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Psicoauditación - Ortael

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión del 08/01/2013

Sesión del 13/11/2020

Sesión del 16/11/2020

Sesión del 16/12/2020

Sesión del 30/12/2020

Sesión del 29/03/2021


Sesión 08/01/2013
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: OrTa-El, thetán de Dave

Ha estado en distintos mundos Umbro, Albor, Aní, Fulgor, Rigel, también en Sargón donde estuvo en la resistencia. En Gaela, hace 100.000 años, se relacionó con quien fue Axxón 2.000 años antes. Hoy desea que quien fue Axxón pueda expresarse y transmitir los mensajes sin impedimentos. Exhorta a su 10% a aprovechar todo su potencial y a no perder oportunidades pero viviendo y disfrutando la vida.

Sesión en MP3 (5.329 KB)

 

Entidad: Mi nombre es OrTa-El. He encarnado en distintos mundos pasando por distintas vivencias, sufriendo distintas penalidades, creyendo que la buena fortuna estaba conmigo, eligiendo el camino que creía mejor para mi ser en cada encarnación, pasando por muchas penurias, no solo en Sol III sino en Umbro, en Gaela, en Albor, en Aní, en Fulgor, en Rigel, no siempre encarnando como homo sapiens. Al fin y al cabo, lo que dice el Maestro Morgan-El, lo importante es que el espíritu tenga una unidad biológica compatible en cuanto a su decodificador.

 

Qué gran decepción me llevé en Albor, un mundo donde no había hambre ni apetencias, todo era felicidad. Un mundo donde no nos mezclábamos con seres de otros sistemas, nos autoabastecíamos en felicidad, en todo. Pero, a diferencia de muchos, yo tenía aspiraciones y quería recorrer otros mundos. No estábamos adelantados como otras razas pero tampoco tan atrasados. Muy esporádicamente teníamos contacto con otros seres y mi aspiración era conocer otros mundos y de la misma manera que vuestro antiguo, respetado y querido Siddhartha salió de palacio ignorando lo que era la muerte, el dolor, la enfermedad y se encontró con el mundo real pasando por una crisis de la que logró con esfuerzo salir adelante, salvando las distancias, me pasó algo similar.

 

Conocí mundos donde había guerras, hambre, apetencias, deseos, donde países se apropiaban de otros países para expropiar sus materiales, vecinos que se apoderaban de territorios de otros vecinos e irónicamente se llamaban conquistadores llevando sus costumbres non sanctas. Y conocí otros mundos, mundos terribles, mundos donde sistemas estelares enteros se rebelaban contra gobiernos centrales aun teniendo todo, como pasó con Ferro, sus rebeldes contra Sargón, el planeta central. Sí, yo estuve allí. Yo era un soldado de la resistencia porque, como dice Johnakan, otro excelso Maestro, nos acostumbramos a adquirir el método de vida que nos enseñan nuestros mayores, nuestra familia, nuestro mundo, nuestra región. Pero cuando tienes el espíritu fuerte y justo te das cuenta de que todo eso no es nada porque no es nada la gloria tampoco.

 

Mi 10% actual, Dave, lo sabe todo eso. La gloria, el poder, la riqueza en el plano físico son efímeros. Te mueres y, ¿qué te llevas? Te llevas la pena de bajar de nivel de vibración si has cometidos actos hostiles o  la buena consecuencia si has cometido actos altruistas. Y, así como sufres por los demás si estás en un plano elevado, también gozas por los demás si salen adelante. Es raro que te fijes en ti.

 

Yo encarné hace cien mil años en Gaela y conocí a un excelso Maestro que luego me enteré que dos mil años atrás había encarnado como Axxón. Siempre traté de ser lúcido en mis razonamientos, siempre traté de entender la elección de los espíritus cuando encarnan en cada mundo, por qué, para qué, el objetivo -si es que lo tienen-, y ese Maestro que buscaba transmitir su palabra tenía como algo que objetarle. ¡Qué atrevido de mi parte!

 

En ese mundo yo me llamaba Hernán. Era un joven que vivía en Beta. Era el siglo XX de aquel mundo. Habían pasado dos mil años desde que habían puesto a Axxón en un rombo y le habían quitado la vida. Y Amarís, del viejo continente, había hecho una religión fundamentalista con la Orden del Rombo al punto tal que pasó a llamarse la Orden de Amarís.

 

Yo me sentía como disgustado porque ese actual Maestro buscaba abarcar más de lo que podía y cometió errores, y si yo no era objetivo que Eón me disculpe, pero cometió errores, porque si tú buscas salvar a cien mil y por salvar a diez te retrasas en tu misión y no terminas salvando ni a los diez ni a los mil ni a los diez mil ni a los cien mil es que te has equivocado.

 

No lo llegué a conocer personalmente aunque Beta y Plena no estaban lejos pero sí existían ordenadores similares a los actuales de Sol III y le hice llegar un escrito mío -como diréis vosotros, no tenía pelos en la lengua- preguntándole, como aquellos caballos de tiro que le ponen las anteojeras al costado para que no se espanten pero a su vez pierde la amplitud de visión, es como que tú tuvieras algo que no te dejara experimentar esa amplitud de criterio.

Me respondió que a veces la misión excede a las fuerzas de uno. Me respondió que no siempre se puede lograr todo. Al fin y al cabo uno es un ser humano que trata de lograr cosas.

Le respondí severamente: -Tú te vas por la tangente. Tú transmites mensajes pero a veces es como que te sientes atado de pies y manos.

No me respondió. Tal vez no sabía qué responderme y no quería ser irreverente.

 

Él tenía un amigo, un hermano espiritual en Saeta, pero no podía cometer la irreverencia de escribirle a ese ser explicándole mi punto de vista; hubiera sido demasiado, hubiera parecido comedido. Pero sentía, percibía que a este ser lo ataban de pies y manos, no lo dejaban ser del todo. Un ser que es del mundo no puede estar bajo llave y candado, figurativamente hablando. ¡Qué irreverencia de mi parte! ¡Era 30 años menor que él y quería darle consejos!

 

Pasaron cien mil años. Hoy encarné como Dave y mi 10% se contactó con este ser que hoy es este receptáculo que me alberga con el anhelo de que en esta encarnación no esté atado de pies y manos para que no se marchite, para que se le permita expresarse. Ya sé, ya sé que vivimos otras vidas. Ya sé que hay otras manzanas pero, ¿por ello no voy a saborear la que tengo en la mano? ¿Porque haya otras vidas no voy a saborear la que tengo? Y para un Maestro de Luz, ¿qué es saborear la vida?: Trasmitir, transmitir. Porque el propio Johnakan lo dijo: "No importan los milagros, los milagros son ilusión. La palabra no es ilusión y menos si se transforma en Obra pero para construir un edificio se precisan materiales y aun habiendo materiales se precisa voluntad". Y a veces no tienes la voluntad cuando hay conflictos.

 

¿Quién soy yo? OrTa-El, un sencillo ser espiritual que tiene el gran don de la claridad, tengo claridad conceptual. No me considero un Maestro pero puedo ver, puedo percibir, puedo entender que no puedes nadar libremente si tienes un hierro en los tobillos.

 

Y tú, Dave, mi querido 10%, eres joven de acuerdo a la vida física de este mundo Sol III y tienes mucho para dar, no te dejes vencer. Tienes un campo amplio por delante, lo que otros no. Y quizá no le das importancia porque uno se acostumbra a la edad que tiene pero no quisiera que dentro de veinte de vuestros años digas "podía haber hecho esto o aquello" porque no puedes volver el tiempo atrás; haz ahora lo que tengas que hacer. Y trata siempre de rodearte de personas que te permitan nadar sin ponerte hierros en los pies, te permitan volar sin atarte las alas, si no, tendrías una vida perdida y sabemos que, aunque hay otras vidas, esa manzana que tienes en la mano la tienes que comer aunque haya otras.

 

Espero que me hayas entendido, querido 10%.

 


Sesión 13/11/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Dave (Orta-El)

Sabía que el héroe y el granjero eran el mismo hombre y por despecho, por sentirse engañada quiso poseerlo. Pero por causa de sus desequilibrios no quedó conforme.

Sesión en MP3 (4.069 KB)

 

Entidad: Mi nombre, como thetán, es Orta-El. Voy a relatar una vida que me ha dejado mucha experiencia, conocimiento, inquietudes también. Y entiendo que todo enriquece, las buenas experiencias, las malas experiencias, situaciones inesperadas, cambios. Estoy convencido, como ser suprafísico, de que en el plano material todos los cambios producen estrés, ya sean cambios de trabajo, mudanzas o directamente un cambio de región. Pero estoy generalizando porque no a todos les pasa lo mismo, hay personas a les que les agrada viajar permanentemente. En mi caso, estando encarnado, interpreto que mi rol físico, como Dave, o mi rol en Beta, como Hernán, el estar viajando permanentemente le quitaría su lugar de pertenencia hasta que se acostumbre a su nuevo lugar. No es sencillo, no es fácil.

 

Tiempo atrás he relatado sobre mi rol, Hernán, en Beta, sin profundizar, solamente explicando, al pasar, que a veces no entendía determinados mensajes. Hoy mismo quizá no estoy de acuerdo con todos los mensajes de Luz porque entiendo de que es más fácil explicarlos que llevar a cabo determinada misión. Por otro lado, la palabra misión, ya hablando de lenguaje hablado, ¿no?, me resulta incómoda porque me parece un sinónimo de obligación, y entiendo que si estás en el bien, no digo en la Luz, no se trata de ser pretencioso, en el bien, uno elije dar, uno elije brindar, y la palabra misión suena como que uno tiene que hacer tal o cual cosa. Pero insisto, es mi punto de vista objetivo, evito ser subjetivo. Por eso digo: es mi punto de vista, puedo equivocarme o no.

 

En Beta me sentía cómodo. Estaban armando grandes computadores, no existían en esa época las pantallas que vosotros llamáis monitores, había botoneras y la máquina respondía con pequeñas tarjetas, lo que hoy llamáis tickets. Pero había estudiado mucho porque me gustaba la informática, era muy buen técnico, pero la empresa quería expandirse y puso una enorme sucursal en Plena, en el país más al sur del nuevo continente.

Y claro, me dijeron:

-Hernán, va a ser uno de los supervisores de la nueva sucursal.

Le dije a mi jefe:

-Tengo muchísimas ideas.

-Plantéelas allá.

-Se las quiero plantear a usted, señor, porque de alguna manera usted tiene ascendencia sobre la gente de allí para que me presten atención.

-A ver coménteme rápido, Hernán.

-Claro. Mi idea es poder desarrollar ordenadores personales, de esa manera la empresa crecería.

-Profundice más.

-Claro. Que la empresa pueda vender pequeños ordenadores a la gente que tenga la posibilidad de comprarlos, con el tiempo se van a ir abaratando los costos a medida de que haya más consumo.

