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Psicoauditación - Marco A.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión 17/02/2020

Sesión 24/02/2020

Sesión 03/04/2020


Sesión 17/02/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Marco A.

La entidad relata una vida en Areandor II. Cómo creció i cómo se encontró haciendo recados. Era bueno trabajando y entró al servicio del rey. El propio rey le indicaría los recados.

 

Sesión en MP3 (2.714 KB)

 

Entidad: Dicen que el origen de una persona no tiene nada que ver con su interior, no podemos permitirnos bajo ningún punto de vista que nuestro origen nos afecte en nuestra manera de ser. Pero claro, una cosa es entenderlo, aceptarlo, digerirlo, y otra cosa es que nuestro entorno lo entienda.

 

Muy muy pocas veces hablé con mi hermanastra, Daria. Ella dice medio hermano, no dice hermanastro.

Antes de tenerla, a Daria, mamá fue abusada y de ese hecho nací yo. Mi nombre es Dorian. Mamá es como que se sentía incómoda con mi persona. Entiendo que quien fue luego su esposo sabía todo.

Pero me fui criando aparte, me fui criando con los soldados del reino, me fui criando con la gente de la feria feudal y aprendí a sobrevivir, aprendí a sobrevivir.

De pequeño envidiaba el no tener un título de nobleza, puesto que era un hijo -¡je!, con ironía lo digo, ¿eh?-, bastardo. Pero como dije al comienzo uno es quien es por uno, no por sus padres o por cómo fue engendrado. A al fin y al cabo uno tiene libre albedrío de ir creciendo como uno lo desea. No hay que poner excusas, me molesta la gente que pone excusas. Somos responsables de nuestros actos, somos responsables de nuestras vidas. Pero es cierto, que también lo dije, depende como te vean las terceras personas.

 

Nunca me reconocieron como noble, entonces tenía que sacarle jugo a mi condición. Aprendí a usar la espada con los soldados, aprendí lucha cuerpo a cuerpo con la gente oscura de la feria feudal, aprendí a lanzar el puñal. Y por sobre todas las cosas aprendí a, y no me da pudor decirlo, a sobrevivir, sea la circunstancia que fuese.

Me hice fama de cumplir con los recados. Empecé en la feria feudal. Había un hombre con tres o cuatro esbirros que cobraba impuestos por los lugares de la feria siendo que toda la gente de la feria ya le pagaba impuestos al rey Morden. Y varios de ellos me dijeron:

-Dorian -Yo era un adolescente todavía-, te podemos pagar si nos libras de esta gente. Sabemos que puedes usar bien la espada, el puñal y vaya a saber qué más.

Nunca fui traicionero, le hablé directamente al jefe de esta pandilla. Le hablé de frente:

-La gente se queja. Esto no puede ser y mi deber es impedirlo. -Me miró. Yo era un adolescente, él era un tipo grande, corpulento. Se rió y me dijo:

-Hoy me encuentras de buen humor, si no ya serías cadáver. -No me fui, continué.

-O sea, que vas a hacer caso omiso de mis órdenes.

-Mira, Dorian, de vuelta te digo, me coges de buen humor, vete antes de que acabe contigo.

-No me dejas otra. -Vio mi gesto y antes de que sacara su espada atravesé su corazón con la mía. Vinieron los cuatro esbirros que tenía; maté a uno y herí a los otros tres, uno de ellos mal herido. Y les dije-: Tenéis dos opciones, poneros de mi parte, ayudarme a mí, o os iré matando de a uno. Llevaos a vuestro compañero a que lo curen. -Asintieron con la cabeza.

 

Se corrió el rumor de que había liberado de otro tipo de impuestos a la feria feudal y así me fueron contratando varios. Hasta que llegó a oídos del rey Morden, fue la primera vez que me sentí como, no preocupado sino intimidado. Me vinieron a buscar seis soldados, no me tomaron de las manos ni nada pero me escoltaron. Me acerqué al rey, hice una reverencia y él habló.

-¡Oh! Querido Dorian, entre nosotros no.

