Sesión del 27/07/2021
Sesión 27/07/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Francisco B.
La entidad relata que le costaba disciplinarse en sus obligaciones profesionales y en el hábito de la bebida. Esto generaba discordias con otros compañeros de trabajo y jefes. Alega que no era entendido y que la mayoría de problemas que tenía en esta vida eran causados por los demás. Fue en Gaela.
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Entidad: Llegué a la obra una hora más tarde, eran como las nueve, quizás un poco más de las nueve. Segundo ya estaba trabajando y Paulino estaba preparando una mezcla.
-¿Qué te pasó?
-¡Ah! Me quedé dormido, ayer me costé retarde.
-¿Seguís con la bebida?
-No, no, casi no tomo. En serio. Yo di mi palabra de que me iba a comportar.
-¡Vamos Tito, te conocemos!
-¡De dónde nos conocemos!, del trabajo nos conocemos. No saben ni donde vivo ni nada.
El joven, Segundo, dijo:
-Te falla la memoria Tito, ¿te acordás cuando fuimos a comer con el patrón a tu casa? -Me encogí de hombros.
-Me había olvidado.
-A los que no conocemos es a tu familia.
-No, ellos viven en otro lado.
-Dijiste que tenías dos hijos.
-Sí, mi hijo ya es grande, estudia, Alejandro. Y la nena. Yo le digo la nena pero también es grande. Se había juntado con un joven y se ve que le fue mal y se separaron, está otra vez en la casa de mi ex.
-¿Y por qué te separaste?
-¡Je, je! era insoportable vivir con mi ex, me volvía loco. "¡Ay! Tito, cuídate", "Tito esto, Tito el otro". Yo soy Tito Reyes, yo hice mil cosas, trabajé de maestranza en una fábrica.
-¿Y -preguntó Paulino-, qué pasó?
-Bueno, el encargado se molestó porque llegaba tarde.
-¡Je! entonces es responsabilidad tuya.
-Bueno.
-¿Cuánto hace que no ves a tus hijos?
-¿Para qué quiero verlos? Lumila prácticamente no me dice nada. Viene, a veces se queda medio día y se va. Los fines de semana. Y Alejando es como que siempre me demanda.
-¿Te demanda? -dijo Paulino-, ¿Qué te pide plata o qué?
-¡Je! No, no, no, él tiene dos trabajos, está mucho mejor que yo. Me demanda en el sentido de que dice que yo soy una persona que se deja estar y que me quejo.
-¿Y no tiene razón?
-¿Por qué a ustedes les parece que tiene razón? Yo vengo y trabajo más que ustedes, yo soy oficial albañil.
-Oficial albañil. ¿Acaso das la terminación con la llana? Eso lo tengo que hacer yo -dijo Paulino-. Hasta el pibe Segundo da mejor terminación que vos. Además, fíjate como te tiembla la mano. ¿A la mañana qué desayunaste?
-¿Pero por qué le tengo que dar explicación de todo lo que hago? -exclamé.
-¿Comiste algo?
-Sí, comí.
-Pero qué tomaste, ¿una bebida caliente o te mandaste una copita de algo y..., para estar a tono?
-No me gusta que me estén encima le voy a decir a Clayton que me cambie de trabajo, hay otras obras que está haciendo. Al final ustedes en vez de mis amigos son muy jodidos, che, muy jodidos. -Y me puse a trabajar, me puse a trabajar.
A la tarde nos citó el patrón. Paulino dice:
-¿Qué habrá pasado que nos cita Jorge Clayton al domicilio que tiene? Qué raro. La obra va bien, va bastante bien avanzada.
Llegamos a las seis y media de la tarde, y cuál es la sorpresa que estaba Jorge Clayton con mi hijo Alejando.
Lo saludé fríamente a mi hijo y digo:
-¿Qué hacéis vos acá?
-Vine a verte y te habías cambiado de dirección.
-Sí, lo que pasa que no pagaba la otra pieza y entonces me cambié de lugar.
-Pero cómo. ¿el señor Clayton no tiene lugar para ustedes?
-Sí, pero yo quería estar solo, no con Paulino y Segundo. Entonces me había alquilado una pieza y el encargado me jodía todas las semanas, que por qué no pagaba, que me atrasaba. Encima tenía que compartir el baño con otros.
