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Psicoauditación - Julieta

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión 06/12/2013
Médium: Jorge Raúl Olguín
Interlocutor: Karina
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Julieta.

Recuerda una vida donde estaba acostumbrada a todo lo mejor siendo que el entorno era pobrísimo. No deseaba mezclarse con ese entorno tan pobre. Comenta que a veces es como que nos falta fuerza para seguir y nos dormimos ante las tareas, proyectos si bien también hay que disfrutar del día presente.

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Interlocutor: Bienvenido...

 

Entidad: Agradezco el poder estar aquí comunicado con vosotros.

 

Interlocutor: ¿Cómo te encuentras?

 

Entidad: Mi mente conceptual es un torbellino porque en muchas vidas he tenido muchas cosas menos conformidad. Vosotros, recordando vuestra historia, sabéis que la Edad Media era una edad violenta. No os dejéis guiar por unos libros de cuentos donde se ven galantes aventuras. Había muchas muertes por enfermedades, la expectativa de vida era corta.

Pero en mi caso había nacido en palacio, era de familia noble. De pequeña me regalaron un caballo pero nada me satisfacía.

 

Interlocutor: ¿Por qué? ¿Qué era lo que te interesaba?

 

Entidad: ¿Cómo explicarlo? Cada vez que encarnamos protagonizamos un rol y como no tenemos memoria reencarnativa nos acostumbramos a este rol. Quien nace pobre en una pequeña habitación en medio de la nada lo toma como algo natural y ve a los ricos como algo imposible de alcanzar. Quien nace en cuna noble le sucede  lo mismo desde el otro lado del espejo: ve la nobleza como algo natural, te sirven el té en bandeja de plata como algo natural, usas utensilios para comer y desprecias cuando la clase pobre coge de la cazuela la comida con las manos porque no saben usar los utensilios.

Cuando vamos -porque me gusta salir de palacio- al mercado a comprar mis padres saben que soy muy rebelde y me dicen: -Marieta, no bajes del carruaje.

Algunas veces lo he hecho y ese olor hediondo, nauseabundo que hay en el mercado - olor a pobreza- no lo soporto. La gente que tiende la mano pidiendo monedas… No quiero que me toquen, que me ensucien mi ropa. Pero luego vuelvo a palacio y hay un silencio agobiante.

Tengo algunos festejantes, un primo, Edward, pero es una persona tan vacía, tan vacía de ideas, de vitalidad, entonces es como que nada me conforma.

Sé leer y escribir, como buena noble.

 

Interlocutor: ¿Había algo que te interesara?

 

Entidad: No, no había nada que me atrajera. Una tarde, siempre desobedeciendo las órdenes de mi familia, salgo a pasear a caballo fuera de los límites de nuestras tierras. En un camino un poco obscuro y tres hombres se interponen. Mi caballo se encabrita y caigo en el barro. Tenía tanta indignación por mi ropa manchada que en ese momento no veía el peligro. No era solamente que me robaran, prácticamente no llevaba dinero conmigo, era algo peor. Los hombres me miraban de una manera como nunca me habían mirado en palacio. Se acerca en ese momento un jinete a toda carrera y desenvaina su espada y sin desmontar los corre a los malhechores. Se presenta como William. Pero sus ropas no eran de noble. Sin embargo sus ademanes, su modo era cortés.

Me quiere ayudar a subir a mi montura y no quiero que me toque. Sonríe con una mueca irónica. Finalmente me doy cuenta de que mi actitud no es la correcta y agradezco su intervención.

Me acompaña con las monturas al paso hasta los límites de palacio y conversamos. Me conversa de temas que antes no conocía. ¿Me entiendes?

 

Interlocutor: Te entiendo.

 

Entidad: Temas como la vida, como la guerra, como lo inútil de las batallas, de tener posesiones, que la felicidad no la da la riqueza.

Le discuto. Le digo que sí, que yo no podría vivir como la gente del mercado.

 

Interlocutor: Sin embargo la riqueza tampoco te da felicidad.