-Majestad, mi vida es tuya. ¿En qué te puedo ser útil?

-Lo sé, lo sé Dorian. ¿En qué me puedes ser útil? En muchísimas cosas. Sé que te pagan unas monedas en la feria por hacer algunos... trabajitos.

-Mi rey, espero no le incomode, pero era un favor a tu persona, estaban cobrando impuestos.

-Lo sé, lo sé, Dorian, lo sé, tengo muchos informantes. No has hecho nada en contra mía ni en contra del reino, al contrario, solucionas problemas, que indirectamente me los solucionas a mí. Pero ahora quiero que trabajes directamente para  mí.

-Majestad, es un honor, y no hace falta que me pague.

-¡Oh!, Dorian, no pensaba hacerlo, estás a mi servicio, estás en mi reino. Pero no te preocupes, de todas maneras igual te compensaré. Mira, hay un noble que se llama Mosquet, que aparentemente conspira contra mí.

-Majestad, pídeme lo que deseas.

-Dorian, te lo he dicho, ese Mosquet tiene que desaparecer, pero no su persona sino también su cuerpo. Que se evapore en el aire, no sé si me entiendes.

-Sí, majestad. -Hice una reverencia y me fui.

 

Tenía un nudo en el estómago y un nudo en la garganta. El nudo del estómago era por nervios, por ansiedad. El de la garganta por angustia, porque los bandidos de la feria feudal se aprovechaban de los puesteros, pero este Mosquet por ahí era un buen hombre. ¿En qué me transformaba, en un asesino a sueldo? No, yo no quería eso.

Fui averiguando sobre él, siempre salía con una hija a pasear por las afueras del castillo. Quería aprovechar cuando saliera solo pero siempre salía acompañado. No hubo chance. Alisté mi caballo y la última vez que salió en calesa con su hija lo seguí a distancia, era raro que no llevara protección siendo un noble tan importante.

Se habían alejado a mucha distancia a descansar en una laguna cercana. Me vieron venir pero no se alarmaron. Desmonté y me acerqué caminando a ellos.

-Mosquet, ¿cómo estás?

-¿Cómo estás, Dorian?

-¿Me conoces?

-Sí, te precede tu fama. Ella es mi hija Romina. -La saludé en silencio con una reverencia.

-Hay un problema.

-Me imagino. No tengo dudas que te manda el rey Morden.

-Es así, lamentablemente es así.

-Y seguro te ha dicho que conspiro contra él -asentí con la cabeza.

La hija me miró y preguntó:

-¿De qué se trata esto?

-Señorita, su padre es acusado de conspiración y...

-¿Vienes a matarnos? -dijo la chica.

Me dirigí al padre.

-Mosquet, qué otra familia tienes.

-Solamente mi hija, enviudé hace tiempo atrás.

-¿Tienen algún lugar donde ir?

-¿Por qué? -preguntó altivamente Romina.

-Señorita, voy a ser directo, mi orden es que su padre desaparezca.

-¿En qué sentido?

-Señorita, trato de no ser tan directo, entiéndame.

-No, explíquese.

-La orden es de que lo mate y entierre su cuerpo en un lugar que no se encuentre, que desaparezca por completo.

La chica me miró y me dijo:

-Claro, y ahora como estoy yo, o no lo hace o nos tiene que matar a los dos.

-Señorita, le estoy preguntando a su padre si tienen algún lugar donde ir. -Mosquet me miró.

-Fuera del reino, bastante más lejos hay una hacienda de unos primos, pero hace tiempo que no los veo.

-Le pediría por favor que desaparezcan, le diré al rey que he acabado con ambos.

-Eres un miserable -dijo la joven.

-Señorita, todo lo contrario, les estoy salvando la vida. Si en lugar de estar yo hubiera venido un soldado o un grupo de soldados hubieran acabado con los dos.

Mosquet me preguntó:

-¿Por qué nos perdonas la vida? Sabemos que en la feria feudal has matado gente.

