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Psicoauditación - Yesenia

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión del 24/09/2021 Términus, Carmina

Sesión del 13/10/2021 Términus, Carmina

Sesión del 30/11/2021 Términus, Carmina

Sesión del 27/01/2023 Aldebarán IV, Lena


Sesión 24/09/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Yesenia

La entidad relata que en el rol de Carmina, en Términus, llevaba acumulado un trauma considerable que le forzaba a recluirse sin interactuar con el mundo. Pero se trataba de atreverse, debía fortalecer su voluntad. Los etéreos habían trastocado a mucha gente, pero ya no podían influenciar a las personas, porque la red satelital se lo impedía.

 

Sesión en MP3 (2.886 KB)

 

Entidad: Sonó el holoteléfono y no lo quería atender, estaba encerrada en mi habitación y no quería ni siquiera escuchar una voz, ni siquiera una voz amiga. Pudo más mi curiosidad y atendí, atendí con miedo.

-¿Con Carmina Losada?

-Sí.

-¡Vaya, por fin, por fin! Te habla Dolores, Carmina, estoy con Estefanía Ardente.

-Sí.

¿Sí? ¡Hola, cómo estás!, ¿cómo si?

-Y qué quieres que te diga, ¿qué alegría?, ¿me habéis llamado?, ¿qué bueno?

-Hace días que no nos comunicamos.

-Es que yo no quiero comunicarme -les expliqué.

-Estamos abajo, en el bar de al lado, baja a tomar algo con nosotras.

-No, no, no quiero salir, no quiero escuchar voces ni nada.

-¿Voces?, ¿te refieres a voces en la mente? -Me encogí de hombros.

-Estoy como traumatizada.

-¿Te refieres a las voces de los etéreos? Tenemos una red satelital, ya no hay más voces.

-No sé, tengo como cierta... como cierta cosa.

-Tradúceme cosa porque no entendemos, no somos adivinas.

-Me da como escozor salir.

-¿Escozor? ¿Cómo que hay polen en el aire y te puede venir urticaria o algo en la piel?

-Escozor mental.

-¡Carmina, eso no existe! Eso es una palabra tuya, un invento.

-No quiero salir.

-¿Tú nos conoces bien?

-Sí, por supuesto.

-¿Podemos subir a visitarte?

-¡Uf! Estaba recostada, estaba con mi holotablet.

-¿Es que no te aburres encerrada todo el día? -Me encogí de hombros.

-Estoy bien, estoy tranquila.

-¿Pero nosotras te molestamos si subimos?

-No, yo no digo eso pero...

-Aunque sea diez minutos.

Puse toda mi voluntad y les dije:

-Está bien. -Presioné el botón y abrieron la puerta, subieron por el elevador y tocaron el pulsador y les abrí-. ¿Pero tanto frío hace afuera que me hacen toser?

-No, eres tú, está demasiado cálido el ambiente. ¿Te has puesto un calefactor?

-No, directamente es automático.

-¿Pero qué lo tienes a alta temperatura? No puedes respirar así con tanta temperatura, bájalo. -Me molestaba que llegaran a casa y me ordenaran a qué temperatura tenía que estar mi ambiente, pero lo bajé.

-¿Podemos prepararnos un café?

-Está bien, pero luego lavad la vajilla.

-Sí, Carmina, sí. ¿Te preparamos uno?

-Está bien. -Dolores preparó tres cafés, nos sentamos a la mesa con ella y Estefanía.

Estefanía me preguntó:

-Hace rato, Carmina, que te veo rara, como que no quieres salir.

-Tú eres la más indicada para saber lo que me pasa, tú has cooperado para poner antenas interceptoras para que las voces de aquellos seres etéreos invisibles no invadan nuestra mente.

-Justamente soy la indicada.

-Entonces me conoces.

-Al contrario; si soy la indicada sabes que gracias a las antenas interceptoras satelitales los etéreos que están más allá de la Creación no pueden invadir nuestra mente, no corres ningún riesgo.

-Y yo no sé si en la calle, en los bares, en las bibliotecas, en las oficinas la gente que conozco son verdaderas o son visiones que me imagino de los etéreos.

Estefanía me dijo:

-Carmina, Carmina, Carmina, el pensamiento de los etéreos no puede atravesar la red satelital, todo lo demás es imaginación tuya.

-Bueno, me quedó como un trauma. Qué quieres que haga.

-A ver, analicemos: te quedó un trauma, te cuesta sociabilizar porque desconfías de todos. ¿Hasta ahí estamos de acuerdo?

-Correcto -asentí.

-Bien. Pero por otro lado sabes que no hay seres invisibles que te acosen ni nada. ¿Estamos de acuerdo también en eso?

-Sí -volví a asentir.

-Bien, entonces no veo el motivo por el cual esquives bajar al bar a tomar algo, ir a pasear con nosotras. ¿Cuánto hace que no te compras ropa?

-Meses.

-Vamos, te elegimos nosotras la ropa para que estés a la moda.

-¿Para qué quiero estar a la moda si no salgo?

-¡Carmina, Carmina, de eso se trata de salir, de relacionarte!

-Hay un montón de chicos nuevos -dijo Dolores.

-No sé, no los conozco. No sé cómo me caerán si bien, si mal o qué quieren de mí.

-Relacionarse, ¿qué van a querer?

-¿Y para qué?

-¿Me estás preguntando en serio, Carmina?, uno se relaciona por mil razones.

-Los varones no se relacionan por mil razones -intervino Estefanía.

-¿Tú piensas que sólo se relacionan en función de varón mujer?, a los varones también les interesa una obra de arte o ver una holopelícula o pasear por los jardines de la ciudad o hablar de mil temas. No es todo físico.

-Bueno, alguna vez tuve una experiencia así y me quedó grabada.

Dolores preguntó:

-¿Y qué tal?

-¿Qué?, ¿qué tal el café? Rico.

-¿Ves?

-Le tomé la mano, ¿eh?

-¿Tomarle la mano?

-Quiero decir, me puse práctica.

-¡Ah!, no entendía.

