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Psicoauditación - Mary

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión del 18/11/2024 Vaquia, Maike Greder

Sesión del 13/12/2024 Vaquia, Maike Greder


Sesión 18/11/2024
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Mary

En aquel mundo, Vaquia, cerca de la capital de la ciudad había un bosque donde se aparecían seres irreales, sombras, más al atardecer, y al día siguiente podían encontrarse cuerpos desgarrados de personas conocidas. O no encontrarlos más.

Sesión en MP3 (3.320 KB)

 

Entidad: Me siento tan confundida y tan condicionada...

Mi nombre en Vaquia, el mundo donde nací, era Maike Greder, y la que en esta vida es Ani, en aquella vida era mi hermana Aurey Greder, diez años más joven que yo. Yo tenía cuarenta, próxima a cumplir cuarenta y uno, y mi hermana Aurey tenía treinta.

 

Ambas nos habíamos mudado de ciudad porque nos llevábamos mal con nuestra familia, no sé si nos tenían envidia porque tanto yo, Maike, como Aurey habíamos estudiado.

Éramos muy buenas cocineras y estábamos en la facultad de la Gran Ciudad, cocinábamos para los estudiantes que no querían gastar dinero afuera y pagando un poco más en la cooperadora de la facu, almorzaban en el comedor y podían seguir en el turno de tarde porque muchos alumnos y alumnas estudiaban varias materias. Y nosotras junto con muchas ayudantes, porque éramos chef de cocina, jefas de cocina, hacíamos comida para por lo menos cuatrocientos alumnos y alumnas.

 

Sí, nos incomodaba porque éramos muy compañeras entre nosotras y a su vez éramos muy abiertas con los chicos y las chicas, quizás Aurey más que yo porque ella tenía treinta y había chicos y chicas de veintidós, de veintitrés, de veinticuatro, y había una cierta confianza pero obviamente nos tenían respeto.

Además estaban los preceptores y tampoco podíamos perder el tiempo conversando. Y después estaban los camareros y las camareras que servían a las mesas.

Bien, pero nos contaban situaciones muy, ¿cómo decirlo?, incómodas. ¿En qué sentido?, en el sentido de que se basaban mucho en leyendas. Y estábamos en el siglo XXI, teníamos que diferenciar lo que era un mito, una leyenda de la realidad.

 

¿Pero qué pasaba? En el borde de la gran ciudad, que era la ciudad capital, había un inmenso bosque, era tan grande que estaba separado por secciones el bosque, y cerca de donde vivíamos, que una parte del bosque se llamaba el Bosque de las Sombras, de noche nadie quería ni siquiera acercarse porque decían que había bestias peligrosas.

Si bien nosotras éramos cocineras, habíamos estudiado bastante y sabíamos qué animales podía haber en el bosque; ciervos, liebres, mapaches... en los lagos peces, pequeñas lagartijas en las rocas. Pero las estudiantes e incluso algunos profesores hablaban de que había otras bestias más peligrosas.

No es que nosotras fuéramos escépticas, pero éramos racionales.

Mi hermana me decía:

-Mira, Maike, esto es como que me pone nerviosa.

-¿Por qué? -le preguntaba yo-, ¿te crees lo que te cuentan?

-No, no pasa por ahí, es que te llenan la cabeza, te confunden. La vez pasada, ¿te acuerdas que me quedé como una hora más acomodando la cocina y tú te fuiste para casa? No quise tomar el bus a pesar de que son nada más veinte calles hasta casa, pero por el camino se escuchaba como el sonido de un búho ¡Uhu! ¡Uhu! Así. Y yo digo, ¡qué raro!

Le pregunté:

-Raro, ¿por qué?

-Porque durante las veinte cuadras se escuchaba el ¡Uhu! ¡Uhu!, como si el búho me estuviera siguiendo. Y me di vuelta y vi una especie de sombra gigante, pero no una sombra proyectada por la luz, era como si fuera una persona envuelta en una ropa oscura. Pero de repente se desvaneció, de repente ya no la vi más. Hermana, no no, no, yo sola no vuelvo más así, y menos caminando, prefiero volver en el bus, que me deja a dos calles en la avenida o directamente vengo caminando por la avenida que está toda iluminada. Por el callejón no vuelvo más. Y al día siguiente, mi querida hermana, se lo comenté a dos alumnas, y me dijeron:

-Aurey, ¿tú también has visto las sombras?