-Justamente -dijo mi hijo-. El señor Clayton te daba un lugar y estabas tranquilo.
-¿Tranquilo o vigilado?
Clayton nos reunió.
-Bueno. Primero Segundo. estás trabajando bien, pero te dije que tenías que estudiar. ¿Qué pasó? -Segundo se encogió de hombros.
-Siempre me gustó estudiar, quería ser algo más. Pero mi padre Martín, cuando tenía dieciséis años, que me anoté en una academia, me dijo "¿Quién -y dijo una palabra muy grosera-, quién mmm sos vos para crecer más que yo?". -Lo miré al patrón, a Clayton. Muy rara vez lo había visto con cara de sorpresa.
-¿Tu papá te dijo eso?
-Sí. Y no es la primera vez, "Así que ahora querés estudiar, así que ahora quieres ser un señorito. Yo toda la vida trabajé con mis manos y el señorito quiere estudiar, quiere ser más que su padre. ¡Pero qué te pasa!". Y nunca me hizo estudiar.
Jorge Clayton lo miró a Segundo y le dijo:
-Apenas sos un poco más grande que yo, ya no sos un chico, ahora tu padre no te manda.
Segundo se encogió de hombros y dijo:
-Pero a esta edad no voy a ponerme a estudiar.
-¿Por qué no? -dijo el patrón-, si hay gente de cincuenta años que sigue estudiando. Y más también.
-No sé, no me da.
-Este tema no termina acá, Segundo. Vamos a seguir con el tema. Nunca nos has dicho por qué te pusieron Segundo.
El muchacho dijo:
-Porque fui el segundo hijo. Mi hermano mayor, Carlos, es un desastre, no labura, no hace nada.
Jorge Clayton se dirigió a Paulino:
-A ver, Paulino, contame vos.
-Yo estoy bien. Al mediodía sí es verdad que me tomo un par de vasos de vino.
-Sí, he visitado la obra de mañana y he visitado la obra de tarde -dijo Clayton- y vi que a la tarde trabajabas bastante más lento. Yo no te digo que no tomes pero tómate aunque sea una copa y basta. Una vez llegué y estabas durmiendo la siesta en el trabajo. El día te lo pagué, pero no me tomes por un tonto.
-No, no, por favor, patrón -dijo Paulino-. Pero cómo... Yo lo respeto mucho.
-Se ve. Si no nos conociéramos de tiempo atrás te hubiera echado.
-Pero patrón, yo soy muy frontal, yo las cosas no me las callo.
-Este tema lo dejamos acá por ahora después lo vamos a seguir. A ver vos, Tito. ¿Qué pasa con vos?, ¿a qué hora llegaste hoy?
-Más o menos nueve y cuarto.
-¿Qué pasó?
-No escuché el despertador.
-Anoche estuviste tomando.
-¡Ah! Tomé un par de tragos, pero fuera del trabajo es mi vida, ¿no?
-Sí, por supuesto, fuera del trabajo es tu vida, estás alejado de tu familia, te separaste de tu esposa, a tus hijos casi no los ves.
-¿Y para qué los voy a ver? Cada vez que vienen me demandan. A ver, Alejandro, ¿a qué viniste?, ¿o te viniste a quejar al patrón por mí? ¿Qué sos mi hijo o mi enemigo?
Alejandro dijo:
-Yo no me vine a quejar, no sabía a dónde estabas porque en la pieza me dijeron que te habían echado, y como tenía la dirección del señor Clayton vine a preguntar. Y me citó para esta hora. Así que lo que estás hablando estás hablando de más. -Me enojé.
-Es como que todos se la agarran conmigo. A mí siempre las cosas me van mal.
-Yo es como que me gustaría ayudarte, pero yo también tengo mi familia -dijo Alejandro.
-Y está bien, me parece bien que hayas hecho familia y no como tu hermana que se juntó y se separó.
-Pero a veces la veo a mamá y se preocupa por vos.
-¡Ja, ja, ja, ja! -Mo pude sostener la risa-. ¿Tu mamá se preocupa por mí? Cada vez que estábamos juntos me peleaba.