-He matado a indeseables, gente que se abusaba, había madres con niños que no tenían ni para comer de pagar impuestos además de los impuestos que le pagan al rey, pero ustedes son gente inocente. Lamento que la señorita no lo entienda ¿pero tú, Mosquet, lo entiendes? -asintió con la cabeza-. Si llegan a regresar por cualquier motivo el rey me matará a mí por no haber cumplido con el recado y ustedes serán ejecutados, es una cuestión de sentido común. Pero deben marcharse ya, ya. Iros.

-¿Y tú que dirás?

-Que los seguí. Mirad, traigo un caballo de repuesto. Montad en el caballo de la calesa y en el caballo de repuesto, la calesa quedará aquí para que no sigan vuestros pasos, unos soldados la buscarán quizá mañana. Llevad dinero en las alforjas.

-Siempre -dijo Mosquet-, soy previsor.

-Lamento todo esto, pero explicadle a vuestra hija que os estoy salvando la vida. -Romina me miró y por primera vez cambió su semblante.

-Gracias -me dijo.

-Gracias a vosotros por entender. -Espolearon los caballos y se marcharon.

 

Regresé para el castillo, fui directamente a ver al rey Morden.

-Majestad, lamento comunicarle que tuve también que -miré para todos lados, el único que estaba era su consejero Adolas, el religioso-, lamento comunicaros que también tuvo que desaparecer su hija. Quedó la calesa y un caballo que se espantó.

-Bien, bien, Dorian. ¿Los has enterrado cerca?

-No, Majestad bastante más lejos de donde está la calesa, no lo van a encontrar.

-Bien, te compensaré. Mosquet verdaderamente quería iniciar un levantamiento y tú has ayudado a sostener el reinado. Él ha dejado fortuna, así que tú te quedarás con un pequeño porcentaje de ella.

-Majestad no es neces...

-Déjame terminar. Me servirás siempre. El servicio no suma puntos, me puedes servir cien veces, pero Dorian, una sola vez que me defraudes y ya no serán necesarios tus servicios, no sé si me entiendes.

-Majestad, no lo defraudaré, todo lo contrario. -Me palmeó la espalda y me preguntó:

-¿Quieres tomar un licor conmigo?

-Majestad... Sí, por supuesto, es un honor, espero que no sea un atrevimiento...

-No es un atrevimiento, te estoy invitando yo.

 

Me sentía incómodo porque Morden era una persona tan inestable, tan inestable... Cambiaba a cada momento como si tuviera algún problema a nivel mental. Pero claro, su poder era casi ilimitado, y subsistir era ser el mercenario del rey.

 

Gracias por escucharme. Gracias de verdad.

 


Sesión 24/02/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Marco A.

Hacía servicios privados para el rey. Un día lo mandó a espiar a los soldados. Se sorprendió cuando le dijeron que él también estaba siendo vigilado.

 

Sesión en MP3 (2.929 KB)

 

Entidad: Prácticamente yo trabajaba bajo las órdenes del rey Morden. Me relacionaba con los soldados en raras ocasiones, para ellos yo era mercenario contratado por el rey, o sea, era cien por ciento independiente. De todos modos muchas veces conversaba con el capitán Robert, me parecía alguien tolerante y amplio de criterio. Además, estudiaba las facciones de las personas y a Robert lo veía como incómodo en su puesto, y eso que era el capitán Robert, jefe de la guardia del rey. Y muchas veces lo veía hablando con mi media hermana Daria.

 

Y como dije antes, estudiando los semblantes de cada ser humano me daba cuenta de que él gustaba de ella, y mucho. Podría ser un punto débil del capitán Robert y que yo podría aprovechar.

Y más de una vez conversando con él le dije:

-¿Sabías que yo soy medio hermano de la noble Daria? -Me miró con una mirada indescifrable y me dijo:

-Tenía entendido que así era, pero no indagué el parentesco porque no es mi tarea, no es mi función. -Quedó ahí.