-¿Cómo yo también?

-¡Ah! ¿Sabías que hace diez días una de nuestras amigas, que los padres la llevaron al psiquiatra, vio que una amiga de ella era envuelta por una sombra? La sombra la había cubierto. Esa sombra despareció y su amiga nunca más la vieron, como si esa sombra la hubiera absorbido, como si esa sombra la hubiera chupado.

-¿Estáis hablando en broma?

-No, no, Aurey, no estamos hablando en broma, estamos hablando en serio. ¿Te acuerdas que vino la policía, que habló con el rector?

-Sí, pero estaba con mi hermana en la cocina, no prestamos atención.

-Bueno, vinieron los padres, fue un revuelo de gente, se suspendieron las clases y todo. Nunca más apareció esa niña, y su amiga con tratamiento psiquiátrico porque nadie le cree lo de la sombra, dicen que alucinó y sabemos que no.

La miré a mi hermana y le dije:

-Mira, a mí también me han llegado rumores. Me decían: "Maike -me trataban de usted por ser más grande, ya cumplía cuarenta y uno-, y me hablaban no sólo de las sombras de la ciudad como sombras vivientes, sino también que en el Bosque de las Sombras había seres, pero no seres como animales, no no no, seres como mitológicos, como vampiros, como licántropos". También nos contaron que un día acamparon jóvenes de tercer año, ya grandes, y el guardián les dijo: "Cuando baje el sol se tienen que ir". "¡Ah! Eso son tonterías. Tenemos linternas, no nos vamos a perder". La cuestión que eran cerca de catorce jóvenes entre chicos y chicas: desaparecieron, no se los vio más. La policía encontró carpas, mochilas, ropa, linternas... es que ni siquiera encontraron los cuerpos.

Mi hermana me dijo:

-Pero Maike, supongamos que estaban cansados todos de la vida en esa ciudad y se fueron todos a otra ciudad.

-Aurey -le dije-, ¿y van a dejar ropa, y van a dejar mochilas, y van a dejar linternas y van a dejar sus documentos, dinero?

-No, no, no.

 

Pero quince días después unos chicos exploradores de primer año de facultad encontraron varios cadáveres: huyeron pero corriendo, tropezando con troncos, corrían tan rápido que se lastimaron las rodillas, las manos y cuando llegaron saliendo del bosque en la primer casa dijeron lo que habían visto. Obviamente se llamó a la policía y sí, llamaron a los forenses, examinaron los cadáveres y vieron que tenían por lo menos como seis meses de antigüedad, las mismas aves carroñeras habían comido los restos de carne y solamente quedaban los huesos. Pero de alguna manera los forenses con su técnica pudieron saber la antigüedad de la muerte. Cuando mi hermana Aurey se fue a acostar me quedé en la sala en un sillón pensando: "Yo no creo en las casualidades, uso el sentido común, no voy a volverme loca, yo sé lo que es una leyenda y sé lo que existe y lo que no existe. Lo que pasa que los estudiantes y algunos profesores, ellos mismos de tanto que conversan con eso, se lo terminan creyendo".

 

Al día siguiente, mientras cocinábamos, se lo dije a mi hermana y me dijo:

-¿Y qué pasa con los cadáveres que se encuentran ahora casi a diario?

-Pueden haber lobos.

-No, no hay en los bosques, hermana, manadas de lobos, además los guardianes vigilan permanentemente.

 

Al día siguiente una alumna dice:

-No encuentro a mi amiga Gretel, ayer había dicho que se había topado en el bosque con un hombre vestido muy a la antigua, de rostro pálido casi blanco, como si fuera un cadáver que caminaba y le mostró unos dientes como de vampiro. Al día siguiente una amiga fue con ella y se toparon con el mismo hombre que las atacó. Ella pudo volver. Y nos comentó en el salón comedor que un vampiro la había atacado a la amiga y ella pudo escapar. Y esta vez no encontraron esqueletos, no, encontraron a la amiga totalmente desangrada y con una marca doble de colmillos en el cuello. Pero la policía es escéptica dijo: "Evidentemente hay gente que comercia con órganos y la pobre gente se piensa que hay vampiros, licántropos todo eso. Es mentira, no crean en nada de eso, son gente que comercia con órganos".

