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Psicoauditación - Josep

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

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Sesión del 21/04/2017

Sesión del 22/04/2017

 


Sesión del 21/04/2017

Médium: Jorge Raúl Olguín

Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep

Al mundo físico venimos solos, estamos solos y nos vamos solos. Entendamos que estar entre gente no es estar acompañado, cada uno es una entidad distinta de otra que se encuentra en la misma situación. Encontrar a alguien parecido con quien compartir vivencias, experiencias ya es para estar contento de la vida. Y si además se pueden conocer en profundidad, congenian sus almas, ya es un milagro. La entidad narra lo difícil que puede ser, para las personas, encontrarse.

Sesión en MP3 (3.046 KB)

 

Entidad: Hacía ya tres años que mi hermano Exéter había vuelto a casa. No es que me había acostumbrado a estar solo, hace años que habían muerto nuestros padres y es cierto que la casa era grande, pero bueno, tenía mis maneras. A Exéter no le fue bien afectivamente; se divorció, recorrió el planeta y finalmente volvió a casa.

Me dijo:

-Oberón, aquí estoy, me quedaré contigo.

 

Lo bueno que él era tan o más ordenado que yo. Si bien yo estaba acostumbrado a tener las cosas en orden él no perturbaría mi manera, mi modo. Además, él era una de las pocas personas con las que podía conversar.

A mí me gustaba mi trabajo, trabajaba con ordenadores virtuales. Aparte investigaba a nivel científico las partículas elementales.

Exéter era distinto, era astrohistoriador, le gustaba todo lo que es la historia de la astronomía desde los primeros tiempos. Y aparte era investigador de toda forma de vida, desde los... desde los más grandes animales hasta la vida unicelular.

 

Nuestro mundo, Seeing, tenía treinta mil años de civilización conceptual, pasamos por batallas, guerras... Supongo que muchos mundos han pasado por ello. Nuestra civilización era bastante antigua, éramos uno de los mundos más cercanos al centro de la galaxia.

 

Todos los fines de semana me iba a una conferencia, desde hace tres años que no faltaba un solo fin de semana.

Exéter me preguntaba:

-¿Conferencia? ¿De qué es?

-Hay una matemática astrónoma, Ane, que da disertaciones.

-¿Cuánto hace que vas?

-Tres años, desde que tú te divorciaste.

-¡Aja! Mira tú. Y dime, Oberón, ¿siempre toca distintos temas?

-Bueno -le expliqué-, a veces repite temas pero son interesantísimos.

-Entiendo. -Me miraba con una sonrisa.

-Exéter, eso no es una sonrisa-sonrisa.

-¿Ah, no? ¿Qué es, una mueca?

-Exéter, nos conocemos, esa es una mueca irónica. Tú piensas que me gusta Ane.

-¡Oberón! Yo no he dicho nada, tú lo has dicho. ¿Y desde cuándo te gusta?

-Lo das por hecho.

-Oberón, desde cuándo te gusta...

-Desde el primer día. Hace tres años que la conocí, es soltera, no tiene compromisos. Generalmente después de la conferencia la invito a tomar algo.

-¡Ah! ¡Mira tú! ¡Mira tú! Así que ya os conocéis.

-No, no, no, somos amigos, me gusta ir lento.

-Pues que no se te vaya el bus.

-Exéter, tú no eres así, tú eres serio.

-Pero no contigo, ¡por favor!

 

Yo tenía cuarenta y cinco años, Exéter era tres años mayor que yo. Y ésta hermosura de mujer, Ane, tenía cuarenta y tres años. Yo también era soltero.

Pero ese fin de semana fue distinto, Exéter me acompañó. Era bastante conocido en las distintas regiones porque daba conferencias sobre partículas elementales.

Alguna vez le dije:

-¡Ese es mi tema!

-Bueno, Oberón, investigo formas de vida.

-No me alcanza, no me quites el trabajo -le dije sonriendo.

-No, tú eres el experto, yo soy un aficionado en el tema. -Pero sí, daba conferencias de partículas elementales, daba conferencias sobre formas de vida y daba conferencias sobre astronomía, de los primeros descubrimientos, sobre nuestra pequeña luna.

Y me dijo:

-Mas quiero acompañarte porque me interesa el tema.

