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Psicoauditación - Josep

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión del 21/11/2007

Sesión del 02/06/2011

Sesión del 27/07/2011

Sesión del 08/06/2012

Sesión del 08/06/2012-2

Sesión del 11/12/2012

Sesión del 14/06/2013

Sesión del 21/08/2013

Sesión del 10/02/2015

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Sesión del 21/11/2007

Médium: Jorge Raúl Olguín.

Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep.

La entidad reflexiona acerca de temas que pueden ayudar a su parte física a seguir brindando a los demás aunque a veces no se consiga satisfactoriamente aun por causa de ellos mismos. Sugiere que el sufrimiento proporciona mejor aprendizaje que el goce y que el dolor es el mejor maestro.

Sesión en MP3 (2.367 KB)

Entidad: Estoy comunicado con el plano físico.

Muchas veces el ser encarnado, cuando el canalizador se contacta con el Yo Superior de este ser, este se pregunta cómo puede identificar si es el Yo Superior correcto. ¿Cómo puede ser que apenas con los datos de la ciudad y el país se pueda contactar al thetán de ese ser? Y la explicación es mucho más sencilla de lo que el común denominador piensa: el médium directamente intenciona al thetán de ese ser que le está dando los datos, y además, como el receptáculo está envuelto en Luz no hay ningún riesgo de que una entidad obscura pueda entorpecer la canalización.

 

Como entidad espiritual no me creo ningún dechado de virtudes. Soy una entidad que está en la búsqueda, soy una entidad que quiere crecer, soy una entidad que ha vivido distintas vidas, vidas en las que he rescatado en la zona norte de Europa la quema de libros irrecuperables. Y todo es una experiencia, experiencia que puede afectar el trato con el entorno, engramas para poder integrarme con algunas personas, no ser entendido como 10% por todo el mundo. Pero por otro lado es lógico que así sea, porque yo mismo como entidad espiritual no conceptúo con todas las entidades que me rodean. Y si bien uno busca -porque es el anhelo- poder debatir sanamente con todos aquellos seres espirituales que deseen intercambiar conceptos, uno va a ser más afín a unos que a otros. Y no tiene por qué sembrarse engramas por ello, para nada. ¿Por qué? Porque no es cierto que todos los espíritus seamos iguales, así como vosotros en el plano físico no sois iguales tampoco.

 

Si bien en este último tiempo mi 10% ha trabajado en el don de la paciencia, en el del conocimiento, en el don de poder echar un vistazo dentro suyo, es como que el camino todavía está recorrido en un pequeño porcentaje, y el mismo aprendizaje tiene que ser el aval -o el entusiasmo- para seguir recorriendo el camino. ¡Ay de aquellos que han aprendido algo y se dan por satisfechos! ¡Ay de aquellos que se dan por conformes! ¿Quién les ha puesto en la cabeza que la curiosidad es negativa? La curiosidad no es apego, es simplemente el querer saber qué ciencia tenemos, qué somos, cuál es nuestra actitud, cuál es nuestro rol. 

 

No es mi intención en esta pequeña charla, en este pequeño diálogo a través de este receptáculo que simplemente se presta, debatir sobre diversos temas. Tampoco es mi intención repasar alguna vida, no ahora. Ahora es poner los puntos... como que deseo sacar a la superficie ciertas dudas que ya van dejando de ser.

Mi 10% sabe que ha desarrollado su intuición. Esta intuición ha contribuido, en alguna parte, a logros. Pero inconscientemente, mi 10% es como que a veces tiene temor a profundizar en algunos temas, por descubrir que cierta verdad podría condicionarlo. Pero en realidad -y no porque yo crea que soy un espíritu sabio- es que lo único que nos condiciona es el ego, esos benditos roles que nos afectan de una manera tan grande.

 

Mi 10% desea ayudar a otras personas de su entorno y a veces es como que se siente que no puede abarcar todo. Es que en realidad, si nosotros, como entidades espirituales estamos limitados, ¿cuánto más limitado está un 10% encarnado? No se puede revertir todo de golpe porque sí, porque hay seres del entorno que tienen problemas, capaz provocados por ellos mismos por ineficacia, por capricho, por malas elecciones, por opciones que no tomó, por negligencia, por desidia o por esperar un proyecto mejor. No tenemos en el plano físico mil manos para tapar mil grietas que se van haciendo, apenas podemos tapar una. Pero que nadie nos cree complejos de culpa si no podemos hacer más de lo que dan nuestras fuerzas, porque sería... estar en el aire.

 

Es distinto arrastrar engramas que arrastrar roles del ego, los engramas es como que pueden disimularse más. Aparte, a diferencia de los roles del ego, permiten que una entidad pueda estar en un plano Maestro o en un plano de Luz porque su condicionamiento es más sutil y no va a densificar al espíritu. El engrama se graba a nivel conceptual, tan profundo, tan profundo que a veces la parte espiritual no se da cuenta hasta que se lo transmite al 10%, y este lo potencia luego repitiendo escenas de otras vidas. ¡A cuántos les ha pasado!

 

No es fácil aceptar las experiencias positivas de distintas vidas aunque estas hayan sido obscuras, en ese momento nefastas, en ese momento causando emociones dolorosas, en ese momento haciendo sentir al rol pequeñito. Pero no lo expreso yo como ser espiritual, lo he conceptuado de muchísimos seres espirituales que se aprende más del dolor que del goce, y más en el plano físico, mucho más en el plano físico. En el plano físico se aprende perfectamente del dolor, el dolor es el "maestro" más importante. Eso no significa que aquel que lo sufre sea un "buen alumno", porque en distintas vidas he conocido a infinidad de espíritus –algunos han vuelto a encarnar y hoy son thetanes y yo los contacto- que se han ido con más karmas de los que han traído y que han bajado de nivel en lugar de subir y que no han aprendido nada, todo lo contrario, se han "olvidado" de lo que han aprendido. Entre comillas, porque el espíritu no olvida nunca, el que olvida es el ser encarnado. Por eso cada vida es un nuevo aprendizaje que se va incorporando a uno, que es la esencia espiritual que está en el plano suprafísico que le corresponde.

 

Hubo muchas vidas donde uno, como entidad espiritual, ha hecho cosas buenas, donde ha disfrutado, donde ha gozado, donde no ha tenido trabas, donde ha encontrado el amor, donde no ha sido engañado y donde ha tenido una larga y próspera vida. No es todo queja. Aparte, es muy triste conceptuar con una entidad que su carta de presentación es la queja y el lamento, porque el ego le produce una ceguera tan grande que le impide ver los momentos de placer, pequeños, no importa, pero que los tiene.

Entonces, no es sencillo sopesar -como si uno, cómo espíritu, tuviera esa balancita con los dos platillos- y sopesara en un platillo lo bueno y en el otro platillo lo malo, a ver lo que pesa más, porque aparte no son pesos iguales. La emoción dolorosa tiene una medida y el goce tiene otra medida. Es como si quisierais comparar centímetros con pulgadas o grados Celsius con grados Fahrenheit; aquí no se trata de hacer conversiones, se trata de ver a qué le saca uno más provecho.

 

Lo que busco transmitirle a mi 10% es darle la posibilidad de que no pierda el empuje, que lo tiene. Y que la curiosidad -como dije antes- no es algo negativo. Estamos hablando de la sana curiosidad de querer aprender en profundidad, no ser simples seres que se levantan únicamente para respirar y moverse. Se trata de vencer los miedos, de despertar las curiosidades, de entender que podemos tender una mano a otros pero que no podemos tapar todas las goteras, que las cosas las tenemos que hacer de a una y que no somos los salvadores de todos. Pero tampoco está mal que nos planteemos dudas, tampoco está mal que por momentos estemos en crisis, que por momentos no encontremos la salida, porque no deja de ser un sano cuestionamiento donde uno se pregunta el por qué, el cómo, el para qué y el cuándo. Es como que de alguna manera la persona está nadando hacia la superficie, es porque en ese momento el espíritu busca asomar la cabeza a la luz. Lo grave sería si nunca nos cuestionásemos nada. Avasallemos las dudas, no se trata de cuidarnos de lo que hablamos o pensamos, se trata de ser fluidos en nuestro diálogo. Pero tampoco se trata de pasar de la prudencia a la pedantería porque tampoco sería equilibrio. Debemos ser medidos en el hablar. Sois vosotros que decís en el plano físico que el ser humano es amo de su silencio y esclavo de sus palabras. Entonces, cuidado con lo que hablamos, pero no significa que no hablemos. Yo no creo en el refrán vuestro "El silencio es oro", yo creo que la palabra es oro, una palabra bien expresada, una palabra que enseñe. Pero la palabra tiene que ser medida.

 

Va a seguir habiendo cambios en mi 10% encarnado porque va a seguir habiendo cambios en mí, como thetán, porque soy optimista y los cambios proclamo que tienen que ser para mejor. ¿Que puedo equivocarme?, a cada segundo. Creo que aquel que no se equivoca es porque no proyecta, es porque no transforma su pensamiento en acción. ¿Que somos falibles?, permanentemente lo digo y lo admito. Pero también digo que esa falibilidad nos tiene que inyectar esa fuerza para cada día crecer más.

 

Nos recibiremos de sabios. Yo creo que la sabiduría tiene que ver con la actitud, de cómo manejamos ese conocimiento que tenemos en función de brindarnos a nosotros mismos y a los demás de la mejor manera posible. Mucha gente critica la ley del menor esfuerzo y yo critico la hipocresía de esa gente. Y no soy un espíritu crítico, soy un espíritu que tiene avidez y quizás algunos engramas con algunas inseguridades todavía no resueltas, pero con muchos avances. Y eso es lo que me va a dar ganas. ¿Qué más puedo pedir? ¿Qué más?

 


Sesión del 02/06/2011

Médium: Jorge Raúl Olguín.

Interlocutor: Karina.

Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep.

Relató una vida en Judea donde pese a ser de familia judía bien situada siguió durante un tiempo al Maestro Jesús y tenía como amigo a Juan. Disentía con la religión imperante en su pueblo pese a formar parte de ella por presiones del entorno.

Sesión en MP3 (4.048 KB)


            Jorge Olguín: Estamos reunidos con Karina, vamos a canalizar al thetán de Josep para que relate una vida pasada, donde pueda sacar a la luz pensamientos, sentimientos, ideas, lo que fuera necesario como para que incluso descargue engramas no resueltos. Comenzamos.

 

Interlocutor: Bienvenido...

 

Entidad: Bueno, muchas gracias.

 

Interlocutor: ¿Cómo te encuentras?

 

Entidad: Bien por un lado. Y por otro lado ya sé la vivencia que voy a recordar y relatar. Y me trae sabor agridulce...

 

Interlocutor: ¿Quieres comenzar primero por eso que te resulta positivo? ¿Qué cosas consideras por las que te va bien?

 

Entidad: Que siempre he sido leal con la gente que he querido y que me ha querido. Y esta vida que relato sucedió en Judea hace aproximadamente dos milenios. Mi nombre era Jaime y mi padre era integrante del Sanedrín.

En mi caso, yo era muy respetuoso de la religión pero tenía mis propias ideas, mi propia manera de pensar...

 

Interlocutor: ¿Te animabas a expresarlo?

 

Entidad: No, mi padre era muy severo y madre no podía opinar. Mi hermana Raquel tampoco podía opinar. En casa comíamos con padre –padre se llamaba Samuel- y terminábamos de comer y recién comía mi madre con mi hermana. Digamos que ellas, prácticamente, no podían opinar sobre nada de lo que pasara o dejara de pasar. Y de alguna manera fui educado así aunque mentalmente disentía con todo ello. Pero padre era una figura respetada y siempre evité contradecirlo, primeramente, porque nunca me gustó el conflicto, ni siquiera la hipótesis de conflicto. Madre era sumisa aunque yo sabía –porque podía percibir en su mirada- que era muy sufrida, muy, muy sufrida.

 

Interlocutor: ¿Qué es lo que más te pesa de esa vida?

 

Entidad: Que si bien, padre -desde cuando yo era niño- no me elegía los amigos, a casa venían gente que estaban dentro de su núcleo, hijos de los Doctores...

 

Interlocutor: De su condición socio económica, diríamos.

 

Entidad: Sí. Pero a mí me gustaba andar por el poblado. Me hice amigo de los hijos de la familia Zebedeo, de Santiago y de Juan. Santiago era más bien callado, reservado, de mirada noble, pero es como que guardaba muchas cosas, como que tenía dentro suyo una insatisfacción, podríamos decir. En cambio, Juan, el menor, yo le llevaba casi tres años, dos años y algo; era dos años y medio mayor que Juan.

Juan era distinto, era como que sus ojos no enfocaban en un punto. Él hablaba, se expresaba, se frotaba las manos y miraba hacia todos los lados. Se entusiasmaba con cosas que quizá nadie le daba importancia.

Comentaba: -Jaime, el otro día estábamos en la barcaza y pescamos cuatro peces grandes. Y no sabes qué alegría... -Y se frotaba las manos.

Y yo digo "Pero no lo entiendo a este joven, ¿qué tiene el pescar cuatro peces grandes?, es algo común".

Y él lo tomaba como si fuera algo extraordinario, un espectáculo fuera de lo normal.

Mientras él se expresaba, su hermano Santiago lo miraba y sonreía, pero siempre con esa mirada profunda, perdida, que estaba en otro lado y que uno querría descifrar.

Y fueron pasando los años. Y dentro de todo yo tenía libertad para ir de un lado al otro si bien tenía que ir al templo y hacer mis oraciones. Pero me sentía como incómodo porque las escrituras hablaban de un dios vengativo, un dios al que había que temerle, un dios al que había que amar obligatoriamente. Y era algo que estaba en contra de mi interior, no sé cómo...

 

Interlocutor: ¿De tu percepción, quizás?

 

Entidad: No de mi percepción sino de mi sentir podría decir, y no tenía con quién conversarlo. Y Santiago es como que se escondía en sí mismo. Entonces, a veces, salíamos a caminar con Juan y la gente del poblado nos miraba porque la ropa de Juan era humilde, familia de pescadores. Yo iba mejor vestido, hasta mi calzado era distinto... jamás me ibas a ver en sandalias. Mi ropaje, se notaba que era hijo de alguien importante, pero yo trataba incluso de sacarme el lazo del cuello y tener la camisa abierta, estar más informal, pero de todas maneras se notaba mi cabello lavado, cortado en los costados, el gorro sobre la cabeza... pero a Juan no le importaba y él intercambiaba ideas conmigo y pensaba igual que yo.

Él decía: -Nuestro Dios es un ser tan maravilloso... Y algún día tengo el anhelo de que aparezca en persona.

Y yo me reía, porque le decía: -Juan, Dios no se aparece en persona, Dios es Dios...

            Y fueron pasando los años y es como que padre me obligaba a estudiar más y más. Y no sé, el Pentateuco era algo que no me terminaba de cerrar en mi concepción.

Cuando cumplí dieciocho años Juan me dice: -He encontrado al Señor.

-¿Cómo has encontrado al Señor?

-Sí, ¿te acuerdas cuando éramos más chicos que hablábamos de que Dios iba a aparecer en forma humana, en un hombre?

-Sí.

-Y ha aparecido.

-¿Pero qué dices?

-Ahora, a la tarde, hacemos una pequeña reunión en las afueras del poblado. -Y le dije que iba a ir.

Padre estaba ocupado en su mundo. Me vestí lo más informal que pude y lo vi: Era un hombre de poco más de treinta años, con una barba, cabello castaño. Y hablaba.

Y yo escuchaba su mensaje, yo prestaba atención a lo que él decía: -De verdad, de verdad os digo, que el reino de mi Padre no está aquí y que vosotros podéis llegar a Él a través mío, porque quién me ve a mí, ve al Padre.

