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Psicoauditación - Rigel IV - Oridis - Ra-El-Dan

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

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Sesión del 15/03/2022

 


Sesión 15/03/2022
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidades que se presentarón a dialogar: Raeldan

Era el ayudante del primer comandante en la misión de construir un teletransportador en el planeta Sol III. Sus moradores, de raza humana y los mentales le ejercían una atención especial, por razones muy personales. Ejecutó a muchos de ellos, acciones que deberían ser notificados al mando superior.

Sesión en MP3 (1.933 KB)

 

Entidad: Entidad: Estaba muy molesto con Fidis. Recuerdo que la última vez me dijo:

-Oridis, no se te ocurra llevar a cabo lo que estás pensando.

Le respondí:

-¿Y para qué sirven las hembras humanas? Deja que me aparee con alguna de ellas, aquí tenemos pocas hembras.

-No se trata de eso -me dijo Fidis-, primero que son horribles... O sea, no, no, no le encuentro el sentido.

-Es para mostrarles quien es el amo aquí.

-¡Ah! Oridis, Oridis, hay algo que no entiendes -me dijo Fidis-, puedes causar disturbio entre los humanos y los que se van a molestar son los mentales.

-¡Los mentales, los mentales! Quedan pocos y por alguna razón no se reproducen. No veo la hora que terminen de morir todos.

-¿Por qué no respetas la vida de los demás? -Lo miré y sonreí.

-¿Me estás hablando en serio?, ¿nosotros, los reptilianos, respetando vidas? Somos un mundo de poder.

-Éramos un mundo de poder en alguna época, se ve no sabes toda tu historia. Hace diez mil años atrás los Antiguos acabaron con nuestra flota, tenían un escudo de energía cien veces superior al mejor de nuestros escudos, nuestros rayos fotónicos no le hacían ni mella a su escudo. ¿Y hablas de poder? Hablas de poder porque ves a estos humanos que apenas tienen lanzas. Pero cuídate de los mentales.

-Así lo haré.

 

Subí con mi espacioplano a la nave madre. Hablé con Montres y Alubis:

-¿Habéis preparado mi ordenador?

-Estamos con el proyecto Tubo Estelar, no podemos desviarnos.

-¿Y qué pasa con vuestros ayudantes? Uno o dos necesito.

-¿Qué piensas hacer?

-No anda bien mi ordenador, hay que calibrarlo. -Me mandaron un ayudante de segundo nivel-. ¿Quieres pasarla bien, Obis?

-Sí, señor.

-Entonces lo que hagamos aquí no se lo cuentas a nadie, tu vida depende de ello.

-No hace falta que me lo diga señor. Dígame.

-Bien, el tema es así. Este ordenador lanza pequeñas luces sólidas milimétricamente a la superficie del planeta, pero tú sabes que este ordenador puede calibrar cada luz al ADN de cada raza.

-Lo puedo hacer, señor.

-Hazlo.

-O sea, que si hay humanos que se sublevan...

 -No, no hablo de los humanos, hablo de los mentales.

-Pero comandante Oridis, algunos están dentro de edificios.

-¿Acaso esta fina luz no traspasa la piedra, no traspasa el cemento?

-Por supuesto.

-¿Y puede detectar ADN a través de paredes y techos?

-Por supuesto.

-¿Cuánto demoras?

-Yo creo que en una rotación del planeta. O sea, en un día del planeta está listo.

-Bien, bien. -Cogí el espacioplano y bajé a tierra.

 

De todas maneras estaba absolutamente armado con pistola de luz sólida, del otro lado con pistola fotónica. Nadie se metería conmigo. Y además tenía un chaleco protector ante cualquier proyectil o lanza que me tiraran. Pero igual, ¿quién se atrevería?

Y vi en los sembrados una hembra humana, la cogí por los cabellos y gritaba, gritaba. Fidis me decía "¿Qué ves en ellas? Son horribles, los humanos son feos". No me interesaba. No la quería para procrear, imposible procrear, éramos razas distintas, se trataba de someterla más que otra cosa. Y así lo hice, para mostrarle mi poder y mi dominio sobre ellos. Nosotros, nosotros los reptiloides éramos superiores.

Y la poseí. Quizá por mi avidez, quizá por la violencia de la posesión la dejé muy herida, muy lastimada. Pero siempre tuve compasión, siempre tuve compasión, no soportaba ver sufrir a un humano.

 

¡Ay! Me acomodé mis ropas, saqué mi arma de luz sólida y le apunté a la cabeza y ya no sufrió más. Cuando levanté la vista vi veinte, treinta y hasta cincuenta hombres mirando.