 

Entidad: Conversamos más de una hora. Al contrario, yo frenaba mi montura para no llegar. Le pregunté de dónde era, a qué amo servía.

Me respondió: -No soy de ningún lado. O de todos lados. Me sirvo a mí mismo. Ayudo a quien lo necesite.

En un impulso, cuando se estaba yendo le digo: -Se precisa gente como tú aquí en palacio.

-¿Y qué me daríais? ¿Unas monedas? No preciso nada, tengo todo.

-¿Dónde vives?

-Donde me coja la noche.

-¿Qué comes?

-Lo que sea necesario.

-¿Cuál es tu fortuna?

Toca las ancas de su caballo.

-Esta. Mi noble amigo que me traslada adonde yo quiero. Y que lo quiero más que a mi persona.

Hombre raro, pensé. Y se marchó.

Las criadas pegaron el grito en el cielo: -Ama, ama, ¿qué ha pasado con su ropaje?

Les dije que mi caballo había tropezado y que había caído.

 

Interlocutor: ¿Te quedó algún engrama de esa encarnación?

 

Entidad: Me quedo un engrama de soledad, de insatisfacción. Noches y noches soñando con aquel hombre que no era un caballero pero para mí sí lo era, era un caballero sin título. Y soñaba que mi padre lo hacía noble y se casaba conmigo.

Otras veces fui con las criadas al mercado o al centro del poblado pero, ¿cómo iba a preguntar por él yo?

 

Interlocutor: ¿Volviste a verlo?

 

Entidad: No. Y mi primo y otros festejantes no eran ni la cuarta parte tanto en vitalidad como en razonamiento como en expectativas de lo que era ese jinete.

 

Interlocutor: ¿Tú crees que algunos de esos engramas se los estás transmitiendo a tu parte encarnada? Y en ese caso, ¿cuál sería tu sugerencia para tu 10% actual?

 

Entidad: Mi 10% actual en la actualidad es como que tiene mucho por hacer y a veces es como que está disconforme de situaciones, como que potencia, exagera quizá las cosas, ve infortunio donde no lo debe haber… Tiene mucho por delante. No es que todo esté resuelto pero a veces es como que no sabemos lo que queremos. A veces decimos -esto lo digo de manera metafórica- "Quisiera ser tal cosa" y el día de mañana eso se da. "No, pero me hubiera gustado que se diera de la otra manera" y el día de mañana se da. "Claro, pero no tan así, quisiera a lo mejor con tal detalle" y ese detalle se da. "Bueno, pero no estaba todavía preparada para eso, quisiera esperar un poco". Entonces es como que de repente se te dan las cosas y no las disfrutas y es como que si no se te viera harías rol de víctima...

 

Interlocutor: ¿Podemos decir entonces que lo ideal sería que tu parte encarnada no se tome las cosas a pecho y trate de disfrutar un poco más de su vida?

 

Entidad: Entiendo que sí, como en aquella vida medieval donde había todo y...

 

Interlocutor: Había todo y no había nada.

 

Entidad: ...no había nada.

 

Interlocutor: Y dime, ¿cuál es su misión en esta encarnación?

 

Entidad: Trascender como ser humano, aprender de las cosas sencillas, disfrutar las pequeñas cosas, entender los pequeños detalles, no postergar, no dejar todo para el último momento porque la misma palabra lo dice: "último momento". Mucha gente dice "No, no, esto es para una buena ocasión". ¿Y cuándo es una buena ocasión? Todos los días es una buena ocasión pero los seres encarnados es como que no lo entienden eso. Piensan que una buena ocasión es un...

 

Interlocutor: Esperar que sea un momento ideal para poder hacer algo. Y sin embargo el momento es el hoy, el presente y buscar la felicidad.

 

Entidad: Aunque no sea ideal, aunque sea una pequeña fiesta, un cumpleaños, un casamiento. El año tiene trescientos sesenta y cinco días, o sea, se cumple una vez por año, se festeja cada fin de año. ¿Y qué se festeja? ¿Que tenemos un año más? ¿Que nos queda un año menos? ¿Qué se festeja?