 

Escuchar una conferencia de Ane era espectacular. Ella comentaba:

-Nuestro mundo es muy peculiar, Seeing I gira a ochenta millones de kilómetros de Seeing. -Como thetán explico que Seeing era una estrella roja, no llegaba a ser enana roja, tenía 0.9 la masa de Sol III y se hallaba a veinte mil años luz de Sol III. Orbitaba la estrella en un año de Sol III.

Ane continuó hablando: -Es maravilloso hablar del segundo mundo, Seeing II, a ciento noventa millones de kilómetros de Seeing, y orbitaba la estrella cada tres años. Y el gigante rocoso, Seeing III, a trescientos ochenta millones de kilómetros de Seeing, y orbitaba la estrella cada diez años.

 

Como thetán explico, de la misma manera que Seeing tenía 0.9 la masa de nuestro sol, Seeing I tenía 0.9 la masa de Sol III, Seeing II 0.5, casi 0.6 la masa de Sol III. En cambio, Seeing III, el gigante rocoso, tenía 6 masas de Sol III. Los tres mundos eran rocosos, la estrella roja Seeing estaba ubicada a seis mil años luz del centro galáctico, en un brazo que vosotros conocéis como Norma.

 

Terminó la conferencia y le presenté -a Ane-, a mi hermano Exéter. Fue una charla distendida luego en el café, porque el café es un grano que gracias al Creador está en la mayoría de los mundos.

Una gran amiga de Ane, Lisa, de cuarenta años se sumó a nuestra conversación. La había visto un par de veces, delgada, de cabello rojizo no llegando a ser pelirrojo, un castaño rojizo. Era bióloga y científica. Contó que era divorciada hace años atrás en una relación que apenas duró un año. ¡Y lo vi a Exéter interesado! Exéter, que rara vez pierde la compostura, muy centrado, muy él, se abstenía de hablar, la escuchaba a Lisa. Lisa apenas si prestaba atención a Exéter enfrascada en su conversación sobre biología. Un par de veces, explicó Exéter, que de alguna manera el investigar formas de vida desde animales conceptuales hasta pequeñas formas de vida, de alguna manera le emparentaba en la tarea que hacía Lisa. Lisa asintió pero siguió con su explicación. Nos saludamos y volvimos a casa, con Exéter.

 

Bueno, dicen que siempre llega el desquite.

-¿Todo bien, Exéter?

-Hermano, no entiendo.

-¿Estás bien?

-Oberón, no entiendo... Aparte, no te copies de mi mirada.

-¿Cuál era tú mirada, la irónica, la sonriente, esa que trata de leer la mente del otro?

-Oberón...

-Exéter... ¿Qué te pareció Lisa?

-Interesante su conversación.

-Además, ¿qué te pareció ella?

-Se ve que sabe mucho.

-¡Ajá! ¿Y además?

-Oberón...

-¿Sí?

-¡Basta!

-Estás divorciado y ella soltera.

-Oberón, ¡basta!

-¡Ajá!

-No entiendo el ¡Ajá!, Oberón.

-¿Te gusta Lisa?

-Sí, ¿a ti te gusta Ane?

-¡Has dicho sí!

-Es una manera de decir.

-Entonces te gusta.

-Bueno, sí..., pero ella no me registró.

-¿Eres una mercadería para que te registre?

-Tú sabes lo que quiero decir, Oberón.

-¡Quién te ha visto y quién te ve, Exéter! Pareces un niño, te veo entusiasmado. Eso sí, tienes una capacidad de disimular tan grande, tan grande..., pero te conozco hace cuarenta y cinco años.

-Está bien, me interesa. Pero sabes que mi manera no es reclamar, pedir. Soy una persona que se brinda, una persona que se da, una persona que no exige.

-Está bien, deja que las cosas transcurran.

-Eso tampoco -dijo Exéter-, mi costumbre es ser el dueño de mi vida, de mi modo, de mi manera y no dejo que las cosas transcurran, yo hago transcurrir a las cosas.

-Exéter, no es lo que tú enseñas; eso me suena como ego.

-¡Ay! Tú sabes, Oberón, que las palabras no transcriben fielmente mi pensamiento.

-Sí, eso lo enseñas. Aplícalo.

-Esperemos.

-¿Y te aguantarás una semana hasta la próxima conferencia de Ane o quieres que arregle algo entre semana para ir a cenar los cuatro?

-Ehh... Comunícate.

-O sea, que estás de acuerdo.

