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Psicoauditación - Giacomo

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión 12/09/13
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Entidad que fue Giacomo

La entidad plantea dudas, conceptos acerca de los roles del ego. Relata una vivencia donde las relaciones íntimas entre las personas estaban dentro de lo posible, dándose situaciones de todo tipo. Eso le llevó a crearse engramas por causa de conflictos mentales que ello le producía, aceptaba lo que había pero seguía dándole vueltas. Después de la sesión, Jorge Olguín comentó que la entidad quedó aliviada al descargar ahora lo que acumuló en aquella vida. Nos deja dos conceptos: idealizar y perspectiva, los cuales desarrolla en la sesión.

Sesión en MP3 (3.283 KB)

 

Entidad: Me siento halagado pero con aprensión, a su vez con dudas, a su vez con inquietudes de no saber por dónde comenzar, de no saber por dónde empezar a relatar porque cuando tú te encuentras que el efecto no tiene una causa puntual sino que tú miras hacia atrás y ves infinidad de posibles causas… ¿Por qué digo 'posibles' y no concreto? Porque si bien yo, como thetán, tengo la memoria intacta hay infinidad de situaciones que me condicionan.

Como thetán lucho permanentemente contra los roles del ego. Es más, uno puede realizar los roles del ego permanentemente haciendo que se integren y hasta puede subir de nivel de vibración pero los engramas están en todos los planos. Por lo menos el rol del ego puede ser de alguna manera detectado a pesar de que el rol del ego se camufla, se disfraza, muta y hasta puedo llegar a pensar que no hay roles del ego sino que es un ego que tiene distintas máscaras, mil o más, pero en un momento dado lo detectamos: "¡Aquí estás!".

 

El tema son los engramas y de alguna manera van mancomunados porque el rol del ego lo que hace es reactivar algunos condicionamientos que estaban ocultos y que te pueden afectar en la parte de comunicación, te pueden afectar en la parte de aprobación de los demás, te pueden afectar en lo sexual, te pueden afectar en cómo te sientes. ¿Que esto no lo he conceptuado con mi propio ser? Infinidad de veces.

 

Veamos, no voy a ir muy lejos. Seis siglos atrás, en Roma, me llamaba Giacomo Busetti. Era ayudante de ayudante de un gran pintor. Ese gran pintor tenía un gran ayudante que pintaba, después de años, casi a su nivel. Hasta podría decir -y esto es un concepto mío- que si ese gran pintor no estaba el ayudante hasta podría completar sus obras. Y yo, Giacomo, es como que intentaba de alguna manera emular pero capaz que no tenía la misma mano o capaz que me dispersaba viendo a la modelo que era una joven bellísima, bellísima al extremo de crearte obsesión de querer pintarla sólo por el hecho de verla, sólo por el hecho de llevarla a la tempera.

 

Una mañana llego tarde porque tenía un enfriamiento tan grande… Imaginaos lo que es una mañana de enero con un tremendo frío que por más abrigo que te lleves… La modelo aún no había llegado. Y tenía tal confianza -el maestro- que tenía mi propia llave y veo a aquel famoso artista con su ayudante no en una posición muy íntima pero sí con cierto acercamiento de caricias que me desconcertaron porque yo los tenía en un ideal.

 

Aclaro que yo no discrimino a nadie pues tenía un gran amigo, Luigi, que tocaba el piano como los dioses y él tenía como cierta atracción por otros compañeros. Era su vida, yo en eso no me metía. A él lo aceptaba como tal y conmigo era un excelente compañero. Con estas dos personas con las que yo estudiaba pintura lo traté de analizar conmigo mismo porque me pasó algo extraño y vuelvo a insistir para que quede bien aclarado: yo sabía que le gustaba a Luigi y conmigo, Giacomo, nunca intentó nada. Pero uno sabiéndolo lo acepta pero con este gran artista y su ayudante que pintaba a la par de su maestro me dio como una especie de shock, como que me costó asimilarlo verlos en esa posición de intimidad, que no llegaron por lo menos mientras estaba yo. Y en ese momento hice ruido con unos caballetes moviendo unas maderas y llegué como si nada y ya estaban como acomodados. Al contrario, el maestro me dice: -¿Qué te ha sucedido, Giacomo?