-¿Y por qué te peleaba? A ver, papá, ¿por qué te peleaba?
-Porque decía que había días que me quedaba en casa y no iba a trabajar.
-Y entonces tenía razón.
-No tenía razón, hijo, me dolía la espalda. No soy un pibe como vos, ya soy una persona grande. Ya soy grande, ya tengo cincuenta años. ¿Qué... qué... qué pretendés de mi vida?
-A ver. -Lo miré a Clayton. A él, obviamente, no podía levantarle la voz como a mi hijo-. ¿Qué te gustaría modificar, Tito? -Lo miré.
-Bueno, patrón, usted me paga bien, y bueno, obviamente vuelvo al lugar que me ofreció porque no puedo pagar la pieza.
-Ahora, Tito, entre nosotros -dijo Clayton-, ¿era necesario que te vayas y te alquiles una pieza donde no tenías ni estufa ni nada y gastaras parte de lo que te doy para nada si tenías lugar gratis? En el apartamento cada uno tiene su lugar; Paulino tiene su pieza, Segundo tiene su pieza. Pueden compartir la comida o cada uno se compra lo suyo y se calienta lo suyo. Encima el apartamento tiene dos baños, no lo van a ocupar al mismo tiempo los tres los dos baños. ¿Qué es lo que pasa, Tito? -lo miré.
-Ya soy grande, me duelen los huesos, me duele el cuerpo, es como que todo me va mal. Yo trabajaba en maestranza y era muy bueno, limpiaba toda la fábrica. Después trabajé en una empresa de embutidos y también hacía bien las cosas.
-¿Pero?
-Pero patrón, un día en pleno invierno me agarró fiebre y falté un par de días.
-¿Y el certificado médico?
-¿Y para qué iba a ir al médico?
-Para tener un comprobante de que faltaste justificadamente. -Me encogí de hombros.
-No, nunca fui al médico. No me gustan los médicos que te inventan enfermedades.
-¿Pero tenías fiebre de verdad o faltaste porque faltaste?
-¡Claro que tenía fiebre de verdad!
-Entonces hubieras pedido un médico. La empresa te daba médico y te mandaba incluso el médico a tu casa. -No le contesté-. Entonces obvio que no te iban a creer -siguió Clayton-. ¿Y así cuantos trabajos perdiste? El de la fábrica de embutidos, donde trabajaste de maestranza, de limpieza en la escuela. Yo no me olvido de todos los lugares que me dijiste y aparte averigüé por mi cuenta. -Es como que me molestó.
-Disculpe patrón, ¿pero que es detective también?
-No, para para para, te estás yendo de mambo.
Alejandro dijo:
-No entiendo la palabra, no soy de Ciudad del Plata.
-Como que se está pasando de rosca, como que está respondiendo muy atrevidamente, eso significa pasarse de mambo. No soy detective, Tito, simplemente me gusta saber quién es la gente que trabaja conmigo. Y no acepto que me respondan mal.
-Pero patrón, yo no respondí mal -expliqué-, sólo dije que averigua todo como si fuera un detective.
-Por supuesto, porque es lo que tengo que hacer. ¿Te quejas de que la vida te va mal? En la vida no te va mal, los trabajaos que has perdido los has perdido de descuidado. Y tu hijo no te demanda nada, tu hijo Alejandro lo que quiere es lo mejor para vos, pero es como que sos un dejado, es como que trabajas bien en un tiempo y en otro tiempo no. Lo de hoy, que llegaste a las nueve y cuarto, está bien. Una vez puede pasar, pero es la segunda vez en la semana, es la quinta vez en el mes que llegas más tarde. Y no estás lejos de la obra. Así que bueno, depende de vos. Yo puedo ser bueno pero no tolero la tontería.
-Pero patrón, me está llamando tonto.
-No, no -dijo Clayton-, no te estoy llamando tonto, yo no le falto el respeto a la gente, digo que estás haciendo tonterías. Así que ponete las pilas.
Mi hijo Alejando preguntó:
-¿Qué significa ponerse las pilas?
-Significa que preste atención a las cosas y a su propia vida, porque después se hace el rol de víctima, se queja de que todo le va mal cuando es él el causante de eso. -Lo miré a mi hijo.
