Índice

Psicoauditación - Sergio

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

Página anterior

Sesión del 29/05/2025 Gaela, Luís Alberto

Sesión del 02/06/2025 Gaela, Luís Alberto

 


Sesión del 29/05/2025

Médium: Jorge Raúl Olguín

Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Sergio

Había conocido a una maravillosa joven y esta noche de fin de año iba a participar su compromiso a todos sus conocidos. Estaba ilusionado. Mientras tanto le ponía al corriente de quienes había en el festejo.

Sesión en MP3 (4.875 KB)

 

Entidad: Había bastante júbilo, bastante expectativa y obviamente la mejor manera de festejar el año nuevo 1972 era, primero en la gran sala del club Náutico y después pasar a la parte de atrás donde había invitadas cuatro bandas musicales.

Pero eso no sería todo, habíamos acordado con María Juanita, y lo anunciamos a todas las amigas y amigos, que nos comprometíamos, oficializando la relación.

 

Muchos de los jóvenes que conocían mi historia previa, me decían:

-¡Ay, ay, ay! Por fin le pusieron el lazo al cuello a Luís Alberto Démez.

Y yo les respondía:

-No no no, ni yo le pongo lazo a ella ni ella me pone lazo a mí.

 

Cuando la conocí, que fingí ser quien no era, la pasé de maravilla hasta que ella se enojó conmigo, y sufrí mucho, mucho. Yo debo reconocer que busqué mil maneras de ver cómo me podía acercar a ella sin fingir ser quien era pero era imposible. Finalmente lo entendió y nos amamos de una manera... Además, dicen que el amor se ama también lo que tienes dentro, el alma, el espíritu, como le quieran llamar, pero yo soy Luís Alberto Démez, ¡je, je!, y yo también me fijo en la parte de afuera y puedo decir que María Juanita no está buena, está buenísima, es una diosa, es una mujer que cuando estoy con ella pienso si no es un sueño. A veces estamos durmiendo juntos me doy vuelta y la toco para ver si es verdad, para ver si no es un espejismo, para ver si no es algo que soñé o si es un ser de un universo alterno que de repente apareció en mi vida, pero no, pero no.

 

Las veces que hemos conversado a solas le conté mi vida, le conté que me gusta trabajar con animales. Le digo:

-Pero no me has contado de vos, ¿cómo es tu vida, cómo fue tu vida?

Me respondió:

-Querido Luís, yo nací en la gran potencia del norte, en Beta.

-Pero entonces, ¿cómo te llamabas?

-Igual que aquí, Mary Jane, Mary Jane Austin. Y bueno, al venir a Plena me cambié a María Juanita.

-Me encanta Mary Jane, suena como una actriz de película, Mary Jane Austin. ¿Y qué pasó?

-Y pasó que a los ocho años estaba en la mejor escuela primaria de la capital de Beta pero veía a la salida que muchas madres, madres de mis compañeras, me miraban como con rostro de pena... Yo digo, ¿qué pasa?

Y le pregunté a mamá:

            -¿Qué pasa ma que me miran así?

            -Lo que pasa que lo sabe todo el mundo.

            -¿Y cómo yo no?

            -Mi amor, Mary, tienes ocho años.

            -Bueno, si tengo ocho años para saber que me están mirando con cara triste o de pena tengo ocho años también para saber qué está pasando.

            -Papá y yo nos separamos.

            -¡Si papá está viviendo en casa!

            -Cómo te puedo explicar a los ocho años... no estamos teniendo vida en común.

            -Si comemos todos juntos...

            -Las parejas se besan, nosotros no nos besamos.

            -¿Se odian, mamá?

            -No, no nos odiamos, pero no nos queremos en este momento.

            -¿Papá se portó mal?

            -No conmigo.

            -¿Y entonces?

            -Entonces, Mary, te cuento que pasó. Él trabajaba en una entidad bancaria, incluso involucró a amigos personales que venían a todos los cumpleaños, que venían a comer barbacoa, los involucró a todos en una enorme estafa. Hubo en el banco un enorme desfalco de millones, ¿y qué hizo tu padre con esa plata?, la sacó del país, de a poco la fue sacando del país.

            -Mamá, ¿pero entonces tendría que estar preso?

            -Bueno, contrató a uno de los mejores abogados, en este momento hay un juicio muy muy bravo y bueno, pagó una fianza para poder estar en libertad condicional, pero en este momento está acusado y no tengo ninguna duda de que va a ser declarado culpable. Y ahí sí, como es un delito económico no se trata de crímenes, de asesinatos de nada, va a ir a una prisión de máxima seguridad, me refiero que no lo van a golpear ni nada por el estilo, pero va a estar años detenido, mejor dicho preso. -Me caían las lágrimas.

            -¿Y no lo podré ver más?

            -Mira, la idea principal mía, porque no soy egoísta, mi amor, era visitarlo todas las semanas contigo, pero están poniendo problemas en tu colegio... "la hija del estafador"... y a mí "la esposa del estafador"... Nuestros amigos que venían a casa a comer no nos dirigen la palabra, tú te darás cuenta, tus compañeras no te hablan.

            -Es verdad, yo pensé que había hecho algo.

