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Psicoauditación - Raúl M.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

Sesión 02/06/2022
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Raúl M.

La entidad relata cómo conoció la vida en Albor, mundo en el que la población disfrutaba de lo que el entorno le daba sin tener que esforzarse. Hasta que con el tiempo los recursos disminuyeron y hubo enfrentamientos para seguir teniendo de todo sin trabajar.

Sesión en MP3 (2.365 KB)

 

Entidad: Me sentía molesto. No, no, no, quizá molesto no era la palabra, quizás era desanimado. O tal vez tampoco, tal vez la palabra era... desbastado, enojado.

 

Mi nombre era Raúl Isaac. Me encantaba estudiar historia y me encantaba estudiar todo tipo de terapias, terapias alternativas que no reemplazaban obviamente a la medicina sino que la complementaban. Pero no me gustaba llamarlas terapias complementarias porque eran independientes de la medicina, entonces alternativas quizá sonaba mejor.

 

¿Pero qué me había enseñado la historia? La historia me había enseñado que aquí en este mundo, Albor, durante milenios, milenios, reinó la paz, la prosperidad, la abundancia. Había una felicidad en todo el planeta.

Pero había muchos filósofos a partir de hace dos, tres siglos que se pusieron a pensar en profundidad y los leí, los devoré los libros de ellos pensando "¿Y si tienen razón, y si era una comodidad ficticia, y si era una felicidad ficticia, un mundo abundante donde tenían de todo, donde el lugar de confort era el planeta entero"?

¿Pero qué sucede cuando el ser humano tiene un lugar de confort permanente?: Se deja estar.

 Hay algo más, hay algo más; pierde... pierde la meta, pierde la motividad, pierde el estar atento, el estar alerta, pierde... pierde el deseo, pierde la ganas. Es como que se deteriora cognitivamente de alguna manera, pasa a ser un idiota pensante. Y pensante hasta cierto punto.

 

No era un mundo como Sol III donde se devastaban bosques, selvas, se deterioraba el océano, había caza indiscriminada de animales, no no no no; había abundancia, cada uno tenía lo suyo, nadie envidiaba al otro. ¿Qué ibas a envidiar si tenía lo mismo que tú?

Pero qué, imagínate desde que tienes uso de razón, a los cinco o seis años, estar en una reposera bebiendo un zumo, ¡Aaah!, bostezando todo el día. ¿Estudiar? Para qué. ¿Aprender? Con qué objeto. ¿Entender las circunstancias? Pero cuál sería el motivo si tienes todo al alcance de tu mano.

 

Pero dentro de la comodidad había gente que creaba aparatos, aparatos para hacer la comida más rica, aparatos que directamente cocinaban para que uno no tenga que ni siquiera encender un fuego. Sí, sí, había gente que trabajaba, pero tenían sus beneficios; aquellos que trabajaban tenían un poquito más.

 

Y entonces hubo como una especie de cortocircuito. Aquellos que trabajaban y tenían un poquito más se pusieron a pensar, pero a pensar de verdad, ¿eh?: "¡Ah! Pero esto es nuevo, yo puedo tener más que fulano, yo puedo tener más que mengana". Y esa luz se prendió más en el hemisferio norte: "¡Ah, qué maravilla, tengo más!". Y empezaron a acaparar.

Pero ahí hubo otra enfermedad, la enfermedad de la ambición causada por roles del ego: ¿Para qué acaparar tanto en un mundo donde había abundancia de todo? "¡Ah!, pero qué me importa, yo tengo más que la otra persona".

Y del hemisferio sur decían: "¡Ja, ja, ja! Por favor, se están esforzando, ¿para qué?, si aquí tenemos de todo. ¡Ay, ay! ¡A esta gente quien la entiende, quien la entiende!".

 

Pero pasaron los siglos y el mundo no es ilimitado, porque no era un mundo donde se sembraba, donde se cosechaba. Había y cogían, había y tomaban, pero cada vez había menos porque cada vez había más población.

¿Y qué pasó en el sur? No se notó porque esto es a lo largo de varias generaciones, no de una. Entonces no se encendió la alarma. Hasta que se dieron cuenta de que las cosas empezaban a escasear.

 

¿Y qué hicieron? Miraron al norte:

-¡Vaya! Mirad todo lo que tienen, que lo compartan.

El norte dijo:

-No no no no, ¡je, je!, ¿compartir? No, no, nosotros trabajamos, y todo esto lo conseguimos trabajando. ¿Vosotros qué habéis hecho?

El sur dijo:

-Siempre compartimos.

-No nunca compartimos -respondió el norte-, cada uno tenía lo suyo. Vosotros os habéis dedicado a no hacer nada.

-Pero nunca hicimos nada.

-¡Ja, ja! Y ahí está la cosa, el mundo es limitado.

