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Psicoauditación - Jenifer |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
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Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Jenifer Comenta la entidad que acepta ser como es mientras no dañe a otros, aunque esos otros no compartan su manera de ser. Desea realizar sus metas por delante de todo. Manifiesta su interés por descargar engramas de vidas pasadas. Relata vivencias en Ran II.
Entidad: Muchas veces buscamos salir adelante, cumplir nuestros anhelos, llevar a cabo nuestras expectativas. Nunca he pedido mucho, por lo menos no bajo mi apreciación. Otros dirán "Sí, hay cosas más importantes que lo que anhela ella", pero excelsos Maestros dicen que para opinar sobre lo que pensamos tienen que estar en lugar nuestro, sentir nuestros anhelos, nuestros temores, nuestros afectos, profundizar en nuestro inconsciente, ver lo que necesitamos o lo que creemos necesitar". Quizá después alcanzamos esa meta y no era lo que queríamos. ¿Y qué? ¿Por eso me van a tildar de inconstante? Mientras no lastime a terceros -o por lo menos no lo haga a propósito-, y en el camino -mientras recorra el mismo para alcanzar ese horizonte soñado- alguien por alguna razón salga lastimado, no es algo que yo haya hecho a propósito.
Creo que hay gente muchísimo más egoísta que no le importa pisar cabezas con tal de alcanzar objetivos. No me identifico con ese tipo de gente, trato de ser yo, en todas las vidas trato de ser yo. No soy perfecta, he cometido errores. He tenido elecciones que si una pudiera modificar lo haría y algunas no, porque dentro de esas decisiones también, ¿cómo podría decirlo?, están involucrados seres queridos; entonces no siempre se puede dar marcha atrás porque borraríamos afectos, borraríamos vidas, borraríamos momentos. Parece que mi concepto fuera complicado, pero no me expreso para que me entiendan, expreso para descargar los engramas de las distintas vidas.
Encarné en un mundo llamado Ran II que orbitaba su estrella cada ciento veinte y dos de vuestros días, y por lo tanto nuestra edad era distinta a la vuestra. Ejemplo: Yo había cumplido sesenta y seis años, que sería el equivalente a veinte y dos años de Sol III. Estudiaba nanomedicina con un afamado profesor, Osmar Belami, que era médico en nanotecnología. Él trabajaba de día en la clínica de su padre y por la tarde, casi noche, enseñaba en la facultad. Recién estaba en cuarto año. No era una materia fácil porque, insisto, yo no estaba en la carrera de medicina sino en la de nanomedicina o sea, la materia más difícil era la nanotecnología de la cual el profesor Belami era especialista. Es más, diría que en todo Ran II estaba entre los cinco mejores especialistas en nanotecnología.
Anhelaba con conocer otras regiones que había visto en la pantalla de mi ordenador, regiones en el noreste, ciudades que tenían costumbres exóticas... Y me hacía sentir mal. Vivía con mi familia pero en realidad era independiente. Había rentado un pequeño apartamento a pocas calles de donde vivían mis padres y podía hacer mi vida sin dar explicaciones a nadie. Una de las cosas que más me molestaba, pero mucho, muchísimo, era dar explicaciones. Mi nombre era Alexia Cabello, y me molestaba que dijeran: -¿Dónde has estado, Alexia? ¿Has conocido a alguien? ¿Cuántas materias tienes que rendir? ¿Qué anhelas? Eso lo podría conversar con un asesor psicoespiritual, pero no con gente que pregunta por querer averiguar de una.
Ya estaba en cuarto año y no tenía paciencia para esperar a recibirme. Tenía unos créditos ahorrados. La ventaja de que en Ran II hubiera dinero electrónico en todas las regiones -a diferencia de vosotros en Sol III-, no tenía que cambiar de dinero, todo el planeta se manejaba con el mismo dinero, no es que en unas regiones se ganara más que en otras... Aparte, Ran II era un mundo extraño. Ventajas: No había religiones, no había oscurantismo, no había fundamentalismo. Ventajas: Se protegía la flora, la fauna, arroyos limpios, bosques vírgenes. Había mucha población, sí, éramos más de tres mil quinientos millones de personas en un mundo casi tan grande como Sol III. Pero allí (Sol III) había el doble; aparte, allí se depredaba flora, fauna, bosques, arroyos. Aquí no.