En esa época de esa vida anterior mía la comida se servía sin bandeja pero enormes, sobraba más de la mitad y obviamente los criados llevaban todo a la cocina y deban cuenta de ello. Pero a veces iba a la cocina. Había una joven, Matilda, que como tenía un año menos que yo sin darle demasiada confianza conversaba con ella y decía que era mucho lo que sobraba y a veces se lo daban a los perros...

 

Interlocutor: ¿Podrías decir que aprendiste alguna lección en esa encarnación?

 

Entidad: Creo que hice una cosa buena: los animales tenían su alimento. Entonces les decía que apenas amanecía la comida del día anterior la pusieran en canastas y la repartieran en el mercado, que había mucha gente pidiendo. Y me frustré porque lo pudieron hacer solamente dos días. La gente se abalanzaba y hasta querían golpear a las criadas porque entre tres o cuatro personas les arrebataron todo y ya no quedaba más. Era imposible. Era imposible explicarle a la gente que si todos arremetían contra ellas las iban a asustar y al final no pudieron regresar más. O sea, que ellos mismos impidieron que se haga una buena obra.

Pero si tú te pones a pensar setecientos años después pasa lo mismo. Hay países, hay poblaciones que también hacen lo mismo: tú repartes alimento y la gente se abalanza así como esos perros salvajes que tú les tiras una comida y en lugar de usar su pequeñísima inteligencia para cada uno comer su pedazo se pelean entre ellos dejando el pedazo allí. Y capaz que el perro más débil coge el pedazo y huye mientras los más fuertes se pelean y se quedan sin nada. El ser humano hace lo mismo: se pelean entre ellos por los restos de nada. Setecientos años después.

¿Y qué tiene que ver con mi parte encarnada? Que mi parte encarnada tiene discernimiento para entender que se ha avanzado tanto y se ha avanzado tan poco... Y que a veces la disconformidad es preguntarnos si vale la pena poner ese granito de arena o si uno está condenado al fracaso.

 

Interlocutor: Entiendo.

 

Entidad: Pero viéndolo desde una supuesta altura, desde el plano suprafísico, cada ser encarnado tiene una pequeña misión...

 

Interlocutor: ¿Cuál sería?

 

Entidad: No somos el Absoluto, no podemos abarcar todo, ni este mundo ni todos los mundos ni siquiera a nuestra propia región. A veces ni siquiera a nuestra propia familia. Entonces primero abarquémonos a nosotros mismos.

 

Interlocutor: Es lo que primero podemos modificar: a nosotros mismos.

 

Entidad: Y a partir de ahí ver qué más podemos hacer. Pero no quejarnos de las situaciones. No vinimos a encarnar para quejarnos.

 

Interlocutor: Vinimos a encarnar para hacer.

 

Entidad: Nos toque lo que nos toque. Eso no significa que debamos cruzarnos de brazos. En nuestro vocabulario no debe existir la palabra resignación. Debemos hacer de la manera que nos corresponda y disfrutar los momentos, los pequeños y los grandes.

Repito: A veces deseamos algo y cuando ese algo se da pensamos: -¡Ah! Pero creí que era de otra manera.

Somos nosotros a veces los que no tenemos en claro lo que deseamos. Es como si la vida fuera una encrucijada, que hubiera varios caminos y antes de que anochezca tuviéramos que recorrer uno de ellos para llegar a destino. Si nos sentamos a una roca y nos quedamos meditando "¿Cojo este? ¿Tomo aquel? No, mejor el otro" anochece y en el bosque nos comen los lobos. Cojamos una senda. Tal vez no sea la adecuada pero hagamos algo, ¡algo! Esa es la idea, querida interlocutora.

Y gracias por permitirme expresarme de esta manera.

 

Interlocutor: Muchas gracias a ti por estar aquí. Te envío toda la Luz a ti y a tu 10%.

Hasta todo momento.