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Psicoauditación - Víctor M.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión del 25/07/2023 Gaela, Facundo Santana


Sesión 25/07/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Víctor M. (Sarda-El)

La entidad conoció a Jorge Clayton, en Gaela. Recuerda aquellos momentos en que abriéndose le comentó, le preguntó el porqué de las trabas físicas, biológicas que impiden realizar proyectos para uno mismo y para otros. Le respondió que las posibilidades no vienen de Dios sino por la aleatoriedad del programa de vida. Y que no hay que intentar sino hacer.

Sesión en MP3 (3.109 KB)

 

Psicoauditación encargada por David, para quien fuera su tío Víctor.

 

Entidad: Mi nombre es Sarda-El, plano 3, subnivel 7. Hace cien mil años atrás encarné por primera vez en un mundo gemelo a Sol III, que vosotros conocéis como planeta Tierra.

El mundo en el que encarné es un mundo gemelo a la Tierra llamado Gaela y queda del otro lado de la galaxia, exactamente a cien mil años luz de distancia. Y lo que relato pasó hace exactamente cien mil años. Por lo tanto si existiera un telescopio capaz de poder visualizar a Gaela desde Sol III, como fue hace cien mil años y la distancia es cien mil años luz, podrían ver las escenas como si fuera hoy. Obviamente no se puede porque en el centro de la Vía Láctea hay un gigantesco agujero negro que no permite ver el otro lado de esa galaxia, la Vía Láctea.

 

Encarné en Ciudad del Plata, capital de Plena. Tuve una vida bastante satisfactoria. Me remonto a muchos años atrás, cien mil. La época a la que me remonto es al año 2.000 de Gaela, se empezó a contar a partir de la muerte de Axxón, a quien clavaron en un rombo. Y tiempo después se formó la orden religiosa de Amarís u Orden del Rombo.

En el año 2000 yo tenía sesenta años y me junté con un mecenas, filósofo, escritor, un hombre de mucha cultura que ayudaba con su dinero no sólo a gente carenciada sino también a hospitales, sanatorios, fundaciones, empresas. Él fue uno de los que impulsó muchísimos años atrás los ordenadores caseros, o computadoras personales con pantalla, como gustéis más llamarlos, las famosas PC. Su nombre, Jorge Clayton.

 

Clayton, una persona que pasó por mucho, que de joven perdió a su padre, pero tenía un nivel de resiliencia tan grande tan grande, y daba conferencias sobre diversos temas.

 

Yo no era una persona de mucho dinero, pero pude conocer el club Náutico en las afueras de Ciudad del Plata. No me sentía bien físicamente, tenía muchísimos malestares.

 

Recuerdo que no conocía a nadie en el club y un señor elegante, que luego supe que tenía cincuenta y cuatro años, me saludó:

-No te había visto por aquí.

-En realidad es la primera vez que vengo.

Se presentó muy amablemente:

-Mi nombre es Clayton, Jorge Clayton, uno de los accionistas mayores del club Náutico. ¿Tú quien eres?

-Mi nombre es Facundo Santana.

-Es la primera vez que vienes, me has dicho. -Me encogí de hombros.

-Quería conocer, quería ver. Yo vivo cerca de la Segunda avenida, pero es un barrio de clase media tirando a clase pobre.

-Ven, ven, te invito a lo que quieras.

 

Se sentó en la mesa conmigo. Me sentí por momentos incómodo porque era una persona tan conocida en los medios, había estado incluso en canales de televisión, él fue uno de los que instauró, incluso en Ciudad del Plata, la televisión en color. Y conversaba como si nos conociéramos de siempre.

Le comenté en confianza:

-No estoy bien, estoy enfermo y creo que mi problema no tiene solución.

Me preguntó:

-Facundo, ¿y cómo estás con tu familia?

