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Psicoauditación - Núria J. |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
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Médium: Jorge Raúl Olguín. Entidad que se presentó a dialogar: Tethán de Núria J .
El thetán relató una vida en Perú donde su familia era pobre, aunque ella era feliz. Tuvo un desengaño amoroso que le afectó mucho. Un maestro le ayudó a comprender como afrontarlo, dándole diversas guías. Rehizo su vida aunque hasta esta descarga no lo había superado bien.
Tengo en este momento sentimientos encontrados. Por un lado, gozo, placer de poder comunicar todo lo que pienso a través de este receptáculo que gentilmente se ha prestado. Pero por el otro miedo, incertidumbre por cosas que no quiero traer al presente en este momento, aunque sé que puede hacerme bien.
Tengo muchísimas vidas en las cuales he pasado crisis; vidas que directamente me arrepiento de haberlas tenido. Recuerdo una de ellas. Me llamaba Lucía Méndez. Estaba en Perú, cerca de lo que se conoce como Cuzco. Era una niña que crecí haciendo travesuras. Mi padre trabajaba en una chacra y mi madre armaba pequeños telares. Tenía un hermano, Joaquín, que ayudaba a mi padre. Yo crecía sin pensar en nada, tranquila, disfrutando, sin meterme en las cosas de los mayores. Y aunque veía que a veces discutían no le daba importancia. Era feliz.
Por supuesto que veía la diferencia entre los Pardo, allá en el centro del poblado, que tenían carroza y trajes lujosos. Miraba nuestra ropa y veía que era distinta, pero yo era feliz.
A medida que crecía me fui dando cuenta de que aún en esa época -y ya pasaron más de dos siglos- había diferencia de clases, desdenes, desprecios, y me di cuenta también de que lo que hacía mi padre, en realidad, le dejaba muy pocas ganancias. Esos tremendos campos que veía era apenas un pobre terreno pequeño.
Los telares de mi madre lo único que le dejaban eran callos en las manos y yo apenas -gracias a María, una maestra del poblado- sabía leer y escribir. Lo que no sabía era la gran fortuna que era eso porque la mayoría de la gente del campo ni siquiera sabía lo que era una letra.
Tuve muchas amigas del centro. Me acuerdo que mi padre a los 16 años -con mucho sacrificio- me compró un vestido para que pudiera ver las fiestas de los Salvamonte. Y ahí fue cuando conocí a Julio Ugarte. Me impactó con su mirada, cabello negro, rostro muy obscuro y ojos celestes-grises. Tenía una mirada que te hipnotizaba y empezamos a salir. Creo que me enamoré en el momento de verlo. Las niñas ricas no se metían pero miraban con una sonrisa rara que yo no entendía; aun así me entregué a él. Me sentía la joven más feliz. Corría descalza por los caminos, saltaba, gozaba, disfrutaba pensando que iba a llegar el atardecer para verlo nuevamente.
Y estuvimos así casi dos meses hasta que me costaba encontrarlo. Un día, cerca de la casa de los Salvamonte, veo bajar a la hija, Joaquina, cogida de su brazo y subieron a un carruaje, él peinado con el pelo abrillantado. ¡Ahí va la pareja! ¡Dentro de poco se casan!
Tenía un nudo en la garganta. Quería que la tierra me tragara literalmente. No pensaba. Tenía un zumbido en los oídos. Cuando me doy cuenta estaba sentada a un costado del camino y me voy para la casa caminando. Me lavo los pies con la regadera, me calzo y como el guisado. No comento nada. Trato de hacer un esfuerzo por no llorar, para que no se enteren, aunque ellos no se fijan en mí -cada uno estaba con su problema-. No tenía con quién hablar, y eso era lo más angustiante.
A los dos días viene un hombre grande, de más de 45 años. Sé que se llamaba Barbosa, que trabajaba con plantas y con hierbas. Le preguntaba y él me decía que había hierbas que sanaban el cuerpo y que había otras que sanaban el alma.
-Yo quiero esas.
Y Barbosa me decía: -No. Tú no quieres sanar el alma. Tú quieres olvidar un capítulo.
-Sí. Exacto, Don Barbosa.
-Y es al revés: no lo tienes que olvidar, lo tienes que tener bien presente. Eso es lo que te va a fortalecer.
