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Psicoauditación - Federico M.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

Sesión 21/11/2018
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Federico M.

Necesitaba una inyección de autoestima. No se sentía valorado por los demás ni por él mismo, estaba en un callejón sin salida. Necesitaba alguien que le orientara qué otro camino tomar que el de la depresión. Encontró un instructor de almas.

 

Sesión en MP3 (3.345 KB)

 

 

Entidad: Mi nombre como thetán es Fren-El. en el plano suprafísico 3.2. Muchísimos roles del ego y engramas de vidas anteriores que incluso afectan a esta vida.

No trato de justificar ninguna vivencia pero no es tan fácil pasar por injusticias donde personas tienen todo, como decís vosotros, servido en bandeja mientras a uno le cuesta trepar por la vida cuesta arriba una y otra vez. Y no se trata de envidia no penséis mal no, no, no; se trata de que a veces cuando en la vida repartimos las oportunidades muchos se quedan con una bolsa y otros con apenas un pequeño puñado. Otros se justifican dicen: "Bueno, seguramente tendrás una lección que aprender". Vaya por favor, ahora todo es karma. ¿Y qué sucede si en casi todas las vidas pasé por traiciones, soledad, incomprensión?, ¿qué karma, de qué karma me habláis?

 

Recuerdo en Ran II mi vida como Olegario. Era ayudante de albañil en la construcción. Hablar con el patrón era inalcanzable pero sí con nuestro capataz, que era un hombre grande pero muy muy accesible. Incluso él estaba de acuerdo conmigo en lo que yo le comentaba:

-Señor -le decía-, hoy casi todo lo hacen las máquinas, nosotros prácticamente como constructores, hacemos poco y nada.

-¿Y eso te deprime? -me decía el hombre.

-Me deprime en el sentido de que ganamos pocos créditos. Yo me independicé de mis padres pero vivo en una habitación muy pequeña que con mi sueldo apenas alcanzo a pagar los gastos y a comer, y trabajo todo el día mientras que veo a otros que van en lujosos carros.

-Es lo que nos toca, Olegario -me dijo el capataz. Le digo:

-¿En qué sentido es lo que nos toca? Hay gente que nunca se ha esforzado, que nació de padres ricos, acomodados y tuvieron de todo y no lo valoran.

-Justamente por eso no lo valoran -me respondió el hombre-, porque lo han tenido siempre. Para ti sería distinto si de repente cambiaras de posición, lo cual es muy difícil.

-Ve, usted mismo lo admite señor. Quisiera ascender de categoría, pasar al menos de medio oficial a albañil.

-Claro, lo que pasa que... te seré sincero Olegario, yo sé que prestas atención pero a veces haces mal las mezclas, no te puedo poner a otra tarea que no sea preparar las mezclas.

-Claro -asentí-, porque piensa que soy torpe.

-No, ¿alguna vez te traté mal Olegario?

-No, pero piensa que soy torpe -repetí.

-No dije eso, digo que te cuesta más aprender que a otros.

-Hubo jóvenes que empezaron después que yo y ya son medio oficiales y yo sigo de peón, soy un simple ayudante. Me gustaría... no sé, hablar con alguien que me pueda orientar en la vida.

-Tú hablas de un instructor de almas.

-No, no sé, no creo en esto señor, no creo que nadie tenga soluciones mágicas.

-¿Entonces?

-No sé, alguien que sepa.

-Mira, tengo un cuñado que conoce a Nambo Flagan.

-¿Estamos hablando del mismo Nambo Flagan, el astrónomo que sale en todas las noticias?

-Sí.

-Bueno, pero él no puede orientarme.

-No, pero a su vez él conoce a alguien en que sí.

-¿Y cómo se llama ese alguien que sí?

-No, no sabría decirte pero puedo lograr los contactos. Déjame hablar con mi cuñado, no digo mañana pero en dos o tres días te responderé. Y ahora sigamos trabajando porque va todo muy retrasado, tenemos que terminar los pilotes, hay que preparar el concreto. -Y me puse a trabajar preparando la mezcla de cemento con las piedras pequeñas, que se llaman lecas, poniéndoles el agua justa.

 

Dos días después el capataz me dio una tarjeta.

-Mira Olegario, ahora tienes dos días de fin de semana que no trabajamos, ve a esta dirección.

-¿Es la dirección de Nambo Flagan?

-No, no, es la dirección de un conocido que atiende gente, es un genetista.

-¿Qué es un genetista, señor?

-Ehhh... alguien que estudia nuestro ADN.

-Yo para qué quiero que me estudien nuestro ADN, de salud estoy bien.

-Claro, pero el hombre además atiende la parte psicológica de la persona.

-¡Ah! O sea, que tiene una doble profesión. Adónde es.

-Ahí está la dirección, en la tarjeta, es en la zona céntrica.

-¡Pero debe cobrar una fortuna!

-No, mi cuñado, ya te dije, conoce a Nambo Flagan y vas recomendado.

