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Psicoauditación - Roberto

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

Sesión 09/06/2020


Sesión 09/06/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Roberto

La entidad en Mágar, Gaela, relata una vida con planteos de falta de convicción, entre otros problemas, y coincide con un rol conocido que, a su vez, le presenta a un profesor bastante especial.

 

 

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Entidad: Como thetán creo que no soy el primero que afirma que cada encarnación es muy similar a la otra, no en cuanto a regiones, en cuanto a tiempos, en cuanto a situaciones y circunstancias porque no es lo mismo encarnar en un siglo XX o en un siglo XXI que en un siglo XV. O de otra región, de otro mundo donde son otras costumbres, otras maneras. Pero me refiero a que las circunstancias son similares.

 

Encarné en Cáposta, la capital de Mágar. Mágar sería como la Hungría de Sol III. Y esto es Gaela, un mundo muy muy muy similar a lo que hoy es Sol III, al que conocéis como la Tierra.

Mi nombre era Armani, hijo de Sandor y Margit, sin 'u' pero se pronuncia Margit.

Mi padre era electricista de los buenos, existían lo que vosotros conocéis como estadios de fútbol, como hay en Sol III, y él era el jefe de electricistas para mantener los estadios en condiciones. Ganaba bien.

Y mi madre, Margit, era una mujer sencilla, de su casa. Hacía pequeños trabajos como para entretenerse de costura, de arreglos de ropa, no porque lo necesitara, porque padre Sandor con su grupo de electricistas ganaba bien.

En la escuela primaria era muy tímido, prácticamente no hablaba, tenía muy buena conducta, pero la buena conducta no se debía a que yo era un alumno ejemplar, sino a que era tímido, muy tímido, casi no hablaba. De muy pequeño hasta los dos, tres, cuatro años con el dedo en la boca, como con gesto de de de pánico de poder interactuar con otros chicos. Ni hablar con chicas. Menos.

 

Y ya en la escuela primaria, desde mis seis hasta mis 12 años, la timidez apenas, apenas la iba superando. Ya cuando entré en la escuela secundaria me hice de dos amigas, Agnes y Judit, y de dos amigos, Gaspar y Megyer. Megyer con 'y'.

Me sentía bien, conversábamos, después de salir de la escuela íbamos a tomar algo. Éramos como compinches en tonterías, cómplices en banalidades. Por supuesto, mis amigas me gustaban, tanto Agnes como Judit, pero no me atrevía a decirles nada, nada, y eso que a veces me tomaban de la mano, me acariciaban el rostro. Yo sonreía, pero es como que me encerraba en una especie de coraza. En cambio, mis amigos, Gaspar y Megyer, eran más desinhibidos, por llamarlo de alguna manera. Al año siguiente ya empezaríamos la facultad, no sabía qué carrera seguir.

 

Gaspar me decía:

-Podrías hacer incluso algo mejor que tu padre, estudiar electrotécnica o electrónica. Tu padre se recibió de electricista, eso ya en tercer año básico lo logras. Pero puedes ir más lejos, puedes ser electrotécnico o directamente dedicarte a cosas más pequeñas como la electrónica.

 

La electrónica no era algo común, era algo medianamente nuevo. Estábamos en una época que sería la mitad de vuestro siglo XX con la ventaja de que en Mágar, el país, no había una religión imperante como en otros países, la famosa Orden del Rombo que era una inquisición incluso hasta en el siglo XX. Gaela era un mundo excelente en el sentido que a diferencia de Sol III no había distintas religiones fundamentalistas a nivel de terrorismo y esas cosas, pero la Orden del Rombo u Orden de Amarís estaba lindando prácticamente el fundamentalismo. Por suerte, en Mágar, era un país un poco más libre en ese sentido, más libertad de pensamiento.

El problema pasaba por mí, me faltaba convicción y algo de orientación para ver qué carrera seguiría.

 

Y cuando comencé la facultad conocí a Nándor. Nándor era un joven muy... muy buena persona, muy buena persona. De verdad que era muy buena persona. Una persona que quizá no tenía mucho carácter... Él me comentó que buscaba la aprobación de los demás...

