Sesión del 12/01/2023
Sesión del 24/01/2023
Sesión 12/01/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetan de Sourav
La entidad describe con toda precisión el comportamiento de un engrama y cómo afecta a la parte suprafísica y a la parte física cuando encarna y desencarna. En una vida en Gaela tenía problemas internos por aceptar hipócritamente la religión inquisidora y fanática imperante.
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Entidad: Los engramas son implantes inconscientes que se guardan en la memoria de la persona. Pero va mucho más allá de eso, la persona queda condicionada mientras esos implantes inconscientes actúen y horaden el consciente de la persona.
Esos condicionamientos engrámicos pueden cambiar temperamento, carácter, manera de ser, pueden crear ansiedad, angustia, y muchas veces sin saber por qué cambios de humor. E incluso puede afectar la estima de la persona.
Más ahí no termina todo puesto que cuando la persona desencarna, su thetán o 90% no encarnado, se une con ese 10% que le dio vida a la unidad biológica y ese engrama que adquirió la persona encarnada impregna, por así decirlo para que sea fácil de entender, al 100% espíritu. Posteriormente cuando ese espíritu vuelve a encarnar, el engrama que posee la parte suprafísica puede modificar el ADN de la nueva criatura, o sea, que ya nace con un engrama adquirido de otras vidas.
Mi primera encarnación fue hace cien mil de vuestros años en un mudo gemelo de Sol III, como denominamos a la Tierra. Un mundo llamado Gaela, del otro lado de la galaxia, a cien mil años luz de distancia.
Mi nombre era Kirán, con 'K', nacido en Bihor, con un 'h' entre la 'i y la 'o'. Bihor. Un país situado al sur del viejo continente de oriente.
De pequeño siempre me sentí distinto, quizá tenía cierta timidez e incluso a veces me aislaba. Me interesaba mucho estudiar el cielo, las estrellas, los planetas y sabía, sabía que había algo más allá, algo intangible, algo que no se podía ver. Y fui estudiando y fui creciendo.
A mi mayoría de edad me trasladé a la parte occidental del viejo continente, a un país llamado Amarís. El cambio no fue para mejor. En Gaela teníamos una religión muy dogmática con doctrinas que parecían cadenas que te ataban. La religión era la Orden del Rombo puesto que hacía dos mil años que a un ser de Luz llamado Axxón lo habían clavado en un rombo. De allí salió la Orden del Rombo en un país llamado Nebrón. Pero Amarís tomó para sí esa creencia tan dogmática y fue donde se edificó la sede central, que pasó a llamarse Orden de Amarís, y todo aquel que no era creyente era perseguido, obviamente.
Yo tenía conocimientos de filosofía, de humanismo, de historia y había aprendido astronomía. Sabía que existían millones de mundos dentro y fuera de nuestra galaxia. Al profundizar más mi conocimiento de astronomía supe que había millones de galaxias con millones de mundo cada una de ellas, ¿cómo iba a creer en una religión tan estrecha? Todo mi ser, toda mi persona rechazaba todo lo que fuera dogmático y doctrinario.
Preguntaréis, ¿Por qué me trasladé a Amarís donde estaba la sede central de la Orden del Rombo? Por una cuestión laboral. Había vacantes de trabajo y es lo que acepté. Sabía dactilografía y en 1970, que era en la época en la cual vivía en Amarís, pagaban bastante bien a los dactilógrafos, pero te exigían, para poder estar en ese trabajo, en un diario importante, que seas miembro de la Orden de Amarís.
Aprendí a ser hipócrita, a mentir sin cargos de consciencia y acepté a hacerme miembro. Y me dieron un pequeño escudo en forma de pin para usar en la solapa del saco. Ahora bien; por dentro, por dentro de mí ser había una enorme... una enorme disputa, una enorme pelea entre mi hipocresía y mi conciencia. Me decía a mí mismo que los hipócritas son ellos; entonces uno debe seguirles el juego para poder trabajar y poder estar tranquilo, porque aún en 1970 existía la inquisición. Y yo, por suerte, estaba bien conceptuado, pero la lucha era interna, me sentía mal conmigo mismo.
Una vez que pude juntar bastantes créditos me trasladé al nuevo continente en un país situado al sur llamado Plena, cuya capital era Ciudad del Plata. Allí también había ofertas de trabajo en distintos diarios, no tuve problemas en conseguir trabajo, pero debía adaptarme.
No me alcanzaba para rentar un apartamento. Por suerte dos compañeros del mismo diario precisaban un tercer compañero para que les ayude a pagar la renta, entonces acepté para beneficio de ellos y para beneficio mío, y los tres vivíamos en un apartamento pagando la renta entre todos.
Obviamente yo amaba por sobre todas las cosas la privacidad, mis horarios. Uno de ellos escuchaba música hasta altas horas y yo le decía:
-Mira que mañana tenemos que ir temprano al diario.