 

Seguí trabajando y al día siguiente me levanté temprano, tenía como cerrada la garganta y la boca del estómago, la garganta de la angustia que tenía y la boca del estómago por la ansiedad que me invadía. Aparte tenía vergüenza de casi no llevar créditos conmigo, pero me animé y fui. Me atendió un señor de una edad indefinida, de mirada muy atenta. Me hizo pasar.

-Tú te llamas Olegario.

-Sí, señor.

-Puedes decirme Raúl.

-¿Usted es el genetista Raúl Iruti?

-Así es, pero llámame por el nombre de pila. ¿Quieres tomar algo?

-No, no, no, señor.

-Raúl solamente. Toma asiento. Cuéntame qué te pasa.

-Le comentaba a mi capataz que prácticamente no tengo créditos para pagarle la consulta.

-No te preocupes, te habrá dicho tu capataz que vienes recomendado por Flagan. Cuéntame.

-Bueno, a ver como empiezo. Siempre quise vivir solo, tener pareja. Me consiguieron un trabajo en una obra, estoy como ayudante de albañilería, el capataz es muy bueno conmigo pero dice que yo no aprendo rápido, hay otros jóvenes que fueron ascendidos a medio oficial y hay uno incluso que ya es oficial constructor y yo todavía sigo como ayudante.

-Veamos, entonces tu problema es económico.

-No, no del todo, señor Raúl, mi problema es... sí, es económico pero a su vez es el sentirme valorado, y de verdad reconozco que me cuesta aprender la construcción. Me independicé de mis padres, estoy viviendo solo y me cuesta incluso pagar el apartamento, lo compré en cuotas y estoy bastante ahorcado, bastante apretado económicamente. En el trabajo estoy firme, no me van a despedir ni nada porque ven mi empeño pero no asciendo. Es económico el tema, porque un medio oficial gana más y un oficial más todavía, pero también es el sentirme valorado. A veces es como que me olvido de las cosas. Hace años atrás mi madre me llevó a un médico y me dio unos comprimidos para la memoria, para la ansiedad, pero así y todo a veces me levanto depresivo.

-Mira, Olegario -me dijo el señor Raúl-, ¿tu trabajo en este momento es construir un edificio?

-Sí.

-Bien. Ahora voy a hablar en sentido figurado, espero me entiendas.

-Trataré -le dije.

-Bien, mira tu cuerpo.

-Sí.

-Mira todo tu ser, externo e interno. Externo: tu cabeza, el tronco, las extremidades. Y lo interno.

-¿Lo interno se refiere a los órganos?, corazón, hígado, estómago...

-No, no, no, Olegario, lo interno me refiero a tu ser interno.

-Ajá; a cómo pienso, a mis ganas de amar, de tener pareja.

-Claro, bien. ¿Tú qué haces en tu trabajo?

-Preparo mezclas.

-Y quisieras hacer algo más pero te cuesta.

-Sí. Hay gente que levanta paredes, hay gente que arma vigas, hay gente que arma columnas y levanta una enorme torre. Yo sólo manejo la pala ancha para preparar la mezcla, la pala angosta para cavar huecos, para enterrar las columnas.

-¿Y te gustaría levantar ese edificio?

-Claro, me sentiría valorado.

-Ahora, y esto hablo de forma metafórica, ¿podrías comparar tu cuerpo con un edificio?

-No entiendo.

-Claro, al edificio hay que darle forma, colocarle puertas, ventanas e instalarle todo lo que lleva dentro que nos hace cómodo.

-Sí.

-Bueno, hazte cuenta que tu persona, tu ser interno y externo, es ese edificio y tú lo estás levantando.

-No entiendo, porque yo ya estoy levantado.

-Claro, estás de pie ¿pero estás firme?

-No, estaría firme si no tuviera esa depresión, esa ansiedad que me domina, esos nervios y esa baja estima.

-Entonces tú eres como un edificio que las columnas enterradas en las bases y las vigas las hicieron con material débil y hierros muy finos.

-Entiendo. Pero bueno, un edificio lo pueden derrumbar y lo hacen de nuevo.

-Por eso te decía, Olegario, que lo tuyo es simbólico, hazte cuenta que tú tienes que reforzar tu ser, ese edificio.

-¿Y cuáles serían mis vigas, mis columnas?

-Tu autoestima.

-Claro. Pero ahí estamos en una... una calle sin salida. Gano poco, el capataz no me lo quiere decir pero él piensa que soy torpe para aprender más cosas, ¿qué autoestima puedo tener? Me da temor confrontar a una joven, o sea, no tengo pareja, no sé cómo manejarme, soy tímido, soy retraído, hablo con usted porque me da como cierta confianza, me siento más cómodo hablando con usted que con el capataz que lo conozco de hace tiempo.

-Olegario, la autoestima no pasa por cuánto ganas o qué trabajo haces.

-Pero señor Raúl, para usted es muy fácil lo que me dice. Usted, aparte es genetista, debe ganar muchos créditos, yo veo el consultorio que tiene, es una maravilla.