-No hay nada que te impida salir, no hay nada que te impida relacionarte con los demás, todo pasa en tu mente. Habrá gente buena, habrá gente no tan buena, es cuestión de relacionarte con la gente que verdaderamente tenga afinidad contigo.

-Me siento insegura fuera de mi habitación.

-¿Y con tu familia?

-Y la trato, no tengo otra.

-¡Je, je! Perdón, ¿no tienes otra? O sea, que tratas a tu propia familia por obligación, ¡es tu familia! En cuanto a nosotras, hemos estudiado juntas, no entiendo, es cómo que te gustara estar aquí encerrada.

-Es mi lugar de confort.

Estefanía me dijo:

-¿Sabes lo que pienso de los lugares de confort? Te secas, como las plantas en otoño. No tiene sentido. Aparte, tiene que ver con la salud, ya bastante pasamos por el tema de los etéreos. Es importante que salgas, te rejuveneces, en serio. Estrenas nueva ropa, permíteme hacerte el obsequio de comprarte una ropa.

-No, Estefanía, no, no, eso es abusar.

-No, ¿cómo abusar? Te estoy haciendo un ofrecimiento de cariño.

-O de compasión.

-¿Por qué te persigues tanto, por qué hablas de compasión?

-Porque me tenéis lástima.

-Carmina, lástima y compasión no son lo mismo. La lástima es algo despreciativo, la compasión viene del amor. Te tenemos afecto, queremos que salgas, queremos compartir cosas.

-No sé si estoy preparada.

-A ver. Hagamos de cuenta de que estamos imaginando que salimos las tres a comprar o a recorrer una galería donde venden ropa, donde venden holodiscos musicales, donde venden mil cosas. Hay un calzado de moda elástico pero muy resistente que no te lastima el pie, hay un restaurant en la misma galería, que tienen comida rápida que puedes comer lo que quieres, miras gente.

-Justamente. Si fuera un bar estaría en una mesa bien apartadita.

-Bueno, está bien, aunque sea en una mesa apartada, te quedas en el rincón y te cubrimos, se trata de que te adaptes, hasta que te vayas adaptando porque no te sirve a ti ni a nadie que estés encerrada. Vegetas, no eres una planta, eres un ser humano, Carmina Losada, por favor.

-Términus es un mundo raro, estamos en el final del universo y cuando uno mira la parte de la oscuridad y sabe que ahí los etéreos estuvieron acechando miles de años acabando con una gran parte de la humanidad...

-Pero ya pasó, eso es pasado. A ver, tú eres analítica, tú lo tienes que razonar eso, porque si tú me dieras una explicación lógica...

-¿Por ejemplo, qué tipo de explicación lógica, Estefanía?

-Claro, Carmina, si tú dijeras no salgo por tal motivo, te lo entendería.

-No lo creo.

-A ver.

-Bueno no salgo porque tengo pánico, no salgo porque me cuesta interactuar con la gente.

-Te entiendo. Pero no tienes que interactuar con la gente en general, interactúa con nosotras dos.

-Claro, pero si vamos a comprar ropa u otra cosa o calzado hay que interactuar con los vendedores.

-Está bien. Salgamos solamente a pasear, a tomar una bebida nos encargamos nosotras de pedir. Tú no tienes que interactuar con nadie, solamente con nosotras.

-¿Y a dónde iríamos, al bar de aquí abajo?

-No, vamos al de varias calles, donde está la galería.

-¿Caminar? Está lleno de gente.

-La gente no se fija en ti, cada uno está metido en sus problemas, nadie se va a fijar en ti. Aparte, vamos las tres y tú vas en el medio. Pero no tienes que tener temor de nada, no tienes obligación de interactuar con nadie.

-¿Estaremos solamente las tres?

-Sí, Carmina, solamente las tres. Todo lo demás es una excusa mental, todo lo demás es algo sin sentido. Si tú me dieras una explicación lógica de decir bueno, no quiero salir...

-Es que acabo de dar una explicación lógica: no me gusta interactuar con la gente.

-Es que no tienes obligación, como te dije antes, de interactuar con nadie, solamente con nosotras que somos de tu confianza. Se trata que de a poco te vayas readaptando, porque tiempo atrás salías.

-Sí, pero es como que cogió un trauma y...

-Bueno, confróntalo, depende de tu voluntad. Tu voluntad es más fuerte que tus temores.

-¡Je, je! -Sonreí-. Honestamente no, son más fuertes mis temores que mi voluntad.

-Vamos.

-Está bien. ¿Puedo ir así como estoy?

-OK, pero ponte un calzado. -Me puse un calzado cómodo y salimos. Solamente con salir al palier (Argent.) retrocedí-. ¿Pero qué tienes temor a estar en el pasillo? -Pulsaron el elevador-. Espero que no tengas claustrofobia de entrar al elevador.

-Todo lo contrario, yo creo que lo mío es agorafobia, es el temor a salir a espacios abiertos.

-Estás con nosotras. No estaremos todos el día estaremos un par de horas nada más, es para que te vayas adaptando de a poco.

-Voy a probar, voy a tratar.

-No se dice "Voy a tratar", Carmina, lo haces, Carmina, y listo. Tratar es quedarse en el medio, es hacer.

-Está bien, está bien. Voy a arriesgarme y me sentiré contenida por vosotras dos.

-Eso, eso está perfecto. Porque no sirve quedarte encerrada, eso del lugar de confort es una fantasía, es mentira, no es un lugar de confort, el verdadero confort es salir, pasear, respirar aire puro. Hace un día hermoso.

-Está bien.

 

Cerré la puerta del apartamento y automáticamente se trabó la cerradura, solamente la podía abrir con la combinación que yo sabía de memoria.

Y bajamos. En la calle fue un tormento ver la gente, sentía como que la gente me miraba, me observaba. Retrocedí.

Estefanía es como que me hubiera adivinado el pensamiento:

-Carmina, nadie se fija en ti, cada uno está en su mundo, piensan en su trabajo, en su familia, en que tienen que pagar una deuda, en que tienen que llevar al hijo a la escuela. Están pensando en mil cosas.

-Está bien, entiendo. -Verdaderamente nadie me observaba, tenía razón Estefanía.