 

Y me puse a pensar, y después le comenté a mi hermana Aurey.

-Yo creo más en esa versión, creo que hay gente que comercia con órganos. Y hasta pienso que hay profesores, a los que no les tengo mucha confianza, profesores de medicina que comercian con cadáveres.

Mi hermana me dijo:

-Mira, Maike, lo que cuentas es muy absurdo, lo que cuentas es muy absurdo.

-¿Absurdo?, ¡je, je, je! ¿Pero no es más absurdo pensar que hay hombres lobo, vampiros y todas esas cosas que no existen?

-¿Como tampoco existe la sombra que me persiguió? ¿Como tampoco existe la sombra que hizo desaparecer a esa niña? Vamos, Maike.

-¿Entonces qué hacemos?

-Nada -me dijo mi hermana-. Nosotros vamos por la mañana, cuando termine la facultad mientras el segundo turno del comedor termina, vamos ya lavando las vajillas y los platos del primer turno y antes de las diecisiete horas nos podemos ir. Por el camino pasamos por el supermercado y compramos de comer. Y no salimos.

-¿Y qué pasa con nuestra vida social?  Nosotras también tenemos amigas, amigas que son cocineras en restaurantes del centro, yo no quiero rechazar más las salidas a un club los viernes a la noche.

-Y bueno, a la vuelta volveremos en taxi, pero caminando no. Además, el club queda un poco apartado, no pasa ninguna línea de buses por allí.

La miré a mi hermana y me preocupé por su estado. Le digo:

-Espero que no estés delirando, que no estés alucinando.

-No estoy alucinando, pero me parece mucha coincidencia que la mitad, no te estoy hablando de una décima parte, te estoy hablando de la mitad de los estudiantes vieron en el Bosque de las Sombras bestias mitológicas.

Le dije a mi hermana:

-¿Sabes lo que pasa, Aurey? Se empieza a correr la voz y se empiezan a imaginar cosas. Como ese supuesto búho que te perseguía. Los búhos pueden cazar pequeños mamíferos, no van a seguir una persona. ¿Para qué?

-Está bien, piensa lo que quieras -me dijo mi hermana.

 

Y me quedé pensando: "¿Y si Aurey tiene razón?"... Pero bueno, nosotras decidimos de común acuerdo alejarnos de la familia con la que nos llevábamos tan mal y venir a esta ciudad. Por suerte o por gracia de Dios nunca nos ha pasado nada.

 

Recuerdo que un fin de semana nuestras amigas, las cocineras de los restaurantes, nos invitaron a un camping en el Bosque de las Sombras. No quería ir, pero mi hermana me dijo:

-Es de día, además somos como cuarenta, vamos a llevar bolsas para no dejar papeles en el bosque o restos de comida, como sí hacen algunos estudiantes.

 

Y fuimos, de día. Pero doy mi palabra de que yo aún en pleno día vi como seres del tamaño de un hombre, peludos, escondidos en los árboles. Entré como a temblar de miedo, no quise hablar con las otras cocineras porque se burlarían.

Pero le dije a mi hermana:

-Aurey...

-¿Qué pasa, Maike?

-Acabo de ver seres peludos a unos cien metros de distancia, pero no se acercan.

-Te has contagiado. Te has contagiado de las alucinaciones de los alumnos.

-¿Tú me lo dices? ¿Tú me lo dices, que has visto sombras en los callejones y ahora me dices eso?

-¿Desde cuándo eres escéptica, no era yo la escéptica? -Hasta que finalmente mi hermana también vio varias siluetas. Pero nos callamos, no lo comentamos. Incluso vimos un rostro como de hombre lobo.

Y una de las cocineras:

-¡Mirad, hay una bestia! -Cuando todas miraron no se veía más nada.