 

Una tarde el capitán Robert salió a vigilar más allá de los terrenos cercanos, lo cual era algo peligroso porque más allá justamente de las aldeas aledañas, la gente estaba muy muy desconforme con el rey.

Recuerdo que me llamó al salón principal y me dice:

-Dorian, necesito que vayas de incógnito y sigas a los soldados.

-Majestad, una docena de soldados se ha ido a vigilar los alrededores, en el caso de un ataque yo sería sólo un hombre más.

-Dorian, Dorian, nada más te pido que me traigas el parte, no hay que matar a nadie. -Intenté sonreír pero no sabía cómo se lo tomaría el rey, así que marché en pos de los soldados.

 

Me incomodaba cuando no entendía los motivos, porque de verdad, si doce soldados no pueden defenderse de un ataque, obviamente yo tampoco podía sumar. Pero no pasó nada, a mitad de trayecto veía que los soldados volvían.

El capitán Robert les dijo:

-Sigan adelante, vuelvan al castillo. -Él se quedó esperándome a mí. Los soldados, obedientes, no preguntaron nada, cual autómatas siguieron con sus caballos hacia el castillo.

-Robert...

-¿Cómo estás, Dorian?

-Bien. ¿A qué se debe el honor de hablar conmigo? -Robert parecía un poco menos autómata que el resto de los soldados, pero sonrió y me dijo:

-Déjate de ironías. -De verdad me sorprendió. A Robert lo veía un poquito más ingenuo, pero evidentemente no era así-. Desmontemos -pidió. Desmontamos, él se sentó en una roca y yo en el césped, recostado contra un árbol.

-Cuéntame -le pedí-. Porque sabía que algo me iba a decir.

-Recorrimos los alrededores, idea del rey. Por suerte no nos topamos con ningunos granjeros rebeldes. Tú sabes, Dorian, al igual que yo -exclamó Robert-, que los aldeanos que están cerca del reino son bien tratados, pagan la mitad de los impuestos.

-Así es, es muy astuto el rey.

-¿En qué sentido? -preguntó Robert.

-¡Pero salta a la vista! Es como que de alguna manera tiene encantados a la gente cercana para que cuando los rebeldes vengan, su propia gente los enfrente.

Robert me dijo:

-¡Vaya tu pensamiento! ¡Y me lo dices a mí que soy el capitán de la guardia! Puedo tranquilamente decirle a mi rey "Majestad, tu mercenario, Dorian, piensa que tú tienes comprada a parte de los aldeanos, al resto de la gente también para frenar cualquier levantamiento, porque bien pueden enfrentarse a los soldados pero no a su propios hermanos".

Le dije:

-Pero sé que no lo vas a hacer, el hecho de que lo digas es que piensas algo similar.

Robert me miró y me dijo:

-De todas maneras, el rey Morden es magnánimo y benevolente. Magnánimo porque tiene grandeza, perfección, gran generosidad, actitud noble y elevada, aunque sea con los más cercanos.

-No. No, no, no, no. Te estás confundiendo magnánimo con benevolente, no es lo mismo.

-Explícate -me dijo el capitán Robert.

-Benevolente es quien actúa buscando el bien, generoso con su prójimo, es empático y no desea nada a cambio si hace un acto generoso. ¡Je, je! Nuestro rey no es así, nuestro rey siempre busca algo. Además tienes un concepto distinto al mío de magnánimo; tú dices que la persona magnánima tiene grandeza y perfección.

-¿Y no es así?

-No, no es así. En mi lenguaje, la persona magnánima, la magnanimidad es una expresión extrema de poder.

-¿Perdón?

-Sí, es una expresión extrema de poder. El rey magnánimo es quien desde un lugar superior se muestra contemplativo frente a sus súbditos y desde ese lugar imparte tolerancia y bondad.

-¿Entonces?

-¡Je! Entonces solamente es magnánimo quien posee el poder para hacerlo, porque magnánimo no es quien quiere sino quien puede. Es como el falso tolerante; puede decir "Te perdono". Eso no es tolerancia, eso es egocentrismo.

-O sea, para ti una persona magnánima es quien tiene una expresión extrema de poder.