 

Estefanía se puso del lado de la calzada y del lado de la pared, Dolores, y yo en el medio. Y caminamos despacio, tranquilos hacia la galería. Era cuestión de animarme porque tenía que ver con mi voluntad, solamente con mi voluntad, los miedos estaban en mi mente, los miedos no eran reales. Y eso es lo que tenía que entender analíticamente. Entendiendo eso podía volver a interactuar con la sociedad, podía tener amistades, podía tener relaciones afectivas, podía lograr cosas. Pero se trataba de atreverse, y para atreverse debía fortalecer mi voluntad. Y tenía que poner manos a la obra.

 

Gracias por escucharme. Gracias, de verdad.

 


Sesión 13/10/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Yesenia

 

Se encontraba a gusto con amistades hablando de temas sociales, cómo eran los etéreos. Eran tema común de conversación en personas equilibradas aunque no en aquellas que sufrían sus intervenciones. Pero es que había quien buscaba contactar con ellos a propósito. Conocían a uno.

 

Sesión en MP3 (2.648 KB)

 

Entidad:

-Carmina, Carmina... -Me di vuelta y miré a quien me llamaba. Era Dolores, al lado estaba Estefanía.

-¿En qué piensas?

-Conocí a Herminio y es como que me ha contado cosas que me han hecho resurgir mis traumas.

-Estefanía Ardente me dijo:

-Carmina, ya ha pasado todo, cooperé mucho en lograr que las nuevas antenas satelitales tuvieran interceptores, aun las nuevas que transmitían holotelefonía. -Suspiré. Le digo:

-Mira, Estefanía, no es tan sencillo. Entiendo que el tema de los etéreos ha mermado a la humanidad, aquí en Términus, y que el tema gracias a la ciencia y a la tecnología ya fue resuelto. Por algo he estudiado nanotecnología, porque es un tema que me interesa muchísimo. Pero este joven, Herminio Amarante, me dijo conectarse a nivel mental con los etéreos aún estando las antenas y los interceptores.

-Explícate -me pidió Dolores.

 

Dolores me resultaba una joven agradable con la cual teníamos un lazo irónico, su apellido era Carmina, al igual que mi nombre. Yo era Carmina Losada y ella Dolores Carmina. Recuerdo que cuando la conocí nos reímos por la causalidad.

Dolores me dijo:

-En mi región, Carmina es un apellido común.

Le dije:

-En la mía es un nombre común.

Estefanía intercedió y dijo:

-Eso es lo de menos, lo importante es que ambas son buenas personas y buenas amigas. Pero me preocupas tú, Carmina, tú te has quedado con muchos traumas.

-¿Y qué te parece?, las voces en la mente, voces que me provocaban baja estima, que no me hacían atreverme a mostrarme como soy yo. Porque muchos se confunden, nosotros tenemos dentro nuestro una vanidad tan grande a veces, y a veces tenemos una baja estima tan profunda que creemos conocernos como seres humanos, pero lo que asoma no somos nosotras es una capa superficial que se disfraza de baja estima o que se disfraza de vanidad.

Estefanía me respondió:

-Tú misma lo dices, tú misma lo reconoces, tú dices que a veces te sientes con baja estima. Pero recuerda tus palabras, la baja estima no eres tú, no es tu ser; son maneras internas.

Le pregunté:

-¿Te refieres al ego?

-Absolutamente, absolutamente -dijo Estefanía.

O sea, ¿tú piensas que el ego fue el causante de mis traumas?

-No no no no, el ego lo que tiene es que es un receptor de cosas negativas. Los traumas las provocan las vivencias negativas que tenemos, lo ha tenido toda la humanidad durante siglos. Hubo filósofos en siglos anteriores que pensaban que toda la humanidad estaba sumida en un estado de locura donde madres, y discúlpame Carmina este término tan cruel pero es real, acababan con la vida de sus hijos para que no sufran o bien veían en ellos a un enemigo y luego terminaban ellas con su propia vida, todo causado por los etéreos durante siglos y siglos. Pero claro, esos filósofos desconocían el tema de los etéreos y pensaban que la humanidad estaba sumida en un estado alienado, como que era una mal formación genética y que nos afectaba a la mente. Afortunadamente no es así, somos seres dentro de todo normales.

Reí. Y le dije:

-¿Por qué dices «dentro de todo» normales y no directamente normales?

Estefanía aclaró:

-Todos tenemos distintas personalidades y aún sin la intervención de los etéreos a veces nos enojamos por tonterías o depositamos nuestra esperanza en cosas vanas o en personas vanas. Por eso digo lo de la normalidad, es tan relativo... ¿Qué es ser normal, el común denominador? Porque a mí no me interesa ser el común denominador.

La miré a Estefanía y le dije:

-Eres joven y sin embargo hablas de una manera tan madura...

-Es que es así, el común denominador ya está de alguna manera condicionado por la palabra común.

-Claro. Pero recuerdo que la vez pasada, Estefanía, me has dicho "Tampoco se trata de creernos especiales", porque eso también tiene que ver con eso que tú llamas ego.

-Y es así. No creernos especiales para montarnos en una vanidad ficticia, ni creernos absolutamente comunes para caer en una tremenda baja estima. Somos lo que somos, ni comunes ni especiales. Somos.

-A veces es como que eres complicada para hablar.

-No veo por qué -me dijo Estefanía-, me expreso de una manera entendible. Pero a ver, Carmina, coméntame de este Herminio Amarante.

-Es un joven interesante, escapa un poquito a las relaciones.

-¿En qué sentido?

-No le gustan las relaciones ni las amistades, está muy metido en su mundo.

-¿A qué le llamas su mundo?

-Su mente interna. Él dice que le interesan los viajes astrales, o sea, él comenta como que nuestra alma puede viajar.

-¡Ajá! Continúa.

-Pero puede viajar y hasta comunicarse con los etéreos, y él dice que ni siquiera de chico les tuvo miedo, que él los veía como seres amistosos.

-¿Y tú qué le comentaste?