            -No, no es por ti, es por tu padre. Yo trabajé muchos años incluso antes de conocer a tu papá, tengo dinero ahorrado que no tiene nada que ver con lo que él robó y eso se lo aclaré con un abogado independiente al que tiene papá, a todos mis amigos... , de todas maneras ellos mezclan.

            -No entiendo, ¿cómo mezclan?

            -Claro, como yo soy la esposa del estafador yo también soy estafadora; entonces a mí tampoco me habla nadie. Me da... me da vergüenza decirlo, pero cuando te voy a buscar estaciono el coche y no quiero ni bajar.

            -¡Ah! Con razón me decías que vaya directamente al coche.

            -Sí, Mary, sí.

            -¿Y cuál es la idea, qué vamos a hacer?

            -Bueno, papá ganaba bien, ganaba dinero honradamente, más que yo incluso, en el banco. Había llegado a un alto cargo y eso es lo que no le perdonan porque cuanto más alto cargo tienes más responsable tienes que ser. Entonces, bueno, yo también saqué plata del país, pero mi plata honrada, la que ahorré con papá y la que ahorré sola, y era tanta que tenemos para vivir años. Pero lamentablemente nos tenemos que mudar, el banco también nos inició juicio en forma independiente y la casa la van a rematar.

            -O sea, ¿qué vamos a quedar en la calle?

            -No, Mary, no, no, nos vamos a mudar a Plena.

            -¿Dónde es Plena?

            -Bueno, tú conoces el mapa de Gaela.

            -Sí, por supuesto.

            -Bueno, en el sur, el país más más al sur, ese es Plena.

            -¡Ah! ¿La que tiene ese río tan ancho?

            -Esa . Y se llama Ciudad del Plata, la capital.

            -¿Es grande la capital?

            -Es casi tan grande como la capital de Beta.

            -¿Con tantos edificios altísimos?

            -No, pero tiene, sí, edificios altos. Yo creo que después de nuestra capital, la capital de Plena es la segunda del nuevo continente.

            -¿Y cuándo nos iremos?

            -Queda un mes para que termine el año electivo y... y bueno.

            -¿Cómo es allá?

            -Bueno, cuando aquí es verano allí es invierno, cuando aquí es otoño allí es primavera. Y las clases empiezan distinto, en el tercer mes del año allá empiezan, a diferencia de aquí en Beta, que empiezan en el mes nueve.

            -O sea, que para fin de año no hace el frío que hace aquí.

            -No, al revés, en Plena para fin de año hace un calor enorme que tienes que tomar litros y litros de agua. El resto es lo mismo. Además, tú conoces perfectamente el idioma, conoces tres idiomas y eso es gracias a mami, que te hice estudiar. Pero claro, tienes ocho años, te tienes que perfeccionar, quizás una persona que sea de Plena va a notar que tienes un acento un poco extraño. Pero hablas perfectamente el idioma de Plena.

 

Mary Jane, la ex-María Juanita, me miró y me dice:

-Bueno, y eso es todo.

-¿Y tu mamá?

-Tuvo cáncer y gastamos plata en los mejores médicos, pero no hubo caso.

-¿Y de tu papá supiste algo?

-No, no, no.

-¿No te da pena?

-Honestamente, no, Luís, honestamente, no. Él sabía que dejaba en la estacada, en la calle a una mujer que lo ama con una hija de ocho años. Él sabía, él sabía, pero no le importó y a pesar de que tenía ocho años lo que más me dolió cuando subíamos al avión es que nadie, nadie de nuestros amigos nos fue a saludar al aeropuerto, nadie.

-Bueno, como dice Jorge Clayton, Mary, es un problema de ellos no tuyo. Tu mamá era la inocente, y tú, ¿de qué te van a acusar a los ocho años? Si me dejas opinar yo digo que esos amigos eran unos imbéciles. ¿Qué tienen que enojarse porque fueron estafados? Sí.

-Lo que pasa -me dijo Mary-, que todos, ¿eh?, todos, todos estaban seguros de que mamá sabía, y yo te puedo asegurar, mi amor, que cuando mamá se enteró estuvo horas llorando. Yo fui testigo. Pero claro, los amigos la condenaron. Es más, tuvo que poner un abogado para demostrar que ella no era cómplice de nada. Es más, lo único bueno que hizo papá cuando juró en el juzgado es explicar que su esposa no tuvo nada que ver y estaba al margen de todo esto. Obviamente, a mamá le revisaron todas las cuentas pero vieron que estaba limpia. Bueno. Y aquí empezamos una vida nueva, el hecho de yo saber tres idiomas... acá enseñaban el idioma de Beta y bueno, ¡je, je! me sacaba diez cada trimestre porque obviamente era mi idioma de nacimiento. Pero mi vida me recompensó, te conocí a ti. ¡Je, je, je! Ahora me rio, Luís, el teatro que has hecho para lograr estar conmigo, te juro que me enojé muchísimo, quería ahorcarte, pero eres o mejor dicho como dicen aquí, sos una excelente persona, sos una excelente persona. Supongo que para ti yo también soy una excelente persona ¿no?