Le digo:

-¡Oh!, ¡je, je, je!, parecemos hermanos gemelos.

 

Obviamente éramos absolutamente diferentes a nivel físico, pero en la forma de pensar muy parecidos. Él comentó que era de origen humilde, hijo de un sastre llamado Jensi y de una costurera llamada Zari.

Le digo:

-Yo quizá tenga un padre, Sandor, que vendría a ser un... no llega a ser un empresario pero es un contratista de electricidad, y tiene un plantel de hasta doce personas trabajando en los distintos estadios de fútbol, pero vivo normal, no visto ropa de marca, deportivas de marca, no, no, no, normal. -Y nos hicimos bastante amigos, digamos que en el poco tiempo que conocí a Nándor me... me llevaba mejor que con Gaspar y con Megyer. A ver, mejor en el sentido de que le podía comentar de alguna manera mis debilidades como él me comentaba las suyas.

Él me decía que se había enamorado de una joven llamada Eva, que la conocía desde los trece años, a los dieciocho empezaron a salir, se encandiló con otra joven y se alejó de Eva. Cuando la otra joven lo dejó, Eva lo rechazó y se sintió como en un abismo, como hundido en una ciénaga.

Le pregunté:

-¿Y cómo lograste salir adelante? -Y me dijo que había conocido a un profesor muy bueno, Zarándok, que abarcaba muchas materias, desarrollo social... Pero como que era un psicólogo del alma; le gustaba la educación democrática, todo lo que sea la parte civil, cómo manejarse en sociedad, el humanismo. Un profesor excelente, pero con el que podías conversar en privado, hasta tener una consulta. Y obviamente no te cobraba nada, por ser alumno.

Le dije:

-Si no te molesta me gustaría que me lo presentaras.

-¡Pero ahora te va a tocar el curso de él!

-Sí, sí, Nándor, lo he visto un par de veces, me parece una persona de un rostro agradable, frontal pero sutil, no se guarda las cosas; si tiene que decirte algo que está mal te lo dice pero de una manera agradable. Sé que hay profesores que te corrigen como diciendo "Yo soy la única verdad. Y sólo yo", pero entiendo que Zarándok se mueve de otra manera, en realidad es como que no te corrigiera, es como que te orientara a continuar en el sendero.

 

Y la semana siguiente nos quedamos hasta última hora y cuando todos se fueron del curso nos quedamos los dos.

Y Nándor dijo:

-Profesor, mi amigo Armani quisiera tener una conversación con... con usted.

El profesor lo miró a Nándor, hizo una media sonrisa y dijo:

-Tengo que hacer unos repasos de unos exámenes, así que si no te incomoda déjanos solos, me quedaré con el joven Armani conversando. -Me sorprendió que supiera mi nombre, evidentemente estaba atento de todo y de todos. Nándor se fue y me quedé con él en el curso. Me miraba y yo estaba en silencio.

-Coméntame -dijo el profesor.

-No... no sé por dónde empezar.

-Coméntame, como si estuvieras hablando con tu amigo Nándor.

-Bueno, mi padre es contratista de electricidad, otros amigos me dicen que yo podría ser mejor que él, podría ser electrotécnico o directamente dedicarme a la nueva electrónica.

-¡Ajá! ¿Y por qué Armani quiere ser mejor que él?

-¡Uf! En realidad las palabras que yo digo son repeticiones de las palabras de mis amigos, yo no quiero ser mejor que él.

-¿Y a qué aspiras?

-A ser mejor de lo que soy ahora, pero no por querer superar a mi padre. Incluso podría probar otra carrera, me gusta leyes también, me gustaría defender a... a la gente que es inocente, de evitarles una condena cuando no son culpables. Pero estoy como indeciso, me falta esa convicción de decir "Quiero esto, quiero aquello", es como que a veces se me ocurre algo y me bloqueo mentalmente, es como que... como que no puedo, como que tengo un objetivo...

-Continúa -dijo el profesor Zarándok.

