Sesión 29/08/2016
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Joaquín H.
La entidad relata cómo el mundo Helio 3 pasó de la tecnología a la falta total de recursos. Un tiempo antes pensaban ir a conquistar mundos pero la gran guerra interna frenó sus ambiciones. Cuando terminó siguieron odiándose unos a otros.
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Entidad: Muchas veces -desde el plano espiritual tenemos el recuerdo de todas las vidas-, y hacemos un esfuerzo para que nuestro 10% encarnado pueda, a veces, recordar situaciones que le sirvan como experiencia. Pero no, hay un velo, encarnamos con la memoria absolutamente borrada.
Hay seres privilegiados que tienen cierto déjà vu y pueden, o bien a través de los sueños, o bien a través de una intención muy desarrollada poder visualizar algunas vidas. Es más, visualizar algunas regiones, algunos barrios, algunos edificios y le resultan familiares, conocidos como que ya hubieran estado allí. En realidad eso es muy difícil porque rara vez volvemos a encarnar en la misma región pero puede suceder que en otras regiones, aún en otros mundos, haya edificios similares y los actuales puedan recordarnos a aquellos, descorriendo apenas ese velo de olvido.
Nací en Oradea en 2091, diez años antes de que se declarara la gran guerra en 2101. Causalmente, porque todo es causal, papá Andrés encarnó también como mi padre en Oradea, se llamaba Clodo Bazglis, mamá Ana encarnó como mamá Silvi Rapaport y yo, Joaquín, encarné como Razo Bazglis en 2091. Papá Clodo había nacido en 2060, mamá Silvi en 2068.
En la escuela siempre me gustó la historia, la gran guerra había durado nueve años, de 2101 a 2110. Actualmente en 2115 yo tenía veinticuatro años, mamá cuarenta y siete y papá cincuenta y cinco.
Todos los adelantos que teníamos, nuestras naves, nuestros ordenadores cuánticos, todo estaba desbastado. Es como que nuestra civilización hubiera entrado en una época de barbarie; seguíamos teniendo electricidad pero no teníamos tecnología.
Tenía muchos compañeros que carecían de maestros, nos sentíamos como huérfanos, nos sentíamos como desamparados.
Nuestra familia era de muy buena posición en Oradea. Cuando se declaró la primera gran guerra, en 2101, el dinero ya no servía. Teníamos más de cien satélites orbitando, diez telescopios espaciales.
Estudié que mucho antes de nacer, incluso antes de nacer papá en 2060, una sonda había descubierto un mundo casi gemelo al nuestro en la misma órbita.
Llegamos a enviar una sonda. Era un mundo bastante avanzado, similar a como éramos nosotros hace cien años atrás. Los gobernantes preparaban varias naves para ir a visitarlo o conquistarlo. Se reunieron las altas autoridades de Helio 3 y ya tenían planificado, para 2090, un año antes de que yo naciera, enviar veinte super naves al otro planeta que giraba en una órbita opuesta a la misma distancia del Sol que nosotros, a ciento cincuenta millones de kilómetros pero del otro lado del Sol.
Pero se fue postergando, se gastaba mucho en armamento -Aztea, que era la capital del hemisferio sur, era lo opuesto a Oradea y el viaje se fue postergando-, hasta que en 2101 se lanzaron misiles nucleares de ambos lados muriendo gran parte de la humanidad, y todos pensaban "Allí terminó todo" viendo como habían desbastado ciudades de ambos lados de los hemisferios.
Siguieron la lucha con armas convencionales, tropas que se enfrentaban. Muertes, desolación y en poco más de una década las naves quedaron en el olvido.
Nuestros escritores siempre decían: "Una civilización post-guerra nuclear, en cuarenta o cincuenta años se hundiría en la barbarie". Se equivocaron, pasó poco más de una década.
Hoy, en 2115, estábamos luchando por sobrevivir. Había quienes podían intercambiar trabajo por comida, otros directamente en las zonas lejanas a las ciudades vivían del saqueo. En los bosques, en las selvas, en los campos se vivía de la caza y de la pesca. Uno diría "Bueno, habéis vuelto a una vida sana". Había aguas contaminadas, napas contaminadas, flora contaminada, fauna contaminada, zonas radioactivas donde era un suicidio entrar.
Rencor, mucho rencor. El hemisferio norte, luego que terminó la guerra despreciaba al hemisferio sur y viceversa. De haber tenido naves espaciales pasamos a ni siquiera poder volar en aviones, ni siquiera teníamos coches. Habíamos entrado en una etapa de estancamiento, una etapa de la que no tenía seguridad de que íbamos a salir adelante.
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