Y luego, hablaba con Juan y le decía: -¿Cómo se llama?

-Es mi Maestro. Se llama Jesús.

-¿Pero por qué dice que si lo miro a él, veo al Padre? Él habla de Dios, porque yo lo miro a él, no veo al Padre. No entiendo.

-Pero él es Dios.

-No, él no es Dios.

-Sí, Jaime, él es Dios... Él ha venido y ha nacido a través de su mamá María.

-Pero él es un hombre, míralo, es un ser humano.

-Sí, pero es Dios...

-Juan, Juan, no te ciegues...

La cuestión es que con el correr de los días fui a distintas reuniones -cuando padre estaba ocupado en su mundo, en su Sanedrín- y me conquistaban sus palabras. Pero dentro de las personas que había él tenía doce que lo seguían a todos lados, entre ellos el pequeño Juan y Santiago y Judas y Tomás y Marcos y Felipe.

Pero Felipe lo criticaba: -¡Muéstranos a Dios! ¿Por qué no lo muestra a Dios? ¿Dónde está el rostro de Dios?

Y yo le decía a Juan: -Yo no soy un seguidor de tu Maestro, pero sus palabras me llegan a mi corazón. Y Felipe, que está con vosotros, ¿por qué lo critica?

-No, no lo critica...

-Mira, Juan, no está en mí sembrar discordia, pero Felipe lo critica.

Y es cierto que lo criticaba: -¿Por qué únicamente a través tuyo se puede llegar al Padre? ¿Por qué no cualquiera puede llegar al Padre? ¿Quién eres tú, más que los demás?

Y Jesús no le respondía, Jesús sonreía, y lo único que decía: -De verdad os digo, a través de mí veréis al Padre. A través de mí llegaréis al Reino de los Cielos.

Y sin tener una gran inteligencia o quizá porque era mayor que Juan le explicaba a Juan lo que quería decir Jesús.

-Juan, él no es Dios porque dice "Mi Padre", se refiere a Dios como otra persona, como a otro ser, quizás una esencia, quizás algo... Y cuando él dice "A través suyo", lo que quiere decir es que escuchando su Palabra, haciendo acciones de bien, ayudando a otros, eso quiere decir que de esa manera se llega al Padre. Pero Felipe no lo entiende. Y tampoco entiendo yo cómo lo tiene entre sus seguidores. Entiendo que es magnánimo, entiendo que vuestro Maestro es un ser especial, ¿pero por qué tiene tanta paciencia con quienes lo critican?

-No, pero no lo critica, tiene dudas. Pero está bien que tengan dudas, justamente las dudas están para disiparlas, Jaime.

-Claro, tal vez porque seas un pequeño que tiene casi dieciséis años, no sabes distinguir entre la duda y la crítica. Me da la impresión como que Felipe mismo lo vive criticando y es como que cuando el Maestro no está y os juntáis vosotros, él habla del Maestro delante vuestro y les siembra dudas en sus mentes.

-Pero Jaime, ¡él ha hecho milagros!

-Pero Felipe no lo cree, Felipe duda: "Yo no vi nada", dice. Incluso Tomás también duda. Tomás dice: "Yo tengo que ver para creer y yo no he visto nada".

-Pero yo sí lo he visto.

-¿Qué has visto, Juan?

-Lo he visto caminar sobre las aguas en una tarde de tormenta, la barcaza se estaba hundiendo. He visto que de repente en una bolsa había cientos de panes y de repente nos hizo tender una red y estaba con decenas y decenas de peces siendo que horas antes la red estaba vacía.

-¿Y qué dice Felipe a ello?

-¡Qué casualidad que la marea trajo a los peces!

-Y de los panes, ¿qué dice?

-Que los había traído escondidos.

-Y Tomás, que está con Felipe, ¿qué dice?

-Dice lo mismo.

-Pero entonces, son escépticos del Maestro...

Y así pasaban los días y yo, de alguna manera, veía esa ilusión en los ojos de Juan y, de alguna manera, es como que...

 

Interlocutor: ¿Te contagiaba, de alguna forma?

 

Entidad: Me contagiaba su entusiasmo. A veces, no comprendía tanta devoción que tenía por su Maestro. Y si bien no era mi Maestro, porque no tenía diálogo con él en forma directa, pero sus palabras llegaban a mi corazón de verdad. Y lo que él decía era Amor, Amor puro, era un lenguaje de Amor.

Fíjate que contradicción, ¿no?, que un día falté a una de las reuniones porque mi padre me obligó a ir al Sanedrín y leían la Biblia y contaban episodios de reyes y los episodios que contaban eran de violencia, eran de venganza, eran de muerte y tenía que poner todo mi esfuerzo para poner un rostro imperturbable. Y no hablaba de sonreír porque ya hubiera sido hipócrita si sonreía, y el Maestro de Juan decía que los hipócritas no iban a ir al Reino de los Cielos. Entonces no reía, pero tampoco podía –por temor a mi padre- poner cara de repugnancia de escuchar esas estrofas...

 

Interlocutor: ¿Vacías?

 

Entidad: ¡Dañinas! No vacías, dañinas, completamente dañinas.

 

Interlocutor: Si hoy volvieras a esa vida que nos estas relatando, ¿qué harías distinto?

 

Entidad: Siempre lo pensé -como thetán- de haberme unido a los apóstoles, pero de alguna manera, es como que hay algo que se llama costumbre a una forma de vida. Y de alguna manera es como que lo amaba a mi padre a pesar de no estar de acuerdo con sus ideas. Y amaba a mi hermana Raquel, a mamá... Es como que los hubiera tenido que dejar. Al Maestro Jesús no lo entendían cuando él decía: "Aquel que me siga, capaz que se pondrá en contra de su padre". Pero no se trataba de que el Maestro incitaba a ninguna violencia sino que las ideas iban a ser absolutamente distintas. Y esto me pasó a mí en el rol de Jaime. Yo estaba en contra de mi padre, estaba en contra de sus ideas, estaba en contra de La Ley; había entendido lo que era el Amor, había entendido lo que era el poder ayudar a otros...

 

Interlocutor: ¿De qué manera modificó tu vida el encuentro, la amistad que tenías con Juan y los encuentros con Jesús?

 

Entidad: A ver, no la modificó en lo cotidiano, la modificó en mi manera de ser: valoraba la mujer, su valía, su importancia, su don, su valentía. Valoraba tanto al rico como al pobre, despreciaba al mezquino, pero no lo despreciaba señalándolo sino que directamente buscaba apartarme de ese tipo de gente. Entendí lo que era amar de verdad, no sacar ventaja del otro, sembrarse uno en el corazón del otro y el otro en el corazón de uno: no sembrar, sembrarse. Y de esa manera cosechabas amor en el corazón del otro. Entendí eso.

 

Interlocutor: ¿Qué te gustaría hacer en tu encarnación actual? ¿Qué crees que te queda como asignatura pendiente? Si es que te queda alguna, ¿verdad?

 

Entidad: Seguir sembrando. Seguir sembrando en lo que mi 10% desee. El sembrar no siempre se cosecha, pero -como dijo el Maestro hace dos mil años- siempre va a crecer, va a germinar una plantita.

Fíjate que estrechamos lazos con Juan. Él era como un confidente, yo era un confidente para él, también. Traté de evitar hablarle de Felipe, hablarle de Tomás, porque él tenía aprecio por todos. Y a veces me hacía un nudo en la garganta de ver cómo despreciaban, en el fondo, las palabras del Maestro. Creían en él y por momentos es como que ponían un pequeño palo en la rueda de la carreta, como gozando si la carreta volcase. Entonces, yo pensaba "¿Lo siguen al Maestro? ¿Les interesa la palabra del Maestro o le están buscando la menor falla al Maestro para criticarlo?".

Pero no le podía decir eso a Juan día tras día porque lo veía tan entusiasmado no sólo con su Maestro al que le tenía una tremenda devoción sino también amor a los demás apóstoles.

 

Interlocutor: ¿Tuviste la oportunidad, luego de esa encarnación, de tener algún tipo de conversación con el Maestro?, ya sea en el plano espiritual o no.

 

Entidad: No, en esa vida no tuve una conversación con el Maestro sino que he presenciado muchísimas de sus charlas y me he llegado a emocionar -porque soy muy sensible en cada rol-, me han caído las lágrimas y el Maestro me ha mirado y se ha sonreído, sonreído en el aspecto de decirme "Estoy contigo... estoy contigo". Y eso, para mí, fue más que maravilloso el que me diga eso. Y me envaré porque alguien me abrazó y era Juan, a mi izquierda. Y él también me dice: -Yo también estoy contigo. Y le toqué la mano a Juan, que me abrazaba con una mano en mi hombro derecho y otra la apoyaba en mi hombro izquierdo y con mi mano derecha le toqué la otra mano en mi hombro izquierdo y me sentí como contenido. Y le dije: -Esto me lo voy a llevar hasta el último día de esta vida.

Y Juan me dijo, con su inocencia de juventud: -Y seguramente de otras vidas también.

Y lo miré y entendí que era un mundo pasajero y que en ese mundo veníamos a sembrar, como el mayor Sembrador que lo tenía enfrente mío: Jesús.

Cuando se terminó la charla, el Maestro me mira, me hace un gesto con la cabeza y con mi pudor me sonrojo porque mi pudor era porque no quería que supiera de qué familia venía, porque mi padre era lo opuesto. En el Sanedrín hablaban de perseguir a los revoltosos, a los agitadores… y Jesús estaba entre ellos. Mirad que si se llegaba a enterar de que yo participaba en las reuniones, ¡el castigo que hubiera recibido! Pero no lo supo nunca.

Y cuando termina la reunión, Juan me acompaña y me dice: -Te dejo aquí, a mitad de camino, así tu familia no nos ve juntos.

-¿Pero tú sabes quién es mi familia?

-Sí.

-Pero…

            -No, no, está bien –me dice-, está bien. Es tu familia, le debes respeto, pero sé que ese respeto no quita el amor que sientes por todos nosotros.

Pero ya me habían ordenado para que participe del Sanedrín y era algo que no me gustaba, pero era el mandato familiar y no podía hacer otra cosa. No podía hacer otra cosa, de verdad, y no sabía cómo salir de esa encrucijada.

Y como si Juan me leyera la mente, con su ingenuidad y su sabiduría me dice: -Yo sé lo que pasa, pero quédate tranquilo, lo importante es lo que tú sientas. Y lo que te obliguen a hacer trata de hacerlo de la mejor manera posible y sin dañar a nadie. Aquí somos efímeros.

Nunca más participé de una reunión, me dolió mucho cuando me enteré –tiempo después- lo del Maestro, lo de la crucifixión. El mismo Sanedrín, obviamente yo no participé, ese mismo Sanedrín es el que lo aprendió, el que lo llevó ante los romanos. Ese mismo pueblo es el que prefirió dejar libre a Barrabás, el que condenó a un supuesto agitador que lo único que sembraba era Amor. Y sentí vergüenza ajena, pero con la conciencia tranquila de sembrar otra cosa.

Me casé, tuve dos niños…

 

Interlocutor: ¿Cómo se llamaban?

 

Entidad: Juan y María.

 

Interlocutor: Fuiste un buen padre, me imagino.

 

Entidad: Fui un buen padre. A mi esposa, Rebeca, la traté como a una dama. Comíamos todos juntos, lo que no sucedía en ninguna otra familia judía. Fui un buen padre, un buen esposo. Tuve una pequeña fortuna y he ayudado a mucha gente pobre. Fui querido, nunca me metí con el ejército romano -colaboraba obviamente- para que no se metan con mi familia…

Muchos años después, por lo menos una década después, una vez más me crucé con Juan…

 

Interlocutor: Cuéntame qué sucedió.

 

Entidad: Ya tenía él veintiocho años, yo pasaba los treinta, casi treinta y uno. Me reconoció. Le reconocí. Me preguntó qué hacía.

-Trato de enseñarle a mis hijos las enseñanzas de aquel Maestro que tú tanto amaste y que yo tanto respeté. ¿Y tú qué haces?

-Trato de difundir el mensaje que dejó mi Maestro.

Nos dimos un abrazo, nos dimos la mano y le pregunté: -¿Te volveré a ver, Juan?

-Sí, no tengo duda.

-¿Cuando?

-En algún tiempo.

-¿Aquí?

-No, no creo, pero en algún tiempo.

-Y cómo nos trataremos, ¿como ahora?

-Como hermanos.

Y sentí como un vuelco en el corazón cuando dijo esta palabra, porque no hace falta nacer del mismo vientre para ser hermanos, no hace falta. No hace falta.

Gracias.

 

Interlocutor: Realmente es emocionante lo que acabas de comentar. Bueno, ha sido un gusto tenerte aquí. Toda la Luz para ti. Ve tranquilo, en paz. Y hasta todo momento.

 

Entidad: Gracias, querida hermana, gracias.

 

 

 


Sesión del 27/07/2011

Médium: Jorge Raúl Olguín.

Interlocutor: Karina.

Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep.

Explicó alguna contradicción que tiene. Relató una vida en Aldebarán IV donde era hijo fruto de una violación de un ser de raza distinta, lo que causaba rechazo tanto en su propia familia como en el poblado. Al hacerse mayor decidió irse. Visitó diversos sitios, siempre en solitario. Conoció a Fondalar, con quien aprendió diversos temas, mayormente sobre la autoestima.

Sesión en MP3 (4.766 KB)

 

            Jorge Olguín: Voy a intencionar, canalizar al tetan de Josep para que relate algún episodio con emociones dolorosas y que pueda ir erradicando engramas conceptuales, con la interlocución de Karina. Comienzo.

 

            Interlocutor: Bienvenido...

 

            Entidad: Muchas gracias.

 

            Interlocutor: ¿Cómo te encuentras?

 

            Entidad: Bien, siempre con contradicciones. A veces nos sentimos sanamente orgullosos, como thetanes, de haber logrado cosas importantes en el plano físico y a veces nos sentimos insatisfechos pensando que en cada encarnación podríamos haber logrado un poco más…

 

            Interlocutor: Lo importante es que en cada momento y en cada lugar uno tenga la tranquilidad de saber qué hacer, todo lo que está a su alcance. Siempre nos va a quedar cosas por hacer pero lo importante es el ahora, es hacer lo que sea mejor en este momento.

 

            Entidad: Entiendo que el pasado es inmodificable y como nosotros –como thetanes- tenemos la memoria intacta de todas las vidas, repasando situaciones conceptuamos que podíamos haber optado por hacer las cosas de otra manera.

 

            Interlocutor: ¿Hay alguna situación, en particular, de la que tú en este momento sientes que estás incómodo, como que te hubiera gustado hacer las cosas de otra forma? ¿Pasó algo, puntualmente?

 

            Entidad: Quizá no… Quizá es porque a través de los milenios trato de ser, si se permite la expresión –porque como sabemos, las palabras son más pobres que el concepto-, diría que estoy siendo perfeccionista. Y quizá ese sea un rol del ego porque la insatisfacción, aún a sabiendas de que podemos hacer cosas importantes, no deja de ser incómodo el tener, a veces, insatisfacciones.

 

            Interlocutor: Piensa que lo importante es que tú -como thetán- cada ser encarnado debe hacer lo que está a su alcance. No podemos pretender modificar el mundo, pero si cada persona puede modificarse a sí misma y puede modificar a su entorno entonces seguramente que entre todos sí van a poder mejorar.

 

            Entidad: ¿A veces no sientes como que estás en un bote remando en el oleaje marítimo y a kilómetros de distancia contra tu proa viene un maremoto y el maremoto sería el pensamiento opuesto de miles de personas o una oleada de indiferencia en contra de lo que tú quieres hacer y por momentos dices: -Qué hago con mi pequeño botecito?