-Pero la gente no entiende de programación.

-Bueno, la idea es agregar una pantalla y en lugar de trabajar con códigos, que directamente se traduzca a un lenguaje entendible. Tengo aquí un montón de carpetas...

-No, no, está bien, Hernán. Parte mañana a Plena, le diré a la secretaria que le prepare un informe para que lleve -y una autorización firmada por mí y sellada-, para que pueda llevar su proyecto a cabo allí.

-Señor, si no es una inconveniencia de mi parte el opinar...

-No, no, prefiero que sea directo.

-¿Cómo no lo hicimos aquí en Plena, el país más industrializado del continente?

-Es muy sencillo, Hernán -dijo mi jefe-, vamos a utilizar a Plena como un experimento. -Me marché desolado porque no todo el mundo interpreta lo que quiso decir mi jefe. La palabra experimento significa: Si sale bien, todo bien para la empresa. Si sale mal, bueno, perdimos unos créditos, y encima corro el riesgo de que me despidan o me degraden de categoría.

 

Me despedí de mi familia, de mis amistades y al día siguiente en el aeropuerto tomé un avión para Ciudad del Plata, la capital de Plena. Cuando llegué obviamente no conocía a nadie.

Pedí la dirección del lugar. Me dijeron:

-Tiene que ir a la calle Maipú, a determinada altura. Busque por el número de chapa. -La calle Maipú daba justo a una avenida y había un edificio muy muy grande, de cerca de treinta pisos. Subí a un elevador. Una oficina enorme con infinidad de personas con máquinas viejas. Me presenté en mesa de entradas.

Le dije:

-¿Quién está a cargo?

-El señor Franco. -Hablé con el señor Franco, le dije que venía de Beta y tenía instrucciones y una orden para comenzar con mi proyecto de poder desarrollar ordenadores personales.

El hombre me miró y me dijo:

-Es algo nuevo. Nos está yendo bien y cuando a uno le va bien no conviene innovar.

Le digo:

-Entiendo su punto de vista y lo comparto, cuando una empresa va bien, ¿por qué innovar? Pero entiendo que puede ir mejor. De todos modos aquí tengo la orden del jefe principal de la empresa en Beta.

A regañadientes me dijo:

-Está bien. No va a estar con los demás, le voy a dar un despacho. -Pedí lo que necesitaba: un regla en forma de 'T', láminas grandes, lápices, reglas pequeñas, compases, reglas de cálculo y muchísimos elementos más. Y me puse a trabajar.

 

Ya tenía crédito en mi cuenta. El señor Franco me preguntó:

-¿Necesita créditos, Hernán?

-No, no, está bien. ¿Cómo acostumbran aquí?

-Depositamos mensualmente.

-Está bien, está bien.

 

Me alojé en un apartamento que directamente me pagaba la empresa, pero no conocía a nadie. Entonces al primer lugar que fui es al club hípico de Ciudad del Plata. Me cambié de ropa, tomé un taxi y fui al club hípico. En la entrada me paró un portero con ropa una elegante y moño. Le presenté mi tarjeta.

Le digo:

-Soy socio del club hípico en la capital de Beta y esta es una tarjeta internacional que me sirve para todo el continente. -Se fijó en las siglas VIP (Persona muy importante) y me hicieron pasar.

 

Quizá me incomodó lo suntuoso del lugar, siendo Plena un país más pequeño y económicamente menor a Beta su club hípico estaba lleno de lujo, como queriendo demostrar vaya a saber qué. Las mujeres vestidas de gala, los varones de esmoquin. Yo estaba con traje informal, sin corbata, me quería sentir cómodo, al fin y al cabo no me interesaban las galas.

Fui a la barra y me pedí un combinado y me senté a una mesa, miré la gente.

Se acercó un joven.

-¿Eres nuevo?

Le digo:

-Sí, vine de Beta.

-¡Vaya, de Beta! ¡Wow! Y qué has venido a hacer aquí, ¿de vacaciones?

-No, estoy trabajando en una empresa de computación.

-¡Vaya, es algo nuevo eso!

-Si no te incomoda siéntate conmigo, quería conversar con alguien. -Pocho me parecía un joven sencillo pero enseguida se puso a hablar y a contarme vida y obra de cada uno de los que había allí. En ese momento entró un joven muy muy elegante, vestido informalmente como yo, pero con un aire de suficiencia. No confundir con vanidad, no, no, no, suficiencia en el sentido de que como que estuviera hastiado de las cosas. Miró a nuestra mesa y se acercó.

Lo saludó a Pocho:

-¿Cómo estás?

-Bien. Te presento a...

-Perdón, no di mi nombre. Hernán. -Me paré con cortesía y le estreché la mano al joven-. Mi nombre es Hernán.

-El mío, Jorge Clayton. Soy el duque de Wynot.

Le digo:

-¿Puedo ser indiscreto? Toma asiento por favor. Entiendo que en Plena no hay ducados.

-No -dijo Jorge Clayton-, es porque viene de herencia de parte de mis abuelos. Pero bueno, como digo siempre, un título no hace a la persona, tampoco la apariencia externa. Es cuestión de conocernos.

 

Y conversamos de manera muy agradable. En un momento dado, Pocho, de tanto hablar, ya era casi indiscreto.

-¿Le contamos a Hernán?

Jorge Clayton lo miró a Pocho con una mirada como de censura.

-Ya has hablado.

-Así... qué...

-Te permito. Coméntale. -Yo estaba como extrañado.

-¿Hay algún secreto? Qué es lo que sucede...

Pocho dijo:

-Lo que pasa que Jorge, así como lo ves, tiene de sus padres una enorme fortuna, vive en una mansión tan lujosa como este club hípico.

-Bueno, bien, no tienes que trabajar, pasas una buena vida.

-No, no es así -dijo Jorge-, no es así, Hernán. Tengo una empresa, mi padre me puso a cargo y trabajo. Tengo muchísimos empleados bien pagos, y como verás aquí hay muchas jóvenes.

Dije:

-Alguna la vi con cara impertinente, disculpa mi franqueza.

-Al contrario -exclamó Jorge-, me encanta que seas franco. ¿En qué sentido impertinente?

-Su mirada, su manera de ser.

Jorge exclamó:

-Te diré una cosa, Hernán, y esto pasa en todas las órdenes, en el club hípico, en un trabajo, en grupos. La persona que ves más altiva y que ves menospreciando al de abajo, esa misma persona es la más servil con la persona que está arriba de ella.

Entendí el concepto y dije:

-No estamos hablando de servicial.

-No -dijo Jorge-. Creo que servicial es una persona que vale la dicha conocerla, la persona que se brinda, la persona que tiende una mano al otro. Servil es la persona que busca quedar bien aún traicionando a sus compañeros, busca quedar bien con el de arriba pero a su vez maltrata al de abajo. No, ese tipo de personas no me gusta. Y veo que tú tienes percepción, Hernán.

-¿Por qué?

-Porque entiendo que has percibido eso aquí, por eso hablabas de personas impertinentes.

-Sí, así es. ¿Pero qué es lo que quería contar Pocho?

-Habla -dijo Jorge.

-Lo que pasa, Hernán, que Jorge Clayton está cansado de la adulación, de amigos de club hípico y de chicas que buscan salir con él pero por su dinero. Hay una tal Paula que es muy odiosa con todos, de mal carácter, de mal genio y sin embargo con Jorge Clayton se porta amorosamente.

-Hasta ahí todo bien -dije-. Me imagino cómo debe ser esa persona, una persona de doble cara, de doble faz. ¿Y tú estás saliendo con ella?

-No -negó Jorge-, busco evitarla. Pero quiero desaparecer por un tiempo.

-Ahí me perdí -comenté-, no lo entiendo.

-Claro. Quiero alejarme de este mundo, no sé, por un mes, dos meses, por el tiempo que sea y conocer una joven que me quiera por mí. Incluso buscaré un trabajo en alguna oficina; me desempeño bien en distintas cosas, tengo conocimientos de contaduría, todo lo que sea economía. Puedo llevar tranquilamente adelante la oficina yo solo. -Me quedé extrañado y sonreí.

Le digo:

-No tomes mi sonrisa como una burla, Jorge, estoy pensando la cantidad de gente que quisiera estar en tu lugar teniendo millones de créditos.

-¡Je, je, je! ¡Ah! ¿Y tú qué haces?

-Como le explicaba a Pocho, soy técnico en computadores. Viajé de Beta a Ciudad del Plata, en Plena, a formar un proyecto.

-Te escucho.

-Quiero armar ordenadores individuales.

-¿Cómo sería eso?

-Ordenadores pequeños, que cada uno pueda tener en su casa y agregarle una pantalla.

Jorge dijo:

-O sea, que podríamos tener en nuestra casa un ordenador con monitor. Conozco de computación. Obviamente no como tú, Hernán, pero conozco -exclamó Jorge-. Las máquinas responden en códigos.

-Justamente traduzco esos códigos a idioma, que saldrían en el que tú dices monitor. Se pondría un teclado.

-¿Cómo sería eso?

-Entiendo que todos vosotros sabéis de dactilografía.

-Sí, por supuesto. En casa tengo las máquinas de escribir más modernas.

-Bueno. Los teclados que tengo como proyecto son como la máquina de escribir pero más chatos, pero con el mismo código, con el mismo reparto de letras, así como están.

-¡Vaya, que interesante!, muy muy interesante. -Tomamos un segundo trago y le dije a Pocho y a Jorge:

-Me marcho porque mañana entro temprano a trabajar en la empresa.

Jorge dijo:

-La que conozco, la grande, es la que está en la calle Maipú.

-Sí, Maipú y avenida Córdoba.

-¡Ah, bien! ¡Qué bueno!

-Además, tengo buen sueldo.

-¿Y cómo has logrado entrar? -le expliqué a Jorge.

-Tengo tarjeta de club hípico internacional.

-Buenísimo, buenísimo. De todas maneras si quieres conocer Ciudad del Plata olvídate del club hípico, te dejo mi tarjeta con mi número de teléfono y Pocho te dejará el suyo. ¿Dónde vives?

-La empresa me puso un departamento, ya tengo el número de teléfono. -Le dejé la tarjeta a Pocho y a Jorge con ambos números, el de la empresa y el de mi apartamento privado. Me levanté para marcharme.

Y Jorge dijo:

-Quizá en una semana ya no esté más aquí, me juntaré con otra gente. Con el único que me veré es con Pocho y seguramente con una joven muy simpática, llamada Betty, que también conoce el cambio que yo voy a hacer.

-O sea, como en esas novelas que yo leo te harás pasar por pobre.

-No sé si por pobre -dijo Jorge-, pero me haré pasar por un trabajador sencillo con una remuneración mensual humilde, sin coche.