-Mira, cuando uno desconoce cuándo va a partir a veces es como que no le da tanta importancia a la familia. No me mal entiendas, Clayton, siento un apego, disfruto de la compañía de mis seres queridos, pero mi médico me dijo que mi mal no tiene solución y entonces es como que psicológicamente más me aferro a mis seres queridos. Y me siento a veces con esa impotencia de no haber conocido los lugares que quería conocer, haber dicho palabras que me guardé y no las dije, haberme cohibido de dar abrazos que tenía que haber dado. Y ese tipo de cosas hacen que me duela el corazón, figurativamente hablando.

Clayton me miró y me dijo:

-Mira, Facundo, nosotros no conocemos los tiempos de Dios, qué quiere de nosotros. Lo que pienso es que cada persona viene para intentar evolucionar. Aunque yo trato de obviar la palabra intentar, porque intentar sería puedo, no puedo, trato, no trato. No, directamente lo hago, me salga bien o me salga mal, pero por lo menos lo hice. Pero no todos venimos a este mundo para evolucionar porque nos olvidamos quienes somos, nos olvidamos que somos hijos de Dios y creamos religiones que en lugar de levantarnos espiritualmente nos atrasan, nos hacen creer en premios, o peor, en castigos. Entonces muchos dicen "hago esta obra o ayudo a esta persona para que Dios me premie". O bien "trato de no hacer daño para que Dios no me castigue". Y eso, Facundo, es lo que atrasa, porque entonces de esta manera estamos condicionados a premios, a castigos y nos portamos bien por lograr una recompensa en lo espiritual. Y no es así, no es así, porque Dios no premia ni castiga. Nosotros somos responsables de nuestros propios actos, nosotros evolucionamos o bajamos de plano espiritual de acuerdo a lo que hacemos en vida.

Me sentía incómodo con la conversación y le dije:

-Explícame entonces, por qué, Clayton, tú que has dado conferencias y has estado en televisión, yo en mi vida no hice cosas malas, crueles, no digo que soy como dicen en el plano físico un bendecido, pero tampoco un malvado, entonces si mi enfermedad no es un castigo, ¿qué es?

Clayton me dijo:

-Desde hace años vengo pensando que nosotros, como seres somos unidades biológicas, unidades de vida. Somos más conscientes, somos los únicos seres en este mundo, Gaela, que tenemos consciencia de la muerte. Los animales no la tienen. Un animal pequeño puede escapar de que un animal más grande lo devore por instinto, porque no sabe lo que es la muerte, la ignora. Nosotros no. Ahora tú me preguntas "¿Qué hice para sufrir este mal?". Y tú te preguntarás "Pero Clayton me dijo que no existen los castigos ni las recompensas, entonces, ¿qué es esto?". Y te lo dije, Facundo, somos un programa de vida. Y en un programa de vida nacemos, crecemos, envejecemos y volvemos al plano suprafísico.

-Sí, Clayton -le respondí-, eso lo entiendo, pero mi expectativa de vida podría ser mucho mayor, ¿por qué entonces tengo este mal? Me dirás "Porque un programa de vida puede fallar". ¿Y cómo puede fallar, Clayton, si es un programa de vida creado por Dios? Y si Dios es perfecto, ¿cómo hace programas de vida fallados? O esto me pasa por algún karma...

Clayton me miró, me puso la mano en el hombro y me dijo:

-¿Quieres tomar otra bebida? -Acepté. Le dijo al camarero que traiga otra bebida y seguimos conversando-. Mira, Facundo, hasta donde yo sé, porque mi conocimiento es limitado, uno quisiera saber el plan de Dios, ¿por qué hay niños que a los dos años mueren de un problema cerebral y hay personas que viven más de cien y completamente lúcidos? Entonces, Facundo, tú te preguntarás "Pero entonces el programa de Dios, ese programa de vida, es un programa defectuoso".

Lo miré, sonreí tristemente y le dije:

-Eso es lo que pienso.

 Y Clayton me respondió:

-Tiene mucho que ver, a veces, con la genética de nuestros mayores.

-Obviamente. En muchos casos alguien tiene un mal y dice "Pero esto no es por genética; mi padre, mi madre, mis abuelos no han tenido lo que yo tengo". ¿Entonces qué?