-¡Tiene razón! ¡El odio me va a fortalecer!
-No. El odio debilita, el odio quita fuerzas. El amor y la comprensión fortalecen.
-Pero no le entiendo, Barbosa. ¿Qué amor le puedo tener a la persona que me usó y me traicionó?
-No hablo de él. Hablo de ti.
-No entiendo.
-Hablo del amor que tienes que tener por ti. ¿Por qué te menosprecias? ¿Por qué dices que te usó si tú también lo usaste a él? Se usaron ambos.
-Sí, pero me engañó.
-¿Qué te prometió?
-Nada. Yo doy todo por supuesto.
-Salieron.
-¿Y usted cómo sabe eso?
-No lo sé. Lo intuyo.
-¿Usted me está queriendo decir, Don Barbosa, que yo debo quererme y que al quererme a mi misma me acepte y al aceptarme ya no voy a tener ningún tipo de rencor ni odio por ninguna persona?
-Yo quiero decir que tienes que tolerar el error de los demás.
-¿Aunque lo hagan a propósito?
-No, hija, no te digo que seas cómplice. Tú no tienes que ser cómplice de quien te hace daño porque así eres cómplice del mal. Tienes que pensar que cada persona tiene un límite de comprensión.
-¿Pero qué me dice? ¡Si esa gente es inteligente!
-¿A qué le llamas inteligente? ¿A que andan en carruaje y tú tienes un pequeño sulqui?
-¿Qué me quiere decir, que para ser inteligente no hace falta leer ni escribir?
-No, porque saber leer y escribir te va a ayudar mucho aquí o el día de mañana si te vas a trabajar a Lima. Pero la sabiduría pasa por otro lado. No tienes que tomar ningún brebaje ni fumar ninguna hierba. Solamente aceptarte.
Mi vida cambió. A partir de ese momento me dediqué a estudiar. Ayudaba a mi madre sin protestar. Me reía de las burlas de las chicas de sociedad. Me daba cuenta que eran unas cretinas y les tenía compasión -no lástima- porque la lástima es de las personas creídas. Yo no era creída. Les tenía compasión, que es un sentimiento que va mas allá de la lástima.
A los 25 años estaba de maestra en Lima. Veía dos veces al año a mi familia hasta que conocí a otro maestro, pero no maestro de letras, era maestro de música. Tocaba la guitarra y tenía muchos chicos. No me encandilé como con el otro; me fue entrando poco a poco, lentamente, y yo también a él.
En esa encarnación viví hasta los 59 años. No tuvimos hijos pero fui muy feliz.
Lo que sí me quedó siempre fue ese sabor amargo de haber sido despreciada de joven, y aunque después haya logrado el éxito en el amor y haya tenido un trabajo digno y próspero, recién ahora que repaso todo eso puedo desahogarme un poco, porque como decía Barbosa -que sería un espíritu de Luz-: Es bueno aceptarse pero no está mal que otros te quieran también.
Este es mi punto de vista.
Sólo quería comentar eso por hoy. Gracias por permitírmelo.
Sesión del 05/05/2008 Médium: Jorge Raúl Olguín. Entidad que se presentó a dialogar: Tethán de Núria J .
Habló sobre los problemas del 10% que influencian al 90%. A la parte encarnada le resulta más difícil ser estable cuando hay varias dificultades. Habló del amor personal y de sus efectos cuando se ve truncado. Detalló algunas cosas que pueden llevar de nuevo al equilibrio. Habló sobre la evaluación del karma y de las vivencias difíciles.
Hay una angustia tan grande que marca mi corazón espiritual porque mi 10% encarnado como femenino también pasa por las mismas angustias y hay que entender que somos un mismo espíritu. Si bien la parte encarnada sufre por situaciones personales -que no es que sean ajenas pero no competen a mi parte espiritual- el hecho de que seamos un solo espíritu me marca a mí también, me hace sufrir a mí también. Es muy difícil las situaciones estresantes que nos afectan.