-¿Qué coche tienes ahora?

-Un Alfa Romeo Carabo.

-¡Vaya, vaya! Sale carísimo.

-Pero no lo usaré, andaré en colectivo.

-¿Qué es un colectivo? -pregunté.

-Lo que vosotros en Beta llamáis buses aquí le decimos colectivos, y a lo que llamáis metros aquí le decimos subte o subterráneos.

 

Nos estrechamos la mano.

-Estaremos en contacto, de verdad, quiero conocer Ciudad del Plata, pero lo normal, lo común.

-Tendrás para divertirte. El club hípico es muy artificial, no es la verdadera ciudad. -Me marché esperanzado, había hecho dos amigos.

 

Mañana sería otro día.

 


Sesión 16/11/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Dave (Orta-El)

Estaba en otro entorno con distintas costumbres y distinta gente. Aprendía de ellos en relación a su clase, a sus conductas y sus maneras de pensar. Eran otra clase social, muy distinta del común denominador.

Sesión en MP3 (3.160 KB)

 

Entidad: Me estaba adaptando bastante bien en Ciudad del Plata la capital de Plena. Trabajaba bastante. Me sentía cómodo, aparte, con el señor Franco. Y por la tarde me encontraba con Pocho y con Jorge.

Conocí a otro joven muy muy agradable, Nándor Ferenc, que había venido de Mágar por un intercambio estudiantil. Nándor también estaba al tanto del secreto de Jorge Clayton, de hacerse pasar por una persona de medianos recursos para que si conociera a alguien no lo quieran por su dinero.

Se lo dije más de una vez a Jorge:

-La situación me parece muy infantil de tu parte, hay muchas maneras de saber si nos quieren o no sin necesidad de hacerse pasar por alguien distinto a lo que es uno. Pero entiendo que es tu manera de pensar, y la respeto.

 

Luego apareció una joven muy muy simpática, Betty, que aparentemente salía con Nándor. Me agradaba la pareja, muy muy muy simpáticos ambos a pesar de que no se entendían del todo, en el sentido de que ella era más parlanchina, más habladora. Nándor era más cerrado, seguramente tenía complejos por lo que había vivido en Mágar, y lo comentaba, la persecución de la Orden del Rombo... Y prácticamente dio a entender que él vino a Plena más que nada para escapar de esa Orden inquisidora, que en Plena casi no había, como tampoco había en Beta.

Le dije:

-No digo que te olvides de la Orden, pero vive el momento, vive el momento.

 

A veces iba sin ellos al club hípico, a tomar unos tragos. Y ratifiqué lo que pensé la primera vez que estuve en el club: Lo ficticio de la vida de muchos.

Había conocido a Rolo. Rolo era un joven que vivía de las apariencias. Tenía dinero, no como Jorge Clayton, pero tenía dinero, pero no tenía personalidad. Él lo envidiaba, loe envidiaba bastante a Jorge y buscaba de alguna manera de sobresalir, pero estando Jorge de por medio siempre quedaba como una figura de reparto, como se dice en el teatro.

A todo esto, a mí me servía, me servía mucho, me servía porque aprendía de mis compañeros y de los que no eran mis compañeros.

Recuerdo que una tarde justo estaba por entrar al club hípico y Rolo acercó su Ferrari hasta la puerta del club, bajó del deportivo, era un coche veloz, último modelo. Rolo caminaba presuroso hacia dentro. Yo veía que su cara tenía gesto feliz, es como que gozaba de satisfacción, me daba la impresión leyendo su pensamiento como que le iba a brindar una noticia a sus amistades.

Miré al costado y vi a muchas de las personas que conocía de vista: A Paula, la creída. A Pocho lo saludé con la mirada, pero es como que él me esquivó la mirada, como que no quería dar a entender como que me conocía. Yo digo pobre Pocho, qué poco carácter.

Estaba un tal Rodolfo, Cuca y Nancy. Me senté en la mesa de al lado prestando atención.

Rolo se dirigió al grupo y saludando indiferente exclamó:

-¿A qué no sabéis a quien acabo de ver?

-Si no lo dices...

-Vi a alguien a quien yo imaginaba del otro lado del océano.

Pocho pegó un respingo.

-¿A quién?

-Al duque de Wynot, a Jorge Clayton.

Ahora fue Paula la que efectuó un movimiento de sorpresa.

-¡Dónde lo viste, dime! -ordenó.

Rolo la miró, siguió hablando para todos.

-Paseaba con una chica muy hermosa, tenía cara de enamorado.

-¿Te saludó? -preguntó Pocho.

-¡Oh! No, yo no me acerqué, no quise que me viera.

-¿Cuándo habrá vuelto? Porque estoy seguro que viajó al viejo continente.

-¡Je, je! No creo que sea verdad que haya ido a Europa.

Paula le clavó una mirada cargada de veneno.

-Dime entonces dónde estuvo los últimos tres meses, genio.

-No lo sé, pero no lejos de aquí. -Vi que Rolo gozaba al ver fuera de sí a Paula, sabía que ella pretendía atrapar al duque y trataba de hacerla rabiar de cualquier manera.

 

¿Pero por qué pasaba eso? Yo lo estudiaba, porque Rolo odiaba el desprecio con que la millonaria trataba a todo el mundo, incluido a él, y admiraba a Jorge por haberla sabido someter a su voluntad. El duque siempre la había tratado de una manera especial, y Paula, en lugar de contrariarse se enderezaba más y más en él. Se unieron al grupo dos chicas más y el tema fue tratado por todos.

 

Habían pasado doce semanas desde la última vez que el aristocrático muchacho había hecho acto de presencia en el club hípico.

Me quedé pensando, me quedé pensando: Cuanto más artificial se porta la gente (y no tiene que ver tanto con el dinero, tiene que ver con una manera de ser), menos confiables son porque viven interpretando distintos roles. Pero en el club hípico era peor porque aparte de interpretar roles había celos, mal humor, malos tratos; los que estaban más arriban trataban de pisar la cabeza de los que estaban más abajo y los que estaban más abajo eran peor todavía, se dejaban someter, se dejaban someter para ver si podían conseguir una miguitas de pan. Y eso vi que pasaba seguido con Pocho.

 

Me tomé el atrevimiento de ir hasta la mansión de Jorge Clayton.

Me hicieron pasar. El mayordomo Jaime me dijo:

-No creo que... que venga. ¿Quiere esperarlo un rato?, pero hace rato que no viene por aquí.

-Lo esperaré, lo esperaré media hora leyendo un libro. Si no viene me marcho.

 

Y me quedé solo en el salón. Miré por la ventana de la mansión, el elegante joven bajó lentamente del automóvil, vestía un traje blanco muy bien cortado, llevaba un pañuelo rojo al cuello en lugar de la clásica corbata. Se notaba su distinción varonil, su fuerte personalidad. Avanzó hacia el suntuoso palacio y el criado abrió la puerta. Observó asombrado al recién llegado y exclamó:

-¡Señorito, por fin ha vuelto usted!

-Hola, Jaime, ¿todos bien?

-Sí, señorito, pero el señor duque está muy disgustado con usted.

-¡Je, je! Me lo suponía. Avísales que he llegado.

-Enseguida. -El criado se retiró presuroso y Jorge Clayton se dirigió hacia el bar.

Me miró.

-¡Qué alegría verte, Hernán!

-Pensé que no me habías visto.

-Miro todo. -Tomó una botella de whisky y se sirvió una medida. Bebió un sorbo-. ¿Quieres tomar ahora?

-No, para mí es temprano, Jorge.

-¡Ahhh! Esto es un buen whisky -aprobó satisfactorio-. ¡Ohhh! -Paladeando gustoso. Se acomodó en un sillón. Luego sacó de uno de de los cajones una cigarrera de oro-. ¿Fumas?

-No -le dije-, no, no, estoy tratando de dejarlo. -Jorge se encogió de hombros. Se colocó un cigarrillo en los labios parsimoniosamente y apretó el gatillo de una pistola plateada que allí había, una llama azul brotó de su punto y encendió el blanco cilindro aspirando el humo. Estaba como adormecido cuando una voz tronó en la sala.

-Hijo, ¿de dónde apareces? -Jorge abrió los ojos y se puso de pié, dejando el vaso de cristal en una mesita.

-Vengo de Europa. Esperaba un recibimiento más alegre.

-¡No mientas! -dijo su padre-, te han visto en la ciudad. -Se volvió hacia la duquesa y comentó-. Te das cuenta, Elena, nos escribe diciendo que se va de viaje y se queda aquí en Ciudad del Plata, quién sabe para qué.

La mujer se acercó a su hijo y lo miró con cariño. Luego lo besó.

-Hola, Jorge.

-¿Cómo estás, mamá?

-Preséntame al joven.

-Hernán. Él viene de Beta, es un excelente técnico de computadores. -La señora le tendí la mano y directamente me abrazó. El hombre me saludó pero ya más distante.

La madre miró a Jorge.

-Te extrañaba. ¿Dónde has estado?

-En la capital, trabajando. -Enrique Clayton abrió muy grandes los ojos y exclamó.

-¡Dios mío, se ha vuelto loco!

-No, papá, es otra la razón por la que estoy trabajando.

-¿Estás? ¿Es que continúas haciéndolo?

-Lógico.

-Explícate -pidió su madre.

-Muy sencillo, fueron dos las razones: No quería acostumbrarme a ser un parásito social. Esa es la primera.

-¡Hijo, pero no lo eres! Donas dinero a fundaciones, a hospitales, a clínicas, ayudas. Te he visto trabajar mano a mano con otros trabajadores. ¿Cómo hablas de parásito?

-Déjenme continuar -pidió Jorge-. La segunda razón fue mi hastío. Me encontraba vacío interiormente, estaba harto de tratar con gente falsa e interesada que piensan que si uno es pobre le pisan la cabeza y que si uno es rico le limpian los zapatos. ¡Harto! -La madre lo miró, le acarició la cabeza.

-Harto, ¿por qué?

-Harto de que las niñas de sociedad me busquen por mi dinero, harto de adulaciones, de palabras engañosas, de esta vida ficticia. -Se interrumpió y bebió otro sorbo de whisky. -Me preguntó-: ¿De verdad no quieres, Hernán?

-No.

Se dirigió de vuelta a los padres.

-Es por eso que dejé de ir al club hípico y me busqué empleo en una oficina.

-¡Te ordeno que no trabajes más! -farfulló su padre, Enrique-, es una vergüenza si se enteran nuestras amistades -agregó.

-Es inútil papá, descubrí que esa vida me gusta más que la que llevaba antes. Aparte...

-¿Qué? -Le apuró su madre.

-Encontré una chica de la cual estoy enamorado.

-Deberás olvidarte -dijo el duque-. Tú tienes que casarte con Paula Irazábal.