La miré y le dije:

-La verdad, lo que menos me fijo es si sos una excelente persona, te puedo decir que sos una mina, que te juro que hasta en invierno me derrito.

-No, entiendo, todavía... mira que hace tanto que vivo aquí en Plena, pero ese coloquial, mina le llamamos a las minas del lápiz.

-No, acá se le dice mina a una chica.

-¡Ah!, pero eso es un idioma muy callejero.

-Sí, y bueno, yo soy un vago.

-No eres vago, sigues estudiando perfeccionándote en veterinaria.

-¡Je, je! Mi amor, Mary, vago no le llamamos aquí en Plena al que no trabaja sino al que vive divirtiéndose y que va de baile en baile, de boliche en boliche.

-Bueno, espero que ahora te portes bien.

-Mi amor, ¿cómo te puedo explicar?, yo te veo vestida así con esa ropa que tienes, con ese peinado, con ese maquillaje, con esos ojos... honestamente, para mí las demás mujeres son invisibles.

-O sea, te gusto por mi rostro y por mi cuerpo.

-Mi amor, también me gusta tu ser, ¿pero que quieras, que te mienta? ¡Je, je!, me gustas horrores.

-¿Me gustas horrores significa que es algo bueno?

-Sí sí sí, todavía no te acostumbras al coloquial de Plena, ¡ja, ja, ja!, me gustas horrores no significa que eres un espanto, significa lo opuesto, que eres una diosa hecha mujer.

-Bueno, tú también eres atractivo.

-Sí, pero soy más común.

-No, no eres común para mí, eres el joven que amo, el joven con el que me comprometo y justo cuando se festeje el cruce de año, en noche vieja, nos vamos a dar los anillos de plata como compromiso y vamos a reservar los de oro para cuando nos casemos. Después nos juntamos con el resto de la gente, con Pocho, con Andy, con Ferenc...

 

Justo llegaban del viejo continente Jorge Clayton y Kirán.

Le dije a Mary Jane:

-Mira, Kirán con esa chica.

-¿La conoces?

-No no no, entiendo que vino de Lizia, de la capital de Liziana. Y la lleva del hombro.

-¿Y qué es lo que te asombra?

-Me asombra Kirán.

-¿En qué sentido?

-Bueno, a Kirán hace poco una joven lo despreció, le dijo que era poco hombre para ella. Y con todo respeto por ti, el que pueda ver a otra chica que es linda no significa que te desmerezca a ti. Por favor, entiéndemelo.

-Luís, te lo entiendo perfectamente, yo nunca te voy a poner un bozal en la boca pera que no te expreses. Entiendo lo que me quieres decir, es como si me dijeras «la pared está pintada de verde pero tengo miedo de que Mary Jane se ofenda, entonces no le digo nada». Bueno, lo mismo con esa chica, Celeste, que aparentemente es la novia de Kirán, si tú dices que es linda a mí también me parece linda. ¿Pero a qué te refieres a que te asombra Kirán?

-Claro, pensé que iba a tener una entrada triunfal mostrando a su novia a todos, pero evidentemente está con una leve sonrisa, conversando con ella, incluso se acercó a nuestra mesa...

 

-¿Cómo andan chicos? Les presento a mi novia, Celeste. -Le di la mano.

Mary Jane se paró y le dio un beso en la mejilla:

-Mucho gusto. ¿Te quedarás aquí?

-Sí, me quedaré aquí, conseguí trabajo.

-¿Qué haces?

Celeste Turner me dijo:

-Soy abogada pero soy especializada en derecho penal. Y hay una empresa que me ha contratado, que pagan bastante bastante bien al punto tal que estoy ganando más de lo que ganaría en Lizia. ¿Y de Kirán qué puedo decir?, hizo una entrevista al primer ministro de Lizia y todos lo aplaudieron, o sea, que el diario El Pregón en el que está trabajando lo tiene que tener como si fuera el mejor reportero de Plena.

-Bueno, nos alegra mucho a ambos.

-Permiso -dijo Kirán, y siguió recorriendo la mesa presentándoles a todos a Celeste.

 

El tema es que seguramente debe haber hablado con Clayton porque no se mostraba ni altivo, ni creído sino que se mostraba humilde, incluso su exnovia, a ella no la saludó pero yo vi que la exnovia se mordía los labios cuando lo vio a Kirán con Celeste.

 

Después vino Clayton a saludarnos.

-¡Chicos!, qué bueno, me enteré de que también se comprometen, ¡buenísimo!

 

Se abrazó con Mary Jane como si fuera una prima. Jamás jamás iba a tener celos de Clayton, Clayton no era un amigo, Clayton era un hermano del alma, Clayton era Clayton, ¿qué puedo decir?

Y de repente Clayton frunció el ceño y miró hacia la entrada, nos sorprendió que Clayton estuviera confuso y miramos para la entrada. Entró una joven muy muy hermosa, muy muy hermosa, aclaro por las dudas de que para mí la única era Mary Jane Austin, la ex-María Juanita, pero debo reconocer que era una chica delgada, de cabello castaño muy muy claro, muy firme, muy segura y hablaba en voz firme. ¿Quién se acercó a hablar con ella? Y aclaro que atrás estaban dos señores, un señor y una señora medianamente mayores que serían los padres y sin embargo este caradura de Jean Lebreté, el supuestamente ganador, se acercó y le dijo:

-Vaya, qué perla, una perla que brillaría en mi corazón.

