos. Tú sabes, al igual que yo, Milena, que hay gente que pone obstáculos por perturbarnos. Bueno, a mí muchas veces he tenido sueños que se han hecho pedazos, y ten en cuenta que tú tienes veinte y dos, mi querida doctora, y yo ya tengo treinta y cinco.

Milena me miró y me dijo:

-¿Qué quieres decir con ello, que te sientes una persona grande?

-Comparado contigo sí. Pero sé que me siento joven y puedo hacer muchas cosas.

-Y bueno, en el Náutico podrás conocer gente interesante.

-Yo no tengo dinero, en el Náutico es toda gente de dinero.

-Ya te lo había comentado esto, Isabella, mi novio es uno de los que más dinero tiene en todo Plena... ¡y es una persona super humilde! A veces faltan camareros y hace de camarero, la gente que no lo conoce piensa de verdad que es un camarero, otras veces hace de bartender. Eso es humildad.

-Milena -comenté-, tu novio es un caso excepcional.

-No, hay muchos amigos que forman una mesa larga y hay una mezcla; hay un joven, Luís Alberto, que es veterinario, hay otro joven, Ferenc, que se dedica a investigaciones de nuevos proyectos. Son profesionales, pero son trabajadores, no son de dinero, y se mezclan con otros que sí tienen enormes fortunas, o ellos o sus padres, y sin embargo se tratan como iguales. Aclaro, eso no pasa en todos lados pero el Náutico sí. Por eso te digo quédate tranquila y disfruta cada momento, no pienses en lo que te ha pasado y no imagines lo que te va a pasar, disfrútalo. Esto no significa, como dijo mi novio varias veces, que nos dejemos llevar por la corriente.

-No no no, lo tengo claro, Milena -le dije-. ¿Ya estás por aparcar, llegamos?

-Sí, sí, pero hay una entrada y vamos al segundo subsuelo.

-¡Vaya! O sea, que hay un enorme lugar de estacionamiento.

-De verdad que sí, y este edificio está completamente reforzado bajo tierra porque estamos prácticamente al lado del río, hasta incluso si lo deseas hoy o cualquier otro día podemos dar un paseo en lancha.

 

Aparcó, bajamos del coche, subimos por un elevador, llegamos a la planta principal. Y verdaderamente me sentí atemorizada, había muchísima gente.

Unos jóvenes nos hicieron señas con la mano y nos llamaron de una mesa.

-¿Esos son tus amigos?

-Sí, ven, te los presento.

-¿Le tengo que estrechar la mano uno por uno?

-No, no, Isabella, no hace falta, no hace falta, directamente te los presento. -¡Hola gente!

-Hola, ¿cómo anda la doctora?

-No os burléis, Milena para vosotros.

-No, no, nada de Milena, eres la novia del jefe.

-Nada de jefe, ¡je, je!, los jefes no hacen de bartender, ¡je, je, je! Os presento a una gran amiga, Isabella Yáñez.

-Vaya, una joven madura, pero muy bonita -dijeron dos de los chicos. Mi rostro se puso rojo de pudor.

-Gracias, sois muy simpáticos.

-Ven, siéntate. -Había dos sillas desocupadas y nos sentamos.

Se acercó el camarero:

-Señoritas, ¿qué toman? -Milena pidió y le dije al joven camarero:

-Lo mismo que ella.

-Enseguida estaré con vosotras.

 

Y nos pusimos a conversar con los jóvenes de muchísimas cosas.

Fue tan agradable el encuentro que cuando vi la hora ya eran casi las veinte, se habían pasado dos horas y media rapidísimo.

Le dije, susurrando, a Milena:

-¿Y ya nos iremos?

-No.

-¿Por qué?

-Vamos a cenar aquí mismo. Y luego, mira allí atrás.

-Sí...

-Donde están las cortinas hay otro salón, donde también hay mesas, pero en el medio hay un hueco donde la gente puede bailar. Y al costado hay un escenario, generalmente viene una banda de música, lo que en otros países se conoce como grupo musical.

-Sí, de mi parte no tengo problemas. ¿Y tu novio cuándo viene?

-Pronto, si no está es porque está trabajando.

-Pero cómo, es fin de semana...

-Mi novio no tiene días ni horarios, siempre está haciendo algo.

-Vaya. ¿Nunca te da celos preguntándote si de verdad está trabajando o...? -Me hizo un gesto con la mano.

-No. Él no miente, es muy directo, muy frontal. Y nos pusimos de acuerdo. Una vez nos habíamos enojado y nos pusimos de acuerdo de jamás, jamás mentirnos. Tengo cien por ciento de confianza en él.

Pregunté:

-¿Y él contigo?

-Exactamente igual.

-¡Oh!, ¡qué envidia!

-No, Isabella, hay muchas personas que son así confiables, atentas, amables. Y hay que entender algo: lo que no pasó en un año puede pasar en una semana o en un día o en una noche. Se trata nada más de disfrutar pero a su vez estar atentas a lo que venga.

-Eres bastante sabia para ser joven.

-¡Je, je! Isabella, la edad no tiene nada que ver, a veces... a veces lo que tiene que ver es como es uno por dentro. ¿Ves allí al costado que hay una puerta? Ese es el despacho de mi novio Jorge.

 

En ese momento se abrió la puerta y salió una joven rubia hermosísima. Se dio media vuelta y hablaba con otra persona.

-Disculpa, Milena, ¡esa chica acaba de salir del despacho de tu novio y disimuladamente veo que se está acomodando la ropa!

-¡Je! Quédate tranquila, mi novio no está en el Náutico. -Presté más atención y vi salir a un señor de unos cuarenta y cinco años, elegantísimo.

-¿Quién es?

-Se llama Constantino Olazábal, uno de los más grandes empresarios de Plena.

-Entre nosotras, me dio la impresión como que con esta joven rubia no tuvo una entrevista, me parece que pasó algo más.

-Posiblemente. Pero hazte la distraída, no digas nada.

-¿Pero él no es casado?

-No, Constantino está divorciado. Salía con una señora y rompieron, después salió con otra chica más joven y no sé qué pasó pero se distanciaron.

-Parece un chiste, pero apunta cada vez a chicas más jóvenes.

-¡Je, je! Isabella, no te portes mal, estás pensando mal.

-No, yo no pienso mal, es lo que estoy viendo.

-Quizá la joven se acomoda la ropa porque se sentó y se desacomodó.

La miré a mi querida amiga, la joven doctora, y le dije:

-Como decís vosotros en Plena, en el coloquial como queriendo decir 'yo no soy ninguna tonta', vosotros decís 'yo no me chupo el dedo'. Bueno, Milena, yo no me chupo el dedo, yo sé lo que vi.

-Bueno. Pero yo también veo tu mirada, parece que ese Constantino te gusta.

-Sí, pero habiendo conocido a esa modelo no se va a fijar en mí.

-Hay una frase que dice mi novio: nunca digas nunca. Disfruta. Pidamos otra bebida, en media hora nos sirven la cena. Y quédate. -Me encogí de hombros.

-¿Por qué no? Como decís vosotros en el coloquial de Plena: ¡A disfrutar se ha dicho!