-Es que no la amo.

-Eso no interesa. Paula es la joven que te conviene, es de tu posición. ¿La otra lo es?

-No, es de clase media, pero eso no me interesa.

-¡Quiere atraparte para vivir con lujos, no te engañes!

-Ella y sus amigos ignoran que poseo título y dinero -contestó Jorge, siempre sereno, no así su padre, que perdía la paciencia.

-Muy bien, pero lo que debe interesarte es tu conveniencia -exclamó-. Paula es la chica que hemos elegido para ti, con ella no pasarás papelones en las reuniones sociales.

-¡Je, je, je! Las reuniones sociales me son indiferentes. Aparte, no me gusta que me elijan esposa, no estamos en la edad media. -Miró a su madre, preguntando-. ¿Tú qué dices?

-No objeto que te hayas enamorado -titubeó-, pero tu padre tiene razón al decir que la conveniencia está primero que el amor. Comprende.

-Comprendo. -Puso gesto de asco al decir "Comprendo que ambos son iguales". Se marchó hacia la puerta-. Vamos, Hernán.

La duquesa lo detuvo sujetándolo del brazo.

-Hijo, por lo menos quédate a vivir de nuevo con nosotros.

-No os preocupéis, vendré a veros seguido. -Besó a su madre en la mejilla, me tomó del hombro y nos marchamos. En la calle me dijo-: Lamento que hayas tenido que escuchar esto. -Lo miré.

-Vaya que son difíciles tus padres, vaya que son difíciles. No sabía que en Ciudad del Plata había una alta sociedad que discriminaba a otras clases.

-No, no es así, no te lleves una mala impresión de Ciudad del Plata, no te lleves una mala impresión, Hernán, no te la lleves. Mis padres son, ¿cómo te diría?, atípicos, no creen en el amor, todavía no entiendo cómo están juntos. Quizá mamá está sometida a la autoridad de padre. Y bueno, de todas maneras yo no me hago problemas, no me causa complejo eso, porque al fin y al cabo son mis padres, no mi pareja. Es su vida, no la mía.

Lo miré. Le digo:

-Jorge, ¿cómo no te va a afectar?

-No, no, Hernán, de verdad no. Y te explico por qué. Así como yo no me meto en la vida de ellos, no permito que ellos se metan en la mía.

-¿Y no tienes temor de que te deshereden o algo?

-En Plena no existe ese tipo de sistema de que te deshereden. Además, tengo dinero propio, no preciso de ellos. Es más, lo supe invertir bien en bolsa de valores, en otras inversiones. Y a pesar de haber donado a fundaciones estoy convencido que tengo más que ellos. Pero no voy a ser hipócrita contigo, me gusta el buen whisky, me gusta fumar un buen cigarro, pero ayudo a la gente, no soy falso en ese sentido. Y Paula es una persona tan... despreciativa con todos y tan... servil con la gente que le gusta...

 

Le conté que vi al grupo y que Rolo contó que te vio.

-Con razón, con razón la noticia corrió como reguero de pólvora. ¿Cómo se enteró mi padre? Alguno de la barra le habrá contado.

-Sí, estoy convencido. Estaba Pocho con ellos.

-¿Lo saludaste?

-No -exclamé-. Pocho hizo un gesto como que no quería que el grupo se enterara que me conocía.

-Pocho es así. Pocho es raro, es distinto, tiene muy muy poco carácter, pero lo aprecio porque tiene bondad.

 

Nos encontramos con Nándor Ferenc y con Betty. Fuimos a tomar algo a una confitería y conversamos del tema.

Betty dice:

-La vi a Paula, estaba desencajada. Más porque se enteró que tú estabas saliendo con alguien.

-Este Rolo... -Jorge estaba contrariado también-. Yo no quiero que se enteren de mi otra vida.

Nándor dijo:

-Pero aquí, Ciudad del Plata, es mucho más grande, es tres veces más grande que la capital de Mágar. No hace falta que vayas por los mismo lugares, hay otros barrios, hay otras zonas.

-Sí, es cierto. -Seguimos conversando.

 

Y seguí aprendiendo más, no por las cosas que vivía yo sino por las cosas que vivían los demás.

Aprendí de Jorge, de su doble vida, de cómo trataba de ser un muchacho normal para que lo quieran por él.

De Nándor, que prácticamente con la excusa del intercambio estudiantil había huido de Mágar y de la Orden del Rombo.

Y de mí, ¿qué puedo decir? Yo me sentía conforme. Al contrario, me sentía mucho más conforme trabajando aquí en Plena para poder desarrollar los ordenadores personales con pantalla que trabajando en Beta, en mi país de origen. Y me había hecho de amigos, de muchos más amigos que había tenido en Plena, no podía quejarme. Y aprendía de cada uno de sus caracteres, de su personalidad, de su manera de ser. Y eso me enseñaba a cómo ser y cómo no ser.

 

Alguna vez, en alguna época de mi vida fui como Pocho, tímido, timorato, con temor a expresarme en una reunión, y lo fui superando, lo fui superando. Reconozco que no me siento tan seguro como Jorge Clayton, pero el tratar con todos ellos me hace sentir bien, me hace sentir muy muy bien.

A veces te rodeas de un entorno que te tira para abajo, en este caso el entorno que me rodeaba me levantaba. ¡Y vaya si eso no era bueno, era más que bueno!

 

Gracias por escucharme.

 


Sesión 16/12/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Dave (Orta-El)

Y sí, opinar sin saber es prejuzgar. Entonces, como nunca conocemos todo de todo es mejor no prejuzgar, no opinar si no se sabe. Ni él mismo se atrevía a verse líder delante de un equipo de investigadores, que trabajarían en su proyecto.

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Entidad: A veces nos apresuramos a sacar conclusiones apresuradas con respecto a las personas. Yo soy el responsable de mis decisiones.

 

Cuando quise viajar a Plena y emprender un nuevo camino me interesó todo lo que era ordenadores, me interesó todo lo que era aplicarlos en función de las personas, y me sentí muy cómodo.

Cuando vino de Ámber la tía Amalita yo prejuzgué, "Va a querer, en el tiempo que esté, controlarme, darme indicaciones, como si yo fuera un crío". Pero no, resulto ser una persona simpática, resultó ser una persona muy empática con los demás. Incluso cuando conoció a Jorge Clayton conversaba con él como si lo hubiera conocido de toda la vida. Hasta incluso hablaba el lenguaje coloquial de Plena, como si hubiera nacido en la región.

Y había dejado a cargo de su periódico, en Coverself, la capital de Ámber, a su hija.

Y me encuentro con la sorpresa que al poco tiempo mi prima Yuri aparece en Ciudad del Plata, la capital de Plena. Yo digo "Bueno, se van a sacar chispas".

 

Yuri le dijo:

-Madre, me has dejado a cargo, pero quiero hacer otras cosas, tengo otras necesidades. El consejo se encarga, el diario no se va a venir a pique. -La tía lo entendió.

 

Recuerdo que una tarde conversé con mi prima. Yo me la imaginaba ahora como una persona creída, una persona como las del club hípico, artificial, mostrando solamente lo externo, pero me mostró su interior, se sentía dolorida. Me descolocó.

Le digo:

-Yuri, ¿dolorida en qué sentido?, tienes más facilidades de las que he tenido yo.

Me respondió:

-Yo también tuve que estudiar, y a veces una madre sobreprotectora no es la mejor opción.

Le respondí:

-¿Cuál es la mejor opción, una madre abandónica?, ¿una madre que te deja de lado, que no se preocupa?

-No, no, primo.

-Entonces explícate.

-Te lo explico, Hernán. Cuando tienes una madre sobreprotectora es como que no te deja surgir, no te deja ser tú. Y es como que tienes de todo.

-Bueno, ¡vaya, qué bueno!

-No, no, porque he visto en Coverself y lo veo aquí mismo, en Ciudad del Plata, gente muy pobre, gente que apenas le alcanza a comer a fin de mes. Y me da una pena tremenda, a veces no puedo dormir y tengo hasta malestares internos, me siento como con culpa.

Le pregunté:

-¿Culpa? Honestamente, no te entiendo, ¿puedes ser más explícita?

-Claro. Yo me llevo un manjar a la boca y veo, que a veces estoy en un restaurant comiendo y justo estamos al lado de la ventana, y veo de afuera niños que están mirando como si estuvieran viendo un tesoro, y es sólo un plato de comida.

-Está bien. ¿Y qué puedes hacer?

-Hacerlo pasar no, porque quizás el camarero no lo deje entrar al verlo con ropa sucia, pero no sé, envolverle una comida y salir a la puerta y entregársela.

-Y supongamos que viene otro.

-Y haría lo mismo.

-Y supongamos, prima, que viene otro y otro y otro. ¿Ubicas a Jorge Clayton?

-Sí, Hernán, tiene una fortuna inmensa.

-Bueno. Él puso una fundación, ayuda a gente que está en situación de calle y ayuda a otro tipo de personas, a gente con capacidades diferentes, a gente que de verdad necesita ayuda. Pero ahí... esa es la manera.

-¿Y entonces por qué tengo esa culpa?

-Yuri, ¿pero acaso tú tienes tanto dinero?

-¡No, no, ni remotamente! O sea, no somos pobres pero no somos millonarios tampoco, mamá lucha con el periódico. Y no es el único periódico, tenemos competencia, y a veces el consejo no toma buenas decisiones, y eso que son gente grande. Pero quise venir, no sé, quise salir un poco del ambiente periodístico para ver qué pasaba. Y me sentía con ese complejo de culpa por ver a la gente que necesita.

Le respondí:

-Prima, no puedes tener culpa por el hambre del mundo. A ver, si fueras una gobernante y que embolsaras dinero, tuvieras un gasto público inmenso, cobraras enormes impuestos, no permitieras a las pequeñas y medianas empresas crecer, ahí sí tendrías culpa. Pero no eres una gobernante, eres una ciudadana. Mira, yo he conversado más de una vez con Jorge Clayton, es una persona de nuestra edad o apenas un poco más grande, pero te puede orientar, habla con él.

-Me da no sé qué molestarlo.

-¿Molestarlo? Yuri, es el tipo más humilde que conozco.

-Pero tiene una fortuna.

-Yuri, olvídate de la fortuna, es el tipo más humilde que conozco. Habla, coméntale. -Yuri me dio un abrazo y me dijo:

-Gracias, Hernán. -Y se marchó.

 

A eso me refería con el tema de los prejuicios. Mi prima se mostró con una faz que desconocía, preocupada por la gente, con complejos de culpa tontos porque no podemos resolver el mal del mundo, millones y millones tendríamos que ponernos de acuerdo. En fin, lo que yo estoy haciendo, mi proyecto, va a resolver cosas, quisiera que dentro de unos años cada persona pueda tener en su hogar una pequeña computadora y no esos ordenadores gigantes.