Quizá uno, como 10%, evoluciona y uno pone las expectativas en el entorno y quizá el entorno no evolucione en la misma medida que evoluciona uno. O viceversa: el 10% de uno no evoluciona a la velocidad que evoluciona el entorno y, entonces, es como que hay una desconexión -por llamarlo de alguna manera- que deja de estar o es muy leve o es muy frágil o tiene grietas o lo que fuese. Generalmente los seres encarnados son más frágiles que el ser espiritual porque cuando algo va mal es como que su sentido de la tolerancia deja de ser, su sentido de la paciencia también, ya no se toleran algunos errores que antes sí, ya no se tiene paciencia por lo que antes sí, se recriminan cosas por roles del ego, se echan en cara cosas por roles del ego que antes no, lo que antes era dulce empalaga, lo que antes tenía cierto agridulce ahora es amargo, nuestro sentido del gusto cambia. ¿Y por qué tiene que ser así? ¿Por qué uno no puede nacer y ser feliz toda una vida sin altibajos?
No me interesa filosofar. No voy a decir ahora por qué tenemos que tener enfermedades, problemas psicofísicos. No por lo menos en este diálogo que me permite el decodificador del receptáculo, no. Quiero hablar sobre el sabor agridulce del amor personal, de los altibajos, de los sinsabores.
Muchos poetas hablan de que cuando el amor se va queda un sinsabor pero si desglosamos bien esa palabra significa 'sabor a nada'. Hay canciones que hablan de sabor a nada. Y eso sería perfecto porque el sabor a nada significaría un recuerdo sin emoción dolorosa. Queda un sabor amargo, un sabor amargo que te revuelve por dentro, que te deja con un tremendo martirio. Claro que el dolor físico duele -una lumbalgia, un dolor de muelas-, y tal vez con un calmante el dolor se atenúe pero, ¿hay un calmante para el dolor espiritual y la emoción dolorosa?
Un escritor dijo que el amor es como la gripe, que no se cura sino que hay que darle tiempo. ¿Pero aquí no se trata de pelear por el amor? ¿No se trata de ser una fragua para avivar las llamas antes de que se apaguen? ¿No se trata justamente de eso? ¿No se trata de que lo único que calma el dolor es que el amor se reavive, que las heridas se cicatricen a través del buen trato, a través del diálogo, a través de la comprensión, de la tolerancia, de la paciencia, de todo lo que hablé antes?
No voy a relatar vidas. Quiero hablar yo, como entidad espiritual, sobre el amor personal. Algún gran Maestro de Luz dijo que en el plano físico el amor personal es más fuerte que el amor impersonal. Estoy absolutamente de acuerdo porque es cierto que nosotros debemos vivir en función de servicio, de ser útiles al otro pero nunca supe que nadie saliera lastimado con amor impersonal. Si bien todo aquel que sirve sufre por el dolor del otro no es un sufrimiento que te corroa las entrañas como ácido sulfúrico, no.
Todo ser encarnado ha pasado por distintas etapas, por fracasos, por traiciones, por engaños, por halagos mentirosos, por indiferencias, por burlas, por desprecios, por roles de víctima o de inquisidor. Todo ser humano pasó por varias o algunas de estas situaciones y todo ser humano alguna vez la causó. Alguna vez fue frío e indiferente y entonces hasta el karma, la lección a aprender...
¿Pero sabéis lo que he pensado? Que muchas veces he sospechado que o bien el karma no existía de verdad -y diréis que lo digo apasionadamente, reactivamente y nada analíticamente y sí, seguramente- o que hay alguien que de alguna manera sobornó a los Lípikas para que su karma sea más tenue. No deja de ser un chiste amargo pero bueno. Yo creo que no es así. Lo que pasa es que a veces vivimos en situaciones que decimos: ¿cómo tal persona, con tantas felonías, con tantas tropelías, con tantos actos hostiles que cometió está triunfante en su trono? Pero no se habla desde la envidia en este caso, para nada; simplemente es destacar porque tampoco me interesa un maestro cerrado que diga "Bueno, seguramente la otra persona tendrá un karma para otra generación, para otra vida o tenía un karma leve en ésta y por eso disfruta".
Porque... dejemos de lado mi parte espiritual. El 10% no se acuerda de lo que hizo ni lo que dejó de hacer. Entonces, para el 10%, cuando le pasa algo, cuando sufre un problema, cuando tiene un ser querido que lo sufre, cuando hay un abandono, cuando hay una discusión... “¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora? ¿Por qué esto?”, se pregunta. Porque el 10%, ¿qué sabe de karmas? ¿Y cómo sabe que es así? ¿Cómo comprueba que ha hecho tantas felonías?