-Totalmente. Como dije antes, desde un lugar superior se muestra totalmente contemplativo frente a sus súbditos y ahí imparte tolerancia y bondad. Pero eso no es ser benevolente. Benevolente puede ser un aldeano que es empático con su gente, que puede hacer actos generosos, y de verdad no pide nada a cambio. Pero por algo me has parado para conversar.

-Primero preguntarte: ¿Qué estabas haciendo?

Le dije:

-El rey Morden me envió a que los siga.

-No entiendo.

-Sí, por si hubiera alguna dificultad. -El capitán Robert me miró.

-Suponiendo que la hubiese, nosotros éramos doce, conmigo trece. Trece soldados. Para vencernos por lo menos tenían que ser el doble de aldeanos, el doble de rebeldes; como mínimo veinticinco personas. Incluso dudo de que hubieran podido vencernos. Yo estoy bien entrenado, mis hombres también. ¿Qué podrías aportar tú?, un hombre más. -Lo miré.

-Eso es exactamente lo que le dije al rey. ¿Pero cómo puedes objetar a una persona cuya palabra es la ley? Yo también dudo de que me haya enviado para eso. Pero bueno, querías hablar conmigo. Habla.

Robert me dijo:

-Sé quién eres. -Me extrañó su... su forma de hablarme.

Le dije:

-Todo el mundo sabe quién soy, un mercenario, hago lo que el rey me indica.

-No.

-¿No?

-No, no es así.

 

En determinado momento nos abrimos seis por un lado, seis por el otro, comandando yo uno de los dos grupos. A lo lejos vi una casa y por intuición fui solo, dejé a los hombres esperando a una gran distancia que estén alertas, vigilando. Cuál es mi sorpresa cuando veo al noble Mosquet y a su hija Romina habitando esa vivienda.

 

-¡Vaya! -exclamé-, parece que se alejaron bastante del castillo.

-Sí, nos metimos en  tierras rebeldes.

-¿En función de?

-En función de vigilar. Pero sabes a qué me refiero.

-No, explícamelo -le pedí.

-No eres tonto, Dorian -dijo Robert-, el rey te ordenó matar al noble Mosquet, acusándolo de crear intrigas palaciegas.

-¿Y tú como lo sabes?

-Porque tengo gente que me informa.

-¿Y ahora qué harás, le contarás al rey que lo traicioné?

-No, no le contaré nada porque estoy de acuerdo contigo, Mosquet es un pobre hombre mayor que nunca se ha metido con nadie, respetó las leyes, pagaba sus impuestos y su hija Romina nunca se metió en problemas. Es más, era amiga de tu media hermana Daria. -Lo miré sorprendido y exclamé:

-¡Pero tú dices que tienes gente que espía por ti y no se van a enterar de que el noble Mosquet está vivo, que no lo maté?

-No, no se van a enterar. -Fui más irónico, casi rozando el sarcasmo y le dije:

-O sea, que ahora, ¿qué, somos aliados en un secreto?

-No, no somos aliados. Conozco una faceta tuya y sé que no eres un mercenario asesino, sé que tienes algo dentro tuyo que se llama principios, puedes matar a un villano pero no a una persona decente. Por eso digo, la gente te conoce como un mercenario sin alma y me doy cuenta que no es así.

-O sea, no le vas a contar al rey Morden.

-No.

Aproveché para preguntarle:

-¿Cuáles son tus sentimientos por mi media hermana? -Me miró y me dijo:

-Me habrás visto conversando con ella. Mis sentimientos son puros. El tema es que por obligaciones que me sacan tiempo no... no me animo a dar un paso más. Además, yo no soy noble, no sé si será bien vista una unión así. Además, no sé si el rey estaría de acuerdo, a él no le interesa un jefe de la guardia casado, le interesa un jefe de la guardia que está la mayor parte del tiempo a su disposición. -Lo miré y le dije:

-Somos bastante parecidos. Yo sé cosas, tú sabes cosas, podríamos seguir conversando. No le ocultaré al rey -agregué-, que me topé contigo, porque la mentira tiene patas cortas. Por lo menos los soldados saben que nos hemos encontrado.