 

Y esa tarde me vino a ver Jorge Clayton.

-Hablé con Yuri, le dije que mañana nos vamos a encontrar, me adelantó su problema.

Le digo:

-Discúlpame por meterte en este embrollo.

-No, ¿qué embrollo?, en lo que pueda dar una mano bien venido sea. No todo es plata, pero en este caso sí.

-¿De Yuri me hablas?

-No, te hablo de vos, Hernán.

-Explícate.

-A ver, sabes que tengo un montón de contactos en Ciudad del Plata, incluso en capitales de otras regiones. Bueno, tengo dos ingenieros informáticos, gente de unos cincuenta, cincuenta y cinco años pero son excelentes investigadores.

-¿Y quieres que trabaje para ellos?

-No, al contrario. Quiero que tengas un laboratorio donde puedas investigar todo lo que quieras. Es más, ya he montado en ese laboratorio enormes ordenadores, como los que puedes encontrar en las grandes empresas de Beta o de Plena o en la misma Ámber, ordenadores que te pueden ayudar a cómo llevar a cabo tu proyecto, Hernán. -Lo miré.

-Y estos ingenieros informáticos de cincuenta años, ¿qué?

-Trabajarán para vos.

-¿Para mí? Me daría como cierto pudor yo mandando a gente más grande.

-¡Je, je, je! Hernán, pareces una copia de... Tuve una charla con Ferenc y le hablé de poner un bufet y con abogados renombrados que lo pueden ayudar, y me dijo exactamente algo parecido "¿Pero cómo voy a mandarlos si yo soy un chico?". Primero: No, no somos chicos, y aunque sea gente más grande acá no se trata de mandar.

-Explícate mejor -le pedí.

-Claro. Hay algo que se está usando prácticamente recién ahora, no es algo inventado por mí, pero en la década del cincuenta y antes se usaba mucho la palabra jefe, el que mandaba, el que ordenaba.

-Discúlpame, Jorge, pero se sigue usando eso.

-Bien, Hernán, pero ahora hay otra palabra que se utiliza: Líder. -Lo miré.

Le digo:

-Jorge, eso se utiliza en los deportes: El líder en fútbol, el líder en boxeo, el líder en atletismo.

-Sí -afirmó Jorge Clayton-. ¿Y por qué no un líder en un proyecto, en un trabajo, en una idea? El líder, a diferencia del jefe, no manda, el líder muestra el camino. El jefe somete, y no lo estoy diciendo metafóricamente, he conocido jefes que sometieron a sus subordinados. El líder no tiene subordinados, el líder tiene gente que lo sigue, el líder les muestra el camino. Y vos, Hernán, a pesar de ser tan joven tenés..., a ver, tenés una idea en tu mente que seguramente necesitas esos ingenieros que te orienten a llevarla a cabo, pero la idea es tuya, el proyecto es tuyo. Cuando se fabriquen las primeras computadoras personales va a ser tu idea. -Lo miré.

-A ver si entiendo. Has montado un laboratorio y has hablado con estos ingenieros informáticos, y yo voy a quedar a cargo.

-Llámalo como quieras, vas a ser el líder del equipo. O sea, en una palabra, no vas a ser un jefe con subordinados dando órdenes "Hagan esto, hagan aquello", vas a tener un equipo.

-¿Un equipo de tres?

-No, no. No tienes idea la cantidad de gente, estudiantes, incluso ya recibidos, en lo que es informática en Ciudad del Plata, y van a formar parte de tu equipo. Se van a acercar, te van a sugerir ideas. Tú verás la que se acerque más a tu forma de pensar, o incluso alguna que mejore tu proyecto. Por qué no. ¿O te vas a sentir mal si hay algún estudiante que te dé una idea que mejore lo que estás haciendo?

-¡Para nada -respondí-, al contrario! Sería tonto si me allanan el camino. Por qué habría de enojarme. ¿Entonces sería el líder del equipo?

-Sí, sí -dijo Jorge-. Vos mostrarías el camino. Aun con los líderes pasa que alguno por ego, por orgullo o por creérsela...

-Tradúceme creérsela.

-Claro. Por creerse más que el propio líder quiera imponer su forma de pensar. Bueno, ese no sirve, porque el equipo tiene que tirar todo para el mismo lado. Una cosa es que venga alguien y que te diga: "Hernán, mira, quiero aportar tal idea", y te deja la carpeta y vos la estudias. Otra cosa es que venga alguien y que diga: "Yo creo que mi idea es mejor". Tiene que ver con el tono, tiene que ver con muchas cosas. Pero el líder es el que muestra el camino, y si hay alguien que pone palos en la rueda no sirve para ese equipo. ¿Se entiende la diferencia entre jefe y líder?

-Perfectamente -le dije-. Pero ¿y el dinero?

-Por el dinero no te preocupes. -Me quedé pensando. Y me dijo-: Espero que no me salgas con las palabras de Nándor Ferenc.

-¿Qué dijo?

-Que no me gusta deber.

-Y bueno, yo pienso lo mismo, a mí no me gusta deber favores.

-Hernán. -Lo miré a Jorge-. El favor me lo estás haciendo vos, yo soy un inversor y no quiero sacar tajada de la ganancia.

-¿Y cuál sería tu ventaja?

-¡Je, je, je! Que para mi empresa voy a tener computadoras personales el día de mañana programadas por ti. ¡Je, je, je! O te piensas que soy tonto.

-No, al contrario. Sí, eres especial.

-Especial... Yo creo que toda la gente tendría que poder dar una mano al otro. -Iba a hablar y me frenó-. Espera, espera, espera, Hernán, no pienses como todo el mundo, que sólo puede ayudar el que tiene dinero, el proyecto que estás haciendo va a ayudar a muchísima gente, y hay otros que no. Por ejemplo, tu prima Yuri, tu tía Amalita ayudan con las noticias en Coverself, Ámber. Hay muchas maneras de ayudar, porque ellas no tienen un diario sensacionalista que vende portadas nada más y por dentro es un desastre, no; ponen notas serias, investigadas, pueden hablar de política y de deportes. ¿O la gente se piensa que un diario es importante únicamente si es de política? ¿Por qué no de deportes?, ¿por qué no poner notas de filosofía?, ¿por qué no poner notas de investigación en un periódico? -Me lo quedé mirando.

Digo: ¡Vaya!

 

Y le comenté lo de Yuri.

-Pensaba que era una persona creída porque así la había pintado la tía.

-Tu tía es una persona maravillosa, lo que pasa que tiene sesenta y cinco años y piensa que Yuri es una nena todavía, pero se va a ir dando cuenta de a poco de que ya no es una nena, y que tú tampoco eres un crío.

-Me asombra -le comenté-, la confianza con la que te habla.

-Me encanta, me encanta. Me parece una señora maravillosa. No es creída como las del club hípico, hace bromas, hace chistes. Tiene sesenta y cinco años pero los sabe llevar bien, con humor. El humor es sanación.

-¡Perdón!

-Obvio. Una persona con humor no es que se vaya a curar de una enfermedad, pero el humor te moviliza por dentro y es como que mueve tus defensas internas, ya te lo explicaré con tiempo, Hernán. A ver, no es lo mismo ser gracioso que caer en gracia. Hay gente que quiere caer en gracia y se pasan de graciosos y hacen el rol de payasos, pero en el mal sentido, no en el buen sentido. Ser empático no significa estar riéndose todo el tiempo tratando de quedar bien, esos son serviles, tampoco servirían para tu equipo. El liderazgo busca serviciales, no serviles. El liderazgo no busca competencia mal entendida, tratar de sobresalir, no, no; un equipo es unido, conversan entre ellos, buscan soluciones, no problemas.

-Voy al grano. ¿Cuándo empezaría?

-¡Je, je, je! Ya está montado. A la tarde misma te presento a los dos informáticos, a los dos mayores, y después a los chicos, a los estudiantes, ya les di la dirección, van mañana mismo. Estaré yo contigo para presentarte, y obviamente daré las indicaciones y les explicaré lo mismo que te explico a ti, la diferencia entre un jefe y un líder, acá no hay jefes pero el líder es el que lleva el proyecto. ¿Está entendido?

-Absolutamente.

-Esa es la idea, Hernán, esa es la idea. Así que manos a la obra, no nos ahoguemos en un vaso de agua. Cuando se nos cierra una puerta siempre se nos abre otra. ¿Qué en el medio vas a conocer gente tóxica, gente que te ponga palos en la rueda? Siempre. Hay gente que vino a este mundo para poner palos en la rueda, pero también hay mucha gente que vino para tender una mano. Quedémonos con eso, quedémonos con la parte buena. Y no me vas a deber ningún favor, el favor me lo estás haciendo vos. Yo me visualizo el día de mañana teniendo un montón de computadoras personales. -Nos abrazamos y me dijo-: Mañana nos vemos.

 

Me quedé pensando. Abrí la carpeta y seguí con mis proyectos. Mañana, ¡je, je!, mañana sería otro día.

 


Sesión 30/12/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Dave (Orta-El)

En pleno desarrollo de su proyecto bajó la guardia y quedó preso de una encantadora femenina. Su proyecto o él se resentirían si no actuaba deprisa, en unos días. Un amigo le ayudó a superar el escollo.

Sesión en MP3 (5.487 KB)

 

Entidad: Estaba con un capricho (le llamo capricho y no anhelo), quería entrar al club hípico a tomar un combinado, mirar un poco el ambiente y luego marcharme. Se lo comenté a Yuri.

Me respondió:

-Mira, Hernán, no voy a acompañarte, no me gusta ese ambiente artificial. Es raro que tú vayas.

-Es un capricho, no un anhelo. No hay nada que me llame la atención, simplemente el tomar un combinado.

-¿Vas con Jorge Clayton?

-No no no. -Y marché.

 

Me pedí un trago largo. Me senté a una mesa, tranquilo. Miré de reojo y vi que a pocos metros había una mesa con varias de las jóvenes supuestamente superficiales, como las había denominado Jorge Clayton, el duque de Wynot. Me extrañó porque vi que hablaban y me miraban, y seguían mirándome. Luego rieron. Pensé "Estarán contando alguna gracia". Una de ellas se paró, bastante interesante.

-Hola. -La miré.

-Hola. ¿Quieres tomar asiento?

-Estaba esperando a que me lo pidieras. -Me tendió la mano.

-Soy Cuca.

-¡Ajá! Mi nombre es Hernán.

-Te conocemos.

-¿De dónde?

-¡Eres amigo de Jorge Clayton, cómo no te vamos a conocer!

-¿Qué más sabes de mí?

-Bueno, que tienes una tía, Amalita, que tiene un periódico en Coverself, la capital de Ámber, que tienes una prima llamada Yuri y que te interesa todo lo que es lo legal.