Clayton se me quedó mirando y me dice:

-De verdad, hay cosas que solamente las sabe Dios. Yo mismo a veces siento impotencia porque he perdido más de un ser querido y tengo más de cincuenta y cuatro años. ¿Tú cuántos tienes?

Le respondí:

-Sesenta.

-Mira, Facundo -me dijo Clayton-, la vida es algo que uno tiene que vivir el día a día. Pero si yo tuviera que dar una conferencia sobre este tema fracasaría.

-No entiendo -exclamé.

-Claro, Facundo. Porque por un lado pienso que tenemos que vivir cada día como si fuera el último y disfrutarlo y exprimirlo como una fruta, exprimirlo. Disfrutar hasta el último instante de ese día porque no sabemos si estaremos al día siguiente.

-¿Y por qué entonces te contradirías?, ¿por qué entonces fracasarías en esa conferencia?

Clayton me respondió:

-Porque también pienso que en la vida tenemos que proyectar porque eso nos da ánimo. Entonces por un lado pienso en proyectar un futuro, no un futuro lejano porque eso es buscar el arco Iris y es una falacia, pero sí proyectar en lo cercano qué queremos hacer, y eso va más allá del vivir el día a día. Entonces me estoy contradiciendo a mí mismo. Pero mis dos maneras de pensar, a mi punto de vista, tienen razón.

Le dije, tristemente.

-A mí me queda solamente una de las dos: vivir el día a día. ¿Pero cómo puedo disfrutar ese día a día si el médico me pone un plazo? ...Te quedas callado, Clayton.

-No, no se trata de quedarme callado, pero si tuviera que pensar en injusticias no incluiría a Dios en ello, Dios es la suma de la bondad. Pero a veces los programas de vida fallan por sí mismos, no es Dios el que decide 'esta persona va a vivir tanto', 'aquella persona va a vivir tanto', 'esta persona va a ser lúcida', 'aquella otra persona va a tener problemas mentales', no, son programas de vida y son aleatorios. Pero como nosotros no tenemos a quien hacer responsable decimos "Bueno, si Dios es la suma de todo, Dios es el responsable", cuando en realidad el programa de vida ya viene con ese tipo de fallas. Es como si tú a la madera le preguntaras, ¿por qué el acero es más duro que tú?, y la madera te va a responder "Porque mi programa de vida me hizo más blanda para que el metal de un hacha pueda transformarme en leña". Sé que mi ejemplo es un ejemplo que no te va a servir, Facundo, quiero decir que tenemos un programa de vida que no es perfecto. Y no quiero contar la parte emocional donde hay gente que vive para quitarle al otro, para tratar de trascender a costa de quien fuera, como si fueran a vivir eternamente. Esos me dan más pena todavía, los que tienen apetitos de poder.

Lo miré y le dije:

-Esta es la última pregunta que te hago, Clayton. ¿Y a mí, con lo que me pasa, yo no te doy pena?

Me tomó del hombro y me dijo:

-No. No. Porque por dentro veo en ti una persona que ha dado cosas muy buenas. Entonces lo que siento es un sano orgullo por tu persona. ¡Cómo voy a sentir pena! -Me quedé pensando.

 

Disfruté ese día, me quedé hasta la noche. Me sorprendió Clayton que en su coche deportivo me trajo hasta casa.

Nos dimos un apretón de manos y me dijo:

-No... -Se bajó del auto y me dio un abrazo. Y se marchó.

 

Y me quedé pensando. La conversación con Clayton me hizo bien, pero sé que las dos cosas que él dijo: 'el disfrutar el día a día' o 'el proyectar para el mañana', no es para todos.

 

Y entonces uno a veces se arrepiente de no haber hecho cosas antes. Pero no somos adivinos, somos solamente unidades biológicas que nos creemos reyes de la Creación cuando en realidad somos pequeñas partículas biológicas, en un mundo pequeño, dentro de miles de millones de mundos. ¡Je, qué ironía!

 

Gracias por escucharme.