-¡Ja! Le comenté el mal que han hecho en la humanidad, el escuchar esas voces, el escuchar como que alguien nos lee la mente y nos induce a hacer cosas negativas, y si nos resistimos nos crean complejos de culpa, se aprovechan de nuestro ego para exprimirnos, para hacernos sentir inferiores.

Estefanía me dijo:

-Eso sería lo de menos. Fueron una plaga para la humanidad, nos hacían ver visiones, nos hacían visualizar seres queridos que ya habían muerto, seres que nos acusaban de cosas que no habíamos cometido. Entonces hay que tener una mente muy clara, hay que ser muy lúcidos para no caer en la locura. Y ésta persona, Herminio, se atreve encima a convocarlos.

-Y sí.

-Aunque ya tengamos todo resuelto y tengamos interceptores en todas las antenas satelitales y no haya manera de que los etéreos puedan invadir nuestra mente, el hecho de tener un conocido o amigo que, al contrario, busca contactarse con ellos no es algo que agrade, no es algo que agrade. Seres que han hecho tanto daño a la humanidad y esta persona, encima, los ve como amigables.

Le respondí.

-No, Estefanía, no digo que los vea amigables, pero de alguna manera es como que se entendía con ellos. Y encima él nunca usó casco en la época que no estaban las antenas satelitales con interceptores, él quería ser contactado, y el hecho de que ellos no pudieran alimentarse con el pánico, porque él no sufría ningún tipo de temor a los etéreos, no tenían poder sobre él. Pero lo veía egoísta porque él estaba tan identificado con ellos que no se interesaba en el sufrimiento de los congéneres, no se interesaba en el sufrimiento de la raza humana de Términus.

-¿Entonces piensas que es una persona negativa, una mala persona? -me preguntó Estefanía.

-No, está en su mundo. Él jamás causaría daño a nadie, a él le interesan los viajes astrales y nada más que eso, está en su mundo.

 

Mis compañeras se fueron. Me abracé con Estefanía, me abracé con Dolores y me quedé en mi soledad.

Y me quedé pensando. A lo largo de nuestra vida nos encontramos con personas de distintos niveles -no estoy prejuzgando para nada, cuando hablo de distintos niveles me refiero a, hay personas que son amigables, hay personas que se muestran indiferentes, hay personas que fingen ser amistosas y luego te traicionan, hay personas que te muestran una sonrisa o te palmean la espalda y luego de atrás te clavan un puñal, figurativamente hablando-, y ese tipo de personas las encuentras en cada vida, en cada mundo, en cada momento. Hasta personas de tu propio entorno buscan una excusa para discutirte o para debatirte o para contrariar lo que tú estás afirmando en ese momento. Y entonces te preguntas ¿de qué me sirve un entorno así?, un entorno que en lugar de tenderte una mano, te pone un pie para que te tropieces y te caigas. Claro que no sirve, es un entorno tóxico, es un entorno que te consume. Y entonces llega la noche y te encuentras hastiada, molesta, angustiada y consumida en tus energías. Y te preguntas, ¿para qué? A veces es mejor alejarte de esa gente tóxica pero no siempre puedes, cuando esa gente forma parte de tu entorno ya sea familiar, ya sea de trabajo, ya sean compañeras. Tampoco se trata de aislarte del mundo y vivir en una isla, lo digo de manera peyorativa, ¿no? No, porque esa no es una solución.

 

Porque en mi rol actual hay un ave llamado avestruz que cuando presiente que hay un peligro esconde la cabeza en un agujero. Al esconder la cabeza no ve nada a su alrededor y piensa que está segura ese ave. Lo que no se da cuenta, porque no razona, es que el resto del cuerpo está completamente expuesto a los depredadores pero piensa que esconder la cabeza es suficiente. Entonces, aislarse en una isla es muy similar a esconder la cabeza, es muy similar a barrer la basura debajo de la alfombra. No, no, las cosas se confrontan. Cuando tenemos un problema lo tenemos que confrontar hasta solucionarlo. Y si el problema está ocasionado por terceros y no lo podemos solucionar, directamente nos tenemos que alejar del foco del problema porque si no el problema va a terminar consumiéndonos. ¿Y por qué, por qué nos tenemos que dejar consumir por las personas causantes de ese problema?, ¿por qué?, ¿a modo de qué?

 

Porque una cosa es ser víctimas porque no podemos escapar a esas ataduras y otra cosa es poner nosotras la cabeza en el cepo. No, jamás. El respeto por nosotras mismas, como mujeres, es aprender a decir basta, hasta aquí llegué. Porque me quiero, porque me respeto, porque soy una persona importante. Pero no importante desde el ego, desde la vanidad, desde el ser creída, no; importante porque puedo tender una mano a otros.

 

Y voy a repetir lo que dijeron muchos thetanes. Un gran maestro dijo alguna vez "No podemos tender una mano a nadie si nosotras no estamos de pie primero". Entonces yo tengo que ponerme de pie primero para poder ayudar a otros, a otras. Pero tengo que empezar por mí. Y no por egoísmo, por supervivencia y por coherencia, porque si no puedo ayudarme a mí misma no puedo ayudar a nadie.

 

Gracias por escucharme.

 


Sesión 30/11/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Yesenia

 

Seguía preocupada, seguía escuchando en su mente las voces de los etéreos aun habiéndolos desactivado mediante la red satelital. Visitó al profesor que llevó el caso de los etéreos para hablar del tema. Le recomendó sobreponerse a todo los pensamientos negativos y fortalecer su autoestima.

 

Sesión en MP3 (2.861 KB)

 

Entidad: Profundicé todo lo que es nanotecnología, el último nivel.

 

Mi profesor me dijo:

-Carmina Losada, nunca vi tanta voluntad.

-Gracias profesor -le respondí.

 

Por la tarde me encontré con mi amiga Estefanía Ardente. Fuimos a tomar algo.

Y le dije:

-Mi profesor me felicitó, pero tú no tienes idea de la cantidad de traumas que me han quedado por culpa de esos seres espirituales.