Yo considero que yo soy un espíritu bondadoso. Mi 10% es una mujer bondadosa, con sus nanas pero al fin y al cabo no ve mal los sentimientos... Entonces, la pregunta obligada tiene que ser: ¿y por qué el sufrimiento? ¿Por qué los altibajos? ¿Por qué las trabas? ¿Qué pasó? Si yo sé quien soy -como ser encarnado- yo respondo por mí; puedo no responder por el otro porque no lo conozco, pero respondo por mí. ¿Tanto cambié de una vida pasada a ésta? ¿Qué hice en una vida pasada? ¿Abandoné una familia? ¿Destruí gente? O a veces no todo es karma; a veces también es acción de terceros que cometen actos hostiles y bueno, uno es el damnificado.
-No te preocupes, se te compensará. ¿Adónde se te compensará? ¿Como lo compensaron a Job? No, gracias, de esa paso.
La ironía es para intentar sacar un poco de dramatismo pero no todas las sesiones eran quejas, algunas eran relatos. Pero bueno, se me intenciona que me comunique sin condicionamientos. Bueno, me comunico sin condicionamientos. Aguantadme, entonces, de la forma apesumbrada en que me encuentro. Dicen que en el plano físico hay ciclos, biorritmos, como le queráis llamar. En el plano espiritual no existe eso pero eso no significa que estemos siempre igual; a veces elucubramos cosas de por demás y pasamos por determinadas situaciones y hay que hacer un esfuerzo tremendo en la parte espiritual como para que no nos invada el rol del ego como a la parte física. Tenemos que mantenernos distantes de lo que es el rol pero, ¿pensáis que es fácil? No, nada es fácil. Nada, nada es fácil.
De todas maneras a veces veo salir el sol y me emociono a favor -¿no?- y quiero empezar el día fuerte. A veces.
Sesión del 07/08/2009 Médium: Jorge Raúl Olguín. Entidad que se presentó a dialogar: Tethán de Núria J .
Relató una vida en Suecia. Su infancia fue buena, pero en poco tiempo murieron su madre y un amigo, sintiéndose desamparada. Explicó otras malas experiencias cuando un novio le engañó y le abandonó, la muerte de su padre, y el intento de conseguir otro novio que no fructificó. Finalmente la aldea fue atacada y murió.
Entidad: Siento que en esta comunicación hay como contradicciones, por un lado tengo la ansiedad de poder comunicarme al lenguaje hablado a través de este receptáculo, pero por otro es como que mi temor de repasar vivencias dolorosas saquen a relucir más engramas en lugar de desactivarlos. Es mi temor, porque sé que los maestros de Luz han dado pruebas suficientes de que no es así, de que vivenciando y repasando vivencias dolorosas quedan solamente los recuerdos y no le pesa a mí 10% femenino ningún condicionamiento posterior. Pero bueno, quería expresarlo.
Tuve una vida anterior, hace muchísimos siglos, en la zona de Suecia. Mi nombre era Inga y siempre era muy sensible. Mi papá trabajaba en herrería, mi mamá trabajaba en la casa con telas. Había un señor que tocaba un instrumento raro, como una especie de flauta. El señor se llamaba Franz, venía de la Germania. Y los domingos, en la plazoleta, a veces se hacían pequeñas obras de teatro y a veces venía Franz y tocaba su música y la gente aplaudía y él bailaba. Y yo, de pequeña, tenía cinco o seis años, bailaba con él. Me acuerdo de Franz porque llenó mi infancia de felicidad.
Mi padre era bueno, pero era una persona seria, hablaba con monosílabos decía "Sí, no, bueno", pero no se perdía los domingos la música, el teatro, y me llevaba a la plazoleta. Madre se quedaba en casa, ella no estaba bien de salud. Cuando cumplí trece, a la semana de mi cumpleaños mamá fallece. Flaquita, delgadita, nada que ver con papá, que era un gigante al lado mío. Yo nunca tuve una gran comunicación con ella y sentía como un complejo de culpa de no decirle "Te quiero mamá", pero ya no me podía escuchar.