-No siempre fue así, Olegario, fui pobre, me costó, tuve mucho empeño en lograrlo.

-Claro, pero pudo estudiar, yo no pude estudiar.

-Olegario, pero no hay edad para estudiar.

-Me cuesta concentrarme, señor Raúl, me cuesta concentrarme, me cuesta hacer las cuentas, me cuesta escribir, me cuesta manejar el ordenador holográfico, me cuesta hacer cosas... ¿Qué piensa?

-Pienso que todos somos distintos, es cierto. Hay cosas que unos podemos lograr y otras no. Lo importante es que no trates de emular a otros, sé tú.

-No... no lo capto, no lo entiendo.

-Claro, no te compares con otros, en tu trabajo debes tener oficiales albañiles que son maravilla trabajando y cien por ciento eficientes porque ya está en su naturaleza aprender tan rápido. Pero quizá puedas hacer otras cosas, ¿qué más te gusta?

-Bueno, ¡uf, qué más me gusta! A ver... Yo sé que usted tiene cosas que hacer no le quiero hacer perder su tiempo.

-No, no, quédate tranquilo. ¿Qué cosas te gustan aparte de lo que haces?

-En realidad lo que hago no me gusta mucho, señor, pero bueno, es lo que conseguí. Me gusta trabajar sobre cuero sintético.

-¡Ajá! ¿Y de quién lo aprendiste esto?

-Bueno, de mi padre. Lo que pasa que me tuvieron... me tuvieron de grande y él ya es bastante grande, ya no está trabajando. Y yo no me animaba a trabajar sólo con eso, él hacía incluso ropa, hacía calzado de cuero sintético y le iba bien.

-¿Tenía negocio?

-No, en un costado de la casa de mis padres hay un local que ahora está vacío y había una especie de pequeña fábrica, incluso él nunca vendió los materiales.

-Olegario, ¿qué te impidió seguir tú?

-La timidez, no me animaba.

-¿Cómo te llevas con ellos?

-¿Con mis padres?, bien, converso más con madre, con padre es como que le tengo más respeto.

-¿Quién te dijo que el respeto es no hablar? Eso me suena más a miedo, no a respeto.

-Bueno, nos han educado así.

-¿Quién?

-Nuestra familia, nuestros abuelos, como que a los mayores les tenemos que tener respeto y decir a todo que sí y no podemos opinar.

-¿Y tu padre está de acuerdo con eso, Olegario?

-No, él habla, soy yo el que no me animo.

-Bueno. Mira, ahora tienes dos días de descanso, hoy y mañana. Ve a la casa de tus padres, habla. ¿Qué tal trabajas con el cuero sintético?

-Bien, señor -le respondí.

-Bueno, dile a tu padre que quieres trabajar con eso.

-¡Se va a poner contento!

-¡Ah! Entonces, Olegario, qué era lo qué te impedía ¿tú mente?, ¿tu ser interno?, ¿tu temor?, ¿temor a qué? Vas a ser tu propio jefe. No digo que abandones lo que haces ahora, habla primero con tu padre, ve el estado de las máquinas. ¿Tienes un mayorista a quién comprarle los cueros sintéticos?

-Sí, es un amigo de padre y es muy buena persona. Bueno, y lo otro cómo lo manejo.

-¿A qué te refieres, Olegario?

-El hecho de buscar una pareja...

-Vayamos paso a paso. Si tú ves que el negocio de los cueros sintéticos te da resultado, deja el trabajo de ayudante de albañil, no solo ganarás más créditos, no tendrás que depender de nadie más que de ti mismo.

-Ese es mi temor, señor Raúl, que fracase y me quede sin nada.

-Olegario, dices que eres bueno con el cuero, por lo menos mejor que con lo que estás haciendo ahora que según tú, según tú ¡eh!, te consideran torpe. Yo no creo que seas torpe, yo creo directamente que hay trabajos en los que puedes hacer mucho y otros en los que no estás capacitado, nos pasa a todos.

-¿A usted también, señor Raúl?

-Por supuesto: A todos. Nadie puede hacer todo de todo.

-Hablaré con mi padre y le agradezco este tiempo que me ha brindado.

-Agradéceme cuando estés trabajando y estés conforme. Una vez que estés firme en lo que haces y levantes tu autoestima pasarás a la otra etapa, cómo confrontar una relación, cómo tratar con amigos... pero no podemos hacer todo a la vez.

 

Nos dimos la mano y me marché. Hablé con mi padre, estaba contento. Las máquinas estaban bien, hablamos con el mayorista de cuero sintético. A la semana renuncié a mi trabajo y me puse a trabajar con cueros. Honestamente, ganaba cuatro veces más que trabajando de ayudante de albañil. Me sentía bien, como más importante. Todavía no estaba listo para otro paso, pero ya había, de alguna manera, solucionado parte de lo económico.

 

Gracias por escucharme.