Fíjate, hay una encarnación en Umbro, no voy a darte ahora lecciones de geografía, pero en el continente más habitado, que es el continente oeste, tú pasas mirando hacia el norte, la zona del ecuador, hay una zona muy poblada. Luego, más al oeste hay una zona desértica habitada por unos animales camélidos llamados gromodans, y más al oeste hay una zona montañosa casi inexplorada. Muy muy arriba de esa zona está la raza de los orientales, pero por debajo hay una zona montañosa inexplorada.

Yo nací en un pueblito –o creí que nací en un pueblito- cerca de las montañas. Tenía un hermano menor, absolutamente distinto a mí. Mi padre era labrador en la zona. Con madre se trataban educadamente pero a veces entre ellos había una mirada de reproche ignorando yo el porqué.

Y fui creciendo feliz al comienzo, pero a media que fueron pasando los amaneceres me di cuenta de que el trato conmigo al de mi hermano –mi hermano se llamaba Lemes, yo me llamaba Luomor en esa encamación en Umbro- el trato era distinto. A él le daban todo, tenía espadas de juguete que le había hecho mi padre en una carpintería... Yo me dedicaba a los quehaceres de la casa porque midiendo con vuestros años de Sol III era dos años mayor. En Umbro los años se medían de distinta manera por la rotación de nuestro planeta, que era el cuarto sistema de Aldebarán.

Y uno se acostumbra, se adapta a un ritmo de vida. Pero a medida que fui creciendo –quizás era casi adolescente- me di cuenta de que mientras a Lemes le daban de todo, a mí no me daban nada.

 

            Interlocutor: ¿Y cómo te hacía sentir eso, sentías broncas, tristeza?

 

            Entidad: No, no sentía broncas ni rencor, sentía incomodidad, porque no entendía por qué mamá me trataba normal, no con cariño pero tampoco con desprecio, a veces es como que hacía gestos con la mano de querer acariciarme y se frenaba. En cambio, padre, me hablaba lo necesario, con monosílabos o con frases cortas: -Alcánzame la jarra. Trae el guisado. Coge un banco. Acompáñame hasta la tienda. -Había una tienda de venta de provisiones.

Pero…

 

            Interlocutor: Pero no con cariño, digamos, no como a ti te hubiera gustado.

 

            Entidad: A veces lo miraba de reojo y veía una mirada hacia mí y veía una, no sé... una mueca en su boca, como un desprecio a mi persona y no lo entendía…

 

            Interlocutor: Y no entendías por qué.

 

            Entidad: No…

 

            Interlocutor: ¿Y hoy tú sabes por qué fue eso?

 

            Entidad: El otro tema es cuando tenía catorce de vuestros años. Yo era más alto que papá y cerca de allí había un arroyo y me miraba en las aguas del arroyo y veía que mi rostro era distinto, como deforme, como que no entendía… O sea, no era igual a ellos. Era una persona absolutamente extraña a los demás. En el poblado es como que me miraban… No se acercaban, no me rehuían porque ya me conocían desde muy niño, pero mis rasgos distintos se fueron acentuando. No te impresiones por mi dramatización pero necesito descargar, ¿me entiendes?

 

            Interlocutor: Te entiendo.

 

            Entidad: Un día estábamos en la cena. Yo cogía un pequeño apunte de mi hermano Lemes y a escondidas aprendía a leer, porque ni siquiera me enseñaban a leer.

Le dije: -¿Por qué esa diferencia conmigo y por qué yo soy diferente? Me siento como deforme, soy mucho más alto que vosotros y mi rostro los pómulos más salidos, el mentón más cuadrado, las orejas más largas, mis manos son mucho más grandes que las vuestras y todavía no he crecido del todo… ¿Qué pasa? Qué pasa conmigo? Aquel que está más allá de las estrellas, ¿qué castigo me dio?

 

            Interlocutor: Eso es un rol…

 

            Entidad: Después me enteré qué pasó, pero yo no tengo la culpa de lo que hacen los demás...

 

            Interlocutor: Dime, ¿qué sucedió?

 

            Entidad: Mamá hacía poco que se había unido con papá y papá fue hasta otro poblado a hacer una diligencia. Mamá salió del poblado y en ese momento fue asaltada en el camino por un hombre o un ser - diríamos- gigantesco, y no sólo le robó los metales que tenía en la alforja sino que la violó y quedó embarazada de mí. Mamá, llorando, me contó que había una raza detrás de las montañas llamada los lomantes.

Los lomantes eran seres dos cabezas más altos que nosotros –cuando digo nosotros es porque yo me considero ellos- y bueno, yo soy mitad lomante y mitad como ellos, no soy tan alto como los lomantes pero ya a los veinte de vuestros años les llevaba una cabeza a cualquier otro ser.

 

            Interlocutor: ¿Tú entiendes que eres un ser muy lindo? Y que lo importante es lo que somos por dentro, no cómo nos veamos.

 

            Entidad: Hablé con el que era, supuestamente, mi padre y le dije: -No me odies, yo no tengo la culpa de lo que le hicieron a mamá. Yo vine a este mundo a tratar de ser útil. Fíjate que vosotros a veces vais de caza y a mí no me gusta cazar ni siquiera un ave o un pequeño roedor, a veces me alimento de frutos. Es cierto que como un guisado y a veces el guisado tiene carne, tiene vegetales pero no mato siquiera un insecto.

A escondidas, de pequeño, practicaba el arte de la esgrima pero la espada me parecía como pequeña. Entonces, había restos de maderos en la carpintería y cogí un madero y lo usaba como garrote, ¿se entiende?, como una especie de maza. Y aprendí a pelear por si hubiera algún peligro, pero sabía, era consciente de la fuerza que tenía.

            Papá me dijo fríamente: -Yo no tengo nada contra ti, Luomor, pero no puedo amarte porque te miro y veo en tu rostro a la bestia esa que atacó a mamá muchísimos amaneceres atrás y tú eres el hijo biológico de esa bestia.

            -No sé si me permites seguir llamándote padre -le dije- pero a cada ser -y esto lo entiendo porque creo que es así-, aquél que está más allá de las estrellas nos puso una Luz dentro y esa Luz que tenemos dentro es lo que nos hace distintos, no el aspecto de afuera. ¿Te acuerdas del tendero Jones, el señor calvo que había quedado a cargo de su sobrina? Todo el pueblo sabía que la violaba todas las noches y nadie decía nada. ¿Esa es la gente que tú aceptas y a mí me rechazas? ¿Esa es la gente que tú aceptas? No quiero ser una carga para vosotros. Yo estuve ayudando al señor Guano, el de la carpintería, y por las tardes me ganaba unos metales y tengo lo suficiente como para vivir un tiempo. No tengo para pagarte un hoyuman y si tú quieres me puedes dar uno y yo me voy.

            -No podemos darte uno. Puedes caminar perfectamente. O si no, cuando atravieses el desierto coges un gromodan, son animales tontos, los domesticas en seguida.

            -Me voy a despedir de mamá.

            -No hace falta. Ni de Lemes, tampoco. Al fin y al cabo no es tu hermano.

            -Es mi hermano, salimos del mismo vientre. Lo siento por ti.

            -¿Por mí? ¡A mí nadie me desprecia!

            -Yo tampoco, yo te tengo compasión. Y me da pena la situación y me das pena tú.

Y me marché. Me marché de un hogar que para ellos nunca había sido mío, con una madre que nunca tuvo el coraje de enfrentarse a padre. Ella se sentía culpable de haber sido violada y no tenía nada que ver... era inocente.

 

            Interlocutor: ¿Tú entiendes que eso ya pasó, verdad? Y que lamentablemente fue obra de esas criaturas que no podían entender lo que tú sí habías entendido...

 

            Entidad: Pero te quedan en ese momento esos engramas de rechazo...

 

            Interlocutor: De falta de amor, de falta de comprensión...

 

            Entidad: No es solamente eso, hay mucha gente en tu entorno que no tiene noción de lo que es 'familia', porque el concepto que tienen de familia es absolutamente equivocado. Yo los amaba, aún con su desprecio, mucho más de lo que los podía haber amado Lemes, mi hermanito. El propio Lemes fue instruido a no aceptarme y él podía haberse rebelado. Y no, él aceptó, como los gromodans del desierto, los camélidos, que aceptan porque no entienden, porque no razonan, porque no conceptúan...

 

            Interlocutor: Dime, ¿dónde fuiste después?

 

            Entidad: Fui por el desierto, atravesé los distintos lugares. A veces pasaba por los poblados a comprar algún comestible, me bebía alguna bebida espumante con muy poco alcohol -no me gustaba el alcohol, en lo posible pedía algo sin alcohol- y nadie se metía conmigo. Quizás era ego, pero tenía un poco de pudor de acercarme a los poblados, más bien andaba por los caminos y me sentaba en los costados de los caminos a meditar.

 

            Interlocutor: ¿Tu vida siempre fue solitaria o pudiste a conocer gente afín a ti?

 

            Entidad: Hay un episodio muy bonito, muy lindo. Yo aprendí a conocer las distintas razas. Sabía que muy al norte, para el lado del mar había una zona montañosa donde habitaban hombres alados, había zona de dracons, muy similares a vuestros míticos dragones, se nombraba mucho a un mítico guerrero, Ligor, que tenía como una especie de estática que lanzaba descargas eléctricas. En el medio había un poblado, en un valle, de unos seres que tenían dones mentales que podían incluso hasta dejar sin sentido a otros seres. Se llamaban los mentos, pero eran muy pacíficos y se tejían leyendas sobre ellos.

Una tarde, nuestra estrella todavía no se ponía, era media tarde, hacía bastante calor. Se acercaba un viajero en un hoyuman y de repente –yo tenía un oído muy fino- siento en el desfiladero como ruido de rocas y una de las rocas golpea al hombre, lo hiere y lo tira de su hoyuman y bajan cuatro asaltantes a robarlo. Uno de ellos desenvaina su espada y me pareció una situación absolutamente injusta y cojo mi garrote que siempre lo llevaba conmigo. Primero se asustaron al ver mi figura tan grande y con un rostro para ellos deforme -pero en realidad, no era un rostro deforme, simplemente la frente amplia, los ojos quizá demasiado juntos, la nariz como chata, la boca grande, un mentón muy cuadrado, pero era mi raza así- y como vieron que eran mayor cantidad numérica se enfrentaron.

Yo soy enemigo de la violencia pero no podía dejar que mataran a ese hombre y los enfrenté. Lograron herirme con una de las espadas en mi brazo izquierdo y los golpeé a los cuatro con mi garrote en la cabeza. Lamentablemente, creo que a uno de ellos le quité la vida. Como thetán sé que eso trae karma, pero entiendo que a veces el mundo espiritual justifica una vida por otra.

Y lo levante al caído, era de rostro muy noble, bastante alto para su raza y me di cuente de que me sangraba parte del rostro izquierdo y me dolía bastante la cabeza y también me dolía el hombro.

El hombre abrió los ojos, me miró. No se impresionó por mi rostro, para nada. Es la primera vez que alguien no se impresiona.

Sonrió y observó la escena y me dijo gracias. Me tocó la frente y me tocó el hombro: mágicamente, al instante, se me pasó el dolor.

            Le digo: -¿Quién eres?

            Me dice: -Me llamo Fondalar. Siempre suelo estar atento, pero bueno, somos seres falibles. El único infalible es aquel que está más allá de las estrellas. Gracias por salvarme la vida.

            Y me dio un abrazo con una fuerza tan potente, casi tanta como la mía, no lo podía creer.

            -¿Cómo has hecho esto –le digo-, que me has calmado el dolor?

            -De todas maneras, yo, en mi alforja llevo elementos como para coserte la herida del hombro. Te he calmado el dolor con mi mente.

            -¿Eres un mento?

            -Sí.

            -¿Fondalar? He escuchado hablar de ti. He escuchado mucho hablar de ti. Eres muy conocido, has hecho mucho bien en la zona norte. Me siento distinto. Siempre he sido despreciado y ahora salvo una vida. Pero mira, no quería matar a esa persona.

            -No lo has hecho a propósito. No eres culpable, eres responsable. No tienes que pedir disculpas. Permíteme que pueda coser tu herida.

            Tenía como una especie de hilo fino en su alforja y un metal punzante similar a las agujas de Sol III y me cosió la herida. Luego, tenía como una especie de frasco pequeño con un polvo y me lo pasó por la herida.

            Le pregunté para qué era eso.

            -Para que cicatrice rápido –me respondió.

            Subió a su hoyuman y me dijo: -Ven, quiero invitarte a ingerir algunos alimentos en el poblado cercano.

            -No soy muy amigo de ir a tabernas.

            -Por favor, permíteme por lo menos estar unos amaneceres contigo. Te debo la vida y tengo mucho por hacer y gracias a ti lo podré seguir haciendo.

Compartí con Fondalar varios amaneceres. Hablamos infinidad de temas. Fue más que un amigo, un hermano. Me miraba como un igual y yo admiraba su postura, sus diálogos. Me enseñó muchas cosas.

Le conté de mi origen, le dije que yo era medio lomante y que eso me avergonzaba y me preguntó por qué.

            -¿Por qué te tienes que avergonzar? Yo sé lo que tú piensas.

            -¿Puedes ver mi mente?

            -No, nadie tiene la facultad de ver la mente del otro. Puedo ver tus gestos y a través de tus gestos sí puedo ver tu mente y sé que te sientes distinto. Todos somos distintos. Cada ser es tan grande como el cielo. Todos somos distintos. Lo que nos hace iguales es el amor, el brindarnos...

            -¿Y qué sucede, Fondalar, cuando te desprecian?

            -Tienes que sentir compasión por aquel que te desprecia porque es una persona que aún no conoce lo que es el afecto.

            -¿Y el afecto es bueno?

            -El afecto es lo mejor que podemos tener para dar y para recibir. El afecto sano, el afecto puro.

            Me sentí distinto, feliz, pero sabía que Fondalar tenía asuntos importantes que atender.

            Le pregunté si lo volvería a ver y me dijo: -Sé que sí.

            -¿Pero cómo?, es un mundo tan inmenso, tan grande... Apenas conozco una centésima parte o menos de lo que es este mundo... ¿Cómo sabré yo dónde encontrarte? ¿Cómo sabrás tú dónde encontrarme?

            -Quizá no lo sabemos, quizá no lo sabremos nunca cómo encontrarnos, pero tú sabes que existe aquel que está más allá de las estrellas y Él nos guiará el uno con el otro.

            Nos dimos la mano. Si bien él tenía una mano grande, la mía era el doble de la suya.

 

            Interlocutor: Y seguiste tu camino, ¿verdad?

 

            Entidad: Me quedé pensando en Fondalar, que fue la única persona hasta ese momento que me miraba de frente sin fingir, porque hay algunos que se impresionan de ti, de tu aspecto distinto y fingen ser cordiales, pero tú te das cuenta cuando tienen una mirada sincera. Y hasta ese momento de mi existencia como Luomor, un mitad lomante y un mitad normal -para ellos humano, diríais vosotros-, era la primera persona que me trataba de igual a igual.

 

            Interlocutor: Me imagino que tu vida de allí fue más distinta, que aprendiste a ver las cosas de otra forma, con otra mirada.

 

            Entidad: No, no tanto. Te puedo decir que tanto Fondalar como yo sentimos tanto afecto el uno por el otro como si fuéramos hermanos reales. Y se lo dije antes de que se fuera.

            Y me dijo: -Hay distintos tipos de hermandad.

Así que no cambié mi forma de ser, siempre es como rehuía a las multitudes pero...