La chica lo miró, sonrió pero con una sonrisa irónica y le dijo:

-Seguí participando. -Y siguió caminando y lo dejó.

Mary me preguntó:

-No entiendo qué significa esa palabra.

-Claro. En el coloquial de Plena es cuando tú de repente compras un billete de un bingo y el número no te sale, entonces sigues participando para ver si la semana que viene ganas algo.

-¡Ah! Ahora entiendo, Luís, como diciendo "sigue participando que nunca vas a tener el premio", que sería ella.

-Exacto. Pero lo que más me extraña es que nunca le habían cortado el rostro de esa manera a Jean Lebreté, nunca.

-Pero yo le veo bien la cara, no tiene ningún corte.

-¡Ja, ja, ja! ¿Cuánto hace que vives aquí, desde los ochos años y todavía no has aprendido el coloquial? Cortar el rostro significa que la otra persona es invisible, como que te quiere decir una galantería fuera de lugar y tú lo ignoras. Entonces es como que le cortaste el rostro.

-¡Ah!, ahora entiendo. Ahora entendí cortar el rostro significa pasar de largo y no darle importancia a la persona.

-Una cosa así, una cosa así.

 

Bueno, lo que no sabíamos que, por los padres que también eran de dinero, ellos eran socios de mucho tiempo atrás del Náutico incluso de antes de que lo comprara Jorge Clayton el club, y esta chica era la hija; se acercó a nuestra mesa, nos saludó a todos pero con una seguridad      como si nos conociera de siempre, se fue presentando a uno por uno con las chicas, con los varones, muy muy segura, se llamaba Milena Andrade.

Le preguntamos:

-¿Qué haces, trabajas?

-Sí, me recibí de doctora.

-Vaya, tan joven.

-Estudié mucho, ¿eh?, te digo que he estudiado mucho. En la facultad hacía año por año no me llevaba nunca una materia y ahora estoy haciendo un postgrado de neurología, que ya tengo un año en neurología.

-Vaya, o sea que vas a ser doctora neuróloga.

-Sí, y me encanta muchísimo. En este momento estoy trabajando en un hospital, no gano mucho, gano poco, y no quiero que me ayuden mis padres, mis padres son de fortuna, pero no quiero que me ayuden, quiero ver cómo es la vida del que recién empieza. Gano poco pero me quemo las cejas estudiando y a veces no me fijo la hora. Mis compañeras me dicen:

            -Milena, son las nueve de la noche y todavía estás aquí.

            -Me falta todavía un enfermo, es un paciente de otra colega pero hoy faltó, así que me ocupé yo.

Y llego temprano, desayuno en el mismo hospital.

-Pero con lo que estudias y con lo que sabes tendrías que estar en un muy buen sanatorio ganando mucho más.

-Sí, pero no tengo apuro, no tengo apuro. Permiso, los dejo porque mis padres están hablando con un muchacho.

-¡Ah!, es el dueño del lugar, Jorge Clayton.

-¡Ah!, había hablado... mucha gente me había hablado de él, ahora lo voy a conocer personalmente.

 

Bueno, lo que sigue a continuación lo vimos de lejos porque no teníamos oídos, con todo el ruido, el festejo, de escuchar, pero Clayton hablaba con los padres de esta chica, Milena Andrade, la doctora.

Cuando llegó se acercó, ella le tendió la mano, él le dio la mano, pero a su vez le dio un beso en la mejilla, pero obviamente de una manera muy muy respetuosa, no sonriendo como burlándose, como hace Jean Lebreté, sino con una sonrisa empática. Y evidentemente a la doctora Milena le cayó bien porque ella también sonrió. Y aclaro que era muy muy muy seria, muy seria, una de las chicas más serias que he conocido en mi vida.

 

En ese momento me tocan el hombro, era Mary Jane:

-Cuidado, ¿eh?, no sea cosa que ahora te guste la doctora.

-¡Ja, ja! No mi amor, no no no no no no, no te cambio por nada en el mundo, te quiero más que a mi propia vida. No, no te cambio. Yo sé que tú tomas poquito alcohol y yo no, yo tomo bastante, pero bueno hoy tenemos canilla libre. ¿Sabes que significa canilla libre?

-Sí, eso sé lo que es, que te puedes servir toda la bebida en forma gratuita.

-Bien. ¿Ves?, algo sabes de lo coloquial. Bueno, vamos a servirnos un par de champagne y sigamos conversando y a media noche festejamos el 1972. Nuestro año va a ser.

-No, mi amor, todos los que siguen van a ser nuestros años.

La miré a los ojos a Mary Jane:

-¿En serio sos de verdad?

-¿Quieres que te lo demuestre?

-¡Por favor! -Me tomó del cuello, se acercó a mí y me dio un beso que duró como cincuenta segundos.

-¡Epa!, ¡epa! -gritaban todos en la mesa-, ¿qué está pasando ahí?, ¿qué está pasando ahí con Luís y María Juanita?