 

Pero no fue nada bien. Me comuniqué con Ane, sútilmente dije que a Exéter y a mí nos agradaría que fuéramos los cuatro. Se comunicó con Lisa y dijo que esa semana estaba ocupada, que era imposible. Cerró la conversación ahí. No dijo "La otra semana veremos, Ane". Ane me lo dijo textualmente: "Por ahora no puede". Exéter se sumió dentro de sí mismo sin mostrar ninguna emoción. Honestamente, mi hermano tenía un dominio de sí mismo enorme, como la mayor montaña de Seeing III.

 

Seguimos trabajando. En la semana hablamos del tema.

Le dije a Exéter:

-¿Este fin de semana me acompañas?

-No, no, tengo que estudiar.

-Exéter, nos conocemos, tienes tres años más que yo pero te comportas como un niño, eso es orgullo, y no me vengas con que es dignidad porque la dignidad tiene que ver con otra cosa. Te estás empacando, te encierras en ti mismo para no afrontar la realidad.

-Está bien. Además, no sabemos si Lisa va a ir.

-No, no lo sabemos pero si vamos lo averiguamos. O sea, yo no pienso faltar.

-Está bien, iré.

-¿Ves, qué fácil?

 

Me reía porque a Exéter lo consultaban sobre historia de la astronomía, sobre las conductas de la forma de vida compleja, hasta del mismo ser humano, sobre caracteres, personalidad y él tenía respuestas para todo. Siempre tuvo respuestas para todo pero ahora veía que no tenía conducta para sí mismo, no tenía respuestas a sus propios interrogantes, y de verdad que me hacía reír.

Lo adoraba a Exéter era... era un sentimiento tan fraterno, tan tan tan personal, y verlo así como desubicado, como desorientado con respecto a Lisa era algo que no estaba acostumbrado a ver. Y vaya si Exéter había recorrido mundo, por lo menos veinte regiones había conocido y seguramente había tenido sus historias afectivas, si digo historias amorosas suena muy... En Sol III lo dirían muy donjuanesco, pero también en Sol III decís "Todos tenemos nuestro talón de Aquiles". ¿El talón de Aquiles de Exéter sería Lisa? Por ahora lo dejo así, ¡je, je, je!

 

Si me preguntáis si en Seeing I tenía engramas, sí los tenía. Engramas de no ser comprendido por el común denominador. Ane me comprendía. Exéter, obviamente, me comprendía.

Pero percibir que el resto habla en otro idioma... ¿Sabéis lo que quiero decir con otro idioma?, explicas algo y te miran como si la mirada de ellos traspasara tu presencia. No es que te ignoran no, no, no te comprenden, entonces es como que estás y no estás a la vez. Ese era el engrama, pero no permitía que me quitara el buen humor. En el rol de Oberón a mis cuarenta y cinco años tenía muy buen humor. Exéter también, pero era más... no introvertido, para nada, porque lo escuchas hablar y te apabulla, pasaba porque se lo guardaba internamente. Y yo no sé si eso le hacía bien, yo creo que no le hacía bien. Yo creo que no, que no le hacía bien.

 

Hasta la próxima.

 

 

 


Sesión del 22/04/2017

Médium: Jorge Raúl Olguín

Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep

Entendemos que vivir pasa por entenderse. Pero no es sencillo, cada uno es distinto al otro y entenderse es algo más que escuchar y hablar, es algo más, es tener ganas de entenderse, más allá de las diferencias que tengamos. La entidad muestra en esta sesión cómo no entenderse.

Sesión en MP3 (4.037 KB)

 

Entidad: Treinta mil años de civilización conceptual. Nuestro mundo, Seeing I, pasó por batallas, imperios, guerras. Estudiando la historia, varias veces estuvimos a punto de eliminarnos como raza pero el sentido común o la causalidad o el temor evitó que la confrontación pasara a mayores.

 

Y aquí estamos, de alguna manera, aportando a esta vida en mi tarea de experto de ordenador virtual y como científico de partículas elementales.

Largas conversaciones por la tarde noche con Exéter, mi hermano mayor, sobre astrohistoria, sobre pequeñas formas de vida. A veces nos desvelábamos conversando sobre temas buscando la llave que abra la puerta del misterio para ver, para entender que el misterio era simplemente algo irresoluto que de un momento para otro podía resolverse.

Durante bastante tiempo yendo a las conferencias de la matemática y astrónoma Ane hasta que al final ganamos en confianza y aceptó comenzar a salir conmigo, como diríais los jóvenes, como más que amigos.

