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Psicoauditación - Olga A.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión 09/02/2019
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Olga A.

Podía haber tenido una maravillosa vida pero los roles de ego de su esposo no se lo permitían. Mientras él estuvo en vida no pudo ayudar a otros como hubiera querido. Ahora sí podría.

Sesión en MP3 (2.769 KB)

 

Entidad: Nunca me he quejado de la vida, pero me hubiera gustado que aquel que está más allá de las estrellas me hubiera dado la posibilidad de ayudar a otros.

 

A diferencia de los cuentos que relatan en los teatros ecuatoriales no fui humilde y me casé con un príncipe. Fui de familia noble, conocí a un joven labrador, me enamoré, mis padres me pusieron algunos obstáculos pero cedieron ante mi ilusión, al fin y al cabo era mi vida, ¿no? No tuvimos hijos y él, con el tiempo, es como que comenzó a cambiar y hacía como un rol de víctima.

-Claro, tú eres la noble Etrea, yo soy solamente el labrador Rap.

-Se hace todo lo que tú dices -le decía a mi esposo.

-No, no es así, no es así, has heredado un castillo, ahora que tus padres murieron tú eres la noble del lugar y yo soy tu figura decorativa. -Me molestaba que dijera eso.

-¿Por qué hablas así, Rap?, si paseamos, visitamos otros poblados, tienes lo que quieres...

-¿Qué tipo de poder tengo?

-¡Pero mi amor, yo tampoco tengo poder!

-¡Ja, ja! Tienes riqueza.

-Eso no lo es todo en la vida, si hubiera deseado eso hubiera elegido a alguien noble, como yo.

-¿Ves?, alguien noble como tú. Tú misma estás diciendo, Etrea, yo no soy noble como tú.

-Rap, no malinterpretes mis palabras, cuando te conocí no eras noble, ahora sí lo eres.

-Claro, soy como un adjunto tuyo.

-¿En qué momento, alguna vez te hice sentir así?

-Cuando das órdenes a la gente.

-Rap, ¿me has visto alguna vez tratar a alguien? No doy órdenes, lo pido hasta incluso en forma de pregunta "¿Podrías traerme esto? ¿Me alcanzarías aquello?

-Claro, mi noble Etrea, te disfrazas de buena para que todos de idolatren.

-¿Pero qué pasa contigo?, no eras así.

-No, hasta que te fui conociendo y me di cuenta de lo artificial que eres. Mira el dinero que tienes, ¿yo qué tengo?, ni un solo metal tengo. Claro, ya sé lo que me vas a decir "Si quieres algo pídemelo". O sea, yo te tengo que pedir.

-Rap, me desilusionas. ¿Quieres tomar algo?, cógelo directamente. ¡Pero si acá tienes todo! ¿Qué es lo que quieres?

-Te lo dije antes, no me siento poderoso, me siento como alguien que te ayuda, un colaborador, no un esposo. Ya no disfrutamos como antes cuando estamos solos. -Me asombré.

-¿Y es por mí? Si eres tú el que se queda en la sala bebiendo algún licor. Hubo noches que has subido a la alcoba ebrio. -Rap me miró con un rostro de odio.

-Ahora me acusas de ebrio.

-Estás reactivo, todo lo que te diga te va a sonar mal, todo lo que te diga lo vas a entender como tu ego lo capte.

-O sea, que ahora es mi ego. Tú no tienes ego, tú eres la pura, la pulcra, la inmaculada.

-¡Pero de que hablas! Me siento normal, he querido ayudar a otros, no sé cómo ayudar a otros...

-Y por qué no empiezas por mí, noble Etrea.

-Está bien, ¿qué precisas?

-Un título.

-Te nombro jefe del condado. Rap, el jefe del condado.

-¡Ja, ja! Me estás insultando, eso no es un título, eso es una burla.

-¿Pero qué títulos tengo yo?

-Eres una noble.

-Sí, pero qué títulos tengo, no tengo ningún título, simplemente tengo un castillo, tengo gente y por supuesto tengo soldados que junto con el jefe de guardia me son totalmente leales.

-Por supuesto; ¿cómo no te van a ser leales si les pagas jugosos sueldos? Claro, te sobran los metales.

-No me sobran, recaudo de la feria feudal, y tampoco los ahorco económicamente a los feriantes, les pido nada más un pequeño porcentaje, todos están felices.

-¿Y por qué a mí no me hacen caso los soldados o el jefe de guardia?

-Rap, desde un primer momento te dije si tú querías encargarte de la tropa y tú me dijiste "Yo no vine a servir, vine a ser tu pareja" ¿Qué cambió, qué cambió? ¡Tú cambiaste!

-No -dijo Rap-, simplemente me fui dando cuenta de cuál era mi posición aquí, y ahora no me hacen caso.

-Rap, Rap -argumenté-, no es que no te hagan caso, de entrada vieron que tú vivías tu vida en palacio, no te interesaba nada, varias veces de invitaron a entrenarte con la tropa, es más tú descaradamente les has dicho "No tengo porque mezclarme" y algunos se molestaron y se han enojado contigo por cómo los tratabas.

-Claro, claro, noble Etrea, ahora soy yo el cruel, el despótico, el que desprecia a todos. ¿No era que yo era un simple labrador que tú recogiste por lástima, por pena?

-Rap, yo estaba enamorada de ti.

-¡Hum! Hablas en pasado, "estabas". ¿Y ahora?

-Rap, ahora es como que no te conociera, ahora es como que... como que fueras otro, es como cuando tu coges una bolsa vacía y le das vuelta, es como que a ti te dieron vuelta, te cambiaron, estás distante de mí, ya no te acercas en la intimidad, prefieres la copa de licor. -Rap hizo un gesto de desdén.

