Sesión 02/09/2015
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Gladys
La entidad relata una vivencia en la que estuvo viajando continuamente de pueblo en pueblo con su familia, que eran vendedores ambulantes. Echaba de menos la estabilidad. Más tarde pudo hacer familia y encontró su lugar de pertenencia.
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Entidad: No quería pensar en esa vida. Nací en el país que se conoce como Francia, en 1.769. Mi niñez fue bastante feliz, no puedo quejarme, mis padres quizá no eran muy aceptados en ninguna de las regiones por venir de lo que se conoce como Budapest, la capital de la actual Hungría. Mi nombre era Eva. A mis veinte años, en 1.789, la situación estaba muy inestable. Vivíamos en una pequeña aldea costera en lo que en aquella época se conocía como el Canal Inglés, en Calais, en la región de Artois.
Mi padre hizo algo -que vosotros quizá conocéis, en el oeste americano de la misma época- como buhonero. Con una carreta techada andábamos de un lado para el otro vendiendo objetos que podían ser útiles o no y marchamos por todas las regiones. Llegamos a Arras, fuimos hacía el sur cruzando el río, llegamos a Amiens, en la zona de Picardy, bordeamos otro río y llegamos a Reims y finalmente llegamos a Troyes, en lo que era la zona Champagne.
Mi cuerpo era absolutamente distinto al de mis padres. Mi padre alto, obeso, con unos bigotes que vosotros conocéis como mostachos, madre también era bastante gorda, con un pañuelo en la cabeza. A veces me preguntaba irónicamente "No se lo saca ni para dormir". Ni siquiera sé si se lavaba el cabello. Por alguna razón los aldeanos en todos los lugares, en Soissons, en Reims, en Bar, en Langres, en Dijon nos aceptaban entusiasmados en comprar cosas que tal vez no les servían. Yo no quería que vendiera el jarabe porque más de una vez le trajo problemas, era un jarabe supuestamente para la tos pero había gente que se sentía mal y se descomponía y más de una vez tuvimos que salir huyendo de un poblado.
Recuerdo que marchamos hacia el oeste, llegamos a Orleans, a Blois, a Le Mans en Main, a Mancini hasta que llegamos a la región Brittany en Rennes y llegamos a la punta donde terminaba el Canal Inglés a Brest, ya en el oceánico Atlántico, pero fue muy poco lo que pudimos hacer ahí, era un lugar de pescadores, no les interesaba un buhonero.
No alcanzamos a estar una semana que retrocedimos hasta Nantes. Bajamos hasta Samir, Poitiers en la zona de Poitou hasta que al final llegamos ostra vez al puerto de La Rochelle en Saint Anne, un puerto muy importante puesto que siglos atrás se comentaba que de allí habían salido los Templarios hacia América casi un par de siglos antes de Colón.
Allí había bastante, bastante trabajo, por ser un puerto pequeño había muchos habitantes. Padre tenía esa rapidez, sagacidad, inteligencia para reponer la mercadería a un cuarto de su valor. Pasamos por el área de Dognet, volvimos otra vez para el este a la zona de Auvernia, bajamos hasta Nimes, Montpellier.
Ya había cumplido veintiún años y me sentía como huérfana de sitios. Otra vez hacia el oeste hasta Toulouse, luego bajamos a Foix y volvimos unas millas al oeste, nos quedamos en Foix varios meses.
Padre amaba a madre. Nunca, nunca tuvo vicios de beber o de jugar a las barajas pero lo involucraron en un incidente con una viuda y tuvimos que huir rápidamente hacia el este cruzando varios ríos en la frontera con España pero sin atravesar la frontera. Llegamos a Perpignan casi a orillas del mar mediterráneo y nos radicamos allí. Nos radicamos allí, nos quedamos viviendo en Perpignan. Me sentía como que nunca tuve un lugar de pertenencia, bastante sola por así decirlo.
A los veinte y dos conocí a Marcel. Marcel había vivido toda su vida, sus veinte y seis años en Andorra. Andorra era un principado que se hablaba tanto francés como catalán.
Había quedado huérfano, se especializaba en vender espadas, él las ideaba mentalmente y se las encargaba a un herrero le decía cómo, qué empuñadura ponerle, de qué manera templar el acero. Quiso cambiar de aires y se vino a Perpignan. Al año nos casamos. Papá y mamá llegaron a conocer a sus dos nietos, al varón Alain y a la niña Isabel.
Después de correr toda la región francesa, de venir de Calais, en aquel entonces se conocía como el Canal Inglés y hoy se conoce como Canal de la Mancha, sí, desde aquella época sentí que por primera vez podía descansar pero que no se me mal entienda, trabajaba más que nunca ayudando a mi esposo, criando a los niños, haciendo todo tipo de actividades y no es que no me gustara viajar pero ¡basta!
Papá ya no trabajaba, había ahorrado dinero. Sentí como que mi vida había cambiado para mejor pero me quedaba ese sentido de no tener un lugar de pertenencia. Da la impresión como que siempre los primeros años de tu vida te marcan y sí, aunque luego seas feliz por cuarenta años más.
Viví en esa vida sesenta y tres años, bastante para la expectativa de vida de esa época. Y los dos engramas importantes fueron que en cada región había una comida distinta y mi estómago nunca se adaptaba a la comida de una región hasta que aprendí a hacer comida sana. Y así crecieron los chicos, sanos.
Gracias por escucharme en el rol de Eva.
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