 

Recuerdo que fuimos a un restaurante bastante apartado de la zona céntrica, muy bien decorado, no con mucha luz, con poca gente, podíamos conversar. Ane vino con su amiga Lisa, bióloga y científica. A mí me acompañó mi hermano.

Digamos como que Lisa no salía de su... ¿postura o impostura?, hablaba como si estuviera en una conferencia, no la veía distendida, como que estaba dando cátedra en la mesa en vez de conversar de una manera relajada.

Comentaba Lisa:

-Nuestro mundo está seguro. Tenemos diez bases en nuestra pequeña luna, tenemos bases con cúpulas en Seeing II, donde hace cuarenta grados centígrados bajo cero, y bases con cúpulas especiales en el gigante rocoso Seeing III. Es mucha la precaución allí porque hace ciento sesenta grados bajo cero.

 

A ver, cómo lo puedo explicar... Con Exéter conversábamos de esos mismos temas y era un 'ida y vuelta'. Siglos atrás había muchos habitantes dependientes del alcohol, bebían e iban a lugares que le llamaban "Bebedores anónimos" donde uno exponía su caso y hasta que no terminaba, el otro o cualquiera de los otros no podía exponer el suyo. O sea, que era una exposición, no había un cambio de impresiones, y cuando había gente que se acostumbraba a exponer y no a intercambiar me exasperaba, me exasperaban los monólogos.

Es decir, seamos francos: depende de quien. A Ane la podía escuchar una hora, digamos como que le daba vida a la conversación, espero que se entienda lo que quiero decir. Exéter: Podías cerrar los ojos cuando hablaba y te transportabas a... Es como que sus palabras fuesen una especie de cinta deslizante y tú te dejabas llevar en esa cinta. Pero Lisa era muy terminante...

 

Y bueno, vino la polémica.

-El siglo pasado se sacaron los chips de las personas, chips que se mantuvieron durante cuatro siglos. No solamente se localizaba donde podía estar cada persona, lo cual era bueno, sino también que los chips portaban una pequeña cámara que transmitía directamente a la central de cada ciudad. ¿Ventaja? No había ningún tipo de delitos porque se sabía dónde estaba cada persona. Y el chip no se podía sacar, por lo tanto la cámara filmaba todo lo que se hacía. Incluso a nivel nocturno cambiaba la luz de la cámara y filmaba en infrarrojo o en ultravioleta de acuerdo a si envolvía penumbra, si envolvía calor, si envolvía frío, pero en todo momento se filmaba. Los amantes de la libertad hicieron tantas marchas en contra que finalmente los gobiernos decidieron, a partir de la generación anterior a la nuestra, eliminar los chips. Sí, por supuesto, había cámaras en cada calle, en negocios, en empresas pero cada uno ya dejaba de portar su chip. Y había quienes seguían defendiendo esa postura, que tener un chip con cámara no era perder la libertad, era ganar en seguridad.

Y sí, habían vuelto los delitos, hasta muertes, asesinatos.

 

Lisa le preguntó a Exéter:

-¿Y tú qué piensas con respecto a lo que comenté?

-Lo voy a decir en una manera muy básica -respondió Exéter-, es algo ni muy muy ni tan tan.

-No te entiendo, no sé en qué idioma hablas.

Exéter levantó ambas cejas, como una especie de irónico asombro, diciendo:

-No es ni tan grave ni tan a favor ni tan en contra. Hay cosas a favor y hay cosas en contra, tanto en siglos anteriores donde se portaba el chip como actualmente.

-¿Pero tú qué postura tienes? ¿O eres ambiguo? Porque para mí los ambiguos son tibios -dijo Lisa.

-Normalmente no soy ambiguo -respondió Exéter-, al contrario, en mis exposiciones suelo ser terminante. Pero la gente tiene derecho a expresarse, algunos son amantes de la libertad, otros amantes de la seguridad.

-Pero esa no es la respuesta, la respuesta es: ¿tú qué piensas?

-Si todos fueran como yo no haría falta chip. Me interesa brindarme, ayudar, enseñar, explicar...

-O sea, que si todos fueran como tú no se precisaría ninguna vigilancia. ¿Eso no es vanidad?