Le digo: -Mi madre me ha tenido que dar una infusión muy caliente con unas hierbas porque expectoraba mucho. Pero no quería faltar.

 

Justo ese día, quizá por la misma mañana fría de enero, la modelo no vino. La mañana me sirvió porque estuvimos practicando con distintos colores, con perspectivas. Aprendí que la perspectiva me ayudaba a poder ver. Y entendí que en el mundo espiritual es lo mismo, que tú puedes ver las cosas en perspectiva. Y no te sirve solamente para la pintura, te sirve para las amistades, para los conocidos, para la familia, para el entorno, para tu vida. Que cuando tú miras las cosas en perspectiva tú puedes ver bien, puedes medir lo que no ves cuando no estás en perspectiva y aprendes a aceptar.

 

Quizá el error mío fue idealizar. Yo era de carácter un poco tímido.

 

Recuerdo que una tarde, en el atelier, la modelo Isabella se iba y caía como un aguanieve, no llegaba a ser nieve. A pocas calles quedaba su casa, no había venido ninguna calesa a buscarla. Le presté mi capa y la acompañé. No sé cómo pero en el camino le hablé. Hasta el día de hoy, como Giacomo, no me atreví.

Le dije: -Qué raro que tu pareja no te ha venido a buscar.

Porque interpretaba como que no tenía novio o esposo. Y mi intención era: "Hoy le digo que me atrae".

Y en ese momento me dice: -Mi pareja no me vino a buscar porque está muy deprimida porque tiene conflictos con su ex esposo.

 

Pensé que lo había entendido bien. O sea, que esta modelo que durante tanto tiempo yo veía cómo se iba dibujando en ese cuadro y yo a la noche soñaba que estaba dentro del cuadro con ella tenía una pareja femenina. Y ese gran artista y ese gran ayudante, a su vez, eran pareja ellos.

 

Me quedó un engrama de frustración, me quedó un enorme engrama de frustración. Hasta llegué a mirarme mi propio rostro viendo si quizás yo no era atractivo para nadie. Esto me lo guardé para mí, no lo comenté con mi familia, no lo comenté con nadie.

 

Por un problema económico nos mudamos al norte, a Milán. Dejé la pintura, dejé todo. Padre se puso una tienda de ropa, madre lo ayudaba. Un primo que quedó huérfano, Giuseppe, empezó a trabajar con nosotros. Giuseppe era una persona rara, vivía todo el tiempo riéndose. Era dos años mayor que yo. No tenía una novia, tenía infinidad de novias en todo lado que iba. Incluso a veces se tenía que esconder porque lo perseguían, como aquellos cuentos del Don Juan. Yo no era puritano pero sentía que este primo no era un ejemplo de vida tampoco.

 

Conocí un par de jóvenes en Milán. Donatella era una joven bellísima pero me había quedado el engrama de qué orientación sexual tendría. La veía como muy abierta, como demasiado abierta. Y me sentí extraño porque a mi primo no le daba importancia ella, me buscaba a mí. ¿Me buscaba o solamente quería un amigo que la escuche? Nunca lo pude saber porque me aparté, potencié mi frustración con mi propia actitud. Es que a veces nos creemos tan listos que aumentamos la confusión, como si al fuego para apagarlo le echaras gasolina y obviamente que la llamarada te consume porque uno tenía como una llamarada por dentro pero una llamarada de confusión.

 

El cuadro de aquella modelo fue conocido. No fue la gran obra pero fue conocido. Un semidesnudo, un cuerpo tapado con unas telas sugestivas. Un cuadro que hasta el día de hoy es conocido. Sí, esa modelo yo la conocí en ese rol de Giacomo. Una modelo que a lo largo de los siglos ha hecho suspirar a muchos varones y ella tenía la pareja femenina. ¡Que nunca supe cómo terminó esa relación! Tampoco me interesó.