-Me interesa lo legal pero trabajo con proyectos informáticos, así que no te has informado bien del todo sobre mi persona.

-¡Oh, no!, ya lo sabía. -La miré.

-Y tú, ¿a qué te dedicas? -Me miró.

-A vivir la vida. Somos jóvenes y la vida nos parece una eternidad. Pero tengo un abuelo que me dijo: "Cambiaría toda mi fortuna por tener unos años menos". Le respondí:

-Se trata de vivir la vida en cada momento y aprovecharla al máximo.

-¿A qué le llamas aprovecharla al máximo? -me preguntó Cuca.

-No a despilfarrarla, no a diversiones exóticas, a tener un buen trabajo, amistades. Disfrutar, obviamente, en cosas genuinas.

-¿Y qué serían cosas genuinas? -Me encogí de hombros.

-Amistades leales, el poder tener una pareja. -Me miró con los ojos abiertos.

-No me digas que no tienes pareja.

-No. Tampoco tengo apuro.

-Pero con lo bonito que eres... -Me sentí incómodo porque generalmente no sale de las jóvenes el hacer ese tipo de halagos, o como dicen en Ciudad del Plata piropos. Pero no me quedé atrás y le dije:

-Y tú, ¿tienes pareja?

-¡Qué más quisiera!, parece que soy invisible para los jóvenes.

-¿Tú invisible? -le pregunté-, eres más que bonita.

-¿Me estás tirando los galgos?

-Un galgo es un perro, no entiendo la frase "Me estás tirando los galgos". Explícamela.

Cuca me dice:

-Me estás tirando honda es como que buscas ser algo más que amigo. -Me cogió de sorpresa la forma de encararme. Y le digo:

-Cómo podríamos ser más que amigos si ni siquiera somos amigos. Recién te has presentado, nunca hemos tratado antes.

Me dijo:

-¿Y podemos ser amigos? -Volví a encogerme de hombros y le dije:

-¿Por qué no? Lo que me extraña es tú, de tu posición, que vienes aquí al club hípico. Debes tener fortuna, al igual que tus amigas. Yo simplemente soy un trabajador que está metido en un gran proyecto. -Me miró y me dijo:

-Hernán, no soy como las otras.

-Explícamelo.

-Cuando me gusta una persona no me interesa su posición social. Es más, mis padres son abiertos, me dicen: "Si el día de mañana te enamoras de un joven, lo importante es que sea bueno, no importa su clase social".

-¡Vaya, estás hablando de enamorarte? -Traté de burlarme-. ¿Y qué, te he causado amor a primera vista? -Puso cara triste, compungida.

-No te burles de mí, me has caído muy muy bien. ¿Por qué piensas que me levanté de la mesa donde estaba con mis amigas y vine a conversar contigo?

-Cuca, no me conoces. Podrás haberte deslumbrado pero no hables de sentimientos, no me tomes por tonto.

-Está bien, no hablaré de sentimientos. Mira, esta noche hay un lugar donde organizan un baile, quiero llevarte como mi pareja.

-¿Es un chiste?

-No, Hernán, para nada es un chiste.

-¿Así tan de repente?

-Si no quieres dime que no. ¿Pero por qué me dirías que no, salvo que tengas algo más importante que hacer?

-No, está bien. Acepto.

-Dónde vives, te paso a buscar con mi coche. -Le di mi dirección. Me dijo-: Paso a las ocho.

-¿Por qué tan temprano?

-Para poder conversar. A las diez ya empiezan a poner música. Antes comemos algo, tranquilos, después podemos bailar o quedarnos sentados conversando. -La miré.

-Te espero a las ocho. -Se levantó, se acercó a mí y me dio un beso muy corto en la boca, y marchó a la mesa de sus amigas, que se pusieron a hablar con ella preguntándole cosas, pero esta vez no me miraba ninguna.

 

Estuve trabajando toda la tarde. Me visitó Jorge Clayton y le comenté lo de Cuca. Me miró extrañado, como si le hubiera contado una noticia trágica.

-¿Cuca? ¿Estamos hablando de Cuca?

-Sí.

-Y te invitó a un baile exclusivo y te pasa a buscar con el coche. Dime que es un chiste. -Me molestó su frase.

-¿Por qué va a ser un chiste?, ¿por qué no puede gustar de mí?

-Hernán, no estoy diciendo que no guste de ti, es que la conozco a Cuca de años, siempre me pareció una chica superficial, es lo opuesto a tu manera de ser. No fue mi intención ofenderte. Más de una chica valoraría quién eres -exclamó Jorge-, pero Cuca... me parece extraño. De todas maneras no tienes nada que perder. Ve y diviértete.

-Es lo que voy a hacer. -Estaba como molesto por las palabras de Jorge cuando dijo: "Es un chiste". Al fin y al cabo qué, no es que la posición social es un estatus pero no diferencia el interior de las personas.

 

Salí temprano, me di una ducha rápida, me cambié, me puse mi mejor perfume y a las ocho en punto sonó el timbre y abrí.

-¡Vaya! -Cuca me miró de arriba abajo-. ¡Pero mira ese look deportivo que tienes! -Ella estaba con un vestido rojo largo, elegantísima, hermosa. -Miré el coche, un deportivo inalcanzable para mi presupuesto. Subimos, manejó por barrios que no conozco-. Esto es la parte norte de Ciudad del Plata. -Llegamos a un lugar, no era tan grande como yo pensaba, tenía un lugar de planta baja donde se escuchaba música y se comía, y había un primer piso más pequeño, o sea, que no era para mucha gente, no más de sesenta personas cabrían en el lugar.

 

 Qué dices. -me preguntó Cuca.

-Me imaginé un inmenso lugar de baile, un salón.

-No, esto es más tranquilo.

 

Comimos, conversamos, le conté de mis proyectos, ella me contó cosas de su vida, lugares que recorrió. Me hacía sentir como pequeño diciéndome "Estuve aquí, estuve allí, buceé por unos arrecifes, hice esquí acuático", cosas ajenas a los deportes que yo practicaba. Y luego subimos a la planta alta, donde no había más de media docena de parejas. Se enlazó de mi cuello y yo la tomé de la cintura. Y bailamos, pasaban música lenta. Apoyaba su mejilla en la mía y sentía la sensación de que su boca resbalaba por mi cuello. Se me erizaba la piel, la sensación que me daba. Me sentía extraño y a la vez excitado. Cambió de mejilla y en el cambio de mejilla rozó su boca con la mía. Lo hizo varias veces hasta que la última su boca no pasó de largo, se pegó a mis labios, abrió su boca y me dio un beso largo, el cual correspondí con una pasión tremenda. Por favor, nunca había besado a una joven tan bella, esbelta, cuerpo delicado.

Y me acordaba de las palabras de Jorge Clayton "¿Es un chiste?". No, no era un chiste, era una realidad.

 

Y empezamos a vernos con frecuencia. Salíamos por lo menos tres veces a la semana, a veces a una galería comercial, a veces a una librería, a veces a un café del centro, pero ya no iba con ese vestido rojo, iba vestida más normal, con zapatillas deportivas, con ropa de gimnasia, peinado común. Yo con un pantalón y una camisa nada más.

Y me hablaba y me miraba a los ojos y me decía:

-Hernán, nunca conocí alguien como tú. -Por otro lado era cierto, ella se movía en otro nivel, pero me di cuenta que los niveles podían equipararse.

 

Volví a hablar con Clayton en el trabajo.

Me preguntó:

-¿Qué tal?

Le comenté.

-Espléndidamente. -No puso objeción.

Me dijo:

-Me alegro, es una grata sorpresa que Cuca haya modificado su manera de ser.

Le dije:

-¿Pero tú la conocías bien?

-Es amiga de una joven que me hizo la vida un infierno. Pero bueno, tienes razón, Hernán, yo no creo en la frase "Dime con quién andas y te diré quién eres", creo que las personas pueden modificar, con actitud, su manera de ser.

-Me alegra escucharte decir eso.

 

Al día siguiente no la vi. Fuimos a tomar algo también en barrio norte, en una confitería de lujo, pero invitaba Jorge, y justo nos encontramos con Pocho, al que Jorge Clayton lo llamaba el correveydile, el que sabía todo de todos y lo contaba. Era muy... servicial no es la palabra, pero no podría catalogarlo de servil a Pocho porque... pero sí era zalamero, vivía halagando. Y es como que me da cosa en el estómago la gente que vive halagando, que trata de quedar bien. Quizá no conmigo porque Pocho estaba en medio estatus, no tenía la fortuna de los que iban al club hípico pero tampoco era una persona pobre. Pero a Jorge Clayton lo consideraba su ídolo.

Cuando me vio a mí me dijo:

-Tengo que contar algo pero -mirándolo a Jorge-, no sé cómo se lo tomará Hernán, así que no sé si decirlo. -Me puse de mal humor y le dije:

-Mira, Pocho, si vas a contar algo cuéntalo, si no no hubieras empezado.

-Está bien. -Me miró a mí y lo miró a Jorge y dijo-: Escuché una conversación de las chicas en el club hípico.

Jorge le dijo:

-A ver, Pocho, deja de dar vueltas. ¿Qué pasó? -Me miró (Pocho)-. No lo mires a Hernán, mírame a mí. ¿Qué pasó?

-¿Cuánto hace que están saliendo Hernán y Cuca?

Le respondí yo:

-Veinte días. ¿Por qué?

-¡Uf!

Jorge Clayton se puso más serio y le ordenó:

-Habla, o te levantas y te vas. -Pocho titubeó en hablar y quiso levantarse. Lo tomó de la muñeca, Jorge-: Habla. Ahora.

-Escuché a Cuca que hablaba con Paula y con otra de las chicas sobre Hernán. Sabía que era amigo tuyo e hizo una apuesta.

-¿Perdón? -inquirí yo.

-Hizo una apuesta, Hernán, que dentro de los treinta días te enamoraba y después te dejaba. -Sentí una impotencia, un enojo, una ira tan grande que se me llenaron los ojos de lágrimas.

Pocho dijo:

-¡Estás llorando!

-Cállate -le dijo Clayton-. No está llorando como te he visto llorar a ti muchas veces. Me pongo en lugar de Hernán, esas lágrimas son de furia, de ira, no son de pena.

Lo miré a Pocho y le dije:

-Yo sé que eres una persona que llevas y traes cuentos, pero me has hecho un favor esta vez. -Jorge Clayton me hizo un gesto que me calle y le dijo a Pocho:

-Ahora te vas a ir, y esta conversación que tuvimos acá, apenas salgas de aquí te la olvidas.

-No, no entiendo.

-Te la olvidas. No nos has contado nada.

-Está bien, yo me doy de que no estoy enterado de nada.

-Así es. Ahora vete.

-Pero me puedo...