 

Me quedé con un trauma tremendo y no quise ir ni siquiera al mediodía al Bosque de las Sombras, nunca más quise ir.

 

Pero bueno, esto es solo una parte de la historia. Pasaron mucho más cosas, hubo muchas más muertes, hubo mucho más desaparecidos, hubo cosas terroríficas en el Bosque de las Sombras, en la capital de la ciudad, en Vaquia.

 

 


 Sesión 13/12/2024
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Mary

Un auto descontrolado iba hacia ella y no tenía escapatoria; una mujer la sacó de delante y la salvó. Trabó conversación con ella, la mujer le debía la vida. En aquel Bosque de las Sombras había seres que tenían atemorizada a la ciudad, le preguntaba a la mujer acerca de sus moradores y parecía estar muy tranquila de ellos.

Sesión en MP3 (4.799 KB)

 

Entidad: Es muy difícil vivir en un mundo hostil, más difícil aún vivir en una ciudad rodeada por bosques donde muchos comentan que hay distintos tipos de alimañas, alimañas peligrosas donde han desaparecido jóvenes de la escuela media y de facultad y nunca se han encontrado sus rastros, en algunos casos mochilas, alforjas de campamento, alguna que otra ropa.

 

Pero personalmente puedo decir que he visto sombras, pero no como reflejos de cuerpos donde hay detrás una proyección de luz, no, sombras como bultos, como cuerpos oscuros con volumen y que de repente desaparecían. Por eso cuando trataba de volver a mi casa, donde me esperaba mi hermana, Audrey Greber que tenía diez años más joven que yo. Era treinta, era de treinta, yo tenía cuarenta años. Mi nombre era Maike, Maike Greber.

 

Vaquia era de verdad era una zona muy peligrosa y me sentía muy desprotegida, podía de alguna manera rodearme de gente conocida, pero todas las personas hablaban de lo mismo, "He visto esto, he visto aquello". Es más, hace poco había desaparecido una niña, y su compañera pudo escapar. Lo comentó a las autoridades de la facultad quienes se comunicaron con la policía, y la chica sobreviviente declaró que había visto un hombre vestido con ropa como si fuera del siglo XVIII, y le vio unos colmillos. Salió corriendo sin mirar hacia atrás, cuando llegó a la ciudad se puso a llorar, quizá por su cobardía o por su instinto de supervivencia, dejando a su amiga más joven detrás.

 

La policía por supuesto se comunicó con los padres de la sobreviviente quienes le dijeron que la iban a llevar a un doctor experto en psiquiatría profunda.

Un compañero la defendió y dijo:

-¿Por qué la llevarían al psiquiatra por sus supuestas alucinaciones? ¿Y qué pasa con los demás y las demás jóvenes que han visto monstruos similares?

 

Por supuesto en la facultad había doctores en psiquiatría y lo único que comentaron fue:

-A veces las alucinaciones son contagiosas, de la misma manera que los rumores corren como reguero de pólvora, las alucinaciones basta que alguien vea algo, que todos van a ver algo similar. -Yo en ese momento me callé porque podía decir: "Yo he visto sombras que no eran tales", pero quería tener un perfil bajo.

 

Mi hermana, Audrey, por momentos tenía ataques de pánico, esto era algo nuevo, y por momentos discutía conmigo:

-Maike, es culpa tuya que a mí me pase lo que me pasa porque te pones a contar esas cosas y a mí no me hace bien. -Me daba la impresión como que mi hermanita era bipolar, pero también llegué a pensar si yo no tenía algo en mi cerebro que me hacía ver cosas.

 

Y después pensé lo que dijo uno de los estudiantes de la facultad: "Uno puede imaginarse algo, cien no. Por más que los psiquiatras digan que las alucinaciones pueden contagiarse". Lo cual no es cierto, una alucinación no es una enfermedad. Y si algún estudiante hubiera tenido alguna enfermedad mental, eso tampoco se contagia. De todos modos me costaba mucho salir de noche.