-Mira, Carmina -me dijo Estefanía-, yo pienso que no son seres espirituales, son peor que todo lo inimaginable. Durante generaciones, a lo largo de toda la historia de Términus, han invadido nuestras mentes, la mente de la raza. Ahora el tema se ha solucionado, ni siquiera hace falta usar cascos de protección para evitar esas ondas mentales malignas. Sé lo que has vivido, yo lo he vivido, seres de mi entorno lo han vivido, ¿pero quieres saber la ironía?

-Dime, por favor -pedí.

-Cuando se armaron los cascos de protección para que esas ondas mentales de los etéreos no nos causaran visiones de ver a familiares muertos, de sentir voces en los oídos, ¿sabes cuánta gente decía que esos cascos violaban su voluntad?, ¿violaban su libertad?, ¿violaban su libre albedrío? Entiendo que Términus es democrático, pero aquellos que no usaban cascos y los etéreos se metían en su mente no solamente podían matarse ellos sino matar a cualquier familiar, amigo o desconocido con el que se cruce por la calle, viendo en esa persona un monstruo debido a las ondas mentales de los etéreos. Entonces hay veces en que hay que dejar esa bendita democracia de lado y obligar a la gente que se proteja. Hace mucho tiempo atrás, en Términus hubo un virus.

-Lo leí, nosotras no habíamos nacido.

-No, esto que te hablo hace más de un siglo, más, casi dos siglos. Y había muchísima cantidad de gente antivacuna. ¿Sabes cuántos muertos hubo?, más de cinco millones de muertos. La mayoría por no vacunarse. Y que ahora se haya repetido el mismo tema por los cascos... Por suerte se logró poner una red satelital que filtra el concepto de los etéreos para que no invadan tu mente.

-La miré a Estefanía, y le dije:

-Te agradezco mucho por lo que me cuentas, porque coincides con mi manera de pensar, pero yo voy más allá: ¿Quién me quita ese trauma, quién me quita esos miedos interiores, esa falta de seguridad? ¿Quién me lo quita, qué hago? ¿Podemos inventar alguna máquina mental que contraataque a los etéreos?

Estefanía me dijo:

-Mira, mira, Carmina, tenemos ordenadores de primer nivel, podemos hacer milagros tecnológicos, pero enviar ondas mentales...

-Tú, por ejemplo -le comenté-, de la misma manera que yo estudié nanotecnología tú has estudiado ultrafrecuencia, y sé que también conoces de nanotecnología. ¿Con ultrafrecuencia especial, distinta, no hay manera de atacarlos?

-Por ahora no. Además, ese aparato de ultrafrecuencia tendría que orbitar por encima de la barrera protectora. ¿Y a dónde lo dirigiríamos, a la oscuridad? La oscuridad esa es tan o más vasta que el mismo universo, es como si quisiéramos atacar a un pez de esos que si te sumerges te muerden en medio del océano. No lo puedes ver, ¿cómo sabes cómo atacarlo?

-Está bien -le dije-, me olvidaré de eso. ¿Pero cómo, cómo soluciono esto?

-Mira, Carmina, yo tengo dos personas amigas, que son hermanos, gente grande, Justo y Máximo. Ellos son unos grandes estudiosos pero además tienen el don de la conversación y pueden orientarte.

-He conocido a Herminio Amarante, él hace viajes a nivel mental y dice que se ha contactado con los etéreos y que no lo condicionan.

-Me imagino por qué -me dijo Estefanía.

-A ver, dime, a ver si llegas a mi conclusión.

-Sé quien es Herminio Amarante, es como que él vive tratando de hacer viajes con su mente, y evidentemente hay una parte espiritual suya que viaja. Y es tan apasionado del tema que no le tiene miedo a los etéreos.

-¿Entonces?

-Entonces, Carmina, como los etéreos se alimentan de tus miedos, de tus visiones, de tu pánico, de tu trauma, cuando ven a un ser encarnado que no tiene ese tipo de miedos, no tienen herramienta para manipularlo.

-Claro. Para Herminio es fácil, pero no para ti ni para mí.

-Es verdad -dijo Estefanía-, no para nosotras, por eso se puso la protección. Es todo un tema.

 

Nos despedimos y al día siguiente me acompañó a ver a los hermanos Justo y Máximo.

Máximo no se encontraba bien por un episodio que había sucedido. Había un doctor que tenía problemas mentales quizá causados por los mismos etéreos y quería romper la barrera de protección para que los etéreos dominaran de vuelta toda la humanidad, y él y su gente usar cascos para ser los amos del planeta. Puso una nave en órbita alta para destruir los satélites. La propia Estefanía con ultrafrecuencia quiso inactivar esas armas pero estaban codificadas, y Máximo, el mayor de los hermanos, tuvo que disparar misiles a la nave donde murieron los tres astronautas que la tripulaban. Sus familias reciben créditos de por vida de parte del gobierno central. Pero la pérdida humana de un esposo, de un padre... Y Máximo asumió la responsabilidad. Y por eso es como que se puso una coraza y no quería conversar con nadie.

 

Hablé con Justo. Le digo:

-Mis traumas pasan a segundo término comparado con lo que le pasa a su hermano.

-Quédate tranquila, Carmina. Mi hermano tiene que razonar que si bien tuvo que, llamémosle sacrificar, a tres tripulantes salvó millones y millones de vidas de este mundo. Imagínate, Carmina, hace miles de años aquellos seres humanos que no denominaban la escritura, que apenas dominaban el lenguaje y vieran hoy operar y hacer trasplantes de órganos con luz sólida en un cuerpo abriendo un poquito el cuerpo para hacer ese trasplante, ¿cómo lo vería ese ser antiquísimo que no entendería nada de técnica? Pensaría que lo estaba matando. Entonces tenemos que entender que a veces para sacar un tumor tenemos que abrir un cuerpo. Muchos no van a entender: "Lo está lastimando, lo está cortando". No, le está salvando la vida porque le está extrayendo un tumor. Sé que es un ejemplo tonto, Carmina, pero en este caso el sacrificio de tres salvó a millones de millones, y el tumor fue extirpado. Lo lamento por los astronautas. Ese doctor, enfermo mentalmente, ya no existe. Nadie lo va a lamentar.

Lo miré a Justo y le dije:

-Pero si su hermano ha salvado a tantos millones, ¿por qué se siente mal?