Sí, es cierto, y era lo primero que estudiábamos en la facultad: la reproducción, porque sí, había una ley impuesta en todas las regiones de que los matrimonios no podían tener más de dos hijos para evitar superpoblación. Vivíamos bien, había ricos, no tan ricos, pobres pero no por falta de oportunidades, directamente ya dependía de cada uno, del afán de estudiar, de trabajar. No se podía comparar Ran II a Sol III en ese aspecto. Si por "accidente" en el matrimonio la mujer llegara a quedar embarazada de un tercer hijo, luego del parto se lo quitaban, quedaba en un establecimiento del estado bien alimentado, bien vestido, bien criado pero con unas siglas: "Sin apellido", huérfano, absolutamente huérfano. Si sus padres intentaban buscarlo mediante la web electrónica y los descubrían podían ser penados, la pena no era prisión ni nada por el estilo, era una pena en descuento de créditos del dinero electrónico.
Y como dije al comienzo, a veces anhelamos objetivos pero circunstancias externas nos perjudican. Supe que al afamado profesor Belami lo despidieron de la clínica, interpreto que el propio padre. Nunca supe los motivos. Tenía cierta confianza con el profesor Belami, pero de la misma manera que me molestaba muchísimo que me preguntaran "¿Qué has hecho Alexia? ¿Por qué tal cosa? ¿Por qué tal otra?", lo mismo yo para los demás, no me gustaba preguntar si no me lo decían. Belami tuvo una crisis depresiva y pidió una licencia de algunos meses. El profesor que vino de reemplazo era lamentable, más que lamentable. Pero no sé por qué, si yo era distinta al resto... Eran treinta alumnos en el curso y estaban todos felices. A ver, no es que el profesor Osmar Belami era tirano, al contrario, era amigo de todos nosotros, le podíamos preguntar lo que quisiéramos levantando primero la mano respetuosamente, pero era estricto en cuanto a la enseñanza, no aprobaba al que no sabía, quería que el que se recibiera se recibiera sabiendo de verdad por respeto a él mismo, a su alumno, a la sociedad. En cambio este suplente es como que regalara las notas y yo estaba con cara larga, por decirlo de alguna manera. Y sí, estudiaba, estudiaba más que nunca y se me cruzó la tentación, supongo por ego, de pensar bueno, si el profesor Belami se tomó unos meses de licencia, pierdo el año y listo. Tengo créditos ahorrados, me voy a conocer dos o tres lugares porque me siento como encerrada. En realidad en casa me daban libertad.
Me renté un apartamento simplemente porque quería respirar... ¿Qué, en casa no me dejaban respirar? Es distinto. No me interesa explicar mi vida. Insisto. Me contacto a través de este receptáculo descargando mi concepto al lenguaje hablado justamente para que esos engramas vayan diluyéndose. ¿Qué engramas? Primero: Que en realidad no sentía que tuviera un lugar de pertenencia, para mí la casa de mis padres era un lugar pasajero, el apartamento era algo pasajero, la facultad era pasajero, obviamente hasta que me reciba, no sé después. Tuve un par de relaciones afectivas pero nunca quise comprometerme, me parecía que coartaba mi libertad. Quería conocer lugares pero no quería tener un lastre que me dijera "Mira Alexia, hoy vamos acá, mañana vamos allá", no, no, no, no, no, yo decidía mi vida, yo decidía donde ir, yo decidía todo. Una amiga me dijo -y no era una pregunta, ¿eh?, era una apreciación-: -Quizás el precio que pagues es estar sola. -Le respondí: -No soy tan dramática, no por ahora. Aparte que tengo recién sesenta y seis años -Acordaos que dije que son veinte y dos años de Sol III-, tengo tiempo.
Finalmente no me tomé el año -como diríais vosotros- año sabático, no, no, no, seguí estudiando con este suplente sabiendo que el resto del año estaría con este hombre que mal enseñaba. Me comuniqué por correo electrónico con el profesor Osmar Belami y le pregunté si no me podía dar clases particulares. Me fue sincero, me dijo: -Mire, Cabello, he pasado por una situación que en algún momento le explicaré, y si bien estoy bien económicamente, porque en la fábrica de mi padre he ahorrado muchísimos créditos, no sólo mi padre me ha despedido sino que no me ha recomendado y me ha ensuciado en mi hoja de servicios.
Insisto, no quise preguntar el porqué ni en qué punto lo había ensuciado. Lo único que le pregunté: -Cuándo estaría en condiciones anímicas de enseñarme. -No antes de fin de año. No quise insistir, solamente le dije -y no es que me guste hablar mal de terceras personas-, pero le dije: -Su suplente no es lo mismo que usted y estoy estudiando por mi cuenta.
Me prometió que en las vacaciones podía reforzar mis estudios. Lo esperaría, y por ahora dejaría mi sueño de conocer lugares, por ahora. Pero a pesar de que yo buscaba libertad me da la impresión que las circunstancias eran las que me aprisionaban. ¡Y vaya! ¡Vaya si eso me molestaba! ¡Vaya si eso me causaba engramas!... Estar prisionera de una misma, ¡pavadita de cosa! Nada más, por ahora.
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