-No, vete. -Pocho se levantó como un cordero inocente y se marchó

Jorge Clayton me miró.

-¿Cuál es tu idea? Luego te digo la mía.

-¿Mi idea? Mi idea es encontrarla en el club hípico y adelante de todas echarle en cara toda la basura que es.

-No, no sirve, no va a impedir que se burlen de ti.

-A ver, ¿cuál es la tuya, cuál es tu propuesta?

-Vamos a ir al club hípico, pero me dejas hablar a mí. No digo que no hables, tú me sigues la corriente.

-Tradúceme la frase.

-Yo voy a hablar y es como que tú sabes lo que estoy diciendo. Eso es seguir la corriente. Me sigues el juego.

-¡Ah!, ahora entiendo. ¿Me puedes adelantar?

-Lo hablaremos por el camino. Vamos.

 

Al día siguiente fuimos al club hípico, estaban Cuca, Paula y sus amigas.

Nos sentamos a una mesa, Jorge Clayton encendió un habano, me dio la mano y me abrazó, y se rió en voz alta: -¡Ja, ja, ja! -Algo extraño en Jorge. Las chicas nos miraron sorprendidas:

-Ven, acompáñame a la barra. -Pasamos por al lado de la mesa de las chicas.

Una dijo:

-¿Qué están festejando?

-¡Ah! Lo mejor, gracias a mi amigo Hernán, multiplico mi fortuna.

-¿Por qué?

-Ha logrado armar pequeños ordenadores personales en los cuales yo he invertido millones. Obviamente Hernán ha salido favorecido, el cincuenta por ciento de las ganancias es de él, la fortuna que tiene ahora Hernán seguramente es mayor que las vuestras. Y esto recién empieza. He hablado por teléfono con Ámber y con otros países del viejo continente, he mandado telegramas y por lo menos hay diez compañías que quieren comprar parte del proyecto. En realidad no se lo vamos a vender, le vamos a dar cesión de porcentaje pero el contrato va a ser nuestro y la mayoría de las acciones van a ser nuestras. Y mañana mismo partimos con Hernán a Beta, al país del norte, le van a hacer reportajes en el canal de televisión más importante de Beta.

Cuca lo miró a Hernán:

-No me habías contado nada.

-Esto salió de un momento para otro -le dije-. Agradezco el apoyo de Clayton.

-No -dijo Clayton-, el mérito es tuyo, yo solamente hice negocios contigo. Pero si no fuera por ti yo no hubiera multiplicado mi fortuna como la multipliqué.

Cuca estaba con los ojos abiertos.

-No me imaginé esto. ¡Vaya!

 

En ese momento le dije:

-Mira, mañana nos vamos a Beta, seguramente luego iremos a Ámber, en el viejo continente, recorreremos otros países mostrando mi producto. No te lo tomes a mal -le dije adelante de todas las chicas-, pero quisiera hacer un impasse.

-No entiendo, Hernán.

-Estuvimos saliendo unos días.

-¡Unos días no, casi un mes!

-Bueno, no te lo tomes a mal, pero no voy a darle más importancia de la que tiene a nuestra amistad, voy a poner todo el empeño en mi trabajo, en vender mi proyecto, en hacer más fortuna y voy a relegar lo nuestro porque no, no, no pasa de ser un entretenimiento. Con todo respeto te lo digo. Pero he decidido cortar esta amistad porque me quita tiempo a lo verdaderamente importante, que es mi proyecto.

-Pero no puedes hacerme eso...

-¿Hacerte qué? Somos amigos, lo podemos seguir siendo. Lo que no voy a poder es verte asiduamente, quizá cuando vuelva de Beta te pego un llamado y podemos vernos una noche, pero más de eso no.

Jorge me dijo al oído:

-Acuérdate, acuérdate de Silvina.

Cuca dijo:

-¿Quién es Silvina? -Clayton se hizo el distraído.

-Silvina es una inversora, es una señora interesante, viuda, de treinta y dos años que quiere invertir en el proyecto. Y esta noche me veo con ella.

-¿Y yo?

-Y tú, ¿qué?

-¿Hoy no íbamos a salir?

-Qué acabo de decir, me veo con la señora Silvina, es una inversora. A mí me interesa mi trabajo, no las relaciones esporádicas. -Se paró de la silla.

-¿Así que soy sólo una relación esporádica para ti?

Me encogí de hombros.

-Jorge, dame uno de los habanos tuyos. -Lo prendí-. ¡Fiuuu! Tómalo como quieras. Jorge, estamos con el tiempo rejusto, mañana tenemos que ir al aeropuerto a tomar el avión. Así que... Gente, me tengo que ir.

-Por favor, no me dejes así.

-¿Dejarte? ¿De qué debería dejarte?, ¡somos amigos! Y mi minuto vale. Y ya explicamos bastante.

Clayton me tomó del hombro:

-Querido Hernán, vamos. ¿Dónde lo vas a dejar a tu coche nuevo? -Nombró una marca carísima.

-Lo voy a dejar en mi nueva casa.

Cuca dijo:

-¿Me vas a pasar la dirección?

-Ahora no voy a decidir nada, ahora tengo mi mente en otras cosas. -Todas las chicas estaban con los ojos puestos en mí. Les hice un saludo con el dedo, dimos media vuelta y nos marchamos.

Clayton le dijo al camarero:

-Pon toda la consumición en mi cuenta.

-¿Lo de las chicas también?

-No, lo que consumimos nosotros. -Y nos marchamos.

 

Llegamos a la puerta y subimos al coche de Jorge.

¿Y? Qué te pareció.

-Me siento bien. Por otro lado me siento como que la hice sentir poca cosa.

-¿Y qué pensabas, Hernán, que iba a hacer ella contigo? El último día te iba a invitar al club hípico y adelante de todas te iba a decir que fuiste solamente una apuesta. Simplemente le has ganado de mano.

-Y Pocho no va a...

-Pocho no va a decir nada, él me conoce. Él sabe que si habla algo se va a tener que enfrentar conmigo. Y no lo tomes por palabras egoicas o altivas, pero en Plena nadie se quiere enfrentar conmigo, en el buen sentido lo digo, porque no haría daño a nadie.

-Lo sé -dije-. De todas maneras el juego ha estado muy divertido, pero no deja de ser un juego.

-¿Juego? ¿A vos te parece que yo juego? Yo no juego.

-Me refiero a lo de las inversiones.

-¿Por qué te piensas que te puse varios especialistas? Chicos jóvenes, personas que entienden de informática que te están ayudando. ¿Cuánto has adelantado en estos dos meses?

-Muchísimo -admití.

-Tengo un montón de papeles de proyectos informáticos que obviamente no los pienso mostrar, pero las acciones de tu empresa, porque es una empresa, ya cotizan en bolsa.

-No me hagas bromas.

-No te hago bromas, Hernán, y lo de viajar mañana a Plena no es mentira. Yo no voy a jugar al bluf, a inventar algo, porque la mentira tiene patas cortas, las chicas pueden averiguar si es cierto lo del viaje o no.

-¡Pero yo no tengo fortuna!

-Sí que la tienes, la mitad de las acciones de la compañía son tuyas, el resto es mío porque invertí.

-¡Pero eres un mecenas!

-No, no soy un mecenas, invierto donde sé que vale el esfuerzo. Y tu esfuerzo vale.

-¿Entonces es verdad que ahora tengo fortuna?

-Tienes. Quizás exageré un poco en el club hípico, pero tienes. Solamente te doy un consejo. Mírame. -Habíamos aparcado. Jorge Clayton me dijo-: La mayoría de estas chicas nacieron de posición y eso se les subió a la cabeza. A mí nunca se me subió a la cabeza la fortuna, por eso apoyo a fundaciones, hospitales, a gente desamparada. No pierdas tu centro.

-Explícate -le pedí.

-No pierdas tu humildad nunca. Y sigue trabajando con el proyecto con más fuerza que nunca. Mañana iré contigo, lo del reportaje por televisión es cierto.

-¿Y qué digo?

-¡Je, je! Lo que estás haciendo, en idioma común. -Nos dimos un abrazo. Y mañana partiríamos para Plena.

 

Y lo de Cuca... Sí, estaba dolido, pero más dolida había quedado ella. Porque yo estaba dolido por su engaño, pero ella había quedado dolida y humillada delante de sus amigas. ¡Vaya!

 


Sesión 29/03/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Dave (Orta-El)

Pudo escapar de la trampa tendida y el tema parecía resuelto. Pero quizás no era así, quizás seguía la apuesta por ambos lados. Quizá se perseguía un resarcimiento.

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Entidad: El ser humano es contradictorio, a veces uno tiene impulsos de ira o de rencor, y supuestamente con un trabajo interno se pasa, ¡je, je! Pero al poco tiempo te pones a pensar en lo mismo y es como que nuevamente es como te sube esa adrenalina, porque creo que a nadie le gusta que se burlen o que te tomen como un objeto o que apuesten por tu persona.

Como hizo Cuca con sus amigas en el club hípico. ¡Ja, ja, ja! Lo vieron a Hernán, "Es un joven ingenuo. Sí, se cree que porque vino de Beta es importante. Yo lo enamoro en quince días".

 

Yo sé que Pocho es muy indiscreto, y es leal y nunca te va a traicionar esa lealtad, no por él, pero a veces es como que es un poco ingenuo, torpe o busca la aprobación de los demás, y sin darse cuenta hace hincapié y puede ser indiscreto en algunas cosas.

 

De todas maneras con Cuca me desquité, porque mi desplante fue delante de todas las amigas, por así llamarlo.

Recuerdo que una tarde me junté con Jorge Clayton y le digo:

-Eres el único al que puedo comentarle lo siguiente, a ver, quisiera estudiarme a mí mismo, mi comportamiento, mi conducta, mis emociones. Yo gané, ella apostó, me enteré y sin dar a conocer que me había enterado de la apuesta, le hice un desplante delante de todas las amigas. ¡Ah, qué maravilla! Me vengué de su burla y la dejé mal parada, humillada. Tendría que sentirme con el pecho inflado cual pavo real, y sin embargo guardaba por dentro como bronca, como rencor, como cierta rabia.

Clayton me dijo:

-Hasta qué punto te importa Cuca.

-¿Perdón?, Cuca no me importa en absoluto, es decir, es una chica atractiva, pero su carácter, su forma de ser tan superficial... Obviamente que no resistiría veinticuatro horas con una persona así.

Jorge siguió:

-¿Y entonces qué es lo que te está molestando? Has ganado, la has humillado. Y no te culpo, has hecho lo correcto. Ella apostó que te enamoraba y luego seguramente iba a hacerte ese mismo desplante con sus amigas. Le has ganado de mano, te has anticipado.

-Gracias a Pocho, que se enteró.