-Y sí, por lo menos la copa de licor no me traiciona.

-¡Excúsame, no entiendo!, ¿cómo que te traiciono? ¡Porque dijiste eso!

-Sí, he dicho eso.

-¿Piensas que estoy en amoríos con alguien? O sea, aparte de todos los disparates que has dicho, ¿piensas que no te soy fiel? -Rap se encogió de hombros.

-Piensa lo que quieras. -Y se marchó a tomar su licor.

 

Mi anhelo era poder ayudar a otros. Me había enamorado de un hombre que ya no existía y debo reconocerlo, no sentía ya ese amor, ese afecto. No es que estuviera desilusionada como otras mujeres que al primer desencanto cambian de afecto no, no, no; tampoco me afligía tanto porque mi anhelo era ser útil, ayudar a la gente, expandí la feria feudal par dar más trabajo a otros, en las afueras había campos míos que los trabajaban, o sea, que no solamente ayudaba a la gente de la feria, también a los de afuera y quería más.

¿Para qué quería los metales, para qué quería monedas doradas, plateadas, cobreadas? No tenía herederos, no iba a vivir eternamente, quería ayudar, pero Rap en este momento se estaba convirtiendo como en un lastre, era como un lastre, es como un lastre tremendo, no era ese labrador de la sonrisa, humilde, de brazos fuertes que no podía creer que yo no me interesaba por él.

 

Recuerdo cuando nos conocimos:

-¿Cómo se llama, mi señora?

-No, no me digas mi señora, soy más joven que tú, dime Etrea.

-Pero eres una noble, yo me llamo Rap, soy un simple labrador.

-Pero has trabajado duro, te has esforzado en conseguir los granos para la feria.

-Gracias, Etrea, me halaga.

-Háblame de tú.

-No, es respeto lo que tengo.

-Háblame de tú.

-Está bien.

-¿No me invitas una tarde a pasear? Tengo varios equinos que necesitan ejercicio.

-Etrea, ¿tú me estás invitando a salir a mí, a un simple labrador? -Me encogí de hombros.

-Y por qué no. -Y él me preguntó.

-¿Y por qué sí?

-Porque me atrae tu manera de ser -le respondí abiertamente.

Me respondió él:

-Eres muy bella para fijarte en mí.

-¿Tienes baja estima?

-No, pero eres una noble. -Y recuerdo que así estuvimos días y tardes y días y tardes, hasta que la relación se hizo oficial.

 

Me costó mucho convencer a mis padres. Durante el noviazgo, con poco tiempo de diferencia fallecieron los padres de Rap, estuvo un tiempo con un tremendo desánimo hasta que llegó la boda, era un hombre apasionado, cariñoso, servicial en el buen sentido no servil, servicial. Después noté algunos cambios, se quedaba en la cama o en el sillón, lo invitaba a cabalgar y no quería.

Le digo:

-Haz un poco de ejercicio o ve a practicar con los soldados. ¿No te gusta practicar con la espada?

-¿Acaso me estás diciendo vago?

-No, no, para nada, pero ¡je, je! Vas a empezar a criar panza si no haces nada.

-O sea, te gustaba mi físico, no te has enamorado.

-No, Rap, no, no, no, discúlpame si lo entendiste mal.

-O sea que me llamas falto de luces, que no entiendo las cosas.

-No, no, no... -Y me iba sonriendo para la sala.

 

Pero no entendía las señales. Ya de mucho antes estaba cambiando, de a poco, pero yo estaba ciega, no lo veía hasta que en el presente era intolerable su conducta. Y recuerdo que una tarde le dolía la parte del hígado, vomitaba y no quería comer, y en cuarenta amaneceres había bajado mucho de peso y no quería comer. Llamamos al médico de palacio y dijo que seguramente por el mismo licor que ya tomaba en grandes cantidades le había afecta a sus órganos, principalmente el hígado del que él se quejaba tanto, y en cuarenta días más murió.

Tuvimos siete días de luto, pero debo reconocer que no me sentía dolida por la pérdida, pero no me mal interpretéis, no me mal interpretéis, me sentía dolida por... porque yo lo había perdido mucho antes, muchísimo antes. ¿Cómo una persona puede cambiar tanto en vida? Nunca le había dado motivos para nada, tenía de todo; yo no era una reina, no tenía corona, si no se la hubiera dado. Me pedía títulos, ¿qué títulos? Mi título era ser mujer.

 

Estaba desilusionada, pero como dije al comienzo no de la vida, de las situaciones que se me pincharon, que no pude llevar a cabo, y eso sí me molestaba porque si bien todavía era joven no tenía la edad de cuando conocí a Rap. Ahora era la noble Etrea, la señora, pero ya no era la joven Etrea.

 

Tenía muchas amigas nobles con las que conversaba y me decían:

-Jamás te permitas decirte la palabra vieja, eres de mediana edad, tienes muchísimo por dar, muchísimo por hacer, las posibilidades, tienes todo. Lamento lo de tu marido pero las veces que te visitamos, y te lo decimos con cariño no lo tomes como falta de respeto, a nosotras nos miraba con desdén, con desprecio y no le hicimos nada. -Yo me abrazaba con ellas y con las de mayor confianza me confesaba.

-No os sintáis mal por eso, me miraba con desprecio a mí, como si yo alguna vez le hubiera negado amor, pero jamás me cambió por otra mujer, me cambió por una botella de licor.

 

Allí donde esté, si es que se fue con aquel que está más allá de las estrellas, le deseo lo mejor a su alma. Qué más puedo decir.

Y que aquel que está más allá de las estrellas me disculpe por lo que pienso, pero ahora ya no tengo ese lastre, me ocuparé de seguir ayudando a otros. Como que me llamo Etrea, la viuda Etrea.

 

Gracias por escucharme.