-Les aclaro que mi novia es de Beta y su nombre correcto es Mary Jane.

-¡Ah, tiene nombre de actriz!

-Sí, señores y señoras, tiene nombre de actriz, o sea, que si todo va bien, cuando tenga que ser, esta bella chica con nombre de actriz va a ser mi esposa, y hoy nos vamos a comprometer justo a media noche. ¿Qué más?

 


Sesión del 02/06/2025

Médium: Jorge Raúl Olguín

Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Sergio

La entidad recuerda cómo su amigo, Jorge Clayton, llegó al fin a encontrar a alguien por quien interesarse. Fue muy repentino. Lo contaba él mismo.

Sesión en MP3 (5.331 KB)

 

Entidad: Estábamos en una mesa aparte en el club Náutico conversando con Mary Jane y Jorge Clayton.

Este último nos decía:

-Ya estamos a seis de Enero de 1972, ¿cómo llevan el compromiso?

Mi novia le respondió:

-Me siento más segura.

Fruncí el ceño:

-No te entiendo, mil veces te dije te amo, una ceremonia de compromiso es una ceremonia como un cumpleaños.

-Sí, sí Luís, el hecho de ver, de comprobar que das un paso para que el día de mañana nos casemos me hace sentir más segura que nunca.

Le dije:

-No es que por comprometernos te ame más, si te amo más es porque en mi corazón sigue creciendo la luz que viene de tu corazón pero no por la ceremonia en sí. ¿Qué opinas? -le pregunté a Clayton.

-Opino que has aprendido bastante, eras un pillo.

-Lo sabía -dijo Mary Jane en broma. Me abrazó y me dio un beso en la boca.

Le dije:

-Jorge nos está mirando.

-No, con él no hay problema. -Y nos reímos los tres.

 

En ese momento entró por la puerta, firme con el ceño fruncido, con una seguridad como nunca había visto a la doctora Milena Andrade. No me acostumbraba a decirle doctora, para mí era una niña todavía.

Se acercó a nuestra mesa.

-Hola, ¿cómo están todos?, si no es inconveniente quisiera hablar dos minutos con Jorge.

Clayton dijo:

-Sí, por supuesto.

Mary Jane dijo:

-Si me permiten voy a ir a conversar con las chicas en la mesa grande.

 

Tomó asiento Milena Andrade, me sonrió y lo miró seria a Jorge Clayton.

-Quiero pedirte un favor, sé que puedes hacerlo. No tomes esto como una queja, tómalo como una realidad, aparte debes saber cómo están los hospitales, hay días que estoy trabajando hasta once horas y como soy residente gano lo mínimo.

-¿Necesitas alguna ayuda económica?

-No no no, pido disculpas porque el error fue mío por no ir directo al grano. Hablemos en la jerga de Plena directamente. Yo sé que vos vas a muchos países, aquí mismo en Ciudad del Plata has inaugurado pabellones en sanatorios y en algunos hospitales importantes. Donde yo trabajo es cruzando el puente del sur de la capital, a diez calles del riachuelo hay un hospital muy muy conocido que lamentablemente es el único de la zona sur llegando a capital. Lo de que trabajo once horas y gano poco no lo estoy diciendo por mí, al fin y al cabo yo tengo un plus económico mayor por ser una de las pocas que tiene el postgrado en neurología, pero prácticamente no hay salas de esperas, hay tres o cuatro pabellones con asientos de madera todos despintados, luces que no funcionan porque cae humedad del primer piso, a veces se corta la luz no por problemas de energía sino por corte circuitos, no tenemos llaves térmicas, falta pintura hay doce personas que se ocupan de manutención y limpieza pero no alcanza, no alcanza. No estoy pidiendo por mí, estoy pidiendo por los enfermos. Hay camas que no tienen manivelas para levantar la cabecera o para levantar los pies y no tenemos almohadas de repuesto para personas que tienen que estar más bien semisentadas, o sea, prácticamente hay que remodelarlo de nuevo. No es por mí, insisto. El día de mañana ya me habló un director del hospital central de clínicas en capital y justamente faltan neurólogas, pero voy a estar un tiempo más aquí y antes de irme quisiera verlo remodelado a nuevo. ¿Vos podrías hacer algo? -Yo estaba con el ceño fruncido esperando la respuesta de Jorge, que le dijo:

-Pero por supuesto, por supuesto. Mira, hoy tenía justamente una cena de negocios con unos amigos pero voy a hablar con el organizador por teléfono y si te parece tipo ocho de la noche, ocho y media de la noche, me voy para allá.

-¿Conoces como llegar?

-Milena, claro que sí.

-Bien. Te lo agradezco infinitamente. -Se dieron la mano y Milena puso su mano izquierda sobre el dorso de la mano derecha de Clayton-: Seré una eterna agradecida. Con permiso... -Y se marchó.

 

Lo miré a Jorge.

-Me duele, hipotéticamente, el corazón viendo, o escuchando mejor dicho, ese tipo de carencias y la felicito a la doctora Andrade por ocuparse, no es por el personal médico solamente, es por los pacientes.

-Luís Alberto -me dijo Clayton-, no tengo ninguna duda, ayudaré en todo y no voy a decir en lo que pueda porque puedo.