-No, no hay problema.
Pero sí había problema, había noches que por el ruido de la música apenas dormía cinco horas. Pero era lo que había y tenía que adaptarme. Volver a Amarís o volver a Bihor, mi tierra natal al sur del viejo continente, lo cual hubiera sido un fracaso porque en Bihor prácticamente no había trabajo, había muchísima más cantidad de gente por kilómetro cuadrado que en Amarís, o donde estaba ahora en Plena. Así que tenía que aguantarme mientras seguía juntando créditos para poder rentar un apartamento yo solo.
Mis ideales eran el poder crecer espiritualmente. En Plena tenía la fortuna de que la Orden de Amarís, u Orden del Rombo, no estaba tan presente, la gente era más libre en ese aspecto y eso era más que bueno.
Pero insisto, lo que yo quería era crecer espiritualmente. Y tuve la suerte, la bendita suerte de conocer al joven Jorge Clayton, que tenía veinte y cuatro años, un año menos que yo.
Lo que pasó después es otra historia, ya la comentaré.
Sesión 24/01/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetan de Sourav
Cambió de ciudad para estar lejos de la Orden. Trabajaba en un diario que no le daba para mantenerse y compartía gastos con unos compañeros. Por causalidad conoció un joven de fortuna, quedó admirado por sus ideas, su entrega. Nunca había escuchado a nadie así.
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Entidad:
Me costó bastante adaptarme, Ciudad del Plata la capital de Plena era muchísimo más grande que la capital Bihor, al sur del viejo continente de oriente. Quizá no era más grande que la capital de Amarís, pero tenía un factor decisivo, allí la Orden del Rombo no tenía el poder que tenía en muchos países del viejo continente, y yo amaba la libertad.
Reconozco que mis medios económicos eran muy justos, pude rentar un apartamento con dos compañeros más del diario donde trabajaba. Uno de ellos tenía más antigüedad y me dijo:
-Mira, Kiran, ven con nosotros, te invitamos a tomar un combinado, un trago largo en el club náutico. -Me asombré y los miré.
-¿En el club náutico? ¿El que queda en las afueras?
-Sí, ¿por qué?
-Tengo entendido que es para gente de mucho dinero.
-Kiran, sólo vamos a tomar un par de tragos, disfrutar del ambiente. -Me encogí de hombros.
-¿Y cuándo iríamos?
-Este finde.
-No entiendo.
-Este fin de semana.
-¡Ah! no me acostumbro al idioma coloquial.
Y el fin de semana fuimos, el día estaba espléndido. Cielo celeste, ni una sola nube. Por suerte no hacía tanto calor.
De repente pasó un joven al lado de nuestra mesa, olía a perfume y a tabaco rubio, un traje excelentemente cortado.
-¿Quién es? -pregunté.
-Lo vimos un par de veces, se llama Jorge Clayton.
-Vaya, había escuchado hablar de él, un joven de fortuna.
-Sí, parece que este club le pertenece, o por lo menos tiene la mayoría de las acciones.
-Vaya. -Aún había poca gente en el club, el joven se sentó en la barra, pidió un trago.
-Cómo tarda nuestro trago. Voy a ir al mostrador a preguntar qué pasó. -Fui al mostrador y le pregunté al barman:
-Habíamos pedido un trago.
-Sí, lo que pasa que justo faltó un bachero.
-No entiendo, ¿qué es eso?
-Bueno, en realidad faltaron dos personas, bachero le llamamos al lavacopas y al lavaplatos y faltó el encargado de hacer los tragos:
Me habló Clayton.
-¿Qué habéis pedido? -Le dije. Dio media vuelta, entró del lado de la barra y se puso a preparar tragos.
-No, no, por favor no te molestes.
-No es ninguna molestia. -Jorge Clayton, el que tiene la mayoría de acciones preparándonos tragos. No lo podía creer.
Cogió una bandeja, puso los tragos, agregó el suyo y vino a nuestra mesa.
-Perdonad -dijo-, que justo faltaron dos empleados. Obviamente tenemos más empleados, el encargado ya los está llamando por teléfono, al mediodía se llena aquí. Decidme, porque no soy adivino, para quién son los tragos. Este para ti...
-Este es el mío -dije. Dejó la bandeja en otra mesa.
-Permitidme... -Y se sentó con nosotros.
Yo estaba asombrado:
-Muchachos, el joven nos ha preparado los tragos. -No sabíamos que decir.
Nos preguntó.
-¿Sois de por aquí?
-No, no, estamos en el centro, trabajamos en el diario.
-Bien, bien, hace falta gente nueva que sean editores.
-¡Ojalá!, somos correctores.
Se dirigió al más grande:
-¿Cuánto hace que estás en el diario?
-Bastante tiempo, pero no avanzo.