-Entonces profundiza tus emociones. La has dejado mal parada, ahora sus amigas la miran de otra manera porque es tal la superficialidad del club hípico que todos apuestan al ganador. Cuando pierdes una ya es como que bajas de nivel. No importa la fortuna que tengas porque esa gente son todas de fortuna, bajas de nivel y de estatus en un código privado que tienen ellas.

Me quedé pensando y le dije a Clayton.

-Lo entiendo perfectamente. Tendría que estar contento, dichoso, pero me sigue molestando el tema. ¿Por qué?

Clayton me dijo:

-Entiendo que te sigue molestando por lo que podría haber pasado, pero lo que podría haber pasado no pasó, fuiste tú quien la puso en evidencia. Tienes cosas importantes que hacer en tu trabajo, eres un líder, has logrado temas de avanzada en informática que otros no han logrado, ¿y te preocupas por una joven superficial?

Le respondí:

-Es que no me gusta que se burlen de mí.

-Hernán, Hernán, estás obcecado. Basta, ya está. No hubo burla. Afortunadamente Pocho, que a veces se comporta de una manera tan torpe, te salvó el día, por decirlo de alguna manera.

-¿Y si no hubiera estado Pocho? ¿Y si hubiera caído en la trampa?

-A ver Hernán, el "¿Y si?" me molesta demasiado, me molesta sobremanera, creo que tu comportamiento está siendo infantil. "¿Qué hubiera pasado si?", "¿Qué pasaría si?", "¿Y si no hubiera tal cosa?", "¿Y si no me hubiera dicho tal otra?", "¿Y si no hubiera podido hacer tal cosa?". No, el "¿Y si?" o el "¿Qué pasaría si?" me molestan porque son suposiciones. Y no pasó. Si no voy a tener que pensar que te interesaba más de lo normal y te hubiera gustado que fuera otra persona.

-¿En qué sentido, Clayton?

-Te hubiera gustado que Cuca fuera más genuina, te hubiera gustado que se fijara en ti de verdad.

-Quizá sí. Gracias por la conversación. Mañana si te parece tomamos algo aquí mismo.

-No tengo problema. Ana María tiene bastante trabajo, así que puedo verte mañana, Hernán.

-¿Cómo andan los otros chicos?, ¿cómo está Nándor?, ¿cómo anda Tabares?

-Bien, bien, bastante bien. Nándor con el tema de Betty. Creo que eso es mucho más complejo que lo que te pasó a ti, lo que pasa que cada uno mira donde le aprieta el zapato.

-Espera, espera -me defendí-, yo no estoy diciendo de que lo mío sea más grave que lo de Nándor con el tema de Betty, que le prometió amor eterno y resulta que quería a otro. Entiendo que lo de Cuca es mucho más sencillo, y aparte yo gané. No estoy diciendo eso. Lamento cuando pasan esas cosas. No me siento el centro del mundo y mucho menos, y me molesta que a los demás les vaya mal.

Clayton me dijo:

-Y así tiene que ser, así tiene que ser. Debemos estar mancomunados.

-Explícate.

-Debemos estar unidos, ser sinceros con los demás.

-De mí parte lo soy.

-Claro. Pero lo más difícil, Hernán, es ser sinceros con nosotros mismos.

-Ahí no te entiendo. -Me estaba por ir y me volví a sentar-. Explícate mejor.

Clayton me dijo:

-¿Tú eres sincero contigo mismo? ¿Te miras al espejo y te sinceras en tu pensamiento, el por qué tienes rencor, el por qué ya habías superado el episodio y te lo recuerdas y es como que te vuelves a poner mal? ¿Qué es lo que te sacude por dentro? Sincérate, piénsalo, profundiza en ti mismo.

-Prometo que lo voy a hacer.

Clayton me dijo antes de irme.

-Pero que eso no te impida poner toda la fuerza y todo tu empeño en el trabajo. Tienes gente, eres el líder, no dejes que una situación embarazosa te afecte. -Asentí con la cabeza y me marché.

 

¿Existe la casualidad o existe la causalidad? Antes de llegar a casa quise pasar por la puerta del club hípico. Bajé del coche y caminé por la vereda.

 

Había un auto lujoso estacionado y una joven iba a subir y me miró. Le dijo al chofer que espere.

Y se dirigió a mí.

-¿Estás contento? -La miré en la oscuridad de la calle y vi que era Cuca.

-No, no estoy contento -le dije-. ¿Pero tienes el coraje de venirme a hablar a mí sabiendo que tu plan era burlarte de mí y te pude descubrir a tiempo?

-¡Ah! Entonces alguien te dijo lo que pasaba.

-Nadie me dijo nada, yo mismo me di cuenta de que olía como burla en el aire.

-Entonces tu desplante no fue porque yo no te gustara.

-¿Qué importa eso ahora? Te puse en tu lugar. Tú te ibas a burlar de mí y me ibas a poner en evidencia dejándome de lado delante de todas tus amigas. Me anticipé.

-Entonces lo hiciste por venganza, no porque yo no te gustara.

-¿Para qué revolver todo eso? -le dije-. No tiene importancia, somos distintos. Tú eres superficial.

-¿Cuántas veces me viste? -preguntó Cuca.

-¿Por qué?

-¿Cuántas veces me viste?

-Pocas.

-¿Y por qué me juzgas? ¿Qué sabes cómo soy yo?

-¡Pero a las pruebas me remito! Una persona que es profunda por dentro, que piensa en los demás no hace ese tipo de cosas.

-Supón que estuviera arrepentida, supón que todo este tiempo estuviese pensando en ti, supón que de verdad... Supón que de verdad me gustaras, supón que estoy arrepentida.

-Espera, espera, Cuca, espera, ¡je, je, je!, ¿Cómo creerte?, ¿cómo creerte después de todo lo que pasó?

-¿Qué quieres que te implore amistad?

-No, no, no vengamos con esas, tú no eres de ese tipo de chicas de andar implorando. Aparte yo no soy de vuestro círculo.

-¿No? Te has criado en Beta, el país del norte, con una economía superior a la de Plena, los clubes de allá deben superiores al club hípico de Ciudad del Plata.

-¿Y quién te dijo que yo fui?

-Hernán, tienes una tía que tiene fortuna, tanta fortuna como los más adinerados del club hípico, eres de nuestra clase.

-Cuca, no me gusta la palabra clase, yo no mido a la gente por el dinero. El mejor de todos vosotros es Jorge Clayton, creo que ninguna de vosotras tiene la fortuna que tiene él y sin embargo se está por casar con Ana María, que es una empleada común, una familia que no tiene fortuna. Para mí es el mejor ejemplo, es el espejo que tengo para mi futuro.

-¿Y piensas que yo no puedo ser así? -preguntó Cuca.

-No sé, no puedo juzgarte. Como tú bien dices no te conozco, pero por lo poco que hemos pasado, lo que me has demostrado es superficialidad, ¡je! Y mi aspiración es otra, tener un buen trabajo, que ya lo tengo, y tener un afecto sincero. Gracias que amigos tengo, y buenos amigos.

-Pero... hagamos una cosa.

-Te escucho -le dije.

-Salgamos como amigos, elije tú los lugares, no hace falta que vayamos al club hípico, no hace falta que nos juntemos con mis amigas, vayamos a un cine, a un teatro, a un parque. Conversemos, así me conoces. Incluso te invito a casa.

Me acerqué, estaba a centímetros de su rostro. Y le digo:

-¿Qué es lo que pretendes, es un nuevo juego?

-No, de verdad que estaba pensando en ti. Y me molesta pensar en ti.

-¡Ah!

-No, no me entiendes, me molesta porque estoy sintiendo cosas que no sentía, es como que después de haberme puesto en evidencia delante de mis amigas me sentí distinta.

-Cuca, ¿cómo sabes que es atracción y no el querer desquitarte de haberte puesto en evidencia?

-Hernán, eres inteligente, si yo quisiera eso frecuentaríamos el club. Te estoy diciendo de no ir al club, de ir a un cine, a un teatro que tú elijas, a un paseo que tú quieras. Vamos a la Segunda avenida donde hay librerías o a la Primera avenida, que hay edificios antiguos y bares, podemos pasear no hace falta ir en carro, vamos a bares comunes.

-¿Te has fijado cómo estás vestida?

-No entiendo.

-Tienes un vestido largo que parece que vinieras de una fiesta de clase alta.

-Tengo otro tipo de ropa. Puedo vestirme de ropa azul, campera y pantalón, pequeñas botas, vestirme lo que tú llamas más normal.

-Está bien -dije-, está bien. ¿Dónde nos encontramos?

-Te doy la tarjeta, me pasas a buscar por casa.

-No no no, no quiero ninguna trampa, no sé si están tus amigas. Me haces ir y es otra burla.

-Hernán, te atajas por todo. Entonces dime.

-Pásame a buscar por el trabajo. -Le pasé yo la dirección.

-¿Y por quién pregunto?

-Preguntas en recepción que vienes a ver a Hernán.

-¿Así no más?

-Así no más, no hay otro Hernán.

-¿Te parece bien pasado mañana?

-Me pasas a buscar a las siete de la tarde. Pero no con ese tipo de ropa, te vistes normal. Nada de limusina, nada de choferes, te vienes en taxi o te vienes en colectivo ¿Alguna vez has viajado en colectivo?

-Sí, con un tío, cuando era más chica.

-Bueno, yo no voy a traer mi coche, vamos a viajar en taxi o en colectivo. -Se encogió de hombros.

-Está bien, acepto.

-Bien, nos vemos entonces.

-¿Así no más te despides, ni siquiera me das la mano? -Me acerqué, la tomé de la nuca y le di un beso en la boca que duró como un minuto. Me fui desprendiendo de sus labios lentamente.

-Nos vemos.

 

Se quedó callada, me miró y asintió con la cabeza. El chófer le abrió la puerta. Antes de entrar volvió a mirarme, asintió de nuevo con la cabeza y entró. El chófer cerró la puerta, entró al asiento del conductor y arrancó.

 

Se me había pasado la bronca, la ira. Mañana le contaría a Clayton y pasado saldría con ella. Pero no permitiría ni la menor burla. Quizás era débil, quizás era débil porque tenía unas ganas locas de creerle. Cuca era muy bonita, pero muy bonita, muy bonita, y yo no soy un tipo inseguro. A ver, yo soy muy seguro con las cosas que domino, con las cosas que manejo. No soy inseguro en informática, conozco desde la 'A' hasta la 'Z', pero este tipo de situaciones me sacan de control. Veremos qué sucede.

 

Tengo que sacarme de la mente la futura salida de pasado mañana y poner todo mi empeño en el trabajo, que una cosa no me distraiga de la otra. Porque esto, esto es un aprendizaje, aprendizaje de los muchos que te da la vida, pero depende de tú, de tu persona el que apruebes ese aprendizaje.