 

            Interlocutor: Al menos pudiste conocer otra cosa, el afecto, que no todo era desprecio, que no todo era soledad en tu vida y que las cosas podían ser distintas

 

            Entidad: Conocí el afecto, conocí la aprobación pero también conocí el reto, pero no el reto de retar a duelo, sino el reto de censurarme, porque en un momento dado le digo a Fondalar en una fogata a la noche, antes de que se fuera al amanecer siguiente.

            -Tú eres el único que me apruebas y es bueno tener la aprobación del otro.

Fue la primera vez que le vi fruncir el ceño.

            Y me dice: -No, no.

Primero me sentí como nervioso, casi me caían las lágrimas pensando, porque no entendí, en mi torpeza.

            -¿Tú no sientes afecto, Fondalar?

            -Sí, pero no debes buscar mi aprobación, buscar el afecto para la aprobación es nocivo porque es como que no te quisieras.

            -Es que no sé si me quiero, Fondalar.

            -¿Por qué no?

            -Porque soy distinto.

            -¿A quién, a mí? Yo también soy distinto a otros pero me acepto. ¿Por qué no habrías de aceptarte? ¿Has cometido algún acto hostil?

            -Bueno, esa tarde que te salvé la vida...

            -Eso no es un acto hostil, me has salvado la vida.

            -Pero, entonces, no entiendo. ¿No me apruebas?

            -Sí, por supuesto que te apruebo, apruebo todo lo que haces -me dijo Fondalar- pero no busques mi aprobación como si tuvieras que pedir permiso para hacer las cosas: las haces y punto. Cuando tú apruebas el afecto del otro no es para que te sientas más importante, simplemente lo aceptas. De lo contrario es como que buscarías el afecto del otro para sentirte importante y no es así.

            -Entiendo.

            -O sea, que el afecto tiene que ir y venir de forma natural pero no para que eso te engrandezca.

            -¿Sería al revés, no? O sea, como que tú sabes quién eres y el afecto viene por consecuencia.

            -Así es.

Y eso es lo que me enseñó. Y eso es lo que me enseñó a pasar distintas etapas de crisis en mi vida, porque yo tengo muchas más cosas para contar.

Me volví a ver con Fondalar en Umbro y me junté con sus amigos, con Ligor, y conocí otra gente amiga en otros episodios que he vivido como Luomor.

Y en otra encarnación también me encontré con Fondalar. En esa encarnación yo era Jaime y él era Juan Zebedeo.

Gracias por escucharme.

 

            Interlocutor: Hermoso lo que nos has contado. Tienes mucho por seguir. Hasta todo momento. Nos volveremos a encontrar para seguir charlando.

 


Sesión del 8/6/2012

Médium: Jorge Raúl Olguín.

Interlocutor: Karina.

Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep.

Imperaba una religión basada en un dios cruel, severo, vengativo cuando Axxón predicaba el reino de un Dios altruista y benigno. Dio sermones al pueblo hasta que uno de sus seguidores le traicionó, siendo condenado a morir clavado en maderos. Siglos después, tergiversaron sus conceptos y crearon una religión inquisidora. Axxón nos dejó unas palabras, unos conceptos como guía de vida.

Habló del concepto de lealtad y de los apegos a los seres queridos.

 

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Interlocutor: Bienvenido...

 

Entidad: Muchas gracias. Es un gusto estar aquí.

 

Interlocutor: ¿Cómo te encuentras?

 

Entidad: Rebobinando, recordando. Tratando de comprender las pérdidas en cada encarnación, tratando de entender el porqué de las pérdidas y de los reencuentros.

 

Interlocutor: ¿Cuáles son las pérdidas que más te afectan?

 

Entidad: Obviamente, las pérdidas de los seres queridos. Y como en cada encarnación no tenemos la memoria reencarnativa no sabemos que luego puede haber reencuentros. Y es como que daría la impresión -aunque el rol comienza de cero- que el espíritu por un lado evoluciona y por otro lado se desgasta, de tanto perder afectos.

Por otro lado es injusto porque tenemos un Creador que no sólo nos da todo el Amor sino que el hecho de saber que somos parte de Él nos tendría que dar un gozo total y absoluto. Pero bueno, al estar encarnados tenemos apegos, por más que intentemos superarlos.

Yo nací en una aldea en lo que llamaríais Medio Oriente que se llamaba Alfea. Alfea era un territorio conquistado por un Imperio y había soldados.

Teníamos una religión...

 

Interlocutor: ¿Cuál era?

 

Entidad: Una religión muy estrecha de criterio, por así llamarlo. Una religión creacionista, que justamente nos decíamos los Cretones.

A veces soy muy -por lo menos en esa encarnación como Tadeo- muy irónico. Le cambiaría una sílaba, una letra, mejor dicho, una vocal a Cretones. Y creía en un dios severo, castigador. Pero...

 

Interlocutor: ¿Tú creías en eso?

 

Entidad: Dudaba mucho, dudaba mucho. De adolescente empecé a trabajar con mi padre. Él era comerciante en telas. Nos llevábamos bien con los que se llamarían los doctores de la ley.

Me hice amigo de otros jóvenes que también estaban en la búsqueda de algo e íbamos al templo y no soportaba la severidad de los sermones, como que nosotros teníamos culpas permanentes de un hecho consumado de desobediencia a ese creador...

 

Interlocutor: ¿Y en qué creías tú? ¿Cuáles eran tus convicciones?

 

Entidad: Creía en Dios, creía en un Dios de Luz, en un Dios de Amor. Y mi familia, la ciudad, toda, creía en aquel dios de los escritos, de los escritos cretones: un dios cruel, severo, vengativo. Y los soldados del Imperio no creían en nada y quizás eran más felices.

Un día estaba en el desierto -había ido a otro poblado a visitar a un familiar y cuando me despido me olvido de llenar las dos cantimploras que tenía en las alforjas de mi borrico-, y vuelvo para mi poblado.

La temperatura era extrema por momentos y no podía más al punto tal que en el viaje de vuelta estaba tan exhausto que me caigo del borrico y caigo en la arena. Me faltaban horas para llegar y el sol, su calor, apretaba a pleno.

Se acerca un hombre alto con ojos luminosos. Me levanta, me recoge y me da a beber de su cantimplora. Alcanzo a balbucear palabras de agradecimiento y me dice:

-Yo te agradezco a ti el haber permitido servirte.

 

Interlocutor: ¿Y quién era esta persona?

 

Entidad: Me dijo que se llamaba Axxón. Le dije que mi nombre era Tadeo.

Nos estrechamos los brazos, como el saludo de los soldados imperiales.

Le digo: -¿Te queda agua en tu cantimplora?

-No te preocupes, no sólo de agua vive el ser humano. Nuestra alma se alimenta de la esencia de mi Padre.

-¿Cómo de tu Padre?

-Sí, de mi Padre, de Dios.

Se fue caminando sin sentir ese calor que abrumaba. Quise hablarle pero monté en mi borrico y volví a mi poblado.

Tiempo después me invitan a una reunión en una carpa, lejos del poblado, y me encuentro con la sorpresa de que el que disertaba era Axxón.

Y comentaba:

-No creáis en los escritos. Creed en vuestro interior. Creed en vuestra coherencia. Creed en vuestro entendimiento. No estamos en este mundo por casualidad, estamos para aprendizaje, estamos para crecer. Y de verdad os digo que mi misión es enseñaros la bondad de mi Padre, que también es vuestro Padre.

 

Interlocutor: ¿Cómo percibías esas palabras?

 

Entidad: Dulces, amorosas, firmes, acordes a mi criterio. Alguien que me mostraba un Dios altruista, benigno.

Terminó la disertación y la mayoría se disgregó. Me quedé. Mis padres, dentro de todo, eran abiertos, no es que tenía que volver a determinada hora. De todas maneras hablé con Murte, que era uno de sus principales seguidores, y le dije:

-Voy hasta casa y vuelvo.

Avisé que me quedaba a comer en la casa de un amigo.

-Abrígate -me dijeron.

Me puse una manta y volví. Compartimos una comida y la charla fue íntima.

-Te recuerdo -me dijo-, eras el joven del desierto. ¿Te acuerdas de mí?

-¿Cómo podría olvidarme? -le respondí-. Eres quien yo esperaba, eres el portador del mensaje. Tú eres un enviado de Dios.

 

Interlocutor: ¿Le seguiste, luego de eso?

 

Entidad: Me dijo que todos éramos enviados pero que muy pocos asumían esa misión. Sí, le seguí. Le seguí a escondidas de mis padres. Y cada vez aprendía más y más su mensaje.

 

Interlocutor: ¿Pudiste llevar a la práctica ese mensaje?

 

Entidad: Sí, después sí. En otra de las...

 

Interlocutor: ¿Y eso te trajo repercusiones sobre tu persona?

 

Entidad: Me trajo repercusiones esa vida por lo injusta, por la indiferencia de la gente. Gente que cuando tú estás en esplendor te aplauden, te vitorean, te lanzan flores en tu camino y cuando tú estás en el ocaso te apedrean. Y no es excusa la ignorancia, es esa alma obscura que llevan dentro y no se dan cuenta...

 

Interlocutor: ¿El egoísmo?

 

Entidad: Creo que va más allá del egoísmo, creo que tiene que ver con la indiferencia. Pero a veces uno trata de entender a la gente, porque si fueran indiferentes totales, ¿por qué en época de brillo están contentos, con los ojos brillantes escuchando los sermones?

 

Interlocutor: ¿Porque el ego está complacido?

 

Entidad: Pero cuando Axxón daba sermones no los daba de manera complaciente, para nada. A veces se ponía firme y retaba:

-¡Ay de aquellos que traicionen sus propios ideales, porque se traicionan a sí mismos! ¡Ay de aquellos que se traicionen a sí mismos, porque no serán leales a mi Padre! ¡Ay de aquellos que no sean leales a mi Padre, porque sufrirán las consecuencias!

 

Interlocutor: Consecuencias no como un castigo divino sino consecuencias por nuestros propios actos.

 

Entidad: ¡Claro! Eso le pregunté una tarde a Axxón.

Le digo:

-Explícame lo de las consecuencias, porque sabes que a mí, el libro de los cretones, es algo que no me entra. -Pensé que me iba a hablar mal del libro.

Me dijo:

-Tiene versículos hermosos ese libro. Es una pena que, a veces, los escribas lo interpreten a su manera y desmerezcan la figura de mi Padre. Y mi Padre no castiga, la consecuencia de cada uno son sus propios actos. El que no es leal a mi Padre no es leal a sí mismo y no es leal a nadie. Nunca te dejes conquistar, Tadeo, por los halagos, nunca. Sé un hombre de bien.

-Por supuesto, Axxón, lo seré. Te acompañaré...

 

Interlocutor: Es lógico pensar que si alguien no puede ser leal a sí mismo no puede ser leal a nadie más fuera de él.

 

Entidad: Claro...

 

Interlocutor: Es decir, que nosotros debemos ser leales a nuestros principios, a nuestros valores, independientemente de lo que encontremos en el mundo.

 

Entidad: Pero estaba confundido, porque yo creí que era inseguro de los afectos.

En un momento dado Axxón me dice:

-Tú me has dicho que me seguirás...

-Sí, Maestro, te seguiré hasta donde tú lo desees.

-Pues no, no me seguirás. Adonde yo voy, para ti, todavía no es el tiempo.

Casi tres años estuve siguiéndolo, junto con otros. Y se había levantado el rumor en las distintas comarcas, de que Axxón era un alborotador que venía a perturbar el mensaje cretón.

A los soldados del Imperio no les afectaba lo que decía Axxón mientras no se metiera con su emperador. Para ellos era una persona que no le funcionaba la cabeza y que proclamaba un reino más allá de las estrellas. Pero quienes sí se sentían molestos eran los escribas, los doctores de la ley, aquellos que se rasgaban las vestiduras en el templo.

En determinado momento, Axxón fue traicionado...

 

Interlocutor: Traición, ¿por qué?

 

Entidad: Por uno de los seguidores que fue a denunciarlo ante el consejo de doctores.

 

Interlocutor: ¿Qué hiciste tú, en ese momento?

 

Entidad: Me quedé con él y fuimos a una casa.

-Esperaremos.

Le digo: -Axxón, me da la impresión como que tú estás buscando este destino.

Me miró con ojos claros y mirada sonriente y me dijo:

-Todo está trazado, todo está escrito.

-Disculpa mi insistencia, pero podemos optar, podemos elegir. Vayamos a predicar a otro pueblo, aquí es riesgoso. Tu propia madre teme por tu vida.

-No, Tadeo, los soldados no me prestan atención.

-Pero los doctores de la ley sí, y es como que ellos tienen, de alguna manera, cierta comunicación con los soldados del Imperio.

 

Interlocutor: ¿El temor te hizo cambiar de manera de actuar con respecto a tu forma de pensar?

 

Entidad: No tenía temor por mí, tenía temor por mi Maestro. Sentía que Axxón iba a ser aprehendido y juzgado.

Venía como una fiesta dentro de poco. Esa noche no dormimos, hablamos toda la noche, y algunos de los seguidores se durmieron.

Yo estaba presto a sus palabras y preguntaba:

-Maestro, ¿qué es para ti la vida?

Me respondió:

-Tadeo, es una sucesión de circunstancias que las elegimos nosotros.

-No -le respondí-, a veces dependemos de terceros...

 

Interlocutor: Y tú, como thetán, pensando en el concepto que tenías en aquella encarnación, ¿cómo concibes ahora esa idea?

 

Entidad: Concibo que la idea de Axxón está presente hoy, después de miles de años...

 

Interlocutor: ¿Cómo concibes hoy la idea de la experiencia física de la vida?

 

Entidad: Es una continuidad de circunstancias, como dijo Axxón, donde mucha gente se refugia en distintos credos por inseguridad, por aferrarse a algo. Y muchos quizá no tengan el convencimiento total pero por lo menos tienen un lugar de pertenencia. Los ciclos se repiten.

 

Interlocutor: ¿Y tú crees que la mente humana madura con esos ciclos que se van repitiendo?

 

Entidad: Yo pienso que la mente del ser encarnado en cada mundo va evolucionando, de la misma manera que evoluciona el espíritu. Pero sé -sin ánimo de expresarme conceptualmente, animosamente, contra nadie- que hay espíritus que involucionan en lugar de evolucionar y que en cada vida, esa experiencia y emoción dolorosa, en lugar de hacerle entender le hace fomentar el rencor.

Y yo reconozco que tuve rencor, porque en esa charla el Maestro me dijo:

-Tú tienes mucho por hacer.

-Pero quiero hacerlo contigo -le dije.

-Lo harás tú. Yo, dentro de poco, no estaré.

-Pero, Maestro, tú no estás a favor de las supercherías, tú sabes que el futuro no se adivina.

-Claro que no, querido hermano, pero hay un sentido común y creo que sacándome de en medio, mi palabra dejará de ser.

-Eso nunca. Eso nunca. Seguiré la palabra por ti.

-Por lo menos, escribe lo que puedas.

 

Interlocutor: ¿Y lo hiciste?

 

Entidad: Después sí.

 

Interlocutor: ¿Dónde están estos escritos?

 

Entidad: ¿Sabes de cuánto hace que te hablo, en años?

 

Interlocutor: Dime...

 

Entidad: Cien mil años, en un planeta llamado Gaela, a cien mil años luz, al otro lado de la galaxia.

 

Interlocutor: ¿Algunos de tus escritos existen aún?

 

Entidad: Cien mil años. No ha quedado nada.

Axxón fue capturado, torturado. Su madre y yo fuimos de los pocos que desafiamos a los soldados y nos quedamos allí, yo conteniendo a su madre.

Armaron una especie de rombo con cuatro maderos y lo clavaron.

Seis horas más tarde, desencarnó. Sentí que se me abría el pecho.

Sentí que trascendía para la eternidad, sentí que su espíritu era lo más grande: Axxón era inmortal.