Dos meses después no lo vemos a Franz por el pueblo, su música. Me entero por el de la tienda -el señor Bjor-, que el germano lo habían encontrado muerto, tal vez el corazón.
Me sentí como desamparada. Yo en el poblado tenía pocas amigas Ana, Berka, pero eran como demasiado... eran demasiado egoístas. Y con padre, yo a padre lo amaba pero él era muy seco, muy mustio con él no tenía casi contacto.
Fui creciendo. Yo le había ayudado a mamá con las telas, entonces yo lo ayudaba a papá. Y en casa con catorce, quince años trabajaba con las telas para tener algo más de dinero.
Cuando cumplí diecisiete lo conozco a Mark. Mark venía de otro poblado. Era alto, fuerte como papá. Y empezamos a salir. ¡Ah!, me molestaba porque él iba a veces a la posada con otros amigos y la veía a Erka, a Zabra, a todas las jóvenes. Él, obviamente se conservaba en su lugar porque era simpático, les sonreía pero no les daba cabida a nada, digamos como que me respetaba. Pero yo estaba muy celosa. Un día que lo esperaba, que iba a acompañarnos a mí y a padre a la plazoleta no vino. Un conocido de él, que también yo lo conocía desde pequeña, Dorik, que era un señor de más de treinta años, me dice que se había ido a otro poblado. Y que él, a la vez que salía conmigo, salía con una joven de familia rica, una familia que decía que era descendiente de los Ulrik, que eran parientes del que mandaba en la comarca.
¿Qué le pasa a la gente, porqué ese abandono que siento? ¿Qué le hice a Dios? Yo sé que lo de madre es algo que era inevitable, pero el germano era..., me alegraba la vida con su música. Era un hombre obeso, colorado, tomador de cerveza, muy respetuoso. Él siempre con ese instrumento que nunca supe lo que era. Y este pretendiente que sin ninguna explicación... Qué me dolió, ¿el abandono?, ¿la ausencia?, ¿el que se haya ido como un cobarde sin decirme nada? ¿Estaba herida yo?, ¿estaba herido mi ego?
Papá me vio sollozando un par de veces, y me decía: -Lo que los dioses tienen reservado para ti todavía no ha llegado.
Yo me encerraba en la habitación y seguía cosiendo las telas. Me enojaba con padre: ¿Qué dioses? Hay un Dios, hay uno solo. Pero no me escucha. En ese momento no entendía la palabra, pero como entidad espiritual reconozco que se me grabaron engramas. Engramas de soledad, engramas de abandono, engramas de incomprensión, engramas de deslealtad, engramas de baja estima porque tenía tanto para dar y no había quien lo aprecie.
Pasaron los años. Cuando cumplí veintidós, papá de un día al otro empezó a desmejorarse, ya no era ese hombre corpulento, ya no tenía fuerzas para levantar la masa. Dejó trabajando a Zacks en la herrería, que era el ayudante. Y dos meses después se fue, quedó su cuerpo inerte y su alma ya no estaba. Hicieron una linda ceremonia en el cuerpo de padre. Lo pusieron sobre maderos y le acercaron antorchas. Ahí me di cuenta de lo querido que era.
Me quedé trabajando sola. Cuando conozco a Gustav yo ya es como que desconfiaba de todo. Gustav era alto, delgado, de cabello negro pero negro negro- Ojos oscuros rasgados... No me gustó de entrada porque tenía en la boca como un gesto, un rictus como de amargura, como de desdén. Y él también hablaba poco. Sin embargo nos hicimos amigos. Una tarde, después de que él termina de trabajar en la tienda, me cuenta su vida. Que él venía de otra aldea, que la aldea había sido atacada. Que sus padres murieron, que murió su hermana, su otra hermana no se encontró el cadáver, se la llevaron. Que él era muy bueno con la espada pero contra una horda de salvajes qué iba hacer. Perdió todo lo que tenía, no pudo vender nada porque quemaron toda la aldea. Él cojeaba de una pierna. Y me dice: -No solo he perdido lo material he perdido mi familia. También tuve una relación con una joven que resultó ser una espía de la horda de salvajes. Eso me enteré después. Fui un tonto. Por eso ahora no confío en nada ni en nadie. -Igual que yo -le dije. -¡Ah! Bueno, en algo nos parecemos. -Y empezamos a vernos asiduamente, amistosamente y deposité en él mi esperanza afectiva.
