Sesión 26/01/2014
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Efrael.
Sentía que su padre se avergonzaba de él porque era distinto. Nunca conoció a su madre pero le contaron de ella. Tenía una gran habilidad.
Sesión en MP3 (896 KB)
Entidad: Mientras todos los demás niños jugaban a ser guerreros con espadas de madera yo cogía los cuchillos de mi padre de la herrería y los lanzaba contra cualquier árbol dando en el blanco.
Siempre creí de pequeño que mamá había muerto de una enfermedad. Prácticamente no la conocí. Era más pequeño de estatura que papá cuando crecí, media cabeza menos. Mis orejas un poco más puntiagudas.
Padre, por momentos, me quería, me apreciaba. Por momentos me castigaba diciendo que con los cuchillos no se juega.
Nunca me faltó de comer de pequeño. Le ayudaba en la herrería pero no me dejaba atender a la gente. Cuando venía alguien, ya sea para encargar herraduras para sus cabalgaduras o templar alguna espada padre me mandaba a la parte de atrás de la herrería, como que no me quería mostrar, como que no me quería exhibir.
Con el único que conversaba de pequeño era con un anciano, Misco, que había venido de una región indeterminada y cuando ya era un adolescente me dijo que mamá nunca estuvo enferma, que de un día para el otro desapareció, que nadie en la región sabe cómo.
Le pregunté cómo era mi madre porque yo era distinto, más bajo de estatura, las orejas puntiagudas. Me dijo que era una mujer del sur que vivía en el bosque, en una región límite entre los apartados y las amazonas.
Yo era bastante inteligente, quizá un poco retorcido en mis pensamientos, llegando a deducir que o mi padre la hizo desaparecer porque le daba vergüenza estar con una mujer de otra raza o bien directamente le dijo que se marchara. Y a veces sentía como que se avergonzaba de mí fruto de una relación apasionada al comienzo y dubitativa después.
Nunca dejé de practicar. No sólo de practicar sino de ensayar, de perfeccionar mi técnica con los cuchillos al punto tal de que le podía dar a un blanco a líneas de distancia.
Obviamente también majeaba bastante bien la espada pero en cuchillo podía acertarle a un ave en vuelo tirándolo de cualquier manera.
Padre murió antes de que yo llegara a ser adulto. Los metales que saqué por la herrería y por los animales los guardé entre mis ropas. Me quedé solamente con algunas prendas y el mejor hoyuman y me marché hacia la zona del desierto, donde estaban los gromedans.
No fue fácil mi vida. A propósito, mi nombre era Guendor, el mejor lanzador de cuchillos de todo Umbro.
|