 

Interlocutor: ¿Sus conceptos perduraron?

 

Entidad: Perduraron mal porque ese pueblo de doctores de la Ley -a diferencia de lo que sucede hoy en Sol III- no perduró. El Imperio fue desapareciendo y fue gracias a mis palabras y a las palabras de otros seguidores que difundimos las enseñanzas de Axxón que ese Imperio se convirtió dejando de lado la creencia de los cretones, y siglos después se formó la Orden del Rombo, que era similar a lo que aquí es la Cruz, porque a Axxón lo clavaron en un rombo.

Tiempo después, siglos más tarde, Gaela se transformó en un mundo inquisidor donde todo aquel que no abrazara la Orden del Rombo era ejecutado.

 

Interlocutor: Algo similar a lo que ha sucedido en nuestro planeta.

 

Entidad: Claro. Pero en Sol III hay distintas religiones, y las religiones muy antiguas han persistido.

Allí, en Gaela, persistió la Orden del Rombo.

 

Interlocutor: ¿Qué enseñanza, qué experiencia que has aprendido en esa encarnación podría resultar útil para la experiencia de tu 10% en este mundo?

 

Entidad: Axxón dijo una frase hace cien mil años: "Amaos los unos a los otros. Disculpad a quienes os ofenden, pero no permitáis que el otro te haga a ti lo que tú no le harías a él. No seáis permisivos con el error. No seáis cómplices del mal. Valorad el poder del abrazo, del respeto, de la lealtad, del crecimiento espiritual. Encontraréis a mi Padre no en templos donde están los doctores de la ley sino dentro vuestro, dentro de cada sílaba, dentro de cada brizna de pasto, en el aire que respiráis, en cada lucero, en cada atardecer, en cada amanecer, en cada anochecer, en cada prójimo, en cada semejante. Allí estará mi Padre".

En este planeta, Sol III, encarnó un Maestro del Amor llamado Jesús, que de alguna manera repitió la historia de Axxón.

 

Interlocutor: ¿Por qué crees que, de alguna manera, es necesario que se repitan esos grandes sacrificios en este planeta, y quizás en algún otro planeta o en muchos planetas suceda lo mismo?

 

Entidad: Se intenta que el ser encarnado despierte pero es como que cuesta mucho, porque el ser encarnado está dormido.

Quiero decir que le extrañé muchísimo -en esa encarnación como Tadeo- a Axxón. Fue como mi hermano mayor. No alcanzan las palabras para relatar los diálogos que hemos tenido, las preguntas que le he hecho, la paciencia que ha tenido conmigo para explicarme la vida, el amor, el compañerismo, la lealtad, el brillo de la ingenuidad y tantas otras cosas más que no daría tiempo para contarlas.

Sólo recuerdo mis lágrimas, mi dolor, el consuelo a su madre -que vivió dos años más-. Y luego traduje a papel muchas de las palabras que dijo.

Con el tiempo, después que yo desencarné, algunos escritos fueron cambiados. Hubo historias apócrifas que nunca existieron en la vida real.

Se desfiguró, de alguna manera, la imagen de Axxón. Axxón era sencillo, humilde, amoroso, cálido, un compañero por sobre todas las cosas...

 

Interlocutor: Ese dolor que tú recuerdas, esa angustia, esa expresión de aquel 10% encarnado en Gaela, ¿quedó luego más tranquilo cuando se reintegró contigo, como thetán?, porque sería lógico pensar que pudiste contactarte con aquel Maestro, luego como espíritu...

 

Entidad: Sí, eso fue un gran consuelo. Volvimos a encarnar dos mil años después en ese mismo mundo. Pero ese recuerdo como Tadeo es algo que me... fue una pérdida tan grande... fue como morir en vida, morir en vida... No tenéis idea de lo que es extrañar a ese Maestro. Yo sé que, como rol, después lo volví a encontrar una y otra y otra vez... pero haber perdido a Axxón es como que perdí parte de mi vida. Axxón era más que un hermano...

 

Interlocutor: Entiendo. Y también entiendo que debes desapegarte de ese rol. Ese rol como Tadeo déjalo ir. Ya pasó, ya tuvo su porqué de ser. Y ahora, todo lo positivo de aquellas enseñanzas y vivencias debes realizarlas para continuar. ¿Puedes entenderlo?

 

Entidad: Lo entiendo y lo llevo a la práctica. Lo entiendo y te puedo asegurar que lo llevo a la práctica. Lo llevo a la práctica permanentemente a pesar de que, a veces, no tengo la tolerancia quizá por estar desgastado de tantas injusticias y de tanta frialdad de la gente que no se compromete, que es indiferente ante las palabras, ante los mensajes, luchas de egos, competencias feroces para sobresalir, como si les estuviera en juego la vida.

Mil veces podrá encarnar Axxón y mil veces no entenderán su mensaje.

Quien encarnó como Axxón en Gaela hace cien mil años encarnó en este planeta Sol III hace dos mil años y conoció al Maestro Jesús, al igual que yo en el rol de Jaime.

Por ahora no voy a decir nada más porque no me salen las palabras. Gracias por escucharme.

 

Interlocutor: Reconforta tu espíritu. Mira la Luz, porque la Luz te dará la fuerza donde nada, nada te hará sentir temor ni dolor.

 

Entidad: Toqué la Luz en cada encarnación, toqué las manos de la Luz en cada encarnación.

 

Interlocutor: Llénate de ella, entonces, afortunado. Hasta todo momento.

 

 


Sesión del 8/6/2012-2

Médium: Jorge Raúl Olguín.

Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep.

Era Álves. Relató que en Gaela, dos mil años antes, Liziana era un imperio, y sus doctores de la ley acabaron con la vida de Axxón clavándolo en un rombo. Transformaron el legado de amor de Axxón en la Orden del Rombo, luego Orden de Amarís, religión inquisidora y fanática. Conoció a un escritor con quien congenió, Jorfán, quien dos mil años atrás fuera Axxón.

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Entidad: A veces las distintas vidas te producen sinsabores, circunstancias que extrañas aún sabiendo que volverás a repetirlas de otro modo, en otro rol, pero con muchos puntos en común. Y los puntos en común, si bien te dan un consuelo de conseguir la continuidad, también te recuerdan las despedidas. Y a veces ponemos en la balanza si los reencuentros producen tanta alegría como tristeza las partidas. Es como el acero que tú templas, lo sumerges en agua helada y luego en hierro candente. Y tú, como espíritu, te templas, pero a costa de dicha, de dolor, de dicha, de dolor, de frío, de calor... Y mira que, ¿te templas o cada vez eres más frágil?, porque los sentimientos y las emociones van a la par.

 

Encarné como Álves, en Saeta. Saeta era el viejo continente, el país extremo sur del viejo continente. Arriba de Saeta estaba Amarís. Amarís era un país peculiar, en muchos sentidos peculiar, fue quien cambió la Orden.

No solamente he sido historiador, he viajado mucho por toda Gaela, mucho. He conocido todo mi continente, aparte de Saeta, de Amarís. He conocido la isla, el reino de Ámber. He conocido Magar, cuya capital estaba dividida por un río. A Papina, debajo de Magar. A Porísido. Porísido había sido la cuna de la filosofía. A Grafeng, donde en algún momento hubo un dictador que forzó una tremenda guerra. A Dosvi, el país más grande de Gaela. A Karfal, bien al norte. Y a Liziana. Liziana es especial porque Liziana del Norte despreciaba a Liziana del Sur, y hace 2.000 años el Patriarca se había apoderado de tierras en Oriente Medio, justo donde nació ese ser tan hermoso, aquel adalid del amor llamado Axxón, muerto clavado en un rombo.

 

En aquella época, hace 2.000 años, Liziana era un imperio. Su actual capital, Lísia, era el imperio. Y ese imperio, junto con los doctores de la ley, fueron los que acabaron con la vida de Axxón. Pero -¡oh, paradoja!-  aquellos que acabaron con Axxón transmutaron. A diferencia de Sol III, esa religión antigua desapareció y aquello que fundó Axxón, que fue el adalid del amor, se transformó en la Orden del Rombo.

 

Siglos atrás, el país que estaba arriba del mío de nacimiento, Amarís, fue el mayor inquisidor: El que no seguía a la Orden del Rombo era ejecutado cruelmente a la vista del público. Y la Orden del Rombo pasó a llamarse la Orden de Amarís.

 

Sí que estudié historia. Estudié la historia de Axxón, estudié la historia del Patriarca. Llegué a conocer otro continente donde estaban los orientales. El país más grande se llamaba Quant, con una escritura distinta a la de Saeta, de mi país.

 

Yo, en el rol de Álves, amaba la figura de Axxón pero no me gustaban sus representantes, no me gustaba esa inquisición, no me gustaba ese fanatismo, ese buscar a Dios a través del fanatismo. Me parecía muy estrecho de criterio ese pensamiento. Un día llega a mis manos un libro de un país al sur del nuevo continente, un país llamado Plena. El autor del libro era un desconocido para mí, Jorfán, Jorfán Palacios. El libro hablaba de algo distinto, de algo nuevo para mí. El autor hablaba en mi idioma, en mi idioma espiritual. Me describía la esencia espiritual tal cual yo la imaginaba y despertó en mí algo nuevo. Cuando editó su segundo libro, era para mí como un néctar y lo devoré.

 

Cuando conocidos me cuentan que Jorfán Palacios venía a Saeta a dar una conferencia reservé primera fila. Pensé en encontrarme con alguien de mucho conocimiento que tomaba distancia con la gente y resultó ser todo lo contrario: afable, humilde, dado. Recuerdo que luego de la charla fuimos con varias personas a tomar algo con este profesor Palacios y él decía: -Llamadme Jorfán, al fin y al cabo es el nombre que me pusieron mis padres.

 

Recuerdo que nos quedamos hasta la noche los dos solos hablando de mil cosas. Me dijo que había tenido un fracaso afectivo y que ahora estaba con una persona que por fin lo entendía. Me sentía incómodo, pero incómodo porque el primer día que nos conocíamos me relataba su vida y me parecía que era un compromiso para mí que me relatara su historia, más que yo no le había preguntado. Me sentía halagado pero incómodo.

 

Luego volvió a Plena y me sentí como en soledad, con mucha soledad. Le dije a Magret, mi esposa, que había conocido a una persona distinta. Magret, con su sabiduría interna, me dijo: -Álves, tu instinto es lo más valioso que tienes. Si tú lo dices es porque es así.

 

Nos escribíamos por medio de un ordenador. Nos contábamos detalles sobre lo que él hacía. Su pareja lo ayudaba mucho.

 

Volvió al año a dar otra conferencia. Se quedó pocos días, tres días, pero nos sacamos el jugo contándonos nuestras experiencias y lo que yo estaba aprendiendo de sus escritos.

 

Luego estuvo cinco años sin venir pero no había tarde que no nos escribiéramos, es como que éramos amigos espirituales a la distancia.

Después de cinco años volvió. Iba a venir con Camilia pero no vino, vino solo. Fuera de la conferencia fuimos a pasear en uno de los montes de Saeta y le pregunté qué le pasaba.

Me dijo: -Álves, me siento como abrumado. No sé cómo describirlo sin prejuzgar.

-Dilo directamente -le comenté.

Suspiró y me dijo: -Es Camilia.

-Camilia es un ser de Luz. ¿Tienes problemas con ella?

-No, no hay problemas entre nosotros. Ella conoció a otra señora, Rina, y es una señora que viajó tres veces a Amarís...

-Sí, al país vecino. ¿Y qué tiene?

-Y bueno, Rina también vive en Plena y es más que fanática de la Orden de Amarís. Y le mostró libros sobre Axxón, sobre la iglesia de Amarís, y Camilia se volcó a esos escritos.

-Bueno, ¿pero tú dices que Camilia se volvió fanática de la Orden de Amarís?

-No, pero es como que toma con pinzas lo que yo hago. Tú sabes que yo canalizo y tú sabes que hace 2.000 años yo encarné como Axxón y tú eras quien me seguía, tú eras aquel al que le di de beber en el desierto, aquel que iba a mis diálogos, aquel que se quedó a cuidar a mi madre cuando me clavaron en el rombo.

En ese momento me cogió un llanto espontáneo y le dije: -Yo sabía que había estado contigo. Estaba convencido de que algo nos relacionaba.

-¿Pero tú crees, Álves, que yo fui Axxón?

-Por supuesto que lo creo, por supuesto que lo creo... Y yo fui quien te acompañó hasta tu último día en esta vida. Pero cuéntame de Camilia.

-Ella no cree. Es como que cambió, no cree que yo fuera Axxón. Está con la Orden de Amarís y es tan cerrada como en el siglo XVII, como en el siglo XVIII y ya estamos en el siglo XXI de Gaela. Y es como que vendría a ser una secta independiente de la Orden de Amarís cuya sede central es en Amarís. Tiene sede en Porísido, en el país del norte, el nuevo continente, en Beta y, obviamente, en Plena. Y es como que lee temas que, si bien no se contraponen con lo que yo hago, es como que la noto apartada, como que ya no me acompaña. Y aparte, me siento como desgastado.

-Pero, Jorfán, aún eres joven -le respondí.

-No, estoy desgastado. Quizá si no te hubiera conocido no sé si tendría fuerzas para viajar. Me siento muy desgastado. Siento como que me queda poco tiempo y quiero dejar todo en el campo de juego.

-De verdad -le dije-, hablas como si no te quedara tiempo, no me siento cómodo escuchando eso.

-Álves, no tienes idea cómo me pasa el tiempo. Me levanto, hago cuatro cosas y ya obscurece. Y así un día tras otro, un día tras otro. Quisiera, a veces, detener el tiempo para hacer más cosas. Pero hay días que me levanto sin ganas, me siento como desanimado y no lo entiendo, porque mi trabajo es justamente lo opuesto. He creado técnicas nuevas pero no las puedo aplicar conmigo. Es como que me apoyo en varias columnas, porque soy un ser encarnado como vosotros, y siento como que una de las columnas ya no la tengo, como que hace más caso a lo que le dice Rina que a lo que le digo yo.

-¿Qué puedo hacer? -le pregunté.

-¿Qué puedes hacer? El hecho de escucharme, de contenerme, de captar mis ideas supera por mucho mis expectativas, Álves.

-Pero siento que no alcanza -le dije.

-¡No! -me dijo Jorfán-, pasa por otro lado. Hay fracasos que no se notan, que pasan totalmente desapercibidos...

-Obviamente en lo personal -le digo.

-La vida es una, Álves, no se divide lo personal de lo público... Ya lo sé, aprendemos a fingir, a aparentar, a veces soy un personaje público y yo no cuento lo que me pasa por dentro. La procesión va por dentro.

-¿A cuántos has ayudado? -le pregunté.

Su respuesta fue: -¿A cuántos he ayudado? Puedo decirte quiénes ignoraron mis palabras, quiénes desestimaron mis mensajes.

-Dilo: ¿quiénes?

-Los más cercanos -me dijo.

-¿Y cuántos son los más cercanos? ¿Diez?

-Álves, aunque sean dos eso me afecta, aunque sean dos. Son los más cercanos. Cuanto más cercanos más te afecta.

-¿Y los miles que has ayudado? ¿Qué pasa con los miles que has ayudado? Eso no lo tienes en cuenta, Jorfán...

-No los conozco, no conozco a esos miles. Te conozco a ti, no conozco a los miles. Conozco a Magret, que es como una hermana para mí, pero no conozco a esos miles.

-Te veo como que estás reactivo, depresivo...

-¡Ja, ja, ja! No uses mis palabras...

-¿Ves? Te hice reír.