-Porque si hubiera tenido más tiempo, tu amiga Estefanía hubiera logrado descifrar el código para que con la ultrafrecuencia desactivara las armas. Pero no hubo tiempo, ya iban a ser disparadas. No hubo tiempo.

 

En ese momento se abrió una puerta y apareció el hermano de Justo. Me saludó con una sonrisa.

-Tú eres Carmina.

-Sí. Nada más quería hablar, porque había quedado con muchos traumas.

-Todos quedamos con traumas. Y tenemos que entender que los mismos miedos que nos causaron durante una historia entera los etéreos también lo causa el buscar la aprobación de los demás, la traición de un amigo, de una pareja, el engaño, el pensar que uno no vale, que uno no sirve para hacer tal cosa o que uno no va a ser aceptado. Pero ese tipo de miedo se lo fabrica uno mismo.

-Claro, Máximo, pero usted la hace fácil. Yo ese tipo de miedo lo entiendo, no digo que sea fácil de dominar, pero todo lo que nos ha pasado, las visiones que tuve, esas voces en mi mente...

-Ya no las sentirás más.

-A veces siento que sí.

-No, es ese mismo trauma que te hace sentir algo inexistente. Ya lo etéreos no puede pasar esa barrera satelital. Si sigues escuchando o te parece ver algo, es una sugestión.

-¿Y qué hago entonces con mis traumas?

-Espera, no te adelantes, apreciada Carmina. Todo proceso es lento, no es un chasquido de dedos que 'tac', de un momento para el otro te explico como es y tú al día siguiente estás bien. Es un proceso y es un trabajo que se hace entre quien te conversa y tu propio ser. Tú también tienes que tener un trabajo interno porque eres una persona importante.

-¿Lo dice porque me felicitaron en nanotecnología?

-No no no no; tú no eres importante porque tengas el máximo nivel en nanotecnología o porque tu profesor te haya felicitado, porque me enteré. Tú eres importante por ti misma, por tu propia persona, por tu propio ser. Mientras tú no te convenzas de eso, ¿cómo vas a buscar la aprobación de los demás?

-Me alegro que me converse así, Máximo, pensé que estaba molesto por...

-No, no quiero tocar ese tema, ya lo he trabajado, ya me siento mejor. No tengo porqué tener culpa porque de verdad he salvado millones. Lo que pasa es que hay que trabajarlo. Una sola persona que uno lastime, una, ya es un cargo de conciencia, pero si uno ve que a su vez está salvando miles o millones debido a su acción, tiene que usar el sentido común. Lo que pasa es que no es hablar, Carmina. Yo analíticamente siempre usé el sentido común, si no no hubiera hecho lo que hice, pero después tengo que trabajar ese duelo.

-Pero entiendo que esos astronautas estaban a favor de ese doctor, de ese doctor enloquecido de poder.

-No lo sé. Quizá tenía amenazadas a sus familias.

-Bueno, ahora soy yo más lógica que usted, Máximo, porque por más que tuviera amenazadas a sus familias, si los astronautas dejaban sin efecto la protección sus familias hubieran sido atacadas por los etéreos.

-No, Carmina, porque quizá les prometió darles cascos de protección a sus familias, a sus conocidos y a ellos mismos aunque luego fuera mentira. Pero no hablemos de lo que pasó, hablemos de ti, Carmina. Hay algo que se llama resiliencia, que es sobreponerse a todo lo negativo, a todas las vivencias nefastas. Resiliencia. Acuérdate de mis palabras, Carmina, y ponlas en práctica.

-Disculpe que me tome la confianza. -Avancé y le di un abrazo.

-¡Je, je, je! -Sonrió Máximo-. Pequeña Carmina, nunca pidas disculpas por demostrar afecto, jamás pidas disculpas por brindarte a los demás. Y nunca dejes de hacerlo, porque la mejor recompensa es poder tender una mano al otro.

 

Me fui contenta. Y le agradecí a Estefanía Ardente el que me haya acompañado.

 

Gracias por escucharme.

 


Sesión 27/01/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Yesenia

 

La entidad relata una vida en Umbro, donde era maltratada por sus padres. Vivía acostumbrada e ello y resentida con todos. Pero soñaba, y su inocencia la llevó a creer en un sueño y el sueño se materializó. Después el sueño se la aprovechó y la dejó tirada. Afortunadamente tenía un amigo a quien odiaba.

 

Sesión en MP3 (3.672 KB)

 

Entidad: Encarné en un mundo muy hostil, le decían Umbro. Mi aldea era una aldea perdida detrás de la región de los lomantes, llamada Umala.

 

Mi padre, cuando yo era chica, le gritaba a mi madre:

-La culpa es tuya, has parido a Lena. Yo esperaba un varón, un guerrero y has traído una niña al mundo. Ni para eso sirves. -Y mi madre, en lugar de enojarse con mi padre, a medida que yo iba creciendo me gritaba a mí.

-Te tenemos que dar de comer, lo único que ocasionas son gastos. No haces nada de nada.

 

Y a medida que fui siendo adolescente empecé a lavar ropa en el arroyo para la gente de la aldea Umala, ganaba un metal cobreado por día, prácticamente nada. No digo que me adapté, hice algo peor, me acostumbré, me acostumbré a ser servil. Y dije servil, no servicial, eso hubiera sido bueno. Me acostumbré a agachar la cabeza, a bajar la mirada, a sentirme poca cosa.

El único que me hablaba era Ramiro, el carpintero, un muchacho moreno de buen cuerpo. Pero yo soñaba con algo más importante.

 

No estábamos en la zona ecuatorial, pero cada siete amaneceres en la plaza grande de la aldea había un pequeño teatro al aire libre, salvo los días de lluvia, y el actor principal interpretaba al caballero Lestal, que montaba en un enorme hoyuman blanco, y él con una armadura reluciente plateada y una tremenda lanza. Soñaba todas las noches con el caballero Lestal.

 

Recuerdo que una tarde el carpintero Ramiro me dijo:

-Eres la más bella de la aldea, apreciada Lena.

Lo miré con desprecio y le dije:

-¿Y qué?, ¿y qué?, si aquí no hay hombres.