-Está bien. Lo que queda en privado es esta conversación. -Nos dimos la mano y regresamos juntos al castillo.

 

Solicité ver al rey. Le comenté que no hubo novedades, que cuando yo iba a mitad de camino los soldados volvían. Que hablé con el capitán Robert preguntándole las novedades y me dijo que no se toparon con ningún rebelde, que inspeccionaron toda la zona, que estaba todo en tranquilidad pero que eso no significa que deban bajar el nivel de alerta.

-Muy bien, muy bien, Dorian -exclamó el rey Morden.

Me atreví a volver a preguntarle:

-Tú sabes, majestad, que para vencer a trece soldados, a veces no bastan ni más de veinte aldeanos, los soldados están bien entrenados. En el caso que lo hubiera atacado una fuerza mayor, ¿qué función cumpliría yo?, ¿qué podría sumar por más que manejara bien la espada? -Se encogió de hombros y me dijo:

-Dorian, nadie te dijo que te involucres en una lucha, nada más que los vigiles. Y que una fuerza de rebeldes hubiera acabado con ellos tú hubieras servido de testigo. -Me pareció muy... muy poco empático, muy desapasionado, muy fría la respuesta del rey, como todo él.

El rey entrecerró los ojos y me preguntó:

-Dorian, ¿qué opinas de mí?

-¿Con sinceridad?

-Absolutamente, te lo ordeno.

-Majestad, mi opinión cien por ciento real, es que tú eres un rey magnánimo.

-Miro tu semblante, Dorian, y veo que lo que dices lo dices de verdad. Márchate. -Le hice una reverencia y me marché.

 

Es que no había mentido. La magnanimidad es una expresión extrema de poder. Como le dije a Robert, el rey magnánimo es quien desde un lugar superior se muestra contemplativo frente a sus súbditos y desde ese lugar imparte tolerancia y bondad. Sólo es magnánimo el que posee el poder para hacerlo. Pero claro, el que no entiende mi punto de vista piensa que magnánimo es quien tiene grandeza, perfección, generosidad.

El rey percibió que no le mentí. Lo que él no sabía que mi manera de pensar sobre un ser magnánimo es distinta a la del resto.

Y eso me lo guardo para mí. Sólo lo sabe el capitán Robert.

 

Gracias por escucharme.

 


Sesión 03/04/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Marco A.

A pesar del peligro que representaba, fue a verlos días después de haberlos salvado de la condena del rey. Pero había creado lazos. Quizá conflictos.

 

Sesión en MP3 (2.543 KB)

 

Entidad: Con todas las cosas que pasé de pequeño, con lo que fue mi vida nunca me preocupó lo que pensara el entorno de mi persona. Nunca viví de la aprobación de los demás, pero debo reconocer que a veces me incomodaba ciertas miradas como de desprecio porque no era noble. Decían -porque tengo buen oído-, "Ahí va el lacayo del rey, ahí va el mercenario que está con Morden".

 

Y es cierto que a veces cumplí encargos no muy gratos, acabar con gente que molestaba, pero primero me aseguraba que de verdad fueran personas que eran mala hierba, entonces no me remordía la conciencia. Hasta que me envió a hacer desaparecer al noble Mosquet, que justo iba acompañado con su bella hija Romina. No lo dudé, los dejé ir.

 

Cuando me preguntaron les dije:

-Los enterré en un lugar que nunca los van a encontrar. -Y le dije al noble Mosquet y a su hija-: No aparezcan, aléjense por lo menos un par de amaneceres. -Estuvo más o menos unos treinta días viviendo en determinado lugar que yo sólo sabía dónde. De todas maneras para mí era aún bastante cerca.

 

Como de verdad no era un soldado sino directamente, como ellos decían, un mercenario, no tenía que cumplir un horario y era libre de andar por donde quisiera. Así que falté un día entero y me fui a donde estaban el noble Mosquet y su hija. Me recibieron muy cordialmente, con halagos, lo cual me incomodaba muchísimo.