-Estamos precisando gente en El Pregón.
-¿El Pregón? -Lo miré a mi compañero.
-¿Por qué?
-Es el diario de más tirada del sur del continente.
-¿El Pregón?, ¿en serio?
-Tomad mi tarjeta, decid que venís de parte mía y los contratan directamente.
-¿Con qué sueldo? -Clayton dio una cifra, era cuatro veces más de lo que ganábamos aquí.
-¿Les interesan las noticias?
-Absolutamente -dije yo.
-Tienes un acento distinto, ¿de dónde eres?
-De Bihor.
-Vaya, un país que no conozco aún, al sur del viejo continente de oriente. ¿Y qué tal allí?
-¡Je, je!, muchísima gente, pero estuve viviendo en Amarís.
-Vaya.
-Tuve la fortuna de encontrarme con estos dos compañeros que son atentos y dados.
-¿Por qué lo dices? -preguntó Clayton.
-Me cuesta hacer amistades nuevas, me cuesta todo.
-Bueno, en El Pregón puedes tener un buen futuro. -Lo miré.
-¿Por qué haces esto?
-No entiendo -dijo Clayton.
-No nos conoces y nos ofreces un trabajo.
-Interpreté que en ese diario ganaríais poco. He conocido muchos jóvenes que se quejan de que los hacen trabajar más horas y les pagan la mitad.
-Eso es cierto. ¿Pero por qué nos haces ese favor?
-¿Y por qué no habría de hacerlo si puedo? Y es verdad que en El Pregón se precisa gente. -Lo miré.
-¿Es cierto que tienes mayoría de acciones de este club?
-Sí, pero eso no me hace distinto.
-No, no... Disculpa que te pregunte, pero he conocido, por ejemplo en Amarís donde impera la Orden del Rombo, jóvenes de fortuna, ni se dignan a mirarnos, y tú has pasado a la barra y nos has preparado tragos. Eso no es lo normal. -Clayton sonrió encendiendo un cigarrillo.
-Creo que eso debería ser lo normal.
-No, en ninguna parte del mundo alguien de fortuna va a preparar tragos.
-Lo lamento por los demás, somos todos iguales.
-No, no somos todos iguales, no somos todos iguales.
-¿Cuál es tu nombre?
-Kiran -respondí.
-Mira, Kiran, ¿si tú tuvieras mucho dinero no le prepararías tragos a tus amigos?
-¡Je, je!, pero tú no nos conocías.
-¿Qué diferencia hay?
-¡Je, je!, ojalá fueran todos como tú.
-Mira, el tema es así, Kiran; en la vida lo importante, la razón de vivir la vida obviamente es disfrutarla, pero siempre en función de servicio a los demás. Si no, no tiene sentido.
-Nunca había escuchado eso.
-Es así.
-El tema es que tú puedes ayudar a los demás, pero nosotros, mis compañeros y yo, está bien, cambiando de diario ganaremos más, pero de todas maneras seremos asalariados.
-Pero Kiran, hay muchas maneras de ayudar, muchísimas maneras de ayudar; puedes escuchar a la persona que se siente sola, puedes ayudar a un ciego a cruzar la calle. Puedes cederle el asiento a una anciana en un bus. No todos lo hacen, al contrario, se hacen los dormidos. Hay muchas personas con capacidades diferentes que precisan ayuda y a veces la gente que parece normal es la que tiene discapacidades en su alma. Y he conocido mucha de esa gente, con mucho dinero y vacíos en espíritu. -Me asombraba de la manera que hablaba Clayton. Se quedó con nosotros. Luego se lleno de gente el local y dijo-: Les pido permiso, voy a ver a otros amigos. Tienen mi tarjeta, vayan por favor al diario.
-Iremos. Pero no nos tienes que pedir permiso para irte.
-¿Por qué no?, nunca hay que perder los modales, nunca, eso nos hace personas. Y es independiente del dinero que tengáis o no tengáis. -Y el joven se marchó, con su olor a loción y tabaco rubio y su traje bien cortado.
Nos miramos entre nosotros y dijimos:
-Esto es increíble.
-Bueno, hagamos una cosa, vayamos temprano a la dirección del diario, presentamos la tarjeta de Clayton y después, recién al día siguiente presentemos la renuncia en nuestro diario. -Mis compañeros tenían desconfianza de que no fuera cierto.
Pero lo fue. El primer día hábil fuimos al diario El Pregón, presentamos la tarjeta e inmediatamente nos contrataron.
-No hace falta que vayáis a presentar la renuncia al otro diario -nos dijo el jefe de redacción-, mandad directamente un telegrama y que os depositen en banco lo que os deben.
Y me quedé pensando, no sé si existe la suerte, tampoco sé si existe la casualidad. A veces todos es causalidad, conoces a alguien y tu vida da un giro de ciento ochenta grados.
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