Empezamos a salir como pareja, pero me sentía como que no estaba lista para convivir. Y, tal vez lo que diga sea un prejuicio de mi parte, pero lo veía como demasiado frío, indiferente en todos los aspectos. Aun cuando me besaba parecía que lo hacía de compromiso. Y no es que yo buscara una satisfacción material pero no me daba lo espiritual, me trataba como trataba a Suagas, su amigo de la posada. ¡Je! No, yo no quería eso, no me lo imaginaba como padre de mis hijos y decidí yo terminar. Me miró con desdén y me dijo: -Otro fracaso más que me haces, otra deslealtad más. -No, desleal no, desleal no. Simplemente que no coincidimos en muchas cosas. -Discúlpame, pero cuando nos conocimos teníamos historias parecidas. -Sí, pero en un marco distinto. Yo todavía tengo anhelos, aunque cada vez menos. Tú estás vivo porque caminas y respiras, pero no es así. -No sé si me entendió pero dejamos de vernos, no tenía ningún sentido.
Me aislé en mí misma, en mi tarea. Ganaba dinero para sobrevivir y más. Cuando cumplí treinta y dos años fui hasta la casa cerca del rio, a lo de la señora Stekany, a llevarle unas telas. Y como ha pasado muchas veces y a otros thetanes compañeros que también hacen relatos parecidos, lo primero que huelo es humo, luego escucho gritos y choque de metales y más gritos. Le dejo las telas a la señora y voy corriendo para el poblado: encuentro todo quemado, desolado, casas incendiadas. Y yo tranquila pensando que la horda se había ido y siento el ruido de un trote y veo que había un par de guerreros. Uno de ellos desmonta y cuando me quiere agarrar, yo entre mi ropa guardaba un puñal y se lo clavo en su hombro izquierdo. ¡Aaah! siento un dolor punzante en mi espalda y me sobresale una flecha por el pecho: había cuatro guerreros detrás mío. -¿Qué has hecho?, la podíamos haber llevado. -Escucho, hasta que la mente se me pone oscura y caigo al barro y no siento más nada. Hasta que minutos después me conceptúo en espíritu y me doy cuenta de que desencarné con engramas de dolor, con engramas de abandono...
Me cuestiono cuál fue el aprendizaje de esa vida, si fue todo dolor. Pero en una época tan antigua era costumbre, era normal vivir con riesgos, con pérdidas, con abandonos. Recuerdo que a los ochos años tenía un libro de cuentos, una hermana de mi padre que falleció dos años después me había enseñado las letras. Era un lujo saber leer. Había muchos adultos, la gran mayoría, que no sabían leer: "Eso déjenlo para los nobles". Y el saber leer no me hizo bien porque leía cuentos donde las plebeyas se transformaban en princesas. Porque en la actualidad se piensan que esos cuentos son de hace dos o tres siglos y viví hace más de un milenio. Se fantasea con eso. Y cuando desencarnamos nos damos cuenta que la mayoría queda en cuento y que las expectativas no se cumplen.
Me siento un poco mejor en haber descargado todo eso y le pido disculpas a este receptáculo porque siente todo lo que yo siento y sé que le he lastimado sus lagrimales, que me disculpe.
Gracias por escucharme. Sesión del 01/09/2009 Médium: Jorge Raúl Olguín. Entidad que se presentó a dialogar: Tethán de Núria J .
Explicó que cuesta relatar experiencias difíciles. Tuvo una encarnación en Gaela. Era estudiante de historia. Explicó detalles de sus conocimientos de la historia y de la situación del planeta durante su vida, donde si bien había muchos avances tecnológicos la sociedad era decadente, corrupta, desidiosa y caminaba hacia su destrucción, y lo comparó con la situación actual de nuestro planeta Tierra. También relató unas dificultades con su pareja.