-Yo creo que eso es sinceridad -exclamó Exéter-. ¿Por qué habría de ser vanidad? Es lo que soy, es lo que hago, no exagero absolutamente nada. Además, el brindarse, el poder tender una mano al otro no lo veo como algo vanidoso.

-¿Quizá vanidoso sea el decirlo? -inquirió Lisa. En realidad fue una afirmación.

Exéter hizo un gesto y no contestó.

Y tú, ¿qué opinas? -me dijo Lisa.

-Ehh... ¡Uff! Quizá tendría que haber chips con cámaras para evitar muertes. Me fastidia que de repente en una autovía alguien pueda atropellar a otro y se escape y salga indemne, porque a pesar de que en las autovías hay cámaras cada cien metros, a veces ocultan su número de patente los vehículos.

A Ane no le preguntó. Y Lisa me dijo:

-O sea, que tú opinas distinto que tu hermano.

-No, no, no; yo doy mi punto de vista, no sé si es opinar distinto.

-¿No lo sabes?

-No, no creo que es opinar distinto. -Y Lisa siguió.

-Pero Exéter dice que algunos elijen el chip, otros no y que está bien de las dos maneras. Tú prefieres el chip, o sea, que no estás de acuerdo con la política actual.

Me encogí de hombros, un gesto parecido al que tuvo mi hermano.

 

La segunda polémica. Ane se puso a hablar de la parte espiritual.

Apoyé su punto de vista: -Somos un espíritu.

Pero era un tema que me incomodaba por Exéter porque ya lo conocía. Y habló:

-En realidad -dijo Exéter-, somos parte de un espíritu.

-No entiendo -habló Lisa.

-Claro. El espíritu mora en una vibración intangible, invisible, inmedible para nosotros, es como una vibración conceptual que encarna permanentemente, pero entiendo que es una parte mínima la que en encarna porque el resto del espíritu está como guía, de alguna manera, un guía que de alguna manera lo capta nuestra mente.

-Eso es un disparate, no está comprobado. Cuando Ane dice que tenemos un espíritu entiendo lo que quiere decir -dijo Lisa-, como que algo nos anima dentro nuestro, pero no lo dice literalmente.

Ane le dijo:

-Sí, sí, lo digo literalmente, apoyo lo que dice Oberón, tenemos un espíritu.

Y Lisa insistió:

-¿Y lo que dice Exéter de que somos una parte de espíritu? O sea, que ni siquiera somos un espíritu entero. O sea, que somos parte de algo. Yo me considero entera, en pleno uso de mis facultades.

Exéter dijo:

-El que nos anime una parte de nuestro espíritu no excluye nuestras facultades, tenemos una mente, una mente que de alguna manera traduce ese concepto.

-Me sigue pareciendo un disparate, no acuerdo para nada con eso. Y me extraña porque eres astrohistoriador e investigas formas de vida, y tocar ese tema me parece como que... No sé, pensamos no distinto, pensamos de manera opuesta, ciento ochenta grados.

-Bueno, viva la libertad de expresión -exclamó Exéter.

 

Tercera polémica.

Hablamos de formas de vida.

Allí Exéter era el que más sabía. Él explicaba que una forma de vida tiene un programa en sus genes porque las formas de vida más primarias "saben" cómo multiplicarse, cómo alimentarse, cómo excretar.

-Somos programas y a medida que las formas de vida van evolucionando hasta llegar a nosotros, el homo sapiens, seguimos estando programados, lo que el común denominador llama instinto.

Y habló Lisa. ¿Quién otra podía hablar?

-Entiendo que una persona que está programada es una persona autista, una persona que vive en piloto automático, una persona que como en los cuentos de ficción les llaman zombies. Una persona consciente de su rol en la sociedad no está programada.

Exéter le dijo:

-No, claro, no ese tipo de programación, es una programación genética que nos hace quienes somos. Por supuesto, a diferencia de la vida más elemental, nuestra mente nos da la decisión de optar porque somos conceptuales, podemos elegir, podemos componer música, podemos hacer obras de arte pero no quita que estemos programados.

Lisa negaba con la cabeza.

-No somos autómatas.

-No, no lo somos -agregó Exéter-, nadie habla de que seamos autómatas pero estamos programados.

Y no, no se pusieron de acuerdo. No se pusieron de acuerdo para nada porque es como que hablaran distinto idioma.

 

Otra polémica.