-¿Y yo qué soy? -preguntó Ramiro. Lo miré con desprecio.

-¡Je, je, je!, eres un carpintero.

-Pero gano bien, hago muebles. Es más, reparo algunos techos de las casas... A veces me pagan hasta dos monedas de plata.

-¡Je, je, je! ¿Y eso te parece mucho? -Agachó la cabeza, se sintió humillado y se marchó.

 

Sentí más desprecio. Pero claro, yo no reparaba que apenas ganaba un metal cobreado y no todo el mundo me precisaba para lavar su ropa.

A veces en época de invierno cargaba leña, por un lado tenía todas las manos con callos, con durezas, el cuerpo me dolía. Pero a medida que iba siendo más grande me daba cuenta que mi cuerpo era fuerte.

Era un ejercicio involuntario, si se quiere, pero seguía soñando, soñaba permanentemente: ¡Ah! El gran Lestal.

 

Recuerdo que una mañana apareció un hombre montado en un hoyuman de cabellera rubia, mis ojos se sorprendieron: "¡Es un caballero!". No llevaba armadura, llevaba una ropa de cuero marrón y botas marrones. Su hoyuman era oscuro, pelaje marrón también. Ojos celestes.

Desmontó y justo me miró. Lo primero que hice fue ir hasta el pozo, llenar un cántaro y ofrecerle agua.

Me miró de arriba abajo, una mirada que no entendía y luego soltó una carcajada:

-¡Ja, ja, ja! Me ofreces agua, agua. Yo no bebo agua, bebo bebida espumante. Pero claro, lo único que tengo en mis bolsillos son metales dorados... En este pueblo donde todos pasan hambre, quién me va a cambiar metales dorados.

-En la taberna.

-¡Ja, ja, ja! No, no lo creo.

-Tú... Tú debes ser el gran Lestal. -El hombre me miró, sus ojos se iluminaron.

-Sí, soy él. ¿Cómo has sabido, mujer?

-Por tu porte. Lo que pasa que en las obras de teatro dicen que montas un equino blanco y vas con armadura.

-¿Armadura?, eso son leyendas. He recorrido todo Umbro, he peleado en mil batallas y mira, mira, ni una marca. No preciso armadura con mi espada. Mira mi espada, mira como brilla.

-Pensé que tenías lanza.

-¿Lanza?, para qué. ¿A qué he venido a este poblado?, a nada, a nada. ¿Quién me va a cambiar mis valiosos metales dorados?

Saqué de mi bolsillo dos metales cobreados:

-Toma, toma, caballero, es lo que puedo ofrecerte, es lo que tengo. -Los miró con codicia y los tomó.

-Te has portado bien, niña, con esto me tomaré una bebida espumante y luego seguiré mi camino. -Dejó su hoyuman en el abrevadero y marchó a la taberna.

 

Al rato salió:

-Muy bien, muy bien. Te has portado bien, niña, has ayudado al gran Lestal a que por lo menos en este pueblo mísero tomara una bebida espumante. Y ahora me marcho.

-¿Te vas? ¿Sabes las veces que he soñado contigo? -Se dio vuelta y me vio con otra mirada. Me miró de arriba abajo, y de repente con una sonrisa ladina me dice:

-¿Quieres dar un paseo conmigo?

-No tengo hoyuman.

-Mujer, te llevo en mi hoyuman. -Mi corazón latía más fuerte, yo cabalgando con el gran Lestal. Mucha gente del pueblo nos miraba, y yo orgullosa.

-¿Sabéis quién es?, es Lestal. -La gente se hablaba unos a los otros a los oídos murmurando y lo señalaban.

El hombre, con mirada de desprecio, los miraba a todos:

-No me quedaré aquí, yo recorro mundo. He conocido imperios, he conocido reyes, príncipes donde me han homenajeado. Llevo conmigo mis metales dorados. Ven tiende tu mano. -Le tendí la mano y me subió a su hoyuman-. Vamos a pasear. -Salimos del poblado Umala, entramos en un bosque.

-¿Así, mujer, que has soñado conmigo? Ven. Dejemos el caballo atado. -Cogió su equino, tomó las riendas y lo amarró a un árbol.

 

Me tocó, sentí como que me transportaba al cielo.

-Estás bastante rellena. ¿En serio que has soñado conmigo? Y qué soñabas, cuéntame.

-No puedo decirlo, me da vergüenza.

-No me digas que soñabas que yo, el gran Lestal, te besaba. -Me encogí de hombros.

-Sí...

-¿Y qué más?

-No, no, me da mucho pudor. -Me tomó y me acercó a su cuerpo y me tocó todo mi cuerpo.

-¿Acaso has soñado que intimábamos?, yo sé lo que estás pensando. ¿Cómo te llamas?

-Me llamo Lena.

-¡Mmm! ¿Quieres yacer conmigo?

-Oh, no... pero no me conoces.

-Pero el gran Lestal te puede hacer un favor. -Se despojó de sus ropas y me despojó de las mías, y sentí como que me transportaba junto con aquel que está más allá de las estrellas. Sentí como que era apasionado y estaba dentro mío. Pero duró nada. Luego fríamente se puso sus ropas-. ¿Qué esperas? Vístete. -Me vestí en silencio, estaba con muchísima vergüenza-. Ahora ya tendrás un recuerdo, no un sueño. Sabrás que el gran Lestal te poseyó y ya no será un sueño, será verdad -asentí con la cabeza.

-¿Te quedarás?

-¿Qué? ¿Adónde me voy a quedar? Yo no me quedo en ninguna aldea, yo recorro el mundo, porque soy del mundo.

-¿Te puedo pedir un favor?

-¿Qué quieres ahora?, ya te hice el favor.

-¿Me puedes dar un metal dorado para que se lo dé a mis padres y les muestre que yo también valgo? -Me miró con una mirada rara.

-¡Ja, ja, ja! Mujer, ¿cómo era que te llamabas?, ¡ah!, Lena. ¿Por qué no piensas antes de hablar?, piensa, o acaso me estás cobrando el que yo te haya hecho un favor.