 

Igual una tarde ya había bajado el sol y estaba oscureciendo, por supuesto que volvía por la avenida, evitaba los callejones, cuando de repente un coche perdió el control, y si bien yo tenía reflejos era imposible esquivarlo, iba a morir atropellada por un auto cuando de repente sentí un abrazo y que alguien me levantaba como si yo fuera una pluma o que casi no pesara nada, y me sacó de donde yo estaba. Alcancé a mirar hacia atrás y el conductor pegó un volantazo y el coche retomó su senda. Miré a la persona que me salvó, era una persona de rasgos firmes, una mujer de ojos muy, pero muy claros, casi blancos, pero su piel era morena.

Apenas podía hablar, tenía una sensación de angustia, me cayeron lágrimas y le dije a la mujer:

-Gracias, por salvarme la vida.

 

La mujer era joven, menos de treinta años, más joven que mi hermana Audrey, dijo llamarse Annika, con doble 'N' y 'k'.

La miré y tenía rostro simpático. Una vez que me sentí aliviada le pregunté:

-¿Cómo has tenido tanta fuerza como para levantarme, como para alzarme y sacarme del lugar donde el coche me iba a atropellar?

Me respondió con voz grave, pero amistosa:

-Estimada, a veces desconocemos nuestra fuerza. Reconozco que tengo buenos reflejos y era una situación de vida o muerte y lo primero que hice sin pensar fue levantarte en andas y alejarte del lugar donde el auto iba a impactar.

-De nuevo muchas gracias, estimada Annika. Eres como una especie de ángel salvador. -Ella sonrió con unos dientes muy muy blancos que contrastaban con su piel morena y sus ojos celestes, tan pero tan claros que eran casi blancos.

Y sonriendo dijo:

-Quizá sea un ángel y quizá mi misión sea protegerte.

En ese momento ya con mi mente fría le dije:

-Pero el conductor después giró el volante y retomó su senda. O sea, que no es que el coche había perdido el control, me daba la impresión como que quería atropellarme a propósito. Y no entiendo por qué, porque yo no hago mal a nadie, no me meto con nadie, trato de tener un perfil bajo.

-¿Cómo te llamas?

-Maike, Maike Greber.

La joven morena me dijo:

-Mira, Maike, posiblemente sea alguna persona que ha bebido demasiado y no podía tener el control de su vehículo, no imagines cosas raras. ¿Quién va a querer atropellarte?, salvo que tengas enemigos.

-No, no, Annika.

-¿Por dónde vives? -me preguntó.

-Mira, a seis calles de aquí, vivo con mi hermana.

-¡Vaya qué casualidad!

-¿Por qué?

-Porque donde tú señalas, diez cuadras a la derecha, más yendo para el lado del bosque yo vivo sola.

-¿En serio?

-Sí. Esto significa que si tú lo deseas cuando camines puedo acompañarte.

-¿Pero tienes tiempo?, ¿y tu trabajo?

-Bueno, yo trabajo en casa. Soy mi propia dueña, tengo una pequeña empresa y trabajo con mi computadora. Honestamente, gano bien por lo tanto no dependo de un horario. Este es mi teléfono móvil. -Me dejó una tarjeta, decía "Annika, Inversiones".

-Vaya, esto es una casualidad.

-Querida Maike, pienso que todo es causal. -Me acompañó hasta casa y me abrazó y se marchó hacia la esquina. Puse la llave en mi cerradura abrí y cuando miré ya no estaba Annika, y me sorprendió porque había por lo menos cincuenta metros hasta la esquina y yo habré tardado cinco segundos en dar vuelta a la llave en la cerradura. Me encogí de hombros y me dije bueno, por ahí no me di cuenta del tiempo que tardé en abrir la puerta.

 

Le comenté el tema a mi hermanita Audrey. Dice:

-Bueno, qué suerte que has hecho una amiga. -No me dijo más nada.

 

Comí algo tibio y me acosté. Me quedé pensando en lo que había pasado, que si no fuera por Annika yo estaría con el cuerpo destrozado contra una pared. Le debía la vida a esa joven.

 

Al día siguiente la llamé a su celular y le dije si a la tarde quería caminar un poco.

Me dijo:

-Sí, ¿qué zona te gusta?