-Y qué va a pasar con esa cena, porque iban a cerrar un negocio importante.

-Luís -respondió Clayton-, es mucho más importante esto.

 

Lo que relato a continuación es del encuentro que tuve el día siguiente con Jorge Clayton, en la merienda.

-Llegué un poco atrasado, llegué a las veinte y cuarenta, el hospital tenía una entrada lúgubre con una pequeña luz amarilla que apenas iluminaba la entrada, el pabellón principal prácticamente con dos luces. Había un hombre en la entrada.

-Señor...

-Un gusto -le digo-. Soy Jorge Clayton, me había citado la doctora Milena Andrade porque hay que hacer una reparación en todo el hospital.

-La doctora no está, tuvo que marcharse.

-¿Su nombre es, señor?

-Don Ramón, estoy a cargo aquí de la recepción a esta hora prácticamente no viene nadie.

-¿Y la guardia? -Don Ramón se encogió de hombros.

-La guardia está a la vuelta y también hay una sola persona para recepción, pero las ambulancias prefieren ir a capital directamente en Ciudad del Plata porque prácticamente no hay doctores nocturnos. -Fruncí el ceño.

-¿Puedo recorrer el hospital?

-Lo siento -me dijo don Ramón-, lo que pasa que no hay otro personal ni siquiera de maestranza a esta hora y están casi todas las luces apagadas, no va a ver nada., ¿Cómo es que vino a esta hora, señor?

-Lo que pasa, don Ramón, es que justamente a esta hora me citó la doctora.

El hombre se encogió de hombros:

-No tiene sentido que recorra el lugar, va a ver poco y nada, me parece muy raro que no lo haya citado por la mañana.

-Le agradezco mucho, señor. -Y me marché.

 

Miré la hora y entré a un bar, hablé por un teléfono público con mi amigo el empresario, y me dijo:

-No, no, como vos no venías la reunión se aplazó.

 

¡Ah!, qué noche perdida, a esta hora no iré al Náutico, me fui para mi apartamento me preparé algo liviano para comer y me acosté temprano.

Al día siguiente me levanté muy disgustado, prácticamente no desayuné, me bañé, me rasuré, me cambié de traje, subí a mi coche deportivo y me fui para el hospital del sur.

Serían ocho y treinta de la mañana, había mucha gente pero la mayoría pacientes, esperando en los pabellones. Por la mañana había otra persona en recepción, una señora mayor, le pregunté dónde era neurología. Me dirigió, el hospital era como un laberinto.

Me dijo:

-El tercer pasillo doble a la derecha y va a ver un cartel de neurología, ahí va a encontrar a la doctora.

-Muchísimas gracias.

 

Golpeé el consultorio, golpeé a la puerta y entré. No había ningún paciente, estaba Milena. Cerré detrás mío.

-Hola, Clayton, te quería comentar...

Hice un gesto con la mano, se calló y hablé:

-¿Estás jugando conmigo?

-No entiendo...

-Ayer vine tipo nueve menos veinte de la noche, me atendió un señor, Ramón, no había nadie, me dijo que vos no estabas.

-No, tuve una urgencia.

-¿No había alguna manera de que me llamaras por teléfono?

-No sabía dónde ubicarte, si en tu casa, si en tu oficina, si en la oficina del Náutico, en el bar del Náutico...

-Y si no sabías que ibas a estar, ¿por qué me citas, por qué me haces perder tiempo?, tenía una reunión con empresarios. Yo no digo que esto no sea importante, pero tengo muchas actividades.

-Primero, no me levantes la voz -me dijo Milena-. En el único teléfono que funciona en este hospital llamó la mamá de una niña que aparentemente tiene un tumor en el cerebro y aparentemente es irreversible. No fui por una tontería. Y te pido disculpas.

-Está bien. Pero ahora tengo que hacer, ni siquiera desayuné. -Me dirigí a la puerta del consultorio para irme, corrió y se puso de espaldas contra la puerta.

-No, no te vas a ir todavía.

-Quiero que te corras y me dejes pasar -le ordené.

-A mí no me ordena nadie. Quiero que me pidas disculpas porque has venido gritando, ¿quién te piensas que eres?

-No importa quién soy, yo no sabía lo que había pasado, te pedí disculpas.

-No; yo te pedí disculpas porque no tenía donde encontrarte, vos no me pediste disculpas por haber entrado con ese gesto y esa voz de superioridad. ¿Quién te crees que sos?

-Bueno, no importa. Córrete, déjame pasar, sal de la puerta.

-No, no voy a salir. -Apoyé las manos contra la puerta y mi rostro a diez centímetros del de ella:

-Te estoy diciendo que te corras.

-No me voy a correr hasta que me pidas disculpas.

-Te empacas como una mula. -Me cogió del mentón.

-A mí no me digas mula, en todo caso el mulo eres tú.

-No me gusta que una mujer se empaque como tú te empacas.

-¡Mira quién habla, el gran Jorge Clayton! ¿Quién te crees que sos?

-¿Cuántas veces me lo vas a preguntar? Córrete de la puerta.

-No pienso.