-Claro; tengo un objetivo y de repente digo "No, no, no, mejor hago otra cosa". O de repente me interesa una persona y... y después es como que me desencanto. O no; o... o... o... o me interesa otra persona. Es como que no sé lo que quiero. No sé si me explico bien.

-Sí, Armani, te explicas bien. En realidad la falta de convicción tiene que ver con una lucha interna de tu propio ser. La orientación no tengo problema en dártela en tanto y en cuanto me digas qué es lo que deseas, pero yo no te puedo implantar una convicción; es tuya, es interna, te pertenece.

-¿Y mis bloqueos?

-Los bloqueos también son internos, tienes que ver con cosas que has pasado.

-Con cosas que he pasado... Pero tuve una muy buena infancia; hijo único, mi padre casi nunca está en casa, está siempre en el trabajo. Y... y bueno, mi madre, Margit, ella sí está en casa, pero a veces pone la radio y escucha radionovelas. O sea, esa es su vida, no me llena.

-Exactamente, Armani, ¿tú qué quieres?

-Ser más desenvuelto, ser menos indeciso... y no tener esos bloqueos.

-¿Alguna vez has tenido déjà vus?

-No entiendo la palabra.

-Claro, déjà vu se utiliza mucho en Amarís, el país donde está la Orden del Rombo, que significa algo ya visto.

-No interpreto...

-A ver, te lo explico. Haz de cuenta que tú, Armani, eres un cuerpo...

-No sigo entendiendo.

-Y tu pensamiento, tus actitudes, tus anhelos es ese alma que tienes dentro tuyo.

-¡Ajá!, lo escucho.

-Bien. Quizás ese alma -a ti te digo quizá, yo estoy convencido-, también vivió en otro cuerpo que no era Armani en una vida pasada. -Me quedé como absorto.

-Profesor, profesor Zarándok, usted es muy racional, le gusta el derecho civil, educación democrática, el humanismo, y sé que es un orientador espiritual, pero no me imaginé que creyera en esas cosas.

-¿Por qué?, ¿por qué, Armani?, ¿porqué no tienes constancia de ello? ¿Crees en Dios?

-Sí, por supuesto; claro que creo, no soy un fanático como en otros países que son inquisidores. Prácticamente la Orden de Amarís es una orden que detesto, que por suerte en Mágar prácticamente no tiene poder.

El profesor dijo:

-Está bien, tú crees en Dios.

-Sí.

-Bien. Qué pasa cuando tú no estés más en este plano, ¿dónde piensas que va tu alma? -Me encogí de hombros.

-Ilústreme.

-A un plano imperceptible para nosotros. ¿Acaso lo ves a Dios?

-No, pero siento que está conmigo.

-¡Ah! Perfecto, Armani, pero no lo ves.

-No.

-Bien, crees aún sin verlo. Bueno, lo mismo me pasa a mí con vidas pasadas.

-¿A dónde quiere llegar?

-Que tal vez en otras vidas tu alma, esta que te completa ahora, pasó por situaciones incómodas que te causaron cierto tipo de traumas. Cuando dejaste esa vida tu alma se quedó con esos traumas.

-¡Ajá!. Pero no entiendo.

-Claro, Armani. Al quedarse con esos traumas, por así llamarlos, inconscientemente los llevas tú, y eso te puede producir bloqueos.

-¿Pero a tal punto? Aparte, yo no me acuerdo de una vida pasada, ni de ninguna, de nada. Me acuerdo que era pequeño... hasta quizá me acuerdo... ¡qué tontería, no?, de que gateaba en mi cuna. Me acuerdo que era bebé y a veces me hacía encima y mi madre me tenía que limpiar, me acuerdo que tenía un pequeño juguete que me ponía en la boca hasta que después de los dos años, mi padre Sandor me obligó a sacarlo porque el juguete estaba por el piso y me provocó una infección en el labio... Pero no me acuerdo de más atrás.

-¿A veces tienes sueños?

-Sí, siempre sueño con un montón de cosas, y a veces sueño con lugares que nunca estuve.

-Ahí está, eso puede ser el recuerdo de una vida pasada.

-Pero profesor, ¿y por qué no puede ser mi imaginación?

-También.

-¡Ah!