-Quisiera ir por el centro, ¿y a ti?

Annika me dijo:

-Es temprano, quisiera pasear por el bosque.

-No...

-Maike, conmigo no te va a pasar nada.

 

Me sentía tan segura con esa mujer que acepté ir al bosque, y ella misma era tan confiada que caminaba segura por distintos senderos. Caminamos y caminamos y yo ya me había perdido.

Había un camino estrecho y le digo:

-¿Dónde estamos, estamos cerca del lago?

-No, pero estás conmigo. -Vimos de repente dos pequeños coyotes que gruñían.

La tomé del brazo a Annika:

-Estos cánidos son peligrosos. -La joven morena se puso delante mío, los miró, los coyotes dieron media vuelta y salieron corriendo.

-¿Cómo has hecho eso?

-Maike, si les muestras miedo o corres, el animal por instinto te va a correr.

-Claro, pero sentí que con mirarlos los espantaste.

-No, simplemente vieron que no les tenía miedo y se fueron. No le des importancia al tema.

 

Seguimos caminando y me quedé paralizada, muy paralizada; a unos treinta metros vimos un ser, como un hombre, pero con su cuerpo lleno de pelos.

-Annika, ¡es un hombre lobo!

-¿A dónde?

-¡Allí, detrás de ese árbol, y nos está acechando!

-Quédate aquí, déjame ver.

-No, no vayas... -Me sentí egoísta, pero le dije-, si te mata, ¿qué hago yo? -Sonrió.

-¡Je, je! Quédate tranquila, conmigo estás segura. ¿Acaso no me has dicho que era tu ángel protector?, tú lo has dicho. Bueno, lo soy. -Avanzó como veinticinco metros y ese ser peludo mostró sus garras en sus manos, mostró sus dientes con sus colmillos, después dio media vuelta y se fue. Annika volvió-. ¿Ves?, sería algún vagabundo.

-Annika, tengo buena vista, era un licántropo.

-Yo no digo que tengas una alucinación, apreciada Maike, pero tanta gente habla de licántropos y de vampiros que cuando vemos a un vagabundo con un abrigo peludo ya nos imaginamos otras cosas.

-Y si era un vagabundo, ¿por qué te tuvo miedo que salió corriendo? ¡Además, un vagabundo!, yo vi garras, yo vi dientes, aparte la cara.

-El miedo nos hace ver cosas.

-¿Pero por qué se fue?

-Habrá visto que tú no tienes cartera, yo tampoco tengo cartera. Y no tenía, si era inofensivo, nada para pedirnos, si no era inofensivo vio que no tenía nada para robarnos.

-Bueno, podía habernos atacado para ultrajarnos.

-¡Je, je! No, Maike, no, no te dejes llevar por los cuentos de los estudiantes.

-¡Pero han desaparecido jóvenes!

-Qué sabemos, quizás hubo maleantes que venían de otro poblado, que recorrieron todo el bosque para robarles dinero.

-¿Y los cuerpos?

-Quizá los jóvenes se asustaron de los maleantes y se tiraron al lago sin saber nadar. -Me quedaba tranquila, por un lado lo que respondía mi amiga era coherente, pero por el otro lado hubo botes de la policía que incluso con trajes livianos de buzo revisaron el fondo del lago y nunca nunca vieron nada-. Ten en cuenta, Maike, que en el lago también hay algunos reptiles y pueden haber atacado a esos estudiantes ingenuos que se tiraron al lago. -Sentía como que Annika tenía respuesta para todo.

 

Ya volviendo, el mismo hombre que describió esa estudiante sobreviviente se apareció ante nosotras, un hombre bastante bastante mayor, casi anciano, con la cara muy muy arrugada y ropa como hace de doscientos años:

-Qué bien -Con voz grave-, dos mujeres, satisfaré. Esto es para satisfacer mi sed. -Me tomó de la mano Annika y me puso detrás suyo.

-¿Quién eres?

-Qué importa quién soy. -Sonrió mostrando colmillos, mostró sus manos con uñas largas. Era un vampiro.

En ese momento Annika cambió su voz por una voz más grave:

-¿Sabes lo que puede pasar contigo?