-¿No? -La cogí de las mejillas, acerqué su boca a la mía y le di un beso intenso, enorme.

 

No se resistió para nada, al contrario, me abrazó y me apretó contra ella. Un beso que duró casi dos minutos, un beso apasionado pero muy muy apasionado. Hasta que de a poco nos fuimos soltando.

La miré:

-¿Esto querías? -Puso una sonrisa de sarcasmo mirándome.

-¿Esto querías vos? ¿Querías besarme? ¿Te sacaste el gusto?

-Claro, vos no participaste para nada, no vi resistencia de tu parte.

-Y qué me iba a resistir si vos sos más fuerte.

-No me tomes por tonto. Te gustó y mucho.

-¿Y a vos no?

-A mí sí -le respondí-, a mí me gustas, me gustas mucho.

-Vos a mí no, yo creo que tienes mucho ego.

-¡Je, je! -sonreí-, ¿a mí me hablas del ego?, ¿sabes con cuánta gente hablo justamente sobre ese tema?

-¿Quién sos, el sabelotodo?

-No, si supieras las veces que me equivoqué.

-Me besaste.

-No, nos besamos -le dije.

Ella me miró a los ojos y me dijo:

-No me pediste disculpas.

-¡Ah! Estimada doctora Milena Andrade, te pido disculpas por haber sido tan arrebatado, por haber entrado gritando sin haber averiguado primero qué te pasó. ¿Está bien?

-¿Me estás pidiendo disculpas en serio, Jorge, o estás siendo irónico?

-¿Me estoy riendo?

-No hace falta reírse para ser irónico.

-Bueno, perdón.

-Está bien. Vamos, que te muestro el edificio.

-No.

-¿Vas a dejar el hospital abandonado por vengarte contra mí?

-No seas tonta.

-¿Encima me dices tonta?

-No. Aquí a la vuelta hay una cafetería, vamos a tomar algo. ¿O desayunaste?

-No.

-Bueno, yo tampoco. Conversamos y después te prometo recorrer todo el lugar, traje una camarita de fotos y voy hacer un trámite, conozco al intendente de este partido, así que yo creo que en menos de una semana consigo el permiso y contrato una muy buena empresa y yo te aseguro que en menos de tres meses va a estar todo en condiciones, las camas no se van a remodelar se va a cambiar todo, camas con sistema eléctrico... Bueno, no te voy a dar detalles ahora.

 

Terminamos de desayunar, fuimos al hospital, saqué todas todas las fotos que tenía que sacar.

-Venid.

-¿Qué pasa?

-Venid -me pidió. Entramos de vuelta a su despacho, cerró la puerta, me empujó de espaldas contra la puerta-. Sé que no sos presumido, sé que no tienes ego, estaba molesta conmigo misma por mi reacción, sé que sos un joven decente que haces demasiado por los demás.

-No -le respondí-, nunca es demasiado, nunca es demasiado. -Agarró y me besó intensamente, por supuesto que le correspondí el beso muy apasionadamente. Cuando terminó el beso suspiró, yo también suspiré y le dije-: ¿Esto qué significaría?

-Explícate.

-Milena, sé que sos inteligente y sos rápida y que sos lista, ¿cómo seguimos?

-Decídmelo vos.

-Me gustaría salir con vos.

-¿En plan de qué?

-Yo no juego con las chicas, o salgo o no salgo.

-Explícate mejor -me pidió.

-Si salgo salgo como novio.

-Prácticamente nos conocimos cuánto hace, una semana poco más, ¿y quieres que sea tu novia?

-Sí. ¿Cuál sería tu respuesta? ¿Por ahora no, dame tiempo para pensar o directamente no me interesas?

-Sos muy inteligente, Jorge, si ahora te besé yo es porque verdaderamente me gustas mucho y algo que me moviliza por dentro.

La miré y le dije:

-Yo sé que se ama con el corazón, pero vos no tenéis idea, por lo menos a mis ojos, lo hermosa que sos, tu rostro, tu cuerpo, te juro que si pudiera... -Puso su mano sobre mi boca.

-No digas más nada, sé lo que estás pensando.

-Y si sabes lo que estoy pensando, ¿qué respondes a ese pensamiento?

-Todo a su tiempo. -Yo iba a hablar y me interrumpió-: No confundas, Jorge, 'todo a su tiempo' con 'dame tiempo'.

-Lo pensé y estoy de acuerdo con vos. -Simplemente el resto va a suceder cuando tenga que suceder. -Sonreí.

-Milena, si es por mí salimos a cenar esta misma noche y luego podemos ir a mi apartamento.

-Vaya, eres un fórmula uno.

-¿Perdón?

-Eres rápido como un coche fórmula uno, vas a trescientos kilómetros por hora.

-¿Está mal que te desee?

-No.

-¿Está mal que empiece a surgir un sentimiento en mí?

-No.

-¿Está mal que quiera recorrer todo tu ser con mi boca?

-No.

-Entonces no hables de fórmula uno.