-Pero también puede ser un recuerdo de una vida pasada tan inconsciente, tan oculto, tan interno, y a veces ese bloqueo mismo que tú tienes te impide que aceptes que puede haber otra vida que te implantó esos mismos bloqueos.

-Pero lo que dice es una paradoja, profesor. O sea, hubo una vida pasada donde yo pasé una situación delicada que me provocó un bloqueo, ¿si?

-Correcto, Armani.

-Bien, y ese mismo bloqueo me impide llegar a esa vida. Y entonces es como un círculo vicioso. ¿Qué hacemos?, ¿qué hago?

-Bueno, yo hago sofrosis,

-Conozco la hipnosis. ¿Qué es sofrosis?

-Es como una especie de hipnosis liviana donde puedo, de alguna manera, llevarte hasta otra vida.

-Pero yo tengo miedo a la hipnosis porque dicen que uno queda indefenso. Y aparte he visto en... en programas de radio que hay gente que le dicen "Mira qué rica manzana", y le hacen comer una fruta amarga.

-Armani, eso son trucos, eso es mentira, esa gente paga. La hipnosis no es así, eso es un truco publicitario para captar consultantes. Y aparte, la sofrosis no es hipnosis, es algo más liviana, donde tú en ningún momento pierdes la conciencia, simplemente te relajas, te dejas estar con una música suave y puedes, o no, llegar hasta otra vida. Eso lo podemos hacer.

-¿Quiere decir, profesor, que usted tiene la fórmula? Y si usted puede resolver bloqueos de la gente, ¿por qué sigue haciendo este trabajo?: profesor de educación democrática, profesor civil, profesor de humanismo... Sé que los profesores de la facultad no ganan mucho, ¿por qué mejor no se pone un consultorio?

-Tengo un consultorio, atiendo gente.

-¿Y le da el tiempo para todo?

-Sí, la facultad me insume cuatro horas nada más.

-Pero yo no tengo dinero para pagarle una consulta, recién estoy estudiando y si le digo a mi padre, Sandor, que voy a ver a alguien que me va hacer una sofrosis a una vida pasada, me va a decir que el profesor ese...

-¡Je, je, je! -Rió Zarándok. Y dijo-: Tu padre pensará como que estoy poco cuerdo, ¿no? -Me encogí de hombros porque no quería faltarle al respeto.

-Quizá -le dije.

-A ver. Tú le has pedido a tu amigo Nándor que te presente, te digo como es mi forma de trabajar. Con Nándor estoy trabajando y está mejorando en muchas cosas.

-¿Él tiene el mismo problema que yo?

-No, cada uno tiene su problema. Y aparte, no es mi tarea contarte lo que le pasa a otro, por más que sea amigo tuyo. Como lo que tú me cuentes queda en mí, tampoco se lo voy a contar a tu amigo. Tú le puedes contar lo que quieras, pero por mi parte, como profesional no. Queda entre nosotros todo lo que quieras decirme.

 

Nos dimos la mano y salí con esperanza. Porque todo me costaba; me esmeraba, tenía un buen puntaje, un buen promedio en todas las materias, incluso sabía otros idiomas, hablaba perfectamente el idioma de Amarís, el idioma de Saeta. El idioma de Saeta quizás era uno de los idiomas más ricos, con mucha gramática. El idioma de Beta que tenía como once vocales distintas.

Y hasta me llegué a pensar "¿Y por qué no perfeccionarme en lengua?". Y después me decía "No". Indeciso, me faltaba convicción. O quizá pensaba "Un profesor de lengua, ¿cuánto gana?". No es que sea una persona codiciosa, que quisiera ganar fortunas, ¿pero a quién no le gustaría tener un trabajo, aunque sea esforzándose, y que pudiera tener una buena remuneración? ¿Por qué no?

O el día de mañana ser como el profesor Zarándok, trabajar en la facultad como profesor y a su vez tener mi propio despacho.

 

Había muchas cosas en el camino, mucho por hacer, muchísimo por hacer. Pero tenía que dar lo más difícil de todo, lo más, lo más, lo más difícil de todo: dar el primer paso.