-¿Y vos hasta cuando te vas a quedar?
-Hasta mañana. ¿Precisas algo?
-De vos no preciso nada, ¿desde cuándo un hijo tiene que ayudar a un padre? O ahora te la crees porque tenés dos trabajos... ¿Qué te pasa?
Saltó Segundo:
-Tito me hacer acordar a mi padre Martín, que se molestaba porque yo quería estudiar y él me decía que yo no era quien para saber más que él. Me da la impresión como que Tito se molesta porque Alejandro sabe más que él.
Lo miré a Segundo y le dije:
-¿Y a vos quién te dio vela en este entierro?
Otra vez mi hijo preguntó:
-¿Qué significa eso?
-En leguaje coloquial significa que es un metido, que va donde no lo llaman, que se mete en una conversación que no estaba, que no tenía nada que ver con él.
Clayton dijo:
-Me parece los ánimos están exaltados, y honestamente no... Estoy pasando por muchas cosas. Si otra vez llega a haber, porque sé que también discuten entre ustedes...
-No, no, no -dijo Paulino-, yo con Segundo no discuto. El problema es con Tito. Nosotros ni siquiera llegamos tarde.
Clayton dijo:
-Bueno, yo les doy una semana más para que trabajen bien y estén bien, si no, Tito va a otro trabajo. Pero en ese otro trabajo monté un tarjetero.
-¿Qué es eso? -pregunté.
-Cuando llegas marcas tarjeta, porque no va haber quien te controle, vas a estar solo. Tenéis las indicaciones de una semana para saber lo que tenéis que hacer, tenéis el enduido, tenéis la pintura, tenéis todos los materiales. Y te dejaré la llave a tu cargo. Pero primero vamos a ver esta semana cómo vas.
-Yo no tengo ningún problema en empezar ya mismo en ese otro trabajo, estaría más tranquilo.
Clayton me miró y me dijo:
-Pero la tarjeta me va a decir a qué hora llegaste y a qué hora te fuiste. Depende de vos. Yo te doy una oportunidad más. Una. Y te lo digo delante de Alejandro, de tu hijo. Bueno se terminó la reunión, vaya cada uno a tomar algo si quieren o vayan al apartamento.
Lo miré a Alejandro y le dije:
-¿Y vos que vas a hacer?
-No sé, te invito a tomar un café o a comer un sándwich.
-¿Y después?
-Me voy al hotel porque mañana me vuelvo a casa.
-Está bien, acepto tomar algo. El tema es que no me demandes nada porque ya bastante tengo con la charla de ahora. -Nos marchamos y me fui a tomar algo con mi hijo.
Pero pasaba como siempre, me echaban la culpa de todo. Y si a mí me iba mal me echaban la culpa a mí cuando el verdadero responsable era la vida que me había tocado, una mujer que no me entendía, unos hijos que me decían: "Pero papá, vos no te ocupas de vos mismo". La verdad que me jodían bastante la vida porque yo era una persona buena y decente. Pero claro, mi propia exmujer era la que les llenaba la cabeza a los chicos. Todo pasaba por ahí. Y ahora encima se me ponía en contra mi patrón y los que decían que eran mis amigos, Paulino y Segundo. ¿Pero quién se creen que eran, los reyes de qué?, yo sé el oficio mejor que ninguno de ellos. Y es mentira que me tiembla la mano, dicen que me tiembla la mano porque tengo ganas de tomar una copa y como que tengo dependencia al alcohol. Mentira. Me difaman. No se dan cuenta de que yo soy Tito Reyes, soy oficial pintor, oficial albañil y el mejor en maestranza. ¡Je, je! Seguro que en la fábrica de embutidos hay un estúpido que me remplazó. ¡Cómo me deben extrañar en esos lugares que me echaron! Y el de Lisiana, el dueño de la pieza, era un explotador.
Pero bueno es mi vida, es mi vida. Me quieren hacer responsable de mi vida cuando los responsables son los demás. ¡Ay, ay, ay!, las cosas que tengo que escuchar, las cosas que tengo que vivir. Me molesta dar explicaciones a todo el mundo de mi vida, porque es mi vida, y si me va mal no es por culpa mía, por culpa de los demás. Y no quiero seguir expresándome.
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