-No, no, no soy tan bueno como pensáis, he acabado con gente mala.

Mosquet me decía:

-Bueno, Dorian, justamente era gente mala.

-Sí, pero fueron demasiadas muertes. No me considero una persona digna para nada

Su hija, Romina, me tocó el brazo y me dijo:

-Pero nosotros vivimos gracias a ti. Para mí eres una buena persona.

 

Sentía que el pulso se me aceleraba porque de verdad que era una joven muy bonita. En ese momento cerré los ojos y obligué a mi mente a pensar en otra cosa, porque aparte, mi posibilidad de poder entablar, siquiera una amistad con la joven Romina era imposible. Y sorpresa, me invitaron a almorzar. Acepté por supuesto.

Me quedé toda la tarde conversando de mil temas, no tocamos para nada el tema del rey Morden, de cómo dirigía la región, más que nada porque el noble Mosquet evitaba polemizar quizá pensando que yo lo defendería. Yo sabía quién era Morden, sabía que era una persona absolutista pero por sobretodo un gran actor. Él tenía comprados a los aldeanos que circundaban todo el castillo y los ponían en contra del resto. Las veces que el resto quiso levantarse u organizar un levantamiento en contra del rey, los que recibían salario de más, regalos, decían: "¿Pero cómo, el mejor monarca que tuvimos y esos rebeldes se llaman nuestros hermanos? No, vamos a ayudar al rey". Pero yo no me engañaba, al igual que mi hermanastra Daria, tampoco se engañaba. Pero uno tenía que disimular.

 

Por la tarde les digo:

-Me voy, vuelvo para el castillo. -Me abrazó Mosquet. Le dije-: ¿Tenéis algún familiar en otro pueblo?, porque aún estás muy cerca y estoy intranquilo. Además, si descubren que estáis vivos no sólo los matan, me ejecutan a mí también. No me toméis por egoísta como diciendo "Cuidaros, porque si no me matan a mí", porque si fuera por eso no les hubiera salvado la vida.

-Te entendemos, Dorian -dijo Mosquet-, te entendemos perfectamente. Dos amaneceres más al este tengo un familiar que hace tiempo no veo, podemos ir.

-¿En qué poblado? -Me dio las señas del lugar.

La joven Romina me dijo:

-Queremos volver a verte.

-Está bien, los visitaré. -Ensillé el caballo, preparé mis alforjas, cargué mis dos cantimploras con agua.

La joven salió de la casa y se acercó a mí y me repitió:

-Queremos volverte a ver.

La miré y le dije:

-¿Por qué hablas en plural? Habla por ti... -Me miró.

-Está bien, quiero volverte a ver.

Por un lado me sentí molesto, no sabía si lo decía de verdad o por compromiso o bien se burlaba, pero no soy de callarme y le pregunté:

-¿Por qué?

Me dijo:

-Primero porque nos has salvado la vida, segundo porque tienes una buena conversación. Aparentas ser una cosa pero por dentro eres una persona profunda y buena.

-No, no, no, no; las cosas que hice las hice. Es cierto que aquellos que ya no están más se lo merecían, pero no soy un... un santo.

-Nadie es santo -me dijo Romina.

-Entonces mírame a los ojos y dime por qué quieres volverme a ver -se encogió de hombros como restando importancia y dijo:

-Pues ya lo dije, nos has salvado la vida y tienes buena conversación.

-Hay mucha gente que tiene buena conversación y mucho mejor que la mía, más culta, más preparada, noble.

-La nobleza es una máscara. -¡Je, je! La veces que le había escuchado eso a Daria. Y sonreí.

Le digo:

-Es cierto, los títulos no te hacen ni mejor ni peor persona, pero es cierto que vives mejor. -Sonreí tristemente.

Y Romina atrevidamente me dijo:

-¿Y tú quieres volvernos a ver?

-No hables en plural.