-¡Nos daréis nuestra parte!

-No, trabajad y hacéis lo vuestro.

 

¿Y el norte qué hizo?, levantó murallas en todo el planeta. Y en la parte del océano tenían barcos sumergibles, similares a vuestros submarinos, y si una barca del sur quería pasar, lamentablemente era bombardeada, a pique. Los tripulantes morían, uno, dos, tres, diez, veinte, cien veces. Hasta que el sur acusó al norte de tiranía, de mezquindad.

El norte dijo:

-¿Mezquindad? ¿Vosotros, los holgazanes, nos llamáis mezquinos? Todo lo conseguimos por mérito propio. ¿Estáis en contra del mérito?

-No -dijo el sur-, estamos en contra de la ambición. Sois ambiciosos.

-No somos ambiciosos -respondió el norte-, somos gente que trabaja, que estudia, que investiga. Sabemos astronomía, estudiamos música, ciencias naturales, ciencias sociales y hasta tenemos terapias.

 

¿Qué hizo el sur? Impotente porque no tenían ni siquiera armamento empezaron a crear terapias para atender a aquellas personas desoladas, deprimidas, ansiosas, con baja estima.

 

Y pasó otro siglo más: "No tenemos nada, somos pobres infelices. Voy a ir a mi terapeuta".

Pero las terapias no servían para nada. Había una terapia que recorría tu línea de vida, y el consultante le decía al terapeuta:

-De niño tal cosa, de adolescente tal cosa...

-¡Ah! Bueno, simplemente me lo cuentas y ya descargas.

Pero el consultante le decía:

-Me siento condicionado y tengo miedo a la exposición, y no me acuerdo en esta vida haber estado expuesto a algo.

-¡Ah! No, no, no, quizá lo hayas heredado de tu padre.

-Para nada. Mi padre, dentro de todo era rebelde porque odiaba al norte, y era muy audaz y no tenía miedo de exponerse. Y hasta con pancartas gritar: "Muera el norte".

 

Hasta que visité a un terapeuta que se llamaba Esteban Lazo, con 'Z'.

Y Esteban Lazo me dijo:

-Mira, tú te llamas Raúl Isaac.

-Correcto.

-Tus condicionamientos no son de esta vida, son de vidas anteriores.

Me distancié un metro de él y lo miré:

-¡Je, je, je! ¿De qué hablas, Lazo?

-Hablo de que existen determinados traumas y condicionamientos de otras vidas, y eso podemos solucionarlo repasando esas otras vidas.

-¿Y cómo?

 

Esteban, que no se hacía llamar Doctor porque era una técnica que había creado él, que se llamaba Rueda de Vida, y en esa rueda que giraba él captaba mentalmente parte de nuestro espíritu, porque Esteban Lazo decía que no éramos un espíritu completo sino éramos un espiritual parcial, y que el resto estaba en su plano espiritual.

Le respondí:

-Eso es absurdo, tenemos un alma entera.

-No -dijo el terapeuta Esteban-, no. Si me permites te voy a demostrar que no es así, querido Raúl Isaac.

-A ver.

-Ponte cómodo. -Me puse cómodo pero lo miraba con ojos entrecerrados como desconfiando. Él a su vez cerró sus ojos, respiró hondo y se puso a hablar.

 

Y decía: "Mi nombre es Ismael". -Ese Ismael había nacido hacía dos siglos y medio atrás y sentía mal por la escasez que ya empezaba a notarse en el hemisferio sur y quiso empezar a producir por su cuenta. Sus propios compañeros empezaron a decir: "¿Qué haces, por qué te esfuerzas? El problema es sacarle al norte".

Y sus amigos dejaron de ser sus amigos y nadie más le habló, hasta se puso su propia familia en contra y cogió tremendos traumas. Entonces tuvo que encerrarse en sí mismo por miedo a exponerse.

 

Cuando terminó la sesión me sentí un poco más aliviado, pero le dije:

-¿Me estás diciendo, Esteban, que este fue un rol mío de una vida pasada en Albor?

-Correcto. ¿No te sientes un poco más aliviado?

-Sí, pero, ¿cómo sé que no es un efecto placebo?

-Espera, espera Raúl, esto es una sesión, pero hay muchísimo más.

-Pero la vez pasada visité a un terapeuta que me hizo una especie de repaso de esta vida y después me dijo que lo había heredado de mi padre. Pero mi padre nunca tuvo miedo a la exposición.

-Bueno -dijo Esteban-, esa terapia es incompleta porque no conoce lo que traemos de otras vidas.

-¿Y cómo, si no recordamos otras vidas?

-No, pero nuestro espíritu sí. -Me sentí como confuso, aliviado pero confuso.

 

Y pensé "Tengo que volver, tengo que volver".

 

Gracias por escucharme.