-Sí, Álves, te lo agradezco. Igual siento que aún no he dejado todo, aún no he dejado todo. Por eso te dije al comienzo que necesito dejar todo en el campo de juego.

Me quedé pensando y le dije: -Ten en cuenta que cuanto más cuesta transmitir el mensaje más gozo brinda el resultado.

-Sí, esa frase ya la conozco.

-Lo sé. Y lo que se logra fácil no se aprecia demasiado.

-Eso también lo sé.

-Bueno -le dije-, espero que no lo tomes como una frase egoica.

-¡Ja, ja, ja! -Jorfán se rió de nuevo-. No, no lo tomo como una frase egoica, pero de verdad es como que a veces no sé cómo seguir. Siento como que la mayoría de la humanidad no entiende, como que no está en tiempo. No son distintos a cuando encarné como Axxón, no son distintos, al contrario, son más competitivos, son más duros, más egoicos, quieren saber sin estudiar. Pero de todas maneras eso no me afecta porque está en mí enseñar. Pero Camilia, que se encerró en la Orden de Amarís, lo que aprende no tiene nada que ver con lo que yo enseño. No entiende lo del mundo suprafísico, mezcla mitología con hechos reales, hablan de distintos dioses, de avatares encarnados y sabes lo que yo pienso con respecto a eso. Si la Orden de Amarís, la real, la verdadera, se enterara, dentro de lo inquisitiva que es por lo menos no te confunde, sabes a qué atenerte. Aquí no sabes a qué atenerte. Y aparte, sus libros se los dan entre ellos, como adeptos, como que no confían en mí. Un día quise coger un libro de los que estaba leyendo y se exaltó tremendamente: -¿Qué haces? ¡No toques eso que es mío! Como que yo fuera un intruso.

Lo abracé y le dije: -Tú trasciendes por ti mismo. Me siento como impotente porque no sé cómo contenerte.

Me respondió: -Ya te lo he dicho, el hecho de compartir mi manera de ser, mi manera de pensar, el hecho de escucharme, de entenderme, como te dije antes, de captar mis ideas es como que de verdad supera mis expectativas. Pero, bueno, es como si tú tuvieras más de un hermano y un hermano se te está yendo y tú amas a los dos hermanos y por más que tengas un amor inmenso por el que queda el otro se te va igual, porque se va, no físicamente, se va en ideas. Y es como que un día te despiertas y te encuentras a tu lado con una desconocida, con alguien a quien no conoces, con alguien con el que has compartido años y de repente es otra persona. Y pienso qué habrá en mi espíritu que me hizo tan distinto que nada me hace escapar de mis convicciones.

 

Al día siguiente, Jorfán partió de nuevo para Plena. Lo fuimos a despedir con Magret. Le pedí mucho a Dios por él, que Dios le diera fuerzas.

Nos habíamos vuelto a encontrar después de 2.000 años y ahora, como thetán, nos volvemos a encontrar después de 98.000 años. De Gaela a Sol III. Del otro lado de la galaxia a 100.000 años luz en una historia que pasó hace 100.000 años.

 

Axxón, Jorfán, roles de Johnakan Ur-El.

 

No puedo decir más nada. Gracias por escucharme.

 

 


Sesión del 11/12/2012

Médium: Jorge Raúl Olguín.

Interlocutor: Karina.

Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep.

Fue historiador en Gaela. Vivió los efectos del calentamiento global debido a la contaminación. Después de un siglo aún duraban sus efectos y la población disminuyó a la mitad. Siendo Sol III gemelo de Gaela, la entidad nos deja un mensaje angustioso.

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Interloccutor: Bienvenido...

 

Entidad: Gracias, querida hermana. Es un gusto estar aquí nuevamente.

 

Interlocutor: ¿Cómo te encuentras?

 

Entidad: Bien. Quiero comentarte que la vida física es un sinfín de vivencias que pareciera que se repitiesen a lo largo de los siglos o de los milenios.

Si nos remontamos en el remoto pasado recuerdo una nueva vivencia en Gaela. Mi nombre era Winston. Encarné en una familia modesta. Tanto papá como mamá eran profesores y yo me especialicé en historia, la historia de la humanidad de Gaela. Vivía en Saeta, y bueno, una historia de prejuicios desde los primeros homínidos. La historia de Axxón de la era del Rombo...

 

Interlocutor: ¿Fue una vida feliz para ti? ¿Cómo la evalúas, en este momento, a la distancia?

 

Entidad: Me preocupaba, más que nada, por el planeta, que había pasado por circunstancias poco favorables con guerras, con inquisiciones religiosas durante siglos. Incluso en la edad contemporánea también había persecuciones...

 

Interlocutor: ¿Podrías definirnos lo que se dio en esos últimos ochenta años en esta encarnación?

 

Entidad: ¡Uf! Yo ya tenía cuarenta años. Había encarnado en 2.050, estábamos en 2.090... A partir del año 2.000 hubo problemas climáticos. Fíjate qué paradoja: Gaela está distanciado 100.000 años luz de Sol III y lo que yo comento sucedió 100.000 años en el pasado. Si hipotéticamente tuviérais un aparato que pudiera ver aquella época nos verían tal cual éramos.

Hubo problemas climáticos muy graves al punto tal que se producían inundaciones, cambios de temperatura, se derretían los glaciares... Los gobiernos de los países importantes no firmaban los protocolos porque no les convenía. Al igual que en vuestro planeta se regían por el combustible fósil, contaminando la atmósfera. Y si bien yo no había nacido en esa época fue una época que me atrapó mucho estudiándola como si la hubiera vivido.

Me especialicé en mitad del siglo XX en adelante hasta mitad del siglo XXI y ahora, ya en las postrimerías del siglo XXI, uno, mirando al pasado, vi el riesgo de que pudimos desaparecer como raza.

 

Interlocutor: ¿Qué sucedió? Ahora me dejas intrigada.

 

Entidad: El efecto invernadero, que cada vez era peor. La temperatura había subido dos puntos...

 

Interlocutor: ¿Cómo ves nuestro planeta, justamente con respecto a este tema, en este momento?

 

Entidad: Sigue el mismo camino.

 

Interlocutor: ¿Hay algo que se pueda hacer para revertirlo? ¿Tienes algún conocimiento para aportar sobre este tema?

 

Entidad: Mira, estudiando la historia de Gaela nosotros teníamos plazo hasta 2.017 para poder revertir el mal que se había hecho porque se calculaba que hasta 2.035, 2.040 ya era imposible revertir el límite. Y recién en 2.020, tres años después del plazo establecido, tomaron conciencia los gobiernos y dejaron de emitir esos gases contaminantes. Aún no se había acabado el combustible fósil, pero tomaron conciencia.

La temperatura media del planeta era de 16.9. Ya con 18 grados de temperatura de promedio el ser humano estaba al borde de la extinción. Había zonas desérticas donde la temperatura superaba los 55 grados centígrados y había zonas en los polos hasta donde se veía hierbas, ya no hielo.

Me gustaba tanto la historia que vivenciaba todo como si lo hubiese vivido.

 

Interlocutor: ¿Pudieron resolver el cambio climático? Y si lo hicieron, ¿de qué forma?

 

Entidad: Tomando conciencia los gobiernos, tomando conciencia los pueblos, haciendo las cosas bien, no contaminando, tratando de proteger el medio ambiente...

 

Interlocutor: Por suerte pudieron hacerlo antes del año 2.017, ¿verdad?

 

Entidad: No, se hizo después. 2.017 era el límite. Se hizo recién en 2.020, o sea, que estábamos fuera del límite.

 

Interlocutor: De todas maneras, resultó positivo.

 

Entidad: Evidentemente. Dios estuvo de por medio y es como que le dio al planeta una oportunidad más.

 

Interlocutor: ¿Cuántos habitantes son en estos momentos? ¿Lo sabes?

 

Entidad: Sí. En 2.090 somos 4.200 millones de los 7.200 que había en 2.014. Hubo mucha gente que ha sufrido las consecuencias de ese opresivo calor.

 

Interlocutor: ¿Podrías recordar o retroceder en el tiempo un año en particular? ¿Cuál sería ese año? El año que fue destacado para ti.

 

Entidad: Un año donde aún no había nacido, el 2.020, porque me hubiera gustado participar de la firma del protocolo.

 

Interlocutor: Y en aquella encarnación, durante esa vida, ¿en qué año te volverías a encontrar? ¿A qué año te gustaría volver por algún motivo?

 

Entidad: Al 2.075...

 

Interlocutor: ¿Por qué?

 

Entidad: Porque fue cuando tuve el profesorado. Y me sentí pleno, me sentí motivado. Había hecho una tesis justamente sobre el Protocolo de Amarís, en donde se firmó el 2.020 la no contaminación. Te confieso que en 2.090 todavía Gaela no está repuesto. Desde mitades del siglo XX -1.950, 1.960 de Gaela y tómalo como que es un planeta gemelo a vuestro Sol III-, en los 50 años siguientes se contaminó tanto o más que en los 2.000 años anteriores. Creo que, más que nada, por eso estudié historia.

Hubo otros azotes. El azote religioso. La Orden del Rombo era una inquisición que dejaba pequeñita a vuestra Inquisición española, la dejaba pequeñita. En vuestro Sol III, a comienzos del siglo XXI, salvo algunos fundamentalistas de medio oriente no hay guerras religiosas ni enfrentamientos. Los enfrentamientos vienen por otro tipo de intereses, por el combustible fósil. Pero en Gaela era distinto; a comienzos del siglo XXI todavía se marcaba y hasta se señalaba a aquel que opinaba distinto a la Orden del Rombo. Y no estoy exagerando nada. Nada en absoluto.

Dio la impresión que el cambio climático unió a la gente y, de alguna manera, es como que el planeta entero tomó conciencia de lo que debía hacer porque hasta ese momento habían sido egoístas los dirigentes. No tenían en cuenta que ellos, a su vez, tenían familia, hijos, nietos que vivirían ese desastre climático.

 

Interlocutor: Prácticamente es lo que está pasando acá, en ese planeta hace tiempo, ¿verdad?

 

Entidad: Y aquí sucede lo mismo, querida hermana. Aquí, en Sol III, también tenéis plazos. No sé si los mismos plazos que hubo en Gaela pero ya entráis en 2.013 y no exagero al decir que si dentro de un lustro, ¡un lustro! no se toma conciencia el tema va a ser irreversible. Allá pasó más de un lustro, el Protocolo de Amarís se firmó en 2.020. A vosotros os faltarían 7 años. ¿Os parece mucho? A mí me parece nada.

 

Interlocutor: No, es bien poco.

 

Entidad: ¿Y no notáis que vuestro clima está cambiando?

 

Interlocutor: Sí, la verdad es que sí.

 

Entidad: Allí quizá cambió más rápidamente, la temperatura subió un poco más de lo que subió aquí en Sol III. La población decreció de 7.000 a poco más de 4.000 millones de almas, como decís vosotros.

 

Interlocutor: Esperemos que podamos seguir el mismo ejemplo que pudieron hacer en Gaela...

 

Entidad: En Gaela hubo otras historias posteriores que también pusieron en riesgo el planeta, pero eso es otra historia, querida hermana.

Agradezco infinitamente a este receptáculo el haberme permitido expresarme.

 

Interlocutor: Gracias a ti. De alguna manera te tenemos aquí, cerca. Nos gustaría tenerte en persona pero es reconfortante poder estar en contacto contigo, thetán de Josep. Te mando toda la Luz, todo nuestro cariño.

 

Entidad: Tú eres la Luz. Gracias por permitirme explayarme y aprovecho para darle un abrazo conceptual a este receptáculo, a mi querido hermano. Gracias.

 

Interlocutor: Hasta todo momento.

 

 


Sesión del 14/06/2013

Médium: Jorge Raúl Olguín.

Interlocutor: Karina.

Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep.

Relató que en la edad media conoció a dos cruzados heridos que eran perseguidos por los musulmanes. El padre Heliodoro cuidó de todos nosotros pero no pudo evitar la tortura con plomo líquido que los musulmanes infringieron a Knut cuando tomaron el pueblo. La entidad lamenta que siendo todos hermanos tengamos tanta falta de comprensión.

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Interlocutor: Bienvenido...

 

Entidad: Gracias, querida hermana...

 

Interlocutor: ¿Cómo te encuentras?

 

Entidad: Con un sabor agridulce en mi concepto, en mi memoria. Hay una historia cruda, dura, de alguna manera difícil de sacar a la luz porque a veces se puede llegar a un final si no del todo feliz por lo menos satisfactorio y mientras, el entretanto, los hechos, los sucesos que uno va viviendo son difíciles.

 

Interlocutor: ¿Hay algo que te preocupa en este momento, quizá, más? Te noto como apesadumbrado...

 

Entidad: Había perdido de joven a mi familia en plena edad media. Mi nombre era José. Si bien yo no era religioso iba a una iglesia porque estaba el padre Helidoro. Heliodoro era muy amplio de criterio, muy abierto, era un creyente, pero de esos creyentes con los que tú puedes hablar de lo que quieras, hasta incluso puedes cuestionar temas bíblicos y no te va a censurar.

Estábamos en medio de una guerra, prácticamente había terminado una cruzada y los musulmanes perseguían a los cristianos.

Recuerdo que había dos jóvenes heridos y yo tenía un pequeño establo, muy humilde, y los recogí allí...

 

Interlocutor: ¿Eran conocidos tuyos?

 

Entidad: No. Un joven que se llamaba Enrique, el otro Jorge, y ambos heridos. Los atendí y el padre Heliodoro me dijo "Aquí no pueden estar. Tengo un lugar, un hospedaje mucho más cálido". Los llevamos allí.

El joven Enrique tenía rasgos nobles. Nos contó que regresando los habían emboscado. Tenían heridas en el torso, en las piernas, no estaban graves pero habían cogido una altísima fiebre.

 

Interlocutor: Y tú cuidaste de ellos.

 

Entidad: El padre Heliodoro fue quien más cuidó de ellos.

 

Interlocutor: Tu acto fue muy valeroso. ¿Cómo te sentiste? ¿Y esto te trajo algún inconveniente?

 

Entidad: Se unió a nosotros un joven cruzado de un país del norte que apenas hablaba nuestro idioma. Tenía muy pequeñas heridas pero se quedó con nosotros escondido, como si los enemigos estuvieran cerca. Comió vorazmente un guisado que había preparado el padre Heliodoro.

Le pregunté al padre si alguien de la iglesia sabía que ellos estaban allí y dijo "No, prefiero que quede entre nosotros".

El joven Enrique deliraba en medio de la fiebre, decía que él era el verdadero rey de Inglaterra y que lo habían dado por muerto.

Yo conocía poco de historia reciente y digo "No, no, no puede ser", era muy joven el rey actual y no encajaba. Por la edad, el único que podía coincidir con este joven de rostro noble era Arturo I, pero había muerto hace mucho tiempo aunque él, en su delirio febril, afirmaba ser Arturo.

Recuerdo que los enemigos tomaron ese pequeño poblado y entraron incluso a nuestra humilde posada que nos había brindado el padre Heliodoro. Heliodoro, muy astutamente, nos había vestido a todos con ropa de labradores y había quemado toda la otra ropa escondiendo espadas... De todas maneras, alguno de ellos, no sé por qué razón reconoció el rostro del hombre del norte. Le preguntaron su nombre, lo torturaron, dijeron que se llamaba Knut.

Lo que sigue a continuación es totalmente brutal. Pusieron una fragua, pusieron plomo, lo ataron de pies y manos. Le volcaron...

 

Interlocutor: Tranquilo, yo estoy aquí para contenerte. Es un recuerdo, ¿sí?, ya pasó.

 

Entidad: Le volcaron plomo líquido en su estómago. Es imposible describir la agonía con palabras, es imposible.