El hombre bajó la vista:

-Perdonad, pensé que eras una mujer, me resulta incómodo toparme con demonios. -Y así como nada desapareció.

La miré pasmada a Annika:

-¿Por qué te confundió con un demonio?, ¿por qué no nos atacó? ¿Y esa voz?

-¡Ah! ¡Ja, ja, ja! Porque sé impostar, puedo cambiar de voz.

-Lo que digas, pero el vampiro te tenía miedo. Un vampiro no le tiene miedo a nada.

-Maike, soy tu ángel protector, soy tu amiga.

-¿Eres un ángel? ¿En serio?

-Soy muy solitaria, soy un ángel caído.

-Espera espera espera espera, me estás hablando de frases bíblicas, porque a los demonios les dicen ángeles caídos, pero yo tengo otra visión de lo que es un demonio, bichos más grandes, más corpulentos, más feos que un hombre lobo y generalmente con cuernos. Tú, Annika, eres una joven atractiva, nada que ver con esos demonios que uno ve dibujados en los libros.

-¿Te das cuenta Maike que te dejas llevar por toda esa literatura que no sirve para nada? -En ese momento me puse a temblar.

-Volvamos, por favor, volvamos.

-Estamos regresando. ¿Pero por qué tiemblas?, no me digas que ahora tienes miedo de mí, te he salvado la vida. -Y me puse a pensar, ¿y si el conductor del auto no estaba alcohólico?, ¿y si era una estratagema para que supuestamente Annika me salvara?

Como si ella me leyera la mente me dijo:

-¿Siempre te imaginas cosas? -Me sobresalté.

-¿Qué?, ¿me puedes leer el pensamiento?

-No, sencillamente tengo intuición. Conmigo no te va a pasar nada. -Pero me quedé pensando, los coyotes escaparon espantados cuando Annika los miró, ese vagabundo que no era un vagabundo era un hombre lobo que también huyó, y el vampiro directamente dijo, no quiero saber nada con demonios, también se fue.

Pero no me callé, se lo dije:

-Lo de los coyotes puede ser casualidad. Lo del hombre lobo, quizá con mi miedo vi algo que no era, quizá tenías razón y era un vagabundo. ¿Pero el vampiro?

-Maike, sabes que en una de las avenidas hay un gran teatro, me imagino que este hombre era un actor y buscaba hacer bromas.

-Es que cuando sonrió yo vi que los colmillos le crecían, no me imagino que fuera un actor.

-¿Entonces tú piensas que soy un demonio? -preguntó mi amiga-. Nadie te va a cuidar como yo, nadie.

 

Ya estábamos saliendo del bosque y con confianza le dije:

-Supón que fuera cierto que tú fueras un demonio en forma de mujer, ¿de qué te serviría mi amistad?

-Porque estoy muy sola.

Me paré frente a ella, miré sus ojos blancuzcos y le dije:

-¿Pero qué eres de verdad, eres una mujer?

-¿Tú qué ves?

-Yo veo una mujer morena, atractiva de menos de treinta años, ¿pero qué eres?

-Tu ángel protector, salvo que te incomode mi amistad.

-¿Eres un demonio?

-Qué importa lo que soy, conmigo nadie te va a hacer nada.

 

Me abrazó me dio un beso en la mejilla, pero la carne de su mejilla, su piel no estaba tibia como mi mejilla, estaba helada como si me hubiera besado un cadáver.

Me aparté y le digo:

-¡Estás helada!

-Bueno, hoy trabajando todo el tiempo no he almorzado.

-¿Quieres que vayamos a una cafetería a tomar algo caliente?

-No, te agradezco. Ahora te acompaño hasta tu casa y me marcho.

Le dije, en chiste:

-¿Pero los demonios comen? -Me miró sonriendo con esos dientes blancos, era atractiva de verdad.

Y me dijo:

-Si de verdad fuera un demonio, ¿por qué no habría de comer? -Me dejó en la puerta de casa y se marchó. -Esta vez miré como se marchaba.

 

Parpadeé y ya no estaba, como si se hubiera desvanecido en el aire.