Con mi traductor de idiomas les dije:

-¿Qué veis? Es un castigo, lo que hice porque no me obedeció. -Ninguno respondió pero se marcharon todos juntos hablando. Por la tarde una multitud se había agolpado ante el templo gritando: "Basta de reptiloides, basta de trabajo".

 

Uno de los mentales habló con Fidis, y Fidis me mandó llamar.

-¿Qué has hecho, Oridis?

-Nada, un castigo a una humana que no me obedeció.

-Esa no es la versión de los humanos -me contradijo-, dicen que la poseíste y en la violencia del acto la lastimaste y luego la eliminaste con tu arma.

-¿Y a quién le vas a creer, a mí o a estas bestias?

-Normalmente a ti, pero hay dos razones por las que no: Una, ya habías anticipado que querías acoplarte con una. Dos, no es un humano contra un reptiloide, tu palabra valdría más, pero acá hay cien testigos que vieron hacer el acto.

El mental me miró y dijo:

-Debemos castigarte. -Retrocedí lo más que pude pero sus efluvios mentales llegaron a mí y me pusieron de rodillas. Me fui arrastrando de rodillas como pude para alejarme del mental y ya a distancia donde su mente no me afectaba, lo miré con un tremendo odio.

Fidis se acercó y me dijo:

-El problema es que has provocado a los mentales. Estamos con ellos trabajando, nos están ayudando de alguna manera. Ellos de alguna manera con su mente serenan a los humanos, no lo entiendes.

-No, no entiendo que te rebajes, los mentales al fin y al cabo son una especie de humanos, son inferiores, todo porque tienen esa mente que domina.

 

Me quedé en la nave madre hasta que este ayudante al día siguiente vio que estaba todo listo y me avisó:

-Segundo comandante Oridis, el ordenador está listo.

-Bien, bien, bien. Eres mi favorito.

-Gracias señor, pero no lo hice por eso simplemente es...

-Basta, basta. Está bien, tampoco seas obsecuente. Ve, yo te llamaré cuando sea necesario, ve.

 

Preparé el ordenador, me sorprendí que quedaran tan pocos mentales en tierra.

Preparé el ordenador con los pequeños rayos y presioné el enter: cada rayo llegó al cerebro de un mental acabando con su vida. Ahora sí, no habría quién me pusiera de rodillas.

 

Al rato sube otro espacioplano a la nave madre. Fidis:

-¿Qué has hecho?

-¿Has visto lo que me han hecho ayer? Me han puesto de rodillas, me querían matar, si no me alejaba los mentales me mataban.

-No te iban a matar, era un pequeño castigo. ¿Qué has hecho?

-Lo que debía. Si nuestras fuerzas de Rigel IV escucharan lo que habláramos nosotros, me darían la razón a mí.

-¿Te darían la razón a ti? -argumentó Fidis-. Has acabado con todos los mentales, ellos de alguna manera podían frenar el ímpetu de los humanos.

-Ya tienen casi terminado Montres y Alubis el proyecto del Tubo Estelar, nos podemos teletransportar no sólo a Rigel, a donde instalemos otro tipo de tubos estelares. La galaxia podría ser nuestra sin necesidad de naves, solamente teniendo tubos estelares.

-¿Quién frena ahora la sublevación? No somos tantos.

-¡Tantos, tantos! Con mi pistola neutrónica puedo acabar con cien a la vez mandando una ráfaga.

-Claro, mátalos a todos, mátalos, luego quién se encargará de ordenar todo.

-Tenemos nuestras máquinas. Nuestras máquinas pueden con la gravedad y transportar los bloques de un metro cúbico de piedras. Lo importante es el cálculo para poner el tubo dentro de las pirámides, para eso precisamos a los humanos.

-Claro, pero si tú los matas, es un decir, si llegaran a sublevarse y quisieran atacarnos...

-Estamos armados.

-¿Te piensas que no pasaré el parte? -Me encogí de hombros.

-Lo importante es la misión; ni los mentales, ni los humanos. -Me di vuelta y me marché.

-No te he dado permiso para que te vayas.

-Te tomas muy en serio lo de primer comandante -le dije a Fidis-, si vamos al caso yo soy más antiguo que tú.

-Sí, lo reconozco. Entonces por qué no te preguntas el por qué tengo yo el grado de primer comandante y tú mi ayudante.

-¡Je, je! -sonreí-, seguramente por acomodo con algún jefe de crucero anterior. Si te piensas que es por capacidad... yo soy un señor estratega reptiloide.

 

Y me marché. Porque yo sé que tenía razón, éramos la raza superior.