Me encuentro aquí comunicado con el plano físico. Uno como entidad espiritual a veces se pregunta: -¿Por qué determinadas vidas que han dejado marcas muy profundas no son vivenciadas de inmediato a la primera oportunidad? No está en mí en este momento hacer un debate pero puedo dar muchas razones de tener miedo de tocar una vida, donde la esperanza era nula. El argumentar que si bien otras vidas posteriores fueron muy difíciles y crueles, dejaba mayor esperanza, el entender que no era solamente yo, que había millones de entidades espirituales que se quedaban sin hogar. Al igual que muchos seres que en este presente encarnan en Sol III, hace miles y miles de años encarné en Gaela. Gaela es un planeta que está en el otro brazo de la galaxia. Es similar a Sol III, con una estrella amarilla y está a una distancia de su estrella similar a este planeta donde hoy reside mi 10% encarnado como mujer. Era un planeta tan parecido que hasta la distribución entre agua y tierra era similar, con seis continentes e infinidad de países… Hasta la forma geográfica era similar. Nací en un país llamado Plena en el denominado nuevo continente. Mi nombre era Dalia. Estábamos en el año 2100 de la era de Axxón, donde a partir de su nacimiento se empezó a contar la nueva Era, con un sistema de calendario muy similar al actual de Sol III. Me interesaba muchísimo la historia de Gaela. Estudié los distintos países del viejo continente: el gigante llamado Dosbi; el que había perdido 2 guerras, Grafent, donde en un viejo pasado nacieron los más grandes filósofos; Porísido, un país muy mítico, con castillos en medio de la espesura como Papina; su país vecino –Magar- cuya capital estaba dividida por un río; la gran isla que había sido un viejo imperio –Amber-; el país que hizo famoso a los espadachines –Amarís- y el país que estaba en la punta del viejo continente, un país de poetas románticos –Saeta-. Del otro lado de Saeta estaba Lizia. Lizia había sido un tremendo imperio que había sometido a medio continente, pero los emperadores no son eternos… En la actualidad se llamaba Liziana. Y Nebrón, el país donde había nacido Axxón, considerado por muchos como el hijo del Creador. En el nuevo continente la imperturbable Beta -uno de los países más poderosos de Gaela- y la Nueva Beta -que había sido colonizada por Amber y se había independizado tras una gran guerra-. Abajo de Beta estaba Zavala, a la que Beta le había sacado territorio dos siglos antes. Y allá, en el sur muy lejano, Plena, que estaba separada de Larrebedo por una alta cordillera, aunque Larrebedo y Plena eran países hermanos. Yo vivía en Plena. De pequeña era feliz jugando con mi máquina de hologramas. Mi abuelo me decía: “Dalia, cuando yo era chico apenas existían ordenadores, pero esto no, que ni sé cómo se maneja”. Yo me reía de mi abuelo porque no entendía su manera de pensar, o tal vez estaba acostumbrado como entidad espiritual a que mi 10% fuese una niña caprichosa, consentida, amada por sus padres con un amor desequilibrado que no ponía límites. Y el abuelo Jonás, con su amor incondicional, tampoco le decía nada pero le contaba historias del bisabuelo Radúl: -Cuando yo era chico, querida Dalia, mi padre Radúl me decía que en su época ni siquiera había ordenadores y jugaban tranquilamente en la acera. Dos años después el abuelo fallece. Me quedé con ganas de saber más historias de mi bisabuelo al que solo conocí por holo-foto. Por supuesto, podía ver holo-películas del abuelo, de la abuela y del bisabuelo, poniendo los cristales en mi aparato, pero no me entretenían. Me gustaba este mundo, a pesar de todo. Y fui creciendo. Cuando tenía 17 años conocí a Boleno. Él era estudiante de física. Le gustaba estudiar profundamente y me hablaba del tema pero no entendía nada… A mi me gustaba la historia y nadie me sacaría de ello. Los grandes imperios cayeron cuando Nebrón se libró de las garras de Lizia, cuando murió el último emperador de Lizia. En la vieja Porísido hoy sólo quedan restos de monumentos… Salí dos años con Boleno hasta que contrajimos enlace. Nos fuimos a vivir a un apartamento en pleno centro de Plena. Yo estaba acostumbrada a estar en las afueras de la ciudad y me lloraba mucho la vista por la descomposición de la basura. Aparte leía en las holo-noticias los secuestros, las muertes. Ayer