A mí, a los dos jóvenes, al padre Heliodoro nos trasladaron a un granero. No se trata de ser egoísta, a veces es un apego a la vida, el temor a sufrir y al haber visto la muerte de Knut, cómo murió, cómo un ser humano puede hacer eso con otro ser humano... en batalla le clavas una espada y terminas en segundos con su vida, pero ese plomo derretido a altísima temperatura no... no se entiende, pero no era para sacarle alguna información, no, no... no se puede comprender.

Lo enviaron al padre Heliodoro a buscar algunos alimentos y...

 

Interlocutor: ¿Qué fue de vosotros?

 

Entidad: Eran pocos los enemigos que estaban con nosotros y de repente un inmenso fuego ardió y salieron todos huyendo. El padre Heliodoro nos tomó de la mano a mí, a Enrique y a Jorge y nos llevó por detrás. Había una vieja carreta con dos caballos de tiro y nos puso detrás entre la paja y azuzó los caballos y salimos disparados por un camino -los enemigos, distraídos apagando el fuego que había provocado detrás en el granero el propio padre Heliodoro-, y nos escapamos.

 

Interlocutor: Coméntame. Cuando luego finalizaste aquella vida, ¿volviste a encontrarte con quien fuera Knut?

 

Entidad: No... sí con el padre Heliodoro, que es este receptáculo que está decodificando mi concepto, y con Enrique-Arturo, que también vive actualmente en mi región...

 

Interlocutor: ¿Puedes comentarme quién es?

 

Entidad: Enrique-Arturo, actualmente, está en el rol de Jesús E. y Heliodoro es este receptáculo.

Hemos salvado la vida y nunca se borró en esa vida de mi mente la impresión...

 

Interlocutor: Aquella sensación, aquella impresión...

 

Entidad: ...con el pobre hombre de aquel país que hoy se conoce como Suecia.

 

Interlocutor: Entonces, este receptáculo, su thetán, quizá pueda conocer algo más del que fuere el thetán de quien fuera en esa vida ese hombre sacrificado de tan cruel manera.

 

Entidad: Me transmite que está en el plano 4, que no está encarnado, que ha estado en otras vidas en Grecia, Italia, en una vida ha sido matemático, en otra pintor, pero no es alguien que haya trascendido. Ha tenido vidas felices.

Pero claro, a veces, determinados engramas no pasan por lo que a uno le sucede sino por lo que uno ve en otros.

 

Interlocutor: Al menos tienes la tranquilidad de haber tratado de ayudarlo todo lo que te fue posible. Ya sé que a veces no basta pero lo importante es lo que podemos hacer, no podemos controlarlo todo.

 

Entidad: Todos estuvimos apenados por lo que le pasó a ese joven sueco y agradecimos al padre Heliodoro que nos salvó la vida prendiendo fuego al granero y distrayendo la atención de nuestros enemigos.

Viajamos hacia el sur a una tierra más neutral. De todas maneras, siempre queda ese...

 

Interlocutor: Amargo sabor.

 

Entidad: Muy amargo sabor. Enrique y...

 

Interlocutor: ¿Crees que, de alguna forma, esta experiencia que estás contando sigue afectando a tu parte encarnada?

 

Entidad: Pienso que la vida tiene sus acertijos y es imposible que tú lo puedas saber.

Enrique y Jorge en esa vida se hicieron muy amigos. Enrique-Arturo, venía de una gran decepción puesto que se enteró de que su gran amor se había comprometido con un noble. Él nunca pudo decirle que había sido en verdad el legítimo rey Arturo puesto que había muchos enemigos y podía haber corrido riesgo su vida. Se alejó, tuvieron aventuras con su amigo Jorge. Estuvimos los cuatro juntos un año, y luego ellos fueron rumbo a Bretaña.

Nosotros -con el padre Heliodoro- nos radicamos en la península Ibérica, en lo que se conoce como Córdoba. Él nunca dejó los hábitos en esa encarnación pero enseñaba de una manera no dogmática sino libre, entendiendo que Dios nos ama, que no solamente está debajo de una piedra sino dentro de nuestro corazón. Hablaba con niños, les daba lecciones. Ignorantemente, los padres de algunos niños no los dejaban venir más a las charlas religiosas porque no compartían.

Tuvimos que ir más al sur porque se corría el murmullo de que el padre Heliodoro no comulgaba con el Vaticano. En aquel entonces era el Papado, ¿no?, o sea...

 

Interlocutor: Y estas experiencias, esto que tú relatas como thetán, que te ha causado tanta pesadumbre, ¿ha afectado de alguna manera a tu 10% encarnado?, y de qué forma en este caso. En caso afirmativo, ¿de qué manera lo ha hecho?

 

Entidad: Si tú te aferras... tú sabes que la vida es limitada, pero te aferras a los afectos, a las costumbres, a tu propio rol, y si bien tú cuando desencarnas sabes que eras un rol que representabas, aunque tengas -como decís vosotros ahora- el ego integrado, no deja de ser un... es como cuando tú, hoy en pleno siglo XXI ves una película que te gusta y termina y tú dices "¿Por qué no continúa la historia, por qué no sigue? ¿Qué pasó?", y tú sabes, porque eres coherente de la realidad, que no deja de ser una película y es un guión escrito por un humano encarnado, sin embargo te aferras a esa historia, a esos personajes como si verdaderamente hubieran existido. En el plano físico los personajes existen de verdad, sienten, aman, sufren y de alguna manera te aferras. Entonces, es como que tú aunque en otra vida coincidas ya es otro rol, tienes que empezar de nuevo porque tu mente no recuerda nada, tu mente encarnada, ¿no? Y a veces es como que tienes temor de decir "¿Coincidiremos todos en otras vidas?, ¿volveremos a estar?...

 

Interlocutor: Ahí está la cuestión, de no apegarse.

 

Entidad: ...¿estaremos descubriendo algún invento para la humanidad?, ¿coincidiremos en una nueva batalla?

Claro, hablemos del desapego. Tú dices "No hay que apegarse". Pero en el plano físico tienes emociones y no puedes estar equilibrado del todo, es imposible. O tienes emociones o eres insensible. A mí no me interesa ser insensible, quiero ser sensible. Por otro lado me cuestiono y digo "Pero si soy sensible, sufro. Pero si soy insensible, no siento". No soy una roca.

 

Interlocutor: No se trata de ser eso, se trata de tener cierto equilibrio.

Dime, ¿te sientes más desahogado de haber relatado esas experiencias?, ¿te sientes más tranquilo?

 

Entidad: Sí. Solamente puedo decir que aquellas cruzadas en el nombre de... es algo tan vano, yermo, inútil... al fin y al cabo todos somos hermanos. Llames como le llames a esa Esencia, en el plano físico le puedes llamar Dios, le puedes llamar Alá, los judíos le llaman Jehová...

 

Interlocutor: Sí, las guerras no tienen ningún sentido.

 

Entidad: Qué mente pequeña, ¿no?, qué falta de comprensión... Fíjate que cuando en Córdoba, Heliodoro hablaba a los niños de que Dios lo lleváis adentro y que a veces ni siquiera la iglesia era necesaria y los padres ya murmuraban, murmuraban...

Mandaron llamar a un alto cargo que venía directamente de Roma a ver qué pasaba y...

 

Interlocutor: ¿Qué pasó?

 

Entidad: Nada, directamente nos fuimos de allí. Al fin y al cabo la Iglesia era tan perniciosa, porque si no te mataban los sarracenos te mataban los católicos ortodoxos...

 

Interlocutor: Eran tiempos difíciles.

 

Entidad: Siempre fueron tiempos difíciles. Hoy mismo tienes algunos países donde hablas mal de determinada religión y mueres lapidado, como en Jerusalén, como en Nazaret. ¿Qué más puedo decir?

Nada, eso es todo.

 

Interlocutor: Te agradezco que estés aquí y te envío toda la Luz. Y espero que nos volvamos a encontrar próximamente. Toda la Luz.

 

Entidad: Nos vamos a encontrar...

 

Interlocutor: Piensa que eso ya pasó y todo son experiencias que suman para que tratemos de seguir evolucionando.

 

 

Entidad: ...anhelo que físicamente también. Gracias.

 

Interlocutor: Gracias a ti. Hasta todo momento.

 

 

Sesión relacionada

 

 


Sesión del 21/08/2013

Médium: Jorge Raúl Olguín.

Interlocutor: Karina.

Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep.

La entidad comenta que su parte encarnada está disconforme con su vida actual por causa de recuerdos que reactiva. Dialoga con Karina acerca de cuáles pueden ser los incentivos en la vida física que pueden impulsar a encarnar. El Maestro Johnakan aclara que al encarnar asumimos un compromiso de vida y que debemos ser responsables con este compromiso. Y que el incentivo es la responsabilidad misma.

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Interlocutor: Bienvenido...

 

Entidad: Gracias, querida hermana...

 

Interlocutor: ¿Cómo te encuentras?

 

Entidad: Me encuentro extraño puesto que le estoy transmitiendo a mi parte encarnada recuerdos que su decodificador los va a elucubrar de una manera quizá perniciosa.

 

Interlocutor: ¿Qué tipo de recuerdos?

 

Entidad: Recuerdos que a mí no me afectan, no por lo menos a nivel de ego puesto que en mi plano no doy cabida a ello y los tengo como recuerdos neutros. Aun siendo recuerdos neutros el decodificador de mi parte encarnada los procesa, los activa y hasta puede sentir disconformidad con su vida actual.

En vidas anteriores he pasado por momentos de dicha con apegos, en circunstancias a veces hasta gloriosas pues me he encontrado con lo que llamáis roles -yo le diría personajes- que me han dado una gran satisfacción. Me han señalado indirectamente que el plano físico vale la dicha porque, como dice un querido Maestro hermano, no se dice "Vale la pena", "Vale la pena" es en desmedro: "Vale la pena tener tal amistad", "Vale la pena tener tal relación"... ¿Cómo "Vale la pena"? O sea, ¿que es una pena tener tal relación? ¿Es una pena tener tal amistad? Este querido Maestro y hermano dice "Vale la dicha".

¿Tú qué dices?

 

Interlocutor: Yo creo que la expresión se refiere a que vale pasar por momentos difíciles porque adonde quiero llegar lo vale, vale el sacrificio, por así decirlo. Sin embargo, nosotros, con la palabra sacrificio tenemos toda una cuestión porque siempre decimos que nunca debemos sacrificarnos en vano, siempre hay que poner nuestro esfuerzo, digamos por algo o por alguien. De todos modos continúa, por favor.

 

Entidad: La sociedad aplicó ese refrán en situaciones comunes y ahí el refrán no tiene razón de ser: " Vale la pena comer tal postre". "Vale la pena hacer tal viaje"... Y el querido Maestro y hermano corrige la frase así. Dice: "Vale la dicha".

Entonces vale la dicha que las distintas vidas me hayan señalado la importancia del plano físico y no dándole tanta importancia a las misiones: ¿Has encarnado en misión? ¿Qué misión tienes? ¿Qué misión cumples?

Si tú recorres la historia de la humanidad son contados los que han trascendido en componer alguna obra que ha quedado en la inmortalidad física, dicho de una manera entendible. ¿Pero cuántos millones de seres encarnados a lo largo de la Historia han puesto sus pequeños granitos de arena y han pasado intrascendentes, pero sin embargo gracias a ellos se han logrado cosas y nunca se ha sabido nada de quienes han comenzado a gestar esos logros?, si se entiende.

 

Interlocutor: Se entiende.

 

Entidad: Y a veces cuando estás en el plano físico eres vulnerable porque es muy difícil que no le puedas dar cabida al ego. Entonces quisiera debatir contigo, hermana, pero debatir no desde posturas antagónicas sino buscándole la luz al tema. ¿Me sigues?

 

Interlocutor: Sí.

 

Entidad: ¿Cuáles son los incentivos en esta vida? Ve diciéndome de a uno y yo puedo darte mi punto de vista. ¿Qué incentivos?

 

Interlocutor: Yo, en realidad, en lo personal si me preguntas mi opinión lo dividiría en dos grandes grupos porque de repente lo que incentiva mi alma no es lo mismo que lo que incentiva mi parte encarnada. A veces, el físico, el cuerpo...

 

Entidad: Hablemos de lo encarnado.

 

Interlocutor: ...desea cosas en el plano material, realizaciones, logros, metas, alcanzar ciertos bienes materiales, eso es, status, realizarse, tener un título, muchísimas cosas, tener una familia... Muchas cosas pueden ser.

 

Entidad: Vamos a todo lo que has dicho primero: Lo tienes. Lo tienes no en forma desmedida sino en forma equilibrada. Tienes logros, tienes trabajo, tienes una situación. Pero no te llena.

¿Qué sigue? ¿Cuál es el próximo paso? Todo esto que me has comentado, muy bien, se incorpora, no te llena.

 

Interlocutor: Cuando algo no te llena sigues buscando y pareciera ser que no lo quiere tener en demasiada cantidad o va buscando algo distinto, a ver si se llena con esto... Pasa hoy muchísimo. Lo vemos en el materialismo, donde la sociedad se ha convertido en consumista y, bueno, trata de llenar ese vacío existencial con cosas materiales. Cuando tiene esas cosas materiales queda disconforme y quiere más porque al principio dice "¡Oh! Lo he conseguido", pero luego es como que se aburre y quiere más y así nunca es feliz.

 

Entidad: Ese sería el segundo punto.

 

Interlocutor: El tema de la felicidad pasa y el tema de lo que realmente para mí significa realizarse es ir en pos de lo que el espíritu quiere. Lo que el espíritu desea no siempre es lo que nosotros queremos como seres encarnados, por lo que te comentaba recién. El tema es: ¿tú, como espíritu, qué deseas?

Y cuando hablamos de qué deseas tenemos que pensar en cuál es el siguiente paso para crecer espiritualmente.

 

Entidad: Yo lo tengo claro...

 

Interlocutor: Ese es el paso, esa es la meta.

 

Entidad: ...absolutamente claro. Pero vamos al segundo punto. Te atiborras de cosas y crees -equivocadamente- que como tienes un vacío consumes más pensando que eso te va a llenar. Bueno, no es mi caso. Entonces, hablemos del plano físico, no hablemos de lo que yo, como thetán, anhelo porque lo tengo claro. Si tu meta no es el mercado, si tu meta no es el consumismo, si tu meta no es comprar por comprar porque las cosas materiales son vanas, ¿cómo llenas ese vacío si tu espejo de colores no es el mercado? ¿Cómo lo llenarías tú?

 

Interlocutor: Cada persona y cada ser va a desear algo que puede ser diferente de lo que puede desear el otro. Creo que tenemos que pensar de qué modo un espíritu se puede sentir pleno primero en armonía porque si estamos diciendo "No, porque me pasó esto, porque me pasó lo otro, porque tengo esto o porque no tengo aquello" no estoy agradeciendo lo que tengo y al no agradecer no tengo gracias para mí...

 

Entidad: Claro. Eso es rol de víctima.

 

Interlocutor: ...para mi ser, para que me pueda desenvolver serenamente, con felicidad. Entonces necesitamos tener armonía, necesitamos tener amor, necesitamos dar amor y no estar siempre, quizás, esperando retribución.

 

Entidad: Mi parte encarnada no se queja.

 

Interlocutor: A veces es muy difícil porque tenemos esos altibajos, esos momentos donde pensamos... pero vaya, al menos quisiera un aliciente. Yo creo que todos los seres esperamos el afecto del otro, de algún modo, en mayor o menor medida. Pero lo importante es también ver qué es lo que tú sientes y qué es lo que tú esperas.

 

Entidad: Tengo en claro la diferencia entre la persona quejosa por gusto y la persona que ve la injusticia en personas que no quieren entender. No digo no entienden: no quieren entender, no les importa.