-¡Oh! No no no no, mi caballero, no no no, era nada más para mostrarles a mis padres que el gran Lestal me dio una moneda dorada.

-¡El pueblo entero me tendría que pagar a mí solamente por haber estado y que puedan decir durante cientos de amaneceres que el gran Lestal estuvo en una aldea perdida! Y me marcho. Me siento ofendido. El hecho de que me hayas pedido un metal dorado te hace pensar que tú vales más que yo y que me estás cobrando por haberte hecho el favor.

-No no no, nunca quise decir eso.

-Lo has pensado. Pero las mujeres no tienen que pensar, tienen que servir. -Azuzó su hoyuman y se marchó al trote.

-¡Tengo que volver al poblado!

-Mujer, camina, te va a hacer bien. -Y se alejó.

 

Ya era de tarde y me marché para el poblado. Cuando llegué no había gente en las calles, sólo estaba Ramiro, el carpintero.

-¿De dónde vienes?

-Qué te importa, métete en tus cosas.

-¿De verdad te has creído que ese vividor era Lestal?

-Por supuesto que era Lestal, ¿no has visto su caballera rubia, sus ojos celestes?

-Y vi que encima le diste dos metales cobreados, dos días de trabajo tuyo.

-Pero qué te importa, él tenía la alforja llena de metales dorados.

-¿Ah, sí?, ¿has visto alguno, te ha mostrado alguno?

-Qué insolente que eres, ¿un caballero le tiene que mostrarle a una aldeana un metal? Pero fue gentil conmigo.

-¿Perdón? -exclamó Ramiro-, ¿gentil?, gentil, ¿cómo?

-Me trató como a una mujer.

-¿Qué ha pasado entre ustedes?

-Eso son cosas mías.

-Qué ingenua que eres, qué ingenua, pobre Lena.

-¿Pobre? Pobre eres tú, un muerto de hambre, nunca conocí a tus padres.

-Mis padres murieron, los asaltaron en un camino, yo quedé huérfano de niño y tuve que ganarme la vida. Ahora tengo una casa grande de dos habitaciones y encima tengo la carpintería. Todo eso lo hice yo solo, y me siento orgulloso. Ni siquiera el herrero del poblado tiene una casa como la mía. No me ofende tu desprecio, Lena, no me ofende. Para nada. -Me encogí de hombros y me marché.

22:43

Tenía que seguir cargando leña, pero el cuerpo me dolía, me dolía mucho. En realidad Lestal no había sido tan gentil, había sido un poco bruto al poseerme. Y fue raro porque por las noches soñaba, pero no soñaba con el hombre que... que me poseyó en el bosque, soñaba con un jinete con armadura plateada en un hoyuman blanco, con una lanza de tres líneas de largo.

Y me puse a pensar en las palabras de Ramiro: "¿De verdad te has creído que ese era Lestal? ¿Te lo dijo él?".

Y me di cuenta de que cuando le alcancé el cántaro con agua, yo le dije "Tú eres Lestal", él no lo dijo en ningún momento. Y es cierto, nunca le vi sus metales dorados.

 

Pasaron los amaneceres y me di cuenta de que no tenía mi periodo, había quedado embarazada del desconocido. Y me puse a llorar, llegué hasta el arroyo y lloraba desconsoladamente.

Escuché unos pasos detrás de mí y me di vuelta, y me sorprendí, era Ramiro.

-¿Qué te pasa?

-Nada que a ti te incumba.

-Dime qué te pasa, queda entre nosotros. -Me quebré, y le tuve que decir.

-Estoy embarazada, mis padres me van a echar de la casa. En el poblado nadie me va a querer. -Lloré desconsoladamente y Ramiro me abrazó, lloré en su hombro-. ¿Qué hago, qué hago?

Ramiro me tomó del mentón y me dijo:

-Cásate conmigo. -Me sobresalté.

-¿Por qué habría de hacerlo?

-Les diré a todos que el niño o niña es mío. -Me separé a una línea de él y le miré a los ojos, pero no con animosidad sino con sorpresa.

-¿Harías eso por mí?

-Lena, siempre te he amado a pesar de tu desprecio, claro que haría eso por ti. Ven, vamos a hablar con tus padres.

-No.

-Vamos, hazme caso.

 

Hablé con mis padres, tomé de la mano a Ramiro.

-Les tiene que decir algo -habló Ramiro.

-Estoy enamorado de vuestra hija y me voy a casar con ella. -Mi padre lo miró con desprecio.

-¿Acaso piensas que te vamos a dar alguna dote?

-No preciso nada de ustedes, yo gano bien. Ahora estoy ganando más de cinco metales plateados por día. -Se notaron en los ojos de mi padre la codicia.

-¿Y te acordarás de tus suegros?

-Primero díganme si aceptan que yo sea su yerno.

-Claro que aceptamos, desde ya que sí. ¿Y tienes muchos metales guardados?

-Los tengo como para hacer una pequeña fiesta, que toda la aldea Umala se entere.

Mi madre lo tomó de la mano:

-Bienvenido hijo. -Y lo abrazó. Los miré con desprecio, no les importaba Ramiro, les importaba los metales que ganaba con su trabajo.

 

Hicimos una fiesta, nos casamos, y cuando me llevó a su casa vi que era muchísimo mejor que la de mis padres.

Lo primero que me dijo:

-Respetaré tus tiempos, puedes dormir sola en la habitación, yo dormiré en la sala.

 

Y así pasaron como siete u ocho amaneceres. Y me puse a llorar y me di cuenta lo injusta que fui.

La octava noche lo llamé:

-Ramiro, ven a estar conmigo.

-Sólo si tú lo quieres, sólo si tú lo quieres, Lena.

-Sí.

 

Y estuve con Ramiro. Y me di cuenta lo distinto que fue a aquel desconocido, me trataba con dulzura, con cariño, respetaba mis tiempos. Y me di cuenta que Ramiro, el carpintero, era un verdadero señor, era mí señor, el padre de la criatura que estaba gestando.

 

¡Qué lección aprendí! Yo que vivía prejuzgando, mal aprendida por mis padres...

El único que me enseñó fue Ramiro, quien se transformó en el gran amor de mi vida.