habían matado a 2 maestras en una escuela de los suburbios y uno de los chicos alegó que fue un acto de insania y lo soltaron a los 2 días. Al contrario, la familia pidió indemnización por un maltrato psicológico al niño, que tenía 17 años y sabía lo que hacía, pero las mismas leyes estaban corruptas. Hoy se mataba cualquiera con cualquiera. Un día, con un primo Sabilón subimos en un helio-taxi, nos rozó otro helio-coche particular y éste, en una maniobra imprudente, le disparó, haciendo que el otro se estrellara, donde seguramente sus ocupantes murieron. La cabina del chofer estaba separada con un vidrio que impedía ver bien su rostro. Nosotros poyamos en un panel nuestra tarjeta, y cuando se nos descontó el gasto del viaje, nos bajamos. -¡Vamos a hacer la denuncia!- dije-. Me sentía perdida en una sociedad tan corrupta. ¡Apenas teníamos el 2% de agua potable en todo Gaela! A veces se me caían lágrimas, no por las historias que el abuelo me contaba sobre el bisabuelo Radúl, sino sobre lo que era la historia del siglo pasado, lo felices que eran. Yo no entendía cómo podían vivir sin las máquinas actuales, y ellos tampoco entendían cómo en un siglo anterior pudieron haber vivido sin los viejos televisores, que para nosotros eran cosas caducas. ¡Nada reemplazaba a la holo-visión en distintas dimensiones! Pero era la época en la que me había criado, aún sabiendo que lo moderno era lo mejor. El hecho de ser historiadora -aunque todavía no me había recibido- me hacía ver que había más enfermedades ahora que hace 2000 años atrás, a pesar de los avances de la medicina. No hacía falta una gran guerra para que se acabe con la humanidad; la humanidad estaba acabando por si misma. El aire estaba absolutamente contaminado, a tal punto que en las ciudades prácticamente quedabas casi ciega por la irritación. Décadas y décadas planificando la “no quema de combustible” y a los gobernantes no les importaba, como si ellos no tuvieran a su vez hijos o nietos... Boleno pensaba distinto a mí. Él decía: -¡Esto es lo que es y que hay que aceptarlo! Yo hasta tenía el temor de engendrar hijos y por eso me inyectaba para mantenerme estéril. Boleno me acusaba de ser una persona egocéntrica y que no pensaba en su felicidad. En dos años y medio, seis veces estuvimos separados… y volvimos a juntarnos… y otra vez a separarnos… y otra vez a juntarnos… ¡La séptima vez yo no lo soporte más! Ya estaba trabajando como historiadora, pedí que me mandaran al norte, y me trasladé a Beta -sabía hablar su idioma-. Beta era el gran país, pero cuando entré en él me llevé la gran decepción de saber de que estaba todo tan o más contaminado que en Plena. Había una enfermedad nueva, desconocida, y los biólogos no entendían como la gente en 48 horas se moría tras una tremenda hemorragia… era algo que fagocitaba el cerebro de la gente, algo nuevo y que quizás se trajo en alguna nave exploradora de algún cometa… Dos años después me entero de que Boleno había fallecido, tras una penosa enfermedad que duró un año. Y obviamente me sentí mal, pero... Hice grandes escritos en los holo-periódicos, pero nadie prestaba atención. ¡Es como que el mundo era zombi! ¡Es como que la gente no vivía! Había una gran espiritualidad en grupos aislados, pero no prosperaban. Conocí a un tal Jorfán, que decía que canalizaba a seres suprafísicos. Decía que era la reencarnación de Axxón. Jorfán vivía en Plena pero también tenía una propiedad en Beta. Desencarné a los 40 años, siendo que la expectativa de vida era de 120 -o había sido de 120 años-. Habíamos retrocedido mucho, en desidia, en dejadez, en indiferencia… Había grandes ciudades con basura en todas ellas, no había sitio donde poner los desechos, los mares estaban contaminados… Después de miles y miles de años -hoy encarnada como Nuria- estoy en este mundo tan hermoso, con muchísimos problemas -hasta de identidad conmigo misma- de no saber a veces qué decisiones tomar, de no saber a veces de que mano cogerme… Pero como entidad espiritual también tengo miedo de que con Sol III pase lo mismo que con Gaela, y lamentablemente a eso se encamina la humanidad. Si me quedaron engramas de esa vida, no podría decir si eran engramas… solamente pregunto: -¿La desesperanza es un engrama? Gracias por escucharme.
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