Repitió:

-¿Quieres volverme a ver?

-Sí, por supuesto que sí, pero no porque converses bien, que sí conversas, no porque seas profunda, que sí lo eres, sino porque me atraes mucho. Eres la joven más bonita que vi en mi vida. -Se puso en punta de pies y me dio un corto beso en la boca. En ese momento tuve el impulso de cogerla en mis brazos y darle un beso más largo largo, pero me contuve, no quería tampoco parecer un bruto.

Como si me leyera el pensamiento me dijo:

-Te estás conteniendo. -Entonces sí, la cogí en mis brazos y la besé sin apretujarla, suavemente, pero fue un beso largo, jugando mis labios con los suyos, jugando mis labios con los suyos.

-Me voy -exclamé-. Esta noche pensaré en ti, pero me gusta tener las cosas claras y más por mi trabajo, porque no quiero que haya dudas y que dificulten mi trabajo.

-No entiendo...

-Claro, Romina, siempre tengo que estar alerta, presto, atento, y si tengo dudas en cuanto a mi futuro mi mente va a estar ocupada en otra cosa y me pueden atacar de a traición por no estar atento.

-¿Entonces?

-Entonces te pregunto: ¿Este beso ha sido un capricho?, ¿el que de alguna manera me indujeras a que te vuelva a besar, también?, o... no digo que sientas algo, porque nos vimos prácticamente nada, ¿pero puedo apostar por un futuro?

-Sí, puedes. Se trata de conocernos más.

-No tengo dudas de que así será entonces. Si me estás dando esa posibilidad para mí es un regalo, un regalo del cielo. Incluso no haría más esto que hago, que no me gusta, y te contaré bien mi historia. No se trata de justificarme, lo que hice lo hice, y si de pequeño he sufrido no se justifica tampoco. Pero bueno, de aquí en más mi idea es cambiar para merecerte. -En ese momento fruncí el ceño y le pregunté-: ¿Y a todo esto, tu padre, Mosquet, qué dirá? -Se encogió de hombros.

-Yo ya soy grande. Y, aparte, él tiene un criterio muy amplio.

-Pero sabe quién soy, sabe lo que hice, sabe parte de mi vida.

-Todos merecemos una oportunidad -exclamó Romina. Se puso de punta de pies y me dio otro beso un poco más largo, era el tercero que nos dábamos. Sonrió y se metió dentro de la casa. Abrió nuevamente la puerta y dijo-: Mañana nos iremos, ya sabes dónde encontrarnos.

 

Espoleé mi caballo y marché al paso hacia el castillo. Y mientras iba pensando en el camino que todos podemos dar un giro en nuestras vidas, lo que antes era fracaso ahora pasa a ser éxito, lo que antes era rutina pasa a ser motivación, porque la vida siempre da oportunidades. Sí, la vida también pone palos en las ruedas, la vida es indescifrable. ¿Pero por qué pensar? Cuando te da oportunidades, tomarlas inmediatamente.

Tantas veces había pensado "No apuntes demasiado alto porque te frustras". ¿Pensar en Romina es apuntar demasiado alto? Ella misma me dijo que podía caber un futuro entre nosotros. ¿Por qué negarlo, por qué echarme atrás, por qué me voy a desmerecer por mi origen? ¡Je, je! No, no, no, no; el origen es algo relativo. ¿Qué soy un hijo fruto de lo que no debía ser? Bueno, no soy responsable de ello, yo soy responsable de mis actos, no del acto de los demás, y me hago cargo de los errores que he tenido.

Pero también aprendí que el pasado no se puede modificar pero sí podemos construir un futuro a través de este presente, que es lo que vale.

 

Dejaría de ser Dorian, el mercenario. Porque al fin y al cabo, aprendí a hacer tantas cosas, sabía de carpintería, sabía de herrería, estuve un tiempo también trabajando en la campiña... No me moriría de hambre.

Adelante estaba el horizonte pero también estaba el futuro. ¿Promisorio? Depende del rumbo que uno tome.

 

Gracias por escucharme.