 

Pero a mí me frustró porque para mí, cuando idealizas el ideal de mujer, como idealicé a aquel artista -es muy difícil expresarse con lenguaje hablado porque el concepto va mucho más allá, en un segundo de concepto puedo emitir más ideas que aunque hable una hora a través de este receptáculo porque quizá no se entienda- yo entendía a mi amigo Luigi de Roma porque nunca lo idealicé y porque así lo acepté. En cambio, con mi maestro y su discípulo, que también era maestro mío, yo los había visto de determinada forma y no los aceptaba de otra pero era un problema mío, no de ellos porque quizá se malinterpreta como que yo no aceptaba su condición. No me importaba su condición porque si no también hubiera prejuzgado a Luigi. Era lo que yo había forjado en mi mente. Y me siento mal que no se me entienda.

 

Cuando uno idealiza algo y ese algo no es como uno piensa ahí está el conflicto. Entonces no hay que idealizar nada, hay que aceptar las cosas como son.

¿Pero será posible que tenga que explicarlo con tantas palabras cuando con el concepto de un segundo ya lo habría dicho?

 

Mi primo, el villano, lo pasaba bien porque él tomaba las cosas como eran. Tenía un amigo que le gustaba tirarse de la punta de los Alpes. "Y, bueno, que se tire" decía mi primo. Él no cuestionaba nada -esto es una metáfora-.

 

Hubo otras vidas luego, obvio que hubo otras vidas, pero quería tocar esa para mostrar lo complejo que son los distintos roles heterogéneos. Y es como si pusieras en un recipiente un poco de agua y un poco de aceite y los quisieras mezclar... ¡No se mezclan! ¿Y por qué no se mezclan? ¡Porque no! ¿Y por qué no? Y no puedes estar toda la vida explicando por qué la distinta densidad y por qué no se mezclan... Lo aceptas o no lo aceptas. Y se acabó. Porque si no te agota, te a-go-ta. Te agota andar buscando la explicación de todo.

 

Le pido disculpas al receptáculo porque lo agoto con mi apasionamiento explicando las cosas. Le dejo la fatiga, la enorme fatiga al receptáculo y yo me voy liviano, si se permite la expresión en el plano suprafísico.

 

Gracias por escucharme.

 

...

 

Jorge Olguín: La sesión, donde el thetán no deja cabida a la interlocución, es una sesión que la considero productiva porque el thetán lo que hace es descargar a través de un relato, a través de volver a tomar ese rol de Giacomo y a través de ese rol de seiscientos años atrás, supongo, descargar lo que no descargó en esa vida, relatarlo desde su punto de vista, de comprensión. Y como vuelve otra vez a "revivir" esa vida se vuelve a apasionar.

 

Es verdad que me agotó a mí, como canalizador, y me ha dejado los ojos -como decimos- en compota, completamente llorosos de la energía. Y alejándome yo como canalizador del rol que canalicé veo muy positivo porque es como que de alguna manera ha sacado bastante peso y he notado -y esto lo digo yo, como profesor Jorge- que se sentía molesto de que no pudiera explicar bien su concepto.

Yo, como canalizador, lo que hago es traducir a lenguaje hablado lo que me va transmitiendo. Ni más ni menos.

 

Él estaba molesto porque él quería transmitir mejor. No es un tema de la canalización, es un tema de su concepto que no me permitía a mí decodificarlo para luego decodificarlo mejor. Y se sentía molesto pero si bien no recuerdo puntualmente toda la sesión interpreto como que pudo definir bien todo. O sea, para mí estuvo bien definido lo que quería decir, lo que quería relatar, cómo veía los ideales, su punto de vista y que no tenía prejuicio alguno. Simplemente que había desincronización entre su ideal y la perspectiva suya. Para mí estuvo claro como canalizador. Para mí estuvo totalmente claro. Absolutamente claro.