-Somos el summun de la creación -dijo Lisa-, en treinta mil años de civilización hemos llegado a otros mundos, aún estamos buscando cómo llegar a otro sistema estelar, el poder llegar a computadores no más potentes, más sutiles para lograr encontrar los huecos espaciales, porque matemáticamente sé que existen.

-Eso es cierto -aprobó Ane-. Yo, como matemática astrónoma, sé que es cierto, existen ciertas aberturas y que pueden llegar a otros sistemas, pero son teóricas, no hay nada práctico.

 

Y habló Exéter. Lisa lo miraba atenta.

-Yo no creo que seamos el summun, yo creo en la evolución, creo que puede haber forma de vidas superiores, y creo que en este mismo mundo, Seeing I, con el correr del tiempo habrá civilizaciones superiores.

-Lo que dices es un disparate -habló Lisa-, han pasado treinta mil años de civilización conceptual, pero aparte, si estudias historia sabes que desde hace más de cien mil años el ser humano no ha sido modificado.

-Es que quizá -dijo Exéter-, el ser humano no deba ser modificado, quizá surja una nueva especie.

-¿De la nada? -inquirió Lisa-. ¿Cómo?

-Está bien. Entonces permitidme preguntar -dijo Exéter-, ¿de dónde surgimos nosotros? Sabemos por la historia o por la prehistoria que hubo distintas razas de homínidos en Seeing I. ¿Tú piensas que los... el homo anterior a nosotros, una pareja, de repente, porque sí, tuvo un hijo distinto, con más frente, con menos mandíbula, con mayor capacidad craneana, así de la noche a la mañana? ¿Y al día siguiente otra familia, y al día siguiente otra y en cien años ya había cientos de individuos como nosotros? Lo mismo con los animales, tú ves los vacunos que nos dan leche pero si te fijas en la prehistoria había vacunos absolutamente lanudos con cuernos mucho más grandes. ¿Entonces tú piensas, Lisa, que de la noche a la mañana surgieron otras especies?

-Te estás contradiciendo, te contradices -dice Lisa-. Yo opino que una especie se extinguió y vino otra especie y se extinguió porque no tenía recursos. Nosotros tenemos recursos, no nos vamos a extinguir. Aparte, estamos en la cima de lo conceptual.

-Quizá, quizás una nueva raza no nos gane en lo conceptual, nos gane en lo sutil. Recién hablabais de que no hay un ordenador sutil como para encontrar esas grietas espaciales para llegar a otros sistemas estelares. Quizá sean iguales a nosotros en filosofía, en dialéctica, en música, quizás el embrión esté en reparar, en ver lo que no vemos nosotros.

-Honestamente, no lo creo -dijo Lisa.

Me encogí de hombros. Exéter se encogió de hombros.

 

El clima al comienzo se había puesto caldeado, ahora el clima estaba bajo cero en nuestra mesa.

Me despedí de Ane, de Lisa. Exéter igual. Volvimos a casa.

Exéter me comentó:

-No me gusta estar solo afectivamente, puedo tener una pareja en la que puedo coincidir en cosas y en la que puedo no coincidir en otras, pero jamás estaría con una mujer con la que no coincida en nada.

 

Lo miré. Salió al balcón, miró la pequeña luna. Lo dejé pensativo. Me serví un café y tomé un pequeño sorbo para no desvelarme.

No sé a qué hora se habrá acostado Exéter, quizás amaneció en el balcón, quizás amaneció con sus pensamientos, quizás amaneció con ese misterio que lo envolvía o quizás era un puntal de esa nueva raza. Siempre comentaba que una de las cosas que más me producía engramas era el no ser comprendido, y le agradecía al Creador el haber conocido a Ane y el tener a Exéter de hermano.

Pero intentaba ponerme en el lugar de Exéter. Si yo no me sentía comprendido, no alcanzaba mi concepto para captar su incomprensión de los demás hacia él, porque él sí comprendía a todos.

Nada. ¿Qué puedo agregar?

 

A veces, como thetán, puedo repasar vivencias de batallas, de invasiones, de situaciones inverosímiles, pero las situaciones que llamamos comunes, cotidianas donde los intercambios de opiniones no trascienden o no llegan a buen puerto, yo creo humildemente que esas son las que más lastiman, las que más te marcan, las que más te dejan una muesca, una huella...

 

¡Pucha! ¡Qué difícil es vivir, qué hermoso, qué difícil, qué complicado! ¿Será posible? ¿Será posible?