-Acepto la cena, pero conozco tu historia. -Fruncí el ceño-. Sé que estabas enamorado de una joven, esto se lo contó Luís Alberto a Mary Jane y ella me lo contó, que justo el día que murió tu padre, y lo siento, era el cumpleaños de quien en ese momento era tu novia y no pudiste ir, a mí no me gusta hablar mal de otras personas, Jorge, pero si yo hubiera estado en lugar de esa chica, obviamente te hubiera escuchado aunque sea por curiosidad, porque tranquilamente uno pudo haber tenido un accidente o alguna urgencia, como me pasó a mí de esta chica con un tumor en el cerebro que de vuelta te digo lamento mucho el haberte fallado.

-Ya pasó.

-Yo no te hubiera cerrado la puerta, y después con esta otra chica del centro del continente que prácticamente dos veces rompieron.

-Sabes todo de mí -le dije.

-Averiguo de quien me interesa.

-¡Ah! O sea, que te interesaba. No seamos cínicos, seamos estoicos.

-Sí, por supuesto que me interesabas. Pero ahora que te conozco bien, ahora que he saboreado tus labios y he sentido palpitar tu corazón contra mi pecho hay algo nuevo en mí. Pero volviendo a esta segunda chica con que saliste, ella primero se sentía sola porque tú viajabas permanentemente a distintos países y ella volvió a su patria. Volvió y dijo "Bueno, vamos a afianzar la relación y te voy a acompañar a todos lados". ¿Fue así?

-Sí, fue así -le respondí.

-Y se sintió marginada porque mientras tú ibas a conferencias, conversabas con distintas personas ella se sentía que quedaba al margen.

-Pero fue un problema de ella, no mío -expliqué-, porque tranquilamente podía participar.

-Mira, Jorge -me dijo Milena-, yo tengo muchísimo conocimiento de lo que hago, me considero una excelente profesional médica, pero no me gusta mucho la política y sé que en muchas cosas que haces tienes que hablar con políticos porque cada país tiene su reglamentación y por más que tú hagas donaciones, todo pasa por la política. Y, honestamente, eso a mí me da asco.

-Decime -le comenté-, ¿a dónde quieres llegar?

-Si verdaderamente vamos a salir, si de verdad vamos a ser novios, acá no se trata de egoísmo pero así como vos le enseñas a mucha gente, porque eso también lo averigüé, es hora de que aprendas vos también.

-¿A qué? -le pregunté.

-A delegar, a no viajar tanto, a no agotarte tanto.

-¿Y en quién voy a delegar?

-¿Pero será posible?, tienes una enorme empresa, no te hablo de tus amigos del club Náutico, entiendo que tienes secretarias ejecutivas...

-Tengo tres secretarios ejecutivos de primer nivel, expertos en informática, expertos en arquitectura, además trabajo con otros empresarios.

-Bien. ¿Por qué no delegas los viajes en ellos y vives una vida un poquito más normal?

-¿Quién habla? Me decís que trabajas once horas.

-Bueno, es mi trabajo. Vos quizá no trabajes tantas horas porque delegas por lo menos en la empresa, pero también tienes que delegar en los viajes. Yo no quiero pasar por lo mismo, de que estés quince días ausente, a mí no me sirve eso.

-¿Es un ultimátum?

-No seas tonto, estamos hablando en serio, es un pedido. ¿Puedes hacerlo o no puedes hacerlo o tienes que pensarlo?

-Puedo hacerlo -le dije.

-Bien.

-¿Sellamos el pacto dándonos la mano?

-No bromees con eso, Jorge. -Me dio un beso rápido y me señaló con el dedo.

-No me señales.

-Te señalo todo lo que quiero. -Y me tocó el pecho con su dedo índice.

Hice lo mismo, le toqué su pecho con mi dedo índice:

-¿Quieres jugar conmigo?

Me apretó de nuevo contra la puerta:

-¿Quieres que te muerda el cuello?

-No me digas que eres una vampiro.

-Puedo serlo.

-¡Mmm! Eso me da miedo, creo que vamos a suspender lo de la cena y lo del apartamento.

-¡Mmm!, Jorge Clayton tiene miedo de mí.

-Sí, miedo de perder el control, miedo de amarte con locura.

-Qué rápido que sos para las respuestas, ¿será posible? Bueno, voy a dejar que te ocupes de lo tuyo, sé que vas a hablar con el intendente y yo voy a ver mi lista de pacientes. Nos vemos en el Náutico. -Nos dimos un beso suave y rápido y me marché.

 

-Bueno. Y luego, Luís, me encontré con vos.

Lo miré a Clayton y le dije:

-Te felicito, es un bombón esta doctora.

-¡Je, je, je! Que no te escuche Mary Jane.

-Con Mary no hay problema, yo estoy enamorado hasta lo más profundo de mí ser. Eso no significa que no reconozca otra chica bella. Así que te felicito Jorge, y eso de que te diga que no viajes, le doy toda la razón, tienes un montón de gente en quien delegar. De todos modos todavía no se conocen, espero que todo siga para bien.

-Yo estoy convencido de que sí -me dijo Clayton.

-Hermano, espero que así sea, que seas tan feliz o más como yo lo soy con Mary Jane. Te digo que estoy recontrametido.

 

En ese momento justo se acerca Kirán y dice:

-No entiendo, ¿qué significa metido? -Con Jorge lanzamos una enorme carcajada.