De todas maneras, eso no afectaría puesto que debemos respetar su libre albedrío. El tema es cuando hay gente que no le importa crecer, no le importa su interior pero perturba, molesta, incomoda a otros que sí quieren trabajar su interior y entonces es como que eso en el plano físico sulfura y mucho.

Y entiendo que la misma sociedad, a veces, te quita el incentivo, te lo quita de una manera brutal, tremenda.

 

Interlocutor: A ver, si tú vas creciendo espiritualmente vas adquiriendo mayor nivel de conciencia. ¿Correcto?

 

Entidad: Correcto.

 

Interlocutor: A medida que uno se va elevando en conciencia comprende que no todos estamos en el mismo nivel de conciencia y que muchos actúan desde niveles más bajos de conciencia, desde la ignorancia, desde el prejuzgar. Ahí es donde nosotros tenemos que ejercitar algo que no es fácil, y es la piedad, el comprender que se está actuando desde un bajo nivel de conciencia, bueno, trabajar en pos de ayudar a que otros vayan escalando en su actitud de conciencia, de criterio, sabiduría. Tenemos que ser conscientes de que no podemos quizás ayudar a todos pero podemos darle una mano a los que están cerca nuestro, a los que están cerca en su comprensión, a los que deseen ser ayudados. Hay situaciones que son muy difíciles y que son injustas y son crueles y que no tienen motivo de ser y nosotros podemos comprenderlo pero no es fácil.

Pero la experiencia y el madurar en base al sufrimiento parece ser necesario para el crecimiento espiritual, como que lamentablemente muchas veces el ser humano si no pasa por experiencias duras parece ser como que no aprende con facilidad, necesita darse contra la pared.

Y a nosotros nos da impotencia a veces ver que se cometen injusticias contra otros. Lo único que podemos hacer es llevar la Palabra, tratar de ayudar en lo espiritual y en lo material en lo que esté a nuestro alcance. Podremos solucionar algunas cosas, no podremos solucionarlas todas y eso tenemos que tenerlo en claro. Pero estamos contribuyendo.

 

Entidad: Le voy a dar paso al querido Maestro Johnakan que quiere agregar un concepto a lo vertido por ti, hermana.

 

Interlocutor: Muchas gracias. Gracias por estar aquí. Te mando toda la Luz a ti y a tu 10% Josep. Y estamos en contacto.

 

Johnakan: ¿Qué tal, querida hermana? ¿Cómo estás?

 

Interlocutor: Bienvenido. ¿Cómo estás?

 

Johnakan: Bien. El comentario es el siguiente. Cuando hablamos de piedad, cuando hablamos de compasión, a veces en el plano físico tenemos determinados altibajos y yo siempre enseño que no podemos dar lo que no tenemos, y a veces por circunstancias adversas podemos tener alguna crisis, aunque crisis, en realidad, tú sabes que significa oportunidad y cambio, que siempre tiene que ser para mejor.

Pero a veces no podemos dar lo que no tenemos pero tenemos que aprender a hacernos cargo, esto es, ser responsable. Cuando nosotros -como entidades espirituales en nuestro caso y como entidades angélicas como en tu caso- decidimos encarnar siempre es como que vamos a intentar sumar para beneficio nuestro y de todos, siempre empezando por nosotros mismos para dar a los demás.

 

Interlocutor: Esa es la idea. Correcto.

 

Johnakan: Ahora bien, nosotros debemos ser responsables porque asumimos un compromiso al encarnar. Todo ser que encarna asume un compromiso de vida, ese compromiso de vida lo tiene que llevar a cabo venga el obstáculo que venga. Hay casos que -diría- han mostrado su ejemplo. Hay casos que han pasado de forma intrascendente, intrascendente ante la sociedad en la que viven.

Pero abogo por la responsabilidad, responsabilidad de que si yo me comprometo en llevar mi obra de vida tengo que hacerlo. El incentivo es la responsabilidad misma. Un verdadero ser espiritual no precisa tener un incentivo delante suyo que lo vaya guiando, su propio interior lo tiene que ir guiando. Todos dentro de nosotros tenemos esa Luz de Amor que es bueno darla y es bueno -¿por qué no?- que sea recíproca del lado de nuestro prójimo, no por el hecho de que la precisemos, es simplemente para que se vayan haciendo lazos de unión entre todos los hermanos.

Debemos aplicar lo poco o mucho que conocemos cada uno de nosotros en el bienestar general. A veces nos cuestionamos que estamos haciendo poco, pero cada uno en su nivel, cada uno en su momento y cada uno con las herramientas que tiene.

 

Interlocutor: Muchas veces, con nuestro ejemplo, con nuestro actuar, con nuestras palabras somos influyentes en los seres que nos rodean y a veces no nos damos cuenta. A veces producimos cambios y no siempre no llegamos a darnos cuenta.

 

Johnakan: Es cierto. Hay que entender que la palabra enseña y que el ejemplo dignifica. Todo lo que nosotros podemos verter en conceptos lo tenemos que apoyar con ejemplos.

Es muy difícil a veces conducir una barca en la adversidad de la tormenta donde no sabes si vas a zozobrar o te vas a estrellar contra las rocas, pero ¿qué sucede si la tormenta amaina?, ves el cielo celeste, el Sol, ya no hay viento y llegas tranquilamente a puerto con la satisfacción de haber templado tu conducta. Nuestra vida física en cada encarnación es una prueba de temple, es una prueba de forjar esa espada, nosotros somos la espada.

En la sociedad, a lo largo de la Historia, la espada siempre fue un símbolo de lucha, pero si tú la miras invertida también tiene forma de cruz. Pero mira qué ironía: la cruz siempre fue símbolo de amor y sin embargo se utilizó como máxima tortura. En el plano físico se venera porque se lo recuerda con ella al querido Maestro.

Es difícil el plano físico. Desde el primer momento en que fui canalizado por mi parte encarnada dije que el plano físico era un pozo gravitatorio. Y lo va a seguir siendo siempre. Pero depende de aquellos que estamos encarnados el entender que el puente que tenemos para no caer al precipicio es asumir nuestra responsabilidad con amor y entendiendo que hasta el más alto ninguno de nosotros está solo nunca, porque los lazos mancomunados son del tamaño del Universo, porque somos parte de la Esencia.

Es lo que quería comentar, querida hermana.

 

Interlocutor: Muchas gracias por tus palabras y por estar aquí, hermano Johnakan. Te mando toda la Luz y hasta todo momento.

 

Johnakan: Hasta todo momento.

 

 


Sesión del 10/02/2015

Médium: Jorge Raúl Olguín.

Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep.

Eligió una vida "normal" y no se jugó por algo que hubiera valido la dicha de vivir. Luego entendió que una vida tranquila no es una vida feliz, que uno debe arriesgarse a más, y más cuando encuentras a alguien de quien puedes aprender.

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Entidad: Fijaos que muchas veces la vida da distintas oportunidades, y a veces deslumbrados por caminar determinado sendero o por apatía dejamos pasar esas oportunidades o directamente no las tenemos en cuenta. Pero no significa que todo sea para mejor, no siempre. Sucede que la sociedad en cada encarnación nos ha educado, domesticado cual animal de circo para hacernos creer que dejar pasar una oportunidad está mal. A veces buscamos las oportunidades y a veces en el sendero de lo que es la vida física llegamos, como decís vosotros, a tocar el cielo, pero por determinadas circunstancias o por propia elección, y aquí sí equivocada, nos alejamos y volvemos otra vez a lo gris, a lo cotidiano, a lo normal porque ahí también hay un error de la sociedad con respecto a lo normal, como que lo normal está bien, ni frío ni caliente, y estamos acostumbrados a eso. Vaya si estamos acostumbrados: -¿Qué preferís el verano o el invierno? -No, no, el otoño o la primavera, no me juego por el extremo, no voy nunca por el extremo.

Y no digo que uno deba vivir al borde del abismo pero generalmente quien se arriesga en las distintas encarnaciones es el que logra resultados. No hablo de ir con sable en mano al frente de una batalla donde tú eres el primero en caer, eso no es arriesgar, eso es inconsciencia. Sucede que a veces el opuesto es otro tipo de inconsciencia, un combinado de gris con temor donde tú no te quieres arriesgar, donde tú buscas determinada comodidad y si bien te molestan las personas que parecen autómatas, a veces copiamos costumbres por un supuesto instinto de conservación.

 

Mi nombre era Slaven, nací en Gospic en 1870. Para papá Petar y mamá Edita fui como un regalo. Había tenido una hermana mayor, Irina, que murió a los 2 años de vida, hacía 4 años atrás, en 1866. No pensaban tener más hijos hasta que mamá Edita quedó embarazada y nací yo, Slaven.

 

Obviamente me cuidaron, me consintieron. Si bien papá tenía estudios y trabajaba en una oficina me dieron lo mejor, cariño, afecto, que obviamente es lo más valioso, pero también me dieron el mejor estudio, la mejor escuela, me gustaba la física, me gustaba la química. Y fui creciendo entre los mejores alumnos.

 

Ya siendo papá Petar y mamá Edita grandes no tuvieron más hijos. Yo ya había ganado dinero haciendo prácticas en la parte de física y con sólo 22 años viajé solo a Nueva York en 1892 y buscaba distintos empleos, trabajé en una oficina de correos, trabajé de mensajero, hasta que llené una aplicación (solicitud de trabajo) y trabajé en un gran edificio que tenía un laboratorio que experimentaban con rayos X. Y allí conocí a Tesla, que ya tenía 36 años.

 

Tesla hablaba bajo, miraba fijo, pero no era amigo del contacto físico. Sí te daba la mano pero no abrazos, no quería nadie cerca, como si tuviera temor de contaminarse de alguna bacteria. Luego me enteré que de joven había estado muy enfermo.

 

Nikola Tesla era una persona extraña, extraña en el trato, en su forma de ser. Hablaba... ¿cómo expresarlo?, en un lenguaje que apenas entendía. Hablaba que dentro nuestro tenemos un sistema biológico y que si bien somos un organismo tenemos millones de organismos dentro nuestro; algunos parásitos, otros que nos serán útiles y otros que formaban parte de nuestros órganos, de nuestra sangre, de nuestra linfa. Y que los rayos X eran perniciosos.

Muchos dijeron que divagaba, que era una tontería. Tesla dejó de trabajar con rayos X.

 

Una vez le vi en un escritorio infinidad de planos, de escritos. Él no dejaba a nadie acercarse. Desconfiaba. No de mí, desconfiaba en general. Una vez me comentó en confianza:

-Slaven, no te digo que no confíes en la gente, vuélcate, entrégate, pero guarda algo para ti porque la gente te quita energía.

Le pregunté:

-¿Cómo te puede quitar energía otra persona?

Me respondió:

-Es difícil de explicar, Slaven, ya lo entenderás.

 

Y hablando de energía me habló de la transmisión de energía sin cables.

-¿Cómo es eso?

-Son fórmulas muy difíciles de explicar -me respondió-, pero puedo iluminar una ciudad sin tendido de redes.

-¡Pero eso es imposible!

Me miró y me dijo:

-¿Tan imposible como la corriente alterna?

 

No tenía mucho conocimiento sobre el tema y le pregunté cuál era la diferencia con la corriente normal y me dijo:

-Justamente la corriente alterna es la corriente normal, es la corriente del futuro, del futuro inmediato. Pero hay otro futuro más lejano donde se podrá, sin tendido de cables, iluminar el planeta.

 

Estaba trabajando con un resonador. Le pregunté:

-¿Qué es ese aparato?

-Es un aparato que funciona a base de resonancia mecánica.

 

Y me mostró como una pequeña lamparilla a metros de distancia se encendía levemente.

-Bueno, veo que sí da resultado pero es una prueba muy leve, apenas ilumina. Me respondió:

-Slaven, estoy poniendo el resonador a un 5% de su potencia.

 

Puso varias lamparillas en línea y puso el resonador a un 40%, la resonancia mecánica hizo temblar el edificio, pensé que era un terremoto.

-Aún debo perfeccionarlo -me dijo.

Pero me mostraba como todas las lamparillas se encendían al máximo sin ningún cable, sin ningún enchufe. Y fue haciendo pruebas y pruebas a diario.

 

Lo acompañaba a veces a almorzar. Comía apenas nada, no sé como mantenía su cuerpo tan delgado, parecía hasta frágil. Pensaba equivocadamente que le quedaba poca vida, muy equivocadamente.

Algunos vecinos le gritaban y le preguntaba a Nikola por qué ese mal trato.

-Porque están asustados -me respondió-. Porque algunos edificios de la calle se mueven levemente por la resonancia mecánica del aparato.

 

Recuerdo que una tarde vino la policía, mostró todos sus documentos Nikola Tesla, pero lo habían citado a la Corte por una, dos, tres, cuatro denuncias de vecinos diciendo que la resonancia mecánica afectaba a los edificios linderos.

No sé si por engramas o por qué, pero tenía temor de meterme en un problema. En realidad yo no era ayudante de Tesla, era apenas un colaborador y él tuvo la deferencia y la humildad de tratarme como un colaborador. Incluso muchas, muchas tardes me invitaba a merendar y lograba sacar de él una mueca de sonrisa viéndome comer, él apenas tomaba una infusión caliente sin comer nada y yo volvía a pensar "Este hombre se va a morir en breve, no se alimenta, tiene un físico extraño".

 

Pero estaba preocupado por los conflictos. No llegué a estar un año -once meses-, con Nikola Tesla hasta que conseguí un trabajo en otra ciudad, Chicago, donde hacía un trabajo "normal", "común", ganaba un buen sueldo. Y me alejé de Nueva York, me alejé de Tesla.

 

Estaba tan imbuido tan metido en mi trabajo, en ese trabajo "normal", que no llegué a tener una relación estable de pareja con ninguna mujer, si bien salí espontáneamente con alguna.

 

En 1928 empecé a tener problemas en el pecho. El médico decía que eran los pulmones. Pero ¡caramba!, ni si quiera fumaba. Pero bueno, es lo que te toca vivir. Un año después volví a Nueva York, estaba bastante enfermo. Quise volver a ver a Nikola Tesla pero no di con su paradero. En 1930 desencarné en Nueva York, y Tesla, siendo mayor que yo, recién desencarnó en 1943. Me había equivocado, pensaba que iba a morir en breve.

 

No puedo decir que viví poco, viví 60 años, pero si bien tuve una vida estable tuve una vida tranquila. En mis últimos instantes entendí que una vida tranquila no es una vida feliz, uno debe arriesgarse a más, y más cuando encuentras a un Maestro del que puedes aprender, aunque entiendas un 20% de lo que él explique.

 

Tuve temor por la policía, por las citaciones judiciales. Entendí que el FBI también rondaba. Incluso viviendo en Chicago, cuando me llegaba alguna carta tenía temor de que fuera una citación. Pero fue mi elección, nadie me obligó. Hubiera querido, no sé... estar más tiempo con el Maestro, entender su forma de pensar, el por qué no aceptaba el contacto físico, como si su organismo fuera distinto, como si tuviera temor a algún contagio, sin embargo su vida fue larga.

Igual leía los diarios, me enteraba de sus inventos, de cómo lo defraudaban, de la paga que le habían prometido y luego decían que había sido una mala interpretación. Él nunca había sido un fraude. Edison, Marconi pasaron a la historia pero pocos, pocos, pocos saben la verdad.

 

Nunca volví a Gospic. No, no puedo agregar más nada, no. ¿Para qué? Uno en la vida debe plantearse objetivos y no necesariamente cumplirlos pero intentar, intentar. No digo que con eso sea suficiente pero al final de esa vida física luego no tendrías nada que reprocharte si por lo menos lo has intentado